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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.14 no.2 Ciudad de México jul./dic. 2007

 

Reseñas

Compartir el poder. La lucha por la democracia en México. Una breve historia contada a los jóvenes, por Felipe Garrido, México, Oceano, 2006, 140 p.

Francisco A. Eissa-Barroso* 

* University of Warwick, Reino Unido

Compartir el poder. La lucha por la democracia en México. Una breve historia contada a los jóvenes. Garrido, Felipe. México: Oceano, 2006. 140p.


Según Felipe Garrido la “lucha por la democracia en México” comenzó en 1910 y terminó en el año 2000. El libro inicia con una síntesis del Porfiriato para justificar el movimiento maderista, sigue con la Revolución, la fundación del PNR y continúa narrando los principales hechos políticos del siglo pasado hasta llegar al triunfo de Vicente Fox en la elección presidencial del 2000. A partir del título y la introducción, se podría inferir que la historia de la lucha por la democracia sería el hilo conductor que guiaría el texto, pero esto no sucede.

Nadie podría negar el carácter democrático del movimiento maderista ni del proyecto constitucional de Carranza, y Garrido lo señala acertadamente. En los capítulos siguientes, sin embargo, la lucha por la democracia parece quedar de lado mientras el autor simplemente enlista los hechos más importantes de la vida política nacional desde el asesinato del propio Carranza (1920) hasta la década de los cincuenta. Un presidente sucede a otro, se mencionan sus principales logros y punto. Nada, o casi nada, de la oposición, de la conformación del sistema político, de “la lucha por la democracia”, o de la tolerancia hacia otros partidos para legitimar al propio régimen.

A partir de los cincuenta la “historia de la democracia” se vuelve más clara mientras se explica al lector cómo se transformó la sociedad mexicana durante el desarrollo estabilizador, cómo fueron modificándose y aumentando sus demandas y cómo el sistema se vio gradualmente superado por éstas. Garrido describe las crecientes organización e insatisfacción de la sociedad mexicana frente a un aparato político que no le permitía participar en el gobierno de una manera que recuerda al argumento desarrollado por Samuel P. Huntington.1 En síntesis, una sociedad que, como resultado del desarrollo estabilizador, se había vuelto más urbana, más rica y más educada, se mostró insatisfecha con un Estado que era democrático sólo de fachada. Ante las presiones de los años sesenta y setenta el gobierno respondió con represión y sólo en 1977, gracias a la intervención de Jesús Reyes Heroles, el PRI se dio cuenta de que la mejor salida era aumentar la participación política de los sectores que se sentían excluidos del partido. Las crisis económicas de finales de los setenta y de los ochenta aumentaron la insatisfacción y las demandas sociales entre las clases medias y altas, desencadenando las reformas de los años noventa.

La lógica subyacente a estos argumentos, si bien no es precisamente novedosa, es sólida y coherente. Por lo mismo hace que uno se pregunte por qué el autor comenzó su libro cuarenta años antes, cubriendo un periodo que no logró encajar claramente con la lógica de los años de 1950 en adelante.2 La respuesta parece ser, simplemente, que Garrido considera que el triunfo electoral de Fox “[c]ulminó […] una empresa iniciada en 1909, cuando Madero adoptó la divisa ‘Sufragio efectivo y no reelección’” (p. 11). Aparentemente se justificó iniciar la historia de la lucha democrática con el sacrificio del “apóstol de la democracia” para así presentar el triunfo de Vicente Fox como la culminación de la propia Revolución, incluso si no se establecía ninguna relación, ni una clara continuidad, entre ambos personajes, más allá del supuesto carácter democrático de cada uno.

La abierta simpatía del autor por Fox no se oculta a lo largo de la obra pero, es mucho más notoria en el último tercio, dedicado casi exclusivamente a él. Y es que a partir de 1988 pareciera que todos los sucesos de la vida política nacional estaban encaminados al triunfo mesiánico de Vicente Fox. No se trata, desde luego, de restarle méritos a éste pero, su participación en el congreso, instalado en colegio electoral en 1988, no merece, ni remotamente, la misma atención que las movilizaciones de Clouthier y Cárdenas tras la proclamación del triunfo de Carlos Salinas. Por más que su indumentaria y “desplantes insolentes” le hayan distinguido entre los “vociferantes legisladores” (p. 71) esto no presagiaba que fuera a convertirse en el primer presidente no priísta de México y mucho menos puede pensarse que el inicio de la carrera política de Fox haya sido el legado más importante de dicha contienda electoral. Por otro lado, el fraude en la elección para gobernador de Guanajuato en 1991 tiene, desde luego, mucho más importancia en la historia de la democracia nacional, al igual que la larga precampaña y el innovador ‒si bien muy cuestionable‒ esquema de financiamiento de los Amigos de Fox rumbo al 2000. En el libro de Garrido, sin embargo, a pesar de lo reñida que fue la elección, todo el análisis está centrado en Fox. Hay un capítulo entero sobre sus propuestas de campaña y otro sobre los encargados de su publicidad y su comunicación social, y tal pareciera que el triunfo del panista era inevitable; a sus oponentes se les menciona muy poco y fenómenos como el “voto útil” están del todo ausentes. Toda la elección ‒y de hecho la historia de los años noventa‒ está vista desde el triunfo de Fox, en una forma que opaca la competencia misma y el carácter propio de la contienda.

