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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.16 no.2 Ciudad de México ene. 2009

 

Artículos

 

Una mirada detrás de la ventana: Racionalidad utilitaria y racionalidad normativa en el apoyo a la democracia en Brasil

 

Looking behind the Window: Measuring Utilitarian and Normative Reasoning in Support for Democracy in Brazil

 

Rodolfo Sarsfield* y Fabián Echegaray**

 

* Profesor–investigador de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) y profesor afiliado del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), Carretera México–Toluca 3655 Col. Lomas de Santa Fe, 01210 México, D.F. Tel.: 52 (55) 5727–98–00. Correo electrónico: rodolfo.sarsfield@cide.edu.

** Director del Market Analysis Brazil, Florianópolis, Brasil, y profesor asociado, Universidad Federal de Santa Catarina, Brasil. Bairro Trindade, Florianópolis, Santa Catarina, Brasil. CEP 88040–970 Tel.: +55 (48) 3721–9000. Correo electrónico: fabian@marketanalysis.com.br.

 

El artículo se recibió en mayo de 2008.
Aceptado para su publicación en marzo de 2009.

 

Resumen

Este artículo se propone analizar los tipos de racionalidad que subyacen al proceso de decisión respecto al régimen político que intervienen en la formación de las preferencias de los individuos. El análisis se concentra en Brasil, una sociedad que recientemente experimentó un proceso de transición hacia la democracia. Nuestra estrategia consiste en poner a prueba la racionalidad del apoyo a la democracia tanto en el nivel agregado como en el análisis individual. En el nivel agregado, lo que nos interesa es saber si el desempeño macroeconómico, político e institucional de los gobiernos democráticos predice los porcentajes de apoyo a la democracia. En el nivel individual, nos interesa centrarnos en los efectos sobre las preferencias por un tipo determinado de gobierno en Brasil (como variable dependiente) de la evaluación que los encuestados hacen sobre diferentes dimensiones del desempeño democrático (lo que aquí hemos denominado "racionalidad utilitaria") y de las preferencias normativas de los ciudadanos (lo que llamamos "racionalidad normativa"). Los resultados muestran que, por una parte, en el nivel agregado, las mediciones objetivas del desempeño no explican el apoyo a la democracia.

Por el contrario, los resultados en el nivel individual afirman la hipótesis de que la racionalidad utilitaria predomina junto con algunas señales de racionalidad normativa. Por último, sugerimos que esa diferencia entre ambos niveles podría interpretarse en favor de la idea de incluir la racionalidad normativa para explicar las actitudes políticas. Si nos limitamos a considerar sólo la racionalidad utilitaria en la formación de preferencias, no tendríamos más que una visión parcial.

Palabras clave: racionalidad utilitaria, racionalidad normativa, preferencias ciudadanas, gobierno en Brasil.

 

Abstract

This paper aims to explore the types of rationality that underlie choice for political regime that intervene in the process of preference formation. The analysis is focused on Brazil, a society that recently completed a successful process of transition towards democracy. Our strategy is to test the rationality of support for democracy in both aggregate–level time series analysis, and individual level cross–section analysis. At aggregate level, our attention is centered on if, a long term, the performance of democratic governments predict the percentages of support for democracy. At individual level, our interest is focus on the balance between the impact of survey respondents' evaluation of different dimension of democratic performance (that we labeled here "utilitarian rationality"), and the effects of citizens' normative preferences (that we named here, "normative rationality"), as well as their joint impact on molding of individuals' preferences for a particular type of government in Brazil. The results show that, at aggregate level, objective measures of performance do not explain support for democracy. In a different way, results at individual level endorse the hypothesis that utilitarian rationality prevails along some signs of normative rationality. Finally, we suggest that such difference between two levels could be interpreted in favor of the idea of include other rationalities to explain political attitudes. If we only consider the utilitarian rationality in the preferences formation, we could only have a piece of the portrait.

Keywords: utilitarian rationalities, normative rationalities, citizens' preferences, Brazilian government.

 

Introducción

En buena parte de la investigación sobre opinión pública predomina un argumento estándar de la racionalidad –casi siempre implícito– por default. Esta concepción de la racionalidad aplicada a las decisiones políticas individuales da por sentado que las preferencias se forman como resultado de algún principio intrínseco de utilidad presente en los individuos (véase, por ejemplo, Kramer, 1971; Tufte, 1978; Fiorina, 1981; Lewis–Beck, 1988; Mackuen, Ericson y Stimson, 1992; Nannestad y Paldam, 1994; Przeworski y Maravall, 2001; Stokes, 2001). Este tipo de explicación estándar de la acción se basa en la idea de que el comportamiento humano siempre es utilitario. Por consiguiente, los conjuntos ordenados de preferencias suelen interpretarse como consecuencia de la maximización de la utilidad personal. El argumento no admite una pluralidad de razonamientos políticos en el proceso de formación de las preferencias. De acuerdo con este punto de vista, las mismas se explican con el supuesto de la utilidad. Los especialistas, basándose en un modelo económico de la formación de las preferencias, caracterizan habitualmente de utilitarias las bases psicológicas subyacentes a la formación de preferencias (Davis y Speer, 1991). Debido a ello, los principios de racionalidad normativa o expresiva han sido excluidos de este tipo de explicación.

La mayoría de las discusiones en torno a la cuestión del apoyo de los ciudadanos a la democracia han seguido este camino (véase, por ejemplo, Lewis, 2003; Chu, Diamond y Shin, 2001; Dalton, 1999; Klingemman, 1999; Rose, Mishler y Haerpfer, 1998; Fuchs, Guidorossi y Svensson, 1995).1 La explicación de este tipo asume que a la declaración de apoyo a la democracia le preexiste un desarrollado interés por la misma (satisfacción con la democracia). Un paso aceptado para entender el apoyo a la democracia consiste en interpretar las posturas individuales en relación con el tipo de régimen como una simple traducción de un cálculo de costo–beneficio. Como consecuencia de ese supuesto, los especialistas que analizan el apoyo a la democracia en América Latina han tratado de entender su legitimidad por medio de este tipo de explicación (véase, por ejemplo, Lagos, 2001, 2003a, 2003b; Payne, Carrillo y Zovatto, 2002).2 El supuesto de la utilidad ha dominado la discusión acerca de los determinantes del apoyo a la democracia en la región, por ello, y como evidencia del peso de este supuesto en los trabajos que se ocupan de las actitudes hacia la democracia, la "asunción de utilidad" ha sido un supuesto presente también en el estudio de otras variables importantes como, por ejemplo, la satisfacción con la democracia (Anderson y Guillory, 1997; Canache, Mondak y Seligson, 2001).

