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Signos filosóficos

versión impresa ISSN 1665-1324

Sig. Fil vol.22 no.44 Ciudad de México jul./dic. 2020  Epub 25-Abr-2022

 

Artículos

Que el hombre vuelva a comulgar con sus ideas. Los principios epistemológicos y políticos de Leopoldo Zea

It’s necessary for man to commune again with his ideas. Leopoldo Zea’s epistemological and political principles

Iver Armando Beltrán García* 
http://orcid.org/0000-0001-9761-9878

*Universidad de Chalcatongo, Oaxaca, México. iivehr@hotmail.com


Resumen:

En este artículo muestro que el pensamiento de Leopoldo Zea es sistemático, pues sus ideas se apoyan en una determinada base de principios. Su sistematicidad, lejos de tener carácter abstracto o deductivo, se desenvuelve a partir de un intenso diálogo con el devenir biográfico e histórico. Para ello, interpreto sus escritos del período 1940-1949, donde analizo y articulo sus principios epistemológicos y políticos, situando los fundamentos racionales de esta filosofía en sus inicios cronológicos (método arqueo-lógico). Así, realizo un análisis temático y metodológicamente distinto a las aportaciones previas de la bibliografía secundaria; aporto elementos para una valoración del filósofo mexicano a través de la estructura básica de su pensamiento; y planteo un ejemplo de equilibrio entre el compromiso político, el relativismo y pragmatismo epistemológicos, así como el afán por un conocimiento universal.

Palabras clave: pragmatismo; relativismo; universalidad; dependencia; asimilación dialéctica

Abstract:

I analyze Leopoldo Zea’s thinking as a system whose ideas are ultimately based on a certain set of principles; far from having an abstract or deductive nature, it grows through the intense dialogue to biography and history. To attain its goal, this paper interprets the writings of this thinker in the period 1940-1949 and analyzes and articulates his epistemological and political principles, so placing the rational foundations of his philosophy in his chrono-logical beginnings (archaeo-logical method). Because of its theme and method, it has an approach different in respect to the previous contributions of the secondary bibliography, provides elements for an assessment of the Mexican philosopher from the point of view of the basic structure of his thinking, and presents an example of balance between political commitment, relativism, pragmatism and the pursuit for universal knowledge.

Keywords: Leopoldo Zea; pragmatism; relativism; universality; dependence; dialectical assimilation

Lo metafísico parece reñido con la

realidad, lo ideal con lo real.

Es menester que el hombre vuelva a

comulgar con sus ideas,

de no ser así no pasará de ser un

mutilado, un inútil.

(Zea, 1945: 77)

Introducción

La filosofía de Leopoldo Zea constituye un sistema, un todo ordenado cuya base de principios abre posibilidades y fija límites a las ideas que lo componen. Sin embargo, y palmariamente, su sistematicidad no tiene carácter abstracto o deductivo: en vez de dar la espalda al devenir de la historia concreta y de crecer por referencias formales internas, está en estrecha interacción dialógica con su contexto biográfico e histórico, por eso su desenvolvimiento se da a través del tiempo mediante sus experiencias vitales, sus nuevas lecturas y su continua proyección en los acontecimientos de la actualidad nacional, regional y mundial. Se trata, pues, de un sistema en intenso diálogo con la historia.

Tal sistematicidad, no estudiada aún monográficamente por la bibliografía secundaria, es la que me propongo mostrar. Para ello adopto un método tampoco empleado hasta ahora por los estudiosos de este filósofo: la arqueología, es decir, el logos de los archai. Mi aproximación busca los principios sistemáticos de su pensamiento, sus fundamentos racionales, en la génesis de su obra (Primeros escritos: 1940-1949). El procedimiento se justifica considerando que esos principios sistemáticos se hacen explícitos en dicho periodo y que algunos de ellos ya sólo tienen presencia tácita en las obras posteriores.

La originalidad del tema y la innovación en el método, cualesquiera que sean, no representan una ruptura con las aportaciones previas de los estudiosos; sólo pretenden asumir con autenticidad el legado filosófico del pensador mexicano. Aunque la originalidad y la innovación no siempre expresan autenticidad, esta última se distingue por el diálogo profundo que enraíza las diferencias en las continuidades. Así, mi análisis entabla -en segundo plano, indirectamente- un diálogo con la bibliografía secundaria, por ello mismo genera desde su interior un punto de vista alternativo.

Para proceder arqueo-lógicamente, pongo de relieve los principios sistemáticos del pensamiento de Zea. En un primer momento interpreto y analizo de manera directa las fuentes primarias del período -con abundantes referencias a las obras posteriores, para documentar en ellas la presencia de los principios sistemáticos-. En un segundo momento, abstraigo los principios y reconstruyo su articulación como parte de una Base epistemológica y política.

Tres observaciones al respecto. Primeramente, trato múltiples aspectos de la obra del filósofo mexicano, pero no de manera exhaustiva, pues mi propósito consiste en mostrar que esos aspectos pueden ser entendidos como principios. En segundo lugar, por restricción de espacio, remito a pie de página las referencias a fuentes primarias y secundarias que no intervienen directamente en mi lectura, análisis y reconstrucción, pero que los complementan. Por último, las cursivas y la mayúscula inicial en determinadas expresiones (como “Primeros escritos”, “Principios epistemológicos”, entre otras) no tienen otra función que hacer énfasis.

Además de contribuir -por modesto que sea- a la renovación temática y metodológica en el estudio de la obra de Zea, el presente artículo lo reconoce como un intelectual que asume el compromiso político y el desafío epistemológico, del relativismo historicista y del pragmatismo, sin renunciar a la universalidad de la reflexión filosófica. Al comprender en qué cimientos apoya este filósofo sus ideas, podemos cuestionar la postura que adoptamos hacia nuestro contexto teórico e histórico, que en buena parte sigue siendo el suyo.

