SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
vol.16 número32Edward Snowden: desobediencia civil para una era de vigilancia totalLa guerra humanitaria: Pasado y presente de una controversia filosófica índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Signos filosóficos

versión impresa ISSN 1665-1324

Sig. Fil vol.16 no.32 Ciudad de México jul./dic. 2014

 

Reseñas

 

Sergio Pérez Cortés (2013), La razón en la historia. Hegel, Marx, Foucault

 

Norma Hortensia Hernández García*

 

México, Universidad Autónoma Metropolitana, 414 pp.

 

* Doctora por el Posgrado de Humanidades de la Universidad Autónoma Metropolitana, Unidad Iztapalapa, norma.hortensia@gmail.com

 

En el libro La razón en la historia, Sergio Pérez Cortés expone el pensamiento de Hegel, Marx y Foucault en la unidad que la actividad crítica les otorga. En tal sentido, la noción de razón descansa en la exigencia crítica que Kant plantea, no sólo desde una perspectiva epistemológica, de lo que se puede conocer o juzgar, sino también en las condiciones que hacen posibles nuestras aseveraciones y distinciones de lo verdadero y lo falso, "lo legítimo y lo ilegítimo, lo aceptable de lo inaceptable" (23). Ahora bien, aunque se sigue la pauta kantiana para estudiar al entendimiento en su propia actividad, cuando se hace referencia a la razón no se invoca una facultad individual capaz de hacer juicios de su relación con las cosas, a pesar de que se reconozca al sujeto como síntesis de las representaciones, sino que es considerada como el proceso mediante el cual se crea la inteligibilidad del mundo.

Con este criterio, Sergio Pérez expone la unidad de tres pensadores tan disímiles desde una perspectiva convencional de la historia de las ideas. El autor supone una comprensión del pensamiento, que se expone y demuestra cabalmente en el texto, y, de manera sucinta, se puede caracterizar como el trabajo de elaboración categorial del objeto.

Al concebir esa elaboración (reconstrucción) categorial, nos colocamos en una posición que no admite el dualismo entre sujeto y objeto, lo cual quiere decir que la verdad no reposa en las condiciones materiales de la realidad ni en una elaboración conceptual intemporal que se apoya en la espontaneidad del pensamiento para percibir lo universal y necesario.

Admitir la elaboración categorial de la cosa no significa que para comprender lo que la cosa es hagamos una sumatoria de las categorías que la determinan, ni dar por sentado la elaboración —generación de la realidad por la pura actividad del pensamiento—. Más bien, al circunscribir la cosa a su necesidad se destaca que somos capaces de elaborar la síntesis de la identidad y diferencia que ata la cosa con su realidad: es tal y como es, y no puede ser de una manera distinta.

Concebir a la razón como proceso de elaboración del pensamiento, que hace de toda experiencia una reconstrucción categorial, implica que está inmersa en un constante proceso de consumo y producción de categorías. Consumo porque con ellas pensamos lo real inmediato. Producción, porque pensar lo real inmediato, la cancelación de las categorías previas (es decir, la necesidad como síntesis de la identidad y la diferencia en la operación de la negación determinada), da lugar a la generación de nuevas categorías. De manera muy sintética, y lamentablemente general, ésta es la idea de razón que aparece en el texto, la cual el autor desarrolla y fundamenta partiendo del proyecto crítico de Kant, planteando un alcance importante en los filósofos que presenta.

Tanto en la manera de estudiar a estos filósofos, como al proponer sus propias tesis, La razón en la historia se aleja del tipo de filosofía que evalúa argumentos en función de la rectitud de los edificios discursivos y los análisis filológicos, donde se considera que los referentes aclaran el significado de lo que se piensa. Hegel, Marx y Foucault no son expuestos en este libro en una línea continua que permita colocarlos en una tradición canónica. Esto es así no sólo porque no enarbolan una doctrina cúspide capaz de dar inteligibilidad a toda concepción de verdad, ni una teoría que abarque por completo a la realidad —esta última considerada como algo ajeno al pensamiento mismo—, sino también porque, una vez identificado el proceso del pensamiento, observan que éste no es dirigido por una voluntad individual, sino por la acción colectiva de los hombres en el mundo. Pérez propone que Hegel, Marx y Foucault piensan el presente, la objetividad actual, pero destacan que ésta tiene un desenvolvimiento histórico.

En el trazo general que ofrece la introducción, el autor plantea la estrategia para analizar a Hegel, Marx y Foucault: "Exponer la manera en que conciben la tarea de la filosofía, la forma en que se proponen pensar el presente y el modo en que elaboran su crítica a este presente" (p. 14). Deseo subrayar que no se ofrece una exposición doctrinaria acerca de estos filósofos, sino destacar el modo en que proceden respecto de la tarea llevada acabo por ellos. Tal proceder tiene presente una apuesta filosófica importante, pues aunque en su desenvolvimiento el autor aclara conceptos básicos cruciales como los de categoría, pensamiento o conocer, al introducirnos en planteamientos específicos de los filósofos que analiza (espíritu, absoluto, valor, valor trabajo, episteme o problematización) da muestra del trabajo efectivo de la razón, es decir, del modo en que se desarrolla el consumo y producción de categorías.

