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Signos históricos

versão impressa ISSN 1665-4420

Sig. his vol.14 no.27 México Jan./Jul. 2012

 

Artículos

 

Intelectuales guatemaltecos en México: del movimiento Claridad al antifascismo, 1921-1939

 

Guatemalan intellectuals in Mexico: From the Clarté movement to the antifascism, 1921-1939

 

Rogelio de la Mora Valencia*

 

Instituto de Investigaciones Histórico-Sociales-Universidad Veracruzana * rdelamora@uv.mx

 

Recepción: 17-06-2011
Aceptación: 6-11-2011

 

Resumen

El presente artículo propone rastrear el itinerario intelectual de algunos de los intelectuales guatemaltecos de la llamada "generación de los novecientos veinte", tales como: Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón y Arqueles Vela. Al seguir sus pasos y analizarlos e interpretarlos, también se pretende mostrar los estrechos lazos de orden cultural e intelectual tanto con sus pares mexicanos como con el movimiento Clarté!, en Francia.

Palabras claves: Intelectuales, Guatemala, México, Movimiento claridad, Novecientosveintistas.

 

Abstract

This paper aims to trace the intellectual itinerary of some of the Guatemalan intellectuals of the so-called generation of the nine hundred and twenty, such as Miguel Angel Asturias, Luis Cardoza y Aragón and Arqueles Vela. To follow theirs footsteps and analyze and interpret them is also intended to show the close cultural and intellectual ties with their Mexican counterparts and with the movement Clarté!, in France.

Keywords: Intellectuals, Guatemala, Mexico, Clarté Movement, Novecientosveintistas.

 

El presente trabajo se propone rastrear el itinerario intelectual de ciertos miembros de la llamada "generación de los veinte" en Guatemala, tales como: Miguel Ángel Asturias, Luis Cardoza y Aragón y Arqueles Vela. Al seguir sus pasos y analizar e interpretar lo esencial de sus obras, también se pretende resaltar cómo estos actores —desde sus primeras participaciones en los debates culturales y cívicos en Guatemala, pasando por el estridentismo en México y la Asociación de Estudiantes Latinoamericanos en París, hasta su pertenencia a la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (en el caso de Cardoza y Aragón) también en México— sostuvieron una estrecha relación con su pares mexicanos, sobre la base de preocupaciones y temáticas comunes.

El énfasis de este trabajo está puesto en el movimiento "Claridad" de Henri Barbusse, Anatole France y Romain Rolland y su presencia en el discurso y en la acción de los personajes estudiados; asimismo se argumentará cómo esta generación forjó la matriz de sus ideales durante las primeras décadas del siglo XX, para contribuir a la transformación de la sociedad.

 

I

Antes que nada, es preciso considerar que el siglo XX en Guatemala inició teniendo a la cabeza de su gobierno al abogado de profesión Manuel Estrada Cabrera, un dictador liberal "ilustrado". Su dictadura —como tantas otras en Hispanoamérica— es un régimen de excepción ejercido sin control, en el cual el poder del presidente sobre los gobernados no conoce restricciones y las garantías fundamentales son inexistentes. Rafael Heliodoro, historiador y uno de los actores aquí estudiados, observa: "Por lo general las dictaduras centroamericanas han tenido idénticos rasgos a las de otros países hispanoamericanos: desprecio a los derechos del hombre, irrespeto a los valores del espíritu; codicia y sevicia".1 Durante su mandato (1898-1920), Estrada Cabrera impulsó el desarrollo económico del país en beneficio de unos pocos. Este "defensor de la civilización y la Ley", contemporáneo y amigo de Porfirio Díaz, estimuló tanto como pudo las colonizaciones extranjeras (alemana y estadounidense), el cultivo de café, la producción comercial del banano y la explotación de hidrocarburos y minerales. En este proceso se abrieron las puertas a la inversión extranjera apenas disfrazada, concediendo contratos ferrocarrileros harto favorables a la United Fruit Company. Gracias a tales facilidades, la compañía frutera estadounidense se convirtió en el motor de la economía de Guatemala.2 Pero ¿dónde están y qué papel desempeñan los hombres de cultura en estas circunstancias?

Los miembros más connotados de la clase pensante solían reunirse periódicamente en el teatro Colón de la ciudad capital e invariablemente con el consentimiento y el apoyo financiero del "Señor Presidente", publicaban la revista mensual del mismo nombre de su asociación: Ateneo de Guatemala, de la cual Estrada Cabrera era presidente honorario. Los integrantes de este reducido círculo, en su afán por defender sus privilegios, aprovechaban cada oportunidad para manifestar públicamente su reconocimiento al benefactor. Así, por ejemplo, con motivo del quincuagésimo aniversario del nacimiento del caudillo, el número 29 de la revista (del 21 de noviembre de 1908) se le dedicó por completo. Cada quien cumple con lo que considera es su tarea social: uno está hecho para gobernar y los otros para ayudar a que sus contemporáneos se reconozcan en él en cuanto a ideas y sentimientos. Como para hacer honor al título de "Benemérito de la Patria", y también al de "Padre de la patria y de la juventud estudiosa" que sus corifeos le otorgaban, el dictador ejerció un mecenazgo sobre los más prestigiados hombres de letras finiseculares, como el nicaragüense y máximo representante del Modernismo en lengua castellana, Félix Rubén García Sarmiento (Rubén Darío), el escritor y diplomático Enrique Gómez Carrillo3 y el poeta peruano José Santos Chocano. El escritor y dramaturgo mexicano Federico Gamboa (1864-1939), quien durante su estancia en Guatemala como tercer secretario de la embajada de México escribió su célebre novela Santa, también mantuvo estrechos lazos de amistad con Estrada Cabrera.4

El comienzo del fin de la dictadura está signado por el movimiento Unionista, en el cual participaron esencialmente clases medias urbanas, luego de un cuartelazo y un levantamiento popular. Heliodoro Valle afirma que las rebeliones centroamericanas han dado más renombre a Centroamérica que el banano y la caoba.5 Sin embargo, esta rebelión obtuvo un carácter singular, el instrumento de la insurrección es el Partido Unionista, fundado el 25 de diciembre de 1919, con el argumento de promover la integración ístmica en vísperas del centenario de la Independencia centroamericana. En este movimiento, la colaboración de jóvenes universitarios —que a la postre se autodenominarían la generación de los veinte—6 es muy importante, si no es que determinante. Por lo general, sus miembros pertenecieron a las clases medias o altas: David Vela (1901-1992), Carlos Samayoa Aguilar (1898-1973), Miguel Ángel Asturias (1899-1974), Carlos Bauer Avilés (1890-1942), César Brañas (1899-1976), Arqueles Vela (1899-1977), Jorge García Granados (1900-1961), Ramón Aceña Durán (1898-1946), Carlos Wyld Ospina (1891-1956), Flavio Herrera (1895-1968) y Epaminondas Quintana (1899-1985). En esta ebullición política, los novecientosveintistas suscriben el Acta de los Tres Dobleces,7 esencial en la insurrección; forman parte de la Asociación de Estudiantes Universitarios (AEU) y editan las revistas Claridad, Cultura y Studium. Además, restauran la Huelga de Todos los Dolores y fundan la Universidad Popular8 el 20 de agosto de 1922.9 Si en la sociedad guatemalteca, durante la dictadura de Estrada, el individuo que se incorporara a un grupo o a una red carecía de la libertad de establecer reglas o modificar las exigencias de pertenencia, en el momento de la ruptura los vínculos provienen más bien de una decisión personal. La tradición cede ante los embates de la modernidad.

Epaminondas Quintana, en su Historia de la generación de 1920, rememorando los orígenes de la Universidad Popular, afirma:

Comenzamos a trabajar por Guatemala de una manera fundamental. Con David Vela, José Luis Balcárcel, Carlos Fletez Sáenz [secretario de Porfirio Barba-Jacob] y Miguel Ángel [Asturias] concebimos —no, miento, no concebimos sino que seguimos— una concepción original de Porfirio Barba-Jacob que se llamaba "la universidad popular". Esta idea la inició aquí, inspirado por México, don Porfirio Barba-Jacob.10

Más adelante volveré sobre este punto.

Un análisis prosopográfico nos mostraría que los novecientosveintistas estudian casi todos en el Instituto de Varones entre 1911-1916: Epaminondas Quintana, Miguel Ángel Asturias, Arqueles y David Vela, Flavio Herrera, José Luis Balcárcel, entre otros. Asimismo, esta generación se enmarca en el ambiente intelectual de la posguerra: pacifismo y antimilitarismo, planteados por un lado, por Anatole France, Romain Rolland y Henri Barbusse y, por el otro, la Reforma universitaria de Córdoba, la Revolución mexicana y la rusa y el resurgimiento del federacionismo centroamericano, que dotó de argumentos y pretextos a los que aspiraban a derrocar a Estrada Cabrera. Las influencias más importantes provienen de Enrique Rodó (la máxima figura de la nueva generación opuesta al positivismo), José Vasconcelos (quien guía al estudiante Asturias en las primeras etapas de su trabajo de tesis "El problema social del indio"), José Ingenieros y Manuel Ugarte (1875-1951), a quien Asturias cita en su tesis. Es a través de estos pensadores latinoamericanos, pero también mediante las revistas, El Maestro (1919-1922) y El Repertorio Americano (1919-1958) —así como del contacto personal directo con intelectuales en México— que los jóvenes guatemaltecos se acercan a los ideales del grupo Claridad.

