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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.24 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2017

 

ARTÍCULOS

Tipos de activistas en organizaciones partidarias

Types of Activists in Party Organizations

Rafael Piñeiro* 

Fernando Rosenblatt** 

*Profesor asistente en el Departamento de Ciencias Sociales y Políticas, Universidad Católica del Uruguay. Tel: +598 24 87 27 17, int. 412. Avda. 8 de Octubre 2738, Montevideo, Uruguay. Correo-e: rafael.pineiro@ucu.edu.uy.

**Profesor asistente en la Escuela de Ciencia Política, Universidad Diego Portales. Tel: +56 2 26 76 84 08. Ejército 333, Santiago, Chile. Correo-e: fernando.rosenblatt@udp.cl.


Resumen

Los partidos políticos son organizaciones voluntarias y dependen del involucramiento sostenido de activistas para funcionar como canales de representación democrática. Desarrollamos una tipología conceptual de tipos de activistas partidarios en función de si el aporte que realiza el militante (en tiempo o dinero) le reporta utilidad como consumo o si es tomado como una inversión. La discriminación de diferentes tipos de activistas ayuda a entender los procesos de transformación y las capacidades de adaptación de los partidos. En particular, se sugieren hipótesis preliminares y se aporta evidencia, a partir de encuestas a militantes de partidos chilenos, acerca de la existencia de diferentes perfiles de activistas y sus patrones de respuesta diferencial ante shocks que puede recibir el partido.

Palabras clave: tipología; activistas; organizaciones partidarias

Abstract

To operate effectively as channels of democratic representation, political parties rely on the sustained engagement of activists at all levels. We develop a conceptual typology of types of party activists, depending on whether the activist’s contribution (in time or money) generates utility in terms of consumption or it is assumed as an investment. Specifying different activist profiles enhances our understanding of how parties transform and adapt over time. More specifically, we suggest preliminary hypotheses and provide evidence from surveys conducted to Chilean parties’ activists, showing that activists belonging to different profiles will vary considerably in their response to hypothetical shocks.

Keywords: typology; activists; party organizations

Introducción

¿Es posible identificar diferentes tipos de activistas en organizaciones partidarias? ¿Cuál es la ventaja analítica de distinguir entre tipos de militantes? En los últimos años, diferentes metodólogos en ciencias sociales han destacado el rol del trabajo conceptual sistemático como componente esencial del diseño metodológico (Goertz, 2006; Collier y Geering, 2009; Collier, Laporte y Seawright, 2008; Goertz y Mahoney, 2012). Repensar la forma en que conceptualizamos el involucramiento de individuos en organizaciones partidarias resulta pertinente, dada la escasa atención que ha recibido en la disciplina. Si bien la literatura sobre partidos y sistemas de partidos es una de las más tradicionales en ciencia política, no se registra una reflexión teórica similar sobre los tipos de involucramiento de los integrantes de los partidos.

Suele afirmarse que los partidos políticos adolecen de falta de legitimidad entre la ciudadanía y son frágiles organizacionalmente (Hagopian y Mainwaring, 2005; Mainwaring, Bejarano y Pizarro, 2006). Éstas son las conclusiones a las que recurrentemente arriban académicos y expertos que analizan América Latina. En un plano general, diversos autores señalan que la debilidad de las organizaciones partidarias es un fenómeno propio de estos tiempos y que se explica por procesos que ocurren a escala global (Dalton y Wattenberg, 2000; Mainwaring y Zoco, 2007; Sánchez, 2008; Inglehart y Welzel, 2005; Webb y White, 2007).

Para los casos latinoamericanos, algunos autores sostienen que la fragilidad organizacional se debe al tipo de sistema de gobierno presidencialista que predomina en la región (Samuels y Shugart, 2010). Para otros, se explica por el momento en que se consolida la democracia, en el que imperaba el individualismo (Mainwaring y Zoco, 2007), algunos culpan de la falta de legitimidad y la debilidad de los partidos al desempeño de éstos en el gobierno, en particular a las deficiencias en cuanto a la ética pública y a su fracaso en conformarse como canales efectivos de representación democrática de intereses (Mainwaring, Bejarano y Pizarro, 2006; Hagopian, 2005, Lupu, 2016). Roberts (2013, 2014), por su parte, explica la inestabilidad a partir del manejo diferencial de la coyuntura crítica de las reformas de mercado en la década de 1990. Cuando las reformas fueron hechas por partidos conservadores, dice Roberts, se permitió la estructuración del sistema de partidos; sin embargo, cuando fueron implementadas por partidos que drásticamente cambiaron su postura estatista tradicional, en el mediano plazo se desestructuraron el sistema y los partidos.

En un contexto de debilidad de las organizaciones partidarias, ¿tiene sentido desarrollar analíticamente una tipología de activistas partidarios? Como abundan los fracasos en la consolidación de las organizaciones partidarias en América Latina, son pocos los que abordan las razones de la supervivencia organizacional. La excepción son los trabajos de Wills-Otero (2015) sobre los partidos tradicionales, de Burgess y Levitsky (2003) sobre los partidos populistas, Levitsky (2003) sobre los partidos de base trabajadora y de Cyr (2016, 2017) sobre los partidos en Colombia, Venezuela y Bolivia.

La organización política estable, un rasgo definitorio de un partido político, continúa siendo un canal necesario para la salud democrática. Por ello, sigue siendo pertinente comprender las razones de la presencia de vitalidad organizacional de los partidos; es decir, sigue siendo teóricamente relevante conocer el polo positivo del concepto de vitalidad organizacional.1 Una organización partidaria muestra signos de vitalidad cuando se encuentra activa en periodos interelectorales. Al mismo tiempo, cuando sus militantes participan activamente en instancias de la organización, hay rotación de líderes y la organización tiene presencia a lo largo del territorio. Finalmente, una prueba suficiente de un partido vital es la capacidad de recuperación ante shocks, como malas performances en el gobierno o escándalos de corrupción que afectan severamente sus posibilidades electorales. Por todo esto, uno de los puntos de partida para cualquier análisis sobre vitalidad organizacional de los partidos debe estar centrado en sus miembros. Son los miembros, activistas de diferentes niveles, quienes dan vida a la organización, o su deserción en masa la que determina su final. Este trabajo propone la identificación de tipos de activistas en organizaciones partidarias y sugiere hipótesis preliminares acerca de la incidencia que el perfil de los activistas tiene en la capacidad de supervivencia de la organización ante diferentes problemas.