La sección dedicada a Marx ofrece pruebas del proceso destacado en esta reseña. Más que considerar los así llamados escritos filosóficos de Marx, el texto muestra cómo este autor toma las doctrinas y categorías de la economía clásica, para buscar un conjunto categorial que, pensando a la realidad desde su necesidad, la explique efectivamente. Así, la crítica de Marx consiste en observar las condiciones de surgimiento de las relaciones sociales, pero con mayor énfasis las categorías con las cuales se han pensado dichas relaciones. Tal visión introduce de lleno en el proceso de pensamiento, el cual no reside en una sola categoría como fundamento a partir del cual una teoría consistente se ha de erigir, sino que al buscar su necesidad, es decir, el fundamento de cada categoría, queda en evidencia la necesidad de las otras, y cada una de ellas es agotada, es decir, cabalmente explicada en esta correlación.

Esta dinámica de la razón en la historia también conduce a un punto neurálgico de la comprensión de Marx: la dirección de la historia. Ésta no es un correr en el tiempo, sino las transformaciones materiales y del pensamiento como resultado de la acción humana. Así pues, no ha de buscarse en las relaciones feudales de producción la premisa de la sociedad capitalista, sino en la forma de producción capitalista la supresión de esas relaciones. En este punto subyace una posición filosófica distinta a las posturas que formulan una dirección de la historia predeterminada, pues sostiene que la razón en la historia no es un camino dirigido por alguna fuerza oscura, sino el resultado de la acción de los seres humanos, en su conjunto, en el mundo.

Considerando la lectura de La razón en la historia desde un marco de apreciación externo al libro mismo, el desarrollo de su argumentación se inserta en lo que Pierre Macherey ha conceptualizado como una filosofía como operación, desde su artículo de 1987. Operar implica adoptar un punto de vista y no únicamente producir, en el sentido de una poiesis que alcanza su fin; también es participar en el proceso donde lo verdadero se hace inteligible sin pretender dirigirlo. Así, la filosofía no renuncia a la comprensión teórica de lo verdadero, es decir, a la búsqueda de un cimiento como fundamento de todo conocimiento auténtico, pero inserta en ella la operación, lo cual implica comprender la racionalidad del proceso operativo en que se desarrolla la acción de dilucidar lo real. Esto no quiere decir que el autor se proponga como un productor-operador del conocimiento, pero en su exposición se encuentra este mecanismo. Por ejemplo, al exponer a Foucault y sus batallas por plantearse un terreno de trabajo para problematizar el presente, Sergio Pérez da cuenta de los anversos de la racionalidad misma como parte de este mecanismo.

En la revisión de Foucault, La razón en la historia no sólo muestra la productividad de la razón, sino también hace énfasis en su anverso, por ello puede decirse que abarca más bien la operatividad de la razón y, por tanto, de una concepción de la racionalidad como totalidad.

Lo que la genealogía descubre detrás de la vigilancia y el castigo modernos no es la razón buscándose a sí misma, sino la "irrisoria maldad" del interés, del deseo, del poder. Por eso no coloca a la vigilancia y el castigo entre los logros de la razón, sino a la inversa.

Así, resulta inane oponer la razón a la sin razón, o pensar que ésta implica una ausencia de aquélla. Surge ante nosotros, con claridad, un punto que obstaculiza constantemente la reflexión: la comprensión de que la racionalidad no es un terreno delimitado y definido, bordeado por una nada o una negación poco accesible. Se trata de la totalidad abarcada por el pensamiento, fuera de la cual, huelga decirlo con el autor, no hay nada más. Sergio Pérez afirma tajantemente, de acuerdo con Foucault, que la razón es trabajo, pues "las cosas racionales nunca son un punto de partida normativo, sino un punto de llegada, un resultado laborioso y arbitrario" (341).

Finalmente, con esta reseña he mostrado un panorama general de la idea nuclear del libro de Sergio Pérez. Mi pretensión no es establecer una discusión crítica, sino una invitación a su lectura, la cual, a mi juicio, presenta dos cualidades que deben destacarse: por un lado, resulta una introducción clara y puntual a problemas filosóficos de la Modernidad, útil para el potencial lector que se inicia en la filosofía; por otro, al sostener y demostrar una posición interesada en destacar el modo en que el pensamiento toma forma y contenido en la historia, se inscribe en la actualidad de los debates sobre la tarea de la filosofía, frente a los cuales se sigue constituyendo el inagotable proceso del pensamiento.

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons