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versión On-line ISSN 2594-0619versión impresa ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  no.33 Puebla ene./jun. 2015

 

Semiótica de la acción: textualización y notación*

 

Semiotic of action: textualization and notation

 

Sémiotique de l’action: textualisation et notation

 

Maria Giulia Dondero

 

Investigadora (FNRS/FRS) y profesora de la Universidad de Lieja. 3 Place Cockerill, B.4000 Lieja, Bélgica. Teléfono: (32) 436 659 46. Correo electrónico: mariagiulia.dondero@ulg.ac.be

 

Resumen

Este texto trata cuestiones epistemológicas y metodológicas no del todo consideradas en semiótica: las prácticas y los instrumentos necesarios para su análisis.

En la primera parte el artículo recorre el debate en cuanto a la relación entre una epistemología del texto y una epistemología de la práctica, así como la cuestión de la enunciación (enunciación enunciada, enunciación en acto, praxis enunciativa).

En la segunda parte se aborda el concepto de textualización como lugar de mediación entre el texto y la práctica: las textualizaciones (fotografías, videos, apuntes) permiten seguir y fijar el despliegue de la práctica, la cual es efímera e inasible.

En la tercera parte se reflexiona sobre la cuestión de la notación que funciona de manera diferente a las otras textualizaciones: funciona como una reconstrucción ex post de la totalidad de la práctica, al poner en escena los patterns de los gestos y de los intercambios.

Y, de manera más general, el objetivo del presente artículo consiste en interrogarnos sobre el futuro de la semiótica y sobre los objetos que puede ofrecer, sin traicionar su historia y sin quedarse encerrada en una condición que la hace incapaz de analizar la actualidad social.

Palabras clave: enunciación, texto, práctica, textualización, notación.

 

Abstract

Our essay focuses on some epistemological and methodological issues concerning the semiotic that were not solved yet, mainly the questions related to the more or less pertinent instruments according to analysis of the semiotic practices. We will initially retrace the debate about the epistemological relationship between text and action, outlining the forms of enunciative praxis through different levels of pertinence analysis (e.g. utterance, enunciation).

Secondly, we propose the concept of "textualization" as mediation between text and action (photographs, videos, notes) that organizes and represents practices, which are in themselves ephemeral and elusive. Finally, it seeks investigation of that we call "notation". This analytical form of mediation between text and practice works like an ex-post reconstruction of practices, which highlights the patterns of gestures and exchanges.

A more general aim of this essay is an enquiry into the legitimate objects of semiotics by means this question: what are the objects that semiotics can analyze without betraying its principle of immanence, but also without being confined to texts and, as a consequence, being unable to respond to topical questions on social issues.

Key words: enunciation, text, practice, textualization, notation.

 

Résumé

Notre texte porte sur des questions épistémologiques et méthodologiques que nous considérons comme non encore véritablement abordées en sémiotique : les pratiques et les instruments nécessaires à leur analyse.

Dans un premier temps nous parcourrons de nouveau le débat concernant la relation entre une épistémologie du texte et une épistémologie de la pratique, ainsi que la question de l’énonciation (énonciation énoncée, énonciation en acte, praxis énonciative).

Nous proposons dans un deuxième temps le concept de textualisation comme lieu de médiation entre texte et pratique : les textualisations (photographies, vidéos, prises de notes) permettent de suivre et fixer le déploiement de la pratique qui est, de son côté, éphémère et insaisissable.

Dans un troisième temps nous réfléchissons sur la question de la notation qui fonctionne de manière différente des autres textualisations : elle fonctionne comme une reconstruction ex-post de la totalité de la pratique mettant en scène les patterns des gestes et des échanges.

Plus généralement, l’objectif de ce texte est de nous interroger sur le futur de la sémiotique et sur les objets qu’elle peut se donner, sans trahir son histoire et sans rester enfermée dans une condition qui la rend inapte à analyser l’actualité sociale.

Mots clés: enonciation, texte, pratique, textualisation, notation.

 

Introducción

Este texto abordará ciertos aspectos metodológicos que desde nuestra perspectiva no han sido resueltos en el ámbito de la semiótica, los cuales conciernen al estudio de la acción y la práctica en acto. Nuestro objetivo es intervenir en el debate dedicado a la relación entre texto y práctica que ha comenzado a ocupar a los semiotistas desde hace algunos años en el Seminario de Semiótica de París IV-Sorbona. No se tratará de desarrollar una semiótica de la acción desde el punto de vista teórico: la literatura sobre el debate texto/práctica, que descansa especialmente en la discusión sobre la inmanencia, es de suma importancia y aún debe profundizarse. Tampoco desarrollaremos análisis particulares de prácticas. En este texto pretendemos problematizar la separación entre las proposiciones teóricas de la semiótica de las prácticas, evidentemente ofrecidas por Fontanille, de las herramientas de análisis —aún por construirse.1 Aspiramos a una contribución de orden metodológico, pues la reflexión teórica no se ha estructurado a partir de análisis sostenidos en buenos corpus y las propuestas teóricas o los planteamientos sobre las diferentes formas de inmanencia terminan proyectados sobre corpus literarios o, en todo caso, sobre textos realizados o ejemplares. Nosotros, por el contrario, nos centraremos sobre las diferentes formas de textualización de la acción y retomaremos el problema de las relaciones entre texto y práctica; más específicamente, sobre la relación, que no ha sido estudiada hasta ahora, entre práctica y textualización de las prácticas. La distinción entre texto y textualización es capital y la desarrollaremos a través de la descripción protoanalítica de un corpus que estará constituido por prácticas profesionales en colaboración, y particularmente por prácticas colectivas de orden arquitectónico.