Si bien los planteamientos de José Ortega y Gasset (apertura hacia lo universal; la autoconceptualización del intelectual, en tanto que minoría; el estudio de la crisis de nuestro tiempo) fueron recibidos con entusiasmo por los jóvenes guatemaltecos, es poco probable que en el momento de la insurgencia los trabajos del filósofo español hayan sido conocidos en Guatemala. Ortega y Gasset publica España invertebrada. Bosquejo de algunos pensamientos históricos, en 1922, y La Revista de Occidente edita su primer número en junio de 1923. Es en el periódico El Imparcial, del cual volveré a referirme más adelante, donde se publicó, en 1924 el ensayo "El tema de nuestro tiempo", originalmente editado en España en 1921. En ese escrito, Ortega y Gasset sostenía que la crisis —pérdida del rumbo relacionado con la cultura y lo humano vital— constituía el tema de nuestro tiempo. Allí se lee que "Nuestro tiempo es, claramente, una época de jóvenes, de iniciación, de beligerancia constructiva" y que "Cada generación tiene vocación histórica".11

Los más destacados escritores e intelectuales miembros de esta generación socializaron con sus pares mexicanos, porque vivieron y trabajaron la mayor parte de sus vidas en territorio azteca: Arqueles Vela, Cardoza y Aragón, Jorge García Granados, Carlos Mérida y Rafael Heliodoro Valle.12 Otros, desde muy temprano, viajaron a México siendo más que simples testigos del movimiento revolucionario de carácter antioligárquico que allí se desarrollaba: Wyld Ospina, Porfirio Barba-Jacob,13 Rafael Yela Gunther y Carlos Mérida, por ejemplo. Otros más, como Máximo Soto Hall,14 Miguel Ángel Asturias y Carlos Samayoa Aguilar,15 estuvieron presentes en el escenario mexicano justo en la emergencia del proyecto del nacionalismo cultural vasconcelista.

Asturias ingresó en la Facultad de Medicina en 1917, que luego abandonó por la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad de Guatemala. Por cierto, un año después de su ingreso, la institución cambió su nombre por el de Universidad Nacional Estrada Cabrera, mediante el decreto número 989 expedido por la Asamblea Legislativa, el 30 de abril de 1918. El secretario de este congreso era Máximo Soto Hall (1871-1944), autor de seis novelas, entre ellas las antiimperialistas: El problema (1899) y La sombra de la Casa Blanca (1927). En estas circunstancias, Asturias se gradúa de abogado y notario en la oficialmente llamada Universidad Nacional Estrada Cabrera, en diciembre de 1923.16

Asturias viaja a México siendo todavía estudiante, en agosto de 1921, con el fin de participar en el Congreso Internacional de Estudiantes, promovido por José Vasconcelos. Encontró a la capital mexicana en efervescencia cultural, en un momento central del desarrollo de los jóvenes intelectuales de la clase media como él. Desde la recién creada Secretaría de Educación Pública (SEP), Vasconcelos —quien había combatido la dictadura porfirista— emprendió una contundente batalla contra el analfabetismo, creando para ello escuelas rurales, misiones culturales y centros culturales. A través del Departamento de Bellas Artes imprime un impulso sin precedente a la pintura, la escultura, la música, la danza y el canto. La Universidad Popular, creada en 1912, había desaparecido en 1920, fundándose en su lugar el Departamento de Extensión Universitaria.

Los gestores y orientadores del joven guatemalteco en la nación anfitriona fueron Daniel Cosío Villegas17 y Rafael Heliodoro Valle. El primero de ellos, junto con Manuel Gómez Morín, era uno de los jóvenes intelectuales más prometedores del momento. Gómez Morín durante el Congreso Internacional de Estudiantes publicó un manifiesto de su autoría dirigido a los jóvenes del mundo entero, en el cual exclama: "La juventud universitaria luchará por el advenimiento de una nueva humanidad, basada en los principios modernos de justicia económica, social e internacional".18 Gómez Morín y otros oradores que lo sucedieron en la tribuna, coincidían en la idea de construir una nueva organización social, modificando el régimen de propiedad y no considerando al trabajo humano como una simple mercancía, puesto que mantenía vigente la explotación del hombre por el hombre.19

En cuanto a Heliodoro Valle (Tegucigalpa, 3 de julio de 1891-México, 29 de julio de 1859), llegó por primera vez al país en 1908 con una beca de seis meses otorgada por el presidente hondureño Miguel R. Dávila. Poco después de su arribo, estableció amistad con el entonces secretario de Educación Pública Justo Sierra y el secretario particular de éste, Luis G. Urbina, así como con Juan José Tablada, Alfonso Reyes y Rafael López. Gracias al apoyo de Justo Sierra, el joven Heliodoro cursó sus estudios en la Escuela Normal, en la cual tuvo como condiscípulos a Rafael López y Fuentes y a Basilio Vadillo. En las tertulias, Heliodoro Valle conoció también a Pedro Henríquez Ureña, Manuel M. Ponce y Artemio del Valle Arizpe. Como representante de la Escuela Normal participó en el Primer Congreso Nacional de Estudiantes, realizado en la Ciudad de México del 5 al 17 de septiembre de 1910. Un año más tarde regresó a Honduras, para luego retornar a México en 1921 como corresponsal de El Imparcial de Guatemala. En esta ocasión, se reencontró con sus amigos Salvador Díaz Mirón, Pedro Henríquez Ureña y José Vasconcelos, quien lo nombra colaborador del Museo Nacional y de la SEP.

Las resoluciones adoptadas por los congresistas hicieron eco a los ideales expresados por Anatole France, Henri Barbusse y Romain Rolland en su "Manifiesto a los estudiantes y los intelectuales hispanoamericanos",20 exhortando a la juventud latinoamericana a sumarse al grupo Clarté!, así como al camino marcado por la Reforma universitaria de Córdoba de 1918. Ahí se resuelve que una de las obligaciones de los estudiantes consiste en impulsar el desarrollo de la extensión universitaria y "el restablecimiento de Universidades Populares". Otra de sus obligaciones radicó en exhortar a los centros estudiantiles de Nicaragua y Costa Rica, para que "sus respectivos países se incorporen a la República Federal que acaba de construirse con las otras naciones centroamericanas".21 Durante ese viaje, el estudiante Asturias conversó con el maestro Vasconcelos y conoció también a Ramón del Valle-Inclán (presidente honorario del Congreso), una influencia decisiva en su vida literaria, al igual que lo sería en diferentes grados para Flavio Herrera y Luis Cardoza y Aragón.

Este mismo año (1921), Víctor Raúl Haya de la Torre, en su Discurso de la Habana, manifestó su convicción de que la juventud, especialmente la universitaria, que pertenecía a la ascendiente clase media, era la portadora de los grandes cambios sociales y políticos.22 En el caso de Guatemala, las previsiones del futuro fundador de la Alianza Popular Revolucionaria Americana (APRA) no tardarían en corroborarse.

Humberto Tejera, quien en esos años formaba parte del Departamento Editorial de la SEP, aportó su testimonio sobre el entusiasmo de los jóvenes presentes en estos acontecimientos en México:

Todos los que pudimos presenciar esa alborada, recordaremos siempre con entusiasmo a aquel espléndido Vasconcelos de entonces, profeta de las cruzadas desanalfabetizadoras, trustificador [sic] de luz; aquel Vasconcelos indigenista, indohispanista, que metía recio y directo el arado en la tortuosa y feraz gleba revolucionaria, y cuya labor cultural, junto con el programa zapatista de reparto de tierras, fue el primer baño mundial de gloria de la Revolución Mexicana.23

Al referirse a los autores de las obras traducidas y editadas por la SEP, Tejera escribe: "Tolstoi, Rolland y Barbusse, los idealistas del único idealismo digno y humano, el que comparte el sufrimiento de los desheredados y combate por libertarlos".24

 

II

Durante su primera estadía en México, Asturias lee "Una declaración de independencia intelectual" de Romain Rolland y Anatole France, publicado en el primer número de la revista El Maestro, dirigida por Vasconcelos. Para entonces, José Ingenieros, en uno de los ensayos de Los tiempos nuevos (1921), intitulado "Ideales viejos e ideales nuevos", muestra sus simpatías y su adhesión al movimiento, y creó la revista Claridad (1926-1941), retomada años después, con otra orientación, por Antonio Zamora. Por su parte, Haya de la Torre, en Perú, fundó y dirigió la revista homónima, de la que sólo publicó cuatro números. Al ser privado de su libertad y deportado por el gobierno de Leguía, José Carlos Mariátegui asumió la dirección de manera interina (1923), hasta su clausura definitiva. Con el propósito de suplir este vacío, el autor de Los siete ensayos sobre la realidad peruana creó la revista Amauta, que dirigirió hasta poco antes de su fallecimiento, en 1930.25 Como afirma el historiador Robert Paris:

Si es cierto que en su esencia la formación ideológica de Mariátegui es en primer lugar italiana, las formas —creemos— son retomadas de Clarté. Se trata, por lo demás, de un elemento común a todo el período: desde la Claridad de Haya de la Torre a la del argentino Aníbal Ponce o a L'Ordine Nuovo de Gramsci, la práctica de los intelectuales de los años 1920-1930 está ubicada bajo el signo de la experiencia prestigiosa inaugurada por Barbusse.26

El signo de la experiencia de Barbusse, pero también de Anatole France y Romain Rolland, se hace igualmente patente en Santiago de Chile, donde la Federación de Estudiantes de Chile editaba la revista Claridad (1920-1926), dirigida por miembros de la Generación 1920, como Alberto Rojas Jiménez y Raúl Silva Castro, entre otros. En sus páginas aparecen, al lado de los de Anatole France y Henri Barbusse, textos de Miguel de Unamuno, Máximo Gorki, José Ingenieros y Pablo Neruda, entre otros autores, abordando temas diversos, muchos de ellos latinoamericanos.