En la primera sección preciso la base documental de mi análisis e interpretación, desenvuelvo el sentido y la configuración de los Principios epistemológicos, así como su presencia en El positivismo en México y Apogeo y decadencia del positivismo en México. En la segunda, me ocupo de los Principios políticos, explicando cómo se relacionan entre sí, para complementar y dar un sentido histórico concreto a los epistemológicos.

Principios epistemológicos

Del vasto corpus de la obra de Zea, considero como Primeros escritos los siguientes:1

  • (Primeros escritos)

  • 1943. El positivismo en México

  • 1944. Apogeo y decadencia del positivismo en México

  • 1945. En torno a una filosofía americana

  • 1948. Ensayos de filosofía en la historia

  • 1949. Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica. Del romanticismo al positivismo

Tales textos incluyen las primeras publicaciones filosóficas de este pensador. Abarcan hasta 1949, pues en ese año se completa el conjunto de sus principios epistemológicos y políticos de forma explícita. Sin embargo, a lo largo de los Primeros escritos, los principios nunca son expresados juntos, como sí lo son en un libro posterior: América como conciencia, de 1953, el cual puede ser considerado como el basamento teórico de la producción de Zea en su conjunto.

En los Primeros escritos se presentan explícita o implícitamente cuatro Principios epistemológicos:

  1. Enfoque político de la filosofía

  2. Pragmatismo epistemológico moderado

  3. Relativismo epistemológico moderado historicista, circunstancialista y perspectivista de raigambre orteguiana

  4. Idea de la universalidad concreta

Los principios, que podrían relacionarse entre sí de múltiples formas, se presentan ordenados en una Configuración teórica. La Base epistemológica del pensamiento de Zea está conformada por (a) los Principios epistemológicos y (b) su Configuración teórica. Comenzaré explicando cada principio, para más adelante precisar el nexo que los ordena -su Configuración teórica.

Enfoque político de la filosofía. Al estudiar la historia de las ideas, Zea no se enfoca en elucidar su validez lógica, su verdad o sus recíprocas relaciones formales sincrónicas o diacrónicas; las interpreta vinculándolas con su contexto histórico, privilegiando el aspecto político. Así, las ideas, sin dejar de presentar un valor lógico o epistemológico o de relacionarse formalmente entre sí, se presentan como justificación de los intereses de distintos grupos sociales.2 Consideremos puntualmente algunos ejemplos tempranos. En Ensayos sobre filosofía en la historia, el autor interpreta la filosofía griega antigua de la siguiente manera: Heráclito justifica su deseo de mandar cuando plantea que los pocos sabios que logran conocer la verdad, además de tener la responsabilidad de enseñarla a los demás, deben dirigirlos y gobernarlos, “Heráclito ofrece la anhelada seguridad a los hombres, pero a cambio de ello pide que le obedezcan” (Zea, 1948: 55); Aristóteles, por su parte, entiende a la filosofía como expresión del impulso de mando y no como un puro afán de conocimiento, puesto que conocer las cosas significa saber utilizarlas y el conocimiento más general trae consigo la capacidad de controlar más cosas y hombres: “la Filosofía resultó ser un máximo instrumento de dominio” (Zea, 1948: 60); y, en fin, sofistas como Protágoras o Gorgias, dando cauce a las fuerzas democráticas emergentes en la Grecia de su época, desenmascaran el afán de poder oculto en la pretensión de los filósofos (Parménides, Sócrates, Platón, además de Aristóteles y Heráclito) respecto a la posibilidad y posesión de un conocimiento fundamental y universal, pues plantean que “no existe una aristocracia del saber, porque sólo existe un tipo de saber y éste está al alcance de todos los hombres” (Zea, 1948: 66-67). En obras posteriores, el enfoque político del filósofo mexicano será matizado por la influencia del existencialismo sartreano, especialmente a través de la idea de compromiso (cfr. Zea, 1952a: 11-37).3

Pragmatismo epistemológico moderado. El pragmatismo de Zea cobra forma a través de la lectura de autores como Scheler, Croce, Becker y Mannheim, como puede constatarse en la bibliografía primaria y secundaria (cfr. Zea, 1943: 38; 1948: 126-129, 135-138 y 145-161; López, 1989: 36-42; Hernández, 2004: 71-90). Ya en “El sentido de responsabilidad en la filosofía actual”, texto de 1940 (en Zea, 1948: 105-118), el filósofo mexicano concibe toda verdad como solución a un problema no meramente teórico. Para comprender este planteamiento pragmático, introduzco aquí una distinción. Si llamamos práctica a la actividad en tanto humana, consciente, intencional, entonces, así como la teoría constituye una forma de práctica, también existe otra no teórica, o extrateórica: mientras la primera tiene como fin principal el conocimiento de la realidad, la segunda se rige por objetivos que trascienden ese conocimiento, ya sea por conceder protagonismo a otras formas de relacionarse con la realidad (por ejemplo, el sentimiento religioso o la imaginación artística), ya sea porque busca transformarla, en cualquier caso, asignando al conocimiento un lugar subordinado e instrumental. Si aceptamos la distinción, aquel planteamiento pragmático puede ser entendido en el sentido de que la verdad, además de responder algún interrogante teórico, también aporta siempre y necesariamente solución a algún problema de la práctica extrateórica. La razón de esto es que, desde el punto de vista de Zea, la teoría en general surge como respuesta (una entre otras, aunque preeminente) a las dificultades que el hombre enfrenta en su vida cotidiana. Para decirlo utilizando mi distinción: la práctica teórica es generada directa o indirectamente por la extrateórica, por ello, aquella tiene en todo momento un lugar -es decir, un sentido y un valor- en esta última: “cada pensador no hace sino plantearse los problemas que le son inmediatos, los de su mundo, los de su vida” (1948: 109). El planteamiento pragmático se expresa abiertamente en las últimas secciones de En torno a una filosofía americana (1945), dedicadas a la relación entre teoría y práctica: “toda abstracción tiene como finalidad la solución de problemas concretos. Ha querido resolver problemas de carácter particular, los problemas de lo que llamamos ‘hombre de la calle’” (Zea, 1945: 68).4

