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Tópicos del Seminario

versión On-line ISSN 2594-0619versión impresa ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  no.46 Puebla jul./dic. 2021  Epub 23-Ago-2021

 

Presentación

Tributo a Claude Zilberberg: la semiótica tensiva en acción1

Waldir Beividas1 

Ivã Carlos Lopes1 

1Universidad de São Paulo


En la semiótica derivada del pensamiento de F. de Saussure, L. T. Hjelmslev y A. J. Greimas, la teoría tensiva de Claude Zilberberg se impone, en este momento, de hecho y de derecho. Hoy, tras la desaparición del hombre a quien ofrecemos el presente homenaje, la teoría que legó al mundo da claras señales de desarrollos, reflexiones, críticas y avances, lo cual es signo de la heurística e inteligencia internas que caracterizan sus propuestas.

La semiótica tensiva se impone de hecho porque presenta una trayectoria marcada por sus obras más importantes y consolidadas a partir del Essai sur les modalités tensives (1981). Seguirán Raison et poétique du sens (1988); Tension et signification (1998); Éléments de grammaire tensive (2006a); Des formes de vie aux valeurs (2011) y, finalmente, La structure tensive (2012).

Otros trabajos le rinden homenaje desde 2009, con D. Ablali y S. Badir, Analytiques du sensible. Pour Claude Zilberberg (2009), y enseguida Mendes y Lara, Em torno do acontecimento: uma homenagem a Claude Zilberberg (2016), así como Estudos semióticos do plano da expressão, libro colectivo dedicado a su memoria, dirigido por I. C. Lopes y P. M. de Souza (2018). En abril de 2019, la revista Estudos Semióticos (USP) dedicó todo un número a la semiótica tensiva, con quince contribuciones de semiotistas brasileños, mientras que la revista Actes Sémiotiques publicó, en febrero de 2020, un dossier con siete textos « À la mémoire de Claude Zilberberg ».

La obra de Zilberberg se compone de tres intensas décadas de investigaciones ininterrumpidas, además de una gran cantidad de artículos que aparecieron en diversas publicaciones periódicas.

Hay también colecciones de ensayos editados por otros centros de semiótica. En Puebla, Semiótica tensiva y formas de vida (1999); en Lima, Ensayos sobre semiótica tensiva (2000); Semiótica tensiva (2006b); Horizontes de la hipótesis tensiva (2018), y versiones de sus libros en otros idiomas, especialmente en español y portugués, lo cual no es mera coincidencia. América Latina es, en efecto, la región del mundo en donde las ideas de Zilberberg más han inspirado, hasta ahora, los nuevos trabajos de investigación.

La semiótica tensiva se impone también de derecho por reivindicar su lectura de la teoría semiótica clásica. Dándole un nuevo enfoque a esta, aquella otorga una mayor centralidad a una serie de cuestiones antes relegadas a la periferia de los estudios semióticos; y, al hacerlo, exige un cierto ajuste en la brújula que conduce la nave semiótica. Es, sin duda, mediante la evolución de las teorías del lenguaje como hay que saber apreciar el lugar de Claude Zilberberg en la línea inaugurada por el Saussure del Curso, de los Escritos y de los Anagramas, a los cuales su intervención aporta una inflexión particular. Por cierto, fue un fiel alumno de Greimas, de quien estuvo entre los más cercanos en espíritu y afecto. Sin embargo, alimentada por sus propias referencias lingüísticas, filosóficas y literarias, esa intervención actualiza la “continuidad incierta” y la “complicada herencia” Saussure-Hjelmslev-Greimas (Zilberberg, 1997, pp. 165-192; Zilberberg, 2016, pp. 419-437) de las que en muchos sentidos destaca aspectos hasta ahora bastante descuidados, y, al hacerlo, ilumina de forma singular la consistencia misma de tal continuidad, que se muestra bajo una nueva luz y se prolonga a su manera.