Recordemos que Claridad ( Clarté) es el nombre de la segunda novela de Henri Barbusse (1919) y también del movimiento internacionalista, pacifista, socialista, antifascista y antiimperilista (Claridad o Internacional del Pensamiento, fundado en mayo de 1919). El movimiento se dota igualmente de su propia revista, Claridad. Liga de Solidaridad Intelectual por el Triunfo de la Causa Internacional (Clarté. Ligue de Solidaridarité Intellectuelle pour le Trionphe de la Cause Internationale, 1921-1928), difundida en varios idiomas en diferentes países de Europa. El universalismo reivindicado por el grupo Clarté!, anclado en el pacifismo, el antiimperialismo, el apartidismo y el rechazo a las dictaduras, coincidía con los ideales, proyectos y luchas de la nueva generación de intelectuales guatemaltecos.

En este contexto, inmediatamente después del regreso a México del futuro premio Nobel Asturias a Guatemala, miembros de su generación fundan la revista Claridad, Semanario Estudiantil dedicado a la política y a la cultura, el 21 de diciembre de 1921.27 Uno de sus iniciadores, Epaminondas Quintana, recordará:

Henri Barbusse, renombrado escritor francés en aquella época, nos subyugaba con sus teorías políticas y sus ideas iconoclastas [...] Claridad era en el fondo, de un moderado socialismo y tenía para nosotros, los jóvenes de entonces, el resplandor de un alba, la significación de una franqueza candorosa, la fuerza de la verdad desnuda28

Miguel Ángel Asturias presta atención a ese llamado. Publica en Claridad el encendido texto llamado "Revolución", dirigido a la mocedad y los obreros para que enarbolaran el estandarte del cambio. Este escrito, publicado en el segundo número de la revista, a una semana del golpe de Estado que derroca al gobierno popularmente elegido de Carlos Herrera, revela a un Asturias entusiasmado por las ideas de cambio y empleando un lenguaje particularmente vehemente:

A la juventud, que no ha de seguir pasivamente detrás de las multitudes que explotan los políticos y fanatizan los dogmas, corresponde levantar la bandera revolucionaria. Los ideales deben responder en esta hora a las clarinadas de Rusia, México y Buenos Aires, donde la juventud ha levantado su voz sobre las comedias, que con etiquetas de democráticas se representan en escenarios que gravitan sobre los hombros del pueblo, dando al traste con los políticos, liberales en la oposición y conservadores en el poder, con los dogmas que eran bien cuando ninguno se tomaba la molestia de pensar y con los militares que son y serán siempre el sostén de la burguesía. La verdadera democracia se abre paso y en la oscuridad de la noche en que principiara el siglo XX, apuntan los primeros albores de un credo redentor.29

El contenido de los artículos de Claridad, en Guatemala, se enmarca en la tendencia de los movimientos culturales, europeos, rusos y latinoamericanos que se proponían "cambiar la vida". Barbusse pregonaba que para hacer "la revolución en los espíritus" era necesario partir de una constatación: tomar conocimiento de la lección de los hechos, combatir la ignorancia30 y su explotación comercial. El escritor galo añadía que era

[...] necesario destruir el viejo mundo y establecer uno nuevo. Pero para ello, es necesario que los hombres crean en ese mundo nuevo y sepan como debe ser [...] Para que una gran modificación social salve a los hombres es indispensable que esta parezca a la mayor parte de ellos como evidente y lógica.31

Por esta época, además de las mencionadas revistas, El Maestro y Repertorio Americano, circularon en América Latina las revistas Claridad (1919), Prisma (1921-1922) y Renovación. Boletín de Ideas, Libros y Revistas de la América Latina. Órgano de la Unión Latinoamericana (1923), en Argentina. Poco después saldrían a la luz Martín Fierro (1924-1927) en Argentina; Revista Avance, del grupo Minorista, en Cuba (1927-1930), y Amauta (1926-1930) en Perú.

Otras revistas también creadas por los novecientosveintistas son: Los Ensayos Políticos y Literarios (1920-1922), Electra (1920-1921), Cultura (1922), Vida (19251927), Ensayos (1927) y Studium (1921-1942). Cultura es el órgano de divulgación de la Sociedad del Derecho (julio-diciembre 1922), fundado por Clemente Marroquín Rojas y Alfonso Orantes, para el cual Miguel Ángel Asturias y David Vela redactan los editoriales. En ella, Asturias publicó también "México", en cuatro entregas, de agosto a diciembre de 1922. En estos escritos en prosa —clasificados como poemas— relata su reciente viaje al país vecino.

Studium —órgano de la Asociación de Estudiantes Universitarios de la República de Guatemala, A. C.— se fundó el 20 de mayo de 1920; de todas las revistas es la más completa y longeva (en su primera época: 30 números, febrero 1921-marzo 1930), organizada en secciones: Derecho, Medicina, Odontología, Farmacia, Ingeniería, Caricaturas y Humorismo, Poetas y Escritores, Artículos seleccionados, Literatura estudiantil, Bibliográfica y Fotograbados. En sus páginas se publicó el llamado de Barbusse y France a los intelectuales y estudiantes a reagruparse y diseminar el "espíritu renovado de la humanidad"; artículos de Anatole France, como aquel de "Dafnis y Cloe"; de José Vasconcelos, sobre su viaje por Sudamérica, en 1922; de José Ingenieros, "Por la Unión Latino-Americana", discurso con el cual recibe a Vasconcelos en Buenos Aires, y de José Mariátegui, sobre la Reforma universitaria.

En esa época se forjaron también otros periódicos y revistas en Guatemala, en torno a las cuales se aglutinan miembros de la generación de 1920. Una de estas publicaciones, El Imparcial (1922), fundado por Alejandro Córdova (18801944) y Miguel Ángel Osorio, amigo de Carlos Wyld Ospina, es "el periódico independiente más importante durante la época de despegue y consolidación de la obra de los escritores del novecientos veinte".32 Según Casaús, en sus inicios, El Imparcial representaba el discurso hegemónico y apareció como el heraldo de la oligarquía.33 Sin embargo, esta tendencia se modificó dos años más tarde: el tabloide adopta como emblema un quetzal estilizado, diseñado por Carlos Mérida. Abre espacios a las colaboraciones de Epaminondas Quintana, Carlos Wyld Ospina, Arévalo Martínez y Miguel Ángel Asturias, quien publicó su primera selección poética en junio de 1924, poco antes de marcharse a Europa, precisamente como corresponsal de El Imparcial (1924-1933).

El gobierno de Estrada Cabrera se derrumbó el 15 de abril de 1920. Exactamente cinco meses más tarde, su lugar es ocupado por el diputado Carlos Herrera, quien implantó un régimen moderado. Su gobierno sobrevivió a la agitación política durante diez meses. Mientras tanto, los liberales se separaron del unionismo —de hecho, formado por los conservadores— y constituyeron el Partido Liberal Federalista (PLF) para restablecer la República Federal de Centro América (abril de 1921): es el inicio del derrocamiento de Herrera. Los demonios golpistas vuelven a encarnarse en los viejos militares de la época anterior, los generales José María Orellana, José María Lima y Miguel Larrave, quienes encabezan una asonada y derrocan a Herrera, entre el 4 y 5 de diciembre de 1921. Consumado el golpe de Estado, Orellana se presentó como candidato del PLF a la presidencia de la república, cargo que ocupó del 4 de marzo al 26 de septiembre de 1922, fecha en la cual falleció súbitamente.

La silla presidencial fue ocupada por otro general, el comandante militar de la Guardia de Honor, Lázaro Chacón (1922-1930). Durante su gobierno impulsó la educación universitaria, pero a causa de un ataque de hemiplejía a finales de 1930, falleció en Nueva Orleans, en abril de 1931. Gobiernos interinos lo suceden. Finalmente, el general Jorge Ubico asciende al poder (1931-1944), gobernando al país de manera patrimonialista. El autócrata era egresado de la Escuela Politécnica y, de adolescente, había viajado con sus padres a México. El poeta guatemalteco, Alfonso Orantes, afirmó que existían tres alternativas para quienes disentían del estado de cosas de la dictadura en turno: "Encierro, destierro o entierro".34 El movimiento popular del 20 de octubre de 1944 puso fin a su gobierno. El mando quedó en manos de una junta de gobierno, compuesta por un civil y dos militares: Jorge Toriello Garrido, Francisco J. Arana y Jacobo Arbenz Guzmán. Pero esa ya es otra historia.