Retomaremos el debate actual de la enunciación, que ha acompañado las propuestas de cambio de paradigma disciplinar —si le podemos llamar así—, y que, desde una semiótica de corpus establecidos sobre soportes totalmente objetivados, se orienta hacia una semiótica que pretende describir el sentido en acto y las prácticas cotidianas, tanto en su singularidad (escenas), como en su repetición (estrategias).

Frente a tal objetivo, los cuestionamientos que nos planteamos son múltiples: ¿es suficiente estudiar las textualizaciones producidas en vivo (las notas, la fotografía, las grabaciones en video) o es más necesario constituir una notación de la acción que reconstruya la totalidad de la práctica ex post y que ponga en escena tanto los eventos prominentes como la gramaticalización de los gestos, de los intercambios, de las intervenciones gráficas, etc.? ¿Cómo es posible, a través de estas textualizaciones o notaciones de las prácticas, no olvidar la inmediatez del acto, la sintagmática que constituye y, al mismo tiempo, explica las motivaciones, el porqué de cada gesto en la acción? ¿Cómo no dejar de lado el sentido de la espera en el centro de los intercambios y de la opacidad del sentido en la complejidad de su ser en acto —un sentido sin bordes, o bien, con cuadros que se renuevan constantemente?2

En términos generales, nuestro objetivo es cuestionarnos sobre los objetos legítimos de la semiótica. ¿Cuáles son los objetos de los que se puede ocupar sin traicionar el principio de inmanencia y sin confinarse a una condición inútil para analizar los cambios sociales y volverse incapaz de responder a preguntas de la actualidad social y de orientación en la investigación de las ciencias humanas?3

Nos gustaría tratar de esbozar los prolegómenos de un método de análisis que no reduzca todo fenómeno social a una textualidad y que no haga coincidir el principio de inmanencia con la clausura del objeto de análisis, o que lo identifique con el textualismo. El peligro que se esconde bajo esta perspectiva es la homogeneización metodológica y epistemológica de toda experiencia.

Para acotar estos riesgos, Jacques Fontanille4 distingue seis tipos de experiencia. La figuratividad para los signos, coherencia y cohesión interpretativas para los textos enunciados, corporeidad para el objeto, práctica para la escena práctica, coyuntura para la estrategia y, por último, ethos para las formas de vida. En su teoría, estos seis tipos de experiencia están asociados a las seis instancias formales o planos de la inmanencia y se encuentran jerarquizados según un sistema de interfaces de pertinencia. Para responder a los que piensan que el principio de inmanencia es traicionado desde el momento en que se sale del análisis de la textualidad institucionalmente fijada (un cuadro, una novela, una película, etc.), Fontanille defiende el principio de inmanencia como fundamento de todos los planos de inmanencia. A propósito de esto, afirma:

El principio de inmanencia es indisociable […] de la hipótesis de una actividad de esquematización y de modelización dinámica interna de los objetos-semióticos, y es el área de actividad inmanente de esta esquematización lo que debe señalarnos, para cada caso, los límites del dominio de pertinencia y no una decisión a priori y táctica que se focalizaría solamente sobre el texto.5

La teorización de esta esquematización dinámica, interna a las diferentes semióticas-objetos, intenta justificar un tipo de inmanencia que no se apoya en los bordes y límites de la textualidad, sino sobre una forma de iconización interna a la práctica que la organiza. Esta forma de iconización puede, de cierta manera, ser descrita como una suerte de coagulación de las fuerzas en juego que, como diría Jean-François Bordron, "cuajan conjuntamente".6 Se trata de concebir formas emergentes, esquemas que aparecen y que funcionan como niveles organizadores de las diferencias y de los contrastes; estas diferencias y contrastes han sido siempre consideradas como los fundamentos sólidos sobre los que nos podemos apoyar para estudiar los textos en tanto sistemas. Si la enunciación ha trastocado la concepción de sistema con la introducción de un punto de vista, la práctica exige también repensar la organización del sistema y la manera en que las diferencias emergen de las formas. Habría que preguntarse si es que, en efecto, las diferencias permanecen como el fundamento de los análisis semióticos de tradición estructuralista. Es necesario también poder describir la manera en que las formas y esquemas emergen de las diferencias. En otras palabras, las diferencias son comprendidas no por una mirada epistemológica dominante, sino por una mirada que pueda comprender la manera en que estas diferencias se organizan a través de los ritmos —y no sólo de los sintagmas— que constituirán las formas emergentes.

En términos de Fontanille, cada enunciación en acto desarrolla, en sí misma, una actividad de esquematización, incluso una metasemiótica interna que está en construcción durante la observación. La pregunta que surge entonces es la siguiente: ¿es necesario que el análisis se acomode al modus operandi de la producción del objeto que se postula significante, es decir, a la práctica?, ¿debe acaso imitar el ser en acto de la acción?, ¿debe compartir la misma dinámica de la acción por estudiar y tomar en cuenta no sólo las acciones efectuadas, sino también aquellas que no serían posibles salvo en una adaptación y aproximación arqueológica?