No obstante, en ciencia política y sociología este tipo de explicación compite con otras. Al lado de la explicación de base utilitaria, otros especialistas han señalado la importancia de la racionalidad normativa y de la racionalidad expresiva para explicar diferentes actitudes y comportamientos políticos (sobre la teoría sociológica clásica, por ejemplo, Weber, 1944; sobre la teoría de la acción, por ejemplo, Elster, 1993, 1997, 1998; Hedstrom y Swedberg, 1998; Gambetta, 1998; Boudon, 1996 y 1998; Lupia, McCubbins y Popkin, 2000; sobre la investigación de la opinión pública, por ejemplo, Davis y Speer, 1991; Whitefield y Evans 1999, Bratton y Mattes 2001, Sarsfield y Echegaray, 2006).

Dentro de esta tradición, y de manera diferente a la mayoría de los académicos, nosotros sostenemos que las razones endógenas subyacentes a las preferencias en materia de régimen político constituyen un problema empírico, el cual debemos investigar. Nuestro enfoque trata de ver qué ocurre "detrás de la ventana" a fin de revelar el proceso de razonamiento.3 Este trabajo, entonces, procura revisar empíricamente el razonamiento que se encuentra detrás de la formación de preferencias por el régimen político en Brasil, medido con la pregunta estándar empleada en el Latinobarómetro.4 Al hacerlo, nuestro análisis cubre dos tipos de racionalidades para encontrarle sentido a las elecciones de los individuos: la racionalidad utilitaria y la racionalidad normativa (Weber, 1944; Boudon, 1996, 1998; Lupia, McCubbins y Popkin, 2000).

Siguiendo este argumento, en este artículo nuestra estrategia consistirá en poner a prueba la racionalidad del apoyo a la democracia en Brasil, tanto en el nivel agregado como en el nivel individual. Organizamos nuestro trabajo como sigue: la primera sección presenta nuestros hallazgos acerca de la relación entre el desempeño del gobierno democrático y los determinantes del apoyo a la democracia en Brasil en el nivel agregado. La visión convencional (por ejemplo Kramer, 1971; Tufte, 1978; Fiorina, 1981; Lewis–Beck, 1988; Mackuen, Ericson y Stimson, 1992; Nannestad y Paldam, 1994) sugiere lo siguiente: deberíamos observar que el desempeño político y económico de la democracia tendría que predecir el apoyo al gobierno democrático, es decir, las bases del apoyo político serían utilitarias. En la segunda sección examinamos en el nivel de los individuos si el apoyo a la democracia –que es una preferencia normativa– se relaciona con las evaluaciones hechas por los ciudadanos sobre el desempeño democrático –que es una creencia positiva–(Boudon, 1998).5 El objetivo principal aquí consiste en observar el vínculo entre las evaluaciones del desempeño de la democracia y la preferencia por el tipo de régimen en el nivel individual, revelando así –o al menos sugiriendo– el proceso de razonamiento político que subyace a las preferencias manifestadas a través de encuestas. En tercer lugar, analizamos el peso relativo del razonamiento normativo en la formación de las preferencias por tipo de gobierno, analizando qué clase de racionalidad es dominante entre los brasileños.

Por último, controlamos nuestras hipótesis por medio de las variables sociodemográficas estándar, entre ellas género, edad, ingreso subjetivo, educación y clase social.

 

Primera imagen en la ventana: la racionalidad del apoyo a la democracia en el nivel agregado

No es posible valorar plenamente el desafío de construir la democracia en Brasil si antes no se le confronta con los problemas relacionados con el legado del autoritarismo, la naturaleza de las instituciones y de su cultura política, la persistente desigualdad social y la violencia imperante en aquel país. Brasil sintetiza el contexto en el cual una enorme cantidad de latinoamericanos experimentaron la necesidad de responder al llamamiento de un cambio de régimen desde mediados de la década de 1980. Y esas características del contexto configuraron de manera esencial las condiciones en las cuales se desarrollaron la credibilidad y el apoyo al sistema, cuestión fundamental para su supervivencia como nueva opción en materia de régimen político.

Los debates en torno a la legitimidad de la democracia en Brasil han estado vinculados en general con factores exógenos a los ciudadanos, es decir, a aquellos factores capaces de generar estímulos positivos o negativos para el surgimiento de actitudes favorables o desfavorables respectivamente hacia la democracia.6 Los acuerdos entre las élites, las condiciones o ciclos económicos, los incentivos institucionales y normativos heredados del pasado autoritario o el diseño institucional, han aparecido frecuentemente como interpretaciones casuísticas del balance último que hace de la democracia la opinión pública.7 A primera vista y quizá como consecuencia de la sucesión de acontecimientos importantes, tales como escándalos mediáticos, crisis económicas, crecientes desigualdades sociales y turbulencias institucionales, la opinión pública de Brasil manifestó –en el nivel agregado– una relativa inestabilidad a lo largo de los pasados quince años (desde que se volvieron regulares los estudios de opinión pública) (véase el cuadro 1), lo que confirmaría la capacidad explicativa de esas diferentes explicaciones.