 

III

Según Miguel Ángel Asturias, entre los que se marcharon obligada o voluntariamente al exilio, la cresta de la renovación poética es alcanzada por Arqueles Vela Salvatierra y Luis Cardoza y Aragón, ambos simpatizantes de movimientos revolucionarios, en particular del comunismo; ambos innovadores y cuyas obras trascendieron los contornos del continente americano. Entre los que permanecen en Guatemala se cuenta a David Vela Salvatierra y a Carlos Samayoa Aguilar.35 Arqueles Vela (1899-1977), después de terminar sus estudios secundarios en el Instituto Nacional de Varones y luego de su participación como dirigente en el movimiento unionista, se marchó a México. Pronto entró en contacto con Manuel Maples Arce y Germán List Arzubide, con quienes inició el movimiento estridentista (1921-1927). De manera esquemática, se puede decir que con la difusión de una hoja Actual número 1, firmada por su autor, Maples Arce, comenzó de hecho el estridentismo a finales de diciembre de 1921.

Este primer manifiesto, según Schneider, significó "el gesto más atrevido y escandaloso de la literatura mexicana moderna".36 Mientras eso ocurría, Arqueles Vela se desempeñó como secretario de redacción de El Universal Ilustrado, dirigido por su amigo cercano, Carlos Noriega Hope (1896-1934).37 Es importante enfatizar las edades: el secretario tenía 23 años; el director 26. En sus páginas se redescubre a Mariano Azuela, se da a conocer a Alberto Owen y, para lo que aquí interesa, se publicó el primer reportaje en torno al estridentismo, así como la primera novela vanguardista hispanoamericana: La señorita Etcétera, de Arqueles Vela, el 14 de diciembre de 1922.38

Desde Puebla, List Arzubide se adhirió al movimiento como director de la revista Ser. Además de Maples Arce, List Arzubide, Arqueles Vela y Salvador Gallardo, también participaron Miguel Aguillón Guzmán, Febronio Ortega, Diego Rivera, Leopoldo Méndez, Ramón Alva de la Canal, Jean Charlot, Fermín Revueltas, Manuel M. Ponce y Silvestre Revueltas. En otra de sus novelas de corte estridentista, El Café de nadie (1926), Arqueles Vela evocaba a miembros de su generación: su hermano David, Carlos Samayoa Aguilar, Miguel Ángel Asturias y Silvestre Paradox, pseudónimo utilizado por el propio Arqueles Vela.39

Al desintegrarse el grupo vanguardista, Arqueles cruzó el Atlántico y vivió en Francia, donde creó la revista Imán, y se reencontró con Miguel Ángel Asturias. De vuelta a México, formó los primeros grupos de teatro escolar, participó en la elaboración de programas de educación artística en la Escuela Nacional de Maestros (1934), fundó la Escuela Nocturna de Arte para Trabajadores (1935) y colaboró con los periódicos El Universal, El Universal Ilustrado, El Demócrata y El Nacional así como en la Revista de Revistas. Por un momento intentó establecerse de nuevo en su tierra natal, durante el cual trabajó un breve periodo en la Tipografía Marroquín Hermanos, en la revista Actualidad y en el diario La República. Sin embargo, México lo vuelve a atraer en definitiva; fallecerá en el Distrito Federal, el 25 de septiembre de 1977.40

David Vela (1901-1992) también realizó sus estudios de bachillerato en el Instituto de Varones de Oriente (1918). Al igual que Miguel Ángel Asturias, pero tres años después, se graduó de abogado y notario en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Sociales de la Universidad Nacional de Guatemala (1926). Fue uno de los fundadores de la Asociación de Estudiantes Universitarios, así como de la Universidad Popular y, junto con Asturias, coautor de "La Chalana". Como periodista fue redactor de El Estudiante; editor y redactor de Electra (1920); colaboró en Cultura (1920) y Studium (1920). Con su hermano Arqueles escribió en varios periódicos de corta vida: La Paz, La Palma (1918) y La Ilustración Obrera (1922). También colaboró en El Imparcial (1922), del cual fue director a partir de 1944. Parte de su vida la empleó en la docencia, impartiendo literatura y preceptiva literaria guatemalteca. Perteneció a la Academia Guatemalteca de la Lengua y a la Sociedad de Geografía e Historia de Guatemala. Cultivó el ensayo, la novela, la poesía y el cuento.

Por su parte, Luis Cardoza y Aragón (1904-1992) había sido uno de los organizadores de la sociedad de alumnos Patria, del Instituto de Varones de Oriente, así como de la edición de El Instituto, órgano de difusión de la Liga Unionista de Institutos. El padre de Luis Cardoza y Aragón, abogado liberal, democrático, se había afiliado al movimiento unionista, razón por la cual permaneció encarcelado durante años en el Palacio de los Capitanes Generales de Antigua. Posteriormente, el escritor recordaría la semana trágica —así llamados los días de lucha— en compañía de su padre; guardando fresco en su memoria el recuerdo de él cruzando las líneas de fuego, y cómo Santos Chocano exhortaba a Estrada Cabrera, guarecido en su fortaleza La Palma, a "sucumbir wagnerianamente, bajo los escombros incendiados por la metralla".41 El prestigio de Cardoza se fincaba en la poesía, como ensayista y crítico de arte; vivió y desarrolló su obra principalmente en México. Al igual que Arqueles Vela, después de su experiencia unionista se marchó de Guatemala con destino a Francia para estudiar medicina durante dos años. Cuando desembarcó en París (1921) tenía 20 años de edad, y se encontró con dos movimientos disputándose la hegemonía en los campos ideológico y cultural: el marxismo y el surrealismo.

El joven literato se formó en el movimiento encabezado por André Breton; sin embargo, apunta Olivier Debroise, "está más del lado de Artaud, ese Danton de la Revolución Surrealista, que de Breton, Robespierre y Stalin de su propia creación".42 Dos años después de su arribo (1923), publicó su primer libro de poesía, Luna Park, que lo relacionó con los surrealistas. Poco después, el poeta publicó Maelstrom (1926), prologado por Gómez de la Serna. Años más tarde, dejó Francia y fungió como cónsul general de Guatemala en Cuba, donde conoció a Federico García Lorca, para luego trasladarse a México en 1932.

En México, Narciso Bassols era el secretario de Educación Pública, y desde ahí impulsó la educación rural y el movimiento muralista. En los años precedentes, la pintura mural había dejado de ser patrocinada por el Estado; el gobierno había roto relaciones diplomáticas con la URSS (1929) y los comunistas eran perseguidos. El arribo a suelo mexicano del autor de Guatemala: las líneas de su mano, fue descrito por Octavio Paz:

En esos años llegó a México el poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón [...] La actividad de Cardoza y Aragón fue aislada y marginal; por eso mismo, decisiva. Por una parte, estaba muy cerca de los Contemporáneos: no sólo era muy amigo de Cuesta, Gorostiza y Villaurrutia, sino que sus gustos poéticos y pictóricos eran muy semejantes. Por la otra, sus simpatías morales y políticas lo inclinaban hacia las ideas que defendían los escritores y artistas que, en esos años, fundaron la LEAR [.] Cardoza y Aragón fue el puente tendido no entre dos orillas sino entre dos oposiciones. La unidad entre la actividad poética y la revolucionaria no tardó en resolverse en discordia. Cardoza y Aragón cayó en el pantano estalinista y durante años chapoteó en esos lodazales.43

Así pues, Cardoza y Aragón fue recibido por Jorge Cuesta y el grupo Los Contemporáneos —la revista dejó de existir en agosto de 1932—, y frecuenta a Alfonso Reyes y a José Vasconcelos. Sus primeros trabajos son en la Universidad Obrera y en la Escuela Nocturna para Trabajadores, impartió cursos sobre historia del arte y pintura europea. Asimismo, trabajó con Xavier Villaurrutia en la elaboración del catálogo de la pintura europea, en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (1932-1944). Luego colaboró con Fernando Benítez en el suplemento cultural de El Nacional (1936-1944). Junto con Carlos Mérida, Maples Arce, Gabriel Lucio, Xavier Icaza y José Mancisidor, también participó en la revista Futuro, de Vicente Lombardo Toledano. Época en la que se incorporó orgánicamente en la Liga de Escritores y Artistas Revolucionarios (LEAR).

Vigilado de cerca por la policía secreta del presidente Abelardo L. Rodríguez, un reducido número de hombres de cultura, entre los cuales estaban Fernando Gamboa, Pablo O'Higgins, Luis Arenal, David Alfaro Siquieros, Leopoldo Méndez y Juan de la Cabada, crearon la LEAR a finales de 1934. Luego participaron en ella José Mancisidor, Ermilo Abreu Gómez, Julio Bracho, Juan Marinello y Nicolás Guillén, así como dos intelectuales guatemaltecos de los cuales me he venido ocupando: Carlos Mérida y Luis Cardoza y Aragón. El grupo forja enseguida el periódico Frente a Frente, órgano oficial de la LEAR. En su primer número inserta la declaración de principios: la LEAR es una organización al servicio de las clases trabajadoras, reconoce la lucha de clases y se fija como propósito impulsar una campaña intelectual en favor de los obreros y campesinos. De hecho, el antecedente inmediato de esta publicación es Noviembre, revista dirigida por el grupo del mismo nombre, cuyo dirigente visible era José Mancisidor, desde finales de 1932 y hasta 1933.