Trataremos de responder a esta pregunta en las conclusiones de nuestro trabajo. Por ahora podemos afirmar que entre más cerca estamos de las aportaciones de Fontanille sobre los prolegómenos teóricos más nos apartamos de la metodología. Intentaremos ver, de hecho, cómo las diferentes textualizaciones producidas durante la observación de campo multiplican y complejizan las perspectivas y los puntos de vista sobre la práctica en acto. El análisis deberá, además, examinar la relación mutua entre estas textualizaciones, las cuales podemos considerar esquematizaciones de la práctica.

 

1. Premisas metodológicas

Si bien es cierto que Fontanille7 avivó el debate sobre el problema de la inmanencia y sobre los fundamentos de la disciplina, sin embargo su obra no logró recuperar entre los semiotistas un interés en el estudio lingüístico-etnográfico de las prácticas. Evidentemente, nos referimos a los análisis conducidos por la lingüística aplicada y la etnometodología; Charles Goodwin8 fue uno de sus promotores en la ucla de Los Ángeles, y Lorenza Mondada9 en Lyon II y, posteriormente, en Basilea. Esta aproximación al análisis minucioso de los gestos, de las palabras y de los intercambios deriva del análisis conversacional, así como de los trabajos de Lucy Suchman10 y Edwin Hutchins sobre la cognición distribuida.11 Todas estas reflexiones han inspirado el método analítico de Jacques Theureau, precursor del enfoque el curso de la acción,12 cercano a la teoría semiótica peirceana largamente discutida por Fontanille.

Vayamos, pues, a las aproximaciones semióticas del análisis de las prácticas.

Jean-Marie Floch13 fue quizá el primero de los alumnos de Algirdas Julien Greimas en iniciar un análisis de las prácticas, específicamente, de los comportamientos y actitudes de los usuarios del metro parisino. En su trabajo explica parcialmente los criterios de sus elecciones metodológicas durante las prácticas de observación, pues ha ocultado a sus lectores el control sobre los diferentes tipos de informes sobre sus acciones, es decir, los resultados de las textualizaciones de las prácticas de observación. Nosotros, por el contrario, estamos convencidos de que es necesario explicar sus propios criterios de observación para que sean verificables: las condiciones, los parámetros de las grabaciones de las prácticas y los testimonios de los observadores deben ser tomados en cuenta explícitamente como herramientas analíticas que pueden prestarse a la repetición y a la falsificación. La especificidad de cada textualización y de cada notación de las prácticas debería, a nuestro criterio, constituir un objeto explícito de descripción durante el proceso del análisis mismo y funcionar como interface, incluso como intermediario, entre el análisis y su objeto de estudio final. Multiplicar los intermediarios entre el objeto de sentido focalizado y el analista sirve no sólo para regular su trabajo sino además para dar mayor conciencia al analista sobre sus elecciones, para que pueda distanciarse de toda ilusión de transparencia en relación a la textualidad. Las textualizaciones-mediaciones son igualmente útiles para volver a una nueva puesta en juego de las diferentes perspectivas sobre la pertinencia semiótica del objeto de análisis. A través de la problematización de las distintas textualizaciones, la estrategia metodológica del analista —detenida durante cierto tiempo sobre el modelo del análisis textual— podría ser puesta en cuestionamiento y afinada, ya que revelaría las etapas de un recorrido que va de la producción de un texto (que pertenece a la enunciación en acto) a los simulacros de la enunciación contenidos en el texto (que pertenecen a la enunciación enunciada), así como a las prácticas de uso de estos textos en el seno de una cultura dada (dominio de la praxis enunciativa).

Sin duda alguna, Fontanille hizo aportaciones teóricas importantes al trabajo de Floch sobre el análisis de usuarios en el metro parisino. Integró los distintos planos de inmanencia a través de la distinción entre los diferentes tipos de objetos semióticos (texto, objeto y especialmente práctica); sin embargo, no se planteó la pregunta sobre el papel del intermediario que las textualizaciones y las notaciones de las prácticas asumen en el análisis de las acciones. Esto es de cierta manera justificable: en Prácticas semióticas, Fontanille analiza textos literarios de relatos de prácticas pero no prácticas en sí mismas. Es claro que el problema de la textualización no ha sido planteado, pues las prácticas estudiadas pertenecen a historias narradas en el interior de textos ya realizados. Fontanille ha creado un modelo de análisis de la acción; sin embargo, se trata de una acción que ya estaba textualizada en textos literarios. En este sentido hay, por lo tanto, una distancia importante entre las resoluciones teóricas** —importantes en la medida en que le permiten a la semiótica ser una disciplina de intervención— y las exigencias teóricas que Fontanille se ha autoimpuesto en cuanto a la metodología y la elección de corpus.

Para continuar sobre el camino que hasta ahora hemos trazado, particularmente sobre la relación entre los seis diferentes tipos de experiencia antes mencionados, es necesario comenzar por distinguir los textos que ponen en escena las prácticas (sobre lo que Fontanille pone su atención) y las textualizaciones de las prácticas (de lo que nosotros nos ocuparemos).

