SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.12 número60La educación, la cultura cívica y las organizaciones de la sociedad civil en México índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Innovación educativa (México, DF)

versão impressa ISSN 1665-2673

Innov. educ. (Méx. DF) vol.12 no.60 México Set./Dez. 2012

 

Ex-libris

 

La construcción juvenil de la realidad. Jóvenes mexicanos contemporáneos

 

Omar Novelo*

 

Urteaga, Maritza. México, Universidad Autónoma Metropolitana, 2011

 

Escuela Preparatoria Oficial N. 27

 

La construcción juvenil de la realidad. Jóvenes mexicanos contemporáneos es, como advierte el título, una obra de investigación de la antropología social que refleja la línea de trabajo que ha desarrollado Maritza Urteaga desde hace más de veinte años, y cuya plataforma crítica gira en torno a la juventud y las sociedades contemporáneas. La densidad de sus letras radica en la vasta fundamentación con la que cuenta la autora, ya sea como estado del arte o como consideraciones propias extraídas de otras obras suyas, que permiten el recorrido casi guiado por los distintos momentos y escenarios de una cuestión inicialmente irreconciliable: ¿la imagen de lo juvenil se impone desde los mismos actores transitorios que la definen?, ¿de una institucionalización de su parte?, ¿o desde el poder en oposición?

Las líneas de lectura se van interceptando como parte del ejercicio de investigación e indaga las interpretaciones social, etnográfica y antropológica de esa representación llamada "joven", que para el poco instruido en la materia pareciera un término o una concepción arraigada históricamente. A lo largo de la primera parte del texto, sin embargo, se devela su significado posindustrial, hasta alcanzar, en la ruptura del último cuarto del siglo XX, una resignificación consolidada pero en constante mutabilidad. Y es que eso a lo que llamamos "jóvenes", aquel segmento de tiempo al cual pertenecimos como institución cultural, es un objeto-sujeto de estudio "autopoyético" por autoreferente. Es decir, que se construye y destruye cual unidad autónoma dentro del sistema abierto que representa la sociedad. De manera propositiva, Maritza Urteaga redacta una biografía del individuo que somos, o hemos sido todos; se vale del rigor científico para decodificar un fragmento del contexto en el que los jóvenes socializan como bandas, tribus o simplemente como referentes de alguna identidad mediatizada, pero que participa de manera activa en la construcción de la sociedad contemporánea en lugar de ser el producto de las necesidades del estrato "superior" para legitimar los paradigmas conductuales llamados "vida adulta".

Los cinco capítulos que integran este volumen son suficientes y de una gran magnitud semántica, pero quien se acerque a ellos debe hacerlo con prenoción del trabajo de Urteaga. Esto, porque, aun cuando utiliza la primera parte para establecer pertinencias de lenguaje, es insuficiente para el individuo no especializado para apropiarse de conceptos como "trensetters", "espacio social", "paisajes étnicos", tal como la autora los aborda, en lugar de encaminarse con la primera lectura o significación más común y poco eficaz para describir la juventud mexicana. O sea, la lente hermenéutica se calibra a través de la investigadora para filtrar nociones culturales mediante conceptos, la mayoría de ellos adaptados de ejercicios antropológicos, psicosociales y etnográficos ajenos a la realidad nacional.

