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Signos históricos

versión impresa ISSN 1665-4420

Sig. his vol.24 no.47 México ene./jun. 2022  Epub 25-Jul-2022

 

Artículos

Significados diferentes de Tierra y Libertad

Different meanings of Land and Liberty

Marco Antonio Samaniego López1 
http://orcid.org/0000-0003-4558-2342

1Universidad Autónoma de Baja California. Instituto de Investigaciones Históricas. Correo electrónico: samaniego@uabc.edu.mx


Resumen

El artículo demuestra que las propuestas de los anarquistas del Partido Liberal Mexicano (PLM) eran diferentes a lo planteado en el Plan de Ayala y en documentos posteriores del ejército revolucionario del Centro y Sur, encabezado por Emiliano Zapata. El lema “Tierra y Libertad” no fue utilizado por los zapatistas, sino el de “Reforma, Libertad, Justicia y Ley”. En las pocas ocasiones en que “Tierra y Libertad” fue utilizado en algunos escritos zapatistas, el significado era distinto a la idea de los ácratas mexicanos radicados en Los Ángeles, California. Los anarquistas del PLM no hacían referencia exclusiva a los zapatistas, sino que aludían a los expropiadores, sin especificar quiénes eran éstos. Los anarquistas implantaban el comunismo en México, como ejemplo para otros pueblos de la Tierra, quienes debían aprender de lo que sucedía en este país, donde se eliminaba la propiedad privada, toda forma de gobierno y se terminaba con cualquier creencia religiosa.

Palabras clave: anarquismo; Plan de Ayala; Emiliano Zapata; reformas; comunismo

Abstract

This article demonstrates that the proposals of the anarchists of the Mexican Liberal Party (PLM) were different from what was proposed in the Plan of Ayala, and in the subsequent documents of the revolutionary army of the Center and South, headed by Emiliano Zapata. The watchword “Land and Freedom” was not used by the Zapatistas, but that of “Reform, Freedom, Justice and Law”. On the few occasions when “Land and Liberty” was used in some Zapatistas writings, the meaning was different from the idea of the Mexicans anarchistic living in Los Angeles, California. In addition, the PLM anarchists did not allude exclusively to the Zapatistas, but referred to the expropriators, without specifying who they were. The anarchists implanted the communism in Mexico as an example for other peoples of the world who should learn from what was happening in Mexico, where private property was eliminated, as well as all forms of government and all religious beliefs.

Keywords: anarchism; Plan of Ayala; Emiliano Zapata; reforms; communism

Que se rinda Zapata en buena hora: no faltará un puño firme que le dé una puñalada por la espalda, por traidor; pero la rendición de un felón nunca ha sido la muerte de un ansia intensamente sentida.

Ricardo Flores Magón, Regeneración, 18 de noviembre de 1911

Nuestros compañeros anarquistas encontrarán que los abnegados revolucionarios surianos hablan de patria, ley, reforma, gobierno, pequeña propiedad y otras cosas que nosotros combatimos con energía y constancia.

Ricardo Flores Magón, Regeneración, 25 de noviembre de 1916

En uso de las facultades de que me hallo investido, y a fin de que en los documentos oficiales aparezca al calce el lema: REFORMA, LIBERTAD, JUSTICIA Y LEY, adoptado por el Gobierno que sostiene el Plan de Ayala, he tenido a bien disponer que por ningún motivo ni causa alguna se use un lema distinto al mencionado; en la inteligencia que se impondrá pena severa al que contraviniera esta disposición.

Emiliano Zapata, 11 de febrero de 19151

Una de las frases más utilizadas para construir el discurso sobre el significado de la Revolución mexicana es la de “Tierra y Libertad”. La relación a la que se alude de manera frecuente es que el lema de los anarquistas del Partido Liberal Mexicano (PLM) fue utilizado por Emiliano Zapata. En imágenes, cuadros y numerosos discursos, este lema se ubica como parte de la lucha zapatista. Con la reforma agraria llevada a cabo, sobre todo con Lázaro Cárdenas, este vínculo se consolidó para explicar uno de los principales objetivos de la Revolución mexicana.

Puesto que en el Programa del PLM de julio de 1906 -cuyo principal autor fue Juan Sarabia- se toca el tema del reparto, lo mismo que en el Plan de Ayala y los repartos ejidales del mencionado presidente, se ubicaron imágenes de Zapata con el lema de “Tierra y Libertad”, las cuales se constituyeron en un referente dentro de la memoria social, imponiéndose como una continuidad en la que el anarquismo de Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera, Anselmo L. Figuera y Antonio de Pío Araujo se subordinaban.2 Los anarquistas del PLM estaban en contra del reparto agrario, por la forma -precisamente- en como lo expusieron en el Plan de Ayala3 y el Estado mexicano.4 Con el levantamiento iniciado en Chiapas el 1 de enero de 1994, el movimiento zapatista revivió esta supuesta relación e, incluso, a uno de los municipios autónomos se le nombró Ricardo Flores Magón.

En este artículo, destaco los comentarios ambivalentes que se hicieron en Regeneración en referencia a Emiliano Zapata, así como el hecho de que privilegiaran a los zapatistas, a quienes consideraban verdaderos comunistas que podían prescindir del caudillo. Para los ácratas mexicanos en Los Ángeles, California, los zapatistas eran lo más parecido a sus propósitos. Los anarquistas del PLM querían mostrar que unos campesinos, llenos de atavismos como la patria y la religión, realizaban expropiaciones que los teóricos anarquistas no. La pugna con sectores de anarquistas en Estados Unidos y Europa inició desde 1911, contra Luigi Galleani y la publicación Cronaca Sovversiva, primero, y Jean Grave y Les Temps Nouveaux, después.5

La supuesta unidad fue funcional para el Estado mexicano posrevolucionario, así como para los anarquistas del PLM, quienes cambiaron sus ideales y deseaban ser reconocidos en décadas siguientes como precursores, sobre todo Enrique Flores Magón.6 Con ello, se demostraba unidad en torno al reparto agrario realizado por el Estado. A partir de 1994, se alude a una relación por quienes observan una continuación en la lucha del libertador suriano, sobre todo bajo los conceptos de autogestión y autogobierno, los cuales no fueron utilizados por los anarquistas del PLM.7 A Ricardo Flores Magón, observado en solitario y no como parte de un grupo y de una etapa del anarquismo, en la que sus adherentes se articulan y se confrontan entre sí a nivel internacional, se le otorga la autoría de una frase que Zapata retomó de manera aislada en algunas ocasiones.

Los anarquistas del PLM no buscaban el reparto agrario, ni el derecho a huelga o el aumento de salarios, indemnizaciones por accidentes de trabajo ni formar comunidades autónomas o autogestoras. Su intención clara y manifiesta era terminar con el capitalismo en todo el orbe y la revolución en México era el ejemplo para la humanidad.8 Los campesinos de Morelos fueron un sector destacado en Regeneración, pero no el único. Para ellos, el primer sitio anarquista fue el poblado de Tijuana, lugar que no tuvo campesinos organizados en comunas, ni luchas por reparto de tierras.9 Para los ácratas del PLM, la revolución en México ya era anarquista y la realizaban expropiadores que estaban entre los grupos revolucionarios, entremezclados, aunque no se indica quiénes eran. En un discurso pronunciado en julio de 1914, Ricardo Flores Magón afirmó:

Por todo esto la revolución mexicana es el espectáculo más grandioso que han contemplado las edades. El proletario rebelde hace pedazos la ley, quema los archivos judiciales y de la propiedad, incendia las guaridas de la burguesía y de la autoridad, y con la mano que antes hacía el signo de la cruz, con la mano que antes se extendía suplicante ante sus señores, con la mano creadora que sólo había servido para amasar la fortuna de sus amos, toma posesión de la tierra y de los instrumentos de trabajo declarándolo todo propiedad de todos.10

Desde esta lógica, que se repite con intensidad, cientos de pueblos en Coahuila, Morelos, Chiapas, Oaxaca, San Luis Potosí, Puebla, o los yaquis en Sonora, luchaban con el grito de “Tierra y Libertad”, no sólo los zapatistas. Las publicaciones sobre el avance de la revolución anarquista aparecen en prácticamente todos los números entre 1911 y 1917. En cambio, a los zapatistas, así como se alaban las expropiaciones que llevaban a cabo, también se les menciona como ignorantes por su catolicismo, pero quienes, al trabajar la tierra en común, iban a entender que la religión servía para engañar a los oprimidos.

En el orden de exposición, establezco que el lema “Tierra y Libertad” surge de la relación con la publicación española de dicho nombre, con la cual hubo lazos y ayuda pecuniaria. Posteriormente, destaco cómo las acciones de Emiliano Zapata son muy diferentes a las propuestas del PLM. De igual manera, demuestro que la lucha por la tierra fue distinta, pues unos buscaban la restitución a los pueblos, previa indemnización, mientras que los ácratas querían la expropiación de todos los medios de producción, incluida la tierra, sin pago de nada a nadie, puesto que hacerlo era aprobar el robo. Destaco que en Regeneración se establecen las diferencias con los zapatistas, a quienes separan de su líder, pues ellos eran comunistas, sin saberlo, y, si Zapata decidiera convertirse en autoridad o negociar con el gobierno, los comunistas morelenses lo quitarían de su camino. Analizo las escasas referencias que se presentan para mostrar la supuesta relación, e indico que, salvo excepción, los autores del zapatismo no estudian la influencia que supuestamente hubo de los anarquistas al zapatismo. Indico que las referencias a la relación basada en el lema “Tierra y Libertad” surge de autores que tratan el tema del magonismo, concepto negado por los ácratas del PLM, por ser personalista y contrario a su idea de anarquismo: ellos buscaban crear conciencias que lucharan por terminar con la propiedad privada, no para tener seguidores a los cuales dar órdenes.11

La relación con los ácratas españoles de Tierra y Libertad

Ricardo y Enrique Flores Magón y Librado Rivera indicaron haber trazado una estrategia sobre el anarquismo en 1902 y 1903. Durante las persecuciones en su contra en 1906, tanto en periódicos de Arizona, Estados Unidos, como en documentos diplomáticos, se señaló que eran anarquistas y se solicitaba su extradición a México.12 Diversos autores han analizado los constantes enfrentamientos de Ricardo Flores Magón con Camilo Arriaga, los cuales se extendieron a otros como Antonio I. Villareal, Lázaro Gutiérrez de Lara, Juan y Manuel Sarabia, John Kenneth Turner, quienes luchaban en contra de Díaz y con la base del Programa del PLM de julio de 1906.13 Sin embargo, se suele indicar que los mencionados eran “magonistas”, sin tocar el asunto de cómo eran seguidores de un individuo con el que entraron en conflicto. En mi caso, señalo que se ha simplificado el proceso y la lucha de los ácratas mexicanos se ha transformado, para colocarlos al servicio del Estado, principal enemigo de los anarquistas del PLM.