Si tomamos en cuenta todos los dramáticos cambios en las condiciones económicas y políticas producidos a lo largo de los 17 años transcurridos entre 1988 y 2004, cabría suponer que esas modificaciones explican la relativa inestabilidad del apoyo a la democracia en Brasil. La dispersión de los valores a lo largo del tiempo fue ligeramente alta (una desviación estándar de 7.66), aunque está por debajo de la línea de 10 por ciento que propone el trabajo seminal de Page y Shapiro (1992).9 Además, es importante destacar significativos ascensos y descensos entre ciertos años de la serie. En algunos casos, estas fluctuaciones rebasan el 10 por ciento propuesto por Page y Shapiro para hablar de un público irracional. Las mismas fluctuaciones podrían ser resultado de los dramáticos cambios acaecidos en el entorno económico y político anteriormente mencionados. De modo que un primer paso consiste en investigar la existencia de una relación entre el contexto económico, el contexto institucional y el apoyo a la democracia en el nivel agregado.

La serie de tiempo de la que se disponen datos de encuesta en Brasil nos permite llevar a cabo una prueba para validar las explicaciones en el nivel agregado acerca de la legitimidad de la democracia. Para los mismos años (con uno de retraso, para permitir que se apliquen los efectos), contamos con datos de indicadores clave del desempeño económico (por ejemplo, el crecimiento del PIB y la tasa de inflación), estímulos institucionales (por ejemplo, si el año coincidió con una elección de mayor o menor importancia, o si no hubo ninguna) y oportunidades de socialización (es decir, los años de antigüedad del gobierno democrático).10 En el cuadro 2 se resumen estos datos.

A primera vista, no hay un patrón que prediga el apoyo a la democracia a partir de las incidencias en los dominios económico o institucional. Hay que notar que, sin embargo, la tasa de inflación está fuertemente correlacionada con la antigüedad de la democracia, lo que sugiere que un gobierno democrático aprende a controlar los ascensos de precios en la medida en que está más tiempo en el poder.11 Elaboramos el siguiente modelo para poner a prueba, empíricamente, la incidencia estadística de esas diferentes explicaciones sobre la preferencia por tipo de gobierno en el nivel agregado:

Apoyo a la democraciat0 = Desempeño económicot–1 + Estímulos institucionalest–1

Este modelo estadístico demuestra tener una eficacia parcial para explicar los ascensos y descensos del alineamiento democrático por parte de la opinión pública brasileña. Como se observa en el cuadro 3, este modelo explica 32 por ciento de la variación de la externalización del capital político a favor de la democracia, sin efectos estadísticamente significativos de ninguna de las variables incluidas en el modelo.12

En pocas palabras, la falta de significancia estadística de las variables explicativas sugiere que algunos de los argumentos centrales (sobre todo las explicaciones políticas y económicas) no pueden explicar el alineamiento político a favor de la democracia en el nivel agregado.14 Si consideramos que el criterio de predictibilidad de la opinión pública en el nivel agregado es una dimensión de su racionalidad, el apoyo a la democracia entre los brasileños parecería ser irracional siguiendo el marco de referencia teórico de Page y Shapiro, de acuerdo con el cual cabría esperar "que la opinión pública como fenómeno colectivo" debería ser "significativa"..."organizada en un patrón coherente" y "adaptativa ante nueva información o circunstancias nuevas, respondiendo de forma similar a estímulos similares" (Page y Shapiro, 1992, p. 14).15

 

La contextualización del apoyo a la democracia en Brasil

Veinte años después de la transferencia del poder al gobierno civil, el apoyo a la democracia en Brasil es atributo de una minoría. Si se analiza a lo largo del tiempo parece que, cualesquiera que sean los logros materiales o simbólicos, o los beneficios en términos de estabilidad política, que brindó el gobierno democrático a los brasileños, la democracia sólo ha sido capaz de despertar un sentimiento tibio en la sociedad. En 1988, más de un año antes de realizarse las primeras elecciones competitivas por la presidencia, alrededor de 43 por ciento de la gente se inclinaba por la idea de que la democracia siempre es la mejor opción para el orden político. Para 2004, pese a los ascensos y descensos ocurridos, ese porcentaje se mantenía en 41 por ciento (véase el cuadro 1). En oposición a las expectativas de algunos especialistas, la adhesión a la democracia que reveló la comparación de la preferencia en materia de régimen a lo largo del tiempo se ha mantenido estática, con ascensos limitados del apoyo en escenarios o condiciones específicos.16 Por lo general, junto a un apoyo parcial a la democracia, los brasileños se inclinaron por la estabilidad en sus preferencias.

¿Implicaría este hallazgo que importantes grupos de ciudadanos en Brasil son autoritarios por convicción? La evidencia empírica demuestra que no es así. A lo largo de los últimos quince años la inclinación explícita por el autoritarismo fue consistentemente la opción menos preferida, correspondiente, en el mejor de los casos, a menos de la cuarta parte de la opinión pública. Además, siguió estando circunscrita en buena medida al mismo público, como lo señala su varianza extremadamente baja (3.15).

La mayoría de los brasileños que no se sentían inspirados por la democracia optaban por mantenerse indiferentes. Algunos especialistas interpretaron esto, de inmediato, como indicación de apatía política; otros, como expresión de cinismo político. Cualquiera que sea la interpretación, en su mayoría hacían coincidir esas elevadas tasas de indiferencia con una añeja visión de los brasileños como personas despolitizadas, poco dispuestas a dedicarle demasiado interés a las cuestiones políticas (Hollanda, 1986). Pero podría ocurrir que quienes se inclinaron por la "opción de la indiferencia", ante la pregunta encontrasen una alternativa más genuina para canalizar tanto sus sentimientos políticos respecto al régimen civil como su convicción democrática; por lo menos algunos brasileños sabían cómo había evolucionado la democracia en su país y tenían expectativas (o conocimiento) sobre cómo debería ser la misma. Según afirman Seligson y Carrión (2002), un gobierno de origen genuinamente democrático (es decir, que llega al poder a través de elecciones libres, abiertas, competitivas y equitativas), pero una vez en el poder se caracteriza por prácticas antidemocráticas, podría llevar a que los ciudadanos más sofisticados y profundamente democráticos se inclinaran por la opción de "es igual que el gobierno sea democrático o no democrático", como lo expresa la redacción de la pregunta. (Cuadro 4)

Después de todo, eso no sólo describe de modo válido cómo puede comportarse un gobierno electo democráticamente, sino también contiene una crítica a un dirigente o una élite elegidos de manera democrática que cambian su modo de gobernar a favor de actitudes autoritarias.