Hay que reconocer que, pese a su foxismo y su admiración por los próceres del panismo ‒son a menudo declarados “demócrata[s] convencido[s]” (p. 38), y sinceramente comprometidos, mientras que la convicción de los militantes de la izquierda y del partido oficial, con excepción de Reyes Heroles y quizá Ernesto Zedillo, nunca es afirmada tan tajantemente‒, el texto de Felipe Garrido hace una reconstrucción bastante clara y accesible del complejo proceso de democratización de nuestro país. No coincido en que sin la presencia de Fox “esa oportunidad histórica no habría llegado en ese momento” (p. 130). Me parece, asimismo, que Zedillo merece mucho más reconocimiento del que se le da, a fin de cuentas sin su apoyo a las reformas electorales, su comportamiento imparcial durante la campaña y su pronto reconocimiento del triunfo de Fox, el resultado habría sido completamente distinto.

Por último quisiera llamar la atención sobre el concepto de democracia que utiliza el autor. Si bien nunca da una definición concreta, es claro que no le basta la concepción minimalista de ésta y que, para él, la democracia debe llegar a ser “asunto de nuestra vida diaria, no exclusivamente de las elecciones” (p. 13). En vista de esto me llama la atención que su análisis parece atenerse, casi estrictamente, a la democracia electoral. Si bien reconoce el mérito democrático del legado educativo de José Vasconcelos y de la labor cultural de Daniel Cosío Villegas, es sorprendente que temas como el gobierno dividido estén prácticamente ausentes del texto, a pesar del título e incluso después de 1988, y que los efectos del federalismo y el gobierno yuxtapuesto ni siquiera se mencionen.

Aunque concluye su libro indicando que para tener una democracia representativa genuina “hace falta reducir al mínimo las diferencias de oportunidades, de atención médica, de riqueza, de educación. Erradicar la violencia y darles trabajo a todos. Evitar que los beneficios del gobierno y la administración se concentren en la ciudades, [etc.]” (p. 135), no logra transmitirle a su lector aquello que debe implicar la democracia, más allá de elecciones competidas y equitativas en las que se respete el sufragio de los ciudadanos. En conclusión, me parece que el libro no es malo, no deja de ser útil y tener valor como libro de texto para educación básica; para un nivel superior hay, sin duda, mejores opciones.

Bibliografía

Casar, María Amparo e Ignacio Marván (coords.), Gobernar sin mayoría. México 1867-1997, México, CIDE-Taurus. [ Links ]

Huntington, Samuel P. El orden político en las sociedades en cambio, México, Paidos, 1997, pp. 13-91. [ Links ]

Servín, Elisa. La oposición política. Otra cara del siglo XX mexicano, México, CIDE-FCE, 2006, (Colección Herramientas para la historia), pp. 19-63. [ Links ]

1Samuel P. Huntington, El orden político en las sociedades en cambio, México, Paidos, 1997, pp. 13-91.

2Esto, desde luego, no quiere decir que no se hubiera podido escribir la historia de estos años desde una perspectiva que enfatizara la lucha por la democracia, la actividad de los grupos de oposición o la interacción entre el partido en el poder y los grupos organizados políticamente fuera de éste. Véase por ejemplo Elisa Servín, La oposición política. Otra cara del siglo XX mexicano, México, CIDE-FCE, 2006, (Colección Herramientas para la historia), particularmente las páginas 19 a 63 de este interesante ensayo. También pueden revisarse María Amparo Casar e Ignacio Marván (coords.), Gobernar sin mayoría. México 1867-1997, México, CIDE-Taurus. Particularmente el artículo de Rafael Rojas sobre la oposición parlamentaria al gobierno de Madero y los de Marván, Georgette José Valenzuela, Jean Meyer, Benito Nacif y Jeffrey A. Weldon en la sección que cubre el periodo 1917-1937.

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