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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.21 no.1 Ciudad de México ene. 2014

 

Artículos

 

Vínculos ideológicos y éxito electoral en América Latina

 

Ideological Linkages and Electoral Success in Latin America

 

Patricia Otero Felipe* y Juan Antonio Rodríguez Zepeda**

 

* Es doctora en Ciencia Política por la Universidad de Salamanca, investigadora posdoctoral del Ministerio de Educación adscrita a la Fundación Española para la Ciencia y la Tecnología (FECyT), realizando la estancia de investigación en la Universidad de Pittsburgh. C/ Pedro Teixeira, 8 (planta 2), 28020, Madrid. Tel. (412) 623 98 47. Correo electrónico: patof@pitt.edu.

** Es candidato a doctor por la Universidad de Pittsburgh. 4600 Wesley W. Posvar Hall, Pittsburgh, PA, 15260. Tel. (412) 608 66 00. Correo electrónico: jar48@pitt.edu.

 

Artículo recibido el 7 de enero de 2013.
Aceptado para su publicación el 21 de mayo de 2013.

 

Resumen

En este trabajo examinamos, a través de dos indicadores, cuál es la utilidad electoral de la vinculación ideológica de los partidos políticos latinoamericanos, y exploramos qué elementos partidistas facilitan dicha vinculación ideológico-electoral. Los resultados muestran que la edad del partido, su posición en el gobierno y su grado de radicalismo tienen efectos positivos en el grado en que la congruencia ideológica se convierte en voto para el partido. Asimismo, encontramos que aquellos partidos que aumentan su proporción de votos entre dos periodos electorales lo hacen arrastrando votantes próximos ideológicamente.

Palabras clave: vínculos ideológicos, congruencia, partidos políticos, votantes, América Latina.

 

Abstract

In this paper we explore the ability of Latin American political parties to build ideological linkages with the electorate and the extent to which those linkages are transformed into votes. We also find the party-level variables that predict the levels of ideological voting for the parties in the region. The results show that party age, radicalism and participation in government have a significant effect on the proportion of ideological voters that the parties' electorate. Moreover, the analysis illustrates that those parties that increase their amount of votes between elections also increase their number of ideological voters.

Keywords: ideological linkages, congruence, political parties, voters, Latin America.

 

Muchos de los trabajos que han analizado los niveles de congruencia ideológico-programática entre ciudadanos y representantes asumen con frecuencia que los individuos eligen el partido más cercano a sus posiciones, cumpliendo con uno de los presupuestos del modelo del partido responsable (MPR) (APSA, 1950). Sin embargo, tal como demuestran los análisis sobre comportamiento electoral, la capacidad explicativa del voto por proximidad ideológica es variable. Una cuestión distinta, y no abordada por los estudios sobre vínculos o congruencia entre ciudadanos y representantes, es hasta qué punto dicha congruencia ideológica se transforma en voto y qué tipo de partidos tienden a lograr mayor cantidad de electores próximos en términos de izquierda y derecha. En este trabajo exploramos, a través de datos de opinión pública y de actitudes partidistas, en qué casos dicho vínculo ideológico se traduce en apoyo electoral y qué factores tienen incidencia en los niveles de voto ideológico-electoral para los partidos de la región.1

América Latina constituye un buen escenario para realizar este tipo de análisis por dos razones. En primer lugar, la estimación de ambos indicadores pone de manifiesto el papel de la ideología en la configuración de los electorados de los partidos latinoamericanos así como en los patrones de competencia partidista, un elemento tradicionalmente puesto en duda (Dix, 1989). La literatura reciente ha matizado la visión clientelar y personalista de los partidos latinoamericanos tanto en lo que se refiere a su grado de estructuración y cohesión interna (Rosas, 2005; Ruiz, 2007; Kitschelt et al., 2010) como en la articulación de vínculos con los ciudadanos (Luna y Zechmeister, 2005; Luna, 2010; Otero y Rodríguez, 2010). Sin embargo, este tipo de aproximaciones no ha considerado cuál es la relación entre los vínculos ideológicos (o congruencia) y el voto, y de qué modo ambos elementos permiten diferenciar tipos de partidos políticos. La aplicación de los índices propuestos en este trabajo ofrece una evidencia comparada del grado en que los partidos latinoamericanos presentan electorados estructurados ideológicamente.

En segundo lugar, el universo partidista latinoamericano ofrece una enorme variabilidad en cuanto a tipos de partidos y sistemas de partidos. Son numerosas las categorizaciones y tipologías en las que se pueden encuadrar los sistemas de partidos latinoamericanos en función de su grado de institucionalización, formato numérico, nivel de polarización y patrones de competición partidista, por citar algunas (Coppedge, 1998; Mainwaring y Scully, 1995; Mainwaring y Torcal, 2006). Una categoría muy poco explorada es el papel que la vinculación ideológica tiene en la configuración de los electorados de los partidos y cómo varía entre éstos.

La ideología es un atajo cognitivo utilizado por los votantes para tomar decisiones electorales, pero también es un elemento que condiciona la competencia partidista (Downs, 1957). No obstante, el poder de la ideología para estructurar grupos de votantes puede ser diferente para los partidos. Con este objetivo aplicamos dos indicadores, uno a nivel país y otro para cada partido político, que nos permiten comparar hasta qué punto es ideológicamente heterogéneo el electorado de los partidos y exploramos los factores contextuales y partidistas que facilitan (o dificultan) la presencia del voto ideológico para los partidos latinoamericanos.

Este texto está dividido en cuatro secciones. En la primera parte se exponen brevemente los principales elementos teóricos relacionados con el modelo del partido responsable, la estructuración de los vínculos ideológicos y su repercusión en el comportamiento electoral, prestando especial atención a la región latinoamericana. En la segunda sección se presentan los indicadores a nivel país y partido político que evalúan el peso de la proximidad ideológica en la conformación de los electorados. El tercer apartado explora diferentes variables que predicen el nivel del voto ideológico de los partidos latinoamericanos. La última sección presenta los principales hallazgos.

 

Congruencia ideológica y voto

En los últimos años muchos trabajos han abordado la calidad de la representación política a través de la evaluación de los vínculos o congruencia entre élites y ciudadanos. Estos estudios se han centrado en las principales dimensiones que estructuran la competencia partidista, siendo frecuentes los trabajos sobre la dimensión izquierda-derecha y mucho más limitados los estudios sobre temas y políticas públicas concretas (Miller et al., 1999; Blais y Bodet, 2006; Golder y Stramski, 2010). El aporte de estos estudios es fundamental para comprender la fortaleza y las debilidades de la conexión entre representantes y representados. Tal como se ha destacado, los altos niveles de congruencia o de vinculación ideológico-programática entre élites y ciudadanos facilitan los procesos de rendición de cuentas y la receptividad de los gobiernos que son propios de las democracias de calidad (Kitschelt et al., 1999). La evaluación del nivel de congruencia permite valorar la coincidencia o desajuste entre las propuestas de los partidos y las preferencias de los ciudadanos. Cuando las demandas de los ciudadanos no son satisfechas por los partidos existentes es más probable el surgimiento de nuevos partidos o, como en el caso latinoamericano, de líderes sin un proyecto político estable que cubran esa demanda; una situación que puede dar lugar a procesos de inestabilidad en el sistema de partidos. Un punto en común de este tipo de trabajos es que asumen la equivalencia entre la proximidad ideológica-programática con un partido y el voto por este partido, partiendo de las premisas del modelo del partido responsable y del modelo de voto espacial (APSA, 1950; Downs, 1957).