He aquí que del lingüista Hjelmslev hay conceptos casi olvidados por todos, que fueron desarrollados en trabajos precedentes a los Prolegómenos (1971 [1943]) y que se han vuelto a poner en la agenda: pares como extenso/ intenso, extensivo/ intensivo, a los que Zilberberg contribuirá con vistas a una reflexión más amplia sobre el lenguaje. Del Hjelmslev epistemólogo destacamos el valor de las oposiciones participativas, mal interpretadas durante mucho tiempo, junto con las oposiciones exclusivas, favorecidas en todas partes, incluso por el primer Greimas; de aquí se desprende un nuevo examen de las estructuras elementales de la significación, que invierte el orden de prioridades entre los llamados términos de primera/segunda generación en el cuadrado semiótico, como una premisa para el establecimiento de gráficos tensivos ahora ya familiares entre los especialistas, pero que no lo eran antes de los años noventa.

De la influencia del maestro de Ginebra que irriga todo el legado, recordemos aquí un único aspecto, que ilustra la reinterpretación agregada por la hipótesis tensiva. Un Saussure que se mantuvo prácticamente sin lectores —el autor del apéndice “Principios de Fonología” en el Curso de Lingüística General— inspirará, a partir de sus ideas sobre el proceso silábico en el flujo del habla, el tratamiento de la procesualidad, por parte de Claude Zilberberg. Será él quien comprenderá, mejor que nadie, la pertinencia de la dinámica saussureana de los cierres y las sucesivas aperturas que, de grupo implosivo en frontera de sílaba, de grupo explosivo en punto vocálico, tejen el hilo de los significantes lingüísticos, en un enfoque rítmico que se concentra más en agrupaciones que en unidades aisladas (fonemas). A partir de este punto tan desatendido, nuestro autor vuelve a pensar lo sintagmático en general, y otros después de él lo tomarán como base para un nuevo enfoque de las lenguas y de su significante temporal. Ritmo, desarrollo, duración... reconocemos ahí algunos de los temas favoritos de nuestro autor, en los que convergen el afecto, el evento, la concesión, la aspectualidad, la foria, temas que no han dejado de demandar el oficio de artesano de Zilberberg. Se trata de un vasto proyecto de prosodización del plano del contenido, en su búsqueda interminable de categorías lo suficientemente abstractas para permitirnos pensar concomitantemente significantes y significados en el interior de la semiosis.

Semiotista tan ávido de innovación teórica como atento a las lecciones (selectas) de su pléyade de maestros para pensar el lenguaje; fino descriptor de textos concretos, incluidos los de sus poetas favoritos; al mismo tiempo teórico y epistemólogo de vocación nunca desmentida; autor severo, famoso por su “difícil” lectura, aunque, gracias a su posición siempre un poco al margen de la academia, capaz de trabajar con una notable libertad de espíritu, Zilberberg no dejó de sorprendernos a lo largo de su vida y de reinventar el juego de clasificaciones heredado.

Para destacar la inteligencia interna de la teoría tensiva legada por Zilberberg, este número especial de la revista Tópicos del Seminario realizado en su honor ―que será completado por un segundo número de próxima aparición― ofrece finalmente un tributo a la altura de nuestra admiración y afecto por alguien que, tanto por su trabajo como por su persona, nos ha enseñado mucho. El dossier ha pretendido ser generoso a fin de satisfacer los múltiples colores de la paleta de la semiótica tensiva en acción, en expansión. De esta forma, se dio a la tarea de recoger diversas contribuciones en torno a los siguientes temas:

Herman Parret (Universidad de Lovaina), en su texto “Zilberberg con Valéry”, realiza una elegante reflexión y un preciso registro, el más exhaustivo y detallado que se haya realizado hasta ahora, sobre la lectura de Zilberberg en torno al pensamiento de Paul Valéry, así como de la forma en que este escritor influyó en la construcción de la teoría semiótica tensiva de nuestro homenajeado. Valéry, de notoria “reflexión sistemática fuera de todo sistema”, según Parret, “fascinará toda la vida de intelectual y semiotista de Zilberberg”. En el artículo que abre la presente colección, el propósito de Parret —figura excepcional entre los filósofos, en una fecunda, fiel y perenne relación de enlace con el campo semiótico, desde sus orígenes con Hjelmslev y Greimas— es comprender la manera en que Zilberberg leyó a Valéry y “aprehender la forma en que pone de relieve el pensamiento de esta obra inmensa”.