El ejército expulsó a miembros de este grupo de la ciudad de Xalapa, donde residían, bajo la acusación de ser comunistas. Poco después, retornaron a la capital veracruzana y fundaron la revista Ruta y la editorial Integrales. Cuando Lázaro Cárdenas llegó al poder, nombró a Gonzalo Vázquez Vela y a Gabriel Lucio, miembro del grupo Noviembre, como secretario y subsecretario de Educación Pública, respectivamente. Entonces, se trasladan como brigada Noviembre a México y, en acuerdo con Juan de la Cabada, la revista Ruta sirvió de base para la fundación de Frente a Frente.44 Los miembros del grupo Noviembre abandonaron momentáneamente la capital del estado de Veracruz, donde residían, y emigraron al Distrito Federal. De esta manera, la revista Noviembre se transformó en Frente a Frente.45

Después de atacar al presidente de la república Lázaro Cárdenas (1934-1940), la LEAR modificó su postura. Coincidiendo con el ascenso del nacional-socialismo en Alemania, el VII Congreso de la Internacional Comunista había estimulado la creación de los "Frentes Populares Antifascistas" en varios países. Al mismo tiempo lanzó la consigna de aliarse con los pacifistas, liberales y reformistas, así como de salir en defensa de la "cultura proletaria". Esta posición es duramente criticada por la oposición comunista; para Trostky los frentes populares eran la prueba fehaciente de la colaboración del movimiento comunista oficial con la burguesía. Por esos años, Henri Barbusse, jefe del movimiento de la izquierda en Francia, dirigió la Asociación de Escritores y Artistas Revolucionarios (AEAR), sección francesa de la AEAR, y es director de Commune (1933), revista en la cual Manuel Ugarte fue actor importante y donde llegó a colaborar el poeta Germán List Arzubide. Por su parte, José Mancisidor declaró que la revista Ruta, dirigida por él, estaba adherida al movimiento encabezado por el autor de Clarté.

 

IV

La revista Ruta había sido fundada en Xalapa, Veracruz. Su último número en esa ciudad fue editado en 1937, con el cual se cierra una etapa; al mismo tiempo que otra se abre (1938-1939),46 esta vez en la Ciudad de México, con los auspicios de González Vela, exgobernador de Veracruz y, en ese momento, secretario de Educación Pública. En la subsecretaría estaba Gabriel Lucio, exsecretario de Educación Pública en Veracruz, y miembro tanto del grupo Noviembre como de Ruta. Mancisidor se desempeñaba entonces como director de Secundarias Nocturnas. En 1937 falleció Henri Barbusse, en Moscú; mismo año en que Trostky y su esposa Natalia encontraban asilo en México, gracias a la intervención de Diego Rivera ante el presidente Cárdenas. En esta nueva fase de Ruta, varios escritores, artistas e intelectuales que pertenecieron a la LEAR colaboraron en la revista: Ermilio Abreu, José Chávez Morado, Luis Cardoza y Aragón, Fernando Gamboa, Pedro Geoffroy Rivas y Rufino Tamayo.

Poco después, el 20 de octubre de 1944, se inició en Guatemala un movimiento revolucionario, motivo por el cual, dos días más tarde, Cardoza y Aragón, junto con otros exiliados, cruzaron la frontera sur de México para unirse a dicho movimiento. Durante el régimen democrático de Juan José Arévalo, Cardoza y Aragón creó la Revista de Guatemala (1945-1954). Entre sus colaboradores se encontraban Ermilo Abreu Gómez, Rafael Arévalo Martínez, Miguel Ángel Asturias, Fernando Benítez, Enrique González Martínez, Arqueles Vela, Pedro Geoffroy Rivas, Loló de la Torriente, Carlos Wyld Ospina, José Mancisidor, Rafael Heliodoro Valle, Carlos Mérida, Augusto Monterroso, José Revueltas, Xavier Villaurrutia, Alfonso Reyes, Octavio Paz, Carlos Pellicer, Narciso Bassols, Alaíde Foppa, Carlos Samayoa Aguilar y Carlos Illescas, entre otros. Como Arqueles Vela, Cardoza y Aragón volvió a su país de adopción para emprender lo que sería su segunda y definitiva estancia (1952-1992).

Otros dos de los exiliados guatemaltecos de esta generación en México fueron Jorge García Granados (1900-1961) y Carlos Mérida. El primero de ellos, abogado, escritor y político; durante su estancia en el país (1934-1944) escribió Los veneros del diablo,47 novela que trata acerca de la expropiación petrolera a las empresas estadounidenses, efectuada por el presidente Lázaro Cárdenas —con motivo de celebrarse los cincuenta años de la nacionalización del petróleo se publicó una edición conmemorativa—.48 Sin embargo, continuó siendo un libro raro: pocos lo conocieron o lo habían leído.

Por su parte, Carlos Mérida después de una breve estancia en Estados Unidos se trasladó a México. Allí, presenció el nacimiento del muralismo; trabajó con Diego Rivera, Jean Charlot, Amado de la Cueva y Javier Guerrero. José Vasconcelos le encargó la decoración mural de la Biblioteca Infantil de la Ciudad de México. Después estuvo al frente de la Dirección de la Escuela de Danza de la SEP durante cuatro años.

Una revisión de los miembros provenientes de la generación de los veinte en México, no estaría completa sin Carlos Wyld Ospina (1891-1956), novelista, ensayista y poeta. Aunque de madre colombiana (Soledad Ospina Chaparro, sobrina del presidente Mariano Ospina Rodríguez) y de padre inglés, nació en Guatemala y vivió tanto en ese país como en México. En su época de estudiante dirigió un periódico humorístico llamado El Zaraguate, colaboró en el Diario de los Altos y participó en el movimiento unionista, lapso durante el cual escribió para las revistas Estudio y El Pueblo. Asimismo, colaboró en el Diario de Centro-América, El Imparcial y El Independiente. Al lado de Carlos Mérida, Alberto Velásquez y Rafael Yela Günther, entre otros, formó parte del grupo "Los Líricos", en Quetzaltenango. Su obra literaria abarca la poesía modernista (Las dádivas simples: poemas, 1921), la novela (El solar de los Gonzagas, 1924), el cuento (La tierra de los Nahuyacas, 1938) y el ensayo (El autócrata: ensayo político-social, 1929). Paralelamente a su labor de escritor, se desempeñó como profesor de literatura en la Universidad de San Carlos y como director de los periódicos El Independiente de México (1913-1914), el Diario de los Altos (1915), El Pueblo (1920-1921) y el Diario de Centro-América (1947). Junto con Porfirio Barba-Jacob, fundó el diario Churubusco, en México. También fue miembro fundador de la Academia Guatemalteca de la Lengua y de la Sociedad de Geografía e Historia. Además, fue integrante de la Sociedad Teosófica de Madrás, India, y del Centro Libre de Estudios Psíquicos de Guatemala. Participó en el movimiento unionista y combatió contra Manuel Estrada Cabrera en 1920, aunque sirvió al tirano en turno, Jorge Ubico. Luis Cardoza y Aragón lo equiparó como novelista con Flavio Herrera.

Parte importante de la formación de Carlos Wyld está ligada a su amistad con Porfirio Barba-Jacob (uno de los muchos seudónimos de Miguel Ángel Osorio Benítez), nacido el 29 de julio de 1883 en Santa Rosa de Osos, Antioquía, Colombia, y muerto de tuberculosis en la Ciudad de México, el 14 de enero de 1942. Este singular personaje, criado con sus abuelos en el municipio de Angostura, cuando sólo tenía doce años de edad, emprendió su incansable peregrinar por varias ciudades del país, primero y, enseguida, por Centroamérica, México, Cuba y Estados Unidos. Su intenso y agitado recorrido por la geografía ocurre paralelo a su desasosegado y apasionante camino por el mundo de las letras. Con el pseudónimo de Martín Jiménez, fundó el periódico literario El Cancionero Antioqueño en Bogotá, en 1902, cuando escribió la novela Virginia (cuyos materiales son incautados antes de su publicación). Es en Barranquilla donde escribió sus primeros poemas, entre ellos el más conocido: "Parábola de la vida profunda", que formarían parte de Campiña Florida.49 En esa época adoptó otro pseudónimo, Ricardo Arenales (aunque también utilizaría: Juan Sin Miedo, Juan Sin Tierra, Juan Azteca, Junius Cálifax, Almafuerte y El Corresponsal Viajero, entre otros), que usa hasta 1922, cuando lo cambió en Guatemala por el de Porfirio Barba-Jacob, el cual conservaría hasta su muerte.