Este modelo teórico descansa sobre varias condiciones que hacen posible que el comportamiento de un partido esté en buena medida influido por las preferencias de los votantes. De todos los requisitos señalados en la literatura hay tres elementos esenciales: en primer lugar, los partidos deben presentar a los ciudadanos alternativas políticas diferentes; en segundo lugar, los partidos han de demostrar grados de cohesión y unidad que permitan convertir los temas en políticas públicas consistentes y estables; en tercer lugar, los votantes tendrán claras preferencias políticas y escogerán a los partidos tomando en cuenta dichas posiciones. Así, votarán por el partido cuya postura sea más cercana a la suya; una condición que asume un comportamiento racional de los electores (Downs, 1957; Enelow y Hinich, 1984).

En consecuencia, si los ciudadanos no votan tomando en cuenta la diferenciación de los partidos en políticas, el modelo no funcionaría (Pierce, 1999; Adams, 2001). Es deseable, por lo tanto, que los votantes tengan actitudes políticas e ideológicas diferenciadas y que estas actitudes estén influyendo en el voto. Elementos esenciales de un sistema democrático, como la rendición de cuentas, la participación política y el control sobre los representantes y el proceso político se ven viciados si los ciudadanos no son capaces de comprender el entorno político en el que viven (Converse, 1964). Por estas razones resulta esencial encontrar indicadores adecuados para evaluar si el modelo del partido responsable se cumple en los sistemas políticos. En otras palabras, es preciso saber qué papel desempeña la ideología en la conexión electoral entre partidos y votantes.

Ahora bien, ¿cómo evaluar el modelo del partido responsable? ¿De qué elementos depende su cumplimiento? Por un lado depende de la existencia de una misma dimensión de competencia para los partidos y para los ciudadanos. En este sentido, la ideología suele ser la dimensión predominante que ha permitido encuadrar la realidad política en buena parte de los sistemas políticos (Hinich y Munger, 1994). Las etiquetas izquierda y derecha reducen la complejidad del espacio político, creando un discurso común para las élites y los ciudadanos, elemento crucial para la existencia de la representación política (Huber y Powell, 1994). Sin embargo, tanto el contenido semántico de lo que es izquierda y derecha, como el significado y estructuración de los temas asociados a dichas etiquetas son heterogéneos y pueden variar en términos individuales y contextuales, tal como ha destacado la literatura centrada en países de larga trayectoria democrática (Huber, 1989; Fuchs y Klingemann, 1990; Knutsen, 1997) así como en la región latinoamericana (Zechmeister, 2006; Zechmeister y Corral, 2013).2 En este trabajo consideramos la ideología como el heurístico que facilita el posicionamiento en cada una de las cuestiones políticas y, por consiguiente, reduce el costo de toma de decisiones, entre ellas el voto (Downs, 1957). Este supuesto es fundamental en el modelo del voto espacial, que asume que el elector elegirá al partido o candidato más próximo a su posición política.3

La utilidad del modelo del partido responsable es manifiesta por cuanto permite analizar de un modo sistemático la relación de votantes y partidos en el proceso de representación.4 Este trabajo plantea su aplicación para diferenciar los partidos políticos en un contexto, como el latinoamericano, donde tradicionalmente se ha cuestionado el papel de la ideología, no sólo como factor explicativo del voto, sino también en cuanto a su capacidad para estructurar los partidos políticos.

 

Vínculos ideológicos y voto en América Latina

En América Latina, diferentes trabajos han puesto de manifiesto la enorme variedad del universo partidista, matizando de alguna manera la visión tradicional de partidos poco ideológicos y personalistas en los que la articulación de redes clientelares o el personalismo sustituye la falta de contenido ideológico-programático (Coppedge, 1998; Rosas, 2005; Ruiz, 2007; Kitschelt et al., 2010). Sin embargo, esta distinción de partidos y sistemas de partidos ideológicos frente a los no ideológicos y su repercusión en la calidad de la representación ha dejado en un segundo plano la efectividad electoral que obtienen los partidos de los vínculos ideológicos.

Frecuentes en otros contextos, como el europeo y especialmente el estadounidense, los estudios sobre la congruencia de actitudes entre representantes y representados en la región latinoamericana han sido escasos hasta hace poco tiempo (Luna y Zechmeister, 2005; Otero y Rodríguez, 2010). En este tipo de trabajos la efectividad de los vínculos ideológico-programáticos tiene una clara manifestación en el voto por el partido más próximo. Es decir, se asume que los ciudadanos elegirán al partido que mejor defienda sus intereses, siendo la ideología el instrumento esencial para realizar esa valoración. Según esta premisa, si la estructuración ideológica es débil, los vínculos establecidos con los votantes tendrán como sustento otros elementos de tipo material (clientelismo) o simbólico (carismático o de identificación partidista).

El universo partidista latinoamericano ofrece una gran variedad en cuanto a los patrones de competencia partidista en su sistema político, y también muestra diversidad en el tipo de vínculos que unen a los partidos con los electorados. Por eso, nada impide que las estrategias de vinculación con los electorados puedan ser diferentes entre los partidos del mismo sistema o que un mismo partido combine exitosamente redes clientelares y personalistas con los vínculos establecidos con sus votantes "duros" o ideológicos (Gibson, 1996; Luna, 2010). Así, y dada la existencia de diferentes tipos de partidos y de lógicas de vinculación no exclusivas, podemos pensar que el peso de la ideología en la configuración de los electorados de los partidos latinoamericanos va a ser muy diferente.

Claramente influida por la literatura sobre el modelo espacial del voto y por el modelo del partido responsable, el estudio de la congruencia entre élites y ciudadanos ha prestado poca atención a la efectividad electoral de dicha conexión y, en particular, a la estructuración vía izquierda-derecha de los electorados de los partidos políticos en la región latinoamericana. Si se cumple la premisa fundamental que asume que los individuos eligen el partido más cercano, sería el ideal del modelo donde la congruencia y el voto para el partido son equivalentes. Sin embargo, no siempre la proximidad ideológica se convierte en voto. Este trabajo propone estimar la utilidad de la conexión ideológica entre partidos y votantes al relacionar dicha conexión con el éxito de los partidos políticos al capturar electores con los que guarda afinidad ideológica. En otras palabras, mostramos en qué casos la proximidad en términos de izquierda y derecha es un factor estructurador del voto y para qué partidos, en cambio, resulta poco útil. De igual modo, exploramos la influencia de diferentes elementos contextuales y partidistas en el nivel de voto ideológico de los partidos latinoamericanos.

 

El voto ideológico en los sistemas políticos

A continuación se presentan dos indicadores que evalúan si la congruencia ideológica estructura los electorados de los partidos políticos. Teniendo en cuenta las premisas del modelo del partido responsable señaladas, esperaríamos que los partidos políticos se posicionen donde puedan maximizar sus apoyos electorales, cumpliendo con la teoría espacial del voto (Enelow y Hinich, 1984; Hinich y Munger, 1994). Sin embargo, la estimación de esos vínculos entre los partidos y sus votantes a través de la medición de la congruencia que habitualmente encontramos en la literatura no muestra hasta qué punto esos vínculos son efectivos para lograr el voto.

El primero de los índices es una estimación a nivel país del grado en que los electores latinoamericanos han elegido el partido más próximo a sus preferencias ideológicas; para ello se ha calculado la Q de Pierce (1999). La metodología es una adaptación de la medida de concordancia propuesta por Cohen (1960), que Pierce aplicó al estudio de la representación política en varios países europeos. A través de este índice el autor midió la proporción de votantes de un partido en un país que estaban más próximos a ese partido en diferentes cuestiones políticas. Con este índice se estima la proporción de casos observados, es decir, el número de ciudadanos que votaron por cada partido respecto de los casos esperados, esto es, el número total de ciudadanos que esperaríamos estuvieran próximos ideológicamente a cada partido. La fórmula para obtener la Q de Pierce es:

Donde F0 representa la sumatoria de las frecuencias absolutas conjuntas observadas de las variables "partido más próximo" y "partido votado", donde existe correspondencia para cada partido político. Fe es la sumatoria de las frecuencias conjuntas esperadas de ambas variables para cada uno de los partidos, y N es el número total de casos observados.5 Según lo anterior, un índice próximo a 1 indicaría que la gran mayoría de los ciudadanos ha votado por el partido más próximo ideológicamente a sus posiciones o, en otras palabras, no habría intercambio de votantes entre los diferentes partidos del sistema. Mientras que cuanto más se aproxime a 0 el índice, una gran parte de los partidos del sistema no transforman la proximidad ideológica en votos. Un índice con valores negativos implica que los partidos no han logrado atraer a sus electores ideológicamente más próximos.