Parret enfatizará la advertencia que Zilberberg retoma de Valéry sobre las “pretensiones del pensamiento categorial” y la centralidad en el pensamiento valeriano de una “corporeidad orgánica”, una “intuición central”, de acuerdo con nuestro autor, para organizar plenamente la “semio-filosofía de Valéry/Zilberberg”. Parret señalará también los esfuerzos de Zilberberg por demostrar “la proximidad de las preocupaciones de Valéry y de Hjelmslev” y destacará la primacía que “la sorpresa, la extrañeza” tiene para el conocimiento en los dos pensadores aquí estudiados a profundidad. Filósofo y semiotista siempre atento a los dos campos del conocimiento, el autor de este artículo se sorprende cuando advierte que Zilberberg usa poco la sección “Filosofía” de Valéry, y plantea la hipótesis de que la teoría semiótica “no se siente particularmente tributaria de la filosofía y que no soportaría una transmisión masiva”. Estos son sólo algunos sorbos que el lector ciertamente beberá de la buena copa de reflexiones que nos brinda Herman Parret en su homenaje a Claude Zilberberg.

José Luiz Fiorin (Universidad de São Paulo), en “Semiótica y figuras retóricas”, acentúa el valor de un “retorno a la retórica para incorporarla a la semiótica”, la cual habría sido convertida en víctima por una cierta desretorización, expresión y advertencia encontradas en Zilberberg. Fiorin advierte en la semiótica tensiva justamente la pretensión de “darle [a la retórica] un lugar privilegiado dentro de la teoría”. Con el trasfondo de la articulación fundamental de la orientación tensiva de Zilberberg —los ejes de intensidad y extensidad—el autor toma como centro de reflexión no los tropos, sino las “figuras no trópicas”.

Con su vasta erudición en el campo de la retórica, Fiorin busca en Cicerón, precisamente en De Oratore (1972, pp. III, X), las cuatro cualidades o virtudes de la expresión: “corrección (latinitas), claridad (planum), ornamentación (ornatus) y adecuación del discurso a las circunstancias (aptum)”. De estas cuatro virtudes, sólo el ornatus ocupará el escenario de sus comentarios, un concepto tomado no en el sentido restringido y secundario de ornamentación o embellecimiento elocutorio, sino en el de bien equipado o bien argumentado en relación con sus propósitos.

Con esta base reflexiva, examina directamente las “figuras no trópicas”, precisamente las de aumento, disminución, transposición y sustitución. En la presentación de estos cuatro tipos de figuras, el especialista en retórica ofrece una inmensa diversidad de definiciones y soluciones que ilustra con refinamiento en obras de la literatura portuguesa y brasileña, desde Camões y el padre Vieira, hasta autores clásicos y modernos: (i) figuras de “repetición”, ya sea de palabras (epizeuxis), de fin de verso (epiphora, epistrophé ), de palabras o frases iniciales y finales en diferentes frases o versos (symploke), de versos u oraciones enteras (palillogía), de palabras con diferentes significados (antanáklasis o diáfora), de significados o de palabras con la misma “identidad semántica” (paráfrasis), o de estructura sintáctica (parallelae); (ii) “figuras de acumulación”, las cuales suelen utilizarse para enumerar diversos aspectos de un objeto (epimerismós), para designar un término a través de “sinónimos múltiples” (metábole), para intensificar gradualmente el sentido de un enunciado a través de palabras que tienen entre sí un significado cercano (klímax), o para expresar el sentido en el plano sonoro (aliteración); (iii) figuras de “aumento” (epenthésis). Esta breve enumeración es sólo una muestra de lo que el lector encontrará abundantemente en el artículo de Fiorin.