Durante su primera estadía en México, en vísperas de la revolución, fundó La Revista Contemporánea en la capital federal, entre el 5 de enero y el 20 de julio de 1909. Por esta época deja vestigios en Ciudad Juárez, Chihuahua, El Paso y San Antonio, Texas. Es probable que en San Antonio —a donde volvió en 1918— haya conocido y colaborado con quien sería uno de sus mejores amigos a lo largo de su vida, Santiago R. de la Vega (1885-1950), fundador en esta ciudad de los periódicos La Humanidad y El Arlequín; durante el gobierno de Huerta, de la Vega vivió en México y, a la caída del dictador, huyó a Texas; regresó al país en 1926 y trabajó en El Universal. Rafael Heliodoro Valle, en un prólogo inconcluso a la obra de Porfirio Barba-Jacob, narra cómo lo conoció en México, hacia 1911, cuando vivía en una casa cercana al convento de San Hipólito mientras el poeta trabajaba en la revista El Mundo Ilustrado, dirigida por Luis G. Urbina. Barba-Jacob fue testigo de la llamada Decena Trágica y publicó sobre ella El combate de la ciudadela, narrado por un extranjero.50

El poeta peregrino en este mismo año conoció e hizo amistad con Carlos Wyld Ospina.51 En plena convulsión revolucionaria, y con el objetivo de sumarse a los que combaten contra la intervención estadounidense en Veracruz, creó el Diario Churubusco, entre febrero y mayo de 1914; fundó y coordinó dos publicaciones: Fierabrás y nada más —patrocinada por Manuel Aguirre Berlanga, secretario de Gobernación de Venustiano Carranza—, en 1914, y El Grito (un solo número), en colaboración con Esteban Flores. Allí inició una Historia de la Revolución mexicana, con apoyo de Venustiano Carranza, pero el proyecto fue cancelado cuando el presidente se disgustó por lo que él consideraba lentitud en la redacción. Luego de una ausencia de aproximadamente dos años, durante los cuales residió en Centroamérica, retornó a México.52 Entonces, junto con Alfonso Reyes, escribió el prefacio del libro de Rafael Arévalo Martínez, El hombre que parecía un caballo y otros cuentos.53 Se afirma que Martínez Arévalo creó al protagonista de su novela, el señor de Aretal, inspirado en el propio Barba-Jacob.54 También deja huellas en Quintana Roo fundando El Territorial (1918); en Monterrey, junto con Jesús Cantú Leal, fundó El Porvenir (1919), y en Guadalajara, Ideas y noticias (1920). En San Antonio, Texas, firmó su Tercera canción de la mariguana, en enero de 1921. Posteriormente, encontramos a Barba-Jacob en la Ciudad de México, colaborando en Cronos, diario matinal fundado por Jesús M. Rábago, en cuyas columnas atacaba al gobierno, motivo por el cual fue expulsado del país en 1922,55 fue entonces cuando se refugió en Guatemala.

En sus alforjas llevaba también ideas como aquella de la universidad popular, a la cual he referido líneas antes. En su nueva y provisional tierra de asilo se reencuentra con Carlos Wyld Ospina. Junto con él, Alberto Córdova (1880-1944), Arévalo Martínez y otros conocidos escritores, fundaron El Imparcial, "el periódico independiente más importante durante la época de despegue y consolidación de la obra de los escritores del novecientos veinte", el 15 de septiembre de 1922.56 En sus columnas, Barba-Jacob explicó el por qué de su expulsión de México.57 Tiempo después, David Vela describió su ingreso al periódico recién fundado y su relación con Barba-Jacob.58 En las columnas de este periódico (número del 27 de julio de 1922), Carlos Wyld dedicó un artículo, "La cobarde paradoja", a Ricardo Arenales, refiriéndose en ciertos pasajes a Barba-Jacob. Dos años después de su creación, El Imparcial adoptó como emblema un quetzal estilizado, diseñado por Carlos Mérida. Miguel Ángel Asturias publicó en este tabloide su primera selección poética en junio de 1924, ese año se marchó a Europa como corresponsal del mismo (1924-1933). Los artículos del poeta colombiano, firmados como Ricardo Arenal o Porfirio Barba-Jacob, estaban orientados a promover reformas sociales. Marta Casaús pone de relieve la "inmensa" influencia de este poeta colombiano en la formación de ligas y sociedades teosóficas en América Central.59

Posteriormente, Barba-Jacob regresó de nuevo a México. Rafael Heliodoro Valle recordará: "un día, cuando yo trabajaba en la SEP de México, recibí una carta suya desde Guatemala [...] la policía de aquel país lo había capturado, confundiéndolo con un licenciado de apellido Arenales, había resuelto cambiar su nombre por el de Porfirio Barba-Jacob".60 Y añade que en este país tenía muchas amistades, entre ellas, Enrique González Martínez (1871-1932) y Jaime Torres Bodet (1902-1974). El primero había formado parte del Ateneo, había sido subsecretario de Instrucción Pública y Bellas Artes (1913) y era el poeta más leído y admirado de los jóvenes de la época; Torres Bodet se desempeñaba como jefe del Departamento de Bibliotecas de la SEP y era considerado como el brazo derecho de José Vasconcelos. En esta nueva y breve estancia en el país, Barba-Jacob escribió para La Antorcha (1925), revista fundada por Vasconcelos, luego dirigida por Samuel Ramos, antes de embarcarse rumbo a Perú, luego a Bogotá y, enseguida, a Tegucigalpa, lugares en los que colaboraba con la prensa local (La Prensa, El Espectador, La Tribuna, respectivamente). También fue un frecuente colaborador de una de las revistas de mayor prestigio y difusión en Latinoamérica: el Repertorio Americano, entre 1926-1928.

Barba-Jacob regresó una vez más a México, donde conoció a Julio Antonio Mella y publicó en Excélsior (1931).61 Un año antes había estado en Cuba, estrechando amistad con Federico García Lorca. En la isla caribeña se encontraba Luis Cardoza y Aragón, quien, proveniente de Europa, realizaba una prolongada escala en su viaje hacia México. Poco después, Barba-Jacob regresó a Guatemala, en 1933. Allí regía la dictadura de Jorge Ubico. No obstante, fundó el diario El Éxito y publicó su Emulo Lipolidón (1935), dedicado a sus amigos Luis Cardoza y Aragón, Alfonso Reyes, Rafael Alberti y Alejo Carpentier, entre otros.

Por enésima y última vez en México, Barba-Jacob fundó Últimas Noticias de Excélsior (1936) y pasó una temporada en Morelia, Michoacán. De su presencia en la capital michoacana, Raúl Arreola atestigua: "El escepticismo elegante, mundano de Barba-Jacob, dejó una de las huellas más peligrosas en nuestro ambiente literario. Muchos meses —años— viviendo bajo el desamparo de ese Príncipe Diabólico".62 Este original, sorprendente y notable personaje muere de tuberculosis en la Ciudad de México, el 14 de enero de 1942.63

En la Europa de 1920, en particular en París, residen y ocupan cargos en legaciones diplomáticas escritores y poetas como Enrique Gómez Carrillo, Amado Nervo, Enrique Rodríguez Larreta, Alcides Arguedas, Alfonso Reyes, los hermanos Francisco y Ventura García Calderón, Vicente Huidobro, Alejo Carpentier y, desempeñando otras actividades, Manuel Ugarte, José Vasconcelos, Carlos Quijano, José Ingenieros, César Vallejo, Miguel Ángel Asturias, León Pacheco y Gabriela Mistral, entre otros. Algunos miembros de esta comunidad efectuaron intercambios epistolares y/o se reunían frecuentemente en espacios públicos, como las cafeterías: El Dôme, La Rotonde y La Coupole, en el barrio de Montparnasse de la capital gala. Es igualmente en esta espaciosa brasserie de arquitectura art déco, donde Asturias conoce y frecuenta a José Ingenieros. Asimismo, realizó y publicó una entrevista a su compatriota Arqueles Vela. En esta entrevista —el 13 de agosto de 1927—, Vela declara a su compatriota tener, junto con Luis Cardoza y Aragón, un libro en prensa intitulado Transfusión de sangre.64 Epaminondas Quintana narra ese ambiente intelectual de intercambios y debates, alrededor de figuras como Miguel de Unamuno, quien durante su exilio parisino tenía su tertulia en La Rotonde y colaboraba con la revista Clarté.65 Desde inicios del siglo, Unamuno había comentado en la revista La Lectura, varias obras de latinoamericanos: El alma encantadora, del guatemalteco Enrique Gómez Carrillo, "el latinoamericano más famoso y más festejado, en París, entre 1900 y 1920";66 Ensayos de crítica e historia, del uruguayo Nin Frías y Primavera sentimental, del dominicano Fabio Fiallo. En París, Asturias también conoció a César Vallejo y a Luis Cardoza y Aragón, en 1924; su relación con este último continuó cultivándose a lo largo de los años: "nuestra amistad era literaria y mucho más allá de eso", confesó Cardoza y Aragón.67

El interés de las casas editoriales (Garnier, Flammarion, Michaud) se muestra abriendo sus puertas a las producciones y publicaciones de obras de autores hispanoamericanos: Marcelle Auclair, Jean Cassou, Francis de Miomandre, Georges Pillemente, Mathilde Pomès, Jules de Supervielle; todos "habían vivido o viajado por América Latina, o se morían por ir allá".68 Representantes de la escuela francesa de etnografía, como Georges Raynaud, director de Estudios sobre Religiones de América Precolombina en la Escuela de Altos Estudios de París, quien llegaba de Yucatán con los textos del Popol Vuh, contribuyeron a despertar conciencia del mundo prehispánico en Ricardo Guiraldes, Miguel Ángel Asturias, José María González de Mendoza, César Vallejo, Luis Cardoza y Aragón y Epaminondas Quintana, quien asiste a sus clases en la Sorbona.

