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Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574

Latinoamérica  no.40 Ciudad de México ene./jun. 2005

 

Reseñas

Maria Immacolata Vasallo de Lopes, Investigación en comunicación. Formulación de un modelo metodológico, trad. Manuel de Jesús Corral C., México, Esfinge, 2003, 142 pp.

Manuel de Jesús Corral C.* 

* Profesor del CCH-Sur, Universidad Nacional Autónoma de México, México

Lopes, Maria Immacolata Vasallo de. Investigación en comunicación. Formulación de un modelo metodológico. Corral C., Manuel de Jesús. México: Esfinge, 2003. 142p.


José Enrique Rodó, pensador latinoamericano uruguayo, acuñó el término “nordomanía”. Indicaba con ello una tendencia casi patológica de los países del Sur. Equivale a “tener la vista fija” y lo que es peor, el corazón, a lo que se produce en el Norte. En la era de la globalización neoliberal la nordomanía sigue vigente. Lo local, nacional y regional tiende a aparecer como desleído. Para muchos, vale lo que viene de otros horizontes geográficos y culturales. Y continúa así el ninguneo por lo propio.

Lo anterior es válido también para la producción simbólica: humanística o científica. Subsiste en Nuestra América la manía de copiar modelos por fuera de la propia realidad. Los riesgos, diría Rodó, son: quedarse sin la realidad propia porque la “imitación acrítica” trae efectos nocivos al mismo ethos de estas Repúblicas y quedarse sin modelo, pues una “imitación inconsulta no hará nunca sino deformar las líneas del modelo”. Gran verdad estableció, por su parte, para Nuestra América Simón Rodríguez, precursor de la independencia de América Latina y educador y maestro de Simón Bolívar. En frase lapidaria sentenció: “O inventamos o erramos”.

En esa línea de inventar para no errar y de superar la nordomanía, se inscribe Investigación en comunicación. Formulación de un modelo metodológico, de la comunicóloga latinoamericana brasileña Maria Immacolata Vasallo de Lopes. Ahora traducido al español. Una interpretación libre del título del libro parecería llevar implícita la idea de la autora y ponerse así: Modelo metodológico para la investigación en comunicación desde América Latina. Preocupaciones centrales de la autora son, en efecto: ¿Cómo hacer ciencia social y, en particular, ciencia de la comunicación, en América Latina?, ¿con qué instrumentos? Y a final de cuenta ¿con qué metodología? ¿Es posible pensar en una autonomía científica en los países de Nuestra América? El libro está pensado, escrito, publicado y ahora traducido, desde una “visión latinoamericanista”. Preocupación e interés por lo regional. Sin desmedro o descuido de lo universal. Desde ahí conviene un breve comentario sobre los rasgos originales de la propuesta metodológica de la autora.

A muchos y muchas les ha pasado en la carrera. Clase de Metodología: ¡Qué tedio! Tener que ajustarse a reglas, normas y convenciones. Repetidas mecánicamente por el profesor. “[...] mera caja de resonancia de normas externas y, por tanto, [...] discurso totalmente ideológico”, afirma la autora. En los cursos de grado, la metodología ha ocupado un “lugar inexpresivo”, si no es que se la ha reducido a la aplicación de meras técnicas. La autora propone una “concepción descentrada”, en tanto “exigencia interna de desarrollo y autocontrol”, indispensable para una “autonomía relativa de la investigación”. Si es que se quiere obtener resultados más productivos socialmente. Su propuesta metodológica está cargada de intencionalidad. Sitúa, por ello, al objeto de estudio, en concordancia con la mejor tradición del pensamiento latinoamericano, en su “historicidad” concreta.

El modelo metodológico de Maria Immacolata no está basado en un discurso sobre el método en general. Parte, más bien, de las condiciones concretas de la práctica científica en comunicación. Éstas aluden a la práctica y a la formación de “hábitos intelectuales”. Y ello porque la reflexión metodológica no se hace de modo abstracto y la reflexión metodológica no sólo es importante y necesaria para crear una “actitud consciente y crítica” por parte del investigador. Con base en esos elementos, Maria Immacolata desarrolla su doble concepción de metodología. Las preposiciones que utiliza son elocuentes. Habla de: a) Metodología de la investigación correspondiente a la teorización de la práctica de la investigación científica. Proporciona modelos teóricos y metodológicos e implica una “lógica reconstruida”, b) Metodología en la investigación. Se refiere al “trabajo con los métodos empleados” e implica una “lógica en acto”.

Con cierto sentido del humor, la autora insiste: es preciso abandonar la concepción lineal y burocrática de metodología de la investigación: aplicación de técnicas, operaciones rutinarias de “cómo hacer”. Es urgente concebirla como un “campo articulado en diferentes instancias y fases [...] que se interpretan dialécticamente”. Se trata de una articulación dinámica que incide en la estructura de la investigación y en el proceso de desarrollo de la misma.

La “instancia epistemológica” como función de vigilancia crítica de la investigación, con sus operaciones de ruptura epistemológica y construcción del objeto científico. Hay que evitar la caída en la “ilusión de la transparencia” del objeto real o dispararse en la “construcción del objeto científico” por no interrogar sistemáticamente los aspectos de la realidad. La “instancia teórica”, en tanto formulación sistemática de las hipótesis y conceptos, definición del problema y proposición de reglas de interpretación. La teoría como parte del proceso metodológico es el “medio” para superar las prenociones del sentido común. Para llegar a un cuerpo de enunciados, de su formulación conceptual para captar y explicar los hechos (p. 107). La “instancia metódica” como enunciación de las reglas de estructuración del objeto científico. Es el espacio del método, de la objetivación de la problemática, de la formalización de los conceptos. La “instancia técnica” se refiere a la construcción de datos o del objeto empírico. Implica los procedimientos de la recolección de las informaciones y de las transformaciones de éstas en datos pertinentes a la problemática general.

Si las “instancias” de la investigación se mueven en el ámbito paradigmático (eje de selección de signos), las “fases” de la misma operan en el sintagmático (eje de combinación de signos o habla). La originalidad de esta propuesta radica en las combinaciones lógicas y cruzamientos entre las operaciones específicas que se han de realizar en cada una de ellas. El engarce entre instancias y fases hace aparecer la “subjetividad” del investigador. Lo cual no indica que la “objetividad” pierda fuerza y valor. El máximo apego posible a ésta pone a prueba la honestidad y creatividad de aquél. Y con ello, el resultado de la investigación no pierde su rigor científico. Desde la perspectiva de la autora es en la práctica concreta de la investigación, en la práctica metodológica, donde se realizan los paradigmas científicos. Y sus modelos teóricos.

Texto con valiosas aportaciones al campo de estudio de las ciencias sociales y de la comunicación. Conviene dejarse cautivar por ese guiño de ojos que nos llega desde ese país-continente de Nuestra América: Brasil. Podría haber desacuerdos con las propuestas de la autora. Pero no habrá desengaños con su lectura.

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