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Latinoamérica. Revista de estudios Latinoamericanos

versión On-line ISSN 2448-6914versión impresa ISSN 1665-8574

Latinoamérica  no.40 Ciudad de México ene./jun. 2005

 

Reseñas

Hernán G. H. Taboada, La sombra del Islam en la conquista de América, México, FCE/UNAM-FFyL, 2004, 311 pp.

Guillermo Farid Castillo R.* 

* FCPyS-UNAM, México

Taboada, Hernán G. H.. La sombra del Islam en la conquista de América. México: FCE, UNAM-FFyL, 2004. 311p.


Encontrar en la vida un buen libro es cuestión de azar. Tenerlo en las manos y disfrutarlo, una necesidad. Escribirlo, el resultado de una gran perseverancia y arduo trabajo que debe reconocerse. Y compartirlo también es una responsabilidad y un placer. Este es el caso del libro La sombra del Islam en la conquista de América del doctor Hernán Taboada, una obra singular por varias razones. Entre ellas cabe destacar la originalidad del tema y la confrontación exitosa de ambas materias; el conocimiento profundo del autor sobre las historias islámica y americana; la preparación ambiciosa y acertada; el panorama global de los acontecimientos; las múltiples disertaciones que se hacen a lo largo de la obra; la continuidad y coherencia en su estructura; los lúcidos análisis que dejan sin soporte diversos supuestos comúnmente aceptados; la búsqueda incesante del contraste y del conocimiento; la precisión en el lenguaje y los conceptos; la reflexión madura y detenida en los juicios. En síntesis, su singularidad radica en el aporte significativo que hace al conocimiento histórico y en la provocación que inspira a trascender esta reflexión hacia nuestros días y hacia otras disciplinas.

El título mismo no podría ser más revelador ni el tema más oportuno. El objetivo es investigar las relaciones entre la historia americana e islámica y las consecuencias que tuvo para el continente americano. Un enfoque innovador que pone sobre la mesa la reflexión de las condiciones bajo las cuales América ingresa a la historia universal y cuál es la huella, la “sombra” que esto deja. Esta no es una tarea fácil debido a la enorme cantidad de imprecisiones con las que este tema ha sido tratado. Sin embargo, la preparación del autor permite realizar una empresa de estas dimensiones: catedrático de las materias que aborda, investigador y especialista de tiempo completo y de larga trayectoria, así como una formación adquirida a su paso por diversas universidades reconocidas son garantía plena de la solidez y seriedad del estudio realizado. Cabe destacar que la precisión de los conceptos es una de las características de este libro. El detalle y buen gusto de nombrar a las cosas por su nombre hace de él una consulta accesible, clara y precisa. Un libro que nos conducirá con singular maestría y profesionalismo a una dimensión desconocida de nuestra propia historia y a un tema que despierta gran interés y diversas pasiones. Como americanos es importante conocerla ya que como comenta nuestro autor, “las repercusiones fueron de peso hasta nuestros días” pues “muchas de las características de las sociedades latinoamericanas contemporáneas derivan de la peculiaridad del momento de la Conquista; y este momento estuvo marcado por la lucha contra el Islam” (p. 233).

De esta manera la reflexión de La sombra del Islam en la Conquista de América es el punto de encuentro entre el paso hacia un nuevo territorio, el Nuevo Mundo, y la historia del avance fronterizo entre éste y el Viejo. Bajo dicho esquema el libro busca las conexiones entre la conquista europea y la dinámica intercivilizacional que desde el siglo XV había llevado a una nueva etapa dentro del enfrentamiento entre la Cristiandad y el Islam en el viejo continente. Por lo tanto se trata de un trabajo de investigación cuyo cuerpo revisa minuciosamente los contextos político, social y cultural en que ocurrió la expansión europea y sus procesos ‒requisito indispensable para entender los desarrollos posteriores‒ y cuyo eje a la vez permite la posibilidad de enfocar de manera puntual tanto la dinámica del imperio otomano, como el desarrollo de América a fin de tener una visión clara de lo que más tarde, al lado de otros factores que también se habrán de mencionar, inaugura una nueva configuración mundial hasta llegar a las clasificaciones civilizacionales que sirvieron de sustento a la construcción de una naciente cultura contemporánea.