Alejandro Núñez Alberca (Universidad de Lima), en su texto “Entre el evento y el ejercicio: la construcción tensiva del suspenso en la película Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia)”, sostiene que en la estructura de los “modos semióticos” propuestos en la jerarquía fundamental de Zilberberg es posible incluir otra modalidad: el suspenso. Es decir, a partir de los modos semióticos propuestos por nuestro homenajeado (eficiencia, existencia y junción), sugiere que la correlación inversa que establece Zilberberg entre evento y ejercicio requiere del suspenso como una tercera posibilidad.

Núñez Alberca atribuye esta proposición a Desiderio Blanco (2012), aunque la considera un tanto limitada a un tipo específico de suspenso: el hitchcockiano, “donde el espectador sabe más que los personajes respecto a algún elemento de la trama”. Para ampliar el alcance del suspenso, se interna en el análisis de la película del director González Iñárritu, apoyándose en las reflexiones de reconocidos investigadores en el campo cinematográfico (Metz, Bazin, Gaudreault y Jost, Baracco, y Rajas, entre otros) y tomando como base las propuestas teóricas de Zilberberg. Además, presenta un “suspenso de lo inminente”, para luego proponer un “suspenso expectativo puro”.

Al final de sus reflexiones, el autor se detiene prudentemente ante la propuesta de una “tercera configuración modal” del suspenso, que requeriría y exigiría otras reflexiones que superaran los límites de las efectuadas en su texto, y se pregunta si el suspenso no sería antes una “tercera experiencia resultante de las modalidades existentes, aún subordinada a ellas”.

Sémir Badir (FRS-FNRS, Universidad de Lieja), en su contribución titulada “Transmisión y reformulación de un concepto. Estudio semiocrítico de la tensividad”, más que un simple homenaje, emprende —bajo los significantes de transmisión, reformulación y semiocrítica— una profunda reflexión sobre la construcción de la semiótica tensiva de Zilberberg. El autor toma como hilo conductor un análisis finamente filológico de los textos más destacados del semiótico francés.

Tres apartados integran la ruta analítica de Badir, denominados transmisión, reformulación y reformulaciones internas y autotransmisión. El primero está dedicado a establecer, desde el texto inaugural de Zilberberg —Essai sur les modalités tensives (1981), que introduce la raíz tensiva de una semiótica singular que lo caracterizará para siempre— la forma en que se produce la recuperación central (como transmisión y luego como reformulación) de los conceptos hjelmslevianos de intensidad y extensión.

El segundo apartado contempla la relectura y el análisis de una serie de artículos de Zilberberg específicamente dedicados a la lectura de Hjelmslev (1985, 1986, 1997, 2001), todos debidamente citados en su texto, con el fin de atestiguar que la transmisión es “el centro de las preocupaciones” de Zilberberg, aunque con la siguiente reserva y advertencia: la transmisión no es la repetición pura y ortodoxa de un significante, sino más bien la “actualización (reformulación) de un significado”, es decir, y tal como recupera de la voz del homenajeado, “que la continuación suponga un grado de traición —incomodidad…”. En este segundo apartado, Sémir Badir presenta también la lectura reformulada que hizo Zilberberg del pensamiento de Hjelmslev frente al de V. Brøndal para ilustrar su tesis de que toda transmisión conduce a la reformulación. La tesis se completa con su propio análisis de la reformulación de Zilberberg, ofreciéndonos así una reformulación de la reformulación, esto es, su propia lectura de los dos daneses leídos por Zilberberg.

Finalmente, el tercer apartado examina textos posteriores a la lectura específica de Hjelmslev, ya adentrados en el nuevo milenio. Badir demuestra eficazmente cuánto cambia el valor semántico de un concepto cuando es trasladado de un sistema teórico a otro, hasta el punto de obligarnos a admitir que estamos ante otro concepto. En vista de ello, sugiere que la semiótica tensiva, en su estrategia de autotransmisión, efectúa, en las etapas sucesivas de los textos de Zilberberg, un ajuste progresivo de las reformulaciones emprendidas por el propio autor. Y, en cada gesto de reformulación, esto “agrega valor, el hecho del valor, donde no lo había”. En síntesis, lo que Zilberberg transmite de Hjelmslev es “su carácter sistemático y semióticamente articulado”, una “escrupulosa transmisión… cuya lucidez y honestidad intelectual han guiado el presente estudio” de Sémir Badir.

