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Signos históricos

versión impresa ISSN 1665-4420

Sig. his vol.24 no.48 México jul./dic. 2022  Epub 01-Ago-2022

 

Dossier

Dos carismas: Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975) y Marcial Maciel (1920-2008)

Two charisms: Josemaría Escrivá de Balaguer (1902-1975) and Marcial Maciel (1920-2008)

Virginia Ávila García* 
http://orcid.org/0000-0002-7319-6468

*Universidad Nacional Autónoma de México. Facultad de Filosofía y Letras, México. virginia.avila@unam.mx


Resumen:

Desde un enfoque histórico, el artículo analiza la vida y carisma de dos personajes centrales en la historia de la Iglesia católica contemporánea: el español Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás y el mexicano Marcial Maciel Degollado, fundadores del Opus Dei (Obra de Dios) y los Legionarios de Cristo, respectivamente. El concepto de carisma tiene un doble significado. Por un lado, está referido a ciertas características de los individuos históricos que se construyen como líderes junto a sus seguidores. Por el otro, aparece el carisma de las obras religiosas creadas y vistas por sus fundadores, quienes son receptores del llamado divino a vivir la fe con objetivos específicos. En el caso de Escrivá y Maciel, ambos buscaron la cercanía con la jerarquía eclesiástica y con las clases poderosas, orientando su labor a la tranquilidad espiritual de las élites. Ambos casos son ejemplos de una teología de la prosperidad católica.

Palabras clave: carisma; laicos; teología de la prosperidad; Opus Dei; Legionarios de Cristo

Abstract:

This paper analyzes comparatively from a historical approach the life and charisma of two main characters of the history of the contemporary Catholic Church: The Spanish Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás and the Mexican Marcial Maciel Degollado; as well as their respective religious works: Opus Dei and the Legionaries of Christ. The paper builds on the concept of charism in its dual meaning: that which refers to historical individuals who are built as leaders alongside their followers, such as these two characters; and the charism of religious works created and seen by their founders who are recipients of the divine call to live the faith with specific goals that give its followers an identity and an organization within the framework of the Catholic Church. The two leaders sought closeness with the ecclesiastical hierarchy and with the powerful classes, so that the gospel is oriented to the spiritual tranquility of the elites in an exchange that leads to the understanding that fosters social and religious conservatism with mutual benefits, hence their close collaboration. They are examples of a Catholic prosperity theology.

Keywords: charisma; lay people; prosperity theology; Opus Dei; Legionaries of Christ

[¿]Qué es lo que hace que algunos hombres descubran la trascendencia en otros y qué es lo que éstos ven[?]

Clifford Geertz1

Al aproximarnos a la vida de dos personajes como el español Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás y el mexicano Marcial Maciel, fundadores del Opus Dei (Obra de Dios) y de la Legión de Cristo, respectivamente, el enigma del significado de los carismas de las personas y de sus obras dentro de la Iglesia católica se muestra muy complejo e interesante para reflexionarlo. Éste fue el mayor reto para escribir el presente artículo, en el cual me acerco a la historia de dos personajes, quienes habiendo tenido muchas similitudes en vida, ostentan finales diferentes. Según su propio dicho, sus grandiosas obras carismáticas fueron creadas a partir de los dictados de la voluntad divina, elegidos como instrumentos para establecer formas específicas de vivir la fe, anunciar el Evangelio y acercarse a grupos entre las élites económicas, políticas e intelectuales, para engrandecer el reino de Dios. Ambos personajes y sus obras surgieron en momentos de crisis universal de la Iglesia católica en la primera mitad del siglo XX y ofrecieron respuestas aceptables para la jerarquía en el Vaticano y las iglesias nacionales, porque fueron hombres necesarios en su época, como lo dice Roger Caillois:

La sociedad y la naturaleza descansan sobre la conservación de un orden universal, protegido por múltiples prohibiciones que aseguran la integridad de las instituciones, la regularidad de los fenómenos. Todo lo que parece garantizar su salud, su estabilidad, está considerado como santo; todo lo que parece comprometerlas se tiene por sacrílego.2

Los dos fundadores sufrieron severos cuestionamientos en sus contextos: el español Escrivá, por su carácter colérico, autoritario y ambicioso, y su grey impulsó su veloz elevación a los altares, tan sólo veintisiete años después de su muerte, con la anuencia de Juan Pablo II. En el caso del mexicano Maciel, su destino final como individuo fue de persecución y desprestigio social, ante los abusos sexuales que cometió contra jóvenes seminaristas de su congregación. Los numerosos escándalos de Maciel y de algunos legionarios destaparon también negocios sucios en los que se vieron inmiscuidos sacerdotes y laicos del Regnum Christi con el mundo empresarial. El mismo Vaticano ha sido duramente cuestionado por haber mantenido su apoyo al fundador de los legionarios, cuando hubo voces que denunciaron los abusos sexuales del padre Maciel, desde la década de 1940. El pragmatismo de los jerarcas de Roma y de México que recibieron beneficios de la Legión los obligó a callar.3 Esta postura ha dañado severamente la credibilidad de la Iglesia católica.

Los acercamientos biográficos a estos hombres carismáticos tienen el objetivo “de poder señalar los usos distintos de los relatos plurales ya existentes para levantar actas de las múltiples facetas del personaje. Ello supone un trabajo posterior de segundo grado”, como lo afirma François Dosse.4 Es decir, utilizo la información disponible sobre estos dos personajes para explicar las maneras en las que vivieron su fe y cómo la orientaron hacia la creación de formas espirituales específicas para sus fieles seguidores y para influir en la sociedad. Ambos fundadores tuvieron los propósitos de engrandecer el poder de la Iglesia católica, incrementar el patrimonio de ésta y del propio grupo, así como ofrecer una interpretación apegada a los intereses de clase de sus fieles laicos. Esta orientación evangélica hacia las élites identifica a ambas asociaciones religiosas como sectores de la teología de la prosperidad, es decir, aquella que interpreta el Evangelio de acuerdo con las necesidades espirituales de las clases poderosas, para apegarse a sus intereses materiales.

Sustento que los carismas religiosos de la Obra de Dios y de los Legionarios de Cristo nada original presentaron a sus feligreses, pero supieron aderezar viejas ideas sobre la santificación del trabajo y dieron impulso a una ampliación del reino de Dios en las actividades mundanas, de la mano de las élites y con una ideología que promueve el conservadurismo social, donde unos dirigen y otros ―los que no tienen― reciben la caridad y orientación para sus vidas cotidianas y en lo laboral, particularmente. La espiritualidad en ambos fundadores y en sus obras es superficial y está sustentada en rituales, así como en controles del tiempo y de la voluntad, para evitar cuestionamientos a la dirigencia, de ahí la secrecía en la Obra de Dios y el cuarto voto de los Legionarios.

En este artículo, el concepto de carisma se toma en su doble acepción: la clásica weberiana, referida a hombres con capacidad de liderazgo; así como en su significado religioso, es decir, como la revelación divina recibida por una persona para formar un grupo de seguidores que crean en dicha revelación, la cual dinamiza la estructura religiosa para adecuarse a los condicionamientos históricos. En los casos que analizo, coinciden los dos significados: hay dos hombres carismáticos que saben liderar a grupos de fieles católicos, y dos obras con carismas religiosos que orientan formas renovadas de vivir la fe y la actuación social de un grupo de fieles inquietos por renovarse espiritualmente. Nuestros personajes fueron hombres que supieron construirse una imagen pública, adornados con un halo de sacralidad al ser receptores de la voluntad divina, entendida como carisma. Fueron apoyados por un grupo de seguidores muy cercanos que tejieron alrededor de ellos las redes identitarias que les dieron la autoridad para crear las respectivas obras carismáticas dentro de la Iglesia católica.

Andrés Vázquez de Prada, autor de El Fundador del Opus Dei, al referirse al carisma visto por el padre Escrivá, nos aclara ese proceso, el cual puede ser aplicado también al caso de la fundación de los Legionarios de Cristo:

Cuando Dios Nuestro Señor proyecta alguna obra a favor de los hombres, piensa primero en las personas que ha de utilizar como instrumentos […] y les comunica las gracias convenientes. Las iluminaciones extraordinarias, que muy de tarde en tarde le venían del Señor, tenían por objeto mostrarle lo que era esencia del Opus Dei, inspirándole “ideas-madres”, que él por propia cuenta, había de desarrollar después.5

Es pertinente mencionar que ni Escrivá ni Maciel dieron detalles de estas revelaciones de sus mitos fundacionales. Las visiones divinas fueron la base para orientar las formas religiosas y de organización de sus miembros para llevar a cabo lo que con el tiempo se convirtió en el carisma fundacional; sin embargo, parte de la efectividad de estos llamados divinos radica en el halo misterioso. En la página oficial de la Obra, el carisma se explica así:

El espíritu del Opus Dei, en efecto, tiene como característica esencial el hecho de no sacar a nadie de su sitio ―unusquisque, in qua vocatione vocatus est, in ea permaneat (1 Cor 7,20)―, sino que lleva a que cada uno cumpla las tareas y deberes de su propio estado, de su misión en la Iglesia y en la sociedad civil, con la mayor perfección posible.6

Este espíritu o carisma fue muy oportuno para aplicarse a las necesidades materiales de la reconstrucción de España al concluir la Guerra Civil, a finales de la década de 1930. En su utilidad social está la clave de los apoyos recibidos desde la naciente dictadura de Franco y de la Iglesia, para recuperar los espacios y la ideología perdidos durante la República. La Obra de Dios fue una gran colaboradora del proyecto nacional franquista.

En México, por el contrario, los Legionarios de Cristo buscaron los resquicios civiles para situarse en las preferencias de los grupos inconformes, pero beneficiarios del nuevo régimen posrevolucionario, al cual combatieron. Particularmente, se ubicaron en la formación de las nuevas conciencias a través de sus escuelas de élite, con las mentes infantiles y juveniles de los grupos que quisieron diferenciarse de las masas populares, y optaron por la propuesta del padre Maciel. La formación de líderes sociales y espirituales sigue siendo el carisma de los Legionarios de Cristo, ahora ocultos en la denominación de Federación del Regnum Christi, aunque también buscaron acercamientos con los líderes sindicales e intelectuales.

Los dos personajes y las dos obras carismáticas coincidieron en muchos aspectos, y llegaron a objetivos espirituales y materiales similares: eran contemporáneos, eligieron a sus miembros dentro de las élites de todo tipo para facilitar sus tareas, educaron a las élites e hicieron negocios con ellas. Ambos mantuvieron influencia sobre los grupos empresariales y del poder político, para engrandecer a la Iglesia mediante el poderío de su propio grupo. La Obra y los Legionarios fueron instituciones trasnacionales y buscaron limpiar su imagen elitista mediante las obras caritativas y de beneficencia dirigidas a los marginados.

