SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.18 número36Richard J. Bernstein (2015), Violencia. Pensar sin barandillasDiego Parente y Andrés Crelier (2015), La naturaleza de los artefactos: intenciones y funciones en la cultura material índice de autoresíndice de assuntospesquisa de artigos
Home Pagelista alfabética de periódicos  

Serviços Personalizados

Journal

Artigo

Indicadores

Links relacionados

  • Não possue artigos similaresSimilares em SciELO

Compartilhar


Signos filosóficos

versão impressa ISSN 1665-1324

Sig. Fil vol.18 no.36 Ciudad de México Jul./Dez. 2016

 

Reseñas

Alain Badiou (2016), La vraie vie

José Fernández Vega* 

* Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, CONICET, Argentina. joselofer@gmail.com

Badiou, Alain. 2016. ,, La vraie vie. París: Fayard, 118p.


Producto de una revisión de varias conferencias, Alain Badiou ofrece en La vraie vie un comentario razonado, aunque personal y apasionado, acerca de las mutaciones en la subjetividad de los jóvenes bajo las condiciones que impone el capitalismo globalizado. El autor entiende que la subjetividad masculina y femenina se deben analizar por separado, pues cada una presenta problemas, orígenes y evoluciones diferentes. Una introducción y dos capítulos componen la obra; el recorrido propuesto es original y muy actual.

Badiou admite que a sus 79 años puede resultar sorprendente que dirija su mirada hacia los jóvenes, pero recurre al ejemplo de Platón, para quien la misión de la filosofía no consistía simplemente en trasmitir enseñanzas a la juventud, sino en corromperla: acusación que se lanzó contra Sócrates y lo condujo a la muerte. Para Badiou, en la actualidad esto significaría tender un puente entre los jóvenes y la filosofía que, a la vez, contribuya a iluminarlos acerca de su propia condición, así como de los deterioros sociales y psicológicos que produce la hegemonía global del mercado.

El título del libro es una cita a un personaje imaginario que Badiou introdujo en su versión libre de República; allí, Amantha, en diálogo con Sócrates, concluye que la vida verdadera es el gran tema de la filosofía. Esa vida se propone como opuesta a aquella otra, la más corriente, signada por la pasión inmediata y carente de una idea rectora. El planteamiento implica un retorno al antiguo tema de la vida buena que la Modernidad desplazó como centro de la reflexión ética, sustituyéndola por el deber.

El tema de la juventud fue tratado, así mismo, en varias ocasiones por el arte y la filosofía, por ello Badiou apela a citas de poetas como Arthur Rimbaud y Saint-John Perse. Hay obras clásicas en las que figuras mayores se dirigen a un joven imaginario o a un público juvenil, pero La vraie vie no se compara con ningún libro, aunque es posible situarlo junto con otras intervenciones breves de su autor, a menudo bajo la forma de conversaciones, como Elogio del amor o sus intercambios con Barbara Cassin sobre Jacques Lacan o Martin Heidegger.

En la tradición occidental, la juventud se entendió de maneras contrapuestas: ya sea como la mejor etapa de la vida, o bien como un terrible periodo de ella. Surgen las figuras del joven que se apasiona por forjarse un futuro y de quien quema su vida. En esta contradicción se habría debatido Rimbaud, el gran poeta de la juventud, de vida errante en sus comienzos y asentado como traficante colonial después.

¿Cómo evaluar una juventud? Badiou reconoce que los jóvenes de la actualidad tienen abiertas una serie de posibilidades que no se les ofrecía a los de antaño, pero las características de esas libertades son ambivalentes. La ruptura con la tradición tiene costos graves en la configuración de la personalidad. En su propia época juvenil, declara Badiou, no tan lejana en términos históricos, el tránsito de la juventud a la adultez estaba marcado por ritos establecidos: el matrimonio para las jóvenes (exigía una mediación masculina: pasaje del padre al marido o pasaje por el “Uno” en el vocabulario lacaniano) y el servicio militar para los varones (un pasaje garantizado por el padre-Estado). Actualmente esos ritos desaparecieron sin que otros los hayan reemplazado. Al mismo tiempo, la valoración de la vejez ha declinado ostensiblemente y, en su lugar, hay una valorización extrema del juvenilismo que tiñe todo el mundo adulto. Los jóvenes no ansían la adultez, son más bien los mayores quienes desean mantenerse en forma e imitar a los jóvenes. La juventud constituía un momento determinado de la vida: ahora se ha vuelto errante y sin frontera. Por ello entraña una ambivalencia, pues la sociedad idolatra a sus jóvenes a la vez que les teme (en especial a los desheredados de las ciudades).