Waldir Beividas (Universidad de São Paulo) propone una forma singular de interpretar y modelar el gráfico tensivo de la teoría de Zilberberg. En su texto “Un modelo catenario y tensivo para la estructura del cuadrado semiótico: salir de Aristóteles”, toma como punto de partida una de las primeras manifestaciones críticas del autor homenajeado sobre el cuadrado semiótico de Greimas. De este modo, cita las primeras páginas de Essai sur les modalités tensives en las que Zilberberg expresa que “lo categórico presupone lo gradual que lo funda”, esto es, que “lo categórico se obtiene mediante la suspensión de los términos catenarios y la conservación de los términos extremos” (1981, p. 10).2 Beividas explora la figura geométrica denominada catenaria (del latín cadena), que es “la curva formada por un cable suspendido por sus extremos y sometido a su propio peso”.

El autor toma el gráfico tensivo de Zilberberg y lo duplica “en espejo”. Con esto recupera la figura geométrica de la catenaria, lo cual le permite proponer una superposición de dicho gráfico en espejo al cuadrado semiótico de Greimas, en el que la parte superior de la catenaria está ocupada por los términos “polares” (grande/pequeño; frío/caliente) como lugares “intensivos” de los contenidos semánticos que la lengua reserva para sus magnitudes respectivas. Y, en los puntos que descienden de S1 y ascienden a S2, encontraríamos el rasgo aspectual y gradual de los “contradictorios” (para nS1: casi grande, no tan grande, no muy grande, no grande...; para nS2: casi pequeño, no tan pequeño, poco pequeño, no pequeño...). La propuesta evoluciona hacia el intento de “salir de Aristóteles”, es decir, de liberar el modelo de las restricciones lógico-semánticas, categóricas, del cuadrado semiótico.

A continuación, Beividas propone que el nuevo gráfico catenario incluya también un aumento de la intensidad, más allá de los polos “molares” (grande/pequeño; fuerte/débil; frío/caliente), un aumento que la lengua contempla con los superlativos (enorme/diminuto; fortísimo/debilísimo; helado/tórrido), como clímax de la aspectualidad ascendente de intensidad de las magnitudes de una lengua. De esta manera, todo podría ser interpretado, en estas articulaciones tensivas y aspectuales del lenguaje, no como términos contrarios y contradictorios del modelo lógico aristotélico, sino, más bien, como gradaciones aspectuales de sus magnitudes bajo la geometría posicional de dos grandes deixis tensivas del modelo catenario.

Óscar Alfredo Quezada Machiavello (Universidad de Lima) presenta el artículo “Eficiencia y eficacia de la hipótesis tensiva”. Subordinando su texto al tono general de un “emotivo testimonio de vida”, enfatiza “los lineamientos más destacados en la arquitectónica de la semiótica tensiva”. Como si se tratara de una partitura, la reflexión se desarrolla en diez movimientos:

  1. En “La insistencia de Claude”, reconoce que el pensamiento de Zilberberg es difícil de leer, por los continuos “replanteamientos epistemológicos”. Por otro lado, exhibe una “vibrante insistencia en la que emerge esa característica lucidez de lo intermitente”, junto con “la sofisticada creatividad de este genio epistémico”.

  2. Con “La persistencia de Desiderio”, el autor registra la perenne solidaridad teórica y profunda amistad que nuestro homenajeado recibió de Desiderio Blanco, no sólo su traductor, sino también su discípulo y partícipe en la construcción de la semiótica tensiva.

  3. En el tercer movimiento, “De la tensión a la tensividad”, destaca el paso del primer concepto, directamente ligado a la narratividad, al segundo, que ocupará la columna vertebral de la teoría tensiva, a medida que se despliega en intensidad (para el plano del contenido) y en extensidad (para el plano de la expresión), por lo que “la teoría misma sí se convierte en semiosis”.