El lema “Tierra y Libertad” apareció en el semanario Revolución (1907), como parte de la relación con la publicación española con dicho nombre.14 En 1905, ya se mencionaba en Regeneración la lucha contra el capitalismo, y en Revolución se hizo evidente la relación con Pedro Esteve y Jaime Vidal, anarquistas españoles que en Estados Unidos hicieron propaganda y colaboraron con los editores de Regeneración, además de ser un enlace directo con anarquistas como Ludovico Caminita, Luigi Galleani, Francis Widmar, Emma Goldman o Voltairine de Clyre.

De Tierra y Libertad, de Barcelona, España, llegó ayuda pecuniaria, relaciones, y, en algún momento, individuos como Pedro Pérez Peña viajaron para sumarse al movimiento armado que se trató de iniciar en 1908. En 1911, tanto Tierra y Libertad, Cultura Proletaria y Cultura Obrera (ambas editadas por Pedro Esteve), como L’Era Nuova (de Paterson, Nueva Jersey, editada por Francis Widmar) indicaron, siguiendo a Regeneración, que el movimiento ya era anarquista y que las expropiaciones realizadas marcaban el inicio de la revolución mundial, a la cual llamaban a sumarse ácratas de todo el globo. Todo ello, hasta mediados de 1911, cuando Emiliano Zapata mantenía su lealtad a Francisco I. Madero.

“Tierra y Libertad” surgió en 1861, en San Petersburgo, Rusia. Fue el nombre de una sociedad secreta, Zemlyá i Volya, creada por luchadores de filiación socialista y anarco comunista, con la intención de iniciar una revolución campesina. El nombre de dicha sociedad recorrió diversas organizaciones en Europa y en 1888 lo retomaron anarquistas españoles. La publicación Tierra y Libertad reunió a varios de los principales autores citados en Revolución y Regeneración, y, como ya apunté, fue utilizada desde 1907 por los ácratas mexicanos, quienes iniciaban su larga estadía en Los Ángeles, California. De 1910 en adelante, fue el lema con el cual sintetizaban su lucha y con el cual, se afirmaba, los numerosos pueblos levantados en armas expropiaban la tierra a lo largo y ancho del país.15

La expropiación de la tierra y los medios de producción apareció en las páginas de Regeneración como el objetivo de la lucha, al tiempo que un grupo de mexicanos tomó el poblado de Mexicali, en el Distrito Norte de Baja California. A dicho grupo se sumaron extranjeros, sobre todo estadounidenses, mismos que en julio de 1911 fueron calificados en Regeneración como cowboys. Destaco que el grupo armado fue heterogéneo y los enfrentamientos fueron constantes. A pesar de los títulos de obras que tocan el tema, como el de Lowell L. Blaisdel o Ethel Duffy Turner, los cuales indican la centralidad de Ricardo Flores Magón en el movimiento, las narrativas muestran intensas discusiones, enfrentamientos y, sin duda, propuestas anexionistas, propiciadas por la colindancia fronteriza.16

Por la patria y con la ley: Zapata

De enero a agosto de 1911, los anarquistas del PLM publicaron en Regeneración y enviaron cartas para indicar que la revolución ya era de índole anarquista; llamaron al pueblo estadounidense, a los trabajadores y ácratas europeos a sumarse a la lucha que pronto se volvería mundial. México era sólo el principio del gran incendio realizado por el proletariado que terminaría con el capitalismo.17 En Regeneración, insistieron que los mexicanos luchaban en contra de toda autoridad y de la ley, y destacaron que la lucha no podía ser por un reparto agrario que implicara la indemnización de la tierra. Las relaciones que mantenían desde 1906 con anarquistas españoles e italianos rindieron sus frutos cuando un grupo de ácratas italianos llegaron al poblado de Tijuana, aunque éstos se retiraron a los pocos días y criticaron a los anarquistas del PLM por inventar una revolución anarquista. De igual forma, se enfrentaron con los socialistas que los habían apoyado y se deslindaron de la American Federation of Labor (AFL), así como de la Industrial Workers of the World (IWW).18 Un importante número de personajes que militaron en el partido se pasaron al maderismo y varios liberales se propusieron formar una nueva organización que destacara el Programa del PLM de julio de 1906; crearon la Junta Reorganizadora del PLM, en la cual Jesús Flores Magón, Juan Sarabia, Antonio I. Villareal y Camilo Arriaga desempeñaron un papel relevante.

Emiliano Zapata pasó de ser un destacado personaje de Anenecuilco a ser un reconocido general del Ejército del Sur y del Centro, que en repetidas ocasiones mostró su respeto a Francisco I. Madero, así como por defender las tierras de pueblos como Villa de Ayala o Anenecuilco.19 En poco tiempo, se convirtió en uno de los nombres más conocidos de la revolución y en un general que, con una importante base regional, logró consolidarse como un referente. En el segundo semestre de 1911, Zapata era reconocido por la prensa estadounidense, aunque las narraciones eran ambivalentes.

Regeneración, desde finales de 1910, indicó que Francisco I. Madero era un rico empresario distanciado del proletariado. Se llamó a luchar en contra de los propietarios de la tierra y que la revolución no debía ser para quitar a un presidente y poner a otro.20 En 1911, se refería a Madero como un traidor a la causa de la libertad, quien sólo se aprovechaba de las masas. Los conscientes estaban del lado de Regeneración y los inconscientes, del de Madero.21 De igual forma, se indicó que la revolución no era por “patrioterismos ridículos”, sino por una patria en la cual la tierra fuera para todos. La Revolución mexicana era sólo un escenario de una tragedia que tarde o temprano estaría en toda la faz del mundo.22

¿Qué escribió Emiliano Zapata hasta agosto de 1911, cuando inició el enfrentamiento con Madero? El 10 de mayo, publicó que las negociaciones de paz eran “con los ciudadanos presidente y vicepresidente de la república, señores Francisco I. Madero y doctor Francisco Vázquez Gómez, que son la cabeza y los únicos encargados de arreglar la paz”.23 Zapata estaba listo para proteger a Madero a su llegada a la Ciudad de México. Días después, acudió a la casa de Madero, donde compartió la mesa con Emilio Vázquez Gómez y Venustiano Carranza. En julio, Zapata advirtió que en Morelos se estaba gestando un complot en contra del gobierno constituido. Más adelante, al verse inmiscuido su nombre en un posible levantamiento, solicitó que la prensa rectificara lo publicado, y aseguró estar dispuesto: “como he estado siempre[,] a ser fiel servidor del jefe de la revolución D. Francisco I. Madero y del gobierno constituido, por reclamarlo así el bien de la patria”.24

Así, mientras en Regeneración se tildó de idiotas e inconscientes a los seguidores de Madero y se indicó que toda forma de gobierno debía desaparecer, Zapata se mostró fiel a la autoridad y la patria. Se aprestó a ayudar al gobierno contra un intento de rebelión del cual tuvo información, pero en Regeneración se informó cada semana de los enormes avances revolucionarios en todo México, pues el país entero había comprendido que no se debía luchar por la boleta electoral o para llevar a un gobernante al poder. El 20 de mayo, Enrique Flores Magón -en las primeras ocasiones que se aludió directamente a éste- publicó que Zapata rechazó las negociaciones encabezadas por Madero: “[él] no anda con ridiculeces de pedir paz, sino que él es un hombre honrado que no lucha por ambiciones personales ni para enriquecerse con el sacrificio de los demás”.25 Al respecto, debe aclararse que Zapata era uno más de los muchos revolucionarios que, para Regeneración, no estaban dispuestos a dejar la lucha y expropiaban la tierra sin necesidad de jefes o leaders que decidieran por ellos.

En agosto, mientras Zapata contrajo matrimonio y -según Womack- pretendía vivir alejado de los escenarios del poder, el presidente interino, Francisco León de la Barra, y el general Victoriano Huerta prepararon un ataque a las zonas de influencia del nobel revolucionario. La prensa y amplios sectores de la Ciudad de México ubicaban al “Atila del Sur” como un delincuente, que ostentaba el grado de general. En los siguientes meses, se realizaron varios encuentros con Madero, pero las diferencias se incrementaron, sobre todo porque éste fue incapaz de detener los ataques a los pueblos. Zapata, en su manifiesto del 27 de agosto de 1911, señaló que las promesas del Plan de San Luis no se cumplieron, y, alejado de los preceptos anarquistas, señaló:

[…] nosotros tenemos fe en nuestra causa y confianza en el señor Madero; nuestra lealtad con él, con la patria y con el Supremo Gobierno ha sido inmensa, pues mis mayores deseos lo mismo que los de mi ejército son y han sido por el pueblo y para el pueblo de Morelos teniendo por base la justicia y la ley.26

La referencia directa a la ley, la patria y el supremo gobierno es una constante en los escritos firmados por Zapata. Como veremos, hasta el final de su vida mantuvo esa línea que se contrapone a la lucha ácrata de los anarquistas del PLM.

Al mismo tiempo, Ricardo Flores Magón aseguraba que los triunfos del pueblo mexicano, listo para el comunismo, se burlaban de los ilusos que pensaban que con ir a votar lograrían “un buen gobierno”, y agregaba: “buen chasco os llevaréis, pues desde que la humanidad cometió la torpeza de admitir gobernantes, no ha habido uno solo de estos que os haya hecho feliz”. Todos los gobiernos eran malos, porque sólo cuidaban intereses de los ricos. La única solución era la “expropiación por medio de la violencia que tan buenos resultados está dando en Morelos, en Michoacán, en Jalisco, en Chihuahua, en Durango, en Sonora, sur de Puebla, Veracruz, Oaxaca y Yucatán”. La expropiación era la única salvadora, sin negociaciones ni componendas, hasta que, “aplastado el último tirano y desaparecido el último burgués, nos demos los desheredados un abrazo bajo la bandera roja triunfadora”.27

El Plan de Ayala, las diferencias con el manifiesto del 23 de septiembre de 1911

Zapata mantuvo públicamente su lealtad a Madero hasta noviembre de 1911. Ante la negativa de retirar tropas federales y el sostenimiento de Ambrosio Figueroa como gobernador, el 25 de noviembre, se publicó el Plan de Ayala. El escrito, elaborado sobre todo por el profesor Otilio Montaño, no tiene relación con el documento publicado el 23 de septiembre de 1911 por los anarquistas del PLM. Firmado con el lema “Libertad, Justicia y Ley”, señaló a Madero como traidor al Plan de San Luis, a la patria y a la ley. Se reconoció a Pascual Orozco como el jefe de la revolución, y, en caso de que éste no aceptara, sería el propio Zapata el que ostentaría tal cargo. El artículo 6° planteó que los terrenos, montes y aguas usurpados por los hacendados, científicos o caciques, sustentados en la justicia venal, serían devueltos a los pueblos y ciudadanos que “tengan sus títulos, correspondientes a esas propiedades”. El artículo 7° señaló que, como un acto de justicia para todos los mexicanos, por el acaparamiento de tierras, montes y aguas, “se expropiarán, previa indemnización, de la tercera parte de esos monopolios a los poderosos propietarios de ellos a fin de que los ciudadanos de México obtengan ejidos, colonias o fundos legales para los pueblos”.

