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Signos históricos

versão impressa ISSN 1665-4420

Sig. his vol.15 no.30 México Jul./Dez. 2013

 

Reseñas

 

Victor M. Macías-Gonzalez y Anne Rubenstein (eds.), Masculinity and Sexuality in Modern Mexico

 

Pamela J. Fuentes*

 

Albuquerque, University of New Mexico Press, 2012, 280 p.

 

* York University. pamjfuentes@gmail.com.

 

Este libro reúne nueve ensayos que plantean diversas posibilidades para el estudio del género y la sexualidad en la historia del México moderno. Con el objetivo de mostrar la complejidad del término masculinidades los artículos narran historias que se desarrollaron en la frontera con Estados Unidos o en centros urbanos como Guadalajara, la Ciudad de México y Oaxaca. Aunque se privilegia el análisis del Porfiriato y las décadas de 1940 y 1950, el conjunto de los textos aquí reunidos provee al lector de muchas pistas para examinar cambios, continuidades y múltiples apropiaciones de lo masculino a finales del siglo XIX y a lo largo del XX.

Aunque el libro está organizado en dos partes, todos los artículos tienden vasos comunicantes entre ellos. En el primer apartado, titulado "Experiences", los editores agruparon cinco estudios de caso que examinan la personificación de la masculinidad o lo masculino que distintos actores sociales encarnaron en diferentes espacios y temporalidades. De igual forma, el deseo y la subversión son temas que propician el diálogo académico entre los cinco autores.

En "The bathhouse and male homosexuality in Porfirian Mexico", Víctor M. Macías-González explora la oportunidad que los baños públicos representaban como vehículo de la modernidad del régimen porfirista, como lugares donde las clases bajas podían aprender las prácticas higiénicas de la élite. A partir de esto, políticos, empresarios, educadores y reformadores sociales establecieron una correlación discursiva entre la limpieza corporal y el estatus moral de las personas, el cual estaba traspasado por el género, la clase y la raza. Al mismo tiempo, la naturaleza geográfica de dichos espacios permitió la construcción de una identidad homosexual, en la que los hombres pudieron explorar con relativa libertad su sexualidad. Como parte de esa identidad, los asistentes a los baños desplegaron una serie de prácticas sociales y culturales que les permitió reconocerse y solidarizarse como miembros de una comunidad, aunque nunca se libraron de las voces y reglamentos que trataron de suprimir el peligro social que representaban.

Igualmente perniciosos para el régimen porfirista fueron los papeles masculinos que asumieron numerosas chicas oaxaqueñas, pertenecientes a la clase trabajadora, quienes orquestaron sus propios raptos, ya sea planeándolos deliberadamente o bien desafiando la hombría de sus novios para hacerlos partícipes de sus planes. Las historias que nos cuenta Kathryn A. Sloan en su artículo abren la puerta a discusiones sobre la apropiación de comportamientos que se atribuyen como propios de algún género, pero que pueden ser utilizados por otro, desafiando, así, estructuras familiares y nacionales. Esta investigación, además, problematiza el énfasis que la academia ha puesto en la virginidad y la conservación de ésta como parte inseparable de la honra de las mujeres, puesto que en los numerosos casos que Sloan analiza, tanto la sexualidad como la virginidad se juegan como monedas de cambio para cumplir el deseo de casarse con quien estas mujeres deseaban, pese a la negativa de sus padres, o bien para huir de sus hogares, donde eran maltratadas. De ahí que las estrategias utilizadas para la defensa de su honor y sus derechos fueran, en su mayoría, masculinas. El México del cambio de siglo fue escenario de continuas renegociaciones y afrentas a los ideales de feminidad y masculinidad porfirianos.

La Ciudad de México y un triángulo amoroso que terminó en crimen son el marco que le sirve a James A. Garza para analizar las tensiones y renegociaciones de  las identidades de género entre la clase media urbana. En este artículo, el autor estudia  los códigos de conducta de las amistades entre hombres y cómo estas relaciones se  renegocian por medio de la violencia y se modelan en diferentes arenas, tales como casas de citas, cantinas, salas judiciales y la prensa escrita.