Para realizar este análisis, hemos utilizado las posiciones ideológicas de los partidos políticos a partir de las bases de datos de Élites Parlamentarias de América Latina (PELA, por sus siglas en inglés) de la Universidad de Salamanca entre los años 2002 y 2010. Las ubicaciones ideológicas de los votantes han sido tomadas de Latin American Public Opinion Project (LAPOP), Barómetro de las Américas de la Universidad de Vanderbilt, cubriendo el mismo periodo.6 La principal ventaja de usar ambas fuentes de datos es que podemos estimar las posiciones de partidos y votantes sin los problemas de endogeneidad que podrían surgir usando únicamente datos de opinión pública para obtener las posiciones ideológicas de los partidos.7

Para la construcción de las díadas partido-votantes hemos seguido varios pasos. En primer lugar, a la hora de estimar las posiciones ideológicas de los partidos, hemos tomado en cuenta aquellos con grupo parlamentario en la encuesta PELA que contaran al menos con veinticinco votantes en la encuesta LAPOP correspondiente. Por lo tanto, han sido excluidos de la muestra aquellos partidos que, al obtener un bajo porcentaje de votos en las elecciones, no contaron con suficiente número de entrevistas para ser considerados grupo o bancada parlamentaria. El mismo criterio se ha seguido para la identificación de los candidatos en las elecciones presidenciales. La ideología de los votantes ha sido extraída de la pregunta de LAPOP que está formulada de una manera similar a la de la encuesta PELA.8

A continuación, hemos localizado a los votantes por cada partido incluido en la muestra en tres modalidades, según la disponibilidad de las preguntas en las encuestas de opinión pública en las diferentes oleadas. La primera opción ha sido clasificar a los entrevistados según su voto declarado en las elecciones legislativas y presidenciales; la segunda y tercera alternativas consistieron en identificar a los electores por su voto únicamente en elecciones legislativas o presidenciales, respectivamente. De este modo, se han analizado 134 díadas de partidos votantes, una muestra que contiene los principales partidos políticos (y candidatos presidenciales) de cada país incluido en el análisis. Dada la diferente frecuencia de los periodos legislativos en la región y la disponibilidad de algunas bases de datos, hemos podido considerar mediciones del mismo país y partido político en elecciones y momentos temporales distintos.9 Tras la identificación de las díadas, hemos obtenido los promedios de ubicación ideológica de los diputados de cada partido en los diferentes periodos analizados. Debido a este modo de selección no hemos podido incluir a Brasil, Paraguay y Venezuela en el presente análisis.10

En relación con el cálculo de los índices se han seguido dos pasos: primero hemos obtenido la posición ideológica de cada partido legislativo, o en su caso del candidato presidencial;11 a continuación hemos identificado el partido ideológicamente más próximo a cada uno de los electores en la encuesta LAPOP y al que ha votado cada uno de los entrevistados.12 Con esta información hemos podido obtener los índices señalados.13

La gráfica 1a presenta las puntuaciones de la Q de Pierce obtenida por los partidos latinoamericanos en las elecciones legislativas incluidas en el análisis. El promedio regional para el voto legislativo (de 0.10) pone de manifiesto que son muy pocos los electores latinoamericanos que han votado a los partidos que eran más próximos a su posición ideológica. Sin embargo, la gráfica también presenta una enorme variabilidad del índice entre los casos. El país con el índice Q más alto es El Salvador en 2010, con 0.40; el más bajo es República Dominicana, con un índice de -0.13. Los resultados obtenidos permiten diferenciar tres tipos de países: aquellos con un alto índice Q, El Salvador y Nicaragua, situados en la parte superior de la tabla en ambas citas electorales; por otro lado están los países que se ubican en torno al promedio regional, como Chile, Honduras, México, Perú y Ecuador. En tercer lugar, encontramos en la parte más baja de la gráfica los países con un índice próximo a 0 o incluso valores negativos, tal es el caso de República Dominicana, Guatemala, Costa Rica y Panamá. Las puntuaciones son además estables en los casos en que se han calculado los índices en dos momentos temporales, con dos excepciones: Guatemala y Costa Rica. En el primer caso pasa de una puntuación negativa a una positiva entre 2004 y 2008, mientras que el segundo experimenta la tendencia opuesta entre 2004 y 2006.

Los resultados en el caso de las elecciones presidenciales (gráfica 1b) también indican que en la mayoría de los países los electores acaban eligiendo partidos que no son los más cercanos en ideología. En este caso, el promedio es muy similar al de las elecciones legislativas, de 0.12, y podemos observar una alta variación en las puntuaciones. Nuevamente el país con el índice más alto es El Salvador, que mantiene en 2004 y 2010 un índice de 0.5. Les siguen Uruguay, Nicaragua (2004) y Bolivia (2010). En estos casos los niveles de polarización del sistema y la escasa relevancia de fuerzas políticas estarían forzando a los electores a situarse próximos y votar por alguno de los dos polos.

Por otro lado, al igual que para las elecciones legislativas, los países con niveles más bajos del índice Q son República Dominicana, Panamá y Guatemala, todos ellos con índices menores que cero. La parte central de la gráfica presenta los países con niveles del índice Q por debajo del promedio: Perú, Argentina, Ecuador, Colombia o Chile exhiben puntuaciones cercanas a 0.1 del índice, lo que muestra la débil conexión ideológica que existe entre los partidos y sus electores. Un último elemento destacable es la estabilidad de los resultados del índice Q en los países con dos mediciones en el tiempo, con la excepción de Guatemala, que pasa de índice negativo a positivo entre 2004 y 2010, y Honduras que pasa de positivo a negativo entre 2006 y 2010.

Estos resultados plantean la enorme diversidad del papel que la proximidad ideológica desempeña en el voto en la región y la dificultad de encontrar factores a nivel sistémico que estén relacionados con los índices Q. Por ejemplo, se observan valores muy bajos en sistemas de partidos institucionalizados y de los que se ha destacado su tradicional grado de estructuración ideológica o valores de congruencia entre representantes y ciudadanos (Luna y Zechmeister, 2005; Otero y Rodríguez, 2010). Así, tal como muestran las gráficas, vínculo ideológico y voto no van de la mano en Chile, Costa Rica o Argentina. Todo ello a pesar de que las investigaciones han enfatizado la especificidad de estos sistemas de partidos frente a otros de la región, con mayores cotas de inestabilidad y con reducidos niveles de estructuración ideológica. Por otro lado y a pesar de que la literatura ha señalado la relación positiva entre número efectivo de partidos (NEP) y valores altos del índice Q (Pierce, 1999), podemos apreciar que entre los países con mayor índice Q en ideología se encuentran casos con un NEP medio (El Salvador) y bajo (Uruguay) y al contrario, países con un NEP alto presentan índices Q próximos a 0 (Chile o Bolivia en 2004).

Ahora bien, ¿qué aporta este indicador a los análisis sobre el grado de congruencia ideológica? Los niveles de voto ideológico calculados plantean que congruencia ideológica, tal como se ha establecido en la literatura, y el vínculo electoral ideológico aquí analizado no tienen por qué ser equivalentes, sino categorías complementarias. Es decir, a la luz de los datos tendríamos, por un lado, sistemas de partidos tradicionalmente congruentes con bajo y alto índice Q (por ejemplo, Chile y Uruguay, respectivamente) y, por otro lado, sistemas poco congruentes con niveles altos (Nicaragua) y bajos de voto ideológico (República Dominicana).