Otros factores sociales también se trastornaron en el mismo periodo histórico. En el pasado, el destino social quedaba tempranamente señalado porque una minoría continuaba sus estudios, mientras que la mayor parte de los jóvenes volvía al campo o entraba en la fábrica. En nuestros días, en cambio, el sistema escolar se ha vuelto masivo, pero esa homogeneidad aparente no se traduce en mayor igualdad social. Las marcas del lugar de residencia, de la extracción de clase o de profesión de fe sustituyeron a las antiguas estigmatizaciones derivadas del nivel educativo alcanzado. Badiou reafirma en este libro la vigencia de lo que denomina la hipótesis comunista, haciendo un llamado a la alianza a nivel internacional entre jóvenes y mayores, pobres y de la clase media, contra las imposiciones subjetivas del capitalismo, así como su desigualdad: también convoca a una revuelta contra los modos de ser adulto en el mundo contemporáneo.

Si bien la crítica al capitalismo y las observaciones sociales representan temas importantes en el desarrollo del libro, La vraie vie se enfoca en la producción de las subjetividades, recorriendo a modelos tomados del psicoanálisis freudiano y lacaniano. La Modernidad significa la salida de la tradición, pero la sociedad no construyó sustitutos para los antiguos puntos de orientación vital. La nueva libertad adquirida resulta vacía y sometida a los imperativos del consumo incesante. En nuestras sociedades ya no hay otras ambiciones que las del individualismo, la carrera personal y la compra. Falta una idea, un proyecto de nueva vida, lo cual genera crisis subjetivas permanentes. Para Badiou, tras la desaparición de los modos tradicionales y jerárquicos, vivimos en “una crisis de la organización simbólica de la humanidad”. El capitalismo recibe apologías incesantes, pero es a-simbólico. Es preciso proponer una simbolización igualitaria. La verdadera vida debe situarse más allá del autoritarismo tradicional y de la neutralización mercantil.

La cuestión de las jerarquías establecidas por la tradición, hoy en avanzado proceso de descomposición, es otro asunto esencial para este libro. La jerarquía encarnada por el padre (figura que se descompone en distintos planos culturales y psíquicos: el jefe, Dios, etcétera; o la noción del nombre del padre en la jerga lacaniana) junto con los ritos de iniciación en la adultez habían determinado la existencia juvenil, pero ya no influyen en ella. La consecuencia es que los varones jóvenes son incapaces de abandonar una especie de adolescencia perpetua. En las clases populares, esta situación se agudiza por los conflictos con la ley, tanto la simbólica como la judicial. Las consideraciones sobre los jóvenes (masculinos) giran en torno a la comprensión que hizo el psicoanálisis respecto del papel paterno y su decadencia en la actualidad. Así, el padre de la horda, el gozador freudiano que provocaba la rebelión del hijo y la alianza entre hermanos, ya no permite entender los procesos en curso, donde los gozadores son jóvenes que tienen dificultades para cooperar entre sí y carecen de una referencia con la cual identificarse o ante la cual rebelarse. La ley paterna, que organizaba los intercambios sociales, es ahora la ley anónima del mercado con su circulación anárquica e infinita. Pero el aparente reinado de los jóvenes no es sino ficticio.

De este contexto surgen tres tipos de cuerpos jóvenes: el pervertido, el sacrificado y el meritorio. El primero vive en la inmovilidad, fijado a la adolescencia. Su perversión no implica una calificación moral, sino psíquica, porque no puede formar su personalidad, es, como la pornografía, a-subjetivo. El segundo, refiere a las conductas autolesivas o suicidas habituales entre los varones jóvenes; en el terrorismo nihilista del suicida islamista europeo hay algo muy afín con esta representación del mártir inmolado, en nombre de un Dios, que se abraza en un desesperado intento por alcanzar un sentido. El tercero corresponde a aquellos jóvenes sumisos, que siguen las reglas y forjan una carrera convencional exitosa.