Escrivá y Maciel representaron, en sus respectivos países, la resistencia de los sectores católicos a la modernidad y a un modelo laico, donde el fantasma del comunismo fue combatido. El conservadurismo social fue agradable a sectores afines en la curia romana y los apoyos fluyeron desde la máxima curia. Los papas Pío XII y Juan Pablo II facilitaron la implementación exitosa de estas obras y fueron cercanos a sus dirigentes.

El éxito en el Vaticano, entre las élites mexicanas y de otros países, en sus escuelas y en la propuesta espiritual nos lleva a preguntar: ¿cómo consiguieron dos sacerdotes provincianos, de clase media, convencer a grupos de hombres y de mujeres de las élites económicas, religiosas y políticas, para que los siguieran en “las prodigiosas aventuras de sus vidas y obras”?, ¿cómo se conjuntaron la fe y el éxito material en sendas obras carismáticas que se asumen con fines espirituales?, y, por último, ¿cuáles son las similitudes y discrepancias entre las estrategias de ambos líderes para convencer a otros de construir dos imperios de la catolicidad contemporánea?

El padre Escrivá, a los 30 años, padeció la crudeza de la Guerra Civil que confrontó a republicanos y nacionalistas españoles, por tratar de imponer los primeros un proyecto político secular que relegaba a la fe y a la Iglesia católica a los fines religiosos. Por su parte, Maciel, desde su más tierna infancia, vivió el descontento religioso en el seno familiar, la clandestinidad de la resistencia y el impulso de la guerra cristera contra el Estado surgido de la Revolución mexicana, que promulgaba políticas públicas laicas y de secularización, así como la separación con la Iglesia católica.

El individualismo característico del siglo XX, con su intrínseca autonomía, acceso a la propiedad privada, al desarrollo del capitalismo y su gusto por el poder, acercó a grupos de católicos inconformes en el seno de estas obras religiosas. Los otros católicos que aceptaban el triunfo de la secularización fueron apreciados por estas élites individualistas como las masas de quienes quisieron alejarse, en lo religioso, económico y político.7

La fundación mítica del Opus Dei fue el 2 de octubre de 1928, en Madrid, el día que tuvo el padre Escrivá la visión para crear su misión. En 1933, reclutó a los primeros jóvenes universitarios, hacia la década de 1940 comenzó a tener relevancia en la vida pública española. Por su parte, 1933 fue el año en el que Maciel recibió la inspiración para crear una orden sacerdotal que defendiera el reino de Cristo en la tierra mexicana. Hasta el 3 de enero de 1941, reunió a los trece primeros adolescentes que lo acompañaron en la fundación de su Seminario. El éxito llegó para ambas obras en la década de 1950. La caída fue el destino del padre Maciel, así como la reestructuración de sus Legionarios y laicos del Regnum Christi, en 2014, donde se le marginó de la historia de su obra; mientras que el padre Escrivá ahora es San Josemaría y el Opus Dei consolida su poderío religioso, político y económico.

Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás, fundador de la obra de Dios, o San Josemaría

San Josemaría fue elegido por el Señor para anunciar la llamada universal a la santidad y para indicar que la vida de todos los días, las actividades comunes, son camino de santificación. Se podría decir que fue el santo de lo ordinario. En efecto, estaba convencido de que, para quien vive en una perspectiva de fe, todo ofrece ocasión de un encuentro con Dios […] Escrivá de Balaguer fue un santo de gran humanidad.

Papa Juan Pablo II8

San Josemaría9 nació el 9 de enero de 1902, en Barbastro, en los Pirineos aragoneses, en el seno de una familia piadosa compuesta por su padre José Escriba y Corzán, su madre Dolorés Albás y Blanc, y su hermana mayor Carmen. Años más tarde, nació Santiago, su hermano menor. El futuro fundador fue bautizado con los nombres de José María Julián Mariano Escriba y Albás.10

Al poco tiempo de nacer, tuvo alferecía o epilepsia, de la cual habría sido salvado por la Virgen de Torreciudad.11 Ésta es la primera señal de una serie de eventos milagrosos que sus biógrafos resaltan en sus obras apologéticas. En el invierno de 1917, encontró otro indicio que le indicaba su camino sacerdotal, al hallar en la nieve las huellas de pies descalzos de un fraile, lo que lo conmovió y lo habría encaminado, en 1918, a entrar al Seminario, hecho ordinario entre los jóvenes como él, provenientes de sectores empobrecidos y con aspiraciones de encumbramiento social.12

En 1920, se trasladó a estudiar a Zaragoza, en donde se ganó la voluntad del obispo Soldevila, quien le otorgó, en 1922, de manera adelantada, la tonsura y las órdenes menores sacerdotales. También, lo nombró superior del Seminario de San Carlos, lo que implicó la dirección, control y vigilancia de sus compañeros de estudio. Allí, pudo tener ciertos privilegios, como una habitación propia y la asignación de un sirviente personal y compañero llamado José María Román Cuartero,13 quien le brindó las atenciones que tanto lo halagaron en su vida.14

La muerte de su padre, en 1924, lo puso a cargo de su madre y de sus dos hermanos. Buscó la manera de ubicarse en una buena parroquia en Madrid, para solventar los gastos de su familia y terminar los estudios en Derecho, en 1927. Según el mito, el 2 de octubre de 1928, durante un retiro espiritual en el convento de San Vicente de Paul, escuchó las campanas de una iglesia cercana y tuvo la visión del mensaje divino, por medio del cual Dios le indicaba una tarea tan relevante como imprecisa. Sólo habría comprendido que debía formar a un grupo de hombres jóvenes y universitarios que quisieran vivir con profundidad su fe y se mantuvieran unidos y en secreto, ante el giro político que trastocaba el orden cristiano de la sociedad española. Para sobrevivir, el dinámico padre José María se acercó al Patronato de las Damas del Sagrado Corazón de Jesús, un grupo formado por mujeres aristócratas dirigidas por Luz Casanova, hija de la Marquesa de Onteiro; ambas fueron su apoyo material. Esta ayuda fue sustancial en los primeros y difíciles comienzos madrileños. El apoyo femenino fue muy importante para sus fines.

La encomienda divina le debe su nombre a don Valentín Hernández, sacerdote jesuita y su director espiritual de entonces, quien le preguntaba: ¿cómo va esa obra de Dios?, y la labor del joven Escrivá encontró su nombre en latín: Opus Dei.15 En 1933, se afiliaron los primeros jóvenes laicos: la necesidad de recursos orilló a la familia Escrivá16 a ofrecer hospedaje y comida a estos universitarios atraídos por la figura del joven sacerdote. Más tarde, se dejaron reclutar y crearon el grupo cercano que dio forma a la obra imprecisa que el padre Escrivá intuyó. Doña Dolores Albás y su hija Carmen iniciaron en su casa un modo de subsistencia familiar, el cual dio la pauta para la creación posterior de las residencias de estudiantes, forma primaria de la acumulación de capital de la Obra de Dios y base del reclutamiento de candidatos.

El mito del fundador se consolida con dos visiones más: la creación de la sección de mujeres, en 1930, mientras oficiaba misa el 14 de febrero, en la casa de la mencionada Marquesa de Onteiro. Sus primeras seguidoras no persistieron y fue hasta 1942 cuando se incorporó Lola Fisac, hermana del numerario Miguel Fisac,17 muy cercano al fundador. Ella es considerada la iniciadora de la sección femenina creada para servir a los numerarios.

La tercera visión ocurrió otro 14 de febrero, pero de 1940, cuando en una revelación divina Escrivá encontró la solución jurídica para obtener reconocimiento a su movimiento laical, al cual habría de sacrificar para tener la aceptación del derecho canónico18 mediante la institución de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Esta visión se explica también porque el grupo crecía y Escrivá era el único sacerdote para dirigirlo y atenderlo espiritualmente. Los primeros sacerdotes salieron de su grupo cercano, personas que ya habían comprobado la lealtad al fundador y su apego al carisma del trabajo y reclutamiento de universitarios; entre ellos, el sucesor Álvaro del Portillo y el promotor en México, Pedro Casciaro.19

Con la creación de la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz, los laicos del Opus Dei fueron denominados numerarios, si se dedicaban de tiempo completo, vivían en casas comunes, guardaban el celibato y donaban sus bienes a la Obra. También se dividieron en dos secciones, una femenina y otra masculina. Poco después, se sumó la categoría de los supernumerarios, es decir, personas laicas, casadas, que donaban bienes y se ubicaban en sectores productivos con buenos ingresos. Con este tipo de miembros, la Obra se consolidó.

El padre Escrivá y su grupo secreto se relacionaron, al término de la Guerra Civil, con el obispo de Madrid, Leopoldo Eijo y Garay, un colaborador cercano del franquismo que les brindó su apoyo frente a la oposición de los jesuitas,20 quienes vieron en la Obra un integrismo y una secrecía peligrosa. Los defendió, según los biógrafos del padre Escrivá,21 con la frase: “El Opus es Dei desde su primera idea y en todas sus palabras y trabajos”. Joan Struch señala que los hagiógrafos del fundador omitieron en sus biografías párrafos de la carta del obispo Eijo y Garay al abad de Motserrat Aureli Escarré, donde le comentaba el objetivo de la entonces Pía unión: “no es obra de muchedumbre, sino de ‘selección’ para dotar a todas las profesiones intelectuales de grupos ‘escogidos’ que sin banderas al viento ni etiquetas llamativas vivan santamente e influyan en el bien de los demás; ese es el afán del Opus Dei”.22

El arropamiento a la Obra fue también una labor diplomática de los hombres allegados al fundador que cabildeaban en los pasillos del Vaticano, como Álvaro del Portillo, ingeniero, sacerdote y primer prelado del Opus Dei. Escrivá se estableció en Roma desde 1946, pues ya contaba con los recursos para mantenerse muy cerca de la cúspide del poder católico. Permaneció en Roma hasta su muerte.

Las décadas de 1950 y 1960 ubicaron en el sector económico de la dictadura franquista a dos altos funcionarios y numerarios: el ministro de Hacienda Mariano Navarro Rubio y el superministro Laureano López Rodó, quienes fueron los autores, entre otros, del plan de desarrollo económico del franquismo. Para la década de 1960, el dictador definió que su sucesor sería Juan Carlos de Borbón. El Opus Dei, empoderado, influyó en tal decisión y contribuyó a preparar al príncipe para su ascenso al trono. Su tono monárquico afloró y aseguró su cercanía al poder en la transición española de la década de 1970.