En relación con esta aparente paradoja vale la pena hacer la siguiente observación. La evaluación de la congruencia entre el grupo de electores y los representantes se ha estimado en general a partir del voto declarado, y se ha medido a través de correlaciones (Luna y Zechmeister, 2005) o instrumentos más sofisticados de distancias entre ambos grupos (Otero y Rodríguez, 2010). La medida aquí calculada revela el perfil electoral que no presentan dichos análisis al mostrar si el voto fue, realmente, para el partido más "próximo" en ideología. En este sentido, nuestro trabajo complementa la visión de la congruencia como un indicador que estima el grado en que ciudadanos y partidos están conectados además en términos electorales.

El voto es un comportamiento político que resulta de la combinación de una serie de elementos, algunos de ellos anclados en las actitudes políticas de las personas, que proveen incentivos a los individuos para que voten en un sentido diferente del de sus posiciones ideológicas. Sin embargo, son varios los factores que pueden hacer que el elector se desvíe del voto más ideológico y opte por otra alternativa partidista con la que, sin ser su opción más próxima, mantiene cierta afinidad. Consideraciones estratégicas, el efecto de candidatos "carismáticos", alianzas electorales y la influencia del clientelismo son algunos de los factores que pueden provocar dicho comportamiento. De esta forma, no existe una correspondencia uno a uno entre los vínculos ideológicos y el voto ideológico. Es posible observar países donde se considera que los vínculos ideológicos pueden ser fuertes, pero los partidos políticos no logran transformarlos en votos. Por lo tanto, los resultados de la medida propuesta plantean que el análisis de los vínculos ha de contemplar también el componente electoral.14

 

El voto ideológico en los partidos políticos

El panorama descrito a nivel sistémico puede esconder diferencias importantes entre los partidos políticos que lo conforman. El índice Q resume la proporción de votantes en un país que eligieron el partido que era más próximo en términos ideológicos y programáticos, sin embargo, en los hallazgos señalados hay indicios para pensar en que la utilidad electoral de esa proximidad no es uniforme entre los partidos políticos de un país. El índice que proponemos a continuación estima la efectividad del vínculo ideológico para lograr votos para cada partido político. Para ello hemos calculado la proporción de votantes ideológicamente próximos sobre el total de los electores de un partido.

Porcentaje de votantes ideológicos:

Donde en el numerador x se indica el número de votantes del partido j para los que este era el partido más próximo en ideología. En el denominador y se incluye el total de los votos que el partido j recibe, incluyendo tanto los que eran próximos ideológicamente como los que eran próximos a otros partidos. Al ser una proporción, este indicador va de 0, mínimo, a 100, máximo. Cuando la proporción en un partido es cercana a 100, estaríamos frente a un partido para el que la ideología es muy relevante desde el punto de vista electoral.15 En este caso sería un partido muy representativo en términos ideológicos para ese grupo de electores. Además, cuanto más cercana sea esta proporción al máximo teórico, el grado de homogeneidad (ideológica) de los votantes de ese partido será mayor. En otras palabras, en estos casos la vinculación ideológica del partido y el elector equivale al voto. En cambio, una proporción cercana a 0 indica la inexistencia de votantes con afinidad ideológica con el partido político. Puede ser el caso de un partido con un gran éxito electoral, para el que la conexión ideológica y programática con sus votantes es una preocupación secundaria. En estos casos, la vinculación ideológica con el electorado será muy débil. Además, si el nivel de voto ideológico es bajo, podemos suponer la presencia de otro tipo de vínculos que estructuren a su electorado.

La vinculación ideológica estimada de esta forma es un indicador complementario para evaluar la congruencia entre los partidos y sus votantes, al mostrarnos en qué medida la proximidad ideológica se traduce en el voto a ese partido. Es decir, nos dice hasta qué punto la congruencia en ideología es electoralmente útil para los partidos o qué proporción de ciudadanos han votado de acuerdo con el modelo downsiano de proximidad (Downs, 1957).

En las páginas siguientes, las gráficas 2a y 2b muestran los resultados del porcentaje de voto ideológico (PVI) para cada partido político en los países considerados, diferenciando las elecciones legislativas y presidenciales. En conjunto, la puntuación más baja del indicador es 0 y la más alta 93.59. El valor medio, de 36.58, está por debajo de la mitad del rango teórico, lo cual sugiere que la mayoría de los partidos no se han beneficiado del voto de los electores ideológicamente más próximos. Sin embargo, hay una alta variación en los niveles de PVI, la desviación estándar de los scores de todos los casos es 26.91.

En lo que respecta a las elecciones legislativas, observamos cómo la mayoría de los partidos exhiben puntuaciones del PVI por debajo de 50. El valor promedio (31.57) indica que tan sólo tres de cada diez ciudadanos están votando por el partido más próximo ideológicamente. En otras palabras, los partidos latinoamericanos, en general, no transforman sus vínculos ideológicos en votos. Ahora bien, la diversidad entre las puntuaciones de los partidos es enorme: por un lado, observamos el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN) de El Salvador, que ha obtenido puntuaciones de 92.93 y 90, en 2004 y 2008, respectivamente, mientras que en el otro lado están aquellos para quienes el electorado no está vinculado por la cercanía ideológica. Con un PVI de 0 encontramos el Partido Acción Ciudadana (PAC) de Costa Rica (2004), el Partido por la Democracia (PPD) de Chile (2006), el Partido Sociedad Patriótica (PSP) de Ecuador (2004) y el dominicano Partido Revolucionario Dominicano (PRD) (2006). Estos hallazgos indican dos posibles situaciones: o bien que la atracción del electorado está basada en vínculos no ideológicos, por ejemplo estrategias clientelares para lograr votos, o que aquellos votantes que les eran próximos ideológicamente decidieron votar por otro partido.

Otro resultado destacado es la alta variación de las puntuaciones de PVI entre partidos del mismo sistema. Esto es, en la mayoría de los países, uno de los partidos se beneficia electoralmente de la vinculación ideológica en tanto que el resto han obtenido PVI más bajos. Hay tres países donde este fenómeno no sucede y encontramos puntuaciones similares entre los partidos políticos: México (2004), Honduras (2004) y Chile (ambos periodos). Otro hallazgo interesante derivado del análisis de los datos es que la mayoría de los partidos con las puntuaciones más altas son aquellos que además ganaron la elección correspondiente a ese periodo. Este hecho parece indicar una relación entre la habilidad de transformar el vínculo ideológico en voto y el éxito electoral para los partidos políticos latinoamericanos. Sólo hay dos excepciones a esta pauta: la Unión Demócrata Independiente (UDI) de Chile en 2010 y el PAC costarricense (2006), para quienes la victoria electoral estuvo acompañada de una disminución de su electorado afín ideológicamente.

En lo que respecta a las elecciones presidenciales, se observa cómo también han generado un bajo promedio de PVI, de 39.78. La variación entre los resultados obtenidos por los partidos políticos es asimismo significativa. Las puntuaciones más altas las obtuvieron nuevamente los dos principales partidos salvadoreños en 2004, el fmln y Alianza Republicana Nacionalista (Arena), seguidos del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) y el Partido Liberal Constitucionalista (PLC) de Nicaragua (2004), y el Frente Amplio-Encuentro Progresista (FA-EP) de Uruguay (2010). En estos casos el PVI osciló entre 93.5 y 78.61. Por otro lado, la Nueva Fuerza Republicana (NFR) de Bolivia (en 2004), el Partido de Liberación Nacional (PLN) de Costa Rica (2004) y el Partido Socialista (PS) de Panamá (2006) obtuvieron el mínimo; para estos partidos ninguno de sus votos provenía de votantes próximos ideológicamente.