Para ilustrar los tipos de activistas se utilizan entrevistas en profundidad semiestructuradas con líderes partidarios de Chile, Costa Rica y Uruguay.2 Adicionalmente, se utilizan datos de una encuesta a activistas partidarios en Chile para observar la existencia de diferentes perfiles de activistas y su respuesta diferencial a los problemas.3 A continuación se repasa la literatura sobre activistas y organización partidaria. Luego, se presenta la discusión conceptual y la tipología de activistas. Más adelante se discute la relación entre capacidad de supervivencia organizacional y tipos de activistas. Además, se analizan posibles determinantes de la consolidación de los tipos de activistas, poniendo atención en el rol de variables organizacionales y el predominio del tipo leal ambicioso. Finalmente, se presentan conclusiones y algunas líneas de investigación para el futuro.

Activistas y organización partidaria en la literatura

Un partido es una organización política de individuos que voluntariamente deciden coordinar acciones para competir por el poder (Schlesinger, 1994). Las teorías más asentadas en la literatura sobre partidos políticos están basadas en el axioma del político como office/vote seeker (Downs, 1957; Schlesinger, 1994). Por su parte, las teorías comportamentales han tenido un menor desarrollo.4 Sin embargo, resulta claro que el set de miembros de una organización partidaria está integrado por un universo más complejo, que incluye diferentes tipos de activistas. Strøm (1990) propuso una teoría que subraya que los partidos buscan políticas, cargos y votos, y que la distribución de la orientación de los líderes -su comportamiento político- está determinada por factores organizacionales e institucionales. En una línea similar, otros autores también han establecido diferencias entre los tipos de miembros de partidos (Selle y Svåsand, 1991; Heidar, 1994). En cualquier caso, poco se ha avanzado desde la clasificación clásica de Duverger (1954) que divide a los que participan en partidos en: votantes, adherentes, miembros y activistas, según el grado de involucramiento en el partido político. Tampoco se han analizado los efectos del predominio de diferentes tipos de activistas sobre resultados asociados a la salud de las organizaciones partidarias. Una excepción es el trabajo de Art (2011), que distingue tres tipos de activistas en los partidos políticos de derecha radical: “moderados, extremistas y oportunistas”. Si bien su tipología representa un avance en el análisis de las organizaciones partidarias, su foco en partidos de “nicho” y en el éxito electoral como variable dependiente, no permite generalizar su enfoque a otro tipo de organizaciones partidarias.

Cualquier organización política estable, y los partidos políticos no son la excepción, necesita activistas para tener cierto grado de vitalidad. Es decir, todo partido político, además de contar con un grupo de líderes orientados a la obtención de cargos, requiere un grupo de militantes que no están necesariamente, o al menos no en ese momento, tras una carrera política. A pesar de los cambios tecnológicos y sociales, que han modificado la forma específica de organización partidaria (Katz y Mair, 1994, 1995), la evidencia indica que la presencia de activistas que operan en campaña, dispuestos a invertir recursos (tiempo y dinero), y que también sostienen la organización en periodos interelectorales sigue siendo imprescindible (Scarrow, 2000). Al respecto, Scarrow (2014, p. 4) dice:

La disminución de la afiliación a un partido puede ser importante para los partidos de muchas maneras […] la disminución de las afiliaciones puede erosionar los vínculos entre ciudadanos y gobernantes y exacerbar los procesos de desalineación electoral.

La evidencia más contundente sobre la necesidad del involucramiento de muchos voluntarios para la acción política proviene de la literatura que analiza el rol del tipo de campaña política en su capacidad de aumentar la participación electoral y el voto por candidato-partido. Green y Gerber (2008) estudian diferentes mecanismos que aumentan la participación electoral. Uno de los principales hallazgos es que el proselitismo intenso es el formato de campaña que más asegura un cambio en la predisposición del votante a salir a votar. Ahora bien, para ello, sostienen los autores, un candidato requiere un ejército de voluntarios y es por lo tanto la estrategia más costosa e intensiva en capital humano. Como corolario, sigue siendo necesario disponer de un número importante de activistas dispuestos a invertir tiempo, aun en redes sociales y de fácil acceso a medios de comunicación masiva.

Conceptualización y tipología

El concepto “activista” incluye tanto a líderes políticos que buscan acceder a cargos nacionales, regionales y municipales, como a los militantes que integran la estructura partidaria en todos los niveles.5 Un partido puede tener muchos activistas. Algunos que simplemente aparecen en escena en periodos electorales (incluso a cambio de retribuciones particularistas) y otros que son mucho más permanentes. Los primeros si bien contribuyen al trabajo electoral del partido, ciertamente no facilitarán, como sí lo hacen los que tienen una dedicación más permanente, la dura tarea de sostener la organización durante el largo periodo interelectoral, desafío básico para la supervivencia del partido. Asimismo, seguramente no todos los militantes tienen los mismos grados de lealtad hacia la organización. Mientras unos optarán por abandonar la organización ante un fracaso electoral o ante la caída en la imagen o valoración social del partido o sus líderes, otros permanecerán incluso en los peores momentos. Aun asumiendo que la intensidad del involucramiento de los activistas varía en el tiempo (Hirschman, 1982), es posible determinar los diferentes tipos de activistas que predominan en una organización partidaria.

