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Signos filosóficos

versión impresa ISSN 1665-1324

Sig. Fil vol.12 no.24 Ciudad de México jul./dic. 2010

 

Reseñas

 

Katz, Jerrold J. (2004), Sense, Reference, and Philosophy

 

Lourdes Valdivia Dounce*

 

Oxford, Reino Unido, Oxford University Press, XVI, 224 pp.

 

* Profesora de la Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, dounce@hotmail.com

 

A veces, cuando el pensamiento de un gran filósofo resulta oscuro, la
falla no está en el filósofo, sino muy cerca de su hogar [...] Cuando el
marco teórico le es familiar y se le ha aceptado desde hace mucho, la
fuente real de la oscuridad es especialmente difícil de reconocer.
(Katz, 1986a: 6)

 

EL AGUA REGIA O LA FORMA LÓGICA DEL SIGNIFICADO

Después de más de 100 años de análisis, el significado aún no puede disolverse en el agua regia de la lógica clásica. Desde que se instauró con Gottlob Frege el proyecto del análisis del significado en términos lógicos, los mejores pensadores han encontrado en su camino un dilema tras otro. Siguen en la búsqueda de soluciones en el mismo marco teórico que origina los problemas —deplora Jerrold Katz—. Nunca se han cuestionado lo suficiente, si la noción de significado de los lenguajes naturales se corresponde con la que se construye bajo los cánones de la lógica clásica. Es cierto que Ludwig Wittgenstein en sus Investigaciones filosóficas minó de manera sustantiva los proyectos semánticos iniciados con Frege y Bertrand Russell, pero —argumenta Katz— el alcance de sus críticas se limita únicamente a las semánticas veritativo-funcionales; y su respuesta positiva: que el significado está en el uso del lenguaje, está inmersa en un escepticismo teórico que lleva eventual-mente al abandono de las teorías.1

El propósito de Jerrold J. Katz en su libro póstumo Sense, Reference, and Philosophy es argumentar que el componente intencional de la noción de significado, el sentido, debe analizarse en términos de estructuras mereológicas, no en estructuras lógicas; ser sólo una condición necesaria para la referencia, pero no suficiente; y finalmente, debe determinar las propiedades del significado, mas no las de la referencia. Basado en estas características propone su noción de sentido (K-sentido en adelante)2 y sostiene que el K-sentido es útil filosóficamente, pues puede explicar al significado en los lenguajes naturales, la analiticidad, el conocimiento a priori, la paradoja de la creencia, etcétera, disolviendo dilemas y perplejidades que sólo dependen del intensionalismo tradicional que fue diseñado con base en la noción de inferencia lógica y en la de referencia.

Sense, Reference, and Philosophy presenta de manera clara y sistemática la forma en que se puede entender la noción de significado de los lenguajes naturales para la filosofía. Se trata de una teoría filosóficamente ambiciosa cuyos ejes centrales son: (I) el abandono de la semántica clásica iniciada con los proyectos logicistas, así como el de cualquier otra teoría semántica que dependa de la noción de forma lógica y/o referencia; y (II) la elaboración de la noción de K-sentido que permite analizar problemas filosóficos y disolver muchos otros que dependen de una concepción errónea del significado.

El K-sentido es un aspecto de la estructura gramatical, responsable de la significación, la sinonimia, la ambigüedad y otras propiedades del significado; es composicional y también se descompone; e igualmente, es productivo y sistemático. Además, los K-sentidos que expresan las estructuras mereológicas permiten explicar inferencias, que también son formales, pero que a diferencia de las que hay en las lógicas clásicas, abarcarían al lenguaje natural en su totalidad.

Para seguir a Quine,3 Katz no sólo distingue, sino que motiva la separación tajante entre una teoría del significado y una teoría de la referencia. La finalidad para llevar a cabo esta separación tiene dos orígenes. Por una parte, el cúmulo de problemas que enfrenta el intensionalismo clásico; por la otra, el hecho de que la intensionalidad es un fenómeno lingüístico que demanda explicación no sólo lingüística, sino filosófica.