El procedimiento de Fontanille consiste, a partir de textos literarios acabados y de sus "puestas en acto", en extraer el desarrollo y el despliegue, pero sin plantearse la cuestión de la traducción/textualización/notación del acto. Sin embargo, cuando se estudia una "verdadera" práctica —desplegada bajo nuestra mirada, en un momento particular y en el seno de una cultura dada— es necesario atender el problema de los tipos de observación, de textualización o notación pertinentes, y contemplar la manera en que el desarrollo y las gramaticalizaciones locales de la práctica en el tiempo deben ser vistos: señalar sus unidades, sus reglas de disposición, los sintagmas, las invariantes, etc.

Las textualizaciones de las prácticas plantean, en efecto, el problema de saber lo que se debe observar o seleccionar de la práctica. Esta selección opera también gracias a los diferentes medios de comunicación que traducen la práctica y que le dan una primera estabilidad; por ejemplo, la escritura de notas, las fotos y videos. Uno de los problemas por afrontar es el de la traductibilidad, e incluso el de la conmensurabilidad, de las saliencias y las discontinuidades registradas por los diferentes medios de comunicación empleados en la producción de las textualizaciones (fotos, videos, notas). Estas textualizaciones podrían ser, por cierto, concebidas como protoanálisis: de hecho, el análisis final debería volver a recorrer el gesto mediático que seleccionó cierta captura de la práctica, su especificidad, sus limitaciones tecnológicas, así como las exigencias ligadas al punto de vista.

Cuando Fontanille analizó las prácticas de conversaciones de mesa, tomó como objeto el desarrollo de las prácticas narradas por Louis Aragon en Los viajeros de la Imperial. Su propósito fue extraer tipos de estrategias y, finalmente, una forma de vida. Al contrario de Fontanille, nosotros partimos de la observación de ciertas prácticas y, específicamente, de las prácticas de concepción arquitectónica entre varios colaboradores que tienen lugar en copresencia y a la distancia, a fin de explorar los diferentes grados de densidad fenomenológica de los que las textualizaciones de acción dan testimonio.

Además de la diferencia entre los textos que ponen en escena prácticas —eventualmente útiles para estudiar una ideología de la acción— y la textualización de las prácticas, también es necesario distinguir entre textualización de la práctica y notación de la práctica.

Las textualizaciones, tales como las videograbaciones, la fotografía y las notas, no pueden ser definidas como notaciones, ya que permanecen demasiado "fieles" a la práctica misma y a su densidad fenomenológica. Visto así, no pueden responder a los criterios de notación que apunta la visualización "desde arriba" de la totalidad de las acciones de-fenomenalizadas y que permite cartografiar la emergencia de cada gesto, su duración, crecimiento y sucesiones. La notación no intenta presentarse de la misma manera que los testimonios de la práctica sino, por el contrario, como una reconstrucción de la práctica que señala homogeneidades y heterogeneidades entre las configuraciones de gestos, los comienzos (los pasos incoativos), los momentos de pausa, los tempo de la duración, el tipo de participación corporal de los actores, etc. El objetivo radica en la identificación de la emergencia de módulos de acciones que están más o menos repetidos, más o menos en contraste los unos con los otros, más o menos fijos o alterables y que pueden hacer evidente, de forma visual, un microalfabeto de las estructuras de la acción, o, al menos, un conjunto de patrones.

Para desarrollar nuestra reflexión antes de enfrentarnos al corpus seleccionado —las prácticas profesionales de un equipo de arquitectos ocupado en un momento creativo de colaboración—, queremos recordar los últimos avatares de la teoría de la enunciación que, tanto en su declinación textualista como en sus declinaciones más fenomenológicas o bien ligadas a la descripción de las culturas, aparece siempre en el fundamento de nuestra metodología disciplinar.

 

2. El debate sobre la enunciación

En los últimos quinces años, las investigaciones semióticas han teorizado sobre al menos tres tipos de niveles enunciativos según los grados de estabilización (soporte) y de clausura (bordes) del objeto de análisis. Es decir, la enunciación enunciada (concerniente a los simulacros de la subjetividad en discurso), la praxis enunciativa (concerniente a las transformaciones internas de una cultura y entre diferentes culturas) y la enunciación en acto (perteneciendo a un conjunto de acciones a capturar en su despliegue). Estas tres declinaciones de la teoría de la enunciación deberían permitirnos examinar la manera en que se apoyan sobre una teoría general del sentido para construir de manera particular el objeto de la disciplina.

Para resumir brevemente el debate, sobre todo franco-italiano, de la enunciación y los planos de inmanencia, nos apoyaremos en la teoría de Fontanille —que no plantearemos pues es bien conocida—, y en las proposiciones de Claudio Paolucci expuestas en su obra Strutturalismo e interpretazione14 publicada en 2010.

Si la teoría de la enunciación, en términos generales, es la teoría de la distribución de la subjetividad en el interior del discurso, uno de los grandes méritos de la semiótica greimasiana es haber tratado de describir, a través del concepto de enunciación enunciada, los simulacros de la subjetividad en diferentes lenguajes (por ejemplo pictórico, fotográfico, audiovisual).15

En su obra, Paolucci asume una postura en relación con esta tradición. Muestra que la subjetividad teorizada por Greimas y Courtés en su diccionario16 —donde todo está dado como simulacro y enunciado— guarda, bajo la mirada de Benveniste, un yo-aquí-ahora como fuente y marca de todo discurso. Esto implica que las localizaciones deícticas mantengan vigente un modelo de análisis extralingüístico: el de la situación de comunicación. De esta formulación deriva que Paolucci considere que la teoría semiótica de tradición benvenisteana —cuyos principales representantes son Greimas, Fontanille y Coquet— tiene su principal falla en la jerarquización del "yo-tú" en relación con "él" de la tercera persona.