Los militantes partidarios tienen diferentes formas de entender su trabajo voluntario para la organización. La participación puede ser la demostración de un compromiso por la promoción de ciertos principios, valores o políticas (Strøm, 1990), pero también puede ser el inicio de una carrera política dentro de la organización. Estas formas en las que cada activista concibe su participación política no se contraponen y pueden combinarse de diferente manera en cada activista. Las organizaciones partidarias están institucionalizadas cuando logran reproducirse a lo largo del tiempo y lo hacen con vitalidad, tal como se definió líneas arriba. Para la reproducción de las organizaciones partidarias es necesario que existan grupos de activistas que piensen tanto en sus intereses individuales (en su carrera), para los que el partido es un vehículo de la satisfacción de estos intereses, como en los objetivos colectivos de la organización (promoción de principios, valores y políticas). La tipología que se desarrolla a continuación procura identificar los tipos de activistas en función de la forma que los individuos tienen de entender los recursos (en particular el tiempo) que dedican a la organización partidaria.

En una línea similar a Margolis (1984) y Ansolabehere, Figueiredo y Snyder Jr (2003), se pueden definir tipos de activistas en función de dos dimensiones asociadas a la forma que cada activista tiene de entender los recursos (tiempo o dinero) que destina a la organización partidaria a la que pertenece. Cuando las personas entienden la utilización de sus recursos como consumo (de la misma forma que hacen donaciones a la caridad o emprenden trabajos voluntarios en organizaciones sociales), derivan utilidad simplemente por aportar al partido. Cuando entienden su aporte como una inversión, éste está orientado a la obtención de un beneficio individual (por lo general asociado a un cargo). La primera dimensión acerca conceptualmente a los partidos políticos con otro tipo de organizaciones políticas de carácter voluntario que apelan a la producción de algún tipo de bien público, por ejemplo, organizaciones civiles orientadas a la promoción de algún derecho; al tiempo que la aleja de organizaciones orientadas al lucro. La segunda dimensión acerca a los partidos políticos a una empresa y, al mismo tiempo, la separa de otro tipo de organizaciones cívicas.

CUADRO 1 Tipos de activistas según grados de inversión y consumo 

Fuente: Elaboración propia.

Aquellos activistas que derivan utilidad de su aporte como inversión con retorno, y al mismo tiempo el empleo de su tiempo y aporte de dinero les reportan utilidad como consumo, son activistas que desarrollan fuertes vínculos de lealtad y unen su suerte (en términos de su ambición personal) a la de la organización. Estos “leales ambiciosos” representan la conjugación de una dosis necesaria de vocación por la cooperación y de satisfacción de intereses individuales. Son aquellos activistas que procuran ascender en la carrera política al tiempo que promueven la construcción organizacional (coordinan y organizan actividades y promueven el encuentro de otros correligionarios), aun cuando estas tareas no les reporten ninguna ganancia en términos de su carrera o eventualmente puedan perjudicarla en el corto plazo. Por lo tanto, no visualizan una contradicción entre el desarrollo de su interés individual y el colectivo. Utilizando la categorización de Han (2014), este tipo de activista organiza y moviliza, al tiempo que promueve su propia carrera -cuestión que no es analizada por la autora, precisamente porque no estudia organizaciones políticas orientadas al acceso directo al poder-. Este tipo es el que predomina entre los activistas partidarios. Estos militantes mantienen activa la organización tanto en periodos electorales como en periodos no electorales. En los cuadros 2 y 3 se presentan la narración de un líder del Partido Liberación Nacional de Costa Rica y la de un líder del Partido Unidad Social Cristiana de Costa Rica. En ambos casos se expresa con nitidez una trayectoria de este tipo de activista.6

CUADRO 2. El leal ambicioso I

Tal vez desde la adolescencia es cuando yo me vinculo con la juventud del partido Liberación Nacional, siendo un miembro más de esa juventud. El último año de mi colegio yo decido si estar vinculada políticamente al partido y empieza a gustarme a mí la participación. Yo tengo un cierto liderazgo entre mis compañeras y me meto también y soy la presidenta en el colegio del consejo estudiantil del partido, en el último año de mis estudios secundarios, y ahí paso a la universidad y ya ahí sí me vinculé un poco. Participé como representante estudiantil. ¿Por qué al partido Liberación Nacional? Por familia. Y no tanto por familia. Por mi papá, porque nos había criado… él era un hombre, un funcionario público y nos había criado como muy al tanto de lo que pasaba en el país y su vínculo era Liberación Nacional.

Ya cuando regresé ya formada la casa, ya los hijos, y los hijos chiquititos, y entonces fue difícil involucrarme, aunque me buscaron. El agente territorial, aquí por cierto, del distrito donde yo vivo, y empezaron a buscarme para que yo participara como miembro de mesa en dos elecciones, como dirigente ahí de mi cuadra y organizar a la gente, y por supuesto eso me gustaba, y eso lo hice. Pero ese era mi mayor vínculo.

A mi papá …lo llama [el presidente] a que sea Ministro. Mi papá se viene y ahí hay una mayor vinculación ya mía a través del trabajo de papá con el partido. Participé como miembro del grupo de mujeres.

[…] Y entonces don José María insistió, y en abril de ese año… él asumía en mayo, yo le acepté ser de su gobierno y me fui a trabajar con él directamente. Me tocó esa coordinación y entonces hicimos un grupo también de trabajo muy lindo que yo lo coordinaba, y hay varios de ellos que tenían la intención de ser diputados y de verdad, de su carrera política, y yo ahí es donde tomo la decisión que sí en serio voy aquí en la política, y yo voy a asumir también…quiero, tengo que ser diputada. Salí nominada.

La función pública a mí me gusta mucho.

Y ahí salí electa para este periodo. Aquí estoy.

Fuente: Elaboración propia.