Relativismo epistemológico historicista, circunstancialista y perspectivista. En cuanto al circunstancialismo y el perspectivismo, la influencia del historicismo de Ortega y Gasset en Zea es explícita y ha sido estudiada en detalle (cfr. Zea, 1943: 18-20, y 1948: 139-144; Hernández, 2004: 93-179). En “El sentido de responsabilidad en la filosofía actual”, así como en En torno a una filosofía americana, Zea sostiene que la verdad consiste en un punto de vista o perspectiva, en tanto no existe una visión única de la realidad, sino que a través de la historia las visiones de la realidad se multiplican y divergen. “Cada sistema filosófico ha pretendido alcanzar la Verdad eterna, el Principio de los principios, pero ninguno ha logrado tal propósito. No han alcanzado la Verdad, sino unas verdades” (Zea, 1945: 24; énfasis en el original). Ese perspectivismo coincide con un circunstancialismo, pues para este filósofo el principio que determina la pluralidad de las verdades es la circunstancia, entendida no como convergencia espacio-temporal abstracta y vacía, sino como un concreto entramado histórico y cultural. “La verdad de cada hombre o generación no viene a ser sino la expresión de una determinada concepción del mundo y de la vida. Esto hace que las verdades de la filosofía como intentos de solución sean circunstanciales” (1945: 26). En el pensamiento de Zea hay un relativismo epistemológico, historicista, perspectivista y circunstancialista, pues cada verdad, como perspectiva o punto de vista, corresponde a una concreta circunstancia histórica, a la cual está condicionada, restringida y depende de ella.5

La idea de la universalidad concreta. El interés de este filósofo por el nexo entre filosofía y política, junto con su concepción pragmática y relativista de la verdad, no traen consigo una renuncia a la posibilidad y al afán de una verdad universal; por el contrario, afirma la universalidad de la verdad, sólo que una universalidad concreta. A su juicio, la verdad es universal en cuanto es compartida, es decir, en tanto hay circunstancias que todos los hombres comparten. En este punto, se hace presente la idea de los grados de circunstancialidad que el filósofo mexicano desarrolla en En torno a una filosofía americana (1945), retomándola en América como conciencia (1953). Conforme a esta idea, así como hay circunstancias exclusivas de un individuo (personales), compartidas por un grupo social (sociales), o por toda la humanidad (humanas), de la misma manera existen verdades personales, de grupo y humanas (cfr. Zea, 1945: 29-31; 1953a: 41-44). La universalidad de la verdad no tiene carácter abstracto porque no está separada del devenir circunstancial de la historia; es concreta, pues la comparten todos los hombres que tienen en común una determinada circunstancia histórica.6

En cuanto a la Configuración teórica que enlaza y ordena dichos principios, comprende las siguientes relaciones: 1. Relación contingente, 2. Primacía de lo político, 3. Primacía de lo epistemológico, 4. Doble primacía o codependencia, 5. Jerarquía.

Relación contingente. Los Principios epistemológicos no están ligados entre sí por relaciones lógicamente necesarias; el vínculo que los une es contingente. Así, el enfoque político, que podría no ser pragmático, se decanta por un determinado pragmatismo, y éste, que podría no ser relativista, historicista, circunstancialista o perspectivista, desemboca en una concepción de la verdad como punto de vista relativo a la circunstancia histórica. Y, por último, el enfoque político, el pragmatismo y el relativismo, que podrían excluir la posibilidad de una verdad universal, la afirman por la vía de la concreción. Pero, si el enlace entre los Principios epistemológicos no tiene carácter lógico, ¿en qué consiste? A ello se refieren las siguientes relaciones de la Configuración teórica.

Primacía de lo político. El interés de Zea por la dimensión política de las ideas explica por qué su pensamiento asume una base epistemológica pragmática y relativista. El relativismo autoriza a este filósofo a volver su atención al contexto histórico de las ideas, donde se hace visible su dimensión política. En el pragmatismo, Zea encuentra un apoyo para exigir que el intelectual sea consciente del inevitable papel político de sus ideas. Tanto el relativismo como el pragmatismo responden, así, al interés por la dimensión política de las ideas.

Primacía de lo epistemológico. Por su parte, el interés de Zea en la posibilidad de una verdad universal explica que su pragmatismo y su relativismo sean moderados. En una postura extrema, la universalidad de la verdad no es posible, pues el mismo conocimiento puede ser verdadero para unos casos y falso para otros: el pragmatismo lo hace depender de los fines prácticos, y el relativismo, de los sujetos, las épocas, las culturas, etcétera. En cambio, el pragmatismo y el relativismo moderados le permiten plantear la posibilidad de un universal concreto.

Doble primacía o co-dependencia. Lo político explica lo epistemológico y viceversa. El interés de Zea en la dimensión política de las ideas explica que la universalidad de la verdad sólo sea posible por la vía de la concreción, y su interés por la posibilidad de una verdad universal explica que la dimensión política de las ideas no reduzca las mismas a instrumentos prácticos sin autonomía epistemológica. Esto evita, en un extremo, negar la función política de las ideas y, en otro, negar la posibilidad de una verdad universal.

Jerarquía. Lo político y lo epistemológico, además de explicarse recíprocamente, explican el pragmatismo y el relativismo de Zea. Por su enfoque político, su pensamiento es pragmático y relativista; por su interés en la posibilidad de una verdad universal, su pragmatismo y su relativismo son moderados y no extremos. Así, lo político y lo epistemológico se muestran como principios primeros, el pragmatismo y el relativismo como principios segundos, de manera que entre ambos existe una relación jerárquica.