Esta "superioridad" del yo-aquí-ahora —fuente de toda predicación— sobre la tercera persona —resultado secundario de una relación yo-tú in presentia— había sido ya criticada por el investigador italiano Giovanni Manetti,17 como una "brecha en el estructuralismo". En otras palabras, ¿el yo-aquí-ahora puede ser considerado como una persistencia del trascendentalismo, y agregaríamos del logocentrismo? ¿La teoría de enunciación, entendida como brecha en el estructuralismo, ha trastocado la inmanencia hjelmsleviana con relación a la lógica del texto? ¿O bien, la inmanencia textual ha podido vivir al lado de este callejón sin salida entre simulacros discursivos y situación de comunicación apuntada por Paolucci?

La tradición semiótica de los deícticos, como sabemos, se distingue del modelo de la enunciación impersonal propuesta por Christian Metz,18 la cual está centrada sobre una subjetividad difusa y no deíctica, al igual que el modelo de la semiótica interpretativa peirceana, y desarrollada en Italia por Umberto Eco,19 Patrizia Violi20 y Claudio Paolucci.

En primer lugar, es necesario precisar que Metz, a diferencia de la escuela peirceana de Italia, mantiene una posición textualista (y específica del texto fílmico). La semiótica interpretativa no reduce la enunciación impersonal a una propiedad del enunciado sino que utiliza la noción de enunciación impersonal para concebir la relación entre los diferentes planos de inmanencia presentes en el funcionamiento de la enciclopedia —la enciclopedia es también un modelo de funcionamiento del sentido dispuesto en rizoma. La puesta en función de la enciclopedia, y por tanto, de toda fuente del acto que gestiona la actualización y la organización de las redes de sentido, se apoya sobre un evento enunciativo que es concebido como impersonal.

Habría dos maneras de rebasar la noción de enunciación en tanto teoría de los deícticos y de los embragues. La primera solución es la de una enunciación enunciada impersonal que refleja en el interior del enunciado un conjunto de actos y de praxis. Ésta es la solución de Metz. La segunda solución, propia de la semiótica interpretativa, sería concebir la enunciación impersonal como dispositivo regulador del funcionamiento de la relación entre prácticas de donación y de generación del sentido en el interior de una cultura. En este segundo caso, no se trata de enunciación enunciada de naturaleza impersonal sino de una enunciación entendida como dispositivo de control, de orientación y de gestión de las actividades de asimilación/rechazo/transformación de lo nuevo y de lo extraño en las prácticas sociales cotidianas. Falta concebir el modelo de la praxis enunciativa que, en Fontanille y Zilberberg,21 está determinada por los modos de existencia: virtualización, actualización, realización, potencialización.

No se trata sólo de declinar la enunciación enunciada según la impersonalidad metziana sino también de trasladar esta impersonalidad en el interior de la jerarquía de los planos de inmanencia construidos por Fontanille. En todos los casos, en el marco jerárquico de Fontanille, cuanto más nos desplazamos hacia lo alto del texto a la forma de vida, más la estratificación de las enunciaciones permitirá la de-deictización de la enunciación. Por otra parte, en todos los planos de inmanencia señalados por Fontanille (texto, objeto, escena predicativa, estrategia y forma de vida), se pone en juego una declinación diferente de la teoría de la enunciación. Si bien es cierto que en el caso de la enunciación enunciada estamos aún ligados a la tradición de los deícticos y a la posición que se tiene que asignar al lector/observador modelo, en el recorrido ascendente entre texto, objeto, escena predicativa, es la relación entre una manipulación de simulacro —que es, pues, una manipulación posible— y una manipulación actuada que está en juego.

Para ser más precisos, retomemos a Fontanille. En Prácticas semióticas, examina cuatro niveles de modulación de la enunciación según los modos de existencia. Para explicar la integración del texto al objeto y sucesivamente a la práctica, propone tomar en consideración las tablas de arcilla del antiguo Medio Oriente:

El caso de los objetos es significativo en función del principio sobre el que reposa el conjunto de recorridos propuestos: el principio de integración progresiva por el intermediario de las estructuras enunciativas. En efecto, el texto-enunciado presenta dos planos de enunciación diferentes: (i) la enunciación enunciada, inscrita en el texto sobre la tabla, y (ii) la enunciación presupuesta que permanece virtual e hipotética. Así pues el objeto-soporte, con la tabla en la que se inscribe […] va a encarnar y a manifestar por sus propiedades materiales, el tipo de interacción enunciativa pertinente (aquí: proponer/aceptar, luego discutir/verificar/arbitrar). En resumen, el objeto-soporte de escritura integra el texto y proporciona una estructura de manifestación figurativa en los diversos aspectos de su enunciación […]. Por otra parte, en tanto que se trata de un cuerpo material, este objeto está destinado a prácticas y usos de estas prácticas que son en sí mismas enunciaciones del objeto. Bajo esta mirada, el objeto mismo no puede tener sino rastros de estos usos (inscripciones, desgastes, el paso del tiempo, etc.). Es decir, improntas enunciativas; su enunciación en uso permanece para lo esencial y, globalmente, virtual y presupuesta. Para encontrar manifestaciones observables de estas enunciaciones, tendremos que pasar al nivel superior, el de la estructura semiótica de las prácticas.22

En este extracto, Fontanille enumera varias declinaciones de enunciación:

1. La enunciación enunciada. Se trata de una enunciación virtualizada bajo formas de marcas en el enunciado: son los simulacros de subjetividad enunciativa.