Sin embargo, fueron los ideales del latinoamericanismo y del antiimperialismo los que lograron que estas voluntades dispersas se reagruparan en torno a la Asociación General de Estudiantes Latinoamericanos, en un acto de protesta sin precedente. A raíz de las amenazas de Estados Unidos que pesaban sobre México, José Ingenieros convocó y reunió a los "jóvenes de cabellos nigérrimos y habla empenechada" residentes en París, en la Maison des Savants, el 2 de junio de 1925.69 En él se dio cita lo más selecto de la intelectualidad de Iberoamérica de la época: José Vasconcelos, Manuel Ugarte, Carlos Quijano, Miguel de Unamuno, José Ortega y Gasset, Víctor Raúl Haya de la Torre y Miguel Ángel Asturias, entre otros. En esa ocasión, Ingenieros, enclave generacionista, expresó: "La nueva juventud americana ha precisado la ideología de la lucha contra el imperialismo: nosotros, los mayores, debemos declararnos guiados y no guías".70

 

CONCLUSIONES

En distintos países de América Latina de la década de 1929, se asistió al nacimiento de una nueva especie de interventores en el campo político: la intelectualidad comprometida. En Guatemala, los estudiantes ocuparon un lugar central en el movimiento que terminó por derrotar al gobierno dictatorial de Estrada Cabrera. En ese sentido, los ideales divulgados por Henri Barbusse, Romain Rolland y Anatole France (coincidiendo con las ideas de Ortega y Gasset), a través de Manuel Ugarte, José Ingenieros, José Vasconcelos, José Carlos Mariátegui, Haya de la Torre y la revista Repertorio Americano, desempeñaron un importante papel difícil de medir. El contacto con sus pares mexicanos enriqueció recíprocamente la amplitud de miras en el camino hacia la transformación de la sociedad y la creación de nuevos imaginarios. Como hemos visto a lo largo del cuerpo principal del presente artículo, gran parte de los más destacados intelectuales guatemaltecos visitaron, pasaron largos periodos o se quedaron a vivir en Francia y/o en México. En este último país lo hicieron Arqueles Vela, Luis Cardoza y Aragón, Jorge García Granados, así como todos los miembros del grupo "Los Líricos" (Carlos Wyld Ospina, Rafael Yela Günther y Carlos Mérida), y, en una corta estancia, Miguel Ángel Asturias, tiempo durante el cual escribió Hombres de maíz y publicó El Señor Presidente (1944). Los lugares de encuentro más común en la década de 1920 fueron: el periódico El Nacional (1929) —junto a los periódicos de derecha como La Prensa, Excélsior, El Universal—, uno de los más influyentes de la época y de cuyo suplemento es director Arqueles Vela, y posteriormente, la LEAR, agrupación antifascista y proclive a la Internacional Comunista.

En el París de 1920, muchos de estos actores coincidieron y reforzaron lazos de sociabilidad, creando asociaciones, revistas y círculos o tertulias. Ortega y Gasset, Miguel de Unamuno, José Ingenieros, Manuel Ugarte y José Vasconcelos enarbolaron la bandera de la solidaridad latina frente a lo sajón, encarnado por Estados Unidos, a la cual son sensibles los hispanoamericanos de esa época, protagonistas de profundos cambios en lo cultural en el subcontinente. La intervención del ejército estadounidense en Nicaragua (1927) y la resistencia encabezada por Augusto Sandino, "El general de los hombres libres" —como Gabriela Mistral solía llamarlo, tomando la expresión de una carta de Barbusse dirigida a Sandino—, marca uno de los momentos más intensos del movimiento antiimperialista. Baste recordar que ese mismo año, Henri Barbusse —ahora se sabe, con la simpatía del Kremlin— contribuyó a organizar y es el autor del discurso inaugural del I Congreso Antiimperialista, realizado en Bruselas. Si bien el movimiento Clarté! está lejos de ser homogéneo (diferencias importantes en el plano político e ideológico separan a Barbusse, Rolland y France), y pronto se bifurcó en distintas y hasta contrapuestas tendencias. Los llamados de estos prestigiados intelectuales para unirse al movimiento y crear revistas, son tomados en consideración por los jóvenes de América Latina. Mientras los escritos de los primeros mencionados son publicados en diarios y revistas latinoamericanos, no pocos latinoamericanos publican en diarios y revistas vinculadas con Barbusse y su movimiento (Clarté, Monde, por ejemplo), tales como Mariátegui, Manuel Ugarte, Haya de la Torre, List Arzubide y otros más.

 

FUENTES

Bustos Cerecedo, Miguel, "Juan de la Cabada en la LEAR", s/f, s/núm. de exp., en el Fondo "Juan de la Cabada", USBI, Universidad Veracruzana.

 

HEMEROGRAFÍA

El Maestro

Studium

Claridad. Seminario Independiente

 

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Notas

1 Rafael Heliodoro Valle, Historia de las ideas contemporáneas en Centro-América, México/Buenos Aires, Fondo de Cultura Económica, 1960, p. 26.

2 Marco Vinicio Mejía, Miguel Ángel Asturias, Raíz y destino. Poesía inédita (1917-1924), Guatemala, Editorial Artemis Edinter, 1999, p. 2.

3 Al lado de Rubén Darío, Enrique Gómez Carrillo (1873-1927) fue el mayor representante de las letras hispanoamericanas en este periodo. Había participado en la campaña electoral de Estrada Cabrera (1898) y era el autor de La verdad sobre Guatemala, una apología del dictador.

4 Federico Gamboa, Mi diario, p. 92, citado en Álvaro Vázquez Mantecón, "Aventuras y desventuras de un literato en la política. Federico Gamboa y el Porfiriato", en Historia y Grafía, año 12, vol. 23, 2004, p. 113.

5 Rafael Heliodoro Valle, op. cit., 1960, p. 21.

6 El nombre de "generación de los veinte" proviene de Miguel Ángel Asturias, Juan Olivero, José Castañeda y Epaminondas Quintana, así designada por primera vez en la revista Ensayos (París, 1927).

7 Llamada así porque el acta de fundación del Partido Unionista se distribuye en forma de tríptico entre los habitantes de la ciudad de Guatemala, el primer día de 1920.

8 El estudio del movimiento de las universidades populares en América Latina, no obstante su gran importancia como lugar privilegiado de encuentro entre intelectuales y obreros, representa un desafío y una laguna para la historia intelectual.

9 Al inicio del gobierno de Manuel Estrada Cabrera, aprovechando ciertos espacios de libertad, los estudiantes de la Facultad de Medicina de la Universidad de San Carlos participan exitosamente en una huelga (febrero de 1898), que buscaba presionar a las autoridades con el fin de mejorar la educación. A partir de esa fecha, la Huelga de Todos los Dolores se ha repetido año con año hasta el presente. En 1921, una comisión formada por Miguel Ángel Asturias y David Vela, entre otros, componen "La Chalana", un canto irónico e irreverente hacia con los políticos del momento.

10 Epaminondas Quintana, Historia de la generación de 1920, Guatemala, Tipografía Nacional, 1971. Mario Alberto Carrera, ¿Cómo era Miguel Ángel Asturias?, Guatemala, Ediciones de la Casa de la Cultura "Flavio Herrera" de la Universidad de San Carlos, 1975, p. 65.

11 José Ortega y Gasset, "El tema de nuestro tiempo", en Obras Completas, Madrid, Revista de Occidente, 1955, pp. 149-150.

12 Hondureño, amigo y enlace entre los inmigrantes guatemaltecos y la comunidad de hombres de letras en su país de adopción.

13 Colombiano, quien había residido antes en Guatemala y del cual me ocuparé más adelante.

14 Llegó a México en misión de estudio, enviado por La Prensa, de Buenos Aires.

15 Asturias y Samayoa forman parte del comité comisionado para construir las bases y las normas que regirían a la Federación de Intelectuales Latinoamericanos, en 1921. Dicho comité estaba encabezado por José Vasconcelos como presidente; Ramón del Valle-Inclán, como presidente honorario; Isidro Fabela y Rafael Heliodoro Valle como secretarios; y Horacio Blanco Fombona, como prosecretario.

16 La Asamblea Legislativa anuló el decreto 989, el 30 de abril de 1924.

17 Presidente de la Federación de Estudiantes de México, la organización convocante.

18 Enrique Krauze, Caudillos culturales en la Revolución mexicana, México, Siglo XXI, 1967, p. 106.

19 Ibid.

20 El Maestro, 1 y 3 de junio de 1921.

21 Studium, vol. 7, año I, noviembre-diciembre, 1922, pp. 101-105, citado en Marco Vinicio Mejía, op. cit., 1999, p. 75.

22 Ibid., p. 48.

23 Humberto Tejera, Maestros indoiberos, México, Ediciones Minerva, 1943, p. 61.

24 Ibid.

25 Roy Soto Rivera, Víctor Raúl. El hombre del siglo XX, tomo I: 1895-1945, Lima, Instituto "Víctor Raúl Haya de la Torre", 2002, pp. 101-102.