No perdamos de vista que los Principios epistemológicos, junto con la Configuración teórica, conforman la Base epistemológica en el pensamiento de Zea. Esta base está presente explícita o implícitamente en los trabajos de historia de las ideas que publica en 1943 y 1944: El positivismo en México y Apogeo y decadencia del positivismo en México.7 En los siguientes párrafos indico de qué forma.

Enfoque político. Éste ocupa el primer plano, Zea retoma de Mannheim la tesis de que “toda ideología es expresión de una determinada clase social” (cfr. Zea, 1945: 38). Para demostrarlo, estudia la historia del positivismo en México destacando la función que tal corriente filosófica tuvo para un determinado grupo social, la burguesía mexicana, en su lucha por el poder y en sus afanes para conservarlo.

Pragmatismo. Se inspira en la vinculación que Ortega y Gasset establece entre ideas y circunstancias al referirse a la Historia de la Filosofía de Bréhier: “la historia de la filosofía [escribe] se presenta como un estar buscando claridad, un estar alumbrando las cosas con las cuales se tropieza el hombre, para esto, para no tropezar más” (Zea, 1943: 19).

Relativismo. Zea reitera el principio de que “las verdades de la filosofía aparecen como contradictorias porque se quiere que las verdades, las soluciones de una determinada circunstancia histórica, valgan para todas las circunstancias que se presenten” (1943: 21); hay verdades, pero sólo como perspectivas que varían de una circunstancia histórica a otra.

Universalidad concreta. Ésta no aparece de forma explícita, pero se presenta retrospectivamente en su libro El positivismo en México, pues además de tener interés para los hispanoamericanos, también “puede tener un interés más amplio, el de ser una experiencia humana” (1943: 10). Así, para Zea, la experiencia positivista en México, o al menos algunos de sus aspectos, constituyen una circunstancia que puede llegar a presentarse como un universal concreto en tanto es compartida por otros hombres.

Así quedan expuestos, en sus líneas esenciales, los Principios epistemológicos y la Configuración teórica que integran, ya sea de manera directa o indirecta, la Base epistemológica de los Primeros escritos.

Principios políticos

En los Primeros escritos de Zea, la Base política da sentido a la epistemológica, es decir, le aporta la concreción circunstancial de los referenciales históricos. En efecto, la Base epistemológica es abstracta y vacía, pues, a través de su enfoque político, de su postura relativista y pragmática, así como de su idea de un universal concreto fija los alcances y límites de una investigación en general, pero no contiene indicación alguna acerca de su temática. Para Zea, la Base política da contenido a la actividad teórica, con ello la remite a una circunstancia histórica concreta.

La Base política incluye dos principios y una Correspondencia teórica:

Principios políticos

  1. El Problema de la dependencia

  2. La Asimilación dialéctica del pasado histórico

Correspondencia teórica

  1. Carácter extra-teórico del Problema de la dependencia y teórico de la Asimilación dialéctica

  2. La Asimilación dialéctica como un componente articulado con otros en la solución al Problema de la dependencia

Primero explicaré los principios, y en seguida su Correspondencia teórica. Los textos que aclaran el sentido del Problema de la dependencia y de la Asimilación dialéctica son el “Esquema para una historia del pensamiento en México” (publicado originalmente en 1946 e incluido dos años después en Ensayos sobre filosofía en la historia) y el libro Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica, de 1949.

Comencemos con el Problema de la dependencia. Sus componentes son los siguientes. Dominación: entre sociedades y entre grupos sociales se ha dado y sigue dándose históricamente un vínculo de dominación. A pesar de que, como observa Horacio Cerutti (1986: 50, nota 19), es en el “Esquema...” donde aparece por vez primera, de manera explícita, el Problema de la dependencia, éste ya despuntaba en su investigación acerca del positivismo en México. Ahí, Zea se refiere a la burguesía porfiriana de la siguiente forma: “En vez de ser industrial y poderosa como lo era la norteamericana y la europea, no pasó de ser una burguesía colonial, es decir, puesta al servicio de la gran burguesía del norte o de Europa” (1944: 73); y agrega que se trataba de un grupo semi-feudal, latifundista, burocrático, intermediario de una burguesía europea que fue la verdadera impulsora de la industria en México de esa época. En este pasaje se expresa la dominación entre sociedades y grupos sociales: la dominación implícita de la burguesía porfiriana respecto de otros grupos, así como la explícita de las sociedades industrializadas hacia la mexicana. Entre ambas formas hay un vínculo: los grupos sociales dominadores, en general, sirven a sus propios intereses beneficiando a las sociedades dominadoras, aunque en estas últimas sus grupos de poder son los específicamente favorecidos: el capital occidental promueve, sostiene, usa y beneficia al capital local, por retrógrada que este último sea e implique jugar en contra de las fuerzas progresistas y modernizadoras. Además, desde el punto de vista de Zea, el fenómeno de la dominación, en su complejidad, presenta múltiples sentidos. Así, en Hispanoamérica no puede pensarse sólo en la dominación entre grupos sociales, como el caso de la relación burguesía/proletariado, ni limitarnos al nexo de esa forma de dominación entre sociedades, por ejemplo, la de los países imperialistas sobre los pueblos coloniales, sino que además se deben tomar en cuenta estructuras de dependencia como las padecidas en esta región por los indígenas (cfr. Zea, 1952a: 35).8