El padre, como se hacía llamar por sus fieles numerarios, sentó su identidad carismática en su teatralidad, palabra y aura divina desde estos años, porque ya estaba atrapado en las estrategias de identidad que lo mantenían como la figura del fundador elegido y se separaba de las masas por su sacralidad. Lo miraban como un santo, porque se transformaba cuando oficiaba la misa en latín, elegantemente ataviado, pues en su Obra el tradicionalismo prescribía la forma digna, es decir, el atavío con el traje ostentoso que se usaba antes del Concilio Vaticano II para celebrar los sacramentos y para dirigirse a la divinidad. Su tono firme, su sonrisa e imagen elaborados, así como su aura de santo atrajeron a muchos hombres y mujeres católicos, conservadores y elitistas, quienes, al sentirse identificados con él, fueron sumando vocaciones y herencias. El llamado a hacer bien las cosas como una forma de santificarse y sin cuestionar el orden social fue una propuesta llamativa para el régimen franquista y para la propia Iglesia católica en este periodo de restauración conservadora.

Una familia feliz

El padre y sus hijos numerarios fueron confiables para los hombres de negocios, porque dieron certeza de que sus iniciativas serían coronadas por el éxito, al estar cercanos a Dios y al seguir un plan espiritual que incluía una serie de rituales que han servido para purificarse de la mundanidad y penetrar en el mundo sagrado que los conduce a la santidad, parafraseando a Roger Callois.

Para la década de 1960, los llamados “hombres de los portafolios negros” ―numerarios y supernumerarios― viajaban por los países europeos, cargando grandes fortunas desde España, para invertirlas en otros mercados. Fue una etapa de gran éxito con claroscuros. Hubo grandes fraudes, como los casos de los escándalos de Matesa23 y Rumasa.24 Cuando algunos numerarios y supernumerarios cayeron en desgracia por tales escándalos, la Obra no se inmutó, pues consideró que estos asuntos materiales involucraban decisiones personales que no incumbían a la espiritualidad institucional, aunque hubieran sido tomadas por sugerencia de algunos de sus jerarcas que estuvieron al tanto de estos negocios y se beneficiaron con ellos. En estos casos, la Obra se deslinda y se esconde bajo su espiritualidad, lejana del mundo secular.

La formación jurídica del fundador ―que estudió el doctorado en Derecho― orientó la reglamentación de la vida de sus seguidores, hasta los mínimos detalles, para configurarles una identidad colectiva, e inclusive la sonrisa y la buena imagen fueron prescritas, con el fin de atraer adeptos de las clases con buenos ingresos. Se promulgaron sus Constituciones en 1947, que son la base de su estructura autoritaria y jerárquica, en las cuales se exigió a sus miembros el juramento de los votos, llamados también virtudes de obediencia, castidad y pobreza; en los hechos, esto cambió a sus numerarios laicos al compromiso de tener el estatus de religiosos al interior de la Obra, así como de laicos con derechos civiles y movilidad libre en el mundo profano para atender negocios.

La forma de interpretar estos votos puede sintetizarse así: la pobreza se debe vivir acumulando las gracias divinas expresadas en el éxito material, pero tomando distancia en su apego y uso,25 para evitar el hedonismo y los excesos materialistas; se fomenta la producción de bienes y se rechaza el apego al gozo del consumo.

El celibato se ha exigido por motivos económicos, pues previene litigios alrededor de las herencias de sus miembros, así como por la sacralidad que implica.26 Entre los numerarios de la Obra, existe una posición donde el sexo y el matrimonio son “para la tropa”, como afirmaba el fundador. La castidad se exige y las relaciones sexuales se previenen evitando el encuentro entre hombres y mujeres. Para fomentar la pureza, hay censura en los libros, en los programas de cine y televisión; para acallar la sexualidad latente,27 se prescribe la práctica de los sacrificios corporales diarios, mediante el uso del cilicio y de las disciplinas, muestra de las resistencias de su tradicionalismo frente a las decisiones del Concilio Vaticano II, que derogó tales hábitos.

En lo referente a la obediencia, existe una jerarquía que va de lo local de sus casas, donde conviven hombres y mujeres, por separado, en pequeños grupos autosuficientes económicamente y dirigidos por una numeraria o numerario que recibe el nombre de director. Los reglamentos, órdenes y planes espirituales no se discuten ni se consultan. Cualquier falta al respecto tiene controles locales en la charla y corrección fraternas, entre iguales y con la directora o director de la casa o centro; la confesión se mantiene en manos del director espiritual asignado para la casa. La obediencia se exige, sin asomo de crítica a los directivos y a la jerarquía, porque ellos conocen las razones de sus decisiones. La afiliación se mantiene en secreto y sus documentos importantes están bajo reserva. No hay forma de evadir el control en la amplia gama de mecanismos que se tienen para garantizar la obediencia, la cual se consolida con el autocontrol; de esta manera, la obediencia es vista como una decisión libre de aceptar las normas, sus estructuras y reglamentaciones internas.

Los rituales diarios, desde la misa hasta el autosacrificio, las comidas compartidas, la tertulia, las plegarias y el rezo del rosario, todo en familia, no dejan lugar para la reflexión, y esto se complica más si se tienen actividades laborales fuera de la Obra. El tiempo y el espacio se controlan. Los gestos, las miradas, el vestuario y las actitudes se cuidan. El autocontrol exigido como parte del plan espiritual, más los controles de los otros fieles, impiden la libertad de conciencia y de decisión. Hay una enajenación de la voluntad y del libre albedrío que surge de forma increíble como evidencia de la libertad personal de elección. Con este plan espiritual, se deconstruye una identidad personal y se construye la identidad colectiva que reconoce en su líder carismático la sacralidad que une a los miembros de la Obra, al convivir en una institución de elegidos que los ha absorbido vorazmente.28

La construcción de un santo

Las duras condiciones económicas del padre Escrivá se transformaron en la década de 1940, porque la espiral del éxito apostólico y de negocios lo acompañó desde entonces, así como a su Obra. Sus fieles fueron guardando reliquias, atesoraron anécdotas y recuerdos sobre él; se reforzaba así el imaginario en torno al hombre carismático, elegido por Dios, que interpretaba los sentires de sus seguidores que se ven reflejados en él.

Como padre fundador, fue capaz de ver su conectividad con el grupo, y, a su vez, supo vincularse con los centros activos del orden social, es decir, la Iglesia, el gobierno y los grupos de élite económica. El padre fundador fue esa figura que tuvo tanto las formas extravagantes de su actuación efímera, como la permanencia simbólica de un carisma.29 Sus rasgos carismáticos lo muestran como un líder carente de profundidad religiosa, pero con argumentos efectistas que quedaron plasmados en el seguimiento mediático que lo acompañó en sus últimos años. Entre 1973 y 1974, hizo una larga y triunfal peregrinación por santuarios marianos de Europa y América, que incluyó un mes de estancia en la Ciudad de México y en Guadalajara. Meses más tarde, visitó a Augusto Pinochet, en Chile. En nuestro país, ya se contaba con varios centros del Opus Dei en esas ciudades y en Monterrey, desde 1949, fecha en que arribó el padre Pedro Casciaro, por órdenes del fundador, para difundir el carisma entre hombres universitarios, militares y abogados de clases altas.

Las mujeres también se habían sumado, en 1950, y fueron las iniciadoras de la matriz educativa del Opus Dei, con la fundación del Colegio Chapultepec, en Culiacán, Sinaloa, en 1955, por la numeraria e historiadora Cristina Ponce Pino y madres de familia supernumerarias que habrían convencido a sus maridos de invertir en la primera escuela de la Obra en México y España. Cristina Ponce rompió la marginación de las numerarias aceptadas sólo para realizar las tareas domésticas y estar al servicio de la sección masculina; numerarias como ella y otras le abrieron el camino al Opus Dei para educar en sus caros colegios a las niñas, y más tarde fundaron escuelas para niños, universidades y escuelas de negocios. México ha sido un gran experimento educativo en todos los niveles.

En las peregrinaciones30 que llevó a cabo, el padre hizo gala de su espiritualidad superficial y hueca, de su pensamiento social conservador y de sus capacidades de líder. También se apreciaron las habilidades del grupo de fieles, para promoverlo y cuidar su imagen pública internacional en sus presentaciones multitudinarias y muy difundidas en los medios de comunicación.31 Supo dirigirse a los presentes, para hacerlos sentirse bien por su labor diaria y al vivir en conformidad con el lugar que Dios y la sociedad les habrían dado. Llamó a las mujeres a parir los hijos que Dios y la naturaleza les dieran, porque así se expandía el apostolado, al formar más cristianos afines a la Obra.

Escrivá murió en junio de 1975. Para entonces, los fieles que lo siguieron desde la década de 1930 y otros que se sumaron a la jerarquía que él dirigió hasta su muerte ya habían institucionalizado el carisma y poder de la Obra. Sin problemas mayores, el poder transitó hacia su director espiritual y verdadero cerebro organizador de la Obra, al ser electo el padre Álvaro del Portillo como el sucesor. Más tarde, don Álvaro fue nombrado primer Prelado de la Orden Sacerdotal de la Santa Cruz y Opus Dei, en 1983.

La pronta santificación del padre Escrivá, en 2002, generó muchas dudas sobre esta decisión del papa Juan Pablo II, a quien la Obra ―no tanto el fundador― habría dado grandes apoyos en su exitosa campaña anticomunista y en la evangelización de los países de Europa del Este. Hubo voces críticas desde dentro de la Iglesia y por parte de muchos de los desertores que habían mantenido una vital oposición a la Obra. La maquinaria de influencias la operó don Javier Echavarría, el hijo predilecto del padre Escrivá y luego sucesor de don Álvaro como el segundo prelado, quien fue consejero en la Congregación de la Causa de los Santos cuando se decidió sobre la santificación. La Obra se mantiene empoderada, muy bien cuidada en su prestigio, hasta la fecha. El sacerdote español Fernando Ocáriz, muy cercano al círculo del papa Juan Pablo II, fue nombrado el nuevo prelado, en 2019.

Actualmente, el Opus Dei cuenta con hombres y mujeres muy fieles que operan escuelas, finanzas y negocios en los medios y redes, y mantienen una serie de personajes de la Obra que hacen fila para ser santos. Los sacerdotes dirigen espiritualmente todas las casas, centros y escuelas. Los supernumerarios se han observado muy inquietos por allegarse el poder político; algunos han logrado ser candidatos a presidente, nominados por partidos de derecha en países como Perú y Chile. El expresidente de México Enrique Peña Nieto salió de las aulas de su elitista Universidad Panamericana.