CUADRO 3. El leal ambicioso II

A la salida de Rafael Ángel, un grupo de gente sobre todo joven formada en los principios social cristianos dijimos qué hacemos, nos dijeron todo este tiempo cosas que no eran ciertas, qué nos queda o nos vamos para casa o nos dedicamos a hacer que las cosas sean como nos las metieron en la cabeza. Ocho días después don Rafael Ángel anuncia que el candidato va a ser don Fishman, no tengo nada en contra de él… pero el método que se eligió para nombrarlo cuatro meses antes de las elecciones no me pareció el correcto. Entonces me junto con un grupo de amigos y decimos qué hacemos, vamos a apoyar el partido de aquí a febrero que son las elecciones y el día después de las elecciones vamos a reconstruir el partido. Y el lunes siguiente a las elecciones empezamos un proceso para reconstruir el partido, empezamos a recorrer el país y empezamos a darnos cuenta de que nuestro partido caudillista, donde una persona era la que mandaba casi más asemejado a una monarquía que a una democracia. Si usted quería ser diputado por Guanacaste usted no tenía que demostrar su liderazgo en Guanacaste bastaba con que usted fuera amigo de uno de los líderes tradicionales del partido y eso a mí no me gusta. Yo creo que uno tiene que demostrar su liderazgo en el territorio que quiere representar.

Nos dimos cuenta que muchas veces las personas habían sido más leales a personas que a principios y nos dimos cuenta que ahí era donde estaba el problema. Nos dimos cuenta que había muchos resentimientos pero que ese árbol que tenía las ramas mustias tenían las raíces profundas, en todos los rincones del país. Gracias a esos dirigentes hay obra viva que le ha cambiado la vida a mucha gente. Cosa que no han tenido los partidos emergentes. Nos dimos cuenta que lo que había que hacer era estimular esas raíces […] había que estimular la base, entonces hicimos una propuesta que al principio era una mala palabra para los líderes tradicionales.

Fuente: Elaboración propia.

Si los activistas de un partido sólo derivan utilidad de su aporte a la organización como una forma de consumo, son activistas exclusivamente “leales”, que desarrollan apego a la organización (involucramiento y compromiso). Este tipo de activista es más frecuente en partidos de nicho con bajas chances de obtener buenos resultados electorales. Este tipo de militante está dispuesto a destinar muchas horas al trabajo partidario (encuentros, debates); puede ser más o menos anónimo, pero no considera en su involucramiento político la posibilidad de obtener un cargo; es decir, no desarrolla una carrera política. Este activista es menos permeable a eventuales necesidades de adaptación estratégica del partido. Asimismo, son los más sensibles a cambios programáticos significativos que los líderes puedan adoptar como estrategia electoral o de gobierno. Estos individuos cooperan con la organización de manera incondicional (véase Rolfe, 2012 para una síntesis de esta forma de cooperación) mientras se mantenga su identidad y sus postulados ideológico-programáticos. A diferencia de quienes tienen intención de desarrollar una carrera política no enfrentan la tensión entre invertir en el desarrollo de la organización y hacerlo en su propia carrera. El cuadro 4 presenta la trayectoria de un “leal” del Frente Amplio de Uruguay.7

CUADRO 4. El leal

Yo empecé a militar en la izquierda en el año 72 estando en el liceo, estaba en tercero de liceo… En el liceo milité gremialmente en años muy compulsivos, y en el 73 propiamente […] empecé a militar. Ocupé en la Facultad […] cuando la huelga general, fui detenido ahí por primera vez repartiendo volantes, pero todavía mantenía mi carácter de independiente, claramente frenteamplista, y estaba en la duda si hacerme comunista o socialista. Finalmente, en el año 74, me fui a la juventud comunista y milité hasta los 32 años. […] Así que mi vinculación al FA vino por ese lado. Cuando la crisis partidaria [Partido Comunista], por ahí 91-92, yo ya no participé en los debates esos, ya me abrí, y quedé independiente frenteamplista, o sea no me generó ninguna duda la crisis partidaria respecto al proyecto frenteamplista. Estuve más o menos la década de 1990, bastante alejando de la actividad política. Trabajé, hice mi vida, tengo mis hijos, seguía de cerca la política porque me interesa, pero no militaba en nada. Y cuando la crisis de 2002, con un grupo de viejos amigos que habíamos compartido un trayecto común en la juventud comunista y que también se habían desafiliado del partido, nos empezamos a reunir y surgió esto [describe un proyecto político].

Yo no sé exactamente quién más, pero era un grupo pequeño que fue quien dijo “vamos a hacer una reunión”, nos juntamos en [una] casa en Ciudad Vieja. Y tuvo una buena repercusión, las primeras reuniones eran de 50, 60, 70 personas, la gente estaba preocupada. [Para] todos, su vida había sido la militancia, más allá que todos estaban fuera de la actividad partidaria directamente, fuimos todos jóvenes criados en la militancia política, la mayoría habíamos estado presos o exiliados, otros clandestinos. La vida política era inseparable de nuestra forma de ser, de sentir, entonces nos parecía imposible estar de brazos cruzados ante una situación de desplome del país donde más claramente veíamos que la izquierda era la única alternativa real que existía, el fracaso estrepitoso del proyecto de los partidos tradicionales.

Fuente: Elaboración propia.

Los que sólo entienden su aporte como una inversión, desarrollan un vínculo exclusivamente instrumental con la organización; esta clase de activista se acerca al “oportunista” descrito por Art (2011). Un activista típico de esta clase sería aquel que, por ejemplo, se acerca a un líder exitoso con el fin de avanzar en su carrera y no tiene inconveniente en abandonarlo si otro ofrece opciones más rentables o un ascenso más rápido. Es decir, se trata de un activista que orienta sus acciones de manera únicamente estratégica con miras a avanzar rápidamente en la carrera política sin ningún tipo de compromiso programático. Estos activistas son empresarios políticos, los tradicionales buscadores de puestos de la literatura.

En las citas del cuadro 5 un líder político costarricense describe la relación que predomina entre los líderes de su partido y los militantes de base. En la descripción se presenta el comportamiento de líderes de tipo ambicioso cuyo único interés es la elección y, por ejemplo, se vinculan con las bases únicamente para procurar la reelección electoral. Este tipo de comportamiento político ha sido ampliamente desarrollado por la literatura de la elección racional.

CUADRO 5. El ambicioso I

Los que hoy son militantes […] lo que podríamos llamar militantes [están relacionados con] algún aspirante a diputado o algún aspirante a un puesto importante en la función pública que les dé trabajo o contratos o cosas de ese tipo.