2. La enunciación presupuesta por el texto enunciado, encarnada por el soporte-objeto —el que, a su vez, preselecciona el tipo de interacción enunciativa pertinente y posible durante las prácticas futuras de uso. Se trata de actos de enunciación posibles, actualizados por el soporte-objeto que enmarca el texto-enunciado.

3. Las improntas enunciativas depositadas sobre el objeto (enunciación-uso-presupuesto). Enunciaciones depositadas sobre un objeto como huellas que podrán actualizarse en las prácticas.

4. Y, finalmente, las enunciaciones-usos manifestadas efectivamente en la práctica. Son observables en acto, realizadas frente a nuestra mirada, durante las prácticas cotidianas.

Estas cuatro modulaciones del concepto de enunciación se encadenan en una jerarquía: lo que era solamente presupuesto en un nivel se manifiesta en otro superior como observable, gracias a un proceso que va de la virtualidad de los posibles a la actualización de los usos. Así pues, la enunciación debe concebirse como una interface modulable entre todos los niveles de pertinencia jerarquizados.

A partir de estas proposiciones, parece posible afirmar que la vía para seguir dando cuenta de la acción es la semiótica de la enunciación impersonal, cuyo estudio parte del acto en sí mismo para después atribuirle instancias enunciativas personales.

 

3. El Estudio Digital Colaborativo y la coagulación de la práctica

Volvamos sobre el corpus. Éste se conforma, en efecto, por prácticas de trabajo en equipo y, más específicamente, por la concepción arquitectónica colaborativa en presencia y a distancia.

El grupo de investigación Interfacultades ARC COMMON23 con el que trabajamos en la Universidad de Lieja, constituido por ingenieros, arquitectos, psicólogos del trabajo y semiotistas, produjo y sometió al análisis un estudio digital colaborativo.24 Éste permite que los arquitectos, quienes trabajan en ciudades lejanas, puedan trazar en tiempo real y de manera conjunta un mismo diseño a través del uso de una tableta digital compartida por los actores en juego.

En realidad, el Estudio Digital colaborativo (SDC) es un dispositivo material que asocia un módulo externo de videoconferencia y una oficina virtual (Figuras 1 y 2) y recrea las condiciones de la comunicación en copresencia. Cada trazo hecho por un arquitecto sobre la mesa virtual es inmediatamente visualizado sobre la mesa situada en la sede a distancia, lo que permite al otro arquitecto interactuar inmediatamente sobre el trazo propuesto, suprimirlo, modificarlo, etc. Todo gesto gráfico sobre la mesa es registrado por la máquina misma.

En nuestro recorrido metodológico, el estudio no partirá de la manera en que este texto gráfico (dibujo) es manipulado y, en términos más amplios, utilizado en el interior de una práctica; partimos de los parámetros que permiten estudiar la práctica colectiva de colaboración que se constituye, en su globalidad, como un evento impersonal.

En el interior de esta práctica de colaboración, podemos señalar dos tipos de textualización: las textualizaciones en acto (en particular, la producción de los diseños de los arquitectos) y las textualizaciones producidas por el observador/analista, tales como las fotos, videos o notas. Este segundo tipo de textualizaciones, analizante y para analizar, funcionan como interfaces y mediaciones entre las prácticas de textualización de los dibujos, dos arquitectos y el analista, englobando así las primeras textualizaciones (fotos, videos, notas). Las llamamos textualizaciones, pues se trata de gestos que se estabilizan sobre un soporte y conciertan, a través de un acto enunciativo, la escisión entre el plano de la expresión y el plano del contenido.

En otras palabras, esta aproximación metodológica propone, en primer lugar, el estudio de las coagulaciones de acciones en textualizaciones, producidas en el interior de una práctica profesional; es decir, el estudio de la transformación de los actos en trazos (dibujos, bosquejos, etc.) que se estabilizan de manera más o menos rápida y a través de diferentes ritmos sobre alguna base (en este caso, la mesa digital). En un segundo momento, estas textualizaciones, producidas en una práctica, se vuelven disponibles para el trabajo del analista gracias a textualizaciones verbales, fotográficas y audiovisuales de nivel superior que las filtran y las ponen en perspectiva: las textualizaciones añaden, a la perspectiva de los diseños, la perspectiva de la captura.