Marcial Maciel Degollado: La caída del líder. El Reino de Cristo Renovado

El que se atreve a poner en movimiento las fuerzas subterráneas, el que se abandona a las fuerzas aquerónticas, es el que no se ha contentado con su suerte, quizás el que no supo aplacar al cielo, está capacitado para forzar su entrada. El pacto con el infierno entraña una consagración, como la gracia divina.

Roger Caillois32

Marcial Maciel Degollado33 nació en 1920, hijo de Francisco Maciel y Maura Degollado Guízar, una pareja prolífica que tuvo once hijos. Su lugar natal es Cotija de la Paz, en el estado de Michoacán, en los límites con Jalisco. Esta región fue muy importante en la configuración ―al término de la Revolución mexicana― de la resistencia de los católicos que llevó a la guerra cristera contra las fuerzas del gobierno, entre 1926 y 1929. En esta lucha armada e ideológica, los familiares maternos de Maciel participaron de manera destacada, como fueron los casos del hermano de su madre, el general cristero Jesús Degollado Guízar, y de sus primos José Guízar y Luis Morfín Guízar, también generales.

La militancia clandestina contra las medidas religiosas se dio en los espacios católicos tradicionales, para contrarrestar la laicidad que el Estado posrevolucionario implementaba. En 1914, el obispo Luis María Martínez fundó y dirigió la secta de la Unión de Católicos Mexicanos (UCM),34 la cual conspiró hasta llegar a la decisión de incitar a la rebelión en 1926.35 El obispo Rafael Guízar perteneció a esta sociedad reservada, y puede ser que haya influido en su sobrino nieto Marcial, años después, para motivarlo a formar el selecto grupo de sacerdotes de la Legión.

La vida infantil de Marcial Maciel fluyó entre las exigencias de su padre Francisco, un ranchero y comerciante que demandaba de sus hijos varones la dedicación al negocio familiar de la arriería.36 Algunos biógrafos citan que, en uno de los trayectos con los arrieros, cuando tenía 10 años, fue violado por éstos, y Marcial lo cayó por vergüenza. En este entorno familiar fue puesta a prueba la sensibilidad de Marcial, quien vivió su infancia y adolescencia entre su resistencia a dedicarse a las actividades familiares productivas y el catolicismo exacerbado de la madre que lo llevó al sacerdocio, gracias a un comentario de dos mujeres del lugar, lo que es visto como la primera señal divina.

Para lograr su propósito sacerdotal, muy joven, buscó la protección de su tío, el obispo de Veracruz, Rafael Guízar y Valencia, y se dirigió al puerto para su formación. Ya en el Seminario, mientras visitaba al Santísimo en la fiesta del Sagrado Corazón, el 19 de junio de 1936, a las diez de la mañana:

Marcial percibió nitidísima la llamada de Dios de formar una agrupación de sacerdotes que se entregaran con entusiasmo y generosidad a la difusión del reinado de Cristo. De nada le valieron sus argumentos contrarios ante el señor […] porque el llamado se fortaleció y él buscó los caminos para fundar la orden sacerdotal que vislumbraba en su interior.37

Las dificultades para la vida espiritual se incrementaron cuando su protector murió en 1938, y Marcial debió solicitar el respaldo al segundo tío y obispo de Chihuahua, don Antonio Guízar y Valencia, para continuar su formación sacerdotal. El tío obispo lo envió a estudiar con los jesuitas en el Seminario de Montezuma, en Estados Unidos, donde intentó reclutar a sus compañeros para su misión, sin buenos resultados, y de donde fue expulsado.38

De regreso al país, en 1940, se acogió a un tercer tío, el obispo de Cuernavaca, Francisco González Arias, quien contribuyó a su expedita formación sacerdotal en 1944. Previamente, el 3 de enero de 1941, a los 21 años de edad, reclutó a trece jovencitos, para fundar el seminario menor denominado Misioneros del Sagrado Corazón y la Virgen de los Dolores. De este primer grupo fundacional de aspirantes al sacerdocio, ya algunos sufrieron abuso sexual por parte del padre Maciel, según testimonios que Fernando González cita en su libro La Iglesia del silencio. De mártires y pederastas.39

El obispo González Arias habría sabido de estas acusaciones, pero no las tomó en cuenta, y aceleró los trámites para que se reconociera a la nueva orden. Al solicitar la aprobación del Vaticano, ésta tardó en producirse y se dio hasta 1948. Este retraso pudo deberse a la muerte de su obispo protector y a su desafección con los jesuitas españoles, con quienes estuvo en la Universidad de Comillas, entre 1946 y 1950, así como a los rumores sobre sus hechos que lo desacreditaron en Roma.

Tras el reconocimiento del Vaticano, buscó entrevistarse con el papa Pío XII. Durante su encuentro, se expresaron sus necesidades mutuas: las de una Iglesia romana empeñada en recuperar el terreno perdido, y las de Marcial Maciel como emisario de un sector católico que precisaba del aire fresco de una joven congregación mexicana, orientada a formar sacerdotes para atender a la nueva clase de empresarios surgidos en la posrevolución. De mutuo acuerdo, consideraron que quienes poseían la fuerza del poder y del dinero debieran ser quienes financiaran la reevangelización de los sectores sociales inconformes, para disminuir el poder del Estado laico y anticlerical que ya daba muestras de flexibilidad con el presidente Miguel Alemán Valdés. Hacia esos sectores se orientó el reclutamiento. Su cabildeo en Roma le permitió fundar el Centro de Estudios Superiores de la Legión de Cristo, en Roma, en 1950.

El italiano Salvatore Luciano Bonventre afirma que desde 1945 se menciona la labor sacerdotal apoyada en el trabajo con los laicos que ofrecieron sus recursos y buenas influencias, lo que ya anunciaba la vinculación concretada en el Regnum Christi, como la institución de laicos ligada a los sacerdotes legionarios, formalmente fundada en 1968:

La mies es mucha, mas los operarios pocos. Necesitamos, pues, más sacerdotes. Más sacerdotes en la ciudad: cerca del banquero, del burócrata, del político, del profesionista, del hombre de la calle. […] Sacerdotes para conservar la pureza de los jóvenes, para resolver las dudas del estudiante, para orientar el espíritu de los intelectuales, para aconsejar a las madres y a las esposas, para recibir a los niños y conducirlos a Jesús. Necesitamos más sacerdotes en los pueblos. En los pequeños pueblos de provincia donde se conservan los mejores tesoros de la espiritualidad mexicana. Más sacerdotes en las rancherías, en los ejidos, en las haciendas […] Más sacerdotes porque el ranchero, el ejidatario, el hacendado, deben encontrar al sacerdote casi a la puerta de su casa […] Más sacerdotes en la prensa católica, entre los colaboradores de las revistas de alta cultura. Con los deportistas, para adiestrarlos y entrenarlos en la lucha contra el mal. Entre los scouts, como capellanes y guías espirituales.40

En las Constituciones de 1948 de los Legionarios de Cristo, ya aparecen con más claridad los fines de captación de grupos selectos, de líderes y dirigentes laicos de todas las ramas productivas; por lo tanto, la opción preferencial hacia los poderosos, sugerida por el papa Pío XII, y la orientación educativa del carisma estaban presentes en este documento:

  1. Elegir a los laicos “que por su posición puedan ejercer un mayor influjo en su propio ambiente, de manera que la penetración sea más estable y eficaz”.

  2. Formar grupos selectos para las diversas ramas de la sociedad, sobre todo obreros, intelectuales, industriales y de otras actividades.

  3. Instituir escuelas superiores que dirijan a los laicos en los ámbitos universitario, obrero, bancario, “cuyo objetivo será la penetración católica del propio ambiente y la dirección de las organizaciones y grupos particulares de cada sector que militen activamente por la instauración del Reino de Cristo”.

  4. Crear centros para la formación de industriales, banqueros, economistas y comerciantes.

  5. Ampliar las escuelas de formación apostólica, de educación elemental, media, superior y de residencias para hospedar estudiantes.41

Puede apreciarse que, además de captar simpatizantes, el objetivo de educar en sus escuelas a los líderes y a sus descendientes, así como de crear residencias estudiantiles fueron prioritarios para su inserción social entre los católicos de élite;42 dejaron para más tarde la evangelización de los sectores no favorecidos socialmente.

La personalidad atrayente del padre Maciel entre las mujeres

Para convencer a los líderes y a las élites, el padre Maciel implementó un discurso atrayente, anticomunista y selectivo que conllevaba una propuesta de beneficios personales y de clase ofrecida a una sociedad jerárquica y autoritaria, heredera del Porfiriato y que buscaba vivir su fe católica a modo. El territorio elegido fue Monterrey, por un encuentro fortuito, en Roma, con Flora Barragán, la joven viuda de Roberto Garza, un hombre muy rico, propietario de IMSA (Industrias de Monterrey, Sociedad Anónima), quien murió en 1948, y le dejó una gran fortuna a su viuda de 40 años.43

Los testimonios de Flora Garza, la hija adoptiva del matrimonio de Roberto Garza y Flora Barragán,44 nos informan acerca de las estrategias del joven padre Marcial Maciel, a quien ella conoció cuando tenía 12 años, durante un viaje a Roma junto a su madre, con motivo de la beatificación de la monja María Mazarello.45

La viuda46 se acercó al cardenal Montini, futuro Paulo VI, para cumplir con la voluntad de su marido de ofrecer un donativo para la promoción de las obras de la Iglesia. El cardenal Montini la remitió47 con el padre Marcial Maciel, para que le diera dicho donativo. La convivencia con el fundador se alargó por tres meses, y se creó un nexo entre el sacerdote y la viuda que más tarde prosiguió en Monterrey. El lazo se disolvió con la muerte de Flora Barragán, en 2002, a los 95 años. Su hija menciona que su madre murió demandando la presencia de quien creyó un santo, mismo que no acudió.

El carisma personal del padre Maciel se fue construyendo a lo largo de su vida; fue atractivo, primero, para sus tíos obispos, quienes vieron en él a un líder para detener el laicismo en México. Luego, inspiró confianza en los padres de los adolescentes que le confiaron a sus hijos para formarse en su seminario, y más tarde fue acogido por algunos cardenales en el Vaticano, quienes lo apoyaron para obtener la autorización de su obra sacerdotal y lo pusieron en contacto con la donadora Flora Barragán. Así, su consagración como líder religioso carismático sucedió entre las mujeres ricas de las familias más poderosas, primero de Monterrey y más tarde de la Ciudad de México.

