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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.22 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2015

 

Artículos

 

Percepciones económicas retrospectivas y voto por el partido en el poder, 1994-2012

 

Retrospective Economic Perceptions and Vote for the Incumbent, 1994-2012

 

Ulises Beltrán*

 

* Profesor asociado en la División de Estudios Políticos del CIDE, Carretera México-Toluca 3655, Lomas de Santa Fe, 01210, México, D.F. Tel: 52 11 30 44. Correo electrónico: ulises.beltran@cide.edu.

 

Artículo recibido el 25 de julio de 2013.
Aceptado para su publicación en junio de 2014.

 

Resumen

Las preferencias electorales cambiaron radicalmente entre 1994 y 2012. Con base en encuestas aplicadas a votantes a la salida de las casillas en que emitieron su voto, este artículo analiza la relación entre la percepción de cambio en la situación de la economía y la preferencia por el partido en el poder en el periodo. El voto económico retrospectivo es un rasgo del comportamiento electoral ampliamente difundido, de una importancia limitada que, salvo en momentos de crisis, varía relativamente poco en contextos distintos y que es consistente con las actitudes de los votantes ante el riesgo. El carácter limitado del efecto de las percepciones económicas en el voto se explica porque la identidad partidista de los votantes media esta relación.

Palabras clave: voto económico retrospectivo, México, identidad partidista, percepciones de la situación económica, partido en el poder, percepción de riesgo.

 

Abstract

Electoral preferences radically changed between 1994 and 2012. Based on surveys taken from voters as they left the polling place, this article analyzes the relationship between the voter's perception of change in the economic situation and preference for the incumbent party in this period. Economic retrospective vote is one feature of voter's behavior widely present, of a small magnitude and almost constant in all elections, except in moments of big economic changes. The effect of economic perceptions on the vote for the incumbent party is of a limited magnitude, because voter's party identification mediates this relationship between perceptions and vote.

Key words: economic retrospective vote, Mexico, party identity, economic perceptions, incumbent party, perceptions of risk.

 

Apoyar a los que están en el gobierno cuando las cosas están bien; apoyar a
los de afuera cuando las cosas parecen estar mal es, a pesar de todo lo que se
ha dicho, la esencia del gobierno popular
.

(Lippmann, 1925, p.126).

 

Entre 1994 y 2012 la distribución de las preferencias electorales cambió sustantivamente. De la concentración de las preferencias en un partido pasamos a la fragmentación.1 En el periodo se celebraron siete elecciones federales, cuatro generales y tres intermedias. En dos de las cuatro elecciones presidenciales el partido en el poder perdió la presidencia de la República, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) en 2000 por primera vez en su historia y el Partido Acción Nacional (PAN) en 2012. Desde 1997 ningún partido ha alcanzado la mayoría absoluta de la votación. El propósito de este artículo es estimar el papel de la percepción del votante sobre el cambio en la situación económica del país en su decisión entre el partido en el poder y cualquier otro en las elecciones celebradas entre 1994 y 2012.

El estudio del papel de las percepciones sobre la economía en la decisión electoral tiene una larga tradición y ha producido una amplia literatura. El concepto de voto económico retrospectivo descansa en el axioma de comportamiento racional de Downs (1957) que postula que el elector opta por el partido o candidato que piensa que le dará más beneficios. Asume que el votante estima el costo de oportunidad esperado de elegir al partido en el gobierno en vez de cualquier otro. El concepto supone que los votantes son agentes instrumentalmente racionales que cuentan con un ordenamiento de preferencias consistente frente a un conjunto de posibles alternativas y que este ordenamiento es completo (puede comparar todas las alternativas posibles), reflexivo (lo puede comparar consigo mismo) y transitivo (si prefiere a A sobre B y a B sobre C, prefiere a A sobre C). Así, bajo el supuesto de que las personas tienen información completa, al momento de decidir por quién votar los individuos comparan la utilidad que esperan si el partido en el gobierno repite como resultado de la elección con la utilidad que esperan si el gobierno pasa a manos de otro partido. Desde el punto de vista del voto retrospectivo, la regla de decisión del votante parece simple: elige al candidato del partido en el gobierno si al momento de votar su percepción de bienestar es igual o mejor que lo que espera del desempeño futuro de los otros partidos y, si su evaluación de la situación es negativa, elige a cualquier otro.2

El concepto enfatiza el carácter retrospectivo del voto porque, si bien la decisión electoral es prospectiva, es decir, sobre una utilidad esperada (el elector prefiere al partido o candidato que le dará más beneficios), en última instancia la única información sobre el posible desempeño de candidatos y partidos con la que el votante puede estimar la función de utilidad de su posible desempeño futuro es su desempeño anterior, básicamente el cambio en la situación económica durante el gobierno del partido en el poder: el votante sabe qué pasó, aunque no tenga que saber cómo pasó o por qué ocurrió así. "Para establecer si los gobernantes se han desempeñado pobremente o bien, los ciudadanos sólo necesitan calcular los cambios en su propio bienestar" (Fiorina, 1981, p. 5).

El voto económico retrospectivo puede estudiarse como una selección racional entre las alternativas que se le presentan al elector con las que, de alguna manera, evalúa la capacidad relativa de los contendientes para modificar el estado de cosas, o simplemente como un voto de sanción por el que el elector disciplina al partido en el poder. Este artículo se limita a este segundo enfoque, por lo que sólo se analiza la selección entre el partido en el poder y cualquier otro.3

La percepción sobre el cambio puede referirse a lo que le pasó específicamente al votante o a lo que le ocurrió al país en general. Si el votante toma su decisión con base en la percepción de cambio en su situación personal, sus motivaciones son más egotrópicas, lo que la literatura denomina voto de bolsillo. Si el votante toma su decisión con base en lo que le ocurrió al país en general, sus motivaciones son más amplias en tanto que también le importa lo que le pase a los demás. La literatura denomina "sociotrópico" a este voto. De los supuestos de racionalidad que subyacen en la idea de voto retrospectivo se desprende fácilmente la idea de que el voto de bolsillo explica mejor la varianza en la decisión electoral que el sociotrópico. No obstante, Kinder y Kiewiet (1981) concluyeron que, por lo menos entre los votantes de Estados Unidos, las percepciones sobre el estado de la situación del país prevalecen sobre las personales en la desición electoral de los votantes, "de acuerdo con la evidencia presentada aquí, los votantes de Estados Unidos se parecen más al ideal sociotrópico, respondiendo mucho más cercanamente a cambios en las condiciones generales que al ideal de 'bolsillo', que responde a las circunstancias de la vida económica personal" (Kinder y Kiewiet 1981, p. 152).