En este sentido la obra propone que el ingreso a la historia mundial a través de una guerra lejana y, sobre todo, ajena a los americanos, deja una huella y una idiosincrasia que es conveniente revisar detenidamente. Una “sombra” que trasciende distintos planos en el desarrollo de la civilización americana. Una sombra inherente al manejo político de quienes toman decisiones y un referente crucial que persigue al imaginario colectivo. Esto es, hablar de la sombra del Islam en el trabajo que nos ocupa, no significa hacer énfasis en la búsqueda de la influencia islámica que puede existir en los hábitos o costumbres americanos referentes a la comida, el lenguaje o el arte. Tampoco se propone encontrar el espíritu del muslim que todos llevamos dentro ni contiene una lista de palabras y platillos de origen islámico usados en nuestra vida cotidiana. No, no encontrará aquí eso el lector. Cabe recordar que en aquel contexto el Islam está identificado como el enemigo por antonomasia, además de que varios de estos supuestos, como bien se podrá apreciar a lo largo de su exposición, tienen más de mito que de verdad. Por el contrario, este libro está más enfocado a revisar si hubo en verdad y en qué medida una influencia islámica relevante en nuestra cultura. Pero al parecer la única influencia de verdad importante que se fusionó en la cultura con respecto al Islam fue la imagen de miedo que tenían los conquistadores hacia éste. Por tal motivo en el presente trabajo hablar de la sombra del Islam se refiere al conjunto de estereotipos que estuvieron presentes en la conquista y colonización de América, la lógica a la que pertenecieron y su trascendencia en el tiempo. Se trata de una herencia que impregnó los espacios más recónditos de nuestra cultura. La sombra creada y alimentada por los hombres de acción de aquel entonces (religiosos y políticos) fue la deformación de una imagen, la impresión vaga y el prejuicio fatuo que excluye y etiqueta sin fundamento, pero que más tarde se convierte en raíces de una identidad básica y en soporte de una ideología. Es la aprehensión de un anacronismo y el cultivo de un recelo ajeno. Por esta razón enfocar en su justa dimensión la guerra entre la Cristiandad y otomanos y las repercusiones que de ella se derivan es una observación significativa del autor, con quien es fácil coincidir en el sentido de que “sacarla a la luz no sólo significa un aporte para una mejor comprensión de las civilizaciones del Viejo Mundo, sino [...] para una mejor comprensión de América en las dimensiones de su historia mundial” (p. 33).

Cabe destacar que como investigador comprometido con la disciplina Hernán Taboada no lanza juicios a priori. No pretende elaborar una apología o señalamientos descalificativos. Compara y matiza, reflexiona en torno a los temas. La precisión y el matiz son su eje. Bajo este principio rector el libro no se permite ser una mera compilación de datos de una amplia bibliografía. Es un ejercicio de análisis historiográfico que dialoga y diserta con las diferentes posturas. Así, al analizar el contexto en que se inicia la expansión europea con el creciente control islámico sobre las rutas de comercio euroasiático como telón de fondo, la obra deja ver claramente que la preocupación por el enemigo islámico fue un referente de primer orden y un dato que no debe perderse de vista. Y esta es la razón por la cual el autor hace énfasis en que si un referente islámico tuvo la conquista de América, éste no es el de la Reconquista sino el enfrentamiento de la Cristiandad y la recuperación islámica en el Mediterráneo. Este ánimo se tradujo en el deseo obsesivo de combatir al Islam. Es entonces cuando América ofrece para la Cristiandad una posibilidad tridimensional para el éxito en esa confrontación y una alternativa al desplazo del cual ha sido objeto en el Mediterráneo. Por tanto serán analizados, entre otros, los temas de la geopolítica cristiana, los fracasos de la idea de cruzada y su renacimiento, así como la actuación de Cristóbal Colón. Como se podrá apreciar, el análisis de las relaciones de poder entre los actores es un elemento sustancial en este trabajo. Esta parte ofrecerá un panorama nítido de los términos en los que se pensaba y un soporte útil en el desarrollo de esta investigación.