Como señala Geertz, el carisma lo construyen simultáneamente quienes ven en una persona los rasgos ―sagrados, en este caso― que reflejan sus propias proyecciones. Con este condicionamiento mutuo, el líder se compromete a conformar una identidad del colectivo con la que se comparten intereses y necesidades expresadas en sus actos, dichos y maneras que aspiran tener.

Este carisma lo construyó también el joven sacerdote al resaltar sus cualidades físicas y espirituales con el fin de atraer a las mujeres y, más tarde, a los hombres poderosos. Flora Garza describe al padre Marcial Maciel así: “Él había estudiado, tenía un carisma de santo, como de... una persona como con una divinidad […] hablaba poco […], muy suavemente, hacía ademanes suaves […] hubiera sido ‘amanerado’ si no hubiera sido sacerdote”.48 Este testimonio muestra también el modus operandi del fundador para introducirse en la sociedad regiomontana de la mano de doña Flora Barragán, quien “le hacía citas con don Roberto Garza Sada, con don Eugenio Garza Sada, con las Zambrano León, con don Guillermo Zambrano, con las grandes familias de Monterrey”, y las entrevistas duraban 4, 5, 6 horas, según su hija Flora.49

Durante las visitas del padre Marcial Maciel, su benefactora le cedía la recámara principal, mientras que a los dos seminaristas que lo acompañaban, “güeritos, muy guapos”, los acomodaba en las recámaras de Flora y de su hermano. Las comidas eran elegantes, porque el fundador tuvo gustos muy finos, de caviar, de salmón; comía alimentos especiales, pues siempre estaba enfermo.50

La joven viuda, desde 1948, hizo donaciones de varios terrenos y de un total de 50 millones de dólares para los fines de la organización. De esta manera, el padre Maciel comenzó el negocio de educar a las élites, porque compró terrenos y construyó, en 1954, la obra emblemática de los Legionarios de Cristo, el Instituto Cumbres, en la Ciudad de México. La Universidad Anáhuac se fundó una década después. También, se expandieron sus colegios a Roma e Irlanda, donde compró unos terrenos, para internacionalizarlos.

Un dato significativo lo aporta Flora Garza cuando comenta que el único regalo que Maciel le dio a su madre fue un cilicio, instrumento punzante que se liga en la pierna para acallar los deseos sexuales. El mensaje para esta señora fue simbólico y claro: la relación entre ellos debía carecer de sexualidad. La sugerencia de usarlo demostraba su utilización entre los Legionarios y los seminaristas,51 como lo atestigua José Barba Martín, exlegionario.52

La pureza de Maciel y de los Legionarios ha sido muy cuestionada socialmente, desde la década de 1990, y en especial con la caída del líder, en un proceso que continúa y que sigue levantando polémica, porque han aparecido más denuncias de víctimas de violación, tanto de los seminaristas como de los estudiantes de sus colegios. El escándalo abarca a otros dirigentes de la Legión y de los colegios.

Cuando Maciel contó con las aportaciones de capitales y donativos53 para promover su oferta educativa entre las clases pudientes, daba pie al desarrollo del cuidado de niños y jóvenes formados en un ambiente católico conservador, respetuoso de las jerarquías sociales y con una fe que se manifestaba diferente, en grupos sociales similares, congruentes entre sí. Por otra parte, tanto la postura ideológica anticomunista de los Legionarios como su rechazo a los movimientos de liberación nacional, y más tarde su lucha contra la Teología de la Liberación, que atacaron por discriminatoria, les ganó muchos simpatizantes entre los laicos y las jerarquías eclesiásticas en Roma y en México. Con el papa Juan Pablo II, tuvieron un importante interlocutor que recibía vocaciones sacerdotales y grandes donativos de los laicos, a cambio de un lugar privilegiado para ser recibidos y escuchados. Como los fieles de la Prelatura de la Santa Cruz y el Opus Dei, los Legionarios de Cristo apoyaron la lucha anticomunista en Europa y en América. Ambas instituciones han sido feroces enemigas de los sacerdotes y fieles que surgieron en la década de 1970 con un discurso evangélico que apelaba a la solidaridad con los marginados de la Iglesia católica.

La desatención que un sector importante de los jesuitas había tenido respecto a las élites en las décadas de 1960 y 1970, por un cambio temporal en favor de la evangelización privilegiada de los pobres de América Latina, había decepcionado a sus poderosos seguidores, por lo que perdieron su confianza y sus favores.54 El papa Juan Pablo II trató de neutralizarlos y apoyó a organizaciones como la de los Legionarios de Cristo y el Opus Dei, más cercanos a su propio gusto por las élites, a su anticomunismo y a su conservadurismo social. El padre Marcial fue recibido y apreciado por los papas, desde Pío XII hasta Juan Pablo II, quien siempre le mostró afecto y cercanía.55

La presencia de la poderosa Flora Barragán, con sus donativos y relaciones sociales, facilitó, por lo tanto, el buen trato entre el padre Marcial y las élites empresariales. El Regnum Christi, como se denominó a los laicos legionarios, se configuró formalmente en 1968.56 El padre lo definió así:

El Regnum Christi es un Movimiento apostólico de la Legión de Cristo, que busca ardientemente establecer y extender el Reino de Cristo. Posee en común con ella un mismo fin, una misma dirección general y regional, una misma espiritualidad y metodología.57

Se crearon dos ramas de laicos: la de las Consagradas, para las mujeres, y la de los Consagrados, para los hombres. Además, están los laicos comunes, donde se encuentran sus cooperadores y los consumidores de sus escuelas.

Los Consagrados se han dedicado completamente a la formación de recursos humanos enfocados al apostolado entre las élites, es decir, a la difusión de sus objetivos en el mundo, donde se promocionan las obras de caridad y donde viven en casas o centros comunes; hacen labor de proselitismo y reclutamiento entre los estudiantes de sus colegios y la comunidad de padres de familia. Esta sección la componen también los egresados de sus escuelas y universidades, como la Universidad Anáhuac, y de instituciones educativas extranjeras, en países que han abrazado el carisma de los Legionarios, como Estados Unidos, Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Venezuela, Irlanda, Italia, entre otros.

La reproducción de su mundo privilegiado entre los que comparten sus fines espirituales y mundanos consolidó la propuesta ampliada del padre Maciel y los Legionarios. Esta prodigiosa obra58 de acumulación de capital y de formación de las élites católicas estuvo impulsada por el doble carisma: el personal del padre Maciel y el carisma religioso de los Legionarios de Cristo promovido por las clases empresariales de Monterrey y la Ciudad de México.

El Regnum Christi se consolidó con el desarrollo del modelo neoliberal, porque su imperio financiero se fortaleció,59 las ganancias de sus colegios se invirtieron y las obras de caridad proporcionaron grandes sumas que parcialmente se utilizaban en obras filantrópicas para los grupos vulnerables; creó empresas fantasmas para desviar recursos,60 y el fundador hizo tratos poco claros con la nobleza europea.61

Los Legionarios de Cristo han contado con la gran influencia de los católicos norteños, así como con sus colegios elitistas en la Ciudad de México y sus negocios con los grandes capitales del país. Entre sus instituciones educativas, se encuentra la Universidad Interamericana para el Desarrollo (UNID), fundada en el 2000 por iniciativa, entre otros, de Dionisio Sada Medina,62 hermano del legionario y exvicario de la Legión Luis Garza Medina. La UNID cuenta con 50 sedes, localizadas en el norte, centro, occidente y oriente de México, y ha logrado tener una presencia interesante en el sureste del país, región olvidada por los intereses de otras congregaciones como la Prelatura del Opus Dei.

La caída y condenación del líder carismático

La eficiencia de Marcial Maciel como hombre de Dios atrajo a los sectores católicos poderosos, dentro de los cuales captó vocaciones de sacerdotes legionarios que ofreció a Juan Pablo II, con lo cual ganó un lugar privilegiado en el aprecio del pontífice. Para este fundador, haber vivido lo sagrado en un mundo profano le impuso enormes cargas morales, espirituales y psicológicas; sus pulsiones sexuales y dolores físicos lo llevaron a cometer graves faltas al celibato y la castidad sacerdotal, y, por lo tanto, a su sacralidad.63

Marcial Maciel transgredió lo sagrado y la percepción del sacerdocio; fue cobijado por su grupo de legionarios y por las más altas autoridades eclesiásticas, es decir, el papa Juan Pablo II, el nuncio apostólico Girolamo Prigione y el arzobispo primado de México Norberto Rivera. Los nexos religiosos y de intereses comunes con sus fieles, socios y jerarcas impidieron, por varias décadas, que las desviaciones y delitos del líder carismático influyeran en los negocios mutuos y en la espiritualidad del grupo.

El tradicionalismo católico de las élites mexicanas le otorgó un aura de sacralidad a este excepcional sacerdote, pero no le dieron el perdón abierto cuando el líder cayó de su pedestal. Aun así, en lo privado, y pese a las prohibiciones del Vaticano, muchos mantienen su devoción hacia el padre, como lo afirma Flora Garza cuando asegura que en Monterrey son “macielistas”.

En tiempos actuales, los abusos sexuales son considerados como delitos de lesa humanidad, como puede apreciarse en el caso de los 120 años de cárcel para Keith Raniere, el líder de la secta de nxivum.64 En el caso del padre Marcial Maciel, se enjuició al individuo, al que le achacaron los males y el desprestigio de sus fieles, además de sus grandes faltas a la sacralidad, pero los intereses de fieles y jerarquías decidieron exterminar al líder fundador y redimir su empresa divina. Así lo han hecho dos laicas consagradas, quienes aceptan su participación en delitos y a la vez se deslindan de su responsabilidad civil.

Elena Sada65 admite que fue una promotora de la trata de personas que eran reclutadas como consagradas; su espacio de acción fue Estados Unidos y ocupó altos puestos directivos. Su mea culpa ha servido para desacreditar más, desde adentro, al padre Maciel, el hombre que les abrió a ella y a los de su clase las puertas para las entrevistas y bendiciones personales con el papa en turno, y el que los relacionó con otros empresarios mexicanos y del mundo para hacer grandes negocios. El deslinde de ella y la mayoría de los sacerdotes y consagrados ha salvado a la ahora llamada Federación Regnum Christi de una mayor desacreditación. Los seguidores de los Legionarios han hecho lo que ha exigido la curia romana para no perder los grandes capitales invertidos en negocios mutuos. Estas relaciones, no accesibles a todos sus fieles, siguen siendo un acicate para que las clases altas permanezcan en sus escuelas. Este pragmatismo católico ha permitido que los legionarios continúen trabajando bajo el nombre de federación.