La teoría del sentido que propone Katz es absolutamente autónoma de la teoría de la referencia, y es una teoría magra por lo que toca al significado, pues el significado no es el entendimiento ni el uso ni los actos de habla; o funciones proposicionales, inferenciales, bidimensionales, etcétera; su teoría del K-sentido tampoco es una teoría de la verdad como significado ni una del rol inferencial. Su teoría del significado compete, exclusivamente, a éste y sus propiedades. Ahora bien, la cuestión de cuál es la relación entre el K-sentido de una expresión y su referencia,4 depende de cómo se relaciona el sistema de K-sentidos con el dominio de los objetos postulados; y ésta es la tarea de la teoría de la referencia.

La ambición de la teoría de Katz es reinstaurar a la metafísica como Filosofía Primera (1990: cap. 8) mediante una teoría del significado no especulativa, sistemática e inferencial que permita el análisis y solución, en su caso, de problemas filosóficos que se insertan en la filosofía del lenguaje, la filosofía de la mente, e incluso, la ética. Serán las generaciones venideras las que juzguen el éxito de esta empresa. Permítanme discutir brevemente los dos ejes centrales: primero, las razones para abandonar la semántica filosófica basada en las nociones de forma lógica y/o referencia; y segundo, la aplicación del K-sentido sólo a dos de los varios casos discutidos en el libro: el de la referencia indirecta y la paradoja del no ser.

 

EL ABANDONO DE LA SEMÁNTICA CLÁSICA

La tarea principal que ocupó a Katz a lo largo de su vida filosófica (1986b) fue el análisis de la intensionalidad, que se ubicaba entre la filosofía del lenguaje ordinario y la filosofía del lenguaje formal, encontrando que la noción intensional de sentido es el centro de la discusión en la filosofía del lenguaje, pues, o bien, se la aceptaba, o bien, se la rechazaba. Lo original en el trabajo de Katz es mostrar que tanto la aceptación como el rechazo están basados en un mismo supuesto teórico; a saber, que la explicación del significado debe alcanzar, depender o reducirse a la noción de referencia. Esta suposición no es novedosa entre los teóricos no intensionalistas o de la referencia directa, pero es absolutamente iluminadora, cuando Katz la ubica en Frege y en los neofregeanos contemporáneos.

Aunque la intensionalidad de los términos es un componente reconocido en la tradición filosófica contemporánea por Descartes, Locke, Kant, Brentano y Bolzano, entre otros, la propuesta fregeana —a diferencia de la de sus antecesores— la colocó en una condición privilegiada, pues es teóricamente manejable, ya que la intensión de los términos tiene la función de proporcionar, de manera sistemática y productiva, las condiciones de satisfacción, necesarias y suficientes, para evaluar con verdad o falsedad a las proposiciones. Estas características, aunadas a la estrategia de reducir el conocimiento matemático al conocimiento de verdades lógicas —sostiene Katz— son la cuna de la investigación actual sobre el significado, aun cuando ese programa de reducción se haya abandonado. Surge así la investigación en la estructura lógica que explique, no sólo el significado de los enunciados analíticos y de las verdades lógicas, sino también el significado en contextos epistémicos, en actos de habla, entre otros. Pero esta ventaja teórica iniciada en el siglo XIX paga el precio de restringir los límites del lenguaje, de trastocar la significación de los lenguajes naturales, y hace del quehacer filosófico uno más de entre los quehaceres científicos.

La noción de significado que pervive en nuestros días es robusta, pues se le demanda recoger las propiedades de la referencia, las intenciones de quien habla o piensa, la necesidad conceptual u ontológica, la verdad, la inferencia, por citar algunas cuestiones. Esta noción, aunque robusta, es demasiado permisiva por lo que toca a su componente intensional, y una de las mejores evidencias de su permisividad es la bien conocida paradoja del análisis: diferentes intensiones determinan la misma extensión. Pero también es demasiado restrictiva por lo que concierne a su parte extensional, pues a falta de extensión o referente, los principios lógicos del tercero excluido y de no contradicción no se satisfacen.5 En palabras de Katz:

La idea de que los sentidos deben ser robustos para que resulten filosóficamente útiles, no tiene un récord impresionante. Ni el intento de Frege por reducir las matemáticas a la lógica, ni los intentos de los positivistas lógicos por deshacerse del conocimiento sintético a priori, o por probar que las oraciones metafísicas son sin sentidos, fueron exitosos. (p. 9)

La mayor parte del trabajo crítico de Katz se encuentra en el primer capítulo de su libro, donde recoge una serie de argumentos previamente sostenidos en otros trabajos, pero articulados en un corpus que permite al lector ver cómo el dictum de David Lewis "una semántica que no trate con condiciones de verdad no es semántica" (1972: 169) está inserto en la noción contemporánea de significado. Ocupémonos muy brevemente en algunos de los problemas discutidos en la primera parte del libro: el de las restricciones demasiado fuertes, para determinar la referencia; y demasiado débiles, para explicar la intensión del término.