Una vez hechas las indicaciones pertinentes para recorrer las bases conceptuales del libro, en el primer capítulo esta obra desentraña las concepciones arraigadas académica y científicamente a partir de términos como "adolescencia" y "juventud". Su uso está tan alejado de una praxis disciplinaria que ha complicado el entendimiento de sus representaciones sociales. Un médico habla de adolescente como un estadio del desarrollo del organismo, con inicio, desarrollo y conclusión, determinado por edad y caracteres sexuales; mientras que en la sociología el mismo adolescente es el individuo que manifiesta actitudes de oposición o negación frente a otras, como aceptar o afirmar su modo de producción (Mendizabal Oses, 1968). En el plano psíquico, incluso, la adolescencia se sitúa como el periodo en el que se manifiesta el incremento de la capacidad de las facultades afectivas o cognoscitivas que poseía el sujeto infantil. Las tres posturas legitiman el término "adolescente" como un estatuto primigenio, quizá descartando que fuera Rousseau quien, de manera moderna, lo propuso en el siglo xix. Y aunque como enciclopedista es célebre por su labor ilustrativa de las ciencias, su posición con respecto al término se aleja del que más tarde la sociología y la psicología, como ciencias, intentarían hacer hegemónico y perpetuarían su locución. Más que satanizar los conceptos de juventud y adolescencia, el capítulo los aterriza como parte de una identidad cambiante, haciendo que su estudio sea vivencial y experimental en lugar de una corroboración de factores repetibles y específicos. Además, niega la validez teórica del "rango de edad" (Taguenca, J. 2009) como categoría definitoria de juventud.

En este punto, el texto construye, entre un marco etimológico y uno epistemológico, un paradigma de juventud y de los espacios en que la misma se desarrolla al interior de la sociedad. Si bien su perspectiva es antropológica, se vale de la condición única del ser humano para interactuar socialmente mediante signos con el poder. A través de su propuesta, la juventud se sigue analizando desde el espacio urbano al que moviliza y, aunque es clara la diferencia de autoridad entre el espacio utilizado por las élites culturales (adultos o jóvenes trendsseters) y la juventud (asociación o consensos, rockeros, punks, "fresas"), ambos determinan la metrópoli y la hacen un mapa trascendental de estudios caleidoscópicos que transgreden mutuamente todas sus esferas.

El giro cuasi dramático de la investigación de Urteaga proviene de una línea temática que pareciera desapegarse del orden cognitivo que desarrolla en la primera mitad del libro, pero que ensambla con precisión a través del planteamiento de problemas razonablemente incluyentes. ¿Las percepciones sociales indígenas son similares a las que otros grupos de la sociedad mexicana tienen de sus jóvenes? ¿A quiénes se denomina jóvenes entre las diferentes etnias? ¿Qué puede aportar la antropología a esta construcción juvenil étnica dentro de las etnias y en las ciudades, nuevos centros de configuración de las etnias mexicanas? Estas son solo algunas cuestiones cuya constante es la apertura a indagar las formas de construcción juvenil entre los indígenas migrantes radicados en las ciudades. El aporte teórico de la investigadora, ya presente de alguna manera en otros proyectos, lleva hacia un nuevo campo disciplinario de producción académica sobre una necesidad urgente. Estamos justo ante un fenómeno de transición entre espacios culturales donde una imagen de juventud parece ser democratizada, pero que encuentra cierto grado de resistencia en los núcleos indígenas migrantes radicados en una ciudad tan grande como el Distrito Federal. Como si no hubieran sido suficientes las precisiones conceptuales de los dos primeros capítulos ("Textos y contextos sobre lo juvenil en el México moderno y contemporáneo" y "La construcción teórica de la juventud") la autora vuelve a desarrollar un marco sobre el estado de la cuestión en textos antropológicos que dibujan representaciones de "lo juvenil" y "lo indígena".

La investigación urge a estudiar este sector en los territorios rurales y multiétnicos, así como fuera de su lugar de origen, estableciendo nexos entre ambas situaciones. Pero, ¿cómo generar estudios sobre este tema arrastrando polisemias inválidas pero ya establecidas? Por ejemplo, el joven indígena no lo es en la concepción misma de su grupo, y por el contrario alcanza su "madurez" en un entorno urbano. De repente, las referencias metodológicas utilizadas por la autora se dividen en tres ejes de observación y problematización: 1) la migración (las razones por las que el indígena decide migrar a las ciudades, más por el sesgo de oportunidades que por convicciones prácticas); 2) la escuela (los valores deontológicos que intervienen en la formación del indígena y su crisis al entrar en contacto con la urbanización); y 3) los medios de comunicación (como portadores de imágenes que introducen modelos conductuales urbanos). Del diálogo entre estos ejes resulta la posibilidad académica de abundar o refutar esta teoría.