Por su parte, la exconsagrada Nelly Ramírez Mota Velasco publicó El reino de Marcial Maciel. La vida oculta de los Legionarios y el Regnum Christi, una obra que

[…] describe con rigor y precisión […] las características que definen a esta organización como un fenómeno sectario dentro de la Iglesia católica […] se ilustran los abusos, las medidas de control, el desfalco y el desvío de fondos […] al amparo de la manipulación del Evangelio.66

La animosidad y rivalidad contra los Legionarios de Cristo y su fundador provienen de muchos lados y tienen múltiples aristas que, por ahora, no se han clarificado, más allá de señalar las fallas éticas del sacerdote y hombre; pero quedan varios huecos en la oscuridad de los grandes intereses económicos y espirituales que representan tanto las iglesias locales como el Vaticano y sus nexos con el mundo de los negocios. Este caso ha develado los diversos conflictos, complicidades e intrigas existentes entre los propios grupos de la Iglesia que luchan por el poder.

Por ejemplo, la Prelatura del Opus Dei es la adversaria en el reclutamiento de las élites católicas mexicanas e incluso europeas. Entre los miembros del Opus Dei que conocieron las denuncias contra Maciel por abusos sexuales y que participaron de las sugerencias de llevar el caso personalmente al Vaticano en 1998, aparecen el entonces nuncio apostólico en México, Justo Mullor, y el padre Antonio Roqueñí, pertenecientes a la Orden Sacerdotal de la Santa Cruz. Este último estuvo comisionado en la Arquidiócesis de México y acudió a Roma como juez para analizar el caso Maciel.

Joaquín Navarro Valls, el vocero de Juan Pablo II, fue numerario y es plausible su conocimiento de estas denuncias. El periódico español El Mundo, cercano a los supernumerarios del Opus Dei, tiene amplia cobertura de estos hechos en sus páginas.

El jesuita Rodrigo A. Medellín Erdmann analiza las desviaciones de Maciel a la luz de una visión ignaciana, no carente de intereses de grupo, en su artículo “Bajo la bandera de Lucifer. Una hipótesis teológica sobre Marcial Maciel a la luz de la meditación ignaciana de Dos banderas. Hacia una necesaria reforma eclesiástica y legionaria”. La hipótesis de que Marcial “militara bajo la bandera de Lucifer” se ve soportada, pues, por la evidencia: 1) una ambición insaciable de riquezas; 2) un ansia de tener más y más honores, reconocimientos, fama, y de ser admirado y reverenciado; 3) la inevitable soberbia que todo ello acarrea, y 4) la satisfacción de las propias pasiones y vicios, a cualquier precio. Es un camino muy resbaloso de mentira, engaños, ocultamientos, encubrimientos, chantaje, impunidad, perfidia, corrupción, acompañados por la búsqueda incesante de gratificaciones de todo género, en todo tipo de apetitos: lujos, manjares, sexualidad desbocada, drogadicción (dolantina), a cualquier costo. La hipótesis es de naturaleza teológica, porque se refiere al ámbito de las relaciones trascendentes, positivas o negativas, de la persona con Dios; del seguimiento de Jesucristo, Hijo de Dios, o bien de la opción por el adversario que se rebeló contra Dios, Lucifer.67

Fernando González, en entrevistas citadas, mencionó la preocupación de los jesuitas de verse involucrados como promotores de las denuncias contra Maciel en los medios nacionales. Sin embargo, las intrigas palaciegas en Roma por todos aquellos grupos religiosos celosos del poder de los Legionarios de Cristo han persistido.

El papa Benedicto XVI, ante las exigencias de un castigo para el padre Maciel, lo retiró a una vida privada y de oración, y le prohibió hacer uso de sus facultades sacerdotales en 2006. Ante su inhabilitación, se nombró al padre Álvaro Corcuera68 como director general, él fue su mano derecha desde la década de 1990,69 y se le reconoce como el cerebro financiero de la Legión. El padre Maciel murió dos años más tarde, denostado, desprestigiado y abandonado por una parte de su grey.

Álvaro Corcuera enfermó gravemente y murió muy pronto. En 2010, había sido relevado por el cardenal Velasio de Paolis, delegado papal, para evaluar, en su caso renovar y gobernar al Regnum Christi y a los Legionarios de Cristo. Esta decisión papal quitó la autonomía a la Legión, la cual fue retomada por el sacerdote legionario y director general Eduardo Robles Gil, en 2014, año en el que se configuraron sus nuevas Constituciones, ya bajo el papado de Francisco. El padre Robles fue relevado en 2020, luego de la celebración de su Capítulo General, es decir, el máximo órgano de gobierno de una congregación religiosa, según el derecho canónico.70

Desde febrero de 2020, la ahora Federación del Regnum Christi está conformada por tres ramas reconocidas y una libre, de laicos afiliados individualmente: el Instituto Religioso de Legionarios de Cristo, la Sociedad de Vida Apostólica de los Consagrados y la Sociedad de Vida Apostólica de las Consagradas. Por primera vez en la historia de la Legión y del Movimiento Regnum Christi, fueron nombrados: el estadounidense John Connor, como director general, y el sacerdote legionario salvadoreño Alberto Simán, como director territorial de México y Centroamérica.

Conclusiones

Ambos líderes carismáticos supieron convencer a sus seguidores y a la jerarquía eclesiástica de ser instrumentos de Dios, muy eficaces y fieles. Las alocuciones del padre Escrivá expresaron ausencia de espiritualidad y de amor,71 pero fueron efectivas desde la publicación de su famoso Camino, un librito de 999 notas breves que resumen sus pensamientos y que es el libro esencial de la Obra. El tono autoritario de sus discursos, cuando se dirigía a los marginados que recibían la caridad católica de los otros, los poderosos, denotaba un fuerte conservadurismo. El extremismo anticomunista de la Obra y de su fundador fue evidente con la visita a Augusto Pinochet.

Por su parte, Marcial Maciel hablaba poco y escribió menos. Al parecer, sus hechos, su personalidad, su performatividad y su cuerpo sufriente, junto con su inteligencia y astucia, fueron suficientes para ser visto como un santo y líder carismático, hasta que sus graves errores lo llevaron al desprestigio y al repudio social.

Las principales ciudades de México, como su capital, Monterrey, Guadalajara y, más recientemente, Puebla, Oaxaca y Mérida, han sido los centros de expansión evangélica y económica desde donde han apuntalado sus negocios exitosos ambos grupos religiosos en México; existe una disputa discreta, pocas veces abierta, entre ambos por las élites empresariales (sin olvidar que hay otras congregaciones al acecho, como los mismos jesuitas).

Nuestros personajes carismáticos tuvieron finales opuestos: Josemaría Escrivá de Balaguer fue elevado a los altares, porque él, su grupo cercano y sus fieles mantuvieron la estabilidad y, con ella, lo sagrado de su carisma. Marcial Maciel rompió la barrera, traspasó los límites de lo sagrado para perderse en el mundo prohibido de lo profano, donde la mancha lo alcanzó a él, a sus legionarios y laicos del Regnum Christi.

San Josemaría tiene su ostentosa tumba en la Iglesia Prelaticia de Santa María de la Paz, ubicada en la sede del Opus Dei, en Roma. Marcial Maciel fue enterrado en el panteón municipal de su tierra natal, Cotija de la Paz, y sus coterráneos no se sienten orgullosos de él.

Ambos líderes cometieron graves errores como seres humanos falibles. El padre Escrivá siempre fue cobijado en su aura de santo y fue protegido por sus fieles hijos, quienes no permitieron que sus excesos fueran conocidos. Las voces críticas fueron abundantes y están documentadas, sobre todo las de los exnumerarios, pero fueron acalladas por sus fieles y por las fuerzas poderosas interesadas. Sus dichos y sus anécdotas se han repetido hasta la saciedad, para que la identidad de los sacerdotes, numerarios y supernumerarios persista y él emerja en su santidad. Lo que sucede dentro de la Prelatura se oculta, porque, como dijo el padre Josemaría, “la ropa sucia se lava en casa”.

Los propósitos, pertenencia y actividades materiales de la Obra no se ventilan públicamente, y se aseguran de que esto suceda con un voto de obediencia similar al llamado cuarto voto de los Legionarios. Entre los fieles de la Prelatura, hay sumisión y no hay crítica a los superiores. Se restringen lecturas, se limitan los contactos entre personas, hasta el exceso de separar con “pared de piedra y canto” las secciones femenina y masculina. Las escuelas básicas no son mixtas, debido al conservadurismo católico de la separación de sexos. En ambas instituciones, se promueve la fertilidad y se rechaza la homosexualidad, al matrimonio igualitario, al aborto y al divorcio.

El voto de pobreza es un simulacro en ambas instituciones, que deriva hacia un eufemismo de “no apegarse a lo material que ya poseen”. El padre Escrivá gustaba de rodearse de lo más exquisito; el padre Maciel, también. El santo Josemaría fue tratado con excelencia por las mujeres que lo atendían con un apego enfermizo que a él le agradaba, como lo denunció la exnumeraria María del Carmen Tapia, colaboradora suya en Roma y promotora de la Obra en Venezuela, en el libro testimonial Tras el umbral. Una vida en el Opus Dei. Un viaje hacia el fanatismo.72

En la Obra de Dios, hay un Manual que rige cada gesto, las posturas, las formas de hablar y de vestirse, para cuidar la imagen. Se prescribe un cuerpo sano, esbelto, bien vestido, así como buenas maneras y una sonrisa permanente para atraer a más fieles. Elena Sada denuncia algo parecido entre las Consagradas del Regnum Christi, y el exlegionario José Barba afirma que el padre Marcial les exigía “ser distinguidos como un rey”.

Las obras carismáticas, de origen religioso, inspiradas por el Espíritu Santo en el caso de la Iglesia católica, surgen en tiempos de crisis histórica. La conformación de los liderazgos carismáticos, como son los casos del padre Escrivá de Balaguer y del padre Marcial Maciel, pueden analizarse a partir de sus condicionamientos histórico-religiosos, pues sólo así nos explicamos que estos personajes carismáticos no fueran tildados de psicópatas cuando hablaron de sus visiones con los jerarcas eclesiásticos y con sus seguidores; ni la misma Iglesia que los arropó para hacer triunfar estos movimientos visionarios los cuestionó. Sabemos que los movimientos eclesiales como el Opus Dei y el Regnum Christi dinamizan y adecuan a la milenaria Iglesia católica a los tiempos contemporáneos, pero sus líderes y seguidores deben rebasar los obstáculos diversos para ser aceptados. Ambos lo consiguieron, pero los excesos de Maciel no pudieron ocultarse más.

Las grandes dotes de liderazgo de estos protagonistas opacaron sus debilidades humanas y permitieron hacer crecer sus propuestas espirituales. El santo y el pecador cumplieron sus fines con la Iglesia que amaron y engrandecieron, y a sus fieles les dejaron los legados de grandes empresas espirituales, económicas y educativas, para disfrute de los que todo tienen.