En la idea misma de voto retrospectivo subyace un supuesto de atribución de responsabilidad de los votantes, probablemente matizada por su disposición al riesgo. La medida en que el votante atribuye al gobierno el estado de la economía del país o de su bienestar al momento de votar y su disposición al riesgo ponderan la relación entre percepciones sobre el estado de la economía y el voto (Black, 2011). Así, la habilidad con que cuente el votante para percibir la situación social y propia en el momento de la elección, así como su certeza sobre el efecto de las políticas públicas del gobierno y de las ofertas de campaña de los contendientes sobre las condiciones generales del país y sobre su bienestar personal son elementos fundamentales en su decisión racional (Fiorina, 1978 y 1981; Álvarez, 1997; Arrow, 1994; Tversky y Kahneman, 1982). Si un votante considera que su bienestar nada tiene que ver con el desempeño del gobierno, esta percepción es irrelevante para su decisión electoral. Si, por el contrario, piensa que el estado de su bienestar depende de la acción del gobierno, su percepción sobre el estado de la economía será central a la hora de decidir entre el partido en el gobierno y cualquier otro. Igualmente, las actitudes de los votantes frente al riesgo ponderan la relación entre percepciones y voto. Entre los votantes muy adversos al riesgo, una percepción negativa de la situación económica al momento de votar no se traduce directamente en un voto por otro partido tan fácilmente como entre votantes muy dispuestos a tomar riesgos (Fiorina, 1981, pp. 65-83).

La introducción del concepto de voto retrospectivo con base en estos supuestos de racionalidad instrumental significó en su momento una importante apertura en los estudios del comportamiento electoral hasta entonces centrados en conceptos tomados de la psicología social (Berelson et al., 1954; Campbell et al., 1960). A partir de un modelo teórico sólido y consistente fue posible explorar nuevas hipótesis y explicaciones del comportamiento de los votantes. En los estudios basados en datos individuales provenientes de encuestas, la preferencia electoral del encuestado entre el o los candidatos del partido en el poder o cualquier otro es la variable dependiente. La dimensión independiente es su percepción sobre la situación económica, ya sea sobre su situación personal (egotrópica o "de bolsillo") o sobre las condiciones generales de la economía (sociotrópica o altruista), comparada con la situación del año anterior.

Si bien la teoría del voto económico retrospectivo destaca por su consistencia teórica y ofrece una amplia gama de hipótesis, en su propio rigor encuentra serias limitaciones empíricas, "como está formulada la teoría, le hace poca justicia a las muy considerables dificultades informacionales y lógicas que enfrentan los votantes retrospectivos en el proceso de trasladar sus evaluaciones de los 'cambios en su bienestar' en evaluaciones sobre el partido en el gobierno" (Achen y Bartels, 2004, p. 4). Como claramente lo resumen los mismos Achen y Bartels "el voto retrospectivo racional es mucho más difícil de lo que parece, y la retrospección ciega a veces produce patrones consistentemente desviados de recompensas y castigos electorales" (Achen y Bartels, 2004, p. 36).

El voto económico retrospectivo se ha estudiado con base en datos agregados de resultados electorales, datos económicos nacionales y datos individuales obtenidos mediante encuestas. En el primer tipo de estudios, los resultados electorales han definido la variable dependiente de diversas formas: los cambios relativos del voto recibido por el partido o la coalición en el poder, el cambio en el porcentaje de voto recibido por el partido dominante de la coalición, la diferencia relativa de votos recibidos por un partido en t-1 y en t, y el número de asientos ganados en el Congreso o Parlamento por todos los partidos. Las variables independientes más utilizadas han sido empleo, crecimiento económico e inflación.

Los estudios nacionales basados en datos agregados han mostrado resultados muy inestables entre elecciones. Por ejemplo, Kramer hizo la primera revisión integral del tema sobre las elecciones legislativas en Estados Unidos entre 1896 y 1964 y concluyó que "las fluctuaciones económicas [...] tienen una influencia importante en las elecciones legislativas, porque mejoras en la economía ayudan a los candidatos [...] del partido en el gobierno y caídas económicas benefician a la oposición" (Kramer, 1971, pp. 140-141). Paldam (1991) estudió las elecciones de diecisiete países industrializados en un periodo de más de cuarenta años y encontró grandes diferencias en el efecto de la percepción de los ciudadanos sobre la situación general de la economía y el voto por el partido en el poder, tanto al interior de cada país, como entre ellos.

Duch y Stevenson (2008) realizaron el estudio más completo hasta la fecha del voto económico retrospectivo en un periodo de 22 años en 18 países que definen como democracias occidentales.4 Concluyeron que:

El voto económico está ampliamente difundido [...] está abrumadoramente orientado al partido en el gobierno (es decir, una economía pobre perjudica a los partidos en el poder y ayuda a la oposición) [...] Sin embargo, se observa una variación importante entre distintos contextos económicos y políticos en la magnitud del voto económico. Así, aun cuando percepciones de deterioro económico casi siempre disminuyen el apoyo al partido de los gobernantes, la extensión de este efecto puede ser muy amplia en algunos contextos y muy modesta en otros (Duch y Stevenson, 2008, p. 338).

El voto económico retrospectivo aparece así como una teoría del comportamiento electoral bien sustentada en el sentido común y los modelos downsianos de racionalidad, pero que, si bien se observa en la mayoría de las elecciones, es de una magnitud modesta, muy diverso entre elecciones y países y, en algunos casos, inconsistente con hallazgos evidentes en estudios basados en datos agreados nacionales (Kramer, 1983; Duch y Stevenson, 2008).

 

El voto retrospectivo en México

La historia económica y electoral de México en el periodo ofrece una oportunidad única para analizar el voto retrospectivo, si bien en un mismo país, en distintos contextos tanto económicos como políticos. Por un lado, en el periodo ocurrieron cambios electorales notables y dos crisis económicas importantes. Por otro, la larga permanencia del PRI en el poder, es decir, la ausencia de información objetiva sobre el desempeño de la oposición en el gobierno, ofrece un escenario ideal para evaluar los efectos esperados de las actitudes frente al riesgo de los electores.

Como veremos, la abundante literatura sobre el comportamiento de los votantes mexicanos no ofrece una conclusión compartida y clara sobre la relación entre las percepciones sobre la situación del país y la decisión electoral. Varios estudios basados en datos agregados de votación y desempeño económico (Klesner, 1993; Molinar y Weldon, 1994; Villareal, 1999; Paolino, 2005 y Magaloni, 2006) encontraron una relación positiva, pero muy débil, entre el apoyo al partido dominante y el crecimiento económico. Los estudios basados en datos individuales obtenidos por encuestas han producido resultados ambiguos en lo que se refiere a la relación entre las percepciones sobre la economía del votante y su preferencia electoral.

Magaloni (1994) señaló la limitación que imponía al elector el hecho de que la oposición nunca había gobernado a nivel nacional e introdujo supuestos concretos sobre el ordenamiento de las preferencias del elector en los que la dimensión statu quo-oposición desempeñaba un papel determinante.

Domínguez y McCann abrieron la brecha en México de los estudios electorales basados en modelos de comportamiento racional y datos individuales de encuestas analizados con métodos estadísticos pertinentes (Domínguez y McCann, 1992, 1995 y 1996). Domínguez y McCann (1996) ofrecieron un modelo completo de la decisión electoral en el que el elector decide, en una primera etapa, votar por el PRI o no y, en una segunda etapa, decide sobre cuál partido de la oposición prefiere. Encontraron que en las elecciones de 1988 y 1991, las actitudes sobre asuntos económicos no fueron la principal fuente de las respuestas políticas del público. En su revisión de las elecciones de 1994 y 1997, Domínguez (1999) señala que los juicios económicos retrospectivos representaron un papel más importante que en las elecciones anteriores. Poiré (1999), por su parte, destaca que en 1994 la evaluación que hicieron los individuos de su situación personal y de la política económica de Salinas influyó en su selección electoral y que el miedo o la aversión al riesgo desempeñaron un papel secundario, que afectó únicamente al Partido de la Revolución Democrática (PRD) en favor del PRI.