Así, el documento planteó claramente el sentido de legalidad, mantuvo respeto a la ley y al Estado. Pero, sobre todo, se mostró en oposición a la lucha que los ácratas mexicanos sostuvieron: la expropiación de la tierra, la maquinaria, los talleres, las fábricas, los puertos, sin indemnización. Pero, además, sin gobiernos ni leyes, sin autoridades ni jefes. Para los anarquistas, eso del reparto agrario era una “cosa de locos”.28

El 23 de septiembre de 1911, como parte del llamado a los ácratas del mundo a sumarse a la revolución en México, se publicó el manifiesto anarquista, luego de varios años de ocultar sus intenciones. A lo largo de 1911, las referencias al comunismo anárquico se hicieron frecuentes, particularmente en el sentido de que los mexicanos, indicaron, expropiaban la tierra. Sin necesidad de líderes, amigos de los trabajadores o “leyes sabias”, ni “decretos paternales” del gobierno, los cuatro millones de indígenas empezaban a practicar el comunismo. Todos tenían derecho a la tierra, trabajada en común, y con un espacio individual sólo para construir su casa y su jardín. El mexicano, por instinto, odiaba la autoridad y la burguesía, y estaba asombrando al mundo con sus acciones.29 El manifiesto indicaba que la propiedad privada era la razón de las desigualdades sociales: “abolir ese principio, significa el aniquilamiento de todas las instituciones políticas, económicas, sociales, religiosas y morales”. Por tanto, el gobierno que las sustenta no tiene razón de ser, lo mismo que la Iglesia: “cuyo objeto exclusivo es estrangular la innata rebeldía contra la opresión y la explotación”. El trabajo y la propiedad en común de todos los medios de producción era la forma en que debía de organizarse la sociedad. Por ello, se debía eliminar la clase burguesa, la cual se apropiaba del trabajo de los demás, en aras de una vida de privilegios que la institución gubernamental ayudaba a sostener. Por eso se debía luchar, no por un nuevo gobernante, es decir, “un nuevo yugo, o la expropiación salvadora y la abolición de toda imposición religiosa, política o de cualquier orden”.30

Así, mientras el Plan de Ayala sostiene la legalidad, el gobierno y la patria, los anarquistas del PLM, desde Los Ángeles, California, solicitaron repetidamente el apoyo del proletariado del mundo. La patria que había sido ponderada entre 1900 y 1907, ya no lo sería de 1907 a 1918. Era, en palabras de Ricardo Flores Magón, una “mezcolanza de cosas, de ideas, de tradiciones, de prejuicios que muy pocos entienden”. Matad a “Huerta, a Carranza, a Villa[,] a todo aquel que os hable de patria, de ley, de gobierno paternal”.31

La ignorancia (de los zapatistas) se quita al eliminarse la propiedad privada… y lo católico

En febrero de 1912, Enrique Flores Magón reprochó a Luigi Galleani su falta de apoyo, pues el famoso ácrata italiano señaló que los campesinos de Morelos eran fervientes religiosos que gritaban vivas a la Virgen de Guadalupe, por lo cual no eran anarquistas. Galleani sostenía que la revolución en México no era económico-social y criticó a Zapata por el Plan de Ayala y por su apego al gobierno y a la patria.32 Flores Magón indicó que el instinto del mexicano era el comunismo y la referencia a la Virgen no debía espantar a los conscientes: “[quienes] sabemos que la religión es principalmente el producto de la debilidad y de la ignorancia del sujeto que a su vez es producto del medio miserable en que vive”. Al cambiarse las condiciones, como resultado de la expropiación, las necesidades se verían satisfechas y “el cuerpo se fortalece, el cerebro trabaja vigorosamente y los deseos de avanzar animan al individuo”. Con la eliminación de la propiedad privada, se lograría hacer a un lado los prejuicios religiosos, como los señalados por Galleani, un “teorizante” que no ayudaba a la gran revolución expropiadora.33

En el mismo ejemplar de Regeneración, Ricardo Flores Magón estableció una diferencia sustancial con Zapata, que se desprende de lo indicado en las páginas anteriores. Primero, planteó que ellos, desde Los Ángeles, lograron sostener la revolución en el norte de México, mientras que Zapata lo hizo en el sur. Sin embargo, ante la falta de recursos, la amenaza se dejaba ver, porque los zapatistas y los vazquistas

[…] son partidos autoritarios que buscan el poder para poner en práctica sus programas, mientras que el nuestro confía únicamente en la acción revolucionaria, para conquistar la libertad económica. Nuestro partido no quiere confiar en ningún gobierno ni a ningún hombre la redención del proletariado. Nosotros queremos que todo, tierra, aguas, bosques, minas, fábricas, talleres y medios de transportación, queden en poder de los trabajadores durante el presente movimiento armado.34

El anarquista destacó la diferencia fundamental entre unos y otros. Zapata tenía buenas intenciones al entregar tierra a los humildes, “pero ha declarado que se pagará indemnización a los propietarios. Reconoce, por lo mismo, el derecho a la propiedad privada”. Para que no llegaran estos autoritarios al poder, debían unirse los proletarios al Partido Liberal Mexicano.

Sin embargo, ésta es una postura ambivalente, que dependía de la coyuntura, en medio de la cual se mencionaba a Zapata como expropiador o, como en este caso, con la diferencia de fondo que existía. Enrique Flores Magón, en octubre de 1911, indicó que una rendición por parte de Zapata no tendría importancia, porque la idea de la expropiación ya estaba imbuida en los cerebros, e, incluso, dicha rendición podía ser oportuna, porque así quedaba claro que los jefes hacían perder la iniciativa individual y se dejaba de confiar en que otros vendrían a salvarlos.35 Pocos días después, las acciones de Zapata comprobaban que México ya estaba apto para el comunismo.36 Un mes más tarde, alguien le daría una puñalada por la espalda, y, en caso de rendirse, “casi todos los compañeros de él que tienen a su cargo la dirección de las operaciones de guerra han declarado terminantemente, que por ningún motivo atenderán a Zapata, si este les recomienda la rendición de armas”.37 En enero de 1912, Enrique Flores Magón señaló que, a pesar del plan semipolítico, los zapatistas iban “sembrando el terror con sus actos entre la burguesía y la autoridad a la vez que se atraen al proletariado, ávido de reivindicaciones”. Para demostrarle a Galleani que sí se trataba de la gran revolución social, se refirió a “los expropiadores que combaten [en toda la República mexicana] por conquistar la tierra libre para el campesino, cuando menos, y gran parte de ellos por implementar el comunismo”.38 Este aserto, que no ofrecía nombres o grupos específicos, apareció en Regeneración constantemente, para demostrar el avance firme del anarquismo y llamar al pueblo estadounidense y a los ácratas del mundo a sumarse. Galleani, indicaban, estaba tragándose sus palabras.

Como ya apunté, en febrero de 1912, Ricardo Flores Magón remarcó las diferencias. Pero la actitud ambivalente se mantuvo: un Zapata líder que reivindicaba la lucha anarquista, o un negociador al que los campesinos expropiadores desplazarían por tener un plan que reconocía la ley, la autoridad y, lo peor de todo, la propiedad privada. En carta a Jean Grave, editor de Les Temps Nouveaux, le indicaron que Zapata hacía más que los anarquistas que no apoyaban, y sentían un compañerismo más fuerte por él que por los parlanchines revolucionarios de salón. Pero si Zapata se tornaba autoritario o aceptaba un puesto público, “será atacado con la misma dureza que siempre hemos empleado contra las ambiciones personales”.39

Esta ambigüedad se mantiene en 1912 y 1913, sobre todo cuando Antonio de Pío Araujo fue la principal pluma. Ricardo y Enrique Flores Magón, Anselmo L. Figueroa y Librado Rivera fueron encarcelados de mediados de 1912 a enero de 1914. En este periodo, las referencias a Zapata se volvieron más frecuentes, pero con el señalamiento de que su ejército lo conformaban sobre todo comunistas. Es decir, los expropiadores eran el principal actor que realizaba la toma de haciendas y el reparto para trabajar las tierras en común, en tanto que Zapata tenía intenciones autoritarias o negociadoras. Por ello, el zapatismo y el magonismo no existían, porque los expropiadores no eran personalistas que siguieran a un hombre, sino individuos que practicaban un comunismo tradicional. Si Orozco, Zapata o Vázquez Gómez se rendían, el movimiento expropiador continuaba.40 En números posteriores, Zapata era una garantía del triunfo del comunismo en México, y, si llegaba la ayuda de los ácratas europeos y del pueblo estadounidense, el triunfo de la revolución mundial era seguro.41 Zapata, a pesar de ser un campesino, citaba en sus documentos a Piotr Kropotkin y a Víctor Hugo: era el tirano de la burguesía y de los frailes.42

La visita, y una carta en contra de Huerta y Félix Díaz

En febrero de 1913, días después del asesinato de Madero, los anarquistas José Guerra y José María Rangel visitaron a Emiliano Zapata. Sus informes fueron publicados en julio, con diferencias notables entre sí. En ambos casos, resalta la diferencia de objetivos; pero la interpretación, en este caso de Antonio de Pío Araujo, fue que los comunistas de Morelos podrían llevar hacia el anarquismo.

Guerra narró que Zapata estaba influenciado por gente de Vázquez Gómez, como Manuel Palafox; luego, señaló la lucha en contra de la propiedad privada y el capitalismo que se realizaba en el norte. Palafox defendió la propiedad privada y afirmó que no se le podían quitar los bienes bien habidos a sus dueños, a lo cual Guerra respondió “que todos eran mal habidos”.43 A pregunta expresa, Guerra indicó que Zapata había leído Regeneración y solicitó que no dejaran de mandárselo. Guerra leyó el manifiesto del 23 de septiembre de 1911, tachado como un robo por los vazquistas, aunque no precisa nombres. Zapata, por su parte, dijo que a los ricos se les debía expropiar todo. Posteriormente, el caudillo suriano le entregó tres sobres, uno para los anarquistas del PLM, los otros dos para seguidores de Emilio Vázquez Gómez que se encontraban en El Paso, Texas.

La conclusión de José Guerra fue que los vazquistas que rodeaban a Zapata ejercían influencia sobre él, en especial Manuel Palafox y Otilio Montaño, quienes redactaban los documentos, manifiestos y proclamas. Sin embargo, los proletarios y los combatientes no hacían caso a ambos personajes; a pesar de su ignorancia, iban a pelear en contra de los ricos y las autoridades. En su opinión, los campesinos no iban a permitir que se nombraran gobiernos, pues en Morelos las expropiaciones ya se habían realizado, aunque Palafox y Montaño sí deseaban un nuevo verdugo. Posteriormente, Guerra ofreció como ejemplo el caso de Rancho Nuevo, el cual, en su decir, era la antigua hacienda de Chinameca. Ahí, se trabajaba la tierra en común, todo se repartía de acuerdo con las necesidades, y los campesinos estaban listos para combatir a quienes trataran de imponer autoridades. De acuerdo con las pláticas que sostuvo, afirmó que los políticos no sacarían provecho de los “comunistas surianos”.