Fuente: Elaboración propia.

Además, este tipo de activista destina poco tiempo a la organización de actividades partidarias que no estén directamente relacionadas con su propio derrotero político. Estos activistas son los que sufren más la tensión entre invertir en su propia carrera y contribuir al desarrollo organizacional, entendido como bien público, para todos los integrantes del partido. Es decir, son los que más van a desarrollar conductas oportunistas y por lo tanto contribuirán únicamente en la medida en que existan incentivos negativos que penalicen la no contribución. Este tipo de individuo coopera en la medida en que sus correligionarios, especialmente las élites partidarias, también cooperan con su desarrollo; en términos de Axelrod (1984) se trata de una cooperación condicional. En el cuadro 6, de un político chileno, se describe el tipo de vinculación esporádica que tiene este tipo de líder.

CUADRO 6. El ambicioso II

¿Cómo describiría la relación entre los líderes partidarios y el resto de los integrantes del partido? Y específicamente, ¿cómo funciona la relación con las bases sociales-territoriales del partido?

Es una relación básicamente de cliente, es clientelista, el líder tiene cada cierto tiempo que revalidarse ante la base del partido porque tiene que asegurar su reelección como candidato porque el partido nomina a los candidatos. Sólo algunos líderes nacionales tienen una impronta más territorial porque han hecho un trabajo distinto […] pero el resto es un sistema de negociación entre el líder y la base para volver a legitimar su reelección. Yo creo que el [partido] tiene más líderes electorales que políticos.

Fuente: Elaboración propia.

Por último, aquellos que por lo general no ven su participación en términos de promoción de ideas y no buscan desarrollar una carrera política, no desarrollan vínculos estrechos con la organización y su participación se explica por eventos fortuitos como la familiaridad con otros activistas. Más allá de estas manifestaciones comportamentales, se trata de una persona que, como máximo, se siente vinculada a la organización en un plano predominantemente actitudinal. Por lo tanto, es difícil poder considerar a estos individuos como militantes, ya que más allá de votar sistemáticamente por el partido y eventualmente acudir a actos de campaña no suelen desarrollar un trabajo sistemático en la organización.

Hipótesis preliminares sobre la resiliencia partidaria en función del perfil de los activistas

El valor intrínseco de los partidos políticos radica en su permanencia (Huntington, 1968; Mainwaring y Scully, 1995). Partidos estables explican mejores niveles de representación democrática. No obstante, la reproducción de esta propiedad es variable. Todos los partidos políticos enfrentan numerosas coyunturas difíciles a lo largo de su trayectoria. La capacidad de resistencia y recuperación de las organizaciones ante este tipo de coyunturas permite abordar más cabalmente la capacidad de reproducción y la concomitante permanencia de las organizaciones partidarias. Algunas no logran resistir el embate de una crisis económica o un mal desempeño en el gobierno. Otros, sin embargo, las atraviesan sin mayores dificultades.

Cyr (2017) trabaja sobre el rol de las organizaciones en la recuperación de partidos que enfrentan crisis electorales profundas. La autora argumenta que la presencia de militantes y partidarios locales es una de las condiciones que facilita la recuperación de un partido. Nuestro aporte radica en discriminar el diferente peso que distintos tipos de activistas tienen sobre la reproducción de una organización partidaria ante cualquier tipo de shock exógeno.

El análisis de la respuesta a shocks negativos sufridos por el partido de diferentes tipos de activistas puede ayudar a entender las capacidades de resiliencia de la organización. Una discriminación de los diferentes tipos de activistas permite también entender mejor los procesos de transformación de los partidos.

  • Hipótesis 1: El tipo de militante “leal” exhibirá menor capacidad de resiliencia ante cambios estratégicos que supongan transformaciones significativas del perfil programático o ideológico del partido.

En general, los líderes los describen como personas siempre dispuestas, que viven en el territorio donde militan y que se activan ante el llamado del referente regional o nacional. En este sentido, la lealtad excesiva tanto por vínculo programático, afectivo o material produce lazos estables, permanentes entre líderes y organización, pero no aporta a la capacidad de la organización, como un todo, para reaccionar estratégicamente frente a señales o desafíos del contexto.

  • Hipótesis 2.1: El tipo de militante “ambicioso” responderá con menor capacidad de resiliencia ante shocks externos que afecten negativamente las posibilidades electorales del partido.

  • Hipótesis 2.2: El activista “ambicioso” aceptará mejor las transformaciones programáticas mientras favorezcan las chances electorales del partido.

Este tipo de activistas no están dispuestos a invertir en la reconstrucción del partido. No tienen predisposición alguna a invertir tiempo en un partido que no pueda ser vehículo para sus ambiciones. La orientación a la satisfacción de su carrera política individual, hace que sean también más receptivos a cambios en la organización que la favorezcan.

  • Hipótesis 3.1: Los activistas que conciben su participación como inversión y consumo (leales ambiciosos) reaccionan ante shocks externos negativos mejor que los leales o los ambiciosos.

  • Hipótesis 3.2: Los activistas “leales ambiciosos” serán menos sensibles que los leales a cambios programáticos o ideológicos del partido.

Es decir, estos activistas abandonan menos al partido y están más dispuestos a introducir cambios para enfrentar shocks adversos. Ahora bien, los “leales ambiciosos” tendrán que ser suficientes y estar en las posiciones adecuadas en momentos de crisis para que los partidos tengan cierta capacidad de responder, para poder rearmar un partido o hacerse cargo de un partido y rearmarlo.

En suma, los “leales” no van a tomar las acciones necesarias para que el partido se recupere de un shock, los “ambiciosos” se van a ir; los “leales ambiciosos” serían los únicos preocupados por reorganizar y recuperar el partido.

Datos y análisis empírico

A partir de datos de encuesta a adherentes de seis partidos políticos chilenos durante el segundo semestre de 2016 presentamos un análisis que procura brindar validación empírica inicial a la tipología de activistas en función de las dimensiones antes propuestas (inversión y consumo).8 A fin de identificar a los diferentes tipos de activistas se utilizaron las siguientes preguntas:

  1. Pregunta para observar la dimensión asociada a la inversión: En una escala que va de cero a 10, donde cero es ningún interés y 10 es mucho interés, ¿cuánto interés tendría en ocupar un cargo político de representación o designado a nivel nacional, local o regional?