26 Robert Paris, La formación ideológica de José Carlos Mariátegui, traducción del francés de Oscar Terán, México, Siglo XXI, 1981, p. 16.

27 El último número se publicó el 4 de abril de 1922, teniendo un total de 13 números.

28 Epaminondas Quintana Rodas, El icosaedro de la alegría: José Barnoya Gálvez, Guatemala, Imprenta Algorta, 1966. Citado en Marco Vinicio Mejía, op. cit., 1999, pp. 47 y 49.

29 Claridad, Semanario Independiente, vol. 2, año I, 31 de diciembre, 1921, p. 4, citado en Marco Vinicio Mejía, op. cit., 1999, p. 49.

30 Guatemala contaba entonces con 94 por ciento de analfabetos.

31 Editorial del núm. 1 de Clarté, 11 de octubre de 1919. Por su parte, el grupo Claridad en Francia, marcaba como objetivos: a)en el plano nacional: el federalismo, el rechazo a los políticos profesionales y la guerra a la guerra; b)en el orden moral: favorecer la educación integral que capacita a los hombres para desempeñar funciones útiles a la sociedad; proscripción de las supersticiones y dogmatismos en la enseñanza, así como la defensa de la libertad de pensar.

32 Marco Vinicio Mejía, op. cit., 1999, p. 10.

33 Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giraldes, La formación de capital social intercultural en el Altiplano de Guatemala, Guatemala, Universidad Autónoma Metropolitana/Agencia Española de Cooperación Internacional, 2008, p. 215.

34 Citado por Lionel Méndez D'Avila, Cardoza y Aragón, obra y compromiso (modelo con un paraíso, un infierno y un río), Guatemala, Universidad de San Carlos, Editorial Universitaria, 1999, p. 191.

35 Marco Vinicio Mejía, op. cit., 1999, p. 30.

36 Luis Mario Schneider, (selección de textos e introducción), El Estridentismo. La vanguardia literaria en México, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. VIII.

37 Al lado de Miguel Ángel Asturias, Carlos Samayoa Aguilar y Rafael Heliodoro Valle, Carlos Noriega Hope formó parte del comité encargado de construir las bases de la Federación de Intelectuales Latinoamericanos, presidido por José Vasconcelos.

38 Gabriel Manuel Enriquez Hernández, "'Presentación' a La grande ilusión de Carlos Noriega Hope", en La novela corta: una biblioteca virtual, [http://www.lanovelacorta.com/lgitp.php] consultado el 9 de enero de 2011.

39 Guillermo Sheridan, Los Contemporáneos de ayer, México, Fondo de Cultura Económica, 1985, p. 140.

40 Diccionario Histórico Biográfico de Guatemala, Guatemala, Fundación para la Cultura y el Desarrollo/Asociación de Amigos del país, 2004. Sobre Arqueles Vela y Ermilo Abreu Gómez, véanse Jorge Cuesta, Poemas y Ensayos, vol. II, México, Universidad Nacional Autónoma de México, 1978; Octavio Paz, Cuadrivio, México, Joaquín Mortiz, 1965; Guillermo Sheridan, op. cit., 1985.

41 Lionel Méndez D'Avila, op. cit., 1999, pp. 54-55.

42 Olivier Debroise, "Luis Cardoza y Aragón. Sus corrientes simpáticas", en Revista de la Universidad de San Carlos, 1989, vol. 7, p. 65.

43 Octavio Paz, México en la obra de Octavio Paz, tomo II: Modernistas y modernos, edición de Octavio Paz y Luis Mario Schneider, México, Fondo de Cultura Económica, 1987, pp. 174-175.

44 Miguel Bustos Cerecedo, "Juan de la Cabada en la LEAR", s/f, s/núm. de exp., en el Fondo "Juan de la Cabada", USBI, Universidad Veracruzana.

45 Rogelio de la Mora Valencia, "Entre la ortodoxia y el espíritu crítico: las rutas del grupo Noviembre", en Ulúa. Revista de Historia, Sociedad y Cultura, año 7, vol. 14, julio-diciembre, 2009, pp. 167-196.

46 Ibid.

47 Jorge García Granados, Los veneros del diablo, México, Liberación, 1941, 206 p.

48 Jorge García Granados, Los veneros del diablo, México, Pemex, 1988, 151 p.

49 Porfirio Barba-Jacob, Campiña Florida, Barranquilla, Imprenta de El Siglo, 1907.

50 Porfirio Barba-Jacob, El combate de la ciudadela, narrado por un extranjero, México, Ti p. Artísticos, 1913.

51 Carlos Wyld publicó una serie de artículos, haciendo alusión a este episodio en México: "La odisea de un poeta: Porfirio Barba-Jacob", en El Norte, San Pedro Sula, Honduras, 7, 14 y 21 de febrero de 1942.

52 En San José, Costa Rica, publicó En loor de los niños, Imprenta Greñas, 1915; en La Ceiba, Honduras, creó Ideas y noticias, en octubre de 1916; en El Salvador, publicó su trabajo literario de testimonio El terremoto de San Salvador. Narración de un sobreviviente, Imprenta Diario del Salvador, 1917.

53 Tip. Arte Nuevo, Quezaltenango, 1915. Traducida al francés por G. Pillement, en 1918, y publicada en La Revue d'Amérique Latine, abril-junio de 1932.

54 Oscar Acosta, Rafael Heliodoro Valle. Vida y obra, Roma, Instituto Italo-latino Americano, 1981, p. 65.

55 Sobre los periódicos, véase Luis Reed Torres y María del Carmen Ruíz Castañeda, El periodismo en México. 500 años de historia, México, Club Primera Plana, 1996.

56 Citado por Marco Vinicio Mejía, op. cit., 1999, p. 10; Gerald Martin, "Miguel Ángel Asturias y El Imparcial", en Miguel Ángel Asturias y Amos Segala, París 1924-1933. Periodismo y creación literaria, Madrid, Asociación de Archivos de la Literatura Latinoamericana XX/Ediciones UNESCO, 1996, p. 641.

57 "Un criterio personal. Mi penacho", El Imparcial, 9 de agosto de 1922.

58 "Recuerdos de aniversario. Cómo entré a El Imparcial', El Imparcial, 16 de junio de 1953.

59 Marta Elena Casaús Arzú y Teresa García Giráldez, Las redes intelectuales centroamericanas: un siglo de imaginarios nacionales (1820-1920), Guatemala, Editores F&G, 2010, p. 215.

60 Rafael Heliodoro Valle dirigió el Boletín de Bibliografía Mexicana, en el cual colaboraba Ermilo Abreu Gómez, quien escribió "Poemas intemporales", en Porfirio Barba-Jacob, México, Instituto de América, 1943.

61 Porfirio Barba-Jacob, Escritos mexicanos, investigación, selección y prólogo de Eduardo García Aguilar, Bogotá, Fondo de Cultura Económica, 2009; "Bibliografía de Porfirio Barba-Jacob" por Rafael Heliodoro Valle; ordenada por Emilia Romero de Valle, en Thesaurus, tomo XV, núms. 1, 2 y 3, 1960. Se puede consultar en: [http://cvc.cervantes.es/lengua/thesaurus/pdf/15/TH_15_123_079_O.pdf].

62 Raúl Arreola Cortés, "Cinco poetas en Morelia. En la Espiga y el Laurel", en Cuadernos de Notas, vol. 2, agosto, 1947, p. 13.

63 Arqueles Vela, "Porfirio Barba Jacob, Ricardo Arenales, Main Ximénez, etc.", en Teoría literaria del modernismo, México, El Colegio de México, 1944, pp. 148-151; David Vela, "Los grandes poetas de América. La musa ardiente y profunda de Porfirio Barba-Jacob", en El Imparcial, Guatemala, 3 de enero, 1933; Manuel Bandeira, Literatura Hispanoamericana, Río de Janeiro, Fondo de Cultura Económica, 1949, pp. 198-199.

64 Miguel Ángel Asturias y Amos Segala, París 1924-1933: periodismo y creación literaria, Madrid, Asociación de Archivos de Literatura Latinoamericana XX/Ediciones UNESCO, 1996, pp. 200-201.

65 Mario Alberto Carrera, op. cit., 1975, pp. 56-58.

66 Marc Cheymol, Miguel Angel Asturias Dans le Paris des "années folles", Grenoble, Presses Universitaires de Grenoble, 1987, p. 35.

67 Luis Cardoza y Aragón, Miguel Ángel Asturias, casi una novela, Guatemala, Universidad de San Carlos/Editorial Universitaria, 2002, pp. 18 y 24.

68 Miguel Ángel Asturias y Amos Segala, op cit., 1996, p. 755.

69 Humberto Tejera, op. cit., 1943, p. 13.

70 Ibid.

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