En otras palabras, la curiosa resistencia de la indiferencia política puede no reflejar una antipatía hacia la democracia per se, sino una falta de identificación con la práctica efectiva de la democracia en Brasil, en vista de sus peculiares manifestaciones. De modo que si la forma en la cual funciona la democracia real se considera insatisfactoria a la luz de los criterios detentados por alguien respecto a lo que debería ser la democracia, la adopción de una respuesta cínica o indiferente podría entrañar una reacción racional, incluso saludable. Los ciudadanos críticos (Norris, 1999) podrían sentirse más identificados con la respuesta "es lo mismo", sin indicar su compromiso ideológico con la verdadera democracia. Como lo resumía un estudioso brasileño después de revisar las peculiaridades del proceso de democratización hacia mediados de la década de 1990: dadas las circunstancias de Brasil "no sería realista esperar [...] que los diferentes estratos de la opinión pública fuesen capaces de percibir todos los matices que revelan el tránsito de un régimen autoritario a uno democrático, o que pudiesen manifestar un gran entusiasmo respecto al segundo" (Moisés, 1995, p. 115).

 

El paso al nivel individual: El tipo de racionalidad que subyace al apoyo a la democracia en Brasil

En el nivel individual, nuestra hipótesis principal es que diferentes razones podrían alimentar el proceso de formación de las preferencias que subyace a la alineación con la democracia. Los hallazgos en el nivel agregado podrían ser resultado de suponer que detrás de la formación de preferencias no hay más que un tipo de razones: razones utilitarias. Nuestra propuesta es que diferentes tipos de racionalidad podrían explicar el proceso para llegar a la conclusión de apoyar a la democracia o adoptar una postura no democrática. Estas racionalidades en competencia se denominan aquí "racionalidad utilitaria" (la cual explica el apoyo a la democracia como derivado de un cálculo de costo–beneficio) y "racionalidad normativa" (que lo explica como derivado de otras preferencias normativas, tal como la preferencia por la libertad).

Por consiguiente, procuramos determinar si las preferencias relativas al régimen siguen una racionalidad utilitaria (costo/beneficio) o normativa (axiológica). Un individuo A que sigue una racionalidad utilitaria debería: a) preferir la democracia porque está satisfecho con su desempeño o b) preferir el autoritarismo porque está insatisfecho con el desempeño de la democracia. Por otro lado, un individuo B que siguiese una racionalidad normativa debería: a) preferir la democracia porque considera a la democracia como el tipo de gobierno que garantiza otros valores políticos, que considera buenos, legítimos o deseables (por ejemplo, la libertad, la igualdad) o b) preferir el autoritarismo porque considera que es el tipo de gobierno que garantiza otros valores políticos (preferencias normativas) que le parecen buenos, legítimos o deseables (por ejemplo, el orden, la seguridad). Otra forma de racionalidad normativa podría surgir con un individuo C que prefiere la democracia aunque no esté satisfecho con el desempeño de la misma (o al menos C no estaría siguiendo la racionalidad utilitaria). El mismo criterio debería aplicarse a un individuo D que prefiere el autoritarismo, aunque esté satisfecho con la democracia. En ambos casos, la explicación de la preferencia asume la forma "prefiero X porque X es, en sí mismo, bueno y/o legítimo"; de ser así, estamos frente a un individuo que no está respondiendo a la racionalidad instrumental. Esto no significa que la preferencia sea irracional. Este tipo de formación de preferencias estaría impulsado por inquietudes normativas.

En las siguientes secciones se ponen a prueba y analizan ambos argumentos en dos modelos, como razonamientos alternativos en la formación de preferencias respecto al régimen político. Además, también incluimos aquí las variables de control convencionales (edad, género, ingreso subjetivo, educación y estatus socioeconómico). El cuadro 5 sintetiza nuestro marco de referencia conceptual y nuestra medición de estos dos tipos de racionalidad, así como los hipotéticos vínculos entre las creencias positivas y las preferencias normativas.

 

Una mirada detrás de la ventana: Dos racionalidades para comprender las preferencias políticas en el nivel individual

En oposición a las traducciones mecánicas de que las decisiones en situación de encuesta requieren categorías cognitivas complejas, analizamos modos de razonar que exigen un mínimo de reflexión por parte de los ciudadanos comunes. Estos diferentes procesos de razonamiento son factibles para el brasileño medio y eso se debe a que se basan en evaluaciones palpables sobre los resultados (por ejemplo, su grado de satisfacción con la democracia, sus evaluaciones de la economía o su aprobación del desempeño del presidente). Si se les presta atención a las interacciones existentes entre sus evaluaciones sobre el gobierno democrático y el apoyo a la democracia, es posible derivar una regla simple y pragmática respecto a la manera en la cual los individuos forman sus preferencias.17 Los indicadores utilizados para la variable dependiente y las independientes se sintetizan en el cuadro 6.

Si las preferencias individuales se forman por una racionalidad instrumental/utilitaria, debería observarse que las personas más satisfechas tendrían mayores probabilidades de apoyar la democracia que los individuos menos satisfechos (indicador: satisfacción con la democracia). Lo mismo sería de esperar para el caso de individuos con evaluaciones positivas de la economía (indicadores de evaluación retrospectiva de la economía y de evaluación prospectiva de la economía). De manera similar, los individuos que confían más en las instituciones políticas tendrían más probabilidades de apoyar la democracia que quienes confían menos en sus instituciones. Por el otro lado, los individuos con una evaluación negativa del desempeño presidencial (indicador de aprobación presidencial) tendrían menos probabilidades de apoyar la democracia que aquellos con una evaluación positiva. Lo mismo podría decirse respecto al indicador de victimización: un encuestado –o miembro de la familia– que ha sido víctima de un crimen mostraría menos apoyo a la democracia. Por último, las personas que piensan que votar sí genera diferencias, tendrían más probabilidades de apoyar la democracia que quienes consideran que el voto no causa diferencias.