  2. Pregunta para observar la dimensión asociada al consumo: En una escala de cero a 10, donde cero es ninguna disposición y 10 es una disposición total, ¿cuánta disposición tiene a destinar tiempo al trabajo como voluntario en su partido?

El criterio para construir el indicador del tipo de activista fue el siguiente:

  1. Si el encuestado indicó interés en ocupar un cargo político menor o igual a cinco (punto intermedio en la escala) y una disposición menor o igual a cinco en la pregunta sobre disposición a destinar trabajo como voluntario en su partido, entonces fue clasificado como “adherente accidental” (bajo en la dimensión asociada a inversión y bajo en la asociada a consumo).

  2. Si en cambio indicó un interés mayor de cinco en ocupar un cargo político y una disposición menor o igual a cinco a trabajar como voluntario, se lo clasificó como “ambicioso” (alto en la dimensión de inversión y bajo en la de consumo).

  3. Si respondió indicando un interés en ocupar un cargo político menor o igual a cinco y una disposición a trabajar como voluntario mayor de cinco se lo clasificó como “leal” (bajo en inversión y alto en consumo).

  4. Finalmente, si indicó un número mayor a cinco en ambas preguntas, entonces se lo consideró como un “leal ambicioso” (alto en inversión y en consumo).

De los 1868 activistas encuestados, los “leales ambiciosos” son la moda con 42 por ciento, luego los restantes tipos recogieron entre 14 y 19 por ciento (cuadro 7).9 Con algunas diferencias este patrón se reproduce también cuando se observa la prevalencia de cada tipo entre los militantes de cada uno de los partidos encuestados (véase el anexo).

CUADRO 7 Tipos de activistas según indicadores 

Fuente: Elaboración propia con base en datos de encuesta a militantes.

Las respuestas de los activistas encuestados permiten distinguir la existencia de los diferentes tipos. Un segundo paso es observar si los diferentes tipos responden de manera diferencial ante distintas coyunturas que el partido puede atravesar. Para esto, el cuestionario incluyó una serie de preguntas relativas a la disposición a continuar participando en el partido luego de que: a) “se descubre que los principales dirigentes del partido recibieron financiamiento del narcotráfico”; b) “el partido, una vez en el gobierno, realiza políticas contrarias a sus compromisos de campaña y a sus postulados programáticos históricos, y obtiene buenos resultados económicos (hace crecer la economía sin inflación ni desempleo)” (switch 1); c) “el partido, una vez en el gobierno, realiza políticas contrarias a sus compromisos de campaña y a sus postulados programáticos históricos, y obtiene malos resultados económicos (la economía se contrae, aumenta la inflación y el desempleo)” (switch 2).

La gráfica 1 muestra que los distintos tipos de activista responden de manera diferencial a cada shock. Los “leales” son los que responden peor a los cambios programáticos o ideológicos (tanto si tienen efectos positivos como si tienen efectos negativos) tal como se propone en la hipótesis 1. Los “ambiciosos” tienden a responder de peor manera ante coyunturas que implican efectos negativos sobre las posibilidades futuras del partido (hipótesis 2.1). A diferencia de los “leales”, los “ambiciosos” no responden negativamente ante cambios programáticos con efectos positivos sobre las chances electorales del partido (hipótesis 2.2). Por último, los “leales ambiciosos” son quienes siguen participando en mayor proporción, respecto a lo que sucede con los otros tipos, no importando el tipo de shocks (hipótesis 3.1). Asimismo, a diferencia de lo que ocurre con los “leales”, los “leales ambiciosos” responden mejor a cambios programáticos con efectos positivos (hipótesis 3.2).

Fuente: Elaboración propia con base en datos de la encuesta a militantes.

GRÁFICA 1 Disposición a seguir participando luego de un shock (por tipo) 

En suma, mientras que los leales parecen comportarse como los ambiciosos frente a shocks que implican efectos negativos para el partido, se diferencian de los ambiciosos respecto a la forma en que reaccionan ante cambios programáticos con efectos positivos. Los leales parecen interpretarlos como cambios que van en contra de la identidad del partido y los ambiciosos parecen verlos como cambios aceptables en la medida en que no afecten negativamente las posibilidades electorales del partido. Los leales ambiciosos responden de manera similar a los ambiciosos ante cambios programáticos con efectos positivos, pero se diferencian respecto a cómo responden ante problemas negativos. Ante este tipo de shocks el porcentaje de leales ambiciosos que dicen que continuarían participando es mayor que el de ambiciosos.

La evidencia de esta primera aproximación empírica muestra la pertinencia de la tipología (asociada a las dimensiones de consumo e inversión). Asimismo, los patrones de respuesta a shocks de los diferentes tipos, van en línea también con las derivaciones teóricas que se pueden realizar respecto al impacto que tienen sobre la disposición a seguir participando en el partido.

Estructura organizacional y tipos de activistas

Colocar la consolidación y reproducción de diferentes tipos de activista como variable dependiente permite comprender también el proceso de reproducción y transformación organizacional. La literatura predominante en ciencia política analizó los efectos de variables institucionales o de cambio institucional (régimen electoral, quiebres institucionales que interrumpen la vida organizacional) o estructurales (modernización y desarrollo económico) que afectan la estabilidad, legitimidad y vitalidad de los partidos políticos. Diferentes arreglos institucionales (que estructuran la organización partidaria) estimulan la conformación de partidos con más o menos activistas dispuestos a cooperar con la organización (por ejemplo Samuels y Shugart, 2010 para el rol de régimen de gobierno sobre la estabilidad partidaria).10 Por su parte, otra porción de la literatura ha descrito cómo los procesos de cambio en las sociedades posmodernas explican el declive de los militantes de tipo “leal” (e.g. Dalton y Wattenberg, 2000).