No obstante, se trata de sociedades complejas, aquellas que de manera heterogénea cobijan distintas perspectivas e intercambian recorridos, historia y costumbres asociadas. ¿Es posible que la juventud indígena permee a la que comúnmente se desarrolla en la ciudad? Para no ser determinista, en el libro se integra el concepto de "paisaje étnico" (p. 274) para hablar de la presencia indígena juvenil en la ciudad y arraigar o desarraigar el sentido de pertenencia a la realidad urbana. Como jóvenes capitalinos poseemos mecanismos socializadores que se han perpetuado como espacios comunes, con la finalidad de reproducir expresiones semejantes y, a su vez, discriminar aquellas que desvirtúen dicha relación. Sin embargo, como joven indígena migrante el reto de su comunidad consiste en involucrarlo en uno de estos espacios definidos, pero sin desarraigarlo de aquel al que siempre ha pertenecido. El paisano indígena colabora, apoya a su joven para confirmarlo dentro del estatus de "contemporáneo" o, como la autora plantea, "la cultura hegemónica" (p. 283), para así aspirar a un lugar de dependencia en el estrato urbano. Pero a su vez le deja un imaginario de principios ligados a la familia, al orgullo del pueblo y su relación con las costumbres. La autora tipifica la deviación o ruptura con la cotidianeidad en distintos ejemplos que pasan por indígenas otomíes o mazahuas, sin darle importancia a la realidad etnográfica de la que se desprenden, sino al problema de complejidad semiológica a la que enfrenta su adquisición de la juventud.

El último capítulo podría ser el inicio de una investigación aparte. Consiste en la sistematización de esquemas de referencia o estilos de vida surgidos desde los jóvenes como parte de un trabajo profesional y personal. Dicho de otra manera, los jóvenes sirven a los jóvenes para corporativizar un estándar de juventud. La investigación aborda la brecha que se abrió en el momento de involucrar la vida común del joven a la profesiográfica, llegando a tener industrias enteras y desarrollando formas innovadoras de reproducción masiva. La juventud se atrae a sí misma y crea productos o servicios necesarios donde posiblemente su intervención en la vida cotidiana transforma el estilo de vida. Al puro intento desmitificador la autora revela, finalmente, el momento inicial o de transición por medio del cual los jóvenes manipulan sus imágenes y sus espacios culturales para así acceder a ellos e integrarse a su estilo de vida, a las tendencias más vanguardistas, sólidas o históricamente reconocidas. Maritza Urteaga invita a ampliar sobre el tema, a rescatar su momento de consolidación e incrementar los referentes políticos, antropológicos y psicosociales que permitan seguir la construcción de esa realidad juvenil de la cual, sin duda, la autora representa a un arquitecto fundamental como recurso a subsecuentes trabajos que enriquezcan la labor cambiante de un objeto-sujeto de estudio tan diverso, inestable, activo y propositivo como es la juventud.

 

Referencias

Mendizábal, L. (1968). La política de la juventud: determinación de su concepto. Revista de Estudios Políticos 16, 162        [ Links ]

Mendizábal, L. (1967). Posibilidades formativas del arte sobre la infancia y la juventud. Revista del Instituto de la Juventud 10, 107.         [ Links ]

Debsesse, M. (1955). La crisis de la originalidad juvenil. Buenos Aires: Nova.         [ Links ]

Taguenca, J. (2009). El concepto de juventud. Revista Mexicana de Sociología 71(1), 159-190.         [ Links ]

Margulis, M., y Urresti, M. (1996). La juventud es más que una palabra. En La juventud es más que una palabra. Ensayos sobre cultura y juventud, (pp-23-24). Buenos Aires: Biblos.         [ Links ]

Creative Commons License Todo o conteúdo deste periódico, exceto onde está identificado, está licenciado sob uma Licença Creative Commons