Buendía concluyó que en 1994 los votantes mexicanos habían sido básicamente retrospectivos y que pesaba más la evaluación económica general del país (sociotrópica) en la decisión electoral que la evaluación de la situación personal (Buendía, 1996 y 2000). Morgenstern y Zechmeister (2001) encontraron que los votantes adversos al riesgo tendían a votar por el partido gobernante, aun cuando percibían un desempeño económico pobre, mientras que los votantes más dispuestos al riesgo votaban por la oposición ante cualquier señal de desempeño mediocre del partido en el poder. La creciente presencia de la oposición en niveles estatales había disminuido la incertidumbre sobre las posibles políticas públicas de un gobierno de oposición, lo que permitió superar la predisposición al riesgo de los votantes.

El voto rural en particular y, por extensión, el de los estratos más marginados, planteaba una aparente paradoja. Aun cuando la mayoría de los campesinos y agricultores expresaban una opinión muy negativa de su situación económica personal y del país, votaban mayoritariamente por el partido en el poder. Beltrán (2003) mostró que esto se explicaba porque en este grupo se observaba la mayor aversión al riesgo entre todos los estratos socioeconómicos.

Cinta (1999) señala que, si bien el desempeño futuro del PRI era el peor evaluado, era el partido para el cual se emitían el mayor número de evaluaciones retrospectivas positivas con certeza y sobre el cual la población pronosticaba con mayor certidumbre su desempeño futuro. A evaluación igual, los ciudadanos se inclinaron por el partido que implicaba menos incertidumbre. Aversión al riesgo y certidumbre se combinaban para conferir la mayor ventaja al PRI y, ceteris paribus, obtener por eso el mayor número de votos. El PRI seguía obteniendo la mayoría de los votos, porque su historia "genera[ba] certidumbre, un bien deseable por la mayoría de los ciudadanos que, siendo políticamente adversos al riesgo, se inclinan, ceteris paribus, por el partido cuyo desempeño futuro pueden predecir con mayor certeza: el PRI" (Cinta, 1999, p. 196).

Magaloni (1999) desarrolló un modelo bayesiano del desempeño económico y el comportamiento electoral en las elecciones de 1994 y 1997. "El modelo propone que los votantes forman sus expectativas acerca del futuro del desempeño económico trayendo a valor presente, de acuerdo con los principios bayesianos, sus creencias anteriores con base en los datos observados" (Magaloni, 1999, p. 211). Para 1997, los juicios que incorporaban elementos de corto plazo fueron cada vez más relevantes en la conformación de las preferencias por el PRI. La memoria retrospectiva de largo plazo perdió incidencia sobre las preferencias electorales. Esto es, el PRI dependía cada vez más del desempeño económico de corto plazo para mantenerse en el poder. Las evaluaciones retrospectivas del desempeño del PRI en el gobierno no jugaban un papel determinante en la decisión de los votantes porque los electores enfrentaban información asimétrica con respecto al posible desempeño de cualquier alternativa al partido en el poder (Magaloni, 2006).

Poiré (1999) encontró que la aversión al riesgo implícita en la posible elección de un gobierno distinto no fue un elemento distintivo de la elección de 1994, mientras que las evaluaciones positivas del desempeño reciente del gobierno de Salinas y la lealtad al PRI jugaron un papel relevante para el elector. El voto por la oposición, mayoritario en 1997, se mantuvo dividido porque, como señaló también Poiré, la incertidumbre tenía efectos distintos entre partidos y el PRD era sin duda el partido más afectado en situaciones de incertidumbre.

Para Moreno, "las evaluaciones favorables acerca de la situación económica personal también influyeron en el voto a favor del candidato de oposición [...] el voto retrospectivo tuvo cierta presencia en 2000 a favor del PRI, en particular las evaluaciones hechas con criterios de bolsillo personal, no las referidas a las condiciones de la economía nacional, [pero] el deseo de cambio sin más, fue crucial para avanzar las probabilidades de Fox a la victoria" (Moreno, 2003, p. 182).

Beltrán encuentra que, en la campaña de 2000, el cambio más grande entre febrero y el día de la elección "se dio en el efecto de la incertidumbre sobre las evaluaciones de los tres candidatos. Labastida no pudo evitar que [Fox] se hiciera un candidato viable, aun cuando no contaba con el apoyo de una evaluación retrospectiva que le diera certidumbre a sus propuestas de campaña" (Beltran, 2003a, pp. 350-351).

La elección de 2006 se dio en un marco de clara mejoría económica que el candidato del PAN supo aprovechar en su favor. Singer encontró que las dificultades para evaluar el efecto del voto retrospectivo se derivaban en gran medida de que "sólo cuando los electores concentran su atención en las cuestiones económicas observamos una votación económica" (Singer, 2009, p. 223). Moreno, por su parte, demuestra que "la campaña activó las evaluaciones de la economía de los votantes, reforzando la relación entre las percepciones favorables sobre economía y el voto por el PAN" (Moreno, 2009, p. 209). Domínguez lo resume así: "al alinearse con la presidencia de Fox y su reciente logro de crecimiento económico, Calderón ganó credibilidad a su promesa de no realizar ningún cambio que pusiera en riesgo la prosperidad de México" (Domínguez, 2009, p. 289). Por un lado, Calderón se apropiaba el éxito económico y, por el otro, le dio sentido a un aspecto central de su ataque a López Obrador: señalarlo como "un peligro para México".

Como se puede observar, la literatura ha producido resultados ambiguos con respecto al voto económico retrospectivo típico. Magaloni resume esta ambigüedad afirmando que "una teoría de voto retrospectivo no explica adecuadamente el apoyo a un partido en el gobierno durante épocas de recesión o de desempeño económico mediocre, como muestran los votantes mexicanos entre 1985 y 1994 o de votantes que se vuelven en contra del partido en el gobierno a pesar de una mejoría de las condiciones económicas, como los mexicanos mostraron en 1997 y 2000" (Magaloni, 2006, p. 85).