Los escenarios que formaban parte del mundo del vicio: cantinas, cabarets o burdeles, también proporcionan herramientas de análisis que enriquecen y problematizan una visión monolítica del género. En "Meretricious Mexicali. Exalted masculinities and the crafting of male desire in a border red-light district, 1908-1925", Eric Schantz analiza el turismo sexual y la prostitución en el norte del país. En este artículo, el autor estudia la geografía particular de la zona fronteriza, las dinámicas que la conformaron, así como su impacto en el comercio sexual. Mexicali ilustra, a través de lo que Schantz llama "trans-culturative masculinities", la forma en que los movimientos migratorios entre México y Estados Unidos sirvieron para exaltar los modelos particulares de masculinidad, como el macho mexicano o el latin lover. Además, explorando la historia del burdel "El Tecolote", este artículo ofrece un ejemplo interesante para el estudio de la coexistencia de diferentes razas en un mismo espacio, así como las políticas y discursos relacionados con el género que afectaron esta convivencia.

De acuerdo con Anne Rubenstein, la autora que cierra la primera parte del libro, otro espacio que sirvió para la puesta en práctica y el desafío de los papeles de género fueron las salas cinematográficas. En su análisis acerca de las distintas experiencias relacionadas con las salidas al cine en el periodo de 1920 a 1960, Rubenstein nos muestra que dichos lugares fueron escenarios que servían para practicar y representar los guiones de lo masculino asignados a los hombres tanto por el Estado mexicano como por la sociedad. El público desempeñó un papel tan importante para la construcción del género, como lo hicieron las estrellas que dictaban los lineamientos desde la pantalla.

Al igual que en otros espacios analizados en este libro, los cines fueron considerados lugares peligrosos en los que se ponía en riesgo la integridad física, moral y espiritual de los asistentes. Por esta razón diversas instituciones, como la iglesia católica, abogaron por la regulación del espacio por la censura del contenido de las cintas que se proyectaban. Al mismo tiempo, las prácticas cotidianas relacionadas con ir a ver las películas sirvieron para instruir a los hombres en las cualidades que debían poseer cuando llegaran a ser los jefes de familia que la sociedad esperaba.

Los cambios económicos y culturales ocurridos en México desde el Porfiriato hasta bien entrado el siglo XX, dieron lugar a la formación de espacios modernos en los que se crearon y recrearon muchas de las dinámicas de género que, a su vez, fueron creadas y recreadas en los medios de comunicación. Es una tarea complicada para los historiadores dilucidar si la realidad influyó en las representaciones más de lo que éstas impactaron a la realidad o viceversa. Por ello, es valioso el esfuerzo de los cuatro ensayos que conforman la segunda sección del libro, llamada, justamente, "Representations". En ella los autores analizan la interacción entre las imágenes desplegadas en la prensa, la música y las películas con sus correspondientes contextos históricos, enriqueciendo el debate de la formación de identidades tanto nacionales como de género en el México moderno.

En su ensayo sobre la violencia hacia las mujeres entre la clase trabajadora, Robert Buffington argumenta que el incremento de ésta durante el cambio de siglo obedeció a una crisis generalizada de la masculinidad que tuvo repercusiones en hombres y mujeres de todas las clases sociales. De acuerdo con el autor, las nociones de modernidad que comenzaron a extenderse hacia 1900 alteraron las normas de comportamiento a las que la mayoría de los hombres habían estado sujetos. Como consecuencia de esta desestabilización, los hombres utilizaron la violencia para responder a los cambios que amenazaban el equilibrio al que estaban acostumbrados, proceso en el que las mujeres fueron el blanco habitual. A mi juicio, este argumento no explica las complejidades de la violencia entre los géneros. El debate que puede hacerse al respecto y la riqueza de las fuentes que Buffington utiliza en su ensayo —caricaturas, poemas y canciones que circulaban en los tabloides— invitan a profundizar en las ideas que este autor expone. Una de ellas, que sirve de puente para otras discusiones académicas, es la tensión entre la llamada patria chica y la identidad nacional totalizante, así como la importancia del género en la construcción de ambas.