La racionalidad normativa no depende de evaluaciones del desempeño gubernamental. Es axiológica porque se basa en preferencias normativas previas. Por lo tanto, la elección del tipo de gobierno (preferencia derivada) resulta de la preferencia acerca de qué tipo de bienes políticos debería brindar el gobierno (preferencia normativa fundamental) (Elster, 1998b). En consecuencia, si las preferencias se forman por una racionalidad normativa/ axiológica, deberíamos observar que la elección del tipo de gobierno tendría que ser consecuencia de las preferencias normativas fundamentales. De esta forma, si un individuo A piensa que la libertad es preferible al orden, tendrá más probabilidades de apoyar la democracia. Por el contrario, si un individuo B piensa que el orden es preferible a la libertad, tendría más probabilidades de apoyar el autoritarismo. Por consiguiente, si las preferencias individuales se forman por medio del mecanismo causal de la racionalidad normativa/axiológica, deberíamos observar que las personas que piensan que "al país le conviene mano dura" tienen mayores probabilidades de preferir el autoritarismo que aquellas que piensan: "al país no le conviene mano dura". De manera similar, un individuo que tenga una perspectiva tradicional en lo que se refiere a los roles de género tendría menores probabilidades de apoyar la democracia (en el sentido de que la misma asume la igualdad entre hombres y mujeres).

En síntesis, un individuo que prefiere la democracia porque ésta produce utilidad (por ejemplo progreso económico, desarrollo) es una persona cuyas preferencias se forman siguiendo la vía de la racionalidad utilitaria. Por el contrario, un individuo que prefiere la democracia porque la misma está asociada con ciertos valores considerados como deseables (por ejemplo, justicia, libertad, igualdad), y/o porque su preferencia es independiente de las evaluaciones del desempeño, es una persona cuyas preferencias están orientadas en términos normativos. En el primer caso el compromiso con la democracia es instrumental porque se basa en una racionalidad utilitaria; en el segundo es axiológico, porque se basa en una racionalidad normativa (Bratton y Mattes, 2001; Sarsfield y Echegaray, 2006; Sarsfield y Carrión 2006; Seligson y Sarsfield, 2006).18

Usar los datos de Latinobarómetro de Brasil para 2004 nos permite comparar el caso brasileño ese año con el análisis sobre el tipo de racionalidad predominante que se llevó a cabo para toda la región de América Latina un tiempo antes y para los años de mediados de los noventa (Sarsfield y Echegaray, 2006). Lo que este estudio previo sugiere es una considerable presencia del razonamiento utilitario, mientras apenas se expresaba la racionalidad normativa. Para la mayoría de los latinoamericanos, la democracia era algo que casi no se adoptaba siguiendo la creencia en su legitimidad intrínseca o por algún valor ideológico, sino sobre todo por su capacidad de obtener resultados esperados.

 

Análisis de los datos

Una mirada inicial a los datos nos muestra que algunas de nuestras expectativas se cumplen y otras no (al menos en esta etapa preliminar; véase el cuadro 7). En términos del papel de los motivos utilitarios en las preferencias por tipo de régimen (lo que aquí denominamos racionalidad utilitaria), observamos que, como se esperaba, una mayor satisfacción con la forma en que funciona el gobierno democrático en el país se traduce en más apoyo a la democracia. Asimismo, la mayor confianza en las instituciones políticas claves está asociada también con más apoyo a este régimen. Por otro lado, las preferencias por tipo de régimen parecen estar vinculadas con la evaluación que el entrevistado hace sobre la eficacia de la democracia (el voto hace diferencia o no). En Brasil la gente que piensa "votar no cambia las cosas" tiene más probabilidades de inclinarse por el autoritarismo o de ser indiferente que quienes le asignan al voto una mayor eficacia. La percepción de una elevada eficacia parece ser una base utilitaria de apoyo a la democracia entre los brasileños.

También hay cierta evidencia de que las evaluaciones de la economía tienen efectos sobre las preferencias por tipo de régimen: los que tienen, retrospectivamente, una valoración positiva de la economía tienden a tener una probabilidad ligeramente mayor de preferir la democracia que el autoritarismo. No obstante, no se observa la misma relación entre las evaluaciones prospectivas y el apoyo a la democracia. Quienes tienen una visión más positiva de la economía futura son más proclives a ser indiferentes que a preferir el autoritarismo. Por otra parte, la victimización no parece afectar la elección por tipo de régimen.

Por otro lado, un mayor acuerdo con los papeles tradicionales de los hombres y las mujeres reduce el apoyo a la democracia. Las personas con orientaciones tradicionales hacia el comportamiento esperado del género tienen menos probabilidades de apoyar la democracia. El mismo fenómeno se produce con aquellos individuos que prefieren el orden por encima de la libertad. Resulta interesante observar que ambos grupos (los tradicionalistas en género y las personas que prefieren el orden) tienen más probabilidades de ser indiferentes que de inclinarse por el autoritarismo. Estos hallazgos parecen demostrar que la base de las preferencias por el tipo de régimen contiene un componente normativo. Dado que las orientaciones hacia el género y hacia el orden o la libertad se incorporan fundamental –aunque no exclusivamente– durante el proceso de socialización primaria a través de la familia y de otras instituciones –y tales orientaciones suelen mostrar una relativa continuidad a lo largo del tiempo–, es posible sugerir que las preferencias por un tipo de régimen se derivan de las orientaciones normativas formadas mucho antes. Como un hallazgo contraintuitivo, resulta pertinente señalar que quienes creen que "al país le conviene mano dura" tienen mayores probabilidades de preferir la democracia al autoritarismo. Ese resultado podría indicar una preferencia por una democracia delegativa (O'Donnell, 1992) o por una democracia no liberal (Zakaria, 1997).

En este momento de nuestro análisis nos resulta difícil postular alguna conclusión definitiva respecto a qué racionalidad domina la formación de las preferencias sobre tipo de régimen en Brasil. Las preferencias no parecen ser consecuencia de un único tipo de racionalidad. Sin embargo, es posible afirmar que entre los brasileños la preferencia sobre tipo de régimen tiene fundamentos tanto en la racionalidad utilitaria como en la normativa. El grado de presencia de cada racionalidad varía de acuerdo con los diferentes indicadores empleados. No obstante, todas estas relaciones pueden cambiar, sin duda, cuando controlamos los efectos multivariados. Procederemos ahora a ello.