El analista debe discernir y esclarecer, dentro de las prácticas fenomenológicamente densas de la colaboración a distancia, los diferentes tipos de coagulación del sentido que producen las textualizaciones (diseños y anotaciones de los arquitectos) —aquí llamadas del nivel n-1. Será necesario estudiarlos a través de las textualizaciones de la práctica (notas, fotos, videograbaciones) —nombradas como n+1— y la práctica en acto, en donde n será el punto de partida. Estamos frente a diferentes niveles de coagulación de la práctica en textualizaciones producidas dentro y fuera de la práctica n. La práctica en sí misma es un evento evanescente y no repetible: posee un estatus autónomo en relación a las textualizaciones que produce (n-1) y que son producidas a partir de ella (n+1); es una dinámica de organización del sentido abierta que los diferentes niveles de textualización permiten parcialmente enmarcar.

Tomemos el caso de un video que exhibe una reunión de concepción colaborativa a distancia (Figura 3).

Los dos cuadros en lo alto de la composición representan a las arquitectas ocupadas en la concepción colaborativa a distancia. Estas dos imágenes provienen de la cámara instalada sobre la computadora. Los dos segmentos visuales posicionados abajo representan, desde lo alto, la mesa digital utilizada por las dos arquitectas y que es manipulable en tiempo real. Las textualizaciones internas a las prácticas (n-1) son identificables con los diseños y las anotaciones que el jefe de estudio y los colaboradores producen más o menos colectivamente. Estos diseños son textualizados a su vez por los observadores de la práctica a través de la foto, el video, los apuntes (n+1). Estas textualizaciones n+1, productos del analista e intermediarios entre la práctica y el análisis, son prótesis de la memoria del observador, que visualizan y organizan de manera diferente la "misma" práctica y que, más que estabilizarla y cosificarla como definitiva y determinada, la multiplican a través de perspectivas mediáticas diversas. Si los diseños y anotaciones producidos por las arquitectas son las textualizaciones-meta de la práctica de concepción (n-1), las textualizaciones video, las fotos y las notas producidas por el observador son, por el contrario, las textualizaciones-meta de la práctica analítica (n+1).

¿Cómo podemos describir la densidad sintáctica de estos diseños (n-1) con relación al acto mismo de trazarlos? ¿Se trata de la misma densidad? Evidentemente, no. Los diseños son menos densos que los gestos ya que encuentran un orden y una disposición sobre el soporte que los alberga, que dirige y ordena las reglas y los criterios de inscripción. Si los diseños "sustraen" los gestos de la densidad fenomenológica, estas textualizaciones, que calificaremos como trazantes, suponen canalizar las intenciones de los gestos, someterlos a las reglas y exigencias tanto del plano de la expresión como del soporte formal, así como a las coerciones de la colaboración del colega distante (corrección/ajuste/supresión).

Al contrario de los textos, las textualizaciones n-1, son aún manipulables y modificables durante la práctica en curso (las textualizaciones n+1, por su parte, se representan en progreso). No obstante, al mismo tiempo, poseen un soporte que les dará suficiente solidez y estabilidad para poder ser extraídas, en su calidad de futuros textos, de la práctica de la producción para después ser transportadas hacia otras prácticas (observación, mostración, revisión, etc.). Dicho esto entre paréntesis, consideramos las conversaciones entre las arquitectas como textualizaciones de naturaleza diferente de la que poseen los diseños: éstas se inscriben en el espacio acústico de la práctica, sin embargo, no están ancladas a un soporte con duración: su carácter efímero les impide ser extraídas de la práctica de origen y ser transportadas al interior de otras prácticas.

 

4. Observaciones y textualizaciones

Hemos examinado el estatus de las textualizaciones n-1; es decir, las textualizaciones producidas por la práctica de concepción (los diseños y las anotaciones); pasemos ahora al análisis en detalle de las textualizaciones que son, por su parte, producidas por la observación participativa (n+1).

¿Sobre qué textualizaciones podemos basarnos para analizar una práctica que es, en este caso, a su vez productora de textualizaciones? ¿Cómo poner en relación los ritmos de textualización internos a la práctica con los ritmos de textualización externos a la práctica? Dicho de otra forma: ¿cómo relacionar las modalidades de producción de las textualizaciones n-1 (gestos y trazado) con los medios que los textualizan n+1 (notas, fotos, videos)?***

Nuestras observaciones de campo dieron lugar a tres tipos de textualización de la práctica de concepción arquitectónica:

1. Las notas, que podemos definir como un tipo de textuali­zación caracterizado por la puntuación y la linealidad. Puntuación en el sentido en que las notas segmentan la práctica y recuperan momentos claves o tendencias; linealidad, pues el soporte de la escritura y las reglas que lo sostienen aseguran una lectura lineal de izquierda a derecha.

2. La fotografía, sobre todo en el caso de colaboración en copresencia, ciertamente puede darle a la sesión una mayor fidelidad en comparación con las notas; no obstante, puede mostrarse menos manipulable y menos flexible que la escritura en su función protoanalítica. Tal como las notas, la foto puede detener momentos únicos de la práctica (Figura 4) o bien, resumirlas en una visión más global. En especial, cuando una acción se detiene sobre un problema o sobre una indecisión (Figura 5). Asimismo, la fotografía puede ser definida como una textualización puntual, ya que segmenta, extrae, ordena y orienta la acción de manera diferente que la acción misma, se superpone a ella al momento de seleccionarla. A diferencia de las notas, la lectura de una foto construye un recorrido tabular, ya que se realiza por saltos analógicos entre los diferentes centros de atención y las diferentes saliencias perceptivas.