Esta ambigüedad en los resultados persistió en los estudios posteriores pero, sin duda, el tema del riesgo implícito en elegir una opción de gobierno desconocida ha sido un tema recurrente en la literatura. Ésta es una consideración central para entender el papel de la evaluación retrospectiva del desempeño del partido en el gobierno en las elecciones que analizo. Hasta la elección de 2003, el elector no tenía información sobre el desempeño del PAN en el gobierno en la que pudiera sustentar sus expectativas. El riesgo implícito de su voto era grande. Es decir, moderadas por el riesgo, las percepciones sobre el estado de la economía al momento de votar deben haber jugado un papel muy distinto antes de 2003 del que jugaron una vez que el elector tuvo elementos objetivos para juzgar el desempeño del PAN después del año 2000. En la crucial elección de 2000, o bien la evaluación del desempeño del PRI en el gobierno era tan mala que superaba las reticencias al cambio de electores adversos al riesgo, o bien las actitudes frente al riesgo habían cambiado sustantantivamente o, más probablemente, otros factores pesaron más en la decisión de los electores. Entre otras cosas espero determinar la medida en que el riesgo implícito en la elección de una alternativa desconocida sustentó la permanencia del PRI en el gobierno y cómo esta relación cambió una vez que la restricción de información disponible sobre el desempeño del PAN en el gobierno desapareció en las elecciones posteriores. Lo que se pretende es ofrecer una visión de conjunto, con base en entrevistas a votantes y con un mismo modelo de análisis.

Como se puede ver, si bien en prácticamente todos los estudios de las elecciones presidenciales desde 1988 el voto económico retrospectivo ha sido en mayor o menor medida evaluado, no existe una visión de conjunto del fenómeno en el tiempo. Este artículo pretende subsanar esta ausencia. Se trata de un ensayo sobre la historia de la relación entre las percepciones sobre la situación del país y el voto y, como tal, pretende explicar el cambio y la permanencia del fenómeno observado. La hipótesis obvia es que el voto retrospectivo es relevante para el votante mexicano, que su efecto fue de magnitud distinta después de las dos crisis económicas de 1995 y 2008 y que cambió sustantivamente una vez que el PAN ganó la presidencia de la República, porque la asimetría de información con respecto a su posible gobierno desapareció y, por lo tanto, la aversión al riesgo dejó de ser determinante para la permanencia del PRI en el gobierno.

 

Datos y variables

La base empírica de este estudio proviene de los resultados de encuestas levantadas a muestras de votantes a la salida de las casillas donde emitieron su voto. Ésta es una diferencia importante con estudios basados en encuestas levantadas antes o después de la elección. En las encuestas previas o postelectorales se entrevista a muestras de toda la población mayor de 18 años y el investigador no tiene certeza plena de que el entrevistado que dice haber votado en realidad lo hizo. De hecho, prácticamente en todas las encuesta previas o postelectorales se sobreestima la participación electoral. Los estudios que se utilizan en este artículo capturan con gran precisión los resultados de la votación. La diferencia absoluta agregada (considera la diferencia en la estimación para cada uno de los contendientes en cada una de las elecciones) más grande entre los resultados de las encuestas de salida y la votación real para todos los partidos es de 5.1 puntos porcentuales en 1997 y la más pequeña es 0.85 en 2006, cuando la diferencia entre primero y segundo lugar fue de menos de un punto porcentual. La diferencia más grande en la estimación de un partido es de 2.1 puntos porcentuales en la estimación para el PAN en 1994. En el anexo 1 se describe en detalle el procedimiento de encuesta y los datos de cada estudio, incluyendo estas diferencias.

Salvo el estudio de la elección de 2003, las otras seis encuestas fueron levantadas por la misma agencia, aunque en dos adscripciones institucionales distintas, la Oficina de la Presidencia y BGC, Beltrán, Juárez y Asocs., S.C.5 Para el estudio de 2003 fue necesario utilizar una investigación de otra agencia, porque el estudio de BGC no midió la variable central de este artículo. La encuesta de 2003 fue levantada por la agencia Ipsos-Bimsa.6

Desafortunadamente, las preguntas de las encuestas utilizadas no son idénticas en todos los años. En el anexo 2 se puede ver la redacción de las preguntas utilizadas en cada elección. Ésta es sin duda una limitación que el lector debe tomar en cuenta al interpretar los resultados pero, como argumento en su momento, no invalida los resultados obtenidos.

La variable que se quiere explicar es el voto del entrevistado reportado en la encuesta de salida. La variable explicativa es la percepción del votante sobre la situación económica del país y, cuando fue posible, sus actitudes frente al riesgo. Salvo la encuesta de la elección de 2000, las encuestas de salida en las que se basa este estudio tienen, además del voto del encuestado, alguna pregunta sobre la percepción de los votantes sobre la situación económica del país, aunque con algunas diferencias, y la identidad partidista del votante. En algunas de ellas se preguntó también sobre sus actitudes frente al riesgo. En el anexo 2 se encuentran las diferentes redacciones de las preguntas. Todas las encuestas, excepto la de 2000, se refieren específicamente a la situación económica. En la de 2000 se pregunta sobre "la situación general". El segundo componente de la pregunta es el referente temporal para la evaluación de la situación. Todas, excepto la del año 2000, tienen un referente temporal, pero con redacciones distintas. En las de 1994 y 2006 el referente temporal se define como "hace un año". En 2006 se precisa en la pregunta el periodo (julio de 2005, julio de 2006). En la encuesta de 2003 el referente temporal fue "hace tres años", para capturar la evaluación específica del desempeño de Vicente Fox. En las encuestas de 1997, 2009 y 2012 el referente se define como "en los últimos doce meses".

Estas diferencias en la redacción de las preguntas plantean un problema metodológico. Estrictamente hablando, las únicas elecciones que podrían compararse con la información disponible serían las de 1994 y 2006 en las que la redacción de la pregunta es casi idéntica y son elecciones similares. Ésta es una observación importante, pero los estimadores que producen los modelos estadísiticos para cada elección son estadísticamente iguales para todas las elecciones, independientemente de la redacción de la pregunta. Si los estimadores obtendios con los modelos hubiesen sido distintos entre elecciones, habría sido indispensable considerar si esto no se pudiera deber a las diferencias en la redacción de las preguntas. De cualquier modo, es importante que el lector tenga presente este hecho.

Cuando se preguntó sobre ellas, las actitudes frente al riesgo fueron capturadas con una pregunta en la que se le pide al votante ubicarse con respecto a las frases "más vale malo por conocido que bueno por conocer" (adverso) o "el que no arriesga no gana" (tomador de riesgo).7

A la elección concurre un conjunto de votantes diverso en sus características sociodemográficas. Es razonable pensar que estas circunstancias distintas de alguna manera pueden estar asociadas con la decisión del elector. También votan personas que declaran identificarse con los partidos contendientes. Es obvio pensar que éste es un factor que influye en la selección del votante, principalmente porque es probable que los simpatizantes del partido en el gobierno lo juzguen de manera más benévola que los opositores y los de cualquier otro partido, al contrario, sean más severos en su juicio.8 Por eso en el modelo se incluyen estas variables. Lo que se pretende conocer es la importancia de la percepción sobre la situación del país en el año anterior a la elección, ponderada por sus actitudes frente al riesgo, en la selección del elector entre los candidatos del partido en el gobierno y cualquier otro, independientemente de sus características socioeconómicas y si se identifica o no con el partido gobernante.

 

Análisis

Se estima el efecto de la percepción sobre la situación económica del país en el voto con base en regresiones logísticas binomiales simples, en las que la variable dependiente es la preferencia por el partido en el gobierno sobre cualquier otro y la variable independiente es la percepción del votante sobre la situación económica del país.9 Se incluyen las variables sociodemográficas y de identidad partidista del votante para "descontar" su posible efecto.