 

Un modelo de preferencia por tipo de régimen

Cuando se busca un modelo de los determinantes del apoyo a la democracia la labor principal consiste en identificar el peso relativo de los procesos alternos de razonamiento que subyacen a la formación de preferencias en materia de régimen. En este artículo usamos la técnica de regresión logística multinomial para calcular nuestro modelo de apoyo al tipo de gobierno. Los entrevistados que responden "la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno" constituyen la categoría base de la variable dependiente. Nuestro objetivo consiste en determinar qué conjunto de predictores hacen más probable que un encuestado caiga en la categoría de "en algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático" o "a la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático", antes de la categoría "la democracia es preferible". Nuestras variables predictivas son de dos tipos: ordinales/de intervalo y nominales. En el primer caso la interpretación es clara. El coeficiente logístico indica el cambio en las probabilidades de que un individuo esté en una categoría distinta a la categoría base de la variable dependiente para cada incremento de una unidad de la variable independiente. En el caso de las variables nominales el coeficiente logístico multinomial indica el cambio en las probabilidades de que un caso caiga en una categoría diferente a la categoría base de la variable dependiente relativa a la categoría de referencia de la variable independiente.

El cuadro 8 presenta los valores de la regresión logística multinomial para tres modelos diferentes. El primero de ellos incluye el conjunto de variables para poner a prueba la hipótesis de la racionalidad utilitaria, con base en siete evaluaciones diferentes del desempeño de la democracia: "satisfacción con la democracia", "economía prospectiva", "economía retrospectiva", "confianza política", "aprobación/desaprobación del presidente", "victimización/no victimización" y "eficacia".19 El segundo modelo introduce un conjunto de tres variables, las cuales miden la existencia de la racionalidad normativa: "tradicionalismo" (creer que es mejor si las mujeres se quedan en casa y los hombres trabajen afuera/no creer que es mejor que las mujeres se queden en casa y los hombres trabajen afuera), "prefieren el orden por encima de la libertad/prefieren la libertad por encima del orden" y "al país le conviene mano dura / al país no le conviene mano dura". El modelo 2 procura erosionar la capacidad de predecir el apoyo a la democracia del modelo 1. Por último, el tercer modelo incluye las variables convencionales de control: edad, educación, ingreso subjetivo, género y estatus socioeconómico.

Los resultados demuestran que tanto la satisfacción con la democracia como la eficacia tienen efectos estadísticamente significativos sobre las preferencias relativas al tipo de gobierno en los tres modelos. El signo negativo de ambos coeficientes logísticos para la variable satisfacción con la democracia indica que los entrevistados satisfechos con el desempeño democrático tienen menos probabilidades de caer en las categorías de "autoritarismo" y de "indiferencia", comparado con las probabilidades de caer en la categoría "democracia". La introducción de las variables normativas (modelo 2) no afecta el impacto significativo y sustancial de la satisfacción con la democracia. Lo mismo ocurre con la variable de eficacia. Es importante señalar que ambos efectos están presentes incluso cuando se controlan con las variables sociodemográficas. Un caso excepcional es la variable de victimización. En el modelo 1 la victimización predice de manera estadísticamente significativa la indiferencia, pero no el autoritarismo. Esto quiere decir que los individuos, víctimas de crímenes, tienen más probabilidades de mostrarse indiferentes que de mostrarse demócratas. No obstante, este efecto de la victimización se elimina cuando introducimos las variables normativas del segundo modelo.

Por otro lado, no encontramos una asociación estadísticamente significativa entre las otras variables de la racionalidad instrumental/utilitaria (evaluación retrospectiva de la economía, evaluación prospectiva de la economía, confianza política y aprobación del presidente) con la preferencia por el tipo de gobierno. Es importante señalar que ni las evaluaciones económicas ni las evaluaciones políticas afectan el apoyo a la democracia en Brasil. Este resultado contradice hallazgos previos en otras nuevas democracias (por ejemplo, Bratton, Mattes y Gyimah–Boadi, 2005; Rose, Mishler y Haerpfer, 1998; Whitefield y Evans, 1999).20

También encontramos un fuerte apoyo a la siguiente afirmación: detrás de la formación de preferencias se encuentra la racionalidad normativa/axiológica. De esta manera, las variables "tradicionalismo" y "al país le conviene mano dura" predicen significativamente la preferencia por el tipo de gobierno. Los individuos más conservadores tienen más probabilidades de preferir el autoritarismo o de ser indiferentes que de preferir la democracia. De forma análoga, los individuos a favor de la "mano dura" tienen menos probabilidades de preferir la democracia. Además, ambos efectos están presentes incluso cuando se controlan con las variables sociodemográficas. Algo similar ocurre con la variable de "el orden sobre la libertad": es más probable que los individuos a favor del orden sean indiferentes (pero no autoritarios).

Por otro lado, un hallazgo interesante es que las variables sociodemográficas no tienen importancia cuando comparamos a los individuos que caen en la categoría de "autoritarismo" con los que entran en la de "democracia" pero, de una forma distinta, aquellas variables cuentan cuando comparamos a los indiferentes con quienes apoyan la democracia. En este último caso observamos que las generaciones más jóvenes tienen mayores probabilidades, que las de más edad, de ser indiferentes (categoría "me da lo mismo") que de preferir la democracia. Al mismo tiempo, quienes tienen niveles más bajos de estatus socioeconómico muestran mayores probabilidades de ser indiferentes. De manera similar, es menos probable que los individuos que tienen un ingreso subjetivo menor prefieran la democracia.