Pluridimensionalidad: la dominación de la que habla Zea no se reduce al aspecto cultural; también abarca el aspecto político y social, e incluso (como se citó en el párrafo anterior) el económico. El Problema de la dependencia se hace explícito en el “Esquema...”, además muestra su pluridimensionalidad como clave para la interpretación histórica. Ese texto sostiene que el carácter pedagógico y político, tanto del pensamiento mexicano como americano, se explica por la historia del continente: “México, o más ampliamente América, ha surgido a la historia como dependencia europea” (Zea, 1948: 201), por tanto, se sobreentiende, tal pensamiento se articula con la lucha política por la independencia y la formación de los ciudadanos para convivir en libertad. En efecto, el texto citado traza las líneas principales de la historia de las ideas en la Nueva España y en México en torno al Problema de la dependencia, es decir, alrededor de la subordinación entre sociedades y grupos sociales. Conforme a tal interpretación, esas ideas están marcadas históricamente por el orden colonial impuesto por España; un orden con tres aspectos capitales, el político, el cultural, el social, que entran en crisis o desaparecen en etapas sucesivas: en la Guerra de Independencia de 1810, el aspecto político; en torno a la Constitución de 1857, el aspecto cultural; a partir de la Revolución mexicana, de 1910, el aspecto social. En este marco, hay ideas que justifican el orden existente: la filosofía escolástica respecto al orden colonial, y el positivismo en lo que toca al orden social; e ideas que combaten ese mismo orden: las ilustradas al orden colonial, el liberalismo al cultural, y el nacionalismo revolucionario al social. La dependencia se presenta, pues, como pluridimensional: económica, política, social, cultural.

Contexto hispanoamericano: Zea toma conciencia del Problema de la dependencia a través de su estudio de la historia de las ideas en México y en Hispanoamérica; posteriormente dedicará reflexiones y estudios a la universalidad del mismo. De acuerdo con la “Introducción” de Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica (cfr. Zea, 1949: 15-54), en Hispanoamérica, después de que ésta obtuviera su independencia política en el primer tercio del siglo XIX, surge la aspiración a modernizarse, adoptando el modelo de naciones como Francia, Inglaterra o los Estados Unidos; y, puesto que la herencia cultural española era vista como un obstáculo, se emprendió la emancipación mental, es decir, la tarea de sustituir la cultura heredada por la de esas naciones. En filosofía, el legado escolástico de España fue combatido por “la ideología, el tradicionalismo francés, el eclecticismo, el utilitarismo, la escuela escocesa y el socialismo romántico de Saint-Simón” (1949: 37), pero sobre todo por el positivismo, el cual, además de su función crítica, se propone la construcción de un nuevo orden a través de determinados usos educativos y políticos. Hispanoamérica se desgarra en una interminable lidia entre conservadores y progresistas, oscilando una y otra vez entre la anarquía y despotismo, cada vez más vulnerable. El saldo es una doble subordinación o dependencia. Por una parte, la de los hispanoamericanos respecto a las naciones modernas: “Ayer, la lucha contra España, ahora contra la nueva metrópoli de esta colonia que aún no dejamos de ser, los Estados Unidos. Siempre la misma lucha, la de nuestra independencia” (1949: 19). Por otra parte, su subordinación a las oligarquías y los tiranos: “Las mismas fuerzas coloniales continúan ejerciendo su predominio, aunque hayan cambiado de lengua y de ropaje” (1949: 54). Este contexto hispanoamericano es el origen de la reflexión de Zea acerca del Problema de la dependencia, si bien, como queda indicado, esa reflexión se proyecta posteriormente sobre una geografía más vasta.

Naturaleza extrateórica: el Problema de la dependencia no consiste en un interrogante acerca del ser de la realidad, se refiere a un fenómeno presente y vivo en el seno de la realidad misma. Para solucionarlo no basta investigar, describir, explicar e interpretar, es menester ir más allá de la actividad teórica y articularla con un proceso de transformación de la realidad estudiada.

Vertientes: dicho problema presenta dos Vertientes, una objetiva, el fenómeno a transformar, y otra subjetiva, la toma de conciencia, que se desenvuelve a través de las diferentes formas de la actividad teórica.

Con base en lo anterior, se puede formular el Problema de la dependencia como sigue:

  1. Consiste en un fenómeno de Dominación entre sociedades y grupos sociales;

  2. no se refiere al aspecto puramente cultural, sino que ha de ser entendido a partir de su Pluridimensionalidad política, económica y social, además de cultural;

  3. se origina en el estudio del Contexto hispanoamericano, aunque con el tiempo ese estudio se amplía al escenario de la historia universal;

  4. se presenta como un problema de Naturaleza extrateórica, es decir, de transformación de la realidad y no sólo de conocimiento de la misma;

  5. y se despliega en dos Vertientes, la objetiva y la toma de conciencia.9

Por su parte, la Asimilación dialéctica presenta los siguientes componentes.

Relación dialéctica con el pasado histórico. La Asimilación dialéctica consiste en una toma de conciencia acerca de los problemas heredados del pasado, por soslayados o soterrados que hayan sido hasta ahora, pero también acerca de los elementos que ese mismo pasado aporta a la crítica de la realidad presente y a la construcción de un mejor futuro. En efecto, a juicio de Zea, la Dominación entre sociedades y grupos sociales continúa presente en Hispanoamérica debido a que el hombre de esta región, en vez de hacerse consciente y resolver en cada época su específica forma de subordinación, niega su pasado, lo cercena de sí mismo, de su ser y de sus proyectos, con lo cual sólo consigue ocultar la persistencia de esa subordinación. Por ello, inspirándose en Hegel y Ortega y Gasset, plantea que el hombre de Hispanoamérica, en vez de tratar de escapar de su pasado como de su sombra, debe enfrentarlo a través de un proceso de Asimilación dialéctica: “negar no significa eliminar sino asimilar, esto es, conservar [...] lo que se es, se es plenamente, para no tener necesidad de volver a serlo” (1949: 15-16).10 Se debe mostrar la vigencia de problemas como el sometimiento de los indígenas, la pervivencia de las estructuras coloniales, la desigualdad real entre los ciudadanos; pero, a la vez, reconocer lo que debe ser conservado (por ejemplo, la herencia ibérica de Comunidad y trascendencia, a la que referiré), mirar a través suyo nuestro presente e incorporarlo a nuestros proyectos.