 

¿La economía importa?

En el cuadro 1 se muestran los resultados del modelo más simple que relaciona únicamente las percepciones económicas y la opción entre el partido en el poder y cualquier otro, sin incluir las variables sociodemográficas y de identidad partidista. La variable dependiente (votar por el partido en el poder) está codificada uno si el votante prefiere al partido en el poder y cero si prefiere cualquier otro. La variable independiente (percepción de cambio en la situación económica) es uno para una percepción de mejoría, dos para la de deterioro y tres para quienes respondieron "igual". La respuesta "igual" sirve como referencia. El modelo se aplicó para producir dos estimadores, el efecto que resulta de una opinión positiva y el que resulta de una percepción negativa. Por su naturaleza misma, los estimadores se obtienen en una escala logarítmica que es difícil de interpretar directamente y no permite comparaciones entre elecciones. Para facilitar la interpretación de estos resultados, con base en los estimadores obtenidos por la regresión, se calculó el promedio de las probabilidades individuales de votar por el partido en el poder dada la percepción sobre la situación económica del país el año anterior a la elección. Esta probabilidad promedio es la que se presenta en el cuadro 1.

Ciertamente la percepción de los electores sobre la situación económica del país influyó en su decisión de votar por el partido en el gobierno en el sentido esperado pero, como se puede apreciar, se trata de un efecto muy pobre: el ajuste de los modelos es muy bajo10 en todas las elecciones. La especificación del modelo parece insuficiente porque no introduce diferencias importantes entre los votantes.

Las percepciones sobre la economía o sobre la situación del país en general no son necesariamente variables unidimensionales aisladas. Muy probablemente están asociadas con la apreciación de los individuos sobre el desempeño del gobierno en muchos otros aspectos. Además, las condiciones del país son una "constante" que incide sobre un conjunto muy diverso de personas. Kramer (1983) y Erikson (2004) expresaron la posición más escéptica con respecto a la validez de las percepciones individuales sobre la economía como explicación de la selección electoral por sí solas. Señalaron que el análisis del voto retrospectivo basado en información individual podría conducir a inferencias espurias porque se sustenta en información imprecisa. Caídas generalizadas en la economía nacional no afectan de la misma manera a votantes individuales. Votantes que prefieren a un partido distinto del que está en el gobierno, pero que no perdieron nada en una caída económica, no tienen ningún incentivo para votar en contra del gobierno. Incluso aquellos afectados por la caída económica no votarán en contra del partido en el gobierno si tienen una identidad partidista fuerte con el partido en el poder. Esta distribución diferenciada de los efectos del contexto general entre individuos distintos hace que "la variación en las percepciones sobre la economía sea poco más que errores de medición más un sesgo producido por la identidad partidista" (Erikson, 2004, p. 37). Por eso, para "descontar" hasta donde sea posible esta posible relación implícita entre la variable dependiente, la selección electoral y la independiente, las percepciones económicas, se incluyeron en el modelo las características sociodemográficas de los votantes y su identidad partidista.11

El cuadro 2 muestra los resultados del modelo que incluye la percepción del votante sobre la situación del país, su identidad con el partido en el gobierno y las variables sociodemográficas disponibles.12 Al igual que en el cuadro 1, aquí también presentamos los estimadores y el promedio de las probabilidades. Los estimadores que se obtienen al introducir la identidad del votante con el partido en el gobierno y sus características sociodemográficas siguen un patrón similar a los obtenidos con el modelo simple, pero la bondad de ajuste de los modelos aumenta sustantivamente por la introducción de la identidad partidista. Mientras que en los modelos sin la identidad partidista la pseudo R2 más alta es de 0.14, en 2003, cuando se introduce la identidad del votante con respecto al partido en el gobierno este indicador aumenta a 0.58 ese mismo año.13 Esta diferencia en la bondad de ajuste de los modelos ratifica que la percepción sobre la situación del país no es una variable muy importante en la decisión electoral comparada con la identidad partidista. Éste es un rasgo obvio y común en cualquier modelo de selección electoral. La economía importa, pero no es la consideración más relevante.

El cuadro 2 ratifica que el voto retrospectivo es una característica del comportamiento electoral de los votantes mexicanos. La percepción del elector sobre la situación del país al momento de votar es una variable que influye en el sentido esperado en su decisión, independientemente de sus características sociodemográficas y, lo más importante, de que se identifique o no con el partido en el gobierno. Los estimadores (β) presentan el signo esperado en las siete elecciones estudiadas;14 es decir, cuando el votante tiene una percepción de mejoría en la situación del país el año anterior a la elección es más probable que vote por el partido en el gobierno y esta probabilidad es menor cuando percibe empeoramiento.

Los modelos proporcionan estimadores diferentes para cada elección, lo que podría llevar a pensar que la magnitud de esta relación entre percepciones económicas y voto fue distinta entre una elección y otra. Con la información disponible no es posible sustentar esta afirmación. Tanto porque los datos utilizados por el modelo provienen de muestras, como por la naturaleza misma de los modelos, los estimadores del efecto de las percepciones económicas en el voto obtenidos tienen un márgen de error conocido. Cuando los valores estimados puntuales reportados están dentro de los márgenes de error de los estimadores de otras elecciones, en realidad no podemos afirmar que los efectos son distintos entre sí. Si bien el estimador puntual es el más probable, cualquiera de los valores dentro de los márgenes de error tiene una probabilidad similar de ser igual al parámetro real en la población total. Como se puede ver en la gráfica 1, tanto los estimadores del efecto en la preferencia por el partido en el gobierno cuando el votante piensa que la situación es mejor que cuando piensa que es peor en cada una de las elecciones se encuentran dentro del margen de error de las encuestas. Es decir, estadísticamente no podemos afirmar con certeza que son diferentes entre sí.

El "efecto" de la percepción sobre la situación de la economía en la propensión de un individuo a votar o no por el partido en el poder está dado por la diferencia en las probabilidades si piensa que la situación mejoró o si piensa que empeoró. Como se puede ver en el cuadro 3, calculado en probabilidades,15 este efecto es muy similar entre elecciones. Dado que la fuente del cálculo de las probabilidades es la misma (los estimadores de la regresión), obviamente se ratifica que no es posible discernir una diferencia significativa del efecto de las percepciones económicas en la preferencia por el partido en el poder entre elecciones. Véase cuadro 3.

Estamos ante un rasgo del comportamiento electoral ampliamente difundido, de una importancia limitada, pero sorprendentemente estable; es decir, que varía relativamente poco en contextos muy distintos. En el periodo analizado se dan elecciones de distinto nivel, cambios en el partido en el gobierno y, sobre todo, dos crisis económicas de gran magnitud en 1995 y 2009.