Parafraseando a Caillois, concluyo: San Josemaría anduvo sin descanso por la vía de la santidad, y, si no fue así, su grupo cercano supo separarlo de la condenación; unidos los carismas del hombre carismático y de su gran creación, el Opus Dei, se cumplieron. Marcial Maciel, su Regnum Christi y los Legionarios no culminaron juntos el camino carismático. El hombre tuvo su aura y la perdió, el camino de la condenación fue su destino al final, pero su Regnum Christi se salvó.

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Entrevista

Entrevistas con el investigador Fernando González, efectuadas mediante reuniones virtuales, en octubre y noviembre de 2020. [ Links ]

1 Clifford Geertz, “Centros, reyes y carisma: una reflexión sobre el simbolismo del poder”, en Conocimiento local. Ensayos sobre la interpretación de las culturas (Madrid: Paidós, 1994), 148.

2 Roger Caillois, El hombre y lo sagrado (México: Fondo de Cultura Económica, 1996), 149.

3Debo aclarar que la parte de las desviaciones y problemas sexuales en los que se vio envuelto el padre Marcial Maciel será tratada en la medida que sea necesario para la comprensión del futuro de la ahora llamada Federación del Regnum Christi. La bibliografía y fuentes sobre este tema son muy abundantes y de alguna manera oscurecen la comprensión integral de la vida del padre Maciel, los Legionarios y el Regnum Christi en el contexto social.

4 François Dosse, El arte de la biografía. Entre historia y ficción (México: Universidad Iberoamericana, 2007), 318.

5 Andrés Vázquez de Prada, El Fundador del Opus Dei, vol. i: ¡Señor, que vea! (Madrid: Rialp, 1997), 576.

6 Eduardo Baura, “La Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz”, Opus Dei, en línea.

7 Bryan S. Turner, La religión y la teoría social. Una perspectiva materialista (México: Fondo de Cultura Económica, 2005), 200-228.

8“Discurso del papa Juan Pablo II a los peregrinos que participaron en la canonización del beato Josemaría Escrivá de Balaguer”, lunes 7 de octubre de 2002, La Santa Sede, en línea.

9Los datos biográficos de nuestro personaje pueden ampliarse con Virginia Ávila García, Ser santos en medio del mundo. Una aproximación a la Obra de Dios en México, tesis de maestría en Historia de México (México: Facultad de Filosofía y Letras-Universidad Nacional Autónoma de México, 1999). Existe una extensa bibliografía apologética sobre este fundador; sugiero las obras de Andrés Vázquez de Prada, Dominique Le Tourneau, Ana Sastre y Pilar Urbano, miembros numerarios.

10Su nombre fue cambiado ya de adulto, juntó José y María (Josemaría), y su apellido Escriba lo sustituyó por Escrivá de Balaguer; sus críticos sugieren que fue por darle un toque de aristocracia a sus apellidos comunes. Esto se comprobó al aceptar el Marquesado de Peralta, mismo que debió ceder a su hermano Santiago ante las fuertes críticas que recibió.

11Se erigió una impresionante iglesia en este lugar, auspiciada por el Opus Dei; el padre Josemaría pudo visitarla semanas antes de morir, para recordar este milagro.

12 Jesús Ynfante, La prodigiosa aventura del Opus Dei. Génesis y desarrollo de la Santa Mafia (Madrid: Ruedo Ibérico, 1970), 16.

13Tener una persona que estuviera a su servicio fue un dato persistente en su vida comodina, así como en la búsqueda posterior de dar a todos sus laicos seguidores —ya denominados numerarios — el buen trato y el confort como señoritos. Las mujeres se incorporaron con la misión de hacerles llevadera la vida hogareña, al evitarles a los varones las molestias del trabajo doméstico.

14 Salvador Bernal, Monseñor Josemaría Escrivá de Balaguer, apuntes sobre la vida del fundador del Opus Dei (Madrid: Rialp, 1976), 62.

15Véase Joan Struch, Santos y pillos: las paradojas del Opus Dei (Barcelona: Herder, 1993).

16A su madre, los numerarios y numerarias la llaman la “abuela” y a su hermana, la “tía Carmen”, como muestras de agradecimiento al fundador y su familia.

17Más tarde, desertó y emitió fuertes críticas al padre Escrivá y al Opus Dei. Fue un duro adversario.

18La existencia jurídica es exclusiva para los miembros religiosos, de ahí la decisión jurídica que cambió el sesgo de los numerarios como laicos. Dentro de los cercanos al padre Escrivá, se eligió a quienes formarían la Sociedad Sacerdotal de la Santa Cruz. Se creaba así una separación tajante entre sacerdotes dirigentes y laicos operarios que aún persiste, la cual se rebasó cuando Juan Pablo II denominó a estas dos instancias como la primera Prelatura Personal de la Santa Cruz y el Opus Dei. También, se le dice familiarmente la Obra, la Obra de Dios o el Opus.

19Véase Struch, Santos, 160-167.

20“Carta del Obispo de Madrid, Mons. Leopoldo Eijo y Garay, del 24-V-1941 al abad coadjutor de Montserrat Dom Aurelio María Escarré Jané”, en Opus Dei.

22“Carta del Obispo de Madrid...”.

23Este gran escándalo cimbró al régimen franquista y fue protagonizado por Juan Vilá Reyes y por cuatro ministros de Hacienda, entre quienes estaban los poderosos numerarios Mariano Navarro Rubio y Laureano López Rodó. Franco concedió el indulto y el Estado español perdió millones de pesetas. El Opus Dei fue acusado de complicidad, pero salió fortalecido. El escándalo surgió en 1969, por fraude, evasión fiscal y exportaciones ficticias.

24José María Ruiz Mateos, el empresario andaluz más poderoso de España, dueño de 800 empresas, fue el protagonista. Se inició como bodeguero de vinos en la década de 1960, y veinte años después era dueño de bancos como el Atlántico —de filiación opusdeísta—, de grandes almacenes, cadenas hoteleras, etcétera. Fue acusado por el gobierno de Felipe González de prácticas muy riesgosas para la economía española y expropió sus empresas. El Opus Dei fue involucrado. “Ruiz Mateos”, Regreso al futuro, en línea.

25El padre Escrivá fue rodeándose de mayores comodidades y de bienes inmuebles, pero exigió la austeridad en sus miembros. Sin embargo, una frase común lo retrata cuando decía “gástese lo que se deba, aunque se deba lo que se gaste”. Para resolver la insolvencia, se daban los santos sablazos.

26 Elio Masferrer, “Crisis de credibilidad: sexo, poder y sacerdocio”, en El círculo del poder y la espiral del silencio. La historia oculta del padre Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, Salvador Guerrero Chiprés, Fernando M. González, Jorge Erdely G., Paloma Escalante, Elio Masferrer y César Mascareñas (México: Grijalbo, 2004), 158-159. El autor explica que la Iglesia defiende el celibato, sobre todo, por motivos sacramentales, porque permite mantener a los sacerdotes como emisarios de Dios, distantes de quienes no son puros ni célibes, es decir, de los mortales comunes.

27La postura sexual de un santo frente a sus seguidores debiera ser un análisis de ida y vuelta, entre el fundador y sus seguidores. Este tema es un tabú; en su bibliografía sólo se encuentran referencias al amor conyugal y con fines de reproducción. En su discreción habitual, no hay mensajes ni campañas abiertas en los que sus miembros participen institucionalmente, pero hay una fuerte convicción hacia la sexualidad heterosexual y el rechazo a la diversidad sexual. No hablan de la sexualidad de sus miembros, más allá de conservar la castidad y el celibato, pero suelen orientar a los fieles supernumerarios en estos temas que desconocen en la práctica. Son ocultados los casos de abuso sexual.

28 Lewis Coser, Las instituciones voraces. Visión general (México: Fondo de Cultura Económica, 1978).

29 Geertz, “Centros”, 147-171.

30Geertz afirma que estas peregrinaciones son frecuentes entre las actividades de los carismáticos, porque sirven para reclutar fieles, negociar con líderes políticos y afianzar su autoridad. Escrivá logró todo ello en estas giras. Geertz, “Centros”.

31Considero que el padre Escrivá es el pionero en el manejo de la imagen mediática de un líder carismático del catolicismo. Juan Pablo II sería el segundo; seguramente su vocero, el numerario Joaquín Navarro Valls, utilizó las experiencias en los medios de comunicación del fundador, para que el Papa tuviera tal éxito, más tarde.

32 Caillois, El hombre, 60. El autor apunta sobre los hombres carismáticos: “Es preciso andar sin descanso por la vía de la santidad o de la condenación a las que unen bruscamente imprevisibles encrucijadas […] Quienes lo concluyen, quienes han sido colmados por él, están igualmente separados para siempre del destino común, y turban con el prestigio de su suerte el sueño de los tímidos y de los satisfechos a quienes no tentó ningún abismo”. Caillois, El hombre, 59-60.

33Existe una gran producción de libros sobre el padre Marcial Maciel, en su caída, pero no hay mayores indicios en torno a sus propios libros y los escritos que sus seguidores elaboraron acerca de él cuando estuvo en el punto más alto de su sacralidad. Ésta es una consecuencia del olvido histórico que comenzó desde su caída y luego por órdenes de Roma.

34En entrevistas con el investigador Fernando González, efectuadas mediante reuniones virtuales, en octubre y noviembre de 2020, menciona que el futuro arzobispo de México, en 1936, en una reunión secreta en Guadalajara, narró que mientras la ciudad de Morelia era tomada por las tropas revolucionarias, él tuvo la inspiración de fundar una sociedad reservada de católicos, “para salvar al país de la ola desenfrenada y luchar por la Iglesia que estaba siendo despojada y aplastada por los revolucionarios”. Más tarde, este arzobispo fue el gran negociador de la Iglesia católica con el Estado mexicano, durante casi 20 años, de 1937 a 1956. Actualmente, se encuentra en proceso de beatificación.

35 Fernando M. González, Secretos fracturados. Estampas del catolicismo conspirativo en México (México: Herder, 2019), 13-16.

36La ausencia de transporte mecánico y los malos caminos de la región michoacana conservaron esta forma antigua de distribución comercial entre Cotija y otros lugares, la cual se basaba en las recuas —de burros, por ejemplo— que eran conducidas por los arrieros. Este comercio era una de las fuentes de ingresos para la familia Maciel Degollado.