Superación extrateórica de la dependencia. La Asimilación dialéctica como toma de conciencia tiene naturaleza teórica, pues consiste en una actividad de conocimiento y no propiamente de transformación de la realidad; no debe ser confundida con la práctica extrateórica de emancipación encaminada a resolver el problema igualmente extra-teórico de la dependencia. Sin embargo, toda práctica extrateórica, en tanto humana, incorpora elementos de teoría, donde la práctica emancipatoria no constituye una excepción. En el pensamiento de Zea, la teoría puede articularse con la práctica extrateórica en general de tres formas. Primeramente, como justificación: el caso del positivismo respecto al porfiriato. En segundo lugar, como crítica de las ideologías: el caso del mismo Zea, que al estudiar el positivismo desenmascara su función ideológica desde la pretensión de un conocimiento epistemológicamente universal.11 Por último, como racionalidad de medios: el caso de La filosofía americana como filosofía sin más, donde leemos que, en esa época, “se perfila una nueva actitud filosófica, preocupada más por la acción eficaz que por la teoría. Una filosofía que muestra las posibilidades de esta acción y de su no menos posible eficacia” (Zea, 1969: 159). Así pues, aunque de carácter teórico, la Asimilación dialéctica se articula de esas tres formas a una práctica extrateórica de emancipación.

Independencia pluridimensional. En cuanto a la lucha contra la dominación, no debe pensarse que Zea la plantea en un sentido restringidamente cultural, es decir, como un cambio en la conciencia y no en la realidad histórica a la que esa conciencia se refiere; la muestra de ello está en cómo interpreta el desmantelamiento de la herencia colonial negativa en el “Esquema para una historia de las ideas en Iberoamérica” (1956b: 5-58). Tal herencia tiene tres aspectos, el político, el cultural y el social, de manera que el movimiento emancipatorio ataca a través del tiempo y progresivamente cada uno de ellos: el político en 1810, el cultural en 1857 y el social en 1910. La emancipación cultural, o mental, sólo es un aspecto entre otros para la práctica extrateórica de emancipación, por ello la Asimilación dialéctica ha de ser articulada con otras formas de práctica.

Comunidad y trascendencia. En cuanto a este sentido, el cual constituye la parte positiva del legado ibérico que ha de conservarse, Andrés Kozel (2012: 263-314) traza su génesis en la obra de Zea en el texto de 1948, “Norteamérica en la conciencia hispanoamericana” (1952a: 55-83), asociado con las ideas de Andrés Bello y Francisco Bilbao, a través de tres fulguraciones o embestidas: la primera en Conciencia y posibilidad del mexicano, de 1952, y El Occidente y la conciencia de México, de 1953; la segunda en el ensayo “Formas de convivencia en América”, cuya elaboración data de 1956 y señala la influencia del sociólogo Ferdinand Tönnies; la tercera en el libro América en la historia, de 1957. En los tres casos, como señala Kozel, el filósofo mexicano contrapone la cultura moderna de Europa y los Estados Unidos que Hispanoamérica se esfuerza en imitar durante el siglo XIX, y la cultura cristiana-medieval que España y Portugal implantan en Iberoamérica durante la época Colonial; así, mientras la moderna se orienta al progreso económico y político, haciendo de la sociedad un instrumento de los intereses del individuo, la cristiana-medieval se afana por trascender lo material de alguna manera (por la vía religiosa, moral o estética) e integrar al individuo (entre otros medios, a través del mestizaje) en una comunidad con fines superiores.12

Incorporando estos componentes, podemos precisar de la siguiente manera el concepto de Asimilación dialéctica:

  1. Consiste en una Relación dialéctica con el pasado histórico;

  2. se articula y sirve a la Superación extrateórica de la dependencia, en el papel de crítica de la ideología y de guía instrumental;

  3. supone un proceso de Independencia pluridimensional en los aspectos económico, político, cultural y social,

  4. además, plantea un reconocimiento y una revaloración del sentido de Comunidad y trascendencia, como herencia ibérica.13

En los escritos posteriores a 1949, el Problema de la dependencia cobra centralidad, junto con la Asimilación dialéctica como vía para superarlo. Los planteamientos de Zea en Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica son sintetizados por él mismo, con adicional atención al caso brasileño, en Esquema para una historia de las ideas en Iberoamérica (Zea, 1956b: 5-58). En 1965, El pensamiento latinoamericano efectúa una nueva ampliación geográfica y cronológica de Dos etapas..., y en su reedición ampliada de 1976 se ocupa de algunos exponentes de la entonces naciente filosofía de la liberación. La propuesta de Asimilación dialéctica del pasado histórico se desarrolla teóricamente por medio de la idea de un proyecto asuntivo en Filosofía de la historia americana (Zea, 1978: 269-294; Rodríguez, 1981).

Ya señalé que el Problema de la dependencia y la Asimilación dialéctica, como principios políticos, forman la Base teórica al integrarse a la Correspondencia teórica. Esta última se refiere a que el Problema de la dependencia posee Naturaleza extrateórica y la Asimilación dialéctica, de carácter teórico, se articula en su papel crítico y de racionalidad de medios a la práctica extrateórica de emancipación que busca solucionar ese problema en la multiplicidad de sus dimensiones. Es decir, la Asimilación dialéctica constituye el momento teórico de un proceso que, en busca de una solución al Problema de la dependencia, articula ese momento con otros de naturaleza extrateórica. En ello consiste la Correspondencia teórica entre el Problema de la dependencia y la Asimilación dialéctica.14

Queda así expuesta en sus puntos esenciales la Base política del pensamiento de Zea.

