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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.16 no.1 Ciudad de México ene. 2009

 

Reseñas

 

El país transnacional: Migración mexicana y cambio social a través de la frontera, por Marina Ariza y Alejandro Portes (coords.)

 

Mónica L. Caudillo Contreras*

 

México, Instituto de Investigaciones Sociales–UNAM, 2007, 712 pp.

 

* CIDE.

 

El objetivo de este libro, como se enuncia en la introducción, es contribuir a alimentar el cambio de paradigma en el estudio de la migración internacional con "nuevos hallazgos empíricos y algunas reflexiones teórico–metodológicas" en el marco de la emigración de mexicanos a Estados Unidos. Los coordinadores encaran la empresa mediante cinco apartados, en los que agrupan capítulos sobre remesas, las implicaciones de la acción estatal para los derechos humanos, la influencia recíproca entre identidad y migración, género y relaciones familiares, y discusiones teóricas y metodológicas.

El punto de partida de la obra es el enfoque transnacional, que cuestiona las orientaciones tradicionales de los estudios sobre migración a la vez que busca reponerse de una primera, y no muy afortunada, incursión en esta área durante los noventa, aquejada esencialmente por debilidades metodológicas. La punta de lanza de la propuesta transnacional es la ampliación e integración de los ámbitos atendidos por la investigación sobre migración, a saber, la eliminación de categorías binarias rígidas y oscuras –como origen/ destino, nativo/extranjero, migración masculina/sedentarismo femenino– en favor de un enfoque que capture las implicaciones transgresoras de la globalización y de procesos migratorios cambiantes y cada vez más complejos. Así, la invitación central es a superar los límites territoriales del método y a tratar de entender la migración con todas sus causas, consecuencias y efectos secundarios de spillover, tanto para los que dejan su país de origen como para los que ganan nuevos vecinos.

Entonces, la apuesta de los autores participantes se centra en la inclusión y la flexibilización de la perspectiva de estudio. El resultado es un mosaico colorido, extenso y muy diverso de variables estudiadas, metodología y objetivos dentro de los capítulos. Así, al final el lector puede tener la sensación de que la definición del libro en sí mismo es incierta y difícil de asimilar: ¿debe ubicarse como un compendio más o menos descriptivo de temas relacionados con la migración mexicana, como una exposición de hallazgos empíricos que apoyen la aplicabilidad y la vigencia del enfoque transnacional o como una compilación de reflexiones críticas de las perspectivas tradicionales? Aunque cualquiera de esos propósitos representaría una contribución útil a la investigación sobre migración, la obra no parece satisfacer ninguno de ellos cabalmente. Un síntoma patente en la dificultad de hilar los capítulos es la ausencia de una conclusión que exponga la esencia de las contribuciones de manera clara y precisa.

No obstante, lo anterior no debe persuadir al lector de explorar las críticas y propuestas seminales que pueden extraerse de algunos de los capítulos. Lozano Ascencio y Olivera Lozano, por ejemplo, presentan evidencia que cuestiona el supuesto de un impacto homogéneo de las remesas en los hogares mexicanos. Es el caso de los hogares rurales o con jefes de familia jóvenes, donde las remesas tienen una mayor participación en el ingreso total. Datos como éste llevan a los autores a sostener que el debate no debe centrarse en dilucidar si las remesas son benéficas o perjudiciales para el desarrollo económico de las comunidades expulsoras, sino que sus efectos deben evaluarse de acuerdo con los contextos regionales, locales y familiares. Por su parte, la contribución de Guarnizo llama la atención sobre la amplitud y variedad de los efectos económicos de la migración más allá de las remesas. El autor propone convincentemente que se preste más atención a la exportación de bienes nacionales, a la transferencia colectiva de recursos para financiar proyectos en las comunidades de origen o a los efectos multiplicadores de las remesas en la economía nacional, entre otros. De acuerdo con Guarnizo, al existir claramente más variables en juego, además de las transferencias monetarias directas a los hogares, el estudio de los efectos económicos de la migración tiene, en última instancia, la responsabilidad de identificar a los ganadores y a los perdedores netos de estos flujos de capital.