 

Conclusiones

En este artículo un objetivo ha sido explorar la racionalidad del apoyo a la democracia en Brasil, tanto en el nivel agregado como en el nivel individual. Un primer resultado importante es que los hallazgos de los dos tipos de análisis reportados en el artículo son contradictorios. En el primero, las medidas objetivas de desempeño no explican el apoyo a la democracia, es decir, el apoyo democrático no varía según la variación de las mediciones objetivas del desempeño. En el segundo, las evaluaciones individuales del desempeño explican el apoyo a la democracia. ¿Por qué? ¿Qué falla en uno u otro análisis? En primer lugar debemos tomar en cuenta el pequeño N en el estudio de nivel agregado. Lamentablemente en Brasil no se cuenta con datos de los años anteriores. Aunque con precaución, podríamos sugerir que cabría interpretar esa diferencia a favor de incluir otros determinantes del apoyo a la democracia, entre los cuales podría ser importante introducir una medición de la racionalidad normativa (por ejemplo, el porcentaje de individuos que respondieron "al país le conviene mano dura"). Una hipótesis que podría someterse a prueba en una investigación futura sería que la racionalidad normativa importa también en el nivel agregado.21 Si nos limitamos a considerar la racionalidad utilitaria en la formación de las preferencias podríamos observar sólo una parte del panorama. Por otra parte, las diferencias entre el nivel agregado y el nivel individual podrían vincularse con el hecho de que el crecimiento económico y la inflación son dimensiones macroeconómicas del desempeño económico que no necesariamente son "percibidas" –al menos en forma directa e inmediata– por la experiencia microeconómica de los individuos en su vida cotidiana. En este sentido, las percepciones subjetivas acerca de la economía –o la política– medidas por las encuestas serían sensibles de manera más inmediata que las mediciones objetivas del desempeño macroeconómico.

El objetivo central de este trabajo ha sido poner a prueba el poder relativo tanto de la hipótesis de la racionalidad utilitaria como la de la racionalidad normativa, a fin de explicar las preferencias respecto al tipo de gobierno entre los brasileños. No podemos afirmar que hayamos demostrado de manera concluyente el mérito relativo de cada uno de esos enfoques. No obstante, buena parte del análisis anterior sugiere que la racionalidad normativa es de menor importancia que la utilitaria. Las evaluaciones individuales del desempeño explican el apoyo a la democracia aunque controlemos estas variables con otras de base normativa y con las variables sociodemográficas. No obstante, las variables normativas también resultan importantes. Por ello nuestras conclusiones son mixtas.

En el nivel individual, la preferencia por la democracia no se da en el vacío. Los resultados demuestran que tanto la satisfacción con la democracia como la eficacia delinean la preferencia por un tipo democrático de régimen. Esta hipótesis es apoyada tanto por la prueba de diferencia entre medias como por los tres modelos multivariados. Por otro lado, las tres variables de base normativa deben tomarse en cuenta. Por un lado, los individuos que tienen orientaciones tradicionales respecto a los roles de género tienen menos probabilidades de apoyar la democracia. Asimismo, los que de forma consistente prefieren el orden a la libertad tienen mayores probabilidades de preferir el autoritarismo antes que la democracia. Al mismo tiempo, las personas que prefieren la libertad más que el orden tienen mayores probabilidades de preferir la democracia que de permanecer indiferentes. Este hallazgo sugiere la existencia de demócratas delegativos en Brasil. Por último, la gente que cree que "al país le conviene mano dura" tiene más probabilidades de preferir el autoritarismo que la democracia (pero esta creencia no predice la indiferencia).

Naturalmente, estos hallazgos dejan espacio para muchas otras preguntas. Por ejemplo, cabría preguntar de dónde surgen las creencias respecto a la mayor o menor eficacia de la democracia, y en qué medida habría que pensar si hay una cultura política preexistente favorable o no favorable a la democracia. Como durante 2004 la democracia brasileña cumplía ya más de una década, podría afirmarse que los posibles efectos de una "luna de miel" entre los ciudadanos y la democracia en la era inmediatamente posterior a la dictadura se podrían haber convertido ya en un apoyo racional a este régimen. De cualquier manera, como se comentó, esas inclinaciones culturales distan mucho de ser unívocas en lo tocante a la forma en la cual vinculan la noción de eficacia y el tipo de régimen; en otras palabras, la eficacia se atribuye casi por igual tanto a la democracia como a la no democracia.

La satisfacción con la democracia predice la preferencia por ella y, de manera concomitante, la insatisfacción contribuye a alejar a la opinión pública de elegirla. Pero esto último dista mucho de predecir una inclinación definitiva hacia el autoritarismo. En realidad les abre el camino a dos escenarios que compiten entre sí: el escenario esperado de adhesión a la no democracia y el inesperado que podríamos denominar como de "democracia satisfactoria a largo plazo", es decir, un escenario caracterizado por ciudadanos que conciben la insatisfacción como un fenómeno inevitable, consecuencia de problemas heredados o percibido como sacrificios a corto plazo, los cuales, muy probablemente, conduzcan a un futuro mejor y más satisfactorio (Stokes, 2001).

La creencia en la eficacia de la democracia (el voto hace la diferencia) estructura, en gran medida, el cálculo del apoyo al régimen. Las percepciones de la eficacia e ineficacia del régimen se asocian, respectivamente, con posiciones frente a la democracia, orientando las conclusiones de este trabajo hacia la siguiente idea: la racionalidad utilitaria constituye la fuerza fundamental que configura las preferencias. Esa racionalidad utilitaria tiene efectos sobre las elecciones respecto al tipo de régimen presentado a los individuos en una encuesta, tiene la capacidad de conectar percepciones de la eficacia con el apoyo a la democracia y percepciones de ineficacia con la adhesión a opciones no democráticas.

En Brasil una presencia considerable de razonamiento utilitario coexiste con una menor presencia de racionalidad normativa. Para la mayoría de los brasileños la restauración y la continuidad de la democracia reciben su valor, no de alguna legitimidad intrínseca o de razones ideológicas vinculadas con ella. El mensaje contenido en este análisis es que se requieren antecedentes satisfactorios y una evidencia sostenible de eficiencia para convencer a la gente de apoyar la democracia y no de hacer lo contrario.

 

Agradecimientos

Quisiéramos agradecer los muy útiles comentarios de Michael Bratton, Joy Langston y dos dictaminadores anónimos de Política y Gobierno. Cabe la advertencia de rigor acerca de la responsabilidad exclusiva de los autores sobre el producto final.