El tema psicoanalítico del abandono de la función paterna y de la destitución del padre es el hilo conductor del primer capítulo. La desorientación de los hijos es comparable con el relato de Cristo en la cruz cuando pronuncia sus últimas palabras: “Padre, ¿por qué me has abandonado?”. Esta pregunta encuentra respuesta en la resurrección y el ascenso a los cielos, en el rito de transición de la vuelta al padre, que lo reconoce y le posibilita hallar su propio lugar como figura separada dentro de la trinidad. Pero los jóvenes contemporáneos carecen de esta simbología tradicional o de cualquier otra mediación ritual. Se vuelven adultos infantilizados por el consumo o marginados de él y vigilados por la policía. Si la visión de Badiou sobre los jóvenes se funda en la inexistencia de un punto de apoyo simbólico para devenir en otro (i. e., adulto), entonces viven en la repetición de una adolescencia sin término, sometidos a la infantilización que exige el consumismo.

Los problemas de la juventud femenina reconocen otro origen: ellas sufren de una adultez prematura, saltean la etapa juvenil y se convierten tempranamente en mujeres. Esto se debe al derrumbe de las mediaciones masculinas impuestas por la tradición a través del matrimonio. Ya no se les exige a las mujeres el casamiento; la maternidad dejó de ser imperativa; el mito de la virginidad se derrumbó. Las antiguas figuras sociales de la seductora, la santa y la amorosa pasaron a la historia, aunque pervive, debilitada, una cuarta: la doméstica.

La ausencia de ritos iniciáticos devora la adolescencia de las muchachas, arrojándolas a una adultez anticipada y angustiante. “Miremos la masa de chicas en las sociedades modernas. Ellas no son diferentes de las mujeres, son mujeres muy jóvenes, eso es todo”, escribe Badiou. Por ello las jóvenes se adaptan mejor al mundo del trabajo que los jóvenes puerilizados. El capitalismo necesita de ellas, de su aplicación, sus hábitos esforzados, su capacidad intelectual adquirida en la escuela, donde suelen obtener mejores resultados que los varones, algo especialmente notable en los sectores populares. Del lado burgués, se difunde un feminismo dominador. Las mujeres forman un ejército de reserva capitalista, afirma polémicamente el autor. Y si la concepción artificial puede abrirse paso para satisfacer el deseo de maternidad, “por primera vez en la historia de la humanidad la desaparición del sexo masculino es realmente posible”. Por el momento, la mujer capitalista debe compatibilizar su papel con el de la doméstica. Este capítulo consagrado a las jóvenes aplica la categoría del Uno (de origen antiguo, pero recuperada por Lacan) en la cual se concentran significaciones vinculadas con Dios, el Padre, lo masculino en general y al principio de la sociedad, que para Badiou es el capital. La mujer no ocupa una posición, sino que se vuelve tal, como resultado de un proceso de mediación por el Uno, sólo que éste ya se encuentra vaciado de componentes tradicionales como Dios, o de formas de autoridad masculina (padre, marido). Resta, por lo tanto, el capital.

Es preciso, concluye Badiou, inventar nuevas subjetividades para los jóvenes y las jóvenes. La vida verdadera indicada en el título es aquella donde se restituye la Idea, que ya no puede ser una tradicional, y las pasiones inmediatas del carrerismo y el consumismo están desactivadas. Escrito por el último gran representante de la filosofía francesa (él mismo se reconoce como tal en uno de sus libros), esta obra intenta abrir una conversación entre la filosofía y los jóvenes, mientras se exponen unos puntos de vista teóricos sobre la condición de éstos bajo el capitalismo global. La vraie vie está lleno de ideas muy personales, articuladas con fluidez e intensidad intelectual y política, que aportan miradas novedosas, a menudo brillantes, sobre los cambios que sufre la sociedad contemporánea y las desorientaciones personales en las que éstos sumen a los individuos.

Creative Commons License Este es un artículo publicado en acceso abierto bajo una licencia Creative Commons