  4. El cuarto movimiento traza la “Dehiscencia” que Zilberberg privilegia al analizar los valores semióticos en “-al” e “-ivo” (tensal-tensivo, figural-figurativo), los primeros como presupuestos, constantes, profundos, genéricos; los segundos como presuponientes, variables, especificantes, concretos, icónicos.

  5. En “Vectores, intersecciones, curvas, arcos”, pone de relieve el estatuto posicional de las magnitudes en juego, de las valencias, en otros términos, “el espacio tensivo de acogida de los valores”, donde Zilberberg inscribirá los constituyentes y exponentes, los foremas y sus correlaciones inversas y conversas.

  6. En el sexto movimiento, “De gustos y olores”, el autor admite su sorpresa al descubrir cómo las valencias son claves heurísticas para examinar incluso el mundo de los olores y sabores de una bebida, el pisco, la cerveza, la sangría o la sidra.

  7. De la misma forma que para los gustos y los olores, la teoría tensiva da cuenta de su potencial de análisis en el mundo de la “Música y la cronopoiesis”: para el autor, Claude Zilberberg “musicaliza el sentido”.

  8. En “Esquematismo tensivo y modos semióticos”, el autor enfatiza la evolución (y la complementariedad) de un primer esquematismo semionarrativo —“la edad del [si → no → entonces]”— a un esquematismo tensivo: “la edad del [más/menos]”, y considera a ambos “legítimos”.

  9. El noveno movimiento toca “La gran matriz” de la teoría tensiva, en la que se ejecuta el inmenso gráfico con el que Zilberberg integra la sintaxis y la semántica intensivas y extensivas contenidas en La structure tensive.

  10. Por último, la partitura se cierra con el examen de la “Aspectualidad de la dinámica tensiva: un caso, rendimiento vs rendición”, donde el autor, basándose en el diagrama de la dinámica tensiva elaborado por Zilberberg, realiza una breve aplicación analítica de esa dinámica al texto La sociedad del cansancio de B. C. Han.

Vinícius Lisboa Soares y Renata Mancini, de la Universidad Federal Fluminense (UFF, Niterói, Río de Janeiro), en el artículo “Una lectura tensiva de las modalidades veridictorias”, discuten oportunamente la noción de veridicción, que ponen otra vez sobre la mesa y sugieren repensar a la luz de las posibilidades ofrecidas por el esquematismo tensivo de Claude Zilberberg. Dicha discusión merecía ser evaluada de nuevo. En efecto, en la sección inicial de la entrada “Carré sémiotique”, que escribió para el segundo volumen del Diccionario de semiótica organizado por Greimas y Courtés en 1986, Jacques Fontanille ya proponía una complejización de las posiciones veridictorias, razonando de acuerdo con la densidad sémica de los términos básicos, lo que lo llevó a proponer una mayor cantidad de términos resultantes (doce en total: así, por ejemplo, la posición clásica del secreto se desplegaba en “secreto arcano” / “secreto neutro” / “secreto oculto”) a partir de la exploración más fina de los ejes y de las deixis del cuadrado veridictorio clásico. Hasta donde sabemos, sin embargo, esta interesante innovación teórica no llegó a recibir ninguna atención especial posterior por parte de la comunidad de semiotistas.