Sobre Zapata, Guerra indicó que no era idolatrado, ni le presentaban armas. El revolucionario quería vivir de la tierra, y, además, la autoridad había sido abolida. Los comunistas de Morelos vivían con independencia económica. Era en los papeles donde los vazquistas hablaban de la patria y la ley, pero eran sólo palabras que no valían nada. Posteriormente, en la Ciudad de México, Guerra mandó a Paula Carmona, esposa de Enrique Flores Magón, la carta que Zapata destinó para los ácratas del PLM, pero aquélla indicó no haberla recibido; el anarquista no dijo nada acerca del destino de los dos sobres enviados asimismo por el caudillo. Para el momento en que Guerra habló con Carmona y con su padre, había enfrentamientos entre los anarquistas del PLM encarcelados y el anarcosindicalista colombiano Juan Francisco Moncaleano. Guerra insistió que la revolución suriana no eran los manifiestos y proclamas, sino una forma de vida que se extendería a los estados vecinos que habían abrazado la causa revolucionaria.

Por su parte, José María Rangel, en una narrativa distinta, indicó haberle explicado a Zapata sobre la lucha del PLM en el norte, “de la cual parecía no estar enterado bien, aunque convino conmigo en los hechos y aclaraciones”. Rangel tuvo buen trato con Montaño, sin hacer comentarios negativos como los apuntados por Guerra. Rangel habló sobre el manifiesto del 23 de septiembre de 1911, y Montaño “pareció quedar satisfecho”. Al referirse al tema de la bandera, Rangel señaló que no utilizaban la tricolor: “porque dicha bandera solo había servido a la burguesía para arrastrar a las masas y defender sus derechos mal habidos y no a la patria”.44 Remarcó los abusos y cómo la burguesía empleaba “el hilacho maldito que ha marcado las divisiones en todos los tiempos con la sangre de los hombres conscientes”. Sólo los potentados la abrazaban, porque era para marcar la preponderancia de la propiedad privada. Ellos, con la bandera roja y “despreciando la enseña tricolor de la conveniencia burguesa”, se arropaban “en torno de la bandera universal, la fimbra roja de los desheredados del mundo”. Zapata le entregó unos documentos, sin hacer la diferenciación asentada por Guerra. Después de narrar su periplo por México, llegó a Los Ángeles, donde entregó dichos documentos a Blas Lara y Teodoro Gaytán.

Antonio de Pío Araujo publicó su interpretación y sostuvo que, a diferencia de los ácratas de Europa y Estados Unidos, “que se supone son más civilizados”, no habían intentado lo que sucedía con los revolucionarios sureños. Estos campesinos eran el ejemplo de la humanidad, no necesitaban estudiar el anarquismo, ni seguir la lenta evolución del pueblo europeo. Posteriormente, cerró con el tema recurrente de la invasión de potencias extranjeras, que, de presentarse,

[...] si hubiera acción enérgica y solidaria de los trabajadores conscientes de las naciones interventoras, no digamos que el comunismo fuera ahogado en México, sino entonces, la revolución social se extendería a los países interventores y el capitalismo enfrentaría una situación que podría arrojarlo para siempre de la faz de la tierra.45

Ésta es la finalidad de los anarquistas del PLM que permanecieron en Los Ángeles. Los indígenas-campesinos, comunistas por tradición, era lo que les interesaba resaltar. Zapata y sus redactores de documentos, como Montaño o Palafox, eran autoritarios, y, si Zapata se volvía como ellos, “no faltará un puño firme que le dé una puñalada por la espalda, por traidor; pero la rendición de un felón nunca ha sido la muerte de un ansia intensamente sentida”.46

El texto entregado a Rangel fue publicado en la edición del 2 de mayo de 1913, bajo el título “Palabras de Emiliano Zapata”. En su escrito, el caudillo suriano señaló que no dejaría las armas ante el gobierno del usurpador Victoriano Huerta. Ellos luchaban por principios, no para ocupar puestos públicos. Huerta y Díaz eran traidores a la revolución y ellos no iban a negociar con el gobierno espurio.47 No existe ninguna referencia a terminar con el capitalismo, la ley o cualquier forma de autoridad.

Antonio de Pío Araujo, en el número siguiente a la publicación del informe de José María Rangel, marcó claramente la diferencia a la que nos referimos. Señaló:

Aun el Plan de Ayala, que al principio había asustado a los burgueses, hoy es visto con simpatía por los escritores científicos de la capital. Y con razón: proclama la repartición de la tercera parte de las tierras contenidas en las grandes propiedades PREVIA INDEMNIZACIÓN [sic].48

Pío Araujo destacó que la solución era el manifiesto del 23 de septiembre de 1911, no el Plan de Ayala, y que embaucadores como Palafox buscaban que la clase pobre se contentara con reformas. Esas reformas eran adecuadas diez años atrás, pero, en el momento actual, la solución era la expropiación de todos los medios de producción. El pueblo estaba decidido a desaparecer el capitalismo de la faz de la tierra: “constitucionalistas, vazquistas y reformistas agrarios son enemigos del bienestar social”.

“Hablan de Patria, Ley, Reforma, Gobierno, pequeña propiedad y otras cosas que nosotros combatimos con energía y constancia...”49

Zapata héroe, Zapata no comunista, Zapata con su limitada propuesta de reparto agrario, ésta es una constante entre 1913 y 1917. A veces, Zapata tiene 30 000 hombres en armas; en otras ocasiones, los comunistas no obedecen al caudillo. La prensa anarquista que se ha confrontado con los ácratas del PLM, como Les Temps Nouveaux o Huelga General, indicaron que no existía unión entre unos y otros; los anarquistas del partido señalaban que ellos no publicaron que eran lo mismo, sino que cuando menos los comunistas de Morelos hacían algo que se parecía a sus propósitos. En un momento dado, podía darse la unión, aunque reconocían que existía una brecha grande.50 Lo importante era, indicaban, que los teorizantes anarquistas no hacían nada.

Por otra parte, encontramos a los expropiadores, figura que utilizaron para ejemplificar el avance los campesinos-indígenas mexicanos que, sin líderes, sin reconocer autoridades, expropiaban la tierra y eran ejemplo de la humanidad. Como muestra de la existencia de estos expropiadores, en noviembre de 1913 publicaron que, en Guerrero y Michoacán, un compañero afirmó que la revolución era libertaria, sin reconocer a ningún partido político. En Michoacán,

Cuando los compañeros toman una plaza, el orador que lleva cada guerrilla, y aun el director de la guerrilla misma, hablan al pueblo trabajador, le hacen ver el papel que desempeña ante el Clero, el Gobierno y el Capital, le explican lo que son los políticos, la bandera, la patria, en fin todo lo más importante para crear la consciencia de clase, leen el manifiesto de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano del 23 de septiembre de 1911, y por último, ponen en práctica lo dicho, invitando al pueblo a tomar posesión de lo que les pertenece, y cuando se retiran, dejan magnífica impresión en el pueblo.51

Esta imagen de los expropiadores aparece desde 1911 y se repite en numerosas ocasiones, por lo que, como indiqué, no se trata de una idea exclusiva sobre los zapatistas. Los expropiadores avanzaban en todo el país, sin dar cuartel a la burguesía y al gobierno.52 Estaban en todos lados, esperando la ayuda del proletariado mundial.53 Zapata, luego de la caída de Huerta, apuntó Ricardo, daba garantías a los seguidores del PLM que se encontraban en las zonas dominadas por el caudillo.54

Emiliano Zapata, en enero de 1914, en una carta enviada a Francisco Villa, con la intención de indicarle que no debían dejarse engañar por sus enemigos, señaló que: “los ideales de la Revolución del Sur y del Centro, han sido, son y seguirán siendo de Tierra y Libertad, que son las esperanzas y los anhelos del pueblo mexicano”.55 Ésta es una de las pocas ocasiones en la que el revolucionario utilizó la frase en un documento con su firma. La pregunta es, ¿qué significado tenía para Zapata?, ¿era el mismo que el otorgado por los anarquistas del PLM? Como he apuntado en este artículo, la idea sobre la tierra está presente, pero en unos se mantiene la propiedad privada, y para los ácratas era la tierra y todos los medios de producción. En Zapata, el reparto tiene un sentido de justicia basado en la legalidad que da la posesión de documentos que lo legitiman; para los anarquistas, nada legitimaba la propiedad. ¿Es suficiente la cita para hablar de un impacto? Los documentos posteriores ratifican una continuidad con el Plan de Ayala. Sobre la relación entre Villa y Zapata, Ricardo Flores Magón publicó que el líder suriano no negociaría, mientras Zapata le escribía a Villa precisamente para eso.

Antonio Díaz Soto y Gama, representante de Zapata, impulsó la labor legislativa de la Soberana Convención de Aguascalientes, y de 1915 a 1919 se expidieron leyes sobre el trabajo, la libertad de expresión, educación, administración de justicia, libertades municipales, así como el Programa de Reformas Político-Sociales de la Revolución, el cual fue aprobado por la Soberana Convención Revolucionaria. En dicho Programa, firmado el 18 de abril de 1916, el artículo 1° señaló que estaban en contra de los latifundios y se debía “crear la pequeña propiedad”; el gobierno sería el encargado de expropiar los bienes raíces y, mediante el pago justo a sus propietarios, de realizar el reparto agrario. Además, se plantearon una serie de reformas en la educación y en el gobierno. El documento se firmó bajo el lema zapatista “Reforma, Libertad, Justicia y Ley”. En las reformas al Plan de Ayala del 6 de agosto de 1919, luego del asesinato de Zapata, se insistió en que la expropiación debía hacerse con previa indemnización. El 10 de febrero de 1919, un mes antes del crimen, Zapata publicó un manifiesto en el que proponía el regreso de la Constitución de 1857, repetidamente criticada por los ácratas del PLM, y que Francisco Vázquez Gómez fuera reconocido como jefe de la Revolución mexicana. Al triunfo, éste debía integrar un gobierno provisional.56

Por su parte, Ricardo Flores Magón demostraba su relación con Zapata debido a que Antonio de Pío Araujo, en 1915, al acudir al estado de Morelos, recibió una invitación para imprimir Regeneración. La fábrica de papel San Rafael, antes en manos de científicos porfiristas, se ocuparía para la publicación ácrata.57 Este escrito ha sido una de las referencias más repetidas por quienes sostienen la “alianza”; sin embargo, no se destaca que Pío Araujo nunca regresó a Los Ángeles, pues se sumó al zapatismo y luego fue empleado del gobierno. No podemos afirmar o negar que se realizó el ofrecimiento, lo que es claro es que Pío Araujo se retiró luego de casi una década de proclamarse anarquista.58