Se abordan además los temas sobre el conocimiento islámico de América, la presencia de muslimes en las Indias y la extensión del Islam. En ellos se verá que la sombra del omnipresente temor hacia el Turco y sus conquistas siguió caminando al paso del tiempo y en tierra americana generó leyendas e incitó la referencia profética. Este sentimiento se fusionó con el temor a un alzamiento por parte de los esclavos, así como de la unión entre muslimes y amerindios, tomaron vuelo, incluso, las sospechas del intento de establecer colonias islámicas en América. Todo ello se fue acumulando en una cultura de recelo hacia el Islam. La preocupación fue grande aunque equivocada: aun cuando sí existió alguna participación de muslimes en la conquista no era suficiente para sustentar suposiciones de este tipo. Lo interesante de todo esto fue que detrás de esos temores y razonamientos providencialistas se hallaba el alivio que América significó para la evangelización masiva y la expansión mundial del cristianismo. América se convirtió así en baluarte de la fe debido a que como “territorio nuevo y alejado, permitía excluir a judíos, moros y herejes, e implantar la visión imperial del pasado español” (p. 241). Visión triunfalista y apocalíptica que hizo suponer que de esta manera Dios restituía a la Iglesia lo que el Demonio le arrancó, y más tarde “fueron un Turco y un Moro estereotipados los que se constituyeron, junto con un Judío y un Luterano igualmente fantásticos, en el enemigo por antonomasia de los americanos” (p. 241). Y este momento será crucial porque “a partir de un Otro diferenciado, típico de la mayoría de las etnografías, los europeos modernos desarrollaron la compleja y matizada visión que constituye el eurocentrismo” (p. 229).

Por otra parte la obra revisa a detalle el tema de la riqueza indiana. El autor nos recuerda que “en los comienzos de su expansión marítima los países de la Cristiandad latina, aterrorizados por el avance otomano, figuraban en una posición ligeramente subordinada en el concierto de las civilizaciones” (p. 30), lo que significaba que en realidad las posibilidades de preeminencia absoluta no les estaban aseguradas en ese momento. Con esta consideración veremos a lo largo de la exposición que los metales americanos fueron esenciales para la política imperial española en un momento crítico, la utilidad del oro americano en los triunfos de Lepanto y Alcazarquivir lo prueba y es indiscutible. Pero al mismo tiempo se hará evidente que la cuantía de los tesoros americanos fue multiplicada por la fantasía popular. Por ello el autor nos aportará un punto novedoso y poco considerado que consiste en el hecho de que su valor fue mayor en cuanto a lo simbólico que en cuanto al enriquecimiento. Esto es, tal “contribución” no debe medirse tanto en los recursos que fueron usados en la guerra contra el Islam, sino en aquello que permite renovar “la confianza de los europeos en sí mismos”, en el “empate” que obtiene la Cristiandad ante los otomanos en ese momento. También nos expondrá en ese mismo capítulo que a largo plazo serán los desarrollos institucionales y las técnicas en la producción lo que en realidad permitió a los actores europeos neutralizar algunas ventajas del Turco y lanzarse así hacia el mundo de la modernidad: “a la estrategia inicial de contracerco (del Islam) sucedieron otros desarrollos intelectuales, políticos y económicos en los que América se fue convirtiendo en elemento que modificaba las relaciones entre la Cristiandad y el Islam” (p. 33). Esto es, la correlación de fuerzas entre los otomanos y la Cristiandad fue un proceso que obedeció a un conjunto de factores y que a partir del siglo XVII fue esencial el salto cualitativo de la Europa atlántica hacia la industrialización y el enriquecimiento indefinido.