La pregunta que orienta la indagación de Lisboa y Mancini es si el problema de la veridicción puede ganar en inteligibilidad con la ayuda de las intuiciones zilberbergianas de concesión e implicación, de intervalo y de complejidad de los valores semióticos. Cada uno de los cuatro metatérminos del cuadrado clásico de la veridicción —verdad, falsedad, mentira y secreto— podría ser visto como un anclaje de valores veridictorios situados en puntos variables de ese célebre cuadrado semiótico. De este modo, podrían reconocerse, en el esquema de la manifestación, ya no solamente los extremos parecer / no parecer, sino también un cierto número de puntos localizables en el gradiente que lleva de uno a otro: si se piensa en una articulación, a lo largo de tal esquema, de súper-contrarios y sub-contrarios zilberbergianos, esto daría lugar a cuatro posiciones que transitarían de un “no parecer nada” a un “parecer mucho”, pasando por el “casi parecer” y el “parecer un poco”. Un enriquecimiento análogo se sugiere para el esquema de la inmanencia, de un “no ser en absoluto” hasta un “ser exactamente”, pasando por el “casi ser” y por el “incluso ser”. Los autores no dejan de señalar la posibilidad de revertir las expectativas en este ámbito: cuando un enunciador muestra una insistencia muy fuerte en el parecer-verdadero de aquello que presenta a su enunciatario, puede ocurrir que este termine preguntándose si tal insistencia está motivada en el fondo por el no-ser verdadero de lo que quieren hacerle admitir; desde luego, es necesario tener en cuenta las esferas discursivas en cuestión, con los protocolos y las coerciones que cada una impone a los sujetos de la escena enunciativa. Mancini y Lisboa ilustran, así, el modo en que las hipótesis surgidas a posteriori permiten profundizar y reevaluar las ideas con las que la semiótica ha estado trabajando desde hace tiempo. Al final de la lectura, podemos preguntarnos: si tal desarrollo fuera aceptado para las modalidades veridictorias, ¿qué podríamos pensar en relación con las otras modalidades semionarrativas? He aquí un campo abierto para nuevas investigaciones.

El estudio de Adriana Elisa Inácio (Universidad de São Paulo) titulado “Lo indecible como expresión de un rebasamiento aspectual”, gira en torno a la noción de evento a partir de su planteamiento de acuerdo con los grandes “modos semióticos” señalados por el creador de la semiótica tensiva en la última fase de su teorización: el evento está, según el modo de eficiencia, marcado por el sobrevenir; según el modo de existencia, por la captación y, según el modo de junción, por la concesión. En sus formas extremas, el evento produce a veces el efecto de lo “indecible” cuando supera todo lo concebible en un universo semiótico, cuando la conmoción del sujeto es tal que se queda sin palabras frente a un estado de cosas nunca previsto.

¿Cómo analizar tal efecto, cuando aparentemente se trata de algo del orden de lo inanalizable, la violencia del evento que instala un desajuste insuperable entre enunciado y enunciación? Bien podría ser entonces que el sentimiento de lo indecible estuviera ligado al rebasamiento aspectual, tal como lo concibe Zilberberg, que plantea el problema como una negociación entre límites (valores absolutos) y umbrales (valores relativos): el indecible evento, al sobrevenir abruptamente, tendría el don de convertir aquello que hasta entonces se sentía como límite dentro de una estructura determinada en un nuevo umbral.

Refiriéndose a la prosa de la escritora brasileña Clarice Lispector, Adriana Inácio muestra la forma en que la autora de La pasión según G. H. hace uso de los oxímoros, que perturban cualquier argumentación lógica, y de diferentes figuras de ausencia, así como de un conjunto variado de negaciones (morfológica, predicativa...) que contribuyen a la construcción de un “decir sobre lo que no se puede decir”. He aquí un trabajo que, por una parte, llama la atención sobre una problemática relativamente poco explorada en la fortuna crítica de la teoría tensiva —la de la aspectualidad general— y, por otra, pone a prueba sus herramientas analíticas mediante la lectura de un texto literario siempre provocador y desconcertante.

Después de haber presentado de manera sintética los textos que el lector encontrará a continuación en su totalidad, deseamos, por fin, agradecer enfáticamente a sus autores por el testimonio, que dejan aquí registrado, del valor de Claude Zilberberg y de su obra, la semiótica tensiva, a los que dedicamos este y el próximo número de la revista Tópicos del Seminario como homenaje al hombre y en reconocimiento a su teoría.

Waldir Beividas e Ivã Carlos Lopes

Referencias

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1Traducción de los autores. Revisión de la traducción: Lorena Ventura Ramos.

2[Las cursivas son nuestras].

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