Los sentidos fregeanos son funciones que van de mundos posibles a sus extensiones; el sentido del término singular/general determina a su referente/extensión. Es decir, los sentidos se explican en términos del papel que desempeñan en una estructura. Pero esta característica funcional impone restricciones severas. Recuérdese al menos dos casos problemáticos: nombres propios y sustantivos de clases naturales.

Puesto que los nombres propios tienen sentidos, éstos deben mapear al mismo objeto en cualquier mundo posible. Pero esto es falso, pues, si el nombre de un pueblo fuera 'Boca del Río' y ese nombre tuviera como sentido estar ubicado en la boca del río, y el río cambiara su curso, el sentido que expresa el nombre no habría de determinar más a ese pueblo.

En el caso de los sustantivos, Hilary Putnam (1975) ha sugerido que, si la propiedad de ser animal felino fuera el sentido de gato, entonces no sería posible que nos hubiéramos referido a entidades que tuvieran absolutamente la apariencia y comportamiento de los gatos, pero no hubiesen sido animales, sino robots. Ambos casos ilustran un aspecto del fracaso de la determinación referencial.6

Consideremos ahora el problema de la debilidad del fregeanismo, señalado por el mismo Frege (1891: 27-28) y John Searle (1958); a saber, que diferentes sentidos llevan a la misma referencia, pero el camino inverso no está asegurado. Por ejemplo, 'el sucesor del número uno', 'el primer número primo', 'la raíz cuadrada de cuatro' y así sucesivamente, son expresiones cuyo sentido determina al mismo referente: el número dos, porque todas ellas desempeñan el mismo papel. Sin embargo, es obvio que no son sinónimas entre sí y que no se cuenta con una caracterización satisfactoria de qué es para dos expresiones tener el mismo significado; en otras palabras, cómo individuar a uno y el mismo significado.

Rudolf Carnap (1956: 23-30, 236-240) supuso que la sinonimia podría establecerse por equivalencia extensional en todo mundo posible, y que su intensionalismo proveía las bases para escoger entre términos sinónimos, incluso si fueran vacíos. Por ejemplo, supuso que su teoría aceptaría los pares (1) y rechazaría los pares (2):

1) 'Einhorn'/unicornio 'Kobold'/duende

2) 'Einhorn'/duende 'Kobold'/unicornio

La idea de Carnap es que si hubiese mundos posibles en donde 'Einhorn' y 'unicornio' mapearan al mismo objeto, por esa razón, los términos serían sinónimos, uno traducirá al otro. Sin embargo, el fracaso es obvio —argumenta Katz—, ¿cómo mapear términos necesariamente vacíos? 'El cuadrado redondo', 'el soltero que está casado', 'el número más grande', etcétera.

Pero este tipo de dificultad va más allá del fregeanismo de Carnap. Katz hace un paralelismo entre la estrategia de Carnap para la traducción y la sinonimia, y la estrategia de Quine para el argumento de la indeterminación de la traducción. En ambos casos, la referencia es insuficiente para el significado. La evidencia referencial es insuficiente para elegir entre las expresiones 'conejo', 'parte no separada de conejo', 'estado de conejo', etcétera.

En esencia, dos rasgos del fregeanismo son problemáticos: que el sentido deba determinar la referencia; y que la determinación no sea sensible a las diferencias de significado, pues cualquier expresión correferencial sirve el papel de determinación referencial, el sentido es meramente un útil, una herramienta, lo que importa es su función; y ésta no es lo suficientemente fina para diferenciar intensiones, ni tampoco fuerte para determinar univocamente referentes.

 

EL K-SENTIDO Y LOS PROBLEMAS FILOSÓFICOS

Un cambio en nuestra imaginación siempre es difícil [...] Las ideas de
Einstein, igualmente, parecerán fáciles a una generación que haya
crecido con ellas, pero para nuestra generación es indispensable cierto
esfuerzo de reconstrucción imaginativa.
(Russell, 1925)

Cambiar nuestra forma de explicar el significado en la filosofía es un reto, especialmente ahora que la palabra no es más que un útil en nuestras vidas, un mero vehículo de lo que existe desde el principio de los tiempos: la información. Para muchos, el significado no es otra cosa que información, es algo natural, cuantificable en el mundo (Dretske, 1981).