La Primera Guerra Mundial fue un aliciente para los anarquistas del PLM, pues confiaban en que los movimientos sociales se iban a multiplicar globalmente como efecto de la resistencia al conflicto bélico. El problema era que los anarquistas europeos, lejos de comportarse como debían, no apoyaban la revolución social; de haberse sumado, el gran movimiento no se hubiera retardado. Incluso, Ricardo Flores Magón llamó a que los anarquistas negaran su apoyo a aquellos periódicos ácratas que traicionaran la causa revolucionaria del PLM.59 La guerra, entre más se prolongara, resultaba oportuna, pues rebelaría que el capitalismo y la autoridad no solucionarían nada: por el contrario, eran la causa del desastre. Ellos, los del PLM, tenían seguidores entre las filas carrancistas y villistas, listos para darle muerte a los líderes que no realizaran expropiaciones. Flores Magón contabilizó alrededor de 300 mil hombres en armas en 1916, los cuales llegaban inclusive a casi un millón de involucrados al incluir a los muertos de los años precedentes. ¿Qué prueba necesitaban los ácratas del mundo para adherirse a un movimiento de esa magnitud? Las tropas de Zapata sumaban cerca de 40 000 hombres. Era, pues, el gran momento para que las expropiaciones de los medios de producción se llevaran a cabo, sin dudas ni titubeos; los indios, a pesar de ser ignorantes, comprobaban que era posible el comunismo anárquico, sin necesidad de leer a teóricos anarquizantes.60

Durante el encarcelamiento de Ricardo y Enrique Flores Magón, en 1916, Estela Arteaga, hijastra del segundo, publicó un texto en el que narra -sin indicar su fuente- las condiciones de vida impuestas por Emiliano Zapata. Éste, en posesión de los estados de Morelos y Guerrero, así como de partes de Jalisco, Puebla, Oaxaca, Estado de México, Michoacán y el Distrito Federal, repartía la tierra a quien la necesitara. Las fábricas estaban en operación y los recursos que se obtenían por las plantaciones de azúcar eran inagotables. En cambio, en las zonas dominadas por Carranza imperaban el hambre y la desesperación, se respetaba la propiedad privada y se aplicaba la pena de muerte a quienes expropiaran un pan o un par de zapatos. Mientras Zapata invertía los recursos en el bien del pueblo, los carrancistas sacaban el oro para llevarlo a los bancos de Estados Unidos.61 Ricardo Flores Magón, ya libre, apuntaba: “[en los lugares donde] operan las fuerzas expropiadoras zapatistas, salgadistas y otras denominaciones, reinan la abundancia y el bienestar, mientras la miseria y la tiranía imperan en las regiones dominadas por el carrancismo”.62

En el contexto de la gran conflagración, el advenimiento del anarquismo era inminente. El pueblo ruso estaba levantado y en Europa los soldados se negaban a luchar; lo mismo ocurría en Estados Unidos, donde los conscientes ya comenzaban a abandonar a sus jefes para sumarse a la causa del proletariado. El día de la fraternidad universal estaba cerca: “y [lo] estará más […], si todos procuramos de alguna manera, dar vida a la prensa que nos dice la verdad”. Tal verdad era que el comunismo triunfante en Morelos permitía que “el zapatista solo trabaje dos horas escasas para gozar de todas las comodidades que apetece ser sano”, y, en Rusia, que el bolchevique cierre “las puertas de la diplomacia histórica” y despliegue “al viento su bandera de muerte para la propiedad privada”.63 Así, pues, los comunistas de Morelos habían cumplido lo que, en enero de 1911, Ricardo Flores Magón señalaba como el camino de la revolución:

Me imagino que feliz será el pueblo mexicano cuando sea dueño de la tierra, trabajándola todos en común como hermanos y repartiéndose los productos fraternalmente, según las necesidades de cada cual. No cometáis, compañeros, la locura de cultivar cada quien su pedazo. Os mataréis en el trabajo exactamente como os matáis hoy. Uníos y trabajad la tierra en común, pues todos unidos la haréis producir tanto que estaréis en aptitud de alimentar al mundo entero.

Ese mundo era la anarquía, y su realización no debía ser por decreto de un gobernante, sino por la fuerza del hecho: “[no por la] acción de ningún congreso, sino por la acción directa del proletariado”.64

Así, si Zapata promovía mediante el Plan de Ayala la reunión de una convención de los jefes revolucionarios, así como el cumplimiento de la ley, y mientras sus hombres desfilaban con la imagen de la Virgen de Guadalupe y en sus documentos firmaban en nombre de la patria, los anarquistas del PLM los ubicaban ante el mundo -junto con los expropiadores- como el ejemplo a seguir, como parte de la lucha universal en contra del capitalismo, la religión y la ley, todo lo cual, desde 1911 hasta 1918, estaba muy cerca de desaparecer: la patria burguesa era un cadáver.

Los anarquistas del PLM conocían la diferencia entre la propuesta de los anarquistas y las reformas agrarias de los zapatistas, pero utilizaban ya fuera a Zapata, a los comunistas zapatistas que no seguían al caudillo, o a los expropiadores dispersos en todo el país o entre las tropas villistas y carrancistas, en espera del momento para llevar a cabo las expropiaciones correspondientes. Durante la Primera Guerra Mundial, Zapata era la figura más recurrente, pero no la única.

En noviembre de 1916, Regeneración publicó un manifiesto al pueblo mexicano firmado por los zapatistas, con una introducción en la que se incluía lo citado en el segundo epígrafe de este artículo: “Nuestros compañeros anarquistas encontrarán que los abnegados revolucionarios surianos hablan de patria, ley, reforma, gobierno, pequeña propiedad y otras cosas que nosotros combatimos con energía y constancia”. Se trata de una explicación ante los anarquistas, en la que mostraban su rechazo a la pequeña propiedad, la patria, la ley y el gobierno, pero veían en las expropiaciones un camino que podría unirlos, siempre y cuando los zapatistas no se volvieran autoritarios. La patria era para los ricos; la reforma, un remiendo echado a la ley, y, esta última, imposición y tiranía. Propiedad, “pequeña o grande es propiedad privada, origen de todos los males que afligen a la especie humana”, y el gobierno, “el organismo creado por la clase privilegiada para protegerse de las justas rebeldías de los de abajo”. Indicaron que el documento estaba firmado por revolucionaros que no eran anarquistas, pero “hacen obra de anarquistas, pues expropian la riqueza social en provecho de la masa, como lo haría el mejor anarquista”.65 Posteriormente, publicaron el documento firmado en Tlaltizapán, Morelos, en junio de 1916. Destaco cómo se definió el ideal de la revolución para los signatarios:

La revolución tiende a realizar este hermoso ideal, a suprimir la esclavitud de los campos y a crear la pequeña propiedad, en vez de esos enormes latifundios, que matan toda libertad, son causa de la ruina en la agricultura y solo sirven para cimentar la omnipotencia de los grandes propietarios de la tierra.66

Firmaron el manifiesto Manuel Palafox, Antonio Díaz Soto y Gama, Otilio Montaño, Higinio Salazar, Juan Andrew Almazán, Genaro Amezcua y Ángel Barrios, entre muchos otros, para demostrar su respeto a la ley y el gobierno, con un sentido patriótico y, como se asienta, en pugna por la pequeña propiedad, como ideal revolucionario. Cabe destacar la presencia del general Ángel Barrios, a quien algunos autores mencionan para sostener la relación entre “magonistas” y zapatistas. Ángel Barrios, claramente, defiende ideales contrarios a los anarquistas del PLM.

¿Existía el mundo planteado por los autores de Regeneración en el estado de Morelos? ¿Trabajaban apenas dos horas diarias y abundaba todo en los territorios zapatistas? El historiador más conocido sobre el tema, John Womack, muestra una guerra encabezada por Venustiano Carranza y Pablo González. Para este autor, Zapata, ante el embate, terminó por negociar con varios grupos revolucionarios. El proyecto agrario era la bandera más importante, pero tuvo relación epistolar con Félix Díaz, Manuel Peláez, Álvaro Obregón y, por supuesto, con los hermanos Vázquez Gómez, a quienes acudió desde 1911 hasta un mes antes de su asesinato. De igual forma, mandó documentos a Felipe Ángeles y Aaron Sáenz, y experimentó la deserción de varios allegados o expulsó a algunos, como Manuel Palafox.67 Este último, quien se presentaba como redactor del Plan de Ayala, propuso que el nuevo lema de dicho plan fuera “Tierra y Libertad”, el cual, sin embargo, no aparece en los documentos posteriores de Zapata. En 1917 y 1918, las fuerzas zapatistas tomaban poblaciones, pero debían abandonarlas por falta de pertrechos. La guerra de guerrillas rendía frutos, pero era una lucha defensiva que requería de otros movimientos armados.68 La legislación que mencioné páginas atrás era una adaptación a los efectos del embate de Carranza, por lo que Antonio Díaz Soto y Gama y Gildardo Magaña -con diferencias entre sí- presentaban a la pequeña propiedad como el ideal revolucionario.

Si en mayo de 1911 el poblado fronterizo de Tijuana era descrito en la prensa ácrata como un sitio donde el comunismo ya se encontraba instalado, en los años siguientes los expropiadores habían hecho lo propio en Durango, Estado de México, San Luis Potosí, Michoacán, Guerrero, Oaxaca y Morelos. Publicaciones como Tierra y Libertad, en España, retomaron este discurso, sobre todo en los primeros meses de 1911, cuando Ricardo Flores Magón indicaba que en el Distrito Norte de Baja California la revolución requería de anarquistas italianos y españoles para lograr la revolución mundial. Señaló, entre otras cosas: “Compañeros de todas las naciones: la Revolución Mejicana es un acto de la grandiosa tragedia que tarde o temprano tendrá por escenario la superficie de toda la tierra”.69 En México, la revolución social había empezado, y los hermanos mexicanos

Han tenido el valor de enarbolar la bandera roja; pero no para hacer un pueril alarde de ella en inofensivas manifestaciones por calles y plazas que casi siempre terminan con el arresto y descalabraduras de los manifestantes por cosacos de los tiranos, sino para sostenerla firmemente en los campos de batalla como un reto gallardo a la vieja sociedad que se trata de aplastar para fundar en terreno sólido la Sociedad Nueva de justicia y amor.70

El manifiesto aquí citado se publicó en Regeneración, el 8 de abril. El 3 de mayo, cuando el documento se dio a conocer en Tierra y Libertad, Ricardo Flores Magón escribió al anarquista español Pedro Esteve, clave en la relación con los ácratas de Paterson, para comunicarle que esperaban la llegada de anarquistas “de todas partes del mundo para que apoyen la expropiación de la tierra y de la maquinaria”. En manos de los libertarios, se lograría llevar la revolución a todo México, y “aun al mundo entero”.71 Pocos días después, Antonio de Pío Araujo colocaba la bandera roja de “Tierra y Libertad” en Tijuana y declaraba que se implantaba el anarquismo. Luigi Galleani publicó, en Cronaca Sovversiva, que la Revolución mexicana era comparable a la Comuna de París.72 Una semana después, los anarquistas italianos, pero en particular Galleani, iniciaron el enfrentamiento con los ácratas de Regeneración. En adelante, los ácratas del PLM acusaron a Galleani de no cumplir con su deber como anarquistas al negarse a tomar las armas. Igualmente, se publicó en Regeneración que expropiadores, indígenas y zapatistas sí cumplían con su labor, al ser más comunistas que los anarquizantes europeos quienes sólo se dedicaban a escribir teorías.

