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Política y gobierno

versión impresa ISSN 1665-2037

Polít. gob vol.13 no.1 Ciudad de México ene./jun. 2006

 

Reseñas

Hugo Borsani, Eleições e Economia - Instituições políticas e resultados macroeconômicos na América Latina (1979-1998), Belo Horizonte, Editora UFMG, 2003, 234 p.

Wladimir G. Gramacho

Borsani, Hugo. Eleições e Economia - Instituições políticas e resultados macroeconômicos na América Latina (1979-1998). ,, Belo Horizonte: Editora UFMG, 2003. 234 pp.


¿Manejan los gobiernos la política económica según el calendario electoral? ¿Los gobiernos de izquierda producen resultados macroeconómicos distintos de los gobiernos de derecha? ¿Los sistemas bipartidistas son más eficaces a la hora de producir crecimiento económico, de reducir la inflación y el desempleo que los sistemas multipartidistas? Esas preguntas y sus respectivas hipótesis empíricas, hoy por hoy centrales en el debate sobre las teorías de economía política, son los ejes de este trabajo de Hugo Borsani, politólogo uruguayo y profesor en la Universidade Estadual do Norte Fluminense, en Río de Janeiro.

Borsani retoma una línea de investigación inaugurada con los trabajos de Barry Ames (Political Survival and Public Policy in Latin America, 1987) y Karen Remmer (The Political Economy of Elections in Latin America, 1980-1991, 1993), pero que aún no ganó cuerpo en la literatura latinoamericana de ciencia política de latinoamericanos y latinoamericanistas. La aportación de Borsani, por lo tanto, cubre un importante vacío al analizar el periodo que comprende la era de las reformas económicas que marcó la historia de la región durante la última década.

El autor detiene la mirada en tres variables dependientes que han sufrido importantes oscilaciones en América Latina durante el periodo analizado (1979-1998): crecimiento económico, desempleo e inflación. Las pruebas estadísticas presentadas en el libro han sido realizadas con pooled-time series regressions para una base que incluyó los datos disponibles de Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Costa Rica, El Salvador, Honduras, Guatemala, Perú, República Dominicana, Uruguay y Venezuela.

Además de las variables económicas y de control, Borsani tomó tres predictores políticos para explicar el comportamiento del crecimiento económico, del desempleo y de la inflación. Cada uno de esos tres predictores representa uno de los tres principales marcos teóricos en economía política destinados a explicar los resultados económicos a partir del entorno institucional del sistema político.

  1. A mediados de la década de 1970, William Nordhaus (The Political Business Cycle) presentó algunas razones para suponer que el comportamiento económico obedeciese a la lógica del calendario electoral: buen desempeño antes de las elecciones y empeoramiento posterior. Los supuestos de esta teoría sugieren que los electores son miopes (sólo evalúan los resultados de corto plazo), que las burocracias son absolutamente eficaces (en el sentido de que siempre conseguirían imprimir ciclos a la economía cuando hubiese una determinación de provocarlos) y que los ciudadanos tienen perfecta información sobre el estado de la economía.

  2. La segunda expectativa clásica, también planteada en la década de 1970, surgió de la mano de Douglas Hibbs (Political Parties and Macroeconomic Policy). Esta teoría preveía que partidos con posiciones diferentes en la escala izquierda-derecha buscarían diferentes objetivos de política económica. En concreto, los partidos de izquierda preferirían niveles de desempleo más bajo aunque a costa de inflación más alta -mientras que los partidos de derecha tendrían una preferencia opuesta. Otros autores, como Alberto Alesina y Carles Boix, han producido importantes trabajos derivados de la teoría de Hibbs.

  3. El tercer predictor fue introducido a finales de la década de 1980 por Alberto Alesina (Macroeconomic Policy in a Two Party System as a Repeated Game) y, hoy por hoy, parecería estar en el centro del debate académico: la fragmentación del sistema de partidos y el carácter mayoritario, de coalición o minoritario de los gobiernos. La expectativa teórica de Alesina y sus colaboradores en recientes trabajos es que gobiernos mayoritarios obtengan mejores resultados macroeconómicos en cuanto a resultados fiscales debido a la ausencia de fricción dentro del gobierno a la hora de tomar decisiones.

Los hallazgos de Borsani son mixtos y apuntan claramente la necesidad de nuevas investigaciones, según señala el propio autor. Sin embargo, los resultados permiten extraer tres conclusiones. En primer lugar, no hubo evidencia clara de que la economía hubiese mejorado antes de las elecciones por simple influencia del calendario electoral (una vez más restando evidencia empírica a la hipótesis de Nordhaus). En segundo lugar, el desempleo creció menos bajo gobiernos de izquierda y de centro, en comparación con los gobiernos de derecha (reforzando la hipótesis de Hibbs). Sin embargo, la ideología de los gobiernos no pareció tener efectos importantes sobre el crecimiento y la inflación.

Por fin, el estudio no encontró una influencia directa de las características de los gobiernos (mayoritario, de coalición o minoritario) sobre el desempeño de la economía. Los gobiernos mayoritarios no son mejores, pero los minoritarios o de coalición tampoco producen peores resultados. En este sentido, los resultados son coherentes con los presentados por Arendt Lijphart en su clásico “Modelos de democracia”.

Un contrapunto importante a esta tercera conclusión, sin embargo, es que el hecho de que los gobiernos (mayoritarios o de coalición) controlen una mayoría en las cámaras bajas de los países analizados parece tener importantes efectos a la hora de producir ciclos de crecimiento económico antes de las elecciones, aquí sí en consonancia con la teoría de Nordhaus. Los modelos presentados muestran que en años preelectorales, gobiernos con mayoría en el Legislativo obtuvieron un aumento en el PIB de 1.6% en promedio, mientras que los gobiernos minoritarios una reducción de 1.8% también en promedio.

Para Borsani, el mensaje más evidente del estudio es que es necesario seguir incorporando variables institucionales del universo político a la hora de mejorar la calidad de los modelos explicativos sobre el comportamiento de la economía. Se trata de una ardua tarea, pero obligatoria si se quieren entender las complejas relaciones causales entre política y economía, en especial en una región -como la latinoamericana- que se ha destacado históricamente por su inestabilidad en ambas áreas.

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