La pregunta respecto a ¿cómo inciden los contextos organizacionales en el tipo de activistas que convocan y reproducen? parece pertinente. En su estudio sobre activismo, Han (2014) plantea que las organizaciones transforman a los activistas, a quienes entran en contacto con la organización. Más allá de los componentes psicológicos, institucionales o estructurales, resulta interesante conocer más acerca de los determinantes organizacionales de la atracción y reproducción de ciertas características y tipos de adhesiones de sus activistas. Por ejemplo, los partidos electorales profesionales parecen tener un diseño funcional para la existencia de ambiciosos -en el tipo ideal son todos congresistas y comparten la bancada y el interés por permanecer en ella-. De esta forma el diseño organizacional de este tipo de partidos podría incentivar el reclutamiento y la transformación de sus adherentes en activistas de tipo “ambicioso”.

Otros atributos organizacionales podrían también hacer a la organización partidaria más o menos atractiva para diferentes tipos de activistas. Por ejemplo, una organización electoralmente exitosa que puede canalizar la ambición de los individuos (Strøm, 1990; Schlesinger, 1994) en función de la existencia de reglas internas de competencia abiertas para los cargos, será vista por quienes estén dispuestos a invertir tiempo y dinero para hacer carrera política como un lugar para hacerlo. Por el contrario, organizaciones que no son electoralmente exitosas o no tienen reglas de competencia claras, no serán vistas como un canal efectivo de participación para quienes sólo están orientados a invertir guiados exclusivamente por su ambición. Como sugiere Wills-Otero (2015), diferentes estructuras organizativas tienden a ofrecer a votantes y partidarios oportunidades diferenciales para seleccionar liderazgos y tomar decisiones estratégicas. En particular, en su teoría las organizaciones más horizontales y democráticas permiten que los partidos se adapten mejor, ya que brindan canales para que se canalice el descontento a través de la sustitución de liderazgos y la adopción de nuevas estrategias políticas. Este tipo de organizaciones también serían las más propicias para el reclutamiento y reproducción de activistas con altos niveles de lealtad y ambición (leales-ambiciosos).

De la misma manera que determinadas organizaciones podrían tender a captar diferentes tipos de perfiles de activistas, cambios organizacionales podrían modificar la composición del perfil de los activistas haciendo que unos salgan y otros ingresen y, además, podrían transformar su perfil. Por ejemplo, el acceso al gobierno suele repercutir sobre la organización en tanto muchos activistas pueden hacer de la política su fuente de ingresos. Como señala un líder joven del Frente Amplio de Uruguay (cuadro 8), el acceso al gobierno y la lógica de mantenimiento de cargos en la administración transforma el partido y a sus militantes.

CUADRO 8. Transformación del perfil de los activistas

¿Cómo se articula el funcionamiento de todo el partido y el de los líderes? Bueno yo ahí sí creo que los líderes son determinantes. Muy determinantes.

¿Vos en la política interna del FA los ves con mucho peso? Muchísimo peso, porque en realidad... a ver desde mi lectura, que por supuesto debe ser muy cuestionable por compañeros del FA, yo creo que uno de los problemas de la política, para la izquierda, es el tema de los militantes profesionales. Es decir, cuando la militancia política pasa a ser tu sustento de vida. Ahí hay un problema serio donde los líderes empiezan a pesar muchísimo, porque yo voy atrás de éste, y si a éste le va bien, a mí me va bien. Yo mantengo el cargo, mantengo el salario, o avanzo. Ahí los líderes pasan a ser determinantes.

Inversiones...

Puede ser... inversiones... entonces eso uno lo ve [...] O jefes, es el patrón. ¿Quién es el patrón de los ministros? El presidente. ¿Quién es el patrón del resto? Es el ministro. ¿Y quién es patrón de los diputados?, y bueno es el cabeza de lista. Entonces empieza a haber una lógica medio compleja ahí, donde el líder empieza a tener mucho peso en las estructuras partidarias porque en definitiva, es el que termina resolviendo adonde va uno u otro en esa lógica. Y yo creo que cuando las estructuras partidarias además están dominadas por quienes están dentro de las instituciones, o sea, los militantes profesionales, bueno ahí los líderes pasan a dominar los partidos políticos. Y los partidos políticos dejan de cumplir la función que tienen que cumplir que es la de mediación con la sociedad y pasan a discutir lo que pasa en la gestión.

Fuente: Elaboración propia.

Por último, la organización partidaria requiere especialmente tener “leales ambiciosos” pero además, y sobre todo, que ocupen lugares relevantes en la estructura organizacional; que tengan una relativa capacidad de veto y de influencia sobre las decisiones del partido para que el partido resista diferentes tipos de crisis. Por otro lado, los partidos que sólo son un vehículo de ambiciones de carrera individual, con activistas “ambiciosos”, no tienen la capacidad de resistir frustraciones, ya que estos activistas, en lugar de invertir en la recuperación de la organización (un bien colectivo para todos los integrantes del partido), optarían por un partido donde aquello esté asegurado. Por último, cuando los partidos ya no pueden satisfacer ambiciones de carrera tenderán entonces a reunir únicamente activistas leales, que tienen poca vocación para tomar decisiones estratégicas que mejoren el desempeño electoral del partido (como por ejemplo moderar o directamente modificar el programa).

Conclusiones

Pensar en tipos de activistas y en la composición de las estructuras partidarias permite plantear o teorizar respecto de la capacidad de reproducción de la acción colectiva y de los partidos a partir del análisis de la misma organización. No es otra cosa que intentar desempaquetar y buscar en la dimensión individual (características de los activistas) explicaciones sobre la supervivencia partidaria.

En este trabajo no hemos problematizado la variación de la organización y de los militantes en la organización. Es decir, es posible que en un momento dado predomine un tipo de activistas en una organización partidaria y, unos años más tarde, predomine otro tipo. Analizar este tipo de trayectorias permitiría comprender también la pérdida (o ganancia) en la capacidad de resiliencia y éxito electoral sostenido de una organización partidaria.