Los hombres en armas que ocupaban Tijuana, en su mayoría estadounidenses, indicaban que la bandera de Estados Unidos se miraba bien en una de las cantinas, y, quince días después, uno de ellos, Louis James, trataba de implantar una bandera muy semejante a la de dicho país.73 Los anarquistas italianos que llegaron al poblado se fueron decepcionados, ante la presencia de cowboys estadounidenses que no conocían el anarquismo. Ludovico Caminita, como parte de la junta del PLM, defendía la revolución ácrata en México y concordaba con sus paisanos en que la insurgencia en el Distrito Norte de Baja California la habían realizado tales cowboys, no anarquistas. Antonio de Pío Araujo publicó conclusiones semejantes en 1913.74

Los autores del zapatismo

Los autores que estudian el zapatismo son numerosos. Sin embargo, no tratan la supuesta influencia de los anarquistas sobre los campesinos morelenses. Son los autores del concepto creado en el Porfiriato, los magonistas, quienes señalan -a pesar de los anarquistas del PLM que niegan dicho término- la influencia y una relación que no aparece en los documentos y acciones de los zapatistas.

John Womack, en el apéndice de su libro Zapata y la Revolución mexicana, planteó que algunas palabras del Programa del Partido Liberal Mexicano de julio de 1906 influyeron en el Plan de Ayala.75 Indicó que en el manifiesto del “23 de diciembre” -en realidad, 23 de septiembre- hubo palabras como sangre, heridas, luchas sangrientas, las cuales fueron frecuentes en la literatura del partido. Asimismo, señala que el lema del Programa fue “Libertad, Justicia y Ley” y el del Plan de Ayala, “Reforma, Libertad y Ley”. No comenta nada sobre la desaparición de la propiedad privada, el gobierno y la eliminación de cualquier creencia religiosa.76 Cuatro décadas después, en el prólogo modificado para la edición de 2017 de dicha obra, Womack criticó duramente a Ricardo Flores Magón, quien no superó la confusión entre el liberalismo, “su propio constitucionalismo liberal y el anarquismo atrabancado”. Flores Magón, en Estados Unidos, no aprendió nada “serio o estratégico de los debates profundamente reveladores que estaban ocurriendo”. Si bien inspiró levantamientos armados, “no preparó ninguna coordinación efectiva entre ellas, de modo que todas ellas fracasaron, y de mala manera”.77 Womack publicó los mismos comentarios sobre las semejanzas entre las palabras del manifiesto del “23 de diciembre” (sic) y algunas del Plan de Ayala. Dicho de manera sencilla, 40 años después, el conocimiento de Womack en torno a los anarquistas del PLM no se incrementó. La referencia más evidente que demuestra el desconocimiento es cuando apunta que Ricardo Flores Magón era “constitucionalista liberal”, cuando dicho líder y el comunismo anárquico en general estaban en contra de toda ley, por tanto, una constitución era lo que menos les interesaba a los ácratas del PLM.

La influencia de las ideas anarquistas tampoco aparece en la obra de Jesús Sotelo Inclán, Raíz y razón de Zapata (1943), ni en Emiliano Zapata y el agrarismo en México (1943), de Gildardo Magaña, quien nunca menciona la lucha en contra de la ley, la patria o la propiedad privada. En La revolución agraria del sur y Emiliano Zapata, su caudillo (1960), Antonio Díaz Soto y Gama no hace ninguna referencia al tema, aunque algunos autores consideran que sostuvo un vínculo con Ricardo Flores Magón, por haberlo conocido en grupos liberales. Lo cierto es que en Regeneración lo consideraban un loco, por pretender el reparto agrario, o lo acusaban de católico, además de estar en desacuerdo con la formación de la Casa del Obrero Mundial.78

En estudios sucesivos no se documenta la referida influencia de los anarquistas. Tal es el caso de Zapata. Antología (1988), de Laura Espejel, Alicia Olivera y Salvador Rueda, o Anenecuilco. Memoria y vida de un pueblo (1993), de Alicia Hernández Chávez. Salvador Rueda Smithers, por su parte, ha destacado que el lema en los textos zapatistas era “Reforma, Libertad, Justicia y Ley”, no “Tierra y Libertad”.79 Felipe Arturo Ávila Espinosa, en Los orígenes del zapatismo (2001), no menciona a ninguno de los anarquistas del PLM. En obras colectivas recientes, publicadas por el centenario del asesinato del caudillo suriano, como Zapatismo. Origen e historia (2019), no se toca el tema de los anarquistas del PLM y su posible influencia.80 Únicamente Pedro Castro refiere la relación con personajes como Juan Sarabia o Camilo Arriaga, quienes fueron miembros del PLM, pero no anarquistas y rompieron con los ácratas de la organización.81

Francisco Pineda es el único autor sobre el zapatismo que toca la posible influencia.82 El argumento es que el exmilitar e ingeniero Ángel Barrios militó en el PLM.83 Sin embargo, Barrios no fue anarquista. Si bien trató con Ricardo Flores Magón en 1906 y con Antonio de Pío Araujo en 1908,84 luego de ser encarcelado, se alió con el movimiento antirreeleccionista. En Oaxaca, se opuso al licenciamiento de las tropas, aunque aceptó ser diputado; al poco tiempo renunció a este cargo, argumentando, entre otras razones, no conocer a las poblaciones del distrito que representaba, ni sus necesidades.85 Posteriormente, de manera semejante a Zapata, se enfrentó a Madero y fue encarcelado. Luego del asesinato de Madero, obtuvo su libertad, se enfrentó al dictador Huerta y de nuevo fue perseguido. En ese contexto, se unió a Zapata durante varios años y firmó documentos, entre ellos, el Programa de Reformas Político-Sociales de la Revolución. Como apunté, en dicho escrito quedaba la pequeña propiedad como ideal revolucionario. La trayectoria del ingeniero militar Ángel Barrios se explica como la de muchos otros que militaron en el PLM, pero que no conocieron, por la estrategia de los ácratas del partido, que la finalidad de éstos era eliminar la propiedad privada, todo gobierno y autoridad, así como las creencias religiosas.86

¿Y del “Magonismo”?87

Los autores que suponen la relación de los zapatistas con los anarquistas del PLM (llamados magonistas, categoría dada por los porfiristas, y contrario a las propuestas de los ácratas, quienes no deseaban líderes) postulan como evidencia central la invitación a publicar Regeneración, misma que algunos ubican en 1912, otros en 1913. Como aquí apunté, fue en 1915 cuando Ricardo Flores Magón publicó al respecto, y la invitación se realizó a Antonio de Pío Araujo, quien para ese momento ya se había retirado del grupo.88 Los autores en general hacen lo mismo al utilizar los documentos enviados a través de José Guerra, que afirmó haber entregado a la esposa de Enrique Flores Magón.

En un artículo reciente, Rubén Trejo retomó lo publicado por Francisco Pineda en relación con Ángel Barrios y José Guerra, aunque dejó de lado la narración de José María Rangel.89 Sin embargo, además de las referencias mencionadas, no existe ningún estudio que demuestre la relación aludida. Luego del movimiento realizado en 1994 por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, en las publicaciones de apoyo a dicha organización se alude a una influencia de Ricardo Flores Magón en el zapatismo, quien supuestamente pretendía la autogestión y el autogobierno en comunidades indígenas.90

La referencia es en general a la tradición indígena, a la que se alude como un referente común entre los anarquistas del PLM y el zapatismo. Esta alusión requiere mayor trabajo. Aquí sólo indico que, si bien el referente tiene sustento, el camino trazado y la documentación producida, así como las acciones de unos y otros llevaban a caminos distintos.

Conclusiones

¿Existió la unión entre anarquistas del PLM y los zapatistas? Como apunté, la supuesta alianza es una construcción posterior, el resultado de una memoria: primero de orden nacional, y luego vinculada a organizaciones de izquierda, las cuales observan en unos cuantos referentes, vagos, una relación que se construyó por el lema “Tierra y Libertad” de los ácratas, pero que no fue utilizado, salvo excepción, por los zapatistas.

Clave en ello es la transformación de la lucha anarquista de los ácratas del PLM, quienes han sido ubicados como capitalistas, reformistas, socialistas o anarcosindicalistas, de acuerdo con las pretensiones de quienes sustentan en el “magonismo” la causa social, legítima sin duda, pero que cambia la pretensión de revolución mundial que buscó esta organización, de manera abierta, entre 1911 y 1918. El comunismo anárquico, contrario a la patria, la bandera, la Constitución, toda forma de gobierno y de religión, quedó marginado para ser ubicado, en este caso, en una supuesta alianza que nunca tuvo de ningún lado un verdadero sustento. Los ácratas del PLM tomaron todos los movimientos sociales para demostrar a los anarquistas europeos que la lucha anarquista era un éxito en México, por lo que sumarse a ésta significaba cumplir con el deber como ácratas. El ejemplo que resaltaron, poco más que otros, fue el de los zapatistas, pero siempre se diferenciaron de ellos.

Por su parte, Emiliano Zapata siempre se mostró respetuoso de la patria, el gobierno y la religión. Su lucha por la tierra y el reparto agrario distaba mucho de la pretensión de los anarquistas. Las expropiaciones que realizó trastocaron el orden social establecido, pero su objetivo no era la desaparición de la propiedad privada, tema central para los anarquistas del PLM. Éstos indicaron a los ácratas del mundo que los zapatistas eran lo más parecido a sus pretensiones, con la intención de animarlos a la lucha. Ese objetivo se cumplió en los primeros meses de 1911, por lo que el poblado fronterizo de Tijuana fue puesto como ejemplo en la prensa ácrata de España, Francia y Estados Unidos. Pocos días después, ante la negativa de los anarquistas italianos de que en el poblado fronterizo se hubiera implantado la anarquía, en Regeneración se negó que la lucha en Baja California fuera de su organización e indicaron que en Morelos se llevaba a cabo su verdadera lucha, con las expropiaciones emprendidas y la oposición al gobierno de Madero. Los anarquistas mantuvieron esta estrategia, y la certeza de que se trataba de una revolución que ya implantaba el comunismo fue su retórica en los años siguientes. La lucha no terminaría hasta que desaparecieran los gobernantes, y, por ello, si Zapata se volvía autoritario, alguien haría justicia con un puñal en su espalda. Los zapatistas, ya sin religión, bien alimentados, dejarían atrás su ignorancia. En 1914, cuando los campesinos de Morelos entraron a la Ciudad de México, portaban como estandarte la imagen de la Virgen de Guadalupe. Desconocemos qué interpretación pudo haber dado Zapata, en el caso de que leyera Regeneración, como apuntó José Guerra, al hecho de que se pretendiera eliminar a los jefes, quienes, de acuerdo con Ricardo Flores Magón, eran unos “cómicos”.91

Hemerografía

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Regeneración, México, San Luis, Los Ángeles

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1 “Disposición del Gral. Emiliano Zapata, jefe del Ejército Libertador, a fin de que en los documentos oficiales aparezca al calce el lema: reforma, libertad, justicia y ley, adoptado por el Gobierno que sostiene el Plan de Ayala”, en Josefina E. de Fabela, Documentos históricos de la Revolución mexicana, vol. XXI: Emiliano Zapata. El Plan de Ayala y su política agraria (México: Jus, 1970), 186.