Conclusiones

El propósito de este artículo ha sido mostrar la sistematicidad del pensamiento de Leopoldo Zea destacando los principios epistemológicos y políticos establecidos en su conjunto explícitamente desde sus Primeros escritos. Mi artículo, como indiqué, tanto en su temática como en su metodología arqueológica, me lleva a una postura diferente en el horizonte de la bibliografía secundaria, sin soslayarla y asumiéndola en el diálogo.

Como apunté en la introducción, entender el carácter sistemático de la obra de Zea permite valorarlo de una manera más profunda. Cada uno de los principios sistemáticos aquí estudiados muestra cómo el pensador mexicano comprendía su propia labor filosófica. El enfoque político, el pragmatismo, el relativismo, la idea del universal concreto, el problema de la dependencia y la propuesta de asimilación dialéctica del pasado histórico, en tanto bases racionales, muestran que la política, como tema, define su sentido en referencia al fenómeno de la dominación; la teoría se articula como crítica de ideologías y de la racionalidad de los medios a la actividad extrateórica emancipatoria; además, la universalidad del conocimiento es indisociable de la circunstancia histórica concreta de un país, una región, una época. A partir de estos elementos, estudiados por la bibliografía secundaria, pero no reconocidos hasta ahora en su unidad y sistematicidad, la valoración de la obra de Zea puede aspirar a ser completa y de profundo calado. No obstante, el estudio de cada uno de los principios, en su vínculo recíproco y de forma exhaustiva, tendrá que esperar hasta otro momento, así como también la valoración de base y de conjunto de la obra de este filósofo.

Hay otros aspectos de lo aquí expuesto que deben ser analizados en detalle. Menciono dos. Por una parte, debe probarse que el problema de la dependencia es más radical y subordina otros problemas a los cuales Zea dirige especialmente su atención en sus Primeros escritos: la relación entre el individuo y la comunidad, así como la crisis de Occidente. Por otra parte, ha de tratarse de manera monográfica el desenvolvimiento teórico del concepto de asimilación dialéctica después del período 1940-1949, en especial el acercamiento entre la actividad teórica y la práctica extrateórica de emancipación en el pensamiento de Zea durante la década de 1960, en particular respecto al concepto de proyecto asuntivo.

La investigación de este artículo aún tiene diversos caminos por delante. Entre ellos que en el pensamiento de este filósofo también pueden ser identificadas una base ontológica (específicamente, una ontología de la historia) y una ética. La primera tiene que ver, para dar dos ejemplos, con conceptos como identidad o Latinoamérica. De la segunda hay claras muestras en el concepto de responsabilidad, tan importante en los Primeros escritos, como en las reflexiones de Conciencia y posibilidad del mexicano acerca de su moral. Así, quedan abiertas vetas fecundas.

Para terminar, reitero que de mi investigación emerge la imagen de Zea como un intelectual que, lejos de dar la espalda al desafío del pragmatismo y del relativismo epistemológicos, y sin traicionar su preocupación política por el problema de la dominación entre sociedades y grupos sociales, los enfrenta con las herramientas de la actividad teórica, vía por la cual alcanza un equilibrio que puede servirnos de ejemplo para someter a examen las relaciones con nuestro propio contexto teórico e histórico. No perdamos de vista el hecho fundamental: Zea se propuso y logró comulgar con sus ideas.

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1 Los trabajos periodísticos del joven Zea se publican desde 1933. Véanse López, 2013: 88 y ss.; y Santana, 2003. Para fijar la bibliografía primaria, véanse Vargas, 1992; Lizcano, 2004: 253-423; y Hernández, 2004: 307-333.

2A lo largo del artículo, especialmente en la segunda sección, en la obra de Zea, el sentido de lo político se precisa a través del problema de la dependencia y la propuesta de asimilación dialéctica del pasado histórico. Lo político está vinculado con la subordinación entre sociedades y grupos sociales, así como con la lucha emancipatoria.

3El enfoque político en la bibliografía primaria: El positivismo en México (1943: 37-39); En torno a una filosofía americana (1945: 71-73); Ensayos sobre filosofía en la historia (1948: 43-74); La filosofía como compromiso y otros ensayos (1952a: 11-37); América como conciencia (1953a: 173- 175); América en la historia (1957: 62-87); La cultura y el hombre de nuestros días (1959: 89-108); La filosofía americana como filosofía sin más (1969: 57-81); Filosofía de la historia americana (1978: 76-102); Filosofar a la altura del hombre (1993: 95-112). En la bibliografía secundaria, Villegas (1960: 140-136); Raat (1969: 181-182; 1970: 183-184); Kourím (1974: 90-100); Roig (1981: 270-271), y Lizcano (1986: 41-45, 138-140; 2004: 83-90, 242-245).

4El pragmatismo epistemológico en la bibliografía primaria: “América y su posible filosofía” (1988b [c. 1941]: 20); El positivismo en México (1943: 18-20); En torno a una filosofía americana (1945: 68-70); Ensayos sobre filosofía en la historia (1948: 107-109); América como conciencia (1953a: 171-173); La filosofía americana como filosofía sin más(1969: 134-160); Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana (1974: 32-47); El pensamiento latinoamericano (1976b: 513-540). En la bibliografía secundaria, Lizcano (1986: 27-30; 2004: 61-64); López (1989: 53-57); Gómez-Martínez (2000: 30-32), y Hernández (2004: 74-76).

5El relativismo epistemológico en la bibliografía primaria: “América y su posible filosofía” (1988b [c. 1941]: 20); El positivismo en México (1943: 20-22); En torno a una filosofía americana (1945: 23-31); Ensayos sobre filosofía en la historia (1948: 107-109); América como conciencia (1953a: 38-41); La conciencia del hombre en la filosofía (1953c: 20-24). En la bibliografía secundaria: Villegas (1960: 145-152); Raat (1969: 179-181; 1970: 178-182); Kourím (1974: 78-90); López (1989: 140-144), y Hernández (2004: 93-179).

