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LiminaR

On-line version ISSN 2007-8900Print version ISSN 1665-8027

LiminaR vol.1 n.2 San Cristóbal de las Casas Jul./Dec. 2003

https://doi.org/10.29043/liminar.v1i2.130 

Presentación

Presentación

Mtro. Luis Rodríguez Castillo1 

1 CIESAS-Sureste. México.


Uno de los aspectos más importantes en la teoría social sobre la comprensión clásica de lo “social” era la suposición que la comunidad estaba vinculada a un territorio a través de la creación de culturas locales. En esta perspectiva el territorio era considerado un compartimento estanco sobre el cual se construían diversos paisajes y esferas sociales con sus particulares formas de estratificación y configuración espacio temporales. La más clara ilustración de este tipo de pensamiento son los clásicos “mapas etnográficos” que proponen mostrar la distribución espacial de pueblos, tribus y culturas, según algunos estudiosos.

Sin embargo, esta concepción se ha transformado y, en la actualidad, existe una creciente preocupación en las Ciencias Sociales por profundizar en el análisis de la relaciones habidas entre el espacio y la sociedad. Una fuerte tendencia se ha concentrado en descubrir el impacto que la fase actual del capitalismo caracterizada por la compresión espacio-temporal de las relaciones sociales y económicas, podría estar teniendo en los patrones de identificación espacial y social, principalmente ante las asimetrías que dicha fase crea en diferentes latitudes del orbe. En este sentido el espacio es entendido ya no como un ente neutro, sino como producto de las relaciones sociales.

En dicho contexto el territorio no es solamente una forma de construcción social del espacio, sino que se corresponde con la valorización de los lugares y la interpretación que se le asigna desde un grupo dado y se remite, en forma totalmente imbricada, a la construcción de relaciones de poder y contrapoder. “La definición de escalas geográficas, de los lugares y los espacios siempre es un acto político”, reza un principio, pues se trata de crear el sentido de la exclusividad de la interacción humana que coadyuva a reificar las formas existentes de organización social y del poder a través de su vinculación directa con el territorio.

La reflexión acerca de las relaciones entre las diferentes escalas territoriales, la emergencia de nuevas prácticas e identidades con procesos políticos y la expresión de las relaciones de poder es el eje que guía a este número de Liminar.

La sección temática se inicia con un trabajo de Elsa Patiño Tovar en el que, apartir de los casos de la sierra norte y mixteca de Puebla, observa los impactos del capitalismo en esas regiones. Documenta cómo a través del control del gasto público y del uso de organizaciones corporativas, grupos regionales y locales han logrado mantener cacicazgos territorialmente identificados, con historicidad propia capaces de estructurar un sistema de reciprocidades entre diferentes ámbitos de gobierno. Señala que ante la apertura comercial, se está lejos de lograr la instrumentación de mecanismos institucionales que mejoren las condiciones de vida a la población. En su aportación sostiene que la concentración de ingreso y la desigualdad son producto de la forma en que se encuentran las fuerzas locales y las modalidades asumidas por el ejercicio del poder y que es necesario retomar la dimensión territorial y las diferencias culturales para impulsar una reconfiguración de lo social.

Mely del Rosario González profundiza en las relaciones existentes entre las expresiones del poder y las escalas territoriales. En su artículo caracteriza la construcción de los espacios de contrapoder impulsados desde la resistencia zapatista. En un análisis de los discursos de los zapatistas observa los cambios que éstos se han propuesto y las prácticas que han emprendido con la finalidad de construir espacios de resistencia. Esto, afirma la autora, ha convocado a superposiciones territoriales y ha colocado al zapatismo en su propio sitio dentro de la cultura de la resistencia latinoamericana, en el ámbito de la lucha social en contra de las formas de capitalismo contemporáneas.

Siguiendo las reflexiones sobre las relaciones entre territorio, procesos políticos y disputas por el poder Luis Rodríguez Castillo presenta la transformación de los espacios en la región selva-fronteriza de Chiapas. Sitúa las propuestas de transformación territorial impulsadas por zapatistas y gobierno estatal que fueron legitimados en los Acuerdos de San Andrés y analiza los impactos y transformaciones regionales de dichos proyectos. En su colaboración muestra las transformaciones del campo de poder que apuntan al fortalecimiento de diversos elementos democratizadores resultado de las transformaciones territoriales y la configuración de nuevos espacios de representación y participación políticas.

En el cierre de esta sección María Teresa Castillo y María Dolores Vega dan paso a la documentación de la creación de un espacio de relación entre los aspectos productivo, religioso y político como parte de las expresiones comunitarias en un puerto de la costa yucateca. Documentan las formas de participación de una comunidad de pescadores en donde las actividades religiosas ocupan una gran preponderancia. Ante ello muestran que, antes que ceñirse de un orden establecido, cuentan con un amplio margen de maniobra que les permite aprovechar actividades realizadas en otros espacios de la vida cotidiana como la cooperativa de productores e inclusive las de los candidatos a puestos públicos para fortalecer la vida comunitaria.

Liminar presenta en la sección general dos estudios sobre los espacios rituales. El articulo de Jesús Solís y Rosario Culebro documenta etnográficamente la construcción y uso de los espacios sagrados durante la celebración de la fiesta de San Caralampio en Comitán, Chiapas. Los autores revisan los factores y las transformaciones que han hecho de esta ciudad un centro regional y a partir de las jerarquías y la organización del espacio durante las celebraciones al santo ejemplifican cómo se corresponden con las diferencias que se viven en esa sociedad. Además esas representaciones simbólicas nos invitan a la reflexión, indican formas de apropiarse y relacionarse con los acontecimientos sociales, políticos y culturales de la actualidad en ciertos ámbitos de la región.

Siguiendo esta senda de reflexiones sobre el espacio ritual, Patricia Beltrán analiza el ordenamiento del calendario ritual de Cariquima y sugiere que, contrario a las nociones más generalizadas acerca de un sistema tributario de las representaciones cristianas, éste sigue estando determinado por la representación aymara del tiempo y el espacio. Documenta cómo en dicho ciclo se encuentran tiempos yuxtapuestos lo cual implica una diferenciación en los espacios sociales a partir de las jerarquías territoriales. Nos sugiere que esto no sólo reviste una forma de significar el espacio (o el paisaje) en el ciclo ritual, sino que además son una forma de significar el tiempo.

Cerramos este número de la revista con un par de reseñas bibliográficas de interés para el público en general.

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