2Douglas Day, Los cuadernos de la cárcel de Ricardo Flores Magón (México: Fondo de Cultura Económica, 1993). En la obra se plantea, en términos de ficción y sin bases documentales, una supuesta relación entre Ricardo Flores Magón y Emiliano Zapata. El autor, sin duda, toma con demasiada ligereza la frase “Tierra y Libertad”. Existen algunos trabajos periodísticos que asumen esta versión como cierta.

3Enrique Krauze indica que Zapata estuvo más cerca del anarquismo que del reparto cardenista. En mi caso, planteo que no es así. Enrique Krauze, “Zapata contra Cárdenas”, en Textos heréticos (México: Grijalbo, 1992), 99-103.

4Cito sólo algunos, pero existen muchas referencias a este respecto. Véase: Ricardo Flores Magón, “Para después del triunfo”, Regeneración, 28 de enero de 1911, 2; “No queremos limosnas”, Regeneración, 2 de abril de 1911, 2; “La revolución social”, Regeneración, 27 de abril de 1912, 1; “Progreso revolucionario”, Regeneración, 12 de febrero de 1916, 1 y “Las reformas carrancistas”, Regeneración, 25 de marzo de 1916, 1. También: La Junta Organizadora del PLM, “A tomar posesión de la tierra”, Regeneración, 20 de mayo de 1911, 1 y Enrique Flores Magón, “El timo de la tierra”, Regeneración, 4 de diciembre de 1915. Este último es un cuento en el que Enrique demuestra lo inútil que es una reforma agraria que entregue parcelas.

5Marco Antonio Samaniego López, “El poblado fronterizo de Tijuana. Emiliano Zapata y la rivoluzione da tavolino”, Historia Mexicana, vol. LXVI, núm. 3 (2017): 1123-1175.

6Marco Antonio Samaniego López, “Enrique Flores Magón vs Enrique Flores Magón. Una modificación discursiva con impacto historiográfico”, Relaciones. Estudios de Historia y Sociedad, vol. XL, núm. 159 (2019): 193-218.

7Hugo Sandoval Vargas, La configuración del pensamiento anarquista en México. Horizonte libertario de La Social y el Partido Liberal Mexicano (Guadalajara: Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades-Universidad de Guadalajara, 2011).

8Marco Antonio Samaniego López, “No eran socialistas, patriotas, reformistas, ni sindicalistas: eran anarquistas del Partido Liberal Mexicano”, Historia, vol. II, núm. 52 (2019): 519-545 y “La intervención como estrategia para la unidad del proletariado: los anarquistas del Partido Liberal Mexicano”, Revista de Historia Americana y Argentina, vol. LIV, núm. 3 (2019): 91-122.

9Para detalles, véase Marco Antonio Samaniego López, Nacionalismo y revolución. Los acontecimientos de 1911 en Baja California (Tijuana: Universidad Autónoma de Baja California/Consejo Nacional para la Cultura y las Artes/Centro Cultural Tijuana, 2008). En la obra se explica cómo los indígenas de Baja California participaron tanto en la defensa del gobierno como en la lucha contra Díaz. Sin embargo, todos terminaron identificándose con Francisco I. Madero.

10Ricardo Flores Magón, “El miedo de la burguesía es la causa de la intervención”, Regeneración, 11 de julio de 1914, 1.

11Marco Antonio Samaniego López, “‘…El magonismo no existe’: Ricardo Flores Magón”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm. 49 (2015): 33-53.

12Véase Marco Antonio Samaniego López, “En contra del Programa del Partido Liberal Mexicano: los anarquistas del PLM”, Secuencia. Revista de Historia y Ciencias Sociales, núm. 107 (2020): 1-36.

13Diego Abad de Santillán, Ricardo Flores Magón. El apóstol de la Revolución social mexicana (México: Grupo Cultural Ricardo Flores Magón, 1925). Lowell L. Blaisdell, The Desert Revolution. Baja California, 1911 (Madison: The University of Wisconsin Press, 1962). Ethel Duffy Turner, Ricardo Flores Magón y el Partido Liberal Mexicano (Morelia: Erandi, 1960). James D. Cockroft, Precursores intelectuales de la Revolución mexicana, 1900-1913 (México: Siglo XXI Editores, 1971). Salvador Hernández Padilla, El magonismo: historia de una pasión libertaria 1900-1922 (México: Era, 1984). Javier Torres Parés, La Revolución sin frontera. El Partido Liberal Mexicano y las relaciones entre el movimiento obrero de México y el de Estados Unidos. 1900-1923 (México: Facultad de Filosofía y Letras-Universidad Nacional Autónoma de México/Ediciones Hispánicas, 1990). Lawrence Taylor, La campaña magonista de 1911 en Baja California (Tijuana: El Colegio de la Frontera Norte, 1991). Ward S. Albro, Always a Rebel: Ricardo Flores Magón and the Mexican Revolution (Fort Worth: Texas Christian University Press, 1992). Claudio Lomnitz, El regreso del camarada Ricardo Flores Magón (México: Era, 2016).

14“No retrocederemos”, Revolución, 13 de julio de 1907, 4; “El Estrada Cabrera mexicano”, Revolución, 20 de julio de 1907, 1. En las notas de Revolución no se consigna el nombre de los autores; en algunas aparecen seudónimos.

15Ricardo Flores Magón, “Atila a las puertas de Roma”, Regeneración, 11 de marzo de 1911, 1.

16Para detalles, Samaniego López, Nacionalismo. Versiones diferentes: Blaisdell, The Desert Revolution y Duffy Turner, Ricardo Flores Magón. Ethel Duffy, igual que su esposo, no fue anarquista, sino socialista, línea de pensamiento atacada por los ácratas del PLM de 1911 en adelante.

17Marco Antonio Samaniego López, “Las estrategias de los anarquistas del Partido Liberal Mexicano. Modificaciones en el entorno estadounidense y revolucionario, 1902-1918”, Estudios de Historia Moderna y Contemporánea de México, núm. 58 (2019): 117-158.

18La tesis sobre la relación con la Industrial Workers of the World se ha exagerado. En noviembre de 1910, en Regeneración, se indica que la American Federation of Labor era la central con la que tenían relación. Véase “Mexicanos: Engrandeceos ante el concepto extranjero”, Regeneración, 5 de noviembre de 1910, 1. En el texto, se invita a los simpatizantes a sumarse a las reuniones de la federación.

19John Womack Jr., Zapata y la Revolución mexicana (México: Fondo de Cultura Económica, 2017). Alicia Hernández Chávez, Anenecuilco. Memoria y vida de un pueblo (México: Fideicomiso de las Américas-El Colegio de México/Fondo de Cultura Económica, 1993). Gildardo Magaña y Carlos Pérez Guerrero, Emiliano Zapata y el agrarismo en México (México: Ruta, 1951), 5 tomos. Jesús Sotelo Inclán, Raíz y razón de Zapata (México: Fondo de Cultura Económica, 1969). Felipe Arturo Ávila Espinosa, Los orígenes del zapatismo (México: El Colegio de México/Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Nacional Autónoma de México, 2001).

20Ricardo Flores Magón, “Solidaridad”, Regeneración, 29 de octubre de 1910, 1.

21Ricardo Flores Magón, “Francisco I. Madero es un traidor a la causa de la libertad”, Regeneración, 25 de febrero de 1911, 1 y “El rebaño inconsciente se agita bajo el látigo de la libertad”, Regeneración, 4 de marzo de 1911, 1.

22Flores Magón, “Atila a las puertas de Roma”, 1.

23Emiliano Zapata, “Carta del cabecilla Zapata”, El País, 10 de mayo de 1911.

24Emiliano Zapata al ministro de Gobernación, 5 de agosto de 1911, en Fabela, Documentos históricos, 13-14.

25Enrique Flores Magón, “El movimiento avanza”, Regeneración, 20 de mayo de 1911, 1.

26Manifiesto lanzado por el general Emiliano Zapata al pueblo de Morelos, Villa de Ayala, Morelos, 27 de agosto de 1911, en Laura Espejel, Alicia Olivera y Salvador Rueda, Emiliano Zapata. Antología (México: Instituto Nacional de Estudios Históricos de la Revolución Mexicana, 1988), 98-99.

27Ricardo Flores Magón, “La bandera roja ondea triunfante en toda la república”, Regeneración, 26 de agosto de 1911, 1.

28Ricardo Flores Magón, “No queremos limosnas”, Regeneración, 1 de abril de 1911, 2 y “Adelante”, Regeneración, 13 de junio de 1914, 3.

29Ricardo Flores Magón, “El pueblo mexicano es apto para el comunismo”, Regeneración, 2 de septiembre de 1911, 1.

30“Manifiesto. La Junta organizadora del Partido Liberal Mexicano”, Regeneración, 23 de septiembre de 1911, 1.

31Ricardo Flores Magón, “Por la patria”, Regeneración, 18 de abril de 1911, 1.

32Luigi Galleani, “Il Compagno Emiliano Zapata”, Cronaca Sovversiva, 13 de enero de 1912, 3; Mentata, “Notte suvversive del due emisferi”, Cronaca Sovversiva, 24 de febrero de 1912, 1.

33Enrique Flores Magón, “La angustia de Madero no tiene límites”, Regeneración, 10 de febrero de 1912, 2-3.

34Ricardo Flores Magón, “Ayudad ahora, mexicanos”, Regeneración, 10 de febrero de 1912, 1.

35Enrique Flores Magón, “Notas de la revolución”, Regeneración, 7 de octubre de 1911, 1.

36Ricardo Flores Magón, “La importancia del movimiento económico”, Regeneración, 28 de octubre de 1911, 2.

37Enrique Flores Magón, “La rebelión se extiende por toda la república”, Regeneración, 25 de noviembre de 1911, 2.

38Enrique Flores Magón, “Notas de la revolución social”, Regeneración, 27 de enero de 1912, 2.

39William C. Owen, Enrique Flores Magón y Ricardo Flores Magón, “Carta a Juan Grave”, Regeneración, 13 de abril de 1912, 3.

40Ricardo Flores Magón, “Los Jefes”, Regeneración, 15 de junio de 1912, 1.