Andrew Wood ejemplifica lo anterior en su artículo "Nationalizing the Bohemian. The mythogenesis of Agustín Lara". El famoso músico-poeta, nacido y criado en la Ciudad de México, es quizás uno de los veracruzanos más famosos de la cultura popular mexicana. En este ensayo, Wood explora los orígenes de Lara para demostrar que tanto su identidad jarocha como su imagen romántica y bohemia fueron construidas, durante largo tiempo, con fines publicitarios. De acuerdo con el autor, la adopción de Veracruz como el lugar de nacimiento de una figura tan importante contribuyó a establecer su identidad como hombre moderno de acuerdo con las transformaciones que, tanto en los continentes americano como europeo, trajeron consigo las décadas de 1930 y 1940.

Esta historia, que explora la relación entre las identidades regionales que dieron forma a lo mexicano en el contexto nacional e internacional, da cabida al análisis de los arquetipos producidos por los medios de comunicación en los que centenares de migrantes hacia los centros urbanos reflejaron sus propias experiencias. En algunos casos, como en el que explora Jeffrey Pilcher, dichos arquetipos entraron en conflicto y salieron de la pantalla para participar en otros escenarios. En su artículo "The gay caballero. Machismo, homosexuality, and the nation in Golden Age Film", el autor toma como eje rector de su análisis una serie de discusiones en torno a un conflicto en el sindicato de actores a mediados de la década de 1940, en el que las concepciones de masculinidad jugaron un papel importante. A partir de su análisis, Pilcher muestra que el estereotipo de masculinidad del macho, mostrado en infinidad de ocasiones por el cine mexicano, tuvo diversos matices entre los que destacan el "charro" y el "pelado" encarnados por figuras como Pedro infante, Jorge Negrete y Mario Moreno "Cantinflas". Estos dos últimos fueron, por cierto, líderes del sindicato de actores en la disputa que analiza este ensayo, en la que, particularmente Cantinflas, utilizó argumentos de masculinidad en su lucha laboral, llamando esquirol y homosexual a un bailarín español que formó parte del conflicto.

Mary-Lee Mulholland también utiliza en su análisis a dos figuras prominentes de la cultura popular para su estudio sobre sexualidad y masculinidades en Guadalajara, Jalisco. A partir de la imagen de un beso entre los cantantes Vicente y Alejandro Fernández durante un concierto, la autora desarrolla una reflexión sobre la complejidad de dos masculinidades particulares en México: el macho y el maricón. A través de diversas entrevistas, la autora ilustra la ambivalencia del género y la sexualidad, así como la ansiedad social que se produce cuando dos estereotipos, aparentemente irreconciliables, se manifiestan coexistiendo afectuosamente en espacios públicos.

La diversidad de posibilidades que entrañan el género y la sexualidad, así como los múltiples acercamientos para analizar ambos temas son, quizá, las mayores contribuciones de esta obra. Sin olvidar que las mujeres también forman parte de la construcción de lo masculino, las fuentes y argumentos que los autores utilizaron para comprender la transformación histórica de las masculinidades en México dieron como resultado un libro que propicia el debate y ofrece la oportunidad de pensar en el estudio de otras temáticas. Por ejemplo, las masculinidades en zonas rurales, la violencia entre hombres de diferentes preferencias sexuales, la encarnación de la masculinidad en la política y sus personajes, etcétera. Sin duda, ésta es una obra recomendable que, espero, contribuirá al diálogo historiográfico entre académicos interesados en el género y la sexualidad en Canadá, Estados Unidos y, por supuesto, México.

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