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Signos filosóficos

versión impresa ISSN 1665-1324

Sig. Fil vol.13 no.26 Ciudad de México jul./dic. 2011

 

Reseñas

 

Diego Parente (2010), Del órgano al artefacto. Acerca de la dimensión biocultural de la técnica

 

Francisco Casadei*

 

La Plata, Argentina, Editorial de la Universidad de La Plata (EDULP), 257 pp.

 

* Estudiante de filosofía, Universidad Nacional de Mar del Plata, la_tierrabaldia@hotmail.com

 

Lo contemporáneo, tal como lo ha señalado el filósofo italiano Giorgio Agamben, no implica compartir una identidad temporal homogénea ni establecer una coincidencia absoluta con el presente, sino que, por el contrario, conlleva un cierto y necesario desfase, una difícil separación que permite adoptar una perspectiva crítica sobre lo que acontece y una arriesgada diacronía que compromete todo lo que somos y lo que podemos ser. Lo contemporáneo es la distancia trazada en el seno mismo del presente en el que estamos situados. Como tal, exhorta a incorporar en nuestro devenir la escisión mínima que mantiene la tensión irresoluble con nuestro tiempo y con sus urgencias identificables. De esta forma, ser contemporáneo consiste en devenir la distancia misma, la asimetría y la diferencia en la que emergen el pensamiento y la capacidad de atender los interrogantes que guían nuestra comprensión del mundo. Para expresarlo lacónicamente se puede afirmar, como una conjetura, lo siguiente: lo contemporáneo no es homologable ni reducible al presente, sino que consiste en el horizonte problemático desde el que puede ser examinado e interpelado el presente.

La reciente publicación de la obra Del órgano al artefacto. Acerca de la dimensión biocultural de la técnica, de Diego Parente, contribuye a consolidar el incipiente ámbito de rigurosa y fructífera investigación que constituye la filosofía de la técnica. Los signos de su contemporaneidad, sin tener que forzar su aparición, se exhiben desde los múltiples problemas que convoca y desarrolla. La obra representa el punto de una inusitada convergencia entre la sistematicidad y la claridad de una cuidada exposición conceptual, reconocible y deudora de cierto legado analítico, y el consistente despliegue de los interrogantes fundamentales y característicos de las elucubraciones hermenéuticas. Debido a esta extraña y lograda combinación, muestra de la destreza y la versatilidad argumentativa y estilística de Parente, nos vemos disuadidos al pretender catalogar la obra apoyándonos en un criterio seguro e infalible, siendo preferible y menesteroso acercarnos a ella según nos incita la singularidad que la inscribe en una infrecuente intersección filosófica.

Desde el momento en que la obra se propone evaluar el alcance y los límites de los diferentes paradigmas explicativos y sus peculiares lenguajes, ésta se localiza dentro de la abstrusa relación entre ontología y epistemología, es decir, en el entrecruzamiento de lo que es y su aprehensión intelectual. Cada sistema de interpretación del fenómeno técnico, sea protésico, instrumentalista o sustantivista, establece explícita o implícitamente una particular articulación básica entre lo ontológico y lo epistemológico, la cual condiciona el desarrollo ulterior de las correspondientes investigaciones y de sus resultados. Dicha articulación, según su naturaleza, incluye o excluye factores políticos, éticos, culturales, biológicos y sociales, capaces de ampliar o cercenar el margen de comprensión del objeto técnico en cuestión. Uno de los méritos de esta obra consiste en rastrear y detectar el complejo entrelazado que caracteriza a cada modelo explicativo, en exponer sus supuestos, sopesar sus consecuencias y en analizar con detalle sus conceptos centrales para que pueda ser establecida, sobre la base de un diálogo interdisciplinario, la pertinencia de dichos abordajes filosóficos.

El libro está estructurado y dividido en cuatro capítulos donde se estudian y cotejan con detenimiento las principales tendencias que pretenden dilucidar íntegramente el enrevesado fenómeno técnico. Los primeros tres capítulos están dedicados respectivamente a los tres modelos explicativos predominantes: el protésico, el instrumentalista y el sustantivista. El cuarto capítulo postula y en consecuencia defiende una visión filosófica alternativa de raigambre biocultural. Los principales dispositivos teóricos que posibilitan diversos análisis de la realidad técnica no son elucidados con la pretensión de rechazarlos indiscriminadamente, sino, por el contrario, son minuciosamente analizados con la intención de incorporar sus elementos valiosos en una teoría filosófica más amplia y flexible.