 

Elecciones legislativas y presidenciales

Como se mencionó antes, el concepto de voto retrospectivo lleva implícito un supuesto de atribución de responsabilidad por el desempeño reciente del partido en el gobierno. Es razonable pensar que el votante atribuye la responsabilidad por el desempeño reciente al partido en el gobierno de manera distinta en una elección presidencial que en una legislativa. Que los efectos de la percepción en la selección electoral sean estadísticamente iguales en todas las elecciones indica que al parecer esta diferencia en la atribución de responsabilidades no ocurre, lo que parece extraño. Para examinar más cercanamente este resultado se juntaron por separado las bases de las elecciones presidenciales (1994, 2000, 2006 y 2012) y las legislativas (2007, 2003 y 2009) y se corrió el mismo modelo para cada conjunto (véanse cuadro 4 y gráfica 2).

Los estimadores del efecto de la percepción en el voto en elecciones presidenciales y legislativas es estadísticamente el mismo cuando el elector tiene una percepción positiva del cambio en la situación, pero los efectos son diferenciables entre los dos tipos de elección cuando el votante piensa que la situación empeoró. Éste es un hallazgo relevante que apunta hacia una atribución de responsabilidad distinta en elecciones legislativas y presidenciales. En una elección presidencial es más fácil para los votantes atribuirle al partido en el gobierno la responsabilidad sobre lo ocurrido el año anterior que en una legislativa. Si de por sí es difícil pensar que el votante le atribuye al presidente la responsabilidad sobre el estado de la situación económica del país, es todavía menos probable que se lo atribuya a los legisladores.

 

Contexto económico

Señalamos antes que era poco probable que el contexto económico general explicara variaciones en el tamaño del efecto de las percepciones en el voto, aunque hay que recordar que Dutch y Stevenson (2008, p. 338) observaron "una variación importante entre distintos contextos económicos y políticos en la magnitud del voto económico". En el periodo de estudio, la economía mexicana se caracterizó por un crecimiento estable y con poca variación anual, excepto por dos caídas muy grandes en 1995 y 2009 (véase cuadro 5). Estas caídas extremas (entre 9 y 10 puntos de disminución del producto interno bruto, PIB, en el año) ofrecen la oportunidad de explorar posibles efectos del contexto económico general en las disposiciones individuales.

En diciembre de 1994 estalló la crisis económica más severa de la historia moderna de México con consecuencias graves para la población, seguida de un programa de ajuste profundo y radical que implicó reducciones sustantivas en el gasto del gobierno que seguramente repercutieron en el bienestar de las personas. El primer trimestre de 1995 el PIB cayó 9 puntos y la inflación llegó a 45 por ciento. Si bien el PRI ya había perdido once puntos entre la elección de 1991 y la de 1994, en 1997 vuelve a perder once puntos y no alcanza la mayoría en la Cámara de Diputados. La explicación más obvia de esta derrota ha sido que el electorado castigó al PRI en el poder por la severísima crisis de 1995 todavía fresca en la memoria, más que por la consideración del desempeño del año anterior (Bruhn, 1999). De hecho, en junio de 1997 se observó un crecimiento de 2.26 por ciento, uno de los más altos en el periodo.16 El rápido ajuste de Zedillo, aunque doloroso en el corto plazo, estabilizó rápidamente la economía y probablemente los electores lo notaron, aunque no por eso dejaron de castigar a su gobierno por la crisis. El voto retrospectivo de castigo habría tenido un referente de temporalidad largo que la realidad inmediata no mitigó. La voluntad de castigo estaba interiorizada más allá de la consideración del desempeño inmediato del gobierno de Zedillo en 1997.

En 2009 la economía mexicana resintió los efectos de la crisis mundial de 2008. Otra vez, los indicadores económicos básicos se deterioraron seriamente. El PIB cayó 10 puntos el primer trimestre de 2009 y la inflación anualizada alcanzó 18 por ciento. La población notó estos cambios. Al igual que en 1997, el partido en el gobierno fue castigado en las urnas. La votación por el PAN bajó casi cinco puntos con respecto a la elección anterior y perdió 63 curules en la Cámara de Diputados.

Los resultados obtenidos son muy contraintuitivos con respecto a los contextos específicos de la realidad de la situación económica, como se puede observar en el cuadro 5.

La hipótesis de que variaciones en el contexto económico general implican diferencias en la magnitud del efecto del voto retrospectivo a lo largo del periodo tampoco se sostiene, salvo en el caso de la elección de 1997.

En el cuadro 2, que presenta el resultado de los modelos de cada elección, se observa que el único estimador estadísticamente diferente es el que se obtuvo para los votantes que en 1997 pensaban que la situación de la economía era "mejor". A diferencia de todos los otros estimadores, éste no fue estadísticamente significativo. Ésta es una observación muy relevante. Un supuesto reiterado de la literatura ha sido que este enorme cambio en la historia electoral se pudo haber debido a una especie de castigo retardado por la crisis de 1995. Las probabilidades calculadas en todo el periodo para los votantes que tenían una percepción negativa no son estadísticamente distintas entre elecciones. Que el efecto de la percepción positiva no sea significativo para esa elección histórica revela que, más que un voto de castigo, el PRI en el poder no se pudo beneficiar del voto asociado con percepciones positivas sobre la situación económica. Más que un voto de castigo se trató de una disposición menor de los votantes a premiar al PRI en el gobierno por lo que percibían como una mejoría en la situación económica.

La elección intermedia de 2009 se celebró inmediatamente después de una caída en el PIB, de hecho ligeramente superior a la ocurrida el primer trimestre de 1995 (cuadro 5) y no ocurre un cambio en las preferencias por el partido en el gobierno parecido al ocurrido en 1997. La diferencia más clara entre las dos crisis económicas está en la inflación asociada con cada una. Mientras que en el primer trimestre de 1995 la inflación llegó a 45 por ciento, en el primer trimestre de 2009 fue de 18 por ciento, una diferencia notable. Con base en datos de encuestas postelectorales de 65 países, Beltrán (2005) había encontrado que la inflación es la única variable macroeconómica que mostraba asociación entre la magnitud del voto económico retrospectivo y alguna variable macroeconómica, un resultado esperado si pensamos que la inflación es un resultado económico fácilmente atribuible a la acción de gobierno.

Podemos concluir que el voto económico retrospectivo es una característica consistente del comportamiento electoral de los votantes mexicanos de importancia limitada y que la magnitud de su efecto es similar en contextos macroeconómicos distintos, salvo cuando ocurren variaciones extremas. Como ya señalamos en la sección correspondiente, la literatura sobre México había encontrado resultados ambiguos sobre el efecto del voto retrospectivo. La consistencia que documenta este estudio contrasta con esta conclusión. Esta diferencia entre las conclusiones de este estudio y las de la literatura previa es de carácter metodológico. Por un lado, el uso de datos del votante obtenidos en las encuestas de salida17 y, por el otro, la especificación del modelo de análisis. Si bien todos los modelos son similares, la ventaja de este estudio es la aplicación del mismo modelo a los datos de todas las elecciones estudiadas.

Explorar el posible efecto de otras consideraciones en la disposición a votar por el partido en el gobierno o si los electores no le atribuían al gobierno la responsabilidad por la situación económica es una agenda de investigación abierta. Las encuestas de salida proporcionan información escueta sobre otras variables, pero nada que permita explorar con rigor otros aspectos de la motivación de los votantes. Como se dijo antes, algunas de ellas ofrecen información sobre un aspecto central del modelo del voto económico retrospectivo: la actitud frente al riesgo de los votantes.

 

Efecto moderador del riesgo

Como se señaló al principio, de los supuestos teóricos que sostienen la idea del voto retrospectivo es razonable inferir que las actitudes de los votantes frente al riesgo ponderan la relación entre las percepciones del votante y su selección electoral. Una percepción negativa de la situación económica al momento de votar no se traduce directamente en un voto por otro partido tan fácilmente entre votantes que son muy adversos al riesgo, como entre votantes muy dispuestos a tomar riesgos (Fiorina, 1981, pp. 65-83). Igualmente, se dijo que la literatura sobre el efecto de las percepciones económicas en el voto en México destaca la importancia de considerar las actitudes de los votantes frente al riesgo. Antes de 2003, los electores enfrentaban lo que Magaloni denominó "información asimétrica" con respecto al posible desempeño de cualquier alternativa al partido en el poder (Magaloni, 2006). El riesgo implícito de un voto en contra del PRI era mucho mayor para los votantes mexicanos que para electores de cualquier lado que han vivido alternancia entre partidos gobernantes.

En los resultados presentados en la gráfica 2 no se observan diferencias importantes en el efecto del voto de castigo antes y después de 2003, lo que llevaría lógicamente a descartar la idea de que la incertidumbre implícita en la ignorancia sobre un posible desempeño de la oposición inhibió el efecto del voto retrospectivo hasta ese momento. Para explorar esta hipótesis separamos las bases de datos en dos grupos, las levantadas antes de 2003 y las que se tomaron en las elecciones de 2006 a 2012 y se corrió el modelo para cada grupo. Los estimadores obtenidos para cada grupo son estadísticamente iguales, es decir, se ratifica que el efecto del voto económico retrospectivo es de igual magnitud antes y después de 2003.

Sin embargo, esta conclusión estaría basada en las actitudes de un votante promedio, ignorando un punto central de la hipótesis, las actitudes distintas de los votantes relacionadas con sus actitudes frente al riesgo. El propósito de esta sección es analizar la manera como las actitudes frente al riesgo de los votantes moderaron la relación entre sus percepciones sobre la situación del país y su decisión electoral entre el partido en el poder y cualquier otro al momento de votar.

Los datos disponibles permiten estimar un mismo modelo que considere las actitudes frente al riesgo y la identidad partidista del votante únicamente en las elecciones de 1994 y 2006, las dos elecciones presidenciales. Las actitudes frente al riesgo de los votantes se capturaron con base en la pregunta en la que se le pide ubicarse con respecto a las frases "más vale malo por conocido que bueno por conocer" (adverso) o "el que no arriesga no gana" (tomador de riesgo) en las encuestas de salida.

Para estimar el efecto de las actitudes frente al riesgo en el voto retrospectivo podría ajustarse un modelo que considerara la interrelación entre las variables, lo que hubiera producido un número muy amplio de estimaciones y coeficientes difíciles de interpretar. En vez de eso los votantes fueron separados en dos grupos definidos por sus actitudes frente al riesgo y se aplicó el mismo modelo de análisis utilizado en la sección anterior para cada una de las poblaciones definidas por las actitudes frente al riesgo del votante. Los resultados se muestran en el cuadro 6.

Los resultados obtenidos son perfectamente consistentes con lo esperado. El efecto de las percepciones económicas negativas en la probabilidad de que un votante prefiera al partido en el gobierno sobre cualquier otro es dos veces mayor entre electores dispuestos a tomar riesgos que entre los adversos. Igualmente sorprendente es que este comportamiento es casi el mismo en 1994 que en 2006; es decir, el voto económico retrospectivo ocurre con la misma intensidad bajo dos contextos políticos radicalmente distintos.

Esto es, las actitudes frente al riesgo ponderan el voto retrospectivo en el sentido esperado y, al igual que entre electores diferenciados por sus actitudes frente al riesgo, este efecto es también independiente del contexto entre elecciones.

En suma, el voto económico retrospectivo es un rasgo del comportamiento electoral ampliamente difundido, de una importancia limitada, que varía relativamente poco en contextos distintos y consistente con las actitudes de los votantes ante el riesgo.

 

Conclusiones

A partir de una racionalidad esperada y de una consideración del contexto histórico específico se formuló una serie de hipótesis sobre el efecto de las percepciones sobre la situación económica del país en la selección entre el partido en el poder y cualquier otro, susceptibles de comprobación empírica. De la teoría era razonable esperar que de las percepciones del votante sobre la situación del país resultaran probabilidades distintas de su voto por el partido en el poder (mayores si el votante tiene una opinión positiva y menores si tiene una opinión negativa), independientemente de la identidad partidista del votante y de sus características sociodemográficas. En efecto, así ocurre, percepciones positivas favorecen al partido en el poder y percepciones negativas disminuyen la probabilidad de que un votante lo prefiera. Sin embargo, si bien la percepción del votante es un factor relevante de su decisión electoral, comparada con su identidad partidista es de una importancia limitada.

Del contexto en el que ocurrieron las elecciones podrían esperarse variaciones importantes de este efecto, tanto por el tipo de elección, como por variaciones en el contexto económico, así como por el cambio en el partido en el gobierno, derivadas de las hipótesis sobre la incertidumbre sobre el gobierno de un partido distinto del PRI y de diferencias en los electores asociadas con sus actitudes frente al riesgo.

En efecto, cuando el votante tiene una opinión negativa sobre el cambio en la situación económica el año previo a la elección, la probabilidad de que vote en contra del partido en el gobierno es mayor en elecciones presidenciales que en legislativas, lo que podría derivarse de una atribución de responsabilidad distinta al Ejecutivo que a los miembros del Legislativo por la situación del país.

Cambios en el contexto económico, por el contrario, no resultan en diferencias significativas en la magnitud del voto económico retrospectivo, sólo en momentos de crisis extremas. Esto se debe a la importancia de la identidad partidista de los votantes que de alguna manera pondera la relación entre las percepciones negativas sobre la situación y las preferencias electorales.

Las actitudes del votante frente al riesgo ponderan el voto retrospectivo en el sentido esperado. Entre votantes adversos al riesgo el efecto del voto retrospectivo es más limitado que entre tomadores de riesgo. Sin embargo, este efecto moderador del riesgo no es distinto en contextos diferentes. Es decir, no se sostiene la idea de que una vez que los votantes contaron con información objetiva sobre un gobierno distinto al PRI después de 2003, el efecto moderador del riesgo disminuyó en el votante.

El voto económico retrospectivo es un rasgo del comportamiento electoral ampliamente difundido, de una importancia limitada, que varía relativamente poco en contextos distintos y consistente con las actitudes de los votantes ante el riesgo. El carácter limitado de la importancia del voto económico retrospectivo en la selección entre el partido en el poder y cualquier otro es lo que contrasta de manera más evidente con las expectativas derivadas del modelo de racionalidad instrumental propuesto al principio. Es decir, parecería que los votantes mexicanos durante el periodo estudiado no se comportaron "racionalmente", o por lo menos no en el sentido esperado por el modelo. Esta conclusión ignora el papel de la identidad partidista en la decisión electoral. No es que los votantes actuaran "irracionalmente", sino que probablemente también utilizaron su identidad con respecto al partido en el poder como el heurístico más accesible para resumir su juicio de desempeño pasado y, con base en esta información, tomaron su decisión electoral.