Por otro lado, Douglas S. Massey y Magali Sánchez presentan los resultados de un estudio cualitativo sobre la forma en la que los inmigrantes mexicanos de primera y segunda generación perciben su identidad en relación con la sociedad estadounidense. Su evidencia sobre los rasgos de una identidad "latina" compartida, basada en la calidez de la familia y de las relaciones interpersonales, sugiere la existencia de capital social capaz de facilitar la acción colectiva entre migrantes hispanohablantes de distintos orígenes nacionales, un tema continuamente estudiado por la ciencia política. No obstante, esta evidencia debe contrastarse con la presentada por Fernández–Kelly y Konczal, quienes enfatizan la asimilación heterogénea de los migrantes a la sociedad estadounidense, especialmente influida por factores socioeconómicos, y la presentan convincentemente como pieza clave del mecanismo causal detrás de identidades y destinos divergentes entre las segundas generaciones. Ambos capítulos ofrecen la oportunidad de ampliar el entendimiento de la experiencia migratoria de forma enriquecedora, novedosa y detallada.

Mediante un estudio de caso en una comunidad oaxaqueña, Martha J. Sánchez también ofrece argumentos sobre el carácter fundamental de la identidad étnica, esta vez con la definición de patrones migratorios entre los indígenas. Fundamentalmente, la identificación étnica, la organización comunitaria y la particularidad de las redes sociales que éstas propician influye el territorio de destino de la emigración, los tipos de empleo a los que accederán los migrantes y la estrecha relación de los mismos con la comunidad de origen. Por su parte, Gustavo López Castro ilustra el proceso de socialización de los niños en las comunidades de tradición migratoria, caracterizada por el entendimiento compartido de la "ida al norte" como un destino ineludible, en especial para los varones. Al igual que la contribución de Alejandro Portes, estos capítulos cuestionan con éxito la definición tradicional de las variables explicativas de la migración en favor de un enfoque sensible a su causalidad cambiante, también señalada por otros autores en el libro.

Probablemente la sección menos favorecida es la correspondiente a Estado, ciudadanía y derechos humanos. Aunque la tendencia general de la obra, salvo contadas pero valiosas excepciones, es privilegiar la descripción de los fenómenos o del trabajo académico ya realizado, esta sección en especial es mayoritariamente una fuente de información histórica con poca innovación en su interpretación. La excepción es el capítulo de Miguel Ángel Centeno, quien aplica principios de teoría de juegos al diseño de política pública sobre migración en un contexto internacional globalizado y de intereses encontrados.

De cualquier modo, reconociendo la importancia de la descripción de los fenómenos para su posterior explicación (destacan las aportaciones de Durand, Roberts y Hamilton, D'Aubeterre), así como del análisis de los estudios ya realizados (Ariza, Hondagneu–Sotelo), este libro constituye una referencia útil y, por algunos de sus capítulos, imprescindible para el investigador de la migración.

No obstante, debe señalarse que en temas tan centrales, como la incorporación del género al estudio de la migración y los desafíos teóricos y metodológicos por superar en el área, queda un vacío en cuanto a propuestas acabadas e innovadoras. El espacio destinado al entendimiento de las revisiones bibliográficas y a la exposición de soluciones metodológicas claras para los problemas identificados se considera por demás insuficiente. Eso deja la puerta abierta a la crítica del propuesto enfoque transnacional, pues los argumentos en favor de la viabilidad de su aplicación y de su capacidad de generar conocimiento generalizable son débiles. En sí, la pregunta que guía los objetivos del libro, aquélla de si el paradigma transnacional es capaz de desplazar al paradigma economicista, permanece sin respuesta.

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