En las elecciones presidenciales la relación entre la puntuación del PVI y la victoria electoral es también evidente. Por ejemplo, el Movimiento al Socialismo (MAS) de Bolivia (2010) y la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE) de Guatemala (2008) lograron un aumento significativo de los votos en unos comicios en los que fueron partidos vencedores, al tiempo que ambos aumentaron el porcentaje de votantes ideológicos. De igual forma, la variación del PVI dentro de los sistemas de partidos es notoria para los datos correspondientes a las elecciones presidenciales. En la mayoría de los casos, un partido del sistema acaparó un alto nivel de PVI mientras que el resto obtuvieron bajas puntuaciones. México (2004) y Honduras (2008) son, nuevamente, los países donde todos los partidos exhiben niveles similares de voto ideológico.

Un último dato relevante del análisis descriptivo de los datos es el carácter dinámico del PVI a lo largo del tiempo. En este sentido, mientras que para algunos partidos políticos el PVI ha tenido incrementos sustantivos entre elecciones, como el caso mas (Bolivia), el PAC (Costa Rica), Cambio Democrático (CD) de Panamá y la une de Guatemala, para otros el nivel del voto ideológico ha experimentado una reducción de una elección a otra, tal como hemos visto para Arena de El Salvador y Gran Alianza Nacional (Gana) de Guatemala. Lo interesante es que dichas variaciones del PVI entre elecciones no están motivadas por los cambios en las posiciones ideológicas de los miembros de los partidos.16

 

Factores que predicen el voto ideológico de los partidos

Ahora bien, ¿por qué unos partidos tienen una mayor proporción de voto ideológico que otros? Si bien Downs (1957) señaló que la ideología es la dimensión del ámbito político que estructura la competencia electoral, este autor no proporciona ninguna guía sobre el tipo de partidos que son más efectivos en la transformación de los vínculos ideológicos con los ciudadanos en votos. Los trabajos subsecuentes que se encargaron de profundizar en la formalización (Enelow y Hinich, 1984) o en la exploración empírica del modelo de voto especial (por ejemplo, Dow 1998; Schofield et al., 1998; Thurner 2000) no ofrecen una estructura teórica que guíe la búsqueda de los factores predictivos de los vínculos ideológico-electorales entre partidos y votantes. Así las cosas, en este primer esfuerzo por la especificación de dichos factores, hemos explorado la importancia de elementos que se han mencionado en la literatura sobre comportamiento electoral, estructuración de sistemas de partidos y congruencia ideológica entre partidos y votantes.

En consecuencia, hemos considerado características sistémicas que estarían facilitando la existencia de electorados partidistas vinculados ideológicamente, pero también algunas características de los partidos que pueden ejercer cierta influencia en atraer electores downsianos17 Respecto a las primeras, una posible explicación sería el número de partidos en el sistema político. En términos generales, las puntuaciones más altas se han obtenido en los sistemas con un menor número de competidores políticos. Así, los partidos pertenecientes a sistemas con menor número de opciones políticas podrán atraer el voto de electores próximos en términos ideológicos.

En relación con lo anterior, parece que los contextos polarizados incentivan el voto ideológico tanto a nivel sistema como a nivel partido político, una conclusión que está en la línea del trabajo de Lachat (2008) para los países de Europa occidental. Esto es, en los sistemas de partidos en los que las etiquetas partidistas están más definidas y alejadas entre sí, la competencia por el voto estará en mayor medida estructurada en términos de izquierda y derecha, lo que favorece que los ciudadanos opten por el partido más próximo. Esta sería una explicación plausible para los casos de El Salvador, Nicaragua o Bolivia. En caso de una polarización reducida, los partidos tienden a situarse en el centro ideológico y el voto por proximidad ideológica tiende a ser menor.

Por otro lado, los resultados descritos no plantean diferencias sustanciales para los sistemas de partidos institucionalizados. La literatura especializada ha asignado a la conexión ideológico-programática entre partidos y votantes un papel relevante en la institucionalización partidista (Mainwaring y Torcal, 2006); sin embargo, los datos muestran que el grado de institucionalización per se no parece estar relacionado con mejor vinculación de tipo ideológico. Hemos observado que partidos pertenecientes a sistemas muy institucionalizados, como Chile o Costa Rica, tienen unos niveles de voto ideológico por debajo del promedio regional y tampoco sus partidos considerados individualmente han presentado índices de voto ideológico altos, una evidencia que anima a reconsiderar la relación entre la institucionalización del sistema de partidos y el papel que la ideología desempeña en la vinculación con los electores.18

El personalismo es otro factor que podría afectar el grado en que el partido atrae electores ideológicamente próximos. En América Latina el voto personalista ha sido un elemento no ideológico de gran relevancia en el estudio del comportamiento electoral y de la competencia partidista. La presencia de candidatos outsider, que gozan de gran independencia de los partidos y que tienen arrastre electoral es un fenómeno habitual y particularmente frecuente en la región andina. Así, esperaríamos que la vinculación para este tipo de formaciones políticas fuera escasamente ideológica, con un índice reducido de electores próximos. Los casos del PSP, creado por Lucio Gutiérrez, o el Partido Renovador Institucional Acción Nacional (PRIAN), de Alvaro Noboa, en Ecuador, confirman esta expectativa. No obstante, también encontramos otros casos que desafían esta pauta: Ollanta Humala en Unión por el Perú (UPP), Evo Morales al frente del Movimiento al Socialismo que, a la luz de los datos aquí analizados, ha mejorado sostenidamente la vinculación con su electorado en las diversas citas electorales analizadas. Asimismo, el Movimiento PAIS encabezado por Rafael Correa en Ecuador o el Cambio Democrático de Panamá, creado por el empresario Ricardo Martinelli, han exhibido una proporción de electores ideológicamente próximos en la última elección presidencial. Varios de ellos han encarnado proyectos políticos fuertemente ideologizados, a pesar de no contar con el respaldo de un partido tradicional.

La explicación de la proporción de votantes ideológicos a nivel partido político se basará sobre todo en aquellos elementos que destacan en los estudios sobre vínculos y comportamiento electoral. El primer factor considerado es la ganancia electoral de los partidos entre elecciones. Tal como veíamos en las páginas previas, el incremento en los niveles de PVI coincide con mejoras en el rendimiento electoral. Un hallazgo que coincide con el modelo downsiano de explicación del voto, donde los partidos capitalizan los vínculos ideológicos y los convierten en votos. Este factor, al que hemos denominado ganancia electoral, es la diferencia entre el porcentaje de votos que el partido ha obtenido en la elección analizada y el que obtuvo en la elección inmediatamente anterior. La expectativa es encontrar una relación positiva entre esta variable y el PVI (hipótesis 1).19

Por otro lado, hay aspectos vinculados a la edad de los partidos, su grado de coherencia interna, así como la posición que éstos ocupan en el gobierno o en la oposición, que pueden modificar sustancialmente sus estrategias a la hora de exhibir sus posturas ideológicas o programáticas y por ello afectar los niveles de congruencia ideológica con el electorado. Respecto a la variable edad, esperamos que cuanto más tiempo haya transcurrido desde la fundación del partido y, por lo tanto, mayor sea la trayectoria electoral, los electores tendrán una mejor información acerca del ideario del partido, su posición ideológica y las políticas públicas que apoya. Este elemento reduciría la incertidumbre y facilitaría la estructuración de los vínculos ideológicos entre partidos y votantes. De este modo, esperaríamos una relación positiva entre la edad partidista y el porcentaje de votantes ideológicos (hipótesis 2). La variable ha sido operacionalizada como la diferencia entre al año de fundación del partido y el año de elección correspondiente.