41Antonio de Pío Araujo, “Miente Albertini”, Regeneración, 27 de julio de 1912, 3.

42Francisca J. Mendoza, “¡Paso a la revolución social! ¡Abajo el gobierno! ¡Muera el capital!”, Regeneración, 17 de agosto de 1912, 2.

43José Guerra, “La revolución en el sur de la república”, Regeneración, 25 de julio de 1913, 1.

44José María Rangel, “La revolución en el sur de la república”, Regeneración, 2 de agosto de 1913, 1.

45Antonio de Pío Araujo, “La revolución en el sur de la república”, Regeneración, 2 de agosto de 1913, 1.

46Ricardo Flores Magón, “El zapatismo”, Regeneración, 18 de noviembre de 1911, 1. Señaló Ricardo: “Si se tratase de revolucionarios que confían en promesas, el movimiento llamado zapatista moriría con la traición del que dice ser su jefe. Los que tomaron la tierra no llevaron a cabo ese grandioso acto porque adoraban a Zapata, sino porque adoran la tierra”.

47“Palabras de Emiliano Zapata”, Regeneración, 3 de mayo de 1913, 1.

48Antonio de Pío Araujo, “La mejor solución”, Regeneración, 9 de agosto de 1913, 1.

49Ricardo Flores Magón, “Manifiesto al pueblo mexicano”, Regeneración, 25 de noviembre de 1916, 1.

50Pío Araujo, “Miente Albertini”, 3. William C. Owen, “Is Mexico really so helpless?”, Regeneración, 29 de noviembre de 1913, 4. Ricardo Flores Magón, “La intervención americana”, Regeneración, 13 de junio de 1914, 2.

51“La revolución en el centro de México”, Regeneración, 29 de noviembre de 1913, 1.

52Enrique Flores Magón, “¡Viva la violencia!”, Regeneración, 23 de marzo de 1912, 1-2. Mendoza, “¡Paso a la revolución social!”, 2. Por la Junta, “Manifiesto a los rebeldes carrancistas y a los soldados de la libertad”, Regeneración, 3 de mayo de 1913, 1. Ricardo Flores Magón, “Rebeldías proletarias”, Regeneración, 7 de marzo de 1914, 2; “La revolución social en Sonora”, Regeneración, 21 de febrero de 1914, 1 y “El fondo de la revolución mexicana”, Regeneración, 18 de julio de 1914, 3.

53Como ejemplo, véase Ricardo Flores Magón, “La situación”, Regeneración, 11 de julio de 1914, 2. En la nota, se indica que Zapata y Jesús Salgado expropiaban todos los medios de producción y fusilaban a burgueses, autoridades y curas, mientras que “los nuestros tienen a raya a los constitucionalistas y viven en el comunismo”.

54Ricardo Flores Magón, “A última hora”, Regeneración, 18 de julio de 1914, 1-2.

55Emiliano Zapata a Francisco Villa, 19 de enero de 1914, en Rubén Osorio (comp.), La correspondencia de Francisco Villa. Cartas y telegramas de 1911 a 1923 (Chihuahua: Gobierno del Estado de Chihuahua, 2004), 40.

56Espejel, Olivera y Rueda, Emiliano Zapata, 438-445.

57Ricardo Flores Magón, “Contra el zapatismo”, Regeneración, 23 de octubre de 1915, 1. El texto se aboca a indicar que los carrancistas centran su atención en contra de Emiliano Zapata.

58El 3 de octubre de 1915, Ricardo Flores Magón publicó la reunión entre Zapata y Pío Araujo. Su conclusión, semejante a la de Pío Araujo dos años antes, es que en todo México el anarquismo triunfaba: los pueblos vivían en libertad y era indudable la derrota de la burguesía, la autoridad y el clero. Ricardo Flores Magón, “La muerte del sistema burgués”, Regeneración, 3 de octubre de 1915, 1.

59Ricardo Flores Magón, “El carácter de la revolución mexicana”, Regeneración, 25 de diciembre de 1915, 2. El texto fue publicado originalmente en Reivindicación, que se editaba en Sabadell, España. Dicha publicación retomaba la postura de los anarquistas del PLM: la revolución ya era económico-social, es decir, que se expropiaban todos los medios de producción, pero la prensa burguesa no informaba de ello.

60Ricardo Flores Magón, “¡Alto ahí!”, Regeneración, 15 de enero de 1916, 1. En la serie de artículos “¡Alto ahí!”, Ricardo Flores Magón reclamó a los anarquistas radicados en Estados Unidos que sólo se dedicaban a criticarlos, sin apoyar el movimiento.

61Estela Arteaga, “La situación”, Regeneración, 17 de junio de 1916, 3.

62Ricardo Flores Magón, “Radicalismo carrancero”, Regeneración, 29 de julio de 1916, 1.

63Ricardo Flores Magón, “Los primeros triunfos”, Regeneración, 9 de febrero de 1918, 1.

64Flores Magón, “Para después del triunfo”, 2.

65Flores Magón, “Manifiesto al pueblo mexicano”, 1.

66Flores Magón, “Manifiesto al pueblo mexicano”, 1-2.

67Womack Jr., Zapata, 301-310.

68Alan Knight, La Revolución mexicana. Del Porfiriato al nuevo régimen constitucional (México: Grijalbo, 1996), 939-945.

69Ricardo Flores Magón, “Atila a las puertas de Roma”, Tierra y Libertad, 19 de abril de 1911, 1-2.

70Ricardo Flores Magón, “Manifiesto a los trabajadores de todo el mundo”, Tierra y Libertad, 3 de mayo de 1911, 2.

71Ricardo Flores Magón a Pedro Esteve, 3 de mayo de 1911, en Archivo Electrónico Ricardo Flores Magón.

72Liane, “Le due insurrezioni: parigi, Messico”, Cronaca Sovversiva, 27 de mayo de 1911, 2.

73Samaniego López, Nacionalismo, en particular cap. VII.

74A pesar de ello, diferentes autores dicen que Ricardo Flores Magón intentó una “utopía” en Baja California, pero nunca explican por qué ni en qué consistía. Un ejemplo reciente, Susana Sueiro, “‘Mi patria es el mundo entero’: la utopía trasnacional libertaria de Ricardo Flores Magón en Baja California (1911)”, en Lugares de utopía. Tiempos, espacios y estrías, coordinación de Juan Pro y Pedro José Mariblanca (Madrid: Ediciones Polifemo, 2019), 341-343.

75Samaniego López, “En contra del Programa”, 1-36.

76Womack Jr., Zapata, 391.

77Womack Jr., Zapata, 16.

78Los insultos a Díaz Soto y Gama son por varios motivos, puede verse: Ricardo Flores Magón, “Notas al vuelo”, Regeneración, 14 de octubre de 1911, 3. Véanse ediciones del 19 de agosto, 14 y 21 de octubre, 11 y 18 de noviembre, del referido año. En la edición del 11 de noviembre, lo llaman “pobre loco” (véase “Notas al vuelo”, 3).

79Salvador Rueda Smithers, “La perspectiva en las formas del paisaje: miradas al zapatismo”, en Independencia y revoluciones en nuestra América, coordinación de Marco Antonio Samaniego López (México: Instituto de Investigaciones Históricas-Universidad Autónoma de Baja California/Instituto de Cultura de Baja California/ Comisión Organizadora del Estado de Baja California para la Conmemoración del Bicentenario de la Independencia Nacional y Centenario de la Revolución Mexicana, 2010), 35-52.

80En Zapatismo. Origen e historia colaboran: Alicia Hernández Chávez, Horacio Crespo, Ernest Sánchez Santiró, Francisco J. Paoli Bolio, Josefina Mac Gregor, Jaime Vélez Storey, Sagrario de la O Ortega, Salvador Rueda Smithers, Felipe Arturo Ávila Espinosa, Laura Espejel López, María Herrerías Guerra, Renato Ravelo Lecuona, Marco Antonio Anaya Pérez, David G. LaFrance, María Teresa Álvarez, Xavier Guzmán Urbiola, María Eugenia Romero Ibarra, José Alfredo Castellanos y María Eugenia Ponce.

81Pedro Castro, “Antonio Díaz Soto y Gama, brazo y memoria del zapatismo”, en Zapatismo. Origen e historia (México: Secretaría de Cultura/Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México, 2019), 167-201.

82Francisco Pineda, La revolución del sur 1912-1914 (México: Era, 2005), 268-272.

83Samuel Kaplan, Peleamos contra la injusticia. Enrique Flores Magón, precursor de la Revolución mexicana, cuenta su historia (México: Libro Mex Editores, 1960), 206-207.

84Antonio de Pío Araujo a Ricardo Flores Magón, 18 de mayo de 1907, en Jacinto Barrera Bassols (recop. e introd.), Correspondencia de Ricardo Flores Magón (1904-1912) (Puebla: Universidad Autónoma de Puebla, 1989), 254-255.

85Francisco López Bárcenas, Rebeldes solitarios. Los magonistas entre los pueblos mixtecos (México: Desinformémonos Ediciones, 2013), 99-125.

86Samaniego López, “Las estrategias”, 117-158.

87Entrecomillamos el término por la negativa de los anarquistas del PLM para ser ubicados como magonistas. Samaniego López, “‘…El magonismo no existe’”, 33-53.

88Ricardo Melgar Bao, El zapatismo en el imaginario anarquista norteño: Regeneración, 1911-1917 (México: Instituto Nacional de Antropología e Historia, 2016), 2 tomos.

89Rubén Trejo, “Vínculos entre los zapatistas y los magonistas durante la Revolución mexicana”, Utopía y Praxis Latinoamericana. Revista Internacional de Filosofía y Teoría Social, año 25, núm. 90 (2020): 78.

90Sandoval Vargas, La configuración, 137-142. Un ejemplo son las alusiones a la vida bucólica indígena a la que hace referencia Armando Bartra en el Foro Magonismo, la revolución desconocida, llevado a cabo el 23 de noviembre 2010 en el Multiforo Cultural Alicia, Ciudad de México. Véase en Biblioteca Social Reconstruir. Un oasis Libertario.

91Ricardo Flores Magón, “El espíritu de las masas”, Regeneración, 20 de noviembre de 1910, 2.

Marco Antonio Samaniego López: doctor en historia por El Colegio de México. Su tesis doctoral, Los ríos internacionales entre México y Estados Unidos, fue galardonada como la mejor tesis en 2004 por la Academia Mexicana de Ciencias. Es coautor del libro Historia y Geografía de Baja California para tercer año de primaria. Coordinador de varios libros sobre Baja California, la revolución y la frontera entre México y Estados Unidos. Recibió el premio nacional de investigación histórica Atanasio G. Sarabia en 1997. Autor del libro Nacionalismo y Revolución. Los acontecimientos de 1911 en Baja California. Como director del Instituto de Investigaciones Históricas de la UABC coordinó y elaboró el proyecto de maestría y doctorado en Historia, que forma parte del PNPC.

Recibido: 23 de Octubre de 2020; Aprobado: 09 de Junio de 2021

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