Las transformaciones al interior de los países latinoamericanos, durante la primera mitad del siglo XX, se expresaron de diversas formas. Desde movimientos revolucionarios, como sucedió en México, hasta la imposición de grupos de poder por la vía armada o a través de alianzas, situación que acrecentó los cuestionamientos a una realidad que no respondía a las nuevas exigencias políticas, económicas y sociales. En consecuencia fue necesario atender la creciente demanda social en relación con una mayor apertura política y el mejoramiento en sus condiciones de vida. Tales necesidades, trastocaron la actividad del intelectual en relación con las circunstancias de la época y las posibilidades de impulsar una transformación con alcances nacionales.

En el caso concreto de México y Brasil, Regina Crespo realiza un importante trabajo de investigación en torno a dos personajes contemporáneos que teorizaron sobre la condición de sus naciones. Hecho que los llevó a establecer un compromiso no sólo con el ejercicio intelectual y los problemas más urgentes de su tiempo, sino a convertirse en impulsores de proyectos de cambio. A través de la obra Itinerarios intelectuales: Vasconcelos, Lobato y sus proyecciones para la nación, editado por el Centro Coordinador y Difusor de Estudios Latinoamericanos y la Universidad Nacional Autónoma de México, en el 2004, se realiza una revisión a las propuestas de estos dos personajes en relación con tres aspectos: las condiciones en que se gestaron, sus alcances y resultados.

A través de un recorrido por las “Metrópolis en formación: Sao Paulo y la Ciudad de México en los años diez y veinte”, la autora nos introduce a su obra para mostrarnos dos sociedades que si bien no compartieron una revolución social como la mexicana, presenciaron transformaciones sustanciales, producto de la migración rural y la movilización social en demanda de una inclusión dentro de un proyecto nacional. Circunstancias que determinaron la participación del intelectual y, en consecuencia, la producción de su pensamiento. De tal forma, que la reflexión y práctica emprendida por tales escritores, desde Sao Paulo y la Ciudad de México, se vieron determinadas por un entorno en constante desarrollo económico y político.

En este primer apartado, tanto José Bento Monteiro Lobato como José Vasconcelos son vistos como parte de una importante generación de intelectuales que no perdieron de vista dos elementos fundamentales para materializar sus propuestas: lo cultural y lo político. Mientras el brasileño marcó hacia los años veinte su compromiso cultural a través de la Revista Do Brasil y la Cía. Gráfica-Editora Monteiro y Lobato, desde donde apoyó a los escritores nacionales, Vasconcelos decidió hacerlo como ministro de Educación Pública entre 1921 y 1924. Hombres de letras, pensamiento y acción, lucharon por encontrar un camino propio, capaz de garantizarles un lugar en la historia brasileña y mexicana recientes (p. 13).

La estructuración de la obra a través de un análisis biográfico-histórico, para dar cuenta de la producción intelectual de ambos personajes, establece una correlación imprescindible entre la producción del pensamiento y la realidad. En el segundo apartado, titulado “José Vasconcelos: el filósofo y el político”, así como de un tercero, “Monteiro y Lobato: el empresario y el crítico”, Regina Crespo realiza un recorrido por las actividades de los dos personajes para mostrar los alcances de sus propuestas, establecer coincidencias y, a su vez, señalar las divergencias presentes en sus obras. Así, el proyecto educativo-cultural vasconcelista, impulsado desde la Secretaría de Educación Pública, marcó una de las diferencias sustanciales con las campañas sociales del brasileño llevadas a cabo fuera del ejercicio del poder político.

Para resarcir la falta de unidad cultural, Vasconcelos emprendió un ambicioso programa educativo nacional cuyas directrices estarían a cargo de la clase media, situación que le dio al proyecto un carácter jerárquico y homogéneo. En su afán por acabar con las desigualdades, Vasconcelos no pretendía dejar mucho espacio al ejercicio de las diferencias (p. 127). Por su parte, Lobato abrió un importante espacio de discusión en la Revista Do Brasil a los problemas sociales de higiene y salud. A través del personaje de Jeca Tatu, presente en sus obras, Lobato argumentó que la transformación del país comprendía, en primer término, la solución a los problemas más urgentes de la población brasileña. Jeca Tatu mostró que el proceso de evolución en la población brasileña advertía el tránsito de la enajenación al cobro de conciencia de su realidad.

En el cuarto capítulo, “¿Raza cósmica o choque de razas?”, la atención se concentra en el análisis de las propuestas de Lobato y Vasconcelos a través de las obras Choque da razas y La raza cósmica. La inquietud en el desarrollo nacional demandó, dentro de un espectro más amplio, la relación de México y Brasil dentro de la realidad internacional. Vasconcelos apeló a la herencia hispana en el subcontinente para construir su propuesta de mestizaje alrededor de la raza cósmica. A diferencia del mexicano, Lobato argumentó que parte del atraso brasileño residía en el mestizaje entre indígenas, negros y portugueses. Si el mexicano abogaba por la síntesis el brasileño permanece en la antítesis (p. 289).

El colofón que siguió al limitado alcance de sus proyectos, concentró el esfuerzo de Vasconcelos en la elaboración de sus memorias y en el caso de Lobato en realizar un compendio de cartas que dirigió a su amigo Godofredo Rangel, esta última reunida en A Barca de Gleyre. El último capítulo, “Proyectos memorialísticos: en busca de un lugar en la historia”, nos acerca a dos personajes preocupados por transformar la realidad de sus países hacia el final de un recorrido accidentado. A través de un balance, Lobato y Vasconcelos realizan un trabajo de reflexión que, a su vez, da cuenta de una persistente preocupación por encontrar la mejor vía para el desarrollo de México y Brasil.

El trabajo realizado por Regina Crespo en Itinerarios intelectuales: Vasconcelos, Lobato y sus proyecciones para la nación, resulta una importante obra que registra una constante inquietud del pensador latinoamericano: su relación con el entorno. El planteamiento biográfico-histórico de la autora, amplía la percepción de los personajes dentro de un horizonte que contempló con igual preocupación la realidad subcontinental. Como resultado de ello, la aproximación al pensamiento de ambos se convierte también en un recorrido por la historia de México y Brasil de la primera mitad del siglo XX. Lobato y Vasconcelos fueron, sin duda, figuras señeras que buscaron trascender la reflexión sobre su realidad a través de la materialización de ambiciosos proyectos de transformación nacional. En consecuencia, la obra resulta fundamental para tener una perspectiva más amplia de tales proyecciones.