A finales del siglo XIX y durante el siglo que acaba de concluirse, se ha venido conformando una concepción metafísica del mundo y de las personas, que se apoya en los avances científicos y supone que a final de cuentas, la explicación última de qué somos y qué es el mundo estará sustentada por la ciencia. No es una filosofía especulativa, sino una que convive con la objetividad científica —como Quine (1970) propugnaba—. El mundo no tiene color ni olor ni sabor, las palabras no tienen como significados entidades abstractas, sus significados están en la naturaleza.7 Esta es la concepción filosófica trasmitida en los años recientes que se resiste al cambio que Katz propone; pero este cambio no abandona el estudio riguroso y sistemático del significado.8 ¿Podremos cambiar nuestra perspectiva? Ocupémonos en los problemas de la referencia indirecta y la paradoja del no ser para ilustrar las virtudes de la teoría de Katz.

De acuerdo con el principio lógico de sustitución de términos correferenciales, el valor de verdad de la proposición a la que se le aplique tal sustitución no debe alterarse. Para salvaguardarlo, Frege sostiene que en contextos de actitudes proposicionales, la referencia de las cláusulas de éstas es el sentido que ellas expresan. La tesis de que las cláusulas de actitudes proposicionales se refieren al sentido, conocida también como la tesis del sentido indirecto, tiene consecuencias absurdas. Por ejemplo:

1) Los americanos creen de Mijael Gorvachev, que él libertó a los rusos del comunismo.

El análisis semántico de (1) establece que la persona de Gorvachev habría de ser idéntica con el sentido del término 'Gorvachev', pues debido a la liga anafórica entre 'Mijael Gorvachev' y 'él', ambas palabras deben referirse a lo mismo. Pero, según la tesis fregeana, el pronombre 'él' que está anafóricamente ligado al nombre 'Mijael Gorvachev', se refiere al sentido de ese nombre; y el nombre 'Mijael Gorvachev' se refiere a la persona. Dos son los orígenes de este problema: el apego al principio de sustitución de correferenciales y la noción de sentido. Katz abandona el primero y reformula el segundo, para eliminar este absurdo.

Desde 1986, en su libro Cogitations, Katz muestra cómo puede abandonarse el principio de sustitución de correferenciales sin detrimento de la noción de inferencia. La noción de k-sentido para atribuir la creencia que los americanos tienen, arroja una explicación en los siguientes términos:

1) Los americanos creen de [Miajel Gorvachev = la cosa9 contextualmente definida que porta el nombre 'Mijael Gorvachev'] que [él = la cosa contextualmente definida que porta el nombre 'Mijael Gorvachev'] libertó a los rusos del comunismo.

Sin la restricción lógica impuesta por el principio de sustitución de correferenciales y utilizando la noción de k-sentido, se elimina la absurda consecuencia de que la persona es el sentido, de acuerdo con la liga anafórica.

La bien conocida paradoja del no ser expresada en el texto clásico de Quine:

Si pegaso no existiera, argumenta McX, no hablaríamos de nada cuando usamos la palabra; por lo tanto, ni siquiera tendría sentido decir que pegaso no existe. (1996: 2)

Depende de la suposición de que, si una oración tiene valor de verdad, entonces esa oración es acerca de algo. Frege y Russell sostienen que la existencia es una propiedad de propiedades y, en consecuencia, la existencia se entiende en términos de la relación de caer o no bajo un concepto, haciendo que el término singular se trate lógicamente como un término conceptual. Aunque la solución sea lógicamente impecable, se aleja de lo que comúnmente se dice, pues no se dice que el concepto de pegaso es vacío (Valdivia, 1989: 152-153), o que nada cae bajo el concepto pegaso, sino que simplemente se dice que es verdad que pegaso no existe. La solución que propone Katz para ceñirnos al lenguaje natural hace dos cosas: emplea el principio de direccionalidad y sostiene que las oraciones existenciales no implican presuposición. (ABT) rechaza la suposición de que una oración es verdadera/falsa porque habla acerca de algo:

(ABT) (i) Si un k-sentido de una oración simple tiene una presuposición, la oración (bajo ese k-sentido) es acerca de los objetos que satisfagan la presuposición. Si la presuposición no es satisfecha, la oración no es acerca de algo (bajo ese k-sentido); (ii) una oración positiva existencial es acerca de los objetos de los cuales es verdadera, y no es acerca de nada si es falsa. Una oración existencial negativa es acerca de los objetos de los cuales es falsa, si es falsa, y es acerca de nada si es verdadera. (pp. 119-120)

El predicado 'existe' expresa la misma condición existencial que la que se expresa en un lugar de argumento referencial; en el caso del lugar para un argumento referencial que sea ocupado por un término, la condición es una cláusula de presuposición que dice que el término debe referirse a algo en el dominio del lenguaje, para que la oración tenga un valor de verdad. En el caso del predicado 'existe' asociado a un término, la condición es una condición de verdad para la oración, mas no es una cláusula de presuposición, pues las oraciones existenciales no tienen presuposición.

El resultado de aplicar (ABT) y existencia como un predicado, le permite a Katz sostener que: una oración existencial positiva es verdadera, en el caso donde el término con el que se asocia el predicado se refiera a algo en el dominio del lenguaje y es falsa en el caso en el que el término no se refiera a nada. Una oración existencial negativa es verdadera, en el caso donde el término con el que se asocia el predicado no se refiera a nada en el dominio del lenguaje, y es falsa, si se refiere a algo (p. 177). Finalmente, si esta propuesta es correcta, una consecuencia sería que no es necesario postular eventos o hechos negativos para explicar por qué son verdaderas oraciones como 'La montaña de oro no existe'.

La discusión es extensa y, en el libro, Katz se ocupa además de la paradoja del análisis, en la compleción y consistencia del lenguaje natural, en el dilema de la confirmación y la direccionalidad, además del dilema de la incompatibilidad del color, etcétera.

La lectura del libro es útil para quienes se inician en estos tópicos y es un reto para quienes han dedicado sus mejores esfuerzos en el entendimiento y búsqueda de soluciones para los variados problemas de la filosofía del lenguaje y de la mente desde la perspectiva metafísica. El reto es mirar con ojos distintos y mente abierta hacia una perspectiva filosófica prometedora. La filosofía ha perdido a uno de sus más grandes pensadores contemporáneos, pero este escrito póstumo, aunque temprano para nuestra época, deja abierto todo un camino por descubrir.

 

BIBLIOGRAFÍA

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NOTAS

1 Véase Katz, 1990: cap. I. Para mayor detalle de los argumentos véanse las páginas 146-148, del libro aquí reseñado.

2 La nomenclatura es mía. La 'K' obviamente es en honor a Katz.

3 Quine, 1996. Katz dedica a Quine el libro que aquí discuto, pues "Sin importar la ideología, los filósofos adquieren su deuda más profunda con quienes les precedieron, que hicieron todo para abrir el camino a su propio trabajo" (p. IX ).

4 En escritos previos llamó mediación a esta relación, pero aún comportaba problemas (Valdivia, 1995), muchos de los cuales han sido subsanados en este libro.

5 Las posturas compatibilistas del significado, no están en mejor posición. Véase por ejemplo Boghossian, 1997.

6 Los casos kripkeanos se insertan en esta línea de pensamiento, aplicada a enunciados de identidad en los que ocurran nombres o frases descriptivas. Kripke, 1971; 1973: 1-22.

7 Véase la forma en que Thomas Nagel (1998) discute esta perspectiva.

8 Es interesante notar que los cambios en nuestras concepciones filosóficas que sugieren Nagel y Katz son afines. Nagel (1988) sostiene que tenemos una concepción errónea de lo mental, enraizada en una perspectiva fisicalista del mundo —eminentemente extensional, diría Katz—. Por su parte, Katz (1986b) muestra que el dictum cartesiano pienso, luego existo es un argumento válido, en virtud únicamente del k-sentido de sus términos y su estructura mereológica; y dado que el k-sentido sólo es necesario para la referencia, para obtener alguna conclusión dualista (de propiedades o de sustancias) se requeriría mucho más que eso. Nuestra concepción eminentemente extensional del significado nos lleva a conclusiones apresuradas.

9 La palabra 'cosa' es una variable categorial que se reemplaza por una representación semántica del concepto de criatura sensible. Véase la discusión en Katz, 1972: 259-260.

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