De toda esta dinámica se desarrolla el establecimiento del Mediterráneo como una frontera civilizacional que será visible hasta nuestros días. Para este momento los estereotipos ya están firmemente arraigados, la imagen deformada es inevitable. Este libro hace un balance completo de la situación y nos expone cómo la Cristiandad se mueve de manera alterna en sus proyectos políticos hacia África y América de acuerdo a las circunstancias que imperan en cada momento. Finalmente, la conquista permitió neutralizar al enemigo, avanzar hacia una hegemonía mundial europea detentadora del dominio industrial y económico así como formular una doctrina legitimadora de sus proyectos. Pero no sólo eso. Más adelante la expansión colonizadora del siglo XIX en la región norte de África y en los territorios del Levante muestra que el espíritu de lucha siguió vigente y la factura al Islam estaba aún por cobrarse. De manera que con este trabajo de ardua elaboración de Hernán Taboada se ilustra que el canon de la rivalidad entre Occidente e Islam responde a coordenadas mentales que más tarde se implantaron en el pensamiento europeo, de donde emigraron hacia otras culturas. Así, el enfoque civilizacional de origen europeo, apoyado en la expansión colonialista, parece haber generalizado la versión de un choque centenario Islam-Cristiandad e incluso del milenario Oriente-Occidente que fue dando forma a numerosos relatos centrados en Europa. La lección más cara que de ello tendrá el mundo de la actualidad será la diferenciación entre las civilizaciones que a pesar de las “olas democratizadoras”, la distribución de libertades, el estado de derecho, las “acciones de liberación” y los derechos humanos no se han podido eliminar. La semántica del discurso ha cambiado, pero habría que preguntarse si la lógica de su plataforma también. En todo caso, los proyectos totalitarios no pueden ser rasgos exclusivos de tiempos antiguos. Es imposible cerrar los ojos ante ello.

Finalmente cabe agregar que la investigación pone gran atención al hecho de que muchas características de las sociedades latinoamericanas contemporáneas derivan de la peculiaridad del momento de la Conquista. Bajo esta premisa la obra expone la forma en que América recibió de manera simultánea un legado de hibridez cultural y una tendencia a la uniformidad, factor que provoca una visión empobrecedora y que le hizo perder todo rastro del Otro. Señala, además, que si bien puede parecer que a los indígenas los salvó su capacidad de adaptación al cristianismo, la realidad fue otra: “los indígenas encontraron apenas cierta condescendencia, pero los abrumaron los prejuicios que en la actualidad, pese a revoluciones, leyes e ideologías, siguen primando” (p. 241). Más aún, “las huellas de esta visión han permanecido en la cultura popular, en el lenguaje y en las ideologías criollas hasta nuestros días” (p. 241). El desarrollo de esta parte es otro de los aspectos interesantes de la obra y está trabajado de forma muy concisa. De manera que se debe meditar a conciencia cuando el autor subraya de forma inquietante y categórica que “entramos a la historia mundial como comparsas atónitos de una guerra lejana e incomprensible, y ese papel hemos seguido representando con extraña perseverancia” (p. 243).

Esta es en suma una investigación profunda y considerable. Un libro para todo aquel interesado en el proceso histórico de América. Una revisión panorámica y detallada de la historia que seguramente dará de qué hablar. Y de eso se trata. Generar discusión e inspirar nuevos vuelos son expectativas que cumple sin mayor esfuerzo. Por todas estas razones el trabajo del doctor Hernán Taboada es oportuno y está llamado a ser una consulta de gran valor no sólo en la disciplina de la historia, sino que su trabajo tiene como excepcional característica la posibilidad de proyectarlo en el tiempo y trascenderlo hacia disciplinas como la sociología, la psicología, la ciencia política y la prospectiva entre otras, a fin de averiguar la forma en que una huella de este tipo y su dinámica afectan otras áreas y crean nuevos procesos. Nuestro autor no descarta la posibilidad de desarrollar más adelante alguna de las muchas líneas de investigación que pueden desprenderse de este trabajo. Así lo esperamos. Pero mientras el tiempo corre habrá que ocuparse, y detenidamente, de lo que nos obsequia en este momento. Una pluma de estas características es una celebración, y las celebraciones deben compartirse. De manera que por su exposición y análisis, su debate y puntualidad así como la claridad, sobriedad y profesionalismo en él vertidos La sombra del Islam en la Conquista de América se convierte así en una aportación significativa al debate de la relación entre dos civilizaciones. Pero al mismo tiempo, una afable y certera invitación a la reflexión sobre nuestra civilización.

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