Para que el apoyo a los partidos esté basado en contenido ideológico, es importante que la oferta programática e ideológica de los partidos sea reconocida por parte del electorado. La coherencia interna es por lo tanto otro de los elementos partidistas que puede ejercer influencia en el tipo de vinculación que establece con su electorado, aunque ningún trabajo hasta la fecha ha probado de manera empírica tal relación. Así, la expectativa es encontrar que aquellos partidos que emiten mensajes ideológicos estructurados y cohesionados ideológicamente con mayor probabilidad tenderán a mostrar electorados estructurados en términos ideológicos (hipótesis 3). La coherencia ideológica interna la hemos operacionalizado como el inverso de la desviación estándar del posicionamiento ideológico de cada partido político o, en su caso, candidato presidencial.

El estatus de partido en el gobierno también se ha considerado como predictor en el modelo explicativo. Los trabajos sobre vínculos entre partidos y votantes han tenido en cuenta el efecto que la posición de gobierno (u oposición) de un partido puede tener en la articulación de los vínculos, aunque no hay una posición común en la relación entre niveles de representación y estatus de partido en el gobierno (Dalton, 1985; Mattilla y Raunio, 2006). Por un lado, un partido en el gobierno puede plantear posiciones más difusas hacia el electorado o puede verse forzado a abandonar su agenda política y apartarse de su ideario político, lo que podría afectar el grado de conexión ideológica con sus electores. Este efecto no existiría para los partidos de oposición, dado que su responsabilidad en la elaboración de políticas es menor y puede tomar posiciones más próximas a su electorado. En consecuencia, el porcentaje de voto ideológico podría ser más alto para los partidos de oposición que para los que están en el gobierno. Por otro lado, también podemos argumentar que tanto el estatus de partido en el gobierno como la experiencia gubernamental proveen señales muy claras al electorado sobre su desempeño; este elemento puede tener una influencia positiva en el voto ideológico, especialmente si el partido ha sido receptivo al electorado. El modelo explicativo incluye este predictor, identificando cada partido como oposición (0) o gobierno (1) en el periodo inmediatamente anterior al analizado.

El perfil ideológico de los partidos también puede actuar como elemento diferenciador al interior del sistema de partidos para facilitar el voto ideológico. En la línea de los supuestos establecidos en el modelo espacial del voto (Downs, 1957; Enelow y Hinich, 1984), podemos esperar que cuanto más en el extremo del espectro ideológico se sitúe el partido, más probable es ganar votos de los individuos próximos a ese partido. Por su parte, los partidos más centristas exhibirán unas señales más difusas para captar votos, creando con mayor probabilidad electorados mucho más heterogéneos desde el punto de vista ideológico, lo cual afectaría el voto ideológico. Para crear esta variable hemos calculado la diferencia absoluta entre la posición ideológica media del partido (según los diputados pertenecientes a dicho partido, de acuerdo con PELA) y el promedio del electorado según las encuestas de opinión pública (LAPOP). De tal modo, a mayor distancia del centro ideológico del país, mayor es el grado de radicalismo del partido y viceversa (hipótesis 4).

Otro elemento que puede ejercer cierta influencia en el grado en que los partidos atraen electorado próximo es el tipo de elección. La literatura sobre comportamiento electoral en elecciones presidenciales tiende a otorgar mayor importancia a los elementos estratégicos, o la influencia del candidato en la toma de decisión del voto, dejando en un segundo plano la relevancia de la proximidad ideológica (Rahn et al., 1990; Funk, 1997). Sin embargo, los datos tanto a nivel país como a nivel partido político no mostraron una gran diferenciación entre ambos tipos de elecciones, pues existe una ligera tendencia a niveles de voto ideológico más alto en las presidenciales. Por lo tanto, no tenemos una expectativa de la relación del tipo de elección y el nivel de voto ideológico. Con el fin de comprobar este efecto, hemos incluido en el modelo de regresión una variable de control de elección legislativa versus presidencial. Se ha incluido esta variable en forma dicotómica, donde elección legislativa es 1 y la presidencial, 0.

Los resultados del análisis de regresión se muestran en el cuadro 1. En este cuadro se presentan dos modelos, el primero tiene en cuenta todas las variables ya descritas, donde todos los coeficientes, excepto el que corresponde al tipo de elección (legislativa o presidencial) y el de coherencia, son significativos con un p-valor menor de 0.05.20 El segundo sólo considera aquellas estadísticamente significativas, mostrando la robustez de sus efectos.21

Los partidos que han crecido electoralmente entre elecciones incrementan también su número de votantes ideológicos, tal como muestra el coeficiente de esta variable. Manteniendo el resto de las variables constantes, cada punto porcentual de incremento de votos supone un aumento de 0.63 puntos de PVI. De tal modo, y aunque no hay una relación exacta entre éxito electoral y voto ideológico, los resultados apoyan la hipótesis de que los partidos que ganaron votos entre elecciones consecutivas lo hicieron atrayendo electores que eran ideológicamente próximos. La gráfica 3a muestra los valores predichos del PVI (con los intervalos de confianza de 95%) para los diferentes niveles de esta variable.22 Podemos observar cómo el intervalo de confianza de las predicciones lineales es más estrecho (muestra mayor precisión) en el valor medio de la distribución de la variable éxito electoral; por el contrario, los valores predichos son menos precisos en aquellos puntos que se encuentran más lejos del promedio de esta variable.

La edad del partido también tiene un efecto positivo sobre la variable dependiente. Ceteris paribus, un incremento de la edad del partido representa un incremento de 0.17 del PVI. En otras palabras, los partidos de mayor edad tienen mejor rendimiento electoral de los vínculos ideológicos con su electorado. En la gráfica 3b también se muestran las predicciones lineales para los diferentes valores de la edad partidista. Por otro lado, podemos observar que, manteniendo todo lo demás constante, la diferencia entre los partidos que fueron gobierno en el periodo anterior y los que fueron oposición es de 12.78 puntos de PVI. En la gráfica 3c se presentan los valores predichos de los valores del PVI para esta variable.

El coeficiente de radicalismo confirma la expectativa previa de que los partidos más alejados del centro ideológico, los partidos más radicales, han sido los más exitosos en obtener votos de los electores ideológicamente más cercanos. Cada punto más alejado del promedio ideológico de los ciudadanos supone un incremento de 7.76 puntos del PVI, manteniendo el resto de las variables constantes. Dicho de otro modo, el radicalismo ideológico de los partidos promueve la atracción de votantes downsianos en la región latinoamericana. La gráfica 3d presenta los valores predichos del PVI para diferentes niveles de radicalismo.

Por último, y a pesar de que la teoría sugiere la importancia de la estructuración interna de los partidos para los vínculos ideológicos con los electores, nuestros resultados señalan que esta variable no guarda relación alguna con los niveles del voto ideológico de los partidos. Tampoco el tipo de elección (legislativa o presidencial) supone ningUna repercusión en la variable dependiente.

 

Conclusiones

En este trabajo hemos examinado cuál es la utilidad electoral que la proximidad ideológica tiene en la estructuración del electorado de los partidos políticos latinoamericanos. Para ello hemos propuesto dos indicadores aplicados a datos de opinión pública y élites partidistas de la región. El primero de ellos, la Q de Pierce, es una medida a nivel sistémico que nos ha mostrado el grado en que los vínculos ideológicos se han transformado en votos. El segundo indicador, el PVI, ha estimado el grado en que el modelo del voto espacial es efectivo para los partidos políticos. O, en otras palabras, hasta qué punto ser un partido congruente ideológicamente reporta apoyos electorales. Ambos índices nos han permitido presentar evidencia empírica comparada del papel que la ideología desempeña en la estructuración de los electorados latinoamericanos en una amplia muestra de países. Así, en un sistema en el que los partidos y los electores estuvieran vinculados en torno a la dimensión ideológica, esperaríamos que los sistemas políticos alcanzaran scores en la Q de Pierce cercanos a 1 y que todos los partidos acumularan índices de PVI elevados, próximos a 100. De este modo, el trabajo vincula dos conceptos relacionados en la literatura hasta ahora aislados desde un punto de vista empírico: la existencia de vínculos o congruencia ideológica entre representantes y representados y, por otro lado, el papel que desempeña la ideología en la conformación de electorados de los partidos.