En el primer capítulo, titulado "La concepción protésica de la técnica", Parente presenta la matriz filosófica en la que se edifica y sustenta una concepción antropológica de la técnica. De acuerdo con esta visión, el hombre padece un déficit o defecto originario que lo motiva a buscar y a hallar soluciones provisionales que logren suplir su inestabilidad constitutiva. La técnica es explicada, mediante el establecimiento de un vínculo causal, como el resultado de una imperfección biológica del hombre. Esta perspectiva se organiza sobre una serie de dicotomías conceptuales tales como déficit/compensación, equilibrio/desequilibrio y completitud/ incompletitud, las cuales proveen el marco esencial dentro del cual ciertos fenómenos técnicos adquieren inteligibilidad. Como lo señala el autor, la elección de un conjunto específico de herramientas conceptuales resalta y simultáneamente opaca ciertos aspectos de los problemas y de las entidades técnicas tematizadas. La eficiencia filosófica de las nociones utilizadas puede ser comprobada o negada con referencia a los sistemas técnicos modernos que se han desarrollado y extendido gradualmente, adquiriendo propiedades incapaces de ser adecuadamente consideradas dentro del marco teórico protésico. El grado de obsolescencia del vocabulario binario que es inherente a este modelo puede fijarse teniendo en consideración algunas debilidades explicativas que Parente localiza en torno a los conceptos de compensación, sustitución de órganos y déficit originario. A su vez, la aproximación protésica también adolece de una falta de criterios que, por un lado, permitan discernir los niveles de instrumentalidad y, por el otro, garanticen un registro de las mutaciones históricas que atraviesa el fenómeno técnico.

El segundo capítulo se titula "La concepción instrumentalista de la técnica" y, tal como lo anticipa, consiste en un examen de las tesis fundamentales y de las falencias explicativas del paradigma instrumentalista. Parente somete a una crítica incisiva las premisas fundamentales de esta tendencia teórica, las cuales obtienen su sustento filosófico en el inveterado modelo aristotélico que ilustra la relación entre el hombre y el instrumento técnico mediante la imagen del amo y el esclavo inanimado. El objeto técnico, simple instrumento inerte ideado para resolver problemas concretos, depende íntegramente del hombre, el cual es concebido como una figura soberana que posee un preciso dominio respecto de los instrumentos que emplea y sobre los efectos derivados de tal empleo. Tal como lo demuestra Parente, no sólo la comprensión que aporta el paradigma instrumentalista es limitada y parcial, sino que existen nociones y términos compartidos entre esta concepción y la visión protésica. La neutralidad consustancial a la técnica, el ideal de un agente humano capaz de gobernar sus productos y efectos, el esquema medios-fines y la noción de la tecnología como un instrumento capaz de resolver problemas, son algunas de las ideas más representativas que Parente debate, junto con un agudo sentido crítico, por la necesidad de obtener una interpretación consistente de la técnica.

El tercer capítulo, "La concepción sustantivista de la técnica. Una lectura crítica a partir de M. Heidegger y L. Winner", ofrece una interesante aproximación al modelo sustantivista y a los aportes decisivos de estos autores. Las ventajas de este enfoque pueden ser sintetizadas en algunos puntos en relación con las tesis de las concepciones precedentes. Contrario a lo aseverado por estas interpretaciones, la comprensión sustantivista niega de manera rotunda que la técnica esté desprovista de valores ético-políticos que interfieran en su constitución y en su función. A su vez, también en una posición de discrepancia frente a los planteamientos del modelo protésico e instrumentalista, Heidegger y Winner disminuyen la potencia de la agencia humana, ya que consideran que esta no puede determinar significativamente la dirección de los desarrollos técnicos. En este sentido, los postulados sustantivistas no descansan en una noción antropológica de la técnica. La metáfora del amo y el esclavo, aun siendo insuficiente en sus pretensiones explicativas, parece invertirse, ubicando al humano en una situación de subyugación frente al irrefrenable avance técnico. En la autonomización de la técnica está cifrado el incierto destino de la civilización humana, un destino que ya no puede ser ni modificado ni alterado por la insignificante agencia de un amo devenido esclavo.

El capítulo final de la obra, "El carácter biocultural de la técnica humana", representa el esfuerzo intelectual de Parente por establecer los principios y las líneas filosóficas generales de una concepción biocultural de la técnica. El desarrollo de esta perspectiva crítica, lo suficientemente madura y amplia como para conjugar y aunar una pluralidad de elementos conceptuales extraídos de los modelos explicativos precedentes y de otros autores contemporáneos, le permite dar cuenta de los múltiples aspectos (biológicos, éticos, políticos, ontológicos, económicos, entre otros) que constituyen al objeto técnico, además de esquematizar los diversos niveles de instrumentalidad y describir la compleja red de actores y agentes en la que se sitúa el fenómeno técnico. Si la técnica, tal como podemos constatarlo, constituye una parte esencial e integral de nuestro mundo y lo contemporáneo, según había sido definido con anterioridad, conforma el horizonte de búsqueda de aquellos lenguajes y pensamientos que permiten capturar la idiosincrasia de la actualidad. Puede aseverarse que esta obra se proyecta más allá de sus motivos e intenciones declaradas, al aportar nuevas herramientas indispensables que permiten continuar la infinita tarea de pensar nuestro presente.

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