 

Anexo 3

 

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Tversky, A. y D. Kahneman (1982), "Judgment under Uncertainty: Heuristics and Biases", en D. Kahneman, P. Slovic y A. Tversky (eds.), Judgement under Uncertainty: Heuristics and Biases, Cambridge, Cambridge University Press. Publicado originalmente en Science, 185, 1974, pp. 1124-1131.         [ Links ]

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Notas

El autor agradece a los dos árbitros que comentaron las primeras versiones de este artículo. Uno de ellos merece una mención muy especial, porque se trató de un dictamen de una gran calidad y generosidad que, sin duda, contribuyó a precisar tanto la perspectiva general del trabajo, como aspectos metodológicos centrales. Olivia Pérez orientó la aplicación de los métodos de análisis estadístico y comentó aspectos centrales de su aplicación. Francisco Abundis, de Parametria, proporcionó su encuesta de salida de 2003 que finalmente no se pudo utilizar y Jorge Buendía la de Bimsa de 2003, que fue la que se utilizó. Michelle Castillo realizó todas las regresiones, integró la bibliografía y cuidó todos los aspectos editoriales. A todos mi sincero agradecimiento.

1 El realineamiento electoral inició con la elección de 1988. Sin embargo, la elección de 1991 es una especie de restauración en la que el PRI gana todo, por lo que 1991 hubiera sido un excelente punto de partida para este artículo pero no se encontraron datos con la información del comportamiento individual de los votantes pertinente a este estudio para la elección de 1991.

2 La investigación académica sobre el tema es muy extensa. Los supuestos de racionalidad económica en los que se sustenta están en Arrow, 1951, 1951a; Downs, 1957 y Buchanan y Tullock, 1965. Los trabajos centrales del voto retrospectivo son de Kramer (1971), Tufte (1978), Kinder y Kiewiet (1979 y 1981) y los libros clásicos de Fiorina (1978) y Kiewiet (1983). La contribución más reciente de Duch y Stevenson (2008) extiende el análisis del tema a 18 democracias de países desarrollados en el periodo de 1979 a 2001.

3 Probablemente la percepción del votante sobre el cambio en la situación del país con respecto a la del año anterior incide de manera distinta en la preferencia por los distintos partidos. Sin duda el análisis de la decisión entre partidos es interesante, pero consideramos que este análisis de la opción entre partido gobernante y cualquier otro es particularmente relevante para el periodo de estudio.

4 Estudiaron un total de 163 encuestas electorales (Duch y Stevenson, 2008).

5 Las encuestas levantadas para la Oficina de la Presidencia fueron diseñadas y coordinadas por la Asesoría Técnica. BGC se fundó en 2001 por el equipo que salió de la Asesoría Técnica a finales de 2000.

6 Bimsa se fundó en 1961 enfocada a estudios de mercado para el sector de la construcción y desde 1982 se amplía a todo tipo de mercados. En 2000 fue comprada por la empresa francesa Ipsos.

7 De los siguientes dichos, en general, ¿con cuál está Usted más de acuerdo?, "el que no arriesga no gana" o "más vale malo por conocido que bueno por conocer"?

8 Las encuestas preguntaron al votante su identidad partidista con algunas variaciones. La principal diferencia es que en algunos casos se pregunta al votante si "se considera" panista, priista, etcétera (1994, 2003 y 2012) y en otras se le pregunta si simpatiza con el partido (1997, 2006 y 2009). En el año 2000 no se preguntó nada. Al igual que con el voto, se codificó la variable cero cuando el votante no tiene identidad con el partido en el poder y uno cuando sí la tiene. El sexo, la edad, el ingreso y el nivel educativo del votante se incluyeron en las encuestas de todas las elecciones.

9 Las respuestas de los encuestados sobre las percepciones sobre el cambio en la situación del país incluyen la respuesta "igual". A partir de 2000, se añadieron las opciones igual de bien e igual de mal. Estas respuestas no siguieron un patrón consistente. En algunos casos, 38 por ciento de estas respuestas se inclina por el igual de bien y en otros 52 por ciento. Como no queda claro si la respuesta "igual" indica conformidad o descontento, se prefirió no considerar esta distinción y se asume igual como percepción de estabilidad o ausencia de cambio.

10 Las medidas de ajuste de un modelo resumen la discrepancia entre los valores observados y los esperados por la aplicación del modelo. Véase la nota 12 más adelante.

11 La potencial endogeneidad de las percepciones económicas es un tema que ha preocupado y ha generado un intenso debate, aún sin conclusiones definitivas. El tema es relevante por los posibles y severos sesgos que puede producir en los estimadores. Véanse Campbell et al., 1960, Lewis-Beck, Nadeau y Elias 2008, Evans y Pickup, 2010, Tilley y Holbot, 2011, Enns, Kellstedt y McAvoy, 2012, Lewis-Beck, Martini y Kiewiet, 2013 y Stanig, 2013. Cometario de un dictaminador.

12 La percepción económica y la preferencia electoral se codificaron de la misma manera que para los modelos del cuadro 1. La identidad con el partido en el gobierno es uno para quienes se identifican con el partido en el gobierno y cero para los otros.

13 Pseudo R2 de Nagelkerke. La R2 que se utiliza en los modelos de regresión simple no es directamente aplicable cuando los modelos son logísticos, básicamente porque los valores observados son 0-1 y los que el modelo predice varían en ese rango. Hay varias medidas de bondad de ajuste aplicables a los modelos logísticos. La medida más simple está dada por el porcentaje global (overall ) de la tabla de clasificación del modelo que indica qué tan preciso es el modelo al predecir, en este caso, si un votante prefiere o no al partido en el gobierno según su opinión sobre la situación de la economía. La Chi cuadrada de Hosmer y Lemesnow, que tiene la desventaja de ser muy sensible al tamaño de la muestra, y la pseudo R2 de Nagelkerke son las medidas más utilizadas.

14 Recuérdese que la variable sobre la percepción de la situación del país está codificada uno cuando el votante piensa que la situación está mejor que antes, dos si piensa que es peor y tres si la considera igual.

15 Probabilidad=βmejor/peor+βidentidad*identidad+βedad*edad+βingreso*ingreso+βeducación*educación+βgénero *género+constante.

16 Promedio PIB trimestral base: 2003 (flujos constantes, precios de mercado), disponible en http://www.banxico.org.mx/SieInternet/consultarDirectorioInternetAction.do?accion=consultarCuadro&idCuadro=CR. Inflación base: segunda quincena de 2010. Fuente: Elaborado por el CEFP con datos del INEGI, disponible en: http://www.cefp.gob.mx/Pub_Macro_Estadisticas.htm.

17 Con la excepción de los estudios de Moreno (2003) todos los otros estudios utilizan datos de encuestas postelectorales.

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