Los resultados de los indicadores a datos de opinión pública y élites partidistas de la región permiten concluir que el ideal del modelo de partido responsable no se cumple para una gran mayoría de países. Los niveles obtenidos en la Q de Pierce confirman, en la línea del saber convencional, la limitada relevancia que la vinculación ideológica tiene para los sistemas políticos. Al observar los datos hallados, una alta proporción de ciudadanos latinoamericanos no ha considerado la proximidad ideológica a la hora de votar por el partido o candidato presidencial, no obstante, este patrón no es homogéneo. Mientras que en algunos países el componente ideológico del voto está totalmente ausente (República Dominicana, Guatemala o Panamá), otros han exhibido puntuaciones notables (El Salvador, Nicaragua o Uruguay) superando las encontradas en países desarrollados en estudios previos (Pierce, 1999). La segunda medida, que hemos denominado porcentaje de voto ideológico (PVI), permite evaluar en qué medida la congruencia ideológica es útil electoralmente para cada uno de los partidos políticos. Nuevamente, y aunque el promedio regional del indicador es de 36 por ciento, los resultados mostraron una gran variabilidad entre las puntuaciones, lo que pone de manifiesto que los patrones de representación en la región son mixtos al interior de los sistemas de partidos.

De este modo, este trabajo complementa el estudio del grado en que ciudadanos y partidos están conectados ideológicamente y ofrece dos aportaciones relevantes. En primer lugar, para el estudio de los vínculos entre partidos y votantes, la literatura ha propuesto numerosas alternativas a la medición de la congruencia ideológica, sin embargo, la proximidad ideológica en el voto es un componente fundamental muchas veces ignorado en la relación partido-votante. La estimación del indicador a nivel país y partido puede mostrar cómo aquellos casos tradicionalmente congruentes no son los que presentan más proximidad ideológica en términos electorales. En otras palabras, la congruencia ideológica, característica deseable desde el punto de vista de la representación política, no es condición necesaria ni suficiente para que exista el voto para el partido más próximo. La incorporación de los indicadores propuestos para los estudios de congruencia permitiría obtener una imagen más precisa de la existencia de vínculos entre representantes y representados y la naturaleza de los mismos.

En segundo lugar, los resultados permiten diferenciar tipos de partidos en función de su grado de vinculación electoral analizada desde el punto de vista ideológico, contribuyendo de este modo al análisis de los partidos políticos de la región y sus dinámicas para movilizar electores próximos y no próximos. La exploración de los datos a lo largo de diferentes periodos electorales ha revelado, por un lado, la existencia de partidos para los que la ideología no tiene ninguna relevancia electoral. En este caso, un nivel bajo del PIV puede significar dos cosas: que el partido no es cercano a ningún votante porque su estrategia está basada en otro tipo de vinculación no ideológica, clientelar por ejemplo, o que el partido pierde electores próximos a favor de otros partidos del sistema; esto es, su vinculación ideológica no se transforma en votos. Por otro lado, hemos encontrado partidos con una cantidad considerable de votantes downsianos. En este caso, la proporción alta del índice no descarta la existencia de diferentes estrategias de vinculación, a fin de conectar ideológicamente con un electorado, al tiempo que logra el apoyo de ciudadanos que no votan bajo los supuestos de proximidad. El índice propuesto provee pistas para establecer y comparar las estrategias segmentadas de vinculación en partidos de diferente signo político, trayectoria electoral y rasgos organizativos, cuyo punto en común es la estrecha vinculación ideológica con sus votantes.

En la última parte del trabajo hemos ofrecido diferentes hipótesis sobre los elementos contextuales y partidistas que modelan el nivel de voto ideológico hallado en los partidos latinoamericanos. En este sentido, y aunque hay mucha investigación pendiente en este campo, esperamos que este trabajo contribuya a cimentar el desarrollo teórico y empírico del estudio de este fenómeno. Así, por ejemplo, el análisis explicativo ha mostrado que el incremento de votantes entre citas electorales tiene un efecto positivo en los niveles de voto ideológico, aunque no parecen existir diferencias entre elecciones legislativas o presidenciales. Dicho en otras palabras, aquellos partidos que son exitosos electoralmente han logrado atraer el voto de los ciudadanos más próximos ideológicamente, tanto para voto legislativo como presidencial. Además, los resultados han confirmado el efecto de varios elementos partidistas en el grado en que capturan más electores downsianos. Así, se ha mostrado cómo los partidos más antiguos y los más radicales tienden a obtener más nivel de voto ideológico, si los comparamos con los creados recientemente y los más moderados. Del mismo modo, aquellos que han participado en el gobierno en el periodo anterior al analizado, con mayor probabilidad atraen electores ideológicamente próximos. La coherencia interna de los partidos, en cambio, no ha mostrado influencia alguna en el grado de vinculación ideológica establecida con los votantes.

En definitiva, este análisis ha reconsiderado el papel que la ideología desempeña en los partidos latinoamericanos, desde la perspectiva de los vínculos establecidos con sus votantes y su utilidad en términos electorales. Un ejercicio que plantea no sólo la existencia de patrones de representación heterogéneos en los partidos latinoamericanos, sino que abre la puerta a las explicaciones, aún incipientes, sobre las estrategias de vínculo dual o segmentado en los partidos políticos latinoamericanos en la búsqueda de electores de muy diferente perfil ideológico. Elementos que constituyen un relevante y necesario futuro objeto de análisis para conocer con profundidad la naturaleza de los vínculos establecidos con los votantes y las consecuencias que dichas dinámicas pueden tener para los partidos y sistemas de partidos de la región.

 

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Notas

Los autores agradecen los comentarios y sugerencias realizados a las versiones previas de este artículo a Aníbal Pérez Liñán, Mathew Singer, Lars G. Svásand, Iván Llamazares y a los evaluadores anónimos de Política y Gobierno.

1 En el presente artículo utilizaremos los términos congruencia ideológica y vínculos ideológicos como sinónimos.

2 Nuestro objetivo es analizar los vínculos ideológico-electorales en varios países de la región y buscar factores que los expliquen. Así, en la búsqueda de tal generalidad tenemos que sacrificar, en cierta medida, la posibilidad de poder describir el contenido del concepto "ideología". El que los ciudadanos y representantes piensen (o no) en los mismos términos al considerar las etiquetas izquierda y derecha tiene implicaciones para la naturaleza de dichos vínculos. En este sentido, la agenda de investigación es particularmente amplia para América Latina en, al menos, dos ámbitos. Por un lado, en la necesidad de conocer cómo los contenidos semánticos de las etiquetas ideológicas varían entre países e individuos, como mostró Zechmeister (2006) para los casos de Argentina y México. Es decir, si izquierda y derecha tienen un componente relativo a políticas, están ligados a aspectos simbólicos o partidistas o, en cambio, se refieren a temas de valencia, que pese a no encajar en la división izquierda y derecha, son tomados como propios por los partidos (Petrocik, 1996); por otro, es importante el desarrollo de estudios que evalúen si la conexión del esquema ideológico con diferentes temas políticos es similar en las élites políticas y los ciudadanos.

3 Este modelo ha recibido sin embargo varias críticas, porque asume que los votantes eligen el partido más cercano o próximo en términos espaciales, lo cual ha sido cuestionado por Rabinowitz y McDonald (1989) con su modelo del voto direccional, Kedar (2009) con el desarrollo del voto de compensación y por las teorías que asumen un componente estratégico en el voto (Abramson et al., 1992), o las que han señalado como principal explicación del voto los resultados económicos de los gobiernos (Fiorina, 1978; Duch y Stevenson, 2008).

4 Por lo tanto, el análisis de los elementos clientelares y personalistas en la generación de vínculos entre electores y partidos y su relevancia a la hora de explicar el voto (Kitschelt, 2000; Kitschelt y Wilkinson, 2007) se apartan de los objetivos del texto.

