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LiminaR

versión On-line ISSN 2007-8900versión impresa ISSN 1665-8027

LiminaR vol.4 no.1 San Cristóbal de las Casas ene./jun. 2006

https://doi.org/10.29043/liminar.v4i1.204 

Reseñas

Rivera Farfán, Carolina, María del Carmen García Aguilar, Miguel Lisbona Guillén, Irene Sánchez Franco y Salvador Meza Díaz, 2005, Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas. Intereses, utopías y realidades, UNAM, CIESAS, COCYTECH, Secretaría de Gobernación, Secretaría de Gobierno del Estado de Chiapas, México

Dolores Aramoni Calderón1 

1IEI-UNACH. México.

Rivera Farfán, Carolina; García Aguilar, María del Carmen; Lisbona Guillén, Miguel; Sánchez Franco, Irene; Meza Díaz, Salvador. 2005. Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas. Intereses, utopías y realidade, s. UNAM, CIESAS, COCYTECH, Secretaría de Gobernación, Secretaría de Gobierno del Estado de Chiapas, México:


Este libro ocupará, sin duda, un importante lugar en la bibliografía chiapaneca; su tratamiento del tema es serio, académico y comprometido con las ciencias sociales y humanas. Será lectura obligada para los interesados en el tema religioso y en las problemáticas chiapanecas. No es un libro más, es un libro especial, contemporáneo y seguramente despertará polémica.

Los autores precisan claramente el objetivo del texto: dar cuenta de la diversidad religiosa en Chiapas. Analizan el conflicto como un proceso de construcción social, dinámico y cambiante; toman en cuenta las relaciones asimétricas de poder y los mecanismos relativamente institucionalizados sobre los valores simbólicos (creencias y prácticas religiosas) y el papel de la religión en la construcción de identidades, manifestadas en el comportamiento social.

En el primer capítulo, “Debates en torno a la conversión religiosa en Chiapas”, los autores hacen una atenta revisión de los trabajos de corte académico que han abordado el tema en diversas regiones chiapanecas, así como las diversas hipótesis y planteamientos analíticos con que se ha pretendido explicar la problemática religiosa de la entidad.

En su segundo capítulo, “Transformación religiosa contemporánea”, su objetivo es mostrar la diversidad religiosa, que tuvo un enorme desarrollo en la segunda mitad del siglo XX; haciendo hincapié en las expresiones institucionales de las diversas iglesias, a las cuales dividen en: Iglesia católica, manifestaciones de la religión de la costumbre, Iglesias no católicas (Protestantes o evangélicas), agrupaciones paracristianas o independientes (Testigos de Jehová, Adventistas del séptimo día, mormones).

Explicada la posición de cada una de estas manifestaciones religiosas y su estructura y funcionamiento, en el siguiente capitulo “Propagación y desarrollo de religiones y asociaciones religiosas”, los autores buscan “construir un mapa religioso del estado para ubicar regionalmente las distintas adscripciones religiosas”, basándose en los datos censales de 1970 al 2000, sin dejar de tomar en cuenta otras fuentes como el Catálogo Administrativo de Asociaciones Religiosas (con datos a partir de 1992) y la información acerca de los bienes inmuebles de las asociaciones religiosas. No dejan de señalar, con espíritu crítico, cómo deben de manejarse este tipo de fuentes, considerando que los censos informan acerca de las preferencias religiosas y sus variaciones durante cuatro décadas.

Sus otras fuentes reflejan los resultados de la puesta en vigor de las reformas constitucionales que dieron lugar a la ley de Asociaciones religiosas y culto público. A partir de lo cual pretenden responder a dos preguntas relacionadas con el crecimiento de las religiones no católicas en el periodo señalado, preguntas relacionadas con su presencia y aceptación a nivel regional, y cuáles son las asociaciones de mayor preferencia.

De acuerdo con la información censal existe un notorio decrecimiento de la población católica y un crecimiento de las otras adscripciones, lo cual se manifiesta a nivel regional. Todo ello va acompañado de cuadros y gráficas de excelente factura. A partir de esta información, de las fuentes consultadas, los autores, concluyen que las regiones Selva, Sierra y Norte son las que registran un mayor incremento de creyentes católicos; que las iglesias históricas han tenido una convivencia pacífica con la Iglesia católica; y que al arribo, en la década de 1970, de las iglesias pentecostales, el escenario religioso se modificó sustancialmente.

En el capítulo IV, “Geografía del conflicto religioso, 1960-2001”, los autores señalan que, a pesar de que la diversidad religiosa se presenta en toda la entidad, los conflictos son particulares de tres regiones: Altos, Fronteriza y Selva. Siendo en la primera donde el mayor número de municipios presentan conflictos.

En este mismo capítulo, hacen un análisis crítico de las diversas interpretaciones que se han hecho acerca de los conflictos y del papel de las intermediaciones. Se ofrece un panorama del conflicto desde sus inicios, despojado de las cargas ideológicas e interpretaciones de quienes han informado acerca de él, desde los medios de comunicación, pasando por los académicos, las instituciones de derechos humanos, las defensorías y la participación de las instancias gubernamentales, mostrando a los actores del conflicto en su dimensión social y política.

En el capítulo V “Religión y conflicto en la región Altos”, se explica el porqué el surgimiento de nuevas propuestas religiosas generaron tensiones y rupturas al interior de algunas localidades. Ofrecen un panorama general de la región y de su conformación, sobre la presencia del conflicto en ella y en el carácter intracomunitario del mismo, pero sin dejar de considerar los cambios sociales, políticos y religiosos que han afectado a la región, tales como la presencia de partidos políticos, la emigración y los nuevos credos. También señalan el surgimiento y presencia de organismos dedicados a la defensoría de derechos humanos y la actuación de las instancias gubernamentales.

Para explicar la conflictividad religiosa de la región, se plantean como marco analítico, el análisis de la misma desde una perspectiva que abarque tanto los factores socioestructurales como los culturales. De ahí que de manera muy concisa se refieran a las condiciones socioeconómicas, al crecimiento y densidad poblacional, a las condiciones ecológicas y su relación con la productividad y la ocupación laboral.

Dividen la descripción del conflicto en etapas, señalando a los actores involucrados; analizando sus discursos; el papel de las mesas de negociación, recurso mediático del gobierno, que sólo dieron lugar a la continuación del conflicto.

Queda claro que la conflictividad y la falla en las negociaciones dieron lugar al surgimiento de una serie de organismos de defensa que han tenido un papel protagónico en los eventos y en la búsqueda de beneficios para los agredidos. Aunque se abordan los conflictos en los diversos municipios de la región, se hace un minucioso análisis de los conflictos de Chamula, buscando la explicación de sus particularidades y diciendo que lo que allí ha sucedido se ha extrapolado como explicación a otros municipios e incluso regiones.

Los dos siguientes capítulos, abordan dos casos de la región de los Altos: “El caso de El Puerto: la frontera cultural entre las regiones Altos y Centro” y “Flores Magón: una localidad dividida”, que muestran las variantes regionales del conflicto, y que son resultado de un intenso trabajo de campo.

El capítulo VIII aborda “Religión y conflicto en la región fronteriza”; región que ha sido escenario de grandes conflictos, que son diferentes a los Altos pues existen diferencias históricas, sociopolíticas y contextuales muy marcadas. Sin embargo, los autores comparan ambas regiones buscando similitudes y diferencias.

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