6La idea de la universalidad concreta en la bibliografía primaria: En torno a una filosofía americana (1945: 29-31); Conciencia y posibilidad del mexicano (1952b: 9-23); América como conciencia (1953a: 41-44); La filosofía en México (1955b: t. 2, 249-253); El pensamiento latinoamericano (1976b: 431-450); Discurso desde la marginación y la barbarie (1988a: 247-253); Descubrimiento e identidad latinoamericana (1990: 35-45); Fin de milenio, emergencia de los marginados (2000: 279-320). En la bibliografía secundaria: Villegas (1960: 167-171); Miró (1977: 16-19); Gómez-Martínez (2000: 32-36); Hernández (2004: 183-260), Medin (2005), y Echeverría (2019: 66-69).

7Zea sintetiza sus ideas acerca del positivismo en Dos ensayos (1960b: 9-90), y las toma como base y marco en Del liberalismo a la Revolución en la educación mexicana (1956). Véase una réplica de esas ideas en Raat (1975).

8El espíritu de Zea, al desenvolver los diferentes sentidos y niveles del problema de la dominación, conduce a ideas como la de que un mismo sujeto colectivo o individual puede ser dominador en uno o varios aspectos y a la vez ser dominado en otros, además su situación puede variar de un polo a otro en el transcurso del tiempo. La complejidad del fenómeno se deriva de su naturaleza simbólica, radicalmente multívoca, y de su naturaleza histórica, sumamente inestable. Pero esta observación, pese a retomar dicho espíritu, pertenece más al desenvolvimiento externo de las ideas de este filósofo que a su propio pensamiento.

9El Problema de la dependencia en la bibliografía primaria: Ensayos sobre filosofía en la historia (1948: 199-217); Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica (1949: 9-54); La filosofía como compromiso y otros ensayos (1952a: 36 y 192-199); América como conciencia (1953a: 21-23); Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana (1974: 32-47); Filosofía de la historia americana (1978: 76-102). En la bibliografía secundaria: Medin (1983: 55-84); López (1989: 225-251); Lizcano (1986: 12-18, 71-89, 130-138; 2004: 34-44, 133-162, 228-235); Saladino (2017: 33-45), y Macías (2015).

10La dialéctica hegeliano-orteguiana en la bibliografía primaria: Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica (1949: 15-24); La filosofía como compromiso y otros ensayos (1952a: 192-196); Latinoamérica y el mundo (1960a: 132-139); Dialéctica de la conciencia americana (1976a: 37-44); Filosofía de la historia americana (1978: 76-102). En la bibliografía secundaria, Roig (1981: 268-269); Shulgovsky (1979); Davis (1979: 19-20); Acosta (1992); Kourím (1992: 122-124), y Beltrán (2017).

11Para Zea, la teoría puede ser ideológica, es decir, responsable hacia la práctica extrateórica, sin traicionar su pretensión de universalidad epistemológica. Las ideas de Zea acerca de la relación entre filosofía e ideología, en la bibliografía primaria: El positivismo en México (1943: 38-39); En torno a una filosofía americana (1945: 71-78); “La historia en Karl Mannheim” (1954); La filosofía americana como filosofía sin más (1969: 57-81). En la bibliografía secundaria: López (1989: 187-198) y Villoro (1995).

12La Comunidad y trascendencia en la bibliografía primaria: Conciencia y posibilidad del mexicano (1952b: 101-104); El Occidente y la conciencia en México (1953b: 71-77); América en la conciencia de Europa (1955a: 128-134); América en la historia (1957: 224-275); La esencia de lo americano (1971b: 53-82); El pensamiento latinoamericano (1976b: 32-36). En la bibliografía secundaria: Real de Azúa (1976: 206-210); Weinstein (1983: 155-159); Oliver (1991: 95-110), y Kozel (2012: 263-314; 2015).

13La Asimilación dialéctica en la bibliografía primaria: Dos etapas del pensamiento en Hispanoamérica (1949: 15-54); América como conciencia (1953a: 21-23); Latinoamérica y el mundo (1960a: 158-164); Latinoamérica, emancipación y neocolonialismo (1971a: 27-30); Dependencia y liberación en la cultura latinoamericana (1974: 32-47); Dialéctica de la conciencia americana (1976a: 25-28). En la bibliografía secundaria: Lizcano (1986: 31-40; 2004: 65-81) y Kourím (1992: 126-127).

14Respecto a la articulación entre el pensamiento de Zea y sus diversos contextos prácticos, véanse Medin (1983: 14-20, 78-88; 1998: 166-178, 204-238), Cerutti (1986: 52-54; 2004), López (1992), Hurtado (2006: 48-49); Saladino (2017: 31-45). La constante en esa articulación es el compromiso del filósofo mexicano con la independencia entre las sociedades y con la democratización efectiva e integral al interior de cada una.

Recibido: 14 de Febrero de 2020; Aprobado: 08 de Junio de 2020

Iver Armando Beltrán García: licenciado, maestro y doctor en Filosofía por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM). Profesor Investigador en la Universidad de Chalcatongo (UNICHA). Miembro del Sistema Nacional de Investigadores (SNI) del CONACYT. Líneas de investigación: filosofía en México en el siglo XX, Antropología filosófica, Filosofía de la cultura. Publicaciones recientes: “La dialéctica de la utopía en la primera época de Leopoldo Zea (1940-1954)” (Utopía y Praxis Latinoamericana, vol. 25, núm. 90, 2020, pp. 169-188); “Luis Villoro, el desafío de una nueva comunidad y las tareas de la razón crítica” (Ideas y Valores, vol. 69, núm. 173, 2020, pp. 103-122); “Correspondencias en la Epistemología y la Filosofía política de Luis Villoro. Análisis y evaluación de una propuesta interpretativa” (Tópicos. Revista de Filosofía, núm. 56, 2019, pp. 237-272).

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