5 El apéndice 1 incluye un ejemplo práctico para el cálculo del índice Q.

6 Agradecemos a Manuel Alcántara y a la Universidad de Salamanca la disponibilidad de los datos. Asimismo, agradecemos al Barómetro de las Américas de la Universidad de Vanderbilt (LAPOP) y sus principales patrocinadores (USAID, UNPUD, BID y la Universidad de Vanderbilt) por hacer accesibles los datos.

7 No obstante, el uso de escalas de medición para evaluar actitudes humanas tiene el potencial de ser afectado por el llamado Differential Item Functioning (dif). Esto implica que no todas las personas que responden a una encuesta interpretan la escala de una pregunta de la misma manera. Dicho fenómeno fue observado originalmente en las pruebas educativas estandarizadas al descubrir que no todos los participantes tenían la misma probabilidad de responder correctamente a las preguntas (Holland y Wainer, 1993). Así las cosas, desde diferentes campos de las ciencias sociales se han propuesto métodos para corregir este problema. En el ámbito de los estudios sobre el comportamiento político se han desarrollado principalmente dos soluciones. La primera consiste en métodos estadísticos para obtener las posiciones reales en una escala unidimensional de los individuos y partidos (o políticos) incluidos en el análisis. Dicha aproximación fue propuesta por Aldrich y McKelvey (1977) y luego generalizada por Palfrey y Poole (1987) para considerar espacios multidimensionales. Saiegh (2009) utiliza estos métodos para recuperar las posiciones ideológicas de los legisladores de nueve países latinoamericanos. Desafortunadamente, no podemos utilizar el método Aldrich-McKelvey porque no tenemos información más allá de las posiciones ideológicas de los votantes en las encuestas de LAPOP, lo cual impide tener suficiente información para estimar los parámetros necesarios. La segunda metodología fue propuesta por King et al. (2004) y consiste en utilizar viñetas que sirvan de anclaje a las escalas de las preguntas. Esta solución tampoco es aplicable a nuestro caso porque las viñetas deben incluirse en la fase de diseño del cuestionario de las encuestas.

8 La ubicación ideológica de las élites parlamentarias se obtuvo a través de la siguiente pregunta: "Como recordará, cuando se habla de política se utilizan las expresiones izquierda y derecha. En esta tarjeta hay una serie de casillas que van de izquierda (1) a derecha (10). ¿Dónde se situaría usted?" Respecto a la ubicación de los candidatos presidenciales: "Cuando se habla de política se utilizan las expresiones izquierda y derecha. En esta tarjeta hay una serie de casillas que van de izquierda (1) a derecha (10). ¿Dónde situaría usted a los siguientes líderes políticos?" Ambas preguntas se formularon en los mismos términos para todos los países y en oleadas de encuestas utilizadas en el análisis. En el caso de las encuestas de opinión pública, la pregunta fue en LAPOP, 2004: "Ahora, para cambiar de tema... En esta hoja hay una escala de 1 a 10 que va de izquierda a derecha. Hoy en día mucha gente, cuando conversa de tendencias políticas, habla de izquierdistas y derechistas, o sea, de gente que simpatiza más con la izquierda y de gente que simpatiza más con la derecha. Según el sentido que tengan para usted los términos 'izquierda' y 'derecha' cuando piensa sobre su punto de vista político, ¿dónde se colocaría en esta escala?" En LAPOP 2006-2008-2010: "Ahora, para cambiar de tema... En esta hoja hay una escala de 1 a 10 que va de izquierda a derecha. Hoy en día mucha gente, cuando conversa de tendencias políticas, habla de gente que simpatiza más con la izquierda y de gente que simpatiza más con la derecha. Según el sentido que tengan para usted los términos 'izquierda' y 'derecha' cuando piensa sobre su punto de vista político, ¿dónde se colocaría usted en esta escala? Indique la casilla que se aproxima más a su propia posición".

9 Véanse en los cuadros A1 y A2 del apéndice 2 para más detalles sobre los países, partidos y candidatos incluidos.

10 La identificación de los casos incluidos en el trabajo se realiza con respecto a la encuesta de opinión pública (LAPOP).

11 La ideología promedio de los partidos políticos se ha extraído a partir de las ubicaciones de los miembros del grupo parlamentario correspondiente disponible en la encuesta PELA. En el caso de las elecciones presidenciales, se ha considerado el voto en primera vuelta y se ha tenido en cuenta la ubicación ideológica promedio que los diputados en cada país han otorgado a los diferentes candidatos presidenciales.

12 Por lo tanto, en este análisis no hemos incluido a los individuos que no han indicado su posición ideológica o no han respondido a la pregunta sobre voto (presidencial o legislativo).

13 En el texto se presentan únicamente los resultados obtenidos con los datos no estandarizados, aunque los cálculos se han realizado también con las posiciones ideológicas estandarizadas (de votantes y partidos políticos) siguiendo la propuesta de Pierce (1999); no existen diferencias significativas entre ambos procedimientos.

14 Por otra parte, la presencia de alto voto ideológico en países donde se ha presentado una baja congruencia podría indicar la presencia de voto guiado por etiquetas sin contenido ideológico sustantivo, más bien de tipo simbólico o personalista (Zechmeister, 2006). No obstante, la evidencia empírica utilizada en este trabajo no permite profundizar en este aspecto, sino que sugiere la conveniencia de nuevos análisis con otro tipo de instrumentos de medición de actitudes. Agradecemos esta apreciación hecha por uno de los evaluadores anónimos de Política y Gobierno.

15 En el cálculo no se ha incluido a los electores que no estaban próximos ideológicamente a ninguno de los partidos considerados. Algo que puede ocurrir, por ejemplo, cuando el votante no ha declarado una posición en la escala izquierda-derecha.

16 Hay cuatro excepciones en este sentido, en los que los cambios en el índice entre periodos electorales vienen acompañados de la modificación de la posición ideológica del partido o candidato presidencial: el PLN (Costa Rica) incrementó la proporción de votantes ideológicos al tiempo que se movió hacia la derecha entre 2004 y 2006; el Partido Sociedad Patriótica (PSP) de Ecuador experimentó una reducción del indicador y pasó a ubicarse más a la derecha con Lucio Gutiérrez (candidato en las dos citas electorales); el Partido Revolucionario Democrático (PRD) de Panamá también redujo su PVI, pero en este caso el partido se trasladó hacia la izquierda. Por último, el incremento de electores ideológicos del Partido Nacional de Honduras (PNH) en 2010 y el movimiento hacia el centro ideológico ocurrió al tiempo que el Partido Liberal de Honduras (PLH) perdía electores y su candidatura se situaba a la derecha del PNH.

17 En este texto utilizamos el término electores downsianos para referirnos a las personas que votaron por el partido que les era más próximo en términos ideológicos.

18 En particular, debido al peso que la estabilidad del sistema tiene en la operacionalización del concepto de institucionalización. De este modo se han catalogado como sistemas institucionalizados a aquellos que cuentan con partidos de escasa estructuración ideológica (Ruiz, 2007) o para quienes la vinculación depende más de intercambios clientelares o personalistas que de compromisos ideológicos (Luna y Zechmeister, 2005).

19 Véase en el apéndice 2 la lista de variables incluidas, así como su operacionalización y fuente.

20 Para llevar a cabo el análisis de regresión realizamos varios tests para detectar posibles observaciones influyentes y ningún caso fue descartado. También realizamos pruebas de linealidad y homoscedasticidad. Este último supuesto no se cumplió, por lo que los análisis de regresión se corrigieron usando los errores estándar Huber-White por partido político.

21 También estimamos un modelo para variables dependientes fraccionarias como sugieren Papke y Wooldridge (1996); los resultados de este modelo son consistentes con los del modelo OLS y pueden solicitarse a los autores.

22 El resto de las variables independientes se mantienen en su valor medio.

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