 

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Apéndice A

Apéndice B

Apéndice C

 

Notas

Una versión anterior de este artículo fue publicada como documento de trabajo en el Afrobarometer Working Paper Series (AWPS), núm. 97.

1 Una excepción importante y seminal a esta regla son Bratton y Mattes (2001).

2 Para una revisión crítica, véanse Sarsfield y Echegaray (2006) y Sarsfield y Carrión (2006).

3 Entre los especialistas que han defendido este enfoque véanse Williams (1979, 1988), Lupia, McCubbins y Popkin (2000), Kahneman y A. Tversky (2000), Kuklinski y Quirk (2000), Lodge y Taber (2000), Popkin y Demock (2000), Tversky y Kahneman (1999), y Quattrone y Tversky (1987).

4 La variable se midió de acuerdo con los términos de la siguiente pregunta: "¿Con cuál de las siguientes afirmaciones estaría usted más de acuerdo?" 1. La democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno; 2. En algunas circunstancias, un gobierno autoritario puede ser preferible a uno democrático; 3. A la gente como uno, nos da lo mismo un régimen democrático que uno no democrático.

5 Siguiendo a Boudon, proponemos que una creencia positiva es una percepción relativa al "mundo real", mientras que una preferencia normativa es una creencia acerca de una condición deseable del mundo.

6 Véase un debate más amplio acerca de la distinción entre razones exógenas y endógenas en Lupia, McCubbins y Popkin (2000).

7 Los argumentos en los que se basan estos diferentes factores han sido defendidos por O'Donnell (1988), Lamounier (1990) y Figueiredo (1991).

8 Aunque estas encuestas fueron llevadas a cabo por diferentes fuentes, sus metodologías fueron muy similares y la redacción de la pregunta fue idéntica. La principal diferencia consiste en que una de las empresas encuestadoras utilizó una muestra urbana (LB en el periodo 19881994) y las otras emplearon muestras representativas nacionales (CESOP; Datafolha, Fundacao Perseu Abramo; Moisés, en el periodo 1988–1994; LB en los periodos 1995–1997 y 2001–2007). Somos conscientes de que esas diferencias pueden tener consecuencias importantes sobre los hallazgos. No obstante, para Brasil no existe una serie con el mismo diseño metodológico realizada en este periodo por una misma empresa. Por otro lado, es importante tener en cuenta que alrededor de 40 por ciento es el valor más frecuente que se obtuvo a lo largo del tiempo en todas las encuestas, ya fuese utilizando sólo las muestras urbanas o las muestras representativas nacionales.

9 No obstante, el punto de corte que proponen Page y Shapiro es para la comparación entre dos años. Si consideráramos algunos ascensos y descensos de la serie (por ejemplo, 1989–1990 y 1990–1991), en los términos de aquellos autores, las preferencias políticas brasileñas acerca de la democracia resultarían irracionales.

10 La mayoría de estos indicadores son estándar. "Los años de antigüedad del gobierno" es el número de años cumplidos desde la primera elección plenamente democrática (número de años de gobierno democrático más uno). Con esta variable política las expectativas teóricas son que más años de gobierno democrático deberían contribuir a la socialización democrática, es decir, a un mayor apoyo a la democracia.

11 Coeficiente de correlación de –.61 (p < 0.05).

12 Somos conscientes del problema de validez estadística del modelo al haber sólo 16 observaciones y cuatro variables. Sin embargo, no existen datos para años previos ni muestras representativas en el ámbito subnacional, lo que nos permitiría incrementar nuestro N.

13 Una observación (1993) se eliminó como valor atípico. Después de eso no se presentó ningún otro problema de no linealidad o normalidad (Kolmogorov–Smirnov = 0.112, valor de p > 0.15), como tampoco problemas de autocorrelación (Durbin–Waston = 0.70, valor de p = 0.08).

14 Las críticas contra la precariedad teórica y la naturaleza contingente de las fuerzas exógenas a los ciudadanos para entender cómo forman éstos sus preferencias en relación con el tipo de gobierno han sido bien documentadas por Przeworski, Cheibub y Limongi (2003).

15 Cursivas en el original.

16 Moisés (1995, p. 126) postuló un sustancial crecimiento del apoyo a la democracia con base en una revisión estadística quinquenal, periodo poco usual, caracterizado por una importante variabilidad en las posturas de la gente.

17 Somos conscientes de que estamos explorando datos de diferentes niveles, pero el propósito del ejercicio es que de hecho esos cambios de nivel se conviertan en una útil herramienta para comprender por qué es posible entender mejor las respuestas de la opinión pública frente a la democracia mediante un argumento centrado en los tipos de racionalidad.

18 No tocamos el problema de la irracionalidad en la formación de preferencias. No obstante, en cierto sentido representa una categoría residual del análisis que aquí hacemos. Inferiríamos la existencia de irracionalidad cuando no lográsemos identificar una racionalidad utilitaria ni una normativa.

19 Cabría señalar que las variables de economía prospectiva, economía retrospectiva, confianza política, aprobación/desaprobación del presidente, victimización/no victimización y eficacia externa están conceptualmente relacionadas y estadísticamente correlacionadas con la satisfacción con la democracia. Pusimos a prueba las correlaciones bivariadas (véase el apéndice B) y observamos que todas ellas (salvo la victimización) se correlacionan de manera significativa con la satisfacción con la democracia. Sin embargo, cuando controlamos la satisfacción con la democracia con todas estas variables en el modelo multivariado como variables explicativas del apoyo a la democracia, la satisfacción con la democracia tiene un efecto estadísticamente significativo sobre el apoyo a la democracia, lo cual no ocurre con las otras variables (salvo con la eficacia). Por esta razón decidimos conservar todas las variables del modelo. La implicación de estos hallazgos es que la satisfacción con la democracia tiene una dimensión específica que los demás indicadores no reflejan.

20 Es importante señalar que en el caso de los países africanos los hallazgos son mixtos.

21 No incluimos mediciones de la racionalidad normativa en el nivel agregado porque nuestro N hubiese sido aún más pequeño.

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