No necesariamente una reducción del número de activistas podría afectar la organización de la misma manera, en tanto no sería lo mismo perder “leales”, que “leales ambiciosos” o que se reduzca el número de “ambiciosos”. Por ejemplo, un partido que a manos de una cúpula pequeña de líderes atraviesa un proceso de oligarquización (Michels, 1999) y vaciamiento programático puede expulsar “leales” y “leales ambiciosos” (cuando el partido deja de representar los valores a los que dirigían su lealtad). Por otro lado, una crisis que reduzca las posibilidades electorales de un partido y por lo tanto determine la salida de quienes sólo tienen objetivos de carrera (ambiciosos), tendría impacto en el aumento de la importancia relativa de otros tipos de activistas como los “leales” y los “leales ambiciosos” dentro del partido. Ambos procesos, implican la pérdida de activistas, pero tienen efectos importantes también sobre la composición de tipos de activistas en su interior.

Cuando los nostálgicos de la social democracia europea de los años de oro (1960-1980) se lamentan por la crisis de los partidos, generalmente aluden al declive de militancia afectiva, de los cuerpos de base, los activistas que nosotros denominamos “leales”. Con esta observación la literatura nos permite comprender parte del declive organizacional. Sin embargo, observar simplemente la evolución del número de militantes no nos permite entender su impacto sobre determinados atributos de la organización, como por ejemplo la capacidad de adaptación. En consecuencia, tratar de desempaquetar el concepto de activista en los tipos propuestos aquí ofrece la posibilidad de reflexionar teóricamente sobre los procesos de transformación de los partidos desde la perspectiva organizacional centrada en los individuos que los componen.

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*Fernando Rosenblatt agradece al programa Conicyt-Fondecyt 11150151 y reconoce el apoyo de la Iniciativa Científica Milenio (NS130008).

1Algunos autores se centran en la capacidad de adaptación de las organizaciones partidarias, por ejemplo, Levitsky (2001, 2003), Levitsky (2003) y Hunter (2010) que se centran en la capacidad de adaptación.

2Se trata de un acervo de más de 200 entrevistas realizadas entre los años 2010 y 2013 a líderes de todos los niveles de las organizaciones partidarias más importantes de esos años en aquellos países. El listado y las transcripciones anonimizadas están disponibles en el apéndice online.

3Véase la sección de análisis empírico.

4Éstas se han centrado mucho más en explicar la participación electoral.

5Este término es usado del mismo modo por Art (2011).

6En ambos casos, por tratarse de una narración de una trayectoria personal, para preservar el anonimato no hay referencias que den cuenta la identidad del entrevistado.

7Corresponde señalar que, si bien el entrevistado manifiesta haberse alejado de la actividad partidaria, está haciendo alusión a su sector, el Partido Comunista.

8Por tratarse de una encuesta en línea se realizó una pregunta de screening para detectar el nivel de atención en la respuesta. Los datos presentados toman a todos los que respondieron la encuesta. Las estimaciones toman en cuenta sólo a quienes respondieron correctamente la pregunta de screening, no reportada aquí, y no presentan cambios respecto a las estimaciones para el total de quienes respondieron.

9El 9 por ciento restante corresponde a NA (encuestados que no respondieron alguna o ambas de las preguntas relativas a las dimensiones de inversión o consumo).

10A modo de ejemplo, los sistemas electorales que aseguran canales para la satisfacción de carreras políticas dentro de los partidos a través de la regulación de la competencia interna, y procesos abiertos de selección de candidatos, al tiempo que desestimulan el surgimiento de nuevos partidos, facilitan la conjugación de dosis de cooperación y competencia al interior de los partidos e inciden sobre el tipo de candidatos (Siavelis y Morgenstern, 2008).

Anexo

La encuesta fue realizada en línea a lo largo del segundo semestre de 2016 a activistas de partidos chilenos. Los partidos que se incorporaron en el estudio fueron: la Democracia Cristiana (DC), el Partido Socialista (PSCh), el Partido Comunista (PCCH), la Unión Demócrata Independiente (UDI), Revolución Democrática (RD) y Evópoli. Estos partidos fueron elegidos como “grupos de estudio”1 porque permiten cubrir atributos esenciales que inciden en el tipo de militante que convocan, el tiempo en la organización, haber sido parte del gobierno o no, entre otras dimensiones analíticas relevantes en la política chilena. A cada partido se le solicitó que enviaran un correo electrónico a la lista de adherentes más amplia posible. En éste se invitaba a los adherentes a responder la encuesta.2 Es una muestra de conveniencia, no aleatoria ni representativa de la población de adherentes de los partidos, ya que no se cuenta con registros partidarios actualizados que permitan extraer una muestra aleatoria de militantes. El cuadro A.1 resume el número de respuestas y la cantidad de destinatarios dentro de cada partido.

Fuente: Elaboración propia con base en datos de encuesta a militantes. *Consideramos respuestas aquellos que accedieron a participar, ingresando “sí” en el Consentimiento Informado, que completaron la encuesta y que respondieron correctamente la pregunta de screening (véase apéndice online). **En el caso del PCCh, la encuesta fue difundida a través de Facebook. De acuerdo con los datos proporcionados por la empresa, se alcanzaron 64 848 personas, de las cuales 3 421 hicieron click en el anuncio de la encuesta.

CUADRO A.1 Encuestas online a adherentes 

Fuente: Elaboración propia con base en datos de encuesta a militantes.

CUADRO A.2 Porcentajes de tipos de activistas dentro de cada partido 

Las encuestas son parte de un proyecto más grande sobre organizaciones partidarias en América Latina.

El modelo de correo electrónico, los consentimientos informados, el cuestionario y la base de datos están disponibles en el apéndice online: http://www.icso.cl/investigadores/fernandorosenblatt/

Recibido: 05 de Julio de 2016; Aprobado: 31 de Marzo de 2017

Los autores agradecen a Juan Pablo Luna y a los dos revisores anónimos por los comentarios, críticas y sugerencias que nos permitieron mejorar nuestro trabajo. Todos los errores siguen siendo nuestros.

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