37 Fernando M. González, “La leyenda fundacional de los Legionarios de Cristo”, en El círculo del poder y la espiral del silencio. La historia oculta del padre Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, Salvador Guerrero Chiprés, Fernando M. González, Jorge Erdely G., Paloma Escalante, Elio Masferrer y César Mascareñas (México: Grijalbo, 2004), 9-10.

38 González, “La leyenda”, 13-15.

39 Fernando M. González, La Iglesia del silencio. De mártires y pederastas (México: Tusquets, 2009).

40 Salvatore Luciano Bonventre, “Apuntes sobre el vínculo entre la Congregación de los Legionarios de Cristo y el Movimiento Regnum Christi en los documentos del Archivo Histórico General”, Regnum Christi, en línea.

41 Bonventre, “Apuntes”, 2-3.

42En el Opus Dei, la opción educativa se inició en México cuando la nieta de José María Pino Suárez, la historiadora y numeraria Cristina Ponce Pino, fundó en Culiacán el primer colegio de la Obra, en 1955. Hasta entonces, el padre Escrivá había rechazado orientarse a la opción educativa, para no parecerse a las otras órdenes sacerdotales, pero encontró tanto en los centros de formación para empresarios y comerciantes como en las residencias estudiantiles dos mecanismos de penetración religiosa e ideológica.

43La historia de los comienzos en Monterrey la narró en entrevistas periodísticas la regiomontana Flora Garza Barragán, la hija adoptiva de la viuda de Roberto Garza. Esta mujer dio sus versiones sobre la relación de su madre con el padre Maciel, donde se aprecia la forma que tuvo para cautivar a las mujeres. La redacción, “Marcial, el estafador; Flora Barragán de Garza, la benefactora”, Zócalo, 21 de septiembre de 2011, en línea.

44La entrevista periodística con la hija de Flora Barragán de Garza es un testimonio sobre el apoyo definitivo que le dio la viuda empresaria a la Congregación del padre Marcial Maciel. Al mismo tiempo, este testimonio devela cómo se mueven las relaciones de poder en la sede romana. Así vemos establecerse como grupo religioso privilegiado a los Legionarios de Cristo, de la mano de Flora Barragán y de otras poderosas familias regiomontanas como los Garza, Sada, Zambrano y Clariond.

45 La redacción, “Marcial”.

46Es frecuente escuchar o leer que las viudas son el blanco favorito de los curas, por su acendrado catolicismo. Esto parece haber sucedido con la regiomontana frente al padre Maciel, como también pasó con mujeres ricas de la Ciudad de México, como las de la familia García Pimentel y Teresita Orvañanos, quienes cedieron al padre Pedro Casciaro, del Opus Dei, sus costosas haciendas de Montefalco y Toxi, respectivamente.

47Este testimonio sobre las razones del cardenal Montini para ofrecer el donativo de la señora Flora Barragán de Garza al joven sacerdote mexicano recién llegado a Roma supondría un interés del Vaticano para fortalecer a la incipiente congregación mexicana, en el entorno de las inestables relaciones Iglesia-Estado.

48 La redacción, “Marcial”.

49 La redacción, “Marcial”.

50 La redacción, “Marcial”.

51José Barba Martín, uno de los jóvenes mexicanos que estudiaban en el Collegio Massimo de la Legión de Cristo, señala que las actividades de pederastia en su contra comenzaron en 1955. En este periodo, Maciel inició la medicación para calmar sus enfermedades físicas y mentales.

52 José Barba Martín, “Las razones de mi silencio”, en El círculo del poder y la espiral del silencio. La historia oculta del padre Marcial Maciel y los Legionarios de Cristo, Salvador Guerrero Chiprés, Fernando M. González, Jorge Erdely G., Paloma Escalante, Elio Masferrer y César Mascareñas, 187-205 (México: Grijalbo, 2004), 192.

53Para ampliar el conocimiento en torno al gran desarrollo de la obra educativa y económica emprendida por los Legionarios de Cristo, es pertinente acudir a la lectura de Raúl Olmos, El imperio financiero de los Legionarios de Cristo, una mafia empresarial disfrazada de congregación (México: Grijalbo, 2019), donde se describen las fórmulas empleadas para desviar los recursos obtenidos por medio de las colegiaturas de sus escuelas y de sus obras de caridad, como Un Kilo de Ayuda y el Teletón, y asimismo se destaca la participación que en este siglo han tenido personajes de la política como Marta Sahagún y su esposo Vicente Fox, lo cual habría facilitado la desviación de fondos desde su fundación Vamos México hacia los Legionarios.

54Fernando González, en las entrevistas mencionadas, consideró que estas posturas provinieron de grupos animados por los vientos del cambio conciliar y que la Compañía de Jesús debió moderarse para reposicionarse ante las élites. Por su parte, Andrea Mutolo destaca la presencia importante de los jesuitas en el apoyo a los barrios dañados de la Ciudad de México por el sismo de 1985; ni el Opus Dei ni los Legionarios de Cristo tuvieron una presencia solidaria en esta tragedia. Véase Andrea Mutolo, Terremoto en la Iglesia católica. El Arzobispado de México y el sismo del 85 (México: Universidad Autónoma de la Ciudad de México, 2019).

55El padre Escrivá nunca estuvo en las preferencias papales; los mediadores entre el Papa y la Obra fueron sus cabilderos en Roma, como Álvaro del Portillo. La diferencia con Marcial Maciel es que él sí fue apreciado personalmente por los papas. La delicadeza del trato del fundador de los Legionarios difería del estilo poco diplomático del padre Escrivá.

56Al padre Maciel no parecieron interesarle, a diferencia del padre Escrivá, los nombramientos jurídicos de sus ramas laicales.

57 Bonventre, “Apuntes”, 6.

58 Alberto Torres, La prodigiosa obra de los Legionarios de Cristo (Madrid: Foca Ediciones, 2001). Alberto Torres parafrasea el título del ya citado libro de Jesús Ynfante sobre el Opus Dei.

59Muchas fueron las fundaciones alemanas y estadounidenses que aportaron recursos para los Legionarios de Cristo.

60Según los datos aparecidos en 2016 en los Panamá Papers y recientemente en los Pandora Papers, los Legionarios de Cristo crearon empresas offshore donde se triangularon recursos financieros, se evadieron impuestos y se ocultaron bienes de la Legión. La noticia fue cubierta por varios medios. Véase Andrea Cárdenas, “Documentos revelan trama offshore para mover unos US$295 millones mientras se investigaban abusos sexuales de su fundador. Pandora Papers: los Legionarios de Cristo nunca fueron expulsados del paraíso fiscal”, en Centro de Investigación Periodística, 14 de octubre de 2021. Los Legionarios de Cristo respondieron con esta nota informativa: “Nota informativa de la Congregación de los Legionarios de Cristo en relación a los Pandora Papers y el Fideicomiso RMCT”, en Legionarios de Cristo, Roma, 4 de octubre de 2021.

61 Raúl Olmos, “Sacerdocio Inc.”, en Mexicanos contra la corrupción y la impunidad, 12 de noviembre de 2017.

62Exdirector del poderoso grupo Alfa de Monterrey. El cerebro del tránsito de la economía capitalista industrial al modelo globalizador neoliberal. Sus metas morales fueron el recato (castidad) y la austeridad (pobreza). Al terminar su gestión en el emblemático grupo familiar de empresarios del Norte, se dedicó a los negocios educativos con valores morales. La información se encuentra en la página oficial de Regnum Christi.

63Son incontables los libros publicados, las notas periodísticas, las entrevistas de los hombres abusados por el líder. Sugiero leer a José Barba Martín y los textos de académicos como Fernando González, quien hace aportaciones psicoanalíticas sustentadas en documentos y en testimonios orales. Son escasas las obras que analizan desde la teología al padre Marcial, el texto de Rodrigo Medellín es una excepción.

64Hay una confluencia entre los personajes carismáticos como Maciel y Raniere: sus exseguidores y seguidoras se deslindan y los denuncian, aunque haya complicidades evidentes para ser castigados también.

65 Elena Sada escribió Ave negra. La historia de una mujer que sobrevivió al reino de Marcial Maciel (México: Madre Editorial, 2020).

66 Nelly Ramírez Mota Velasco, El reino de Marcial Maciel. La vida oculta de los Legionarios y el Regnum Christi (México: Planeta, 2011), 10-11. Este breve párrafo que escribió la autora para la sinopsis de su libro lo retoma en el prólogo de la obra citada el sociólogo Roberto Blancarte para sumarse a las duras críticas de Ramírez al fundador y a la jerarquía de los Legionarios de Cristo. De alguna manera Nelly Ramírez y su prologuista asumen una actitud que parece deslindar de la Congregación al brazo laico del Regnum Christi, al que perteneció la autora como “consagrada”. La comunidad no ha querido compartir las responsabilidades ni civiles ni religiosas.

67 Rodrigo A. Medellín Erdmann, “Bajo la bandera de Lucifer. Una hipótesis teológica sobre Marcial Maciel a la luz de la meditación ignaciana de Dos banderas. Hacia una necesaria reforma eclesiástica y legionaria”, Revista Iberoamericana de Teología, vol. X, núm. 18 (2014): 47-48.

68Perteneciente a una familia aristocrática.

69 Bernardo Barranco, “Los pecados de Álvaro Corcuera”, La Jornada, Sección Opinión, 2 de julio de 2014, 31, en línea.

70“Inicia el capítulo general 2020 de los Legionarios de Cristo”, Legionarios de Cristo, en línea.

71Hay una multitud de videos accesibles en línea de sus peregrinaciones, encuentros y entrevistas, en los que se pueden apreciar sus ideas y consejos espirituales. No existe ese acervo en el caso del padre Maciel.

72 María del Carmen Tapia, Tras el umbral. Una vida en el Opus Dei. Un viaje hacia el fanatismo (Barcelona: B Ediciones, 1994).

Recibido: 01 de Marzo de 2021; Aprobado: 22 de Noviembre de 2021

Virginia Ávila García: es profesora e investigadora de tiempo completo del Departamento de Historia de la Facultad de Filosofía y Letras-Universidad Nacional Aautónoma de México. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores; ha dirigido una veintena de tesis. Sus líneas de investigación son: religión y cambios culturales en la globalidad; relaciones de género y juventudes. Sus publicaciones recientes son: Juventudes, mujeres y vulnerabilidad. Visiones críticas de la globalización, en coautoría con Paola Suárez (México: Facultad de Filosofía y Letras-UNAM, 2019); Las mujeres creyentes y el Opus Dei. Identidades en el trabajo mediante la fe (México: Facultad de Filosofía y Letras-UNAM/Eón, 2018) y “Women of Salamanca. Academia, society and culture”, en Culture and History Digital (Madrid: CSIC, 2019).

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