3. El video, cuyo punto de vista está fijado desde lo alto en la práctica de co-presencia (Figura 6), puede aparecer como la representación más fiel en la medida en que sigue el despliegue de los actos, los acompaña y los restituye a través del filtro de una mirada dominante que hace emerger todos los gestos y actos de los actores en juego. La grabación del video permite desde ya una primera esquematización de los actos realizados, que posteriormente será formalizada por la notación (se trata, por el contrario, de una visualización/reconstrucción ex-post). De cierta manera, la grabación del video se podría describir como una textualización durativa y definida como un lugar de encuentro entre la lectura fundada sobre el recorrido lineal y la lectura fundada sobre el recorrido tabular. De hecho, el video asocia la linealidad del movimiento de la imagen en el tiempo, trazando un antes y un después, e incluso un desarrollo, a las reglas de la tabularidad: la lectura lineal se cruza con la lectura en el interior del espacio de cada fotograma que procede por saltos perceptivos. La lectura del video permite un cruzamiento entre la lectura de las formas que se transforman (o que permanecen estables) a lo largo de todo el recorrido audiovisual (linealidad y horizontalidad) y las líneas de fuerza que emergen de la relación entre topología del fotograma y las formas que este último aloja (tabularidad).

 

4. La notación

Si las tres textualizaciones que acabamos de examinar son de cierta manera autográficas, en la medida que muestran los resultados de gestos únicos y no repetibles del cuerpo —de igual modo mientras son trazadas por la mano o por un gesto mixto, humano y tecnológico/digital—,25 la notación, por el contrario, funciona de forma diferente (Figura 7).

Esta notación muestra las diferentes formas de interacción gráfica entre los arquitectos y la mesa digital, su repartición, distribución y tematización. Esta esquematización de las actividades gráfico-gestuales sigue dos ejes: el eje vertical marca la posición de los interlocutores (la línea punteada marca la separación física de los dos equipos) y el eje horizontal marca un referente temporal (línea del tiempo). Las diferentes intervenciones gráficas están representadas por segmentos cuya amplitud indica la duración y cuya posición corresponde a un espacio/tiempo preciso de la interacción (Figura 8). Cada segmento está coloreado según la tematización de los actos gráfico-gestuales: el rojo corresponde a gestos de mostración, a deícticos. El azul corresponde a la figuración de un objeto; el naranja, a la figuración de un movimiento; y el verde, a intervenciones sobre relaciones a escala de proporción y de punto de vista. Asimismo, en cada intervención gráfica, sería posible advertir la distinción del documento sobre el que dicha intervención es practicada (sobre un plano, una sección, en los márgenes del documento, etc.). En cuanto a los rectángulos malvas, se encuentran superpuestos sobre el esquema para señalar las manipulaciones de los documentos gráficos y mostrar las modificaciones de la notación de los rasgos, así como de los encuadres (ampliaciones/reducciones, etc.).26

Esta visualización/formalización de las intervenciones gráficas sobre la mesa gráfica permite hacer emerger la distribución de las acciones de los diferentes arquitectos sobre la interface del diseño digital, así como señalar si se trata de diseños colectivos o individuales.

La notación es la única representación de la práctica que, en términos de Goodman, se puede definir como alográfica; es decir, una representación que, contrariamente a las otras textualizaciones, no imita ni sigue el despliegue de las acciones, sino que selecciona ex post los momentos de pausa, de ruptura, de reanudación, y, finalmente, pone en escena los módulos que reconstruyen la práctica a través de la constitución de unidades distintas y de la producción de un alfabeto local de acciones. La notación no sólo visualiza el conjunto de gestos, sino que pone en escena sus ritmos y sus cadencias gracias a la constitución de homogeneidades locales que permiten la generación de módulos, los cuales son unidades de acción: así, la notación ofrece una visualización de los lugares de gramaticalización de la práctica.

 

Conclusiones

Para concluir, volvamos sobre la cuestión que planteamos al principio de este trabajo: ¿cómo estudiar la práctica sin traicionar la especificidad, sin considerarla un texto irénico, determinado, y sí valorizando su estatuto de actividad y de organización abierta, su disponibilidad a la manipulación por parte de los actos que participan? Y ¿cómo dar cuenta de su carácter efímero sin volverla inaccesible o inasible?

Una vía posible es la de construir una plataforma de traducciones entre los diferentes tipos de textualización (notas, videograbaciones, fotos) y la notación. Esta plataforma será una suerte de traducción/trasposición diagramatizante. Retomamos la acepción de diagrama de Nelson Goodman27 quien ubica el diagrama en el espacio de transposición mutua y local entre textualidades fundadas sobre densidades sintácticas diferentes y sobre diferentes tipos de valorización del soporte y del punto de vista, cuyas polaridades son la autografía y la alografía. Las operaciones del entrecruzamiento y de transponibilidad/traducción de las textualizaciones n+1 permiten estudiar la práctica como algo que está aún en acto durante el proceso mismo de análisis, ya que el análisis atraviesa las textualizaciones, identifica las conmensurabilidades locales entre unas y otras, así como pone en escena los intervalos entre las diferentes formas de representación/mediación.

Resumamos, pues, las etapas del recorrido que hemos propuesto a lo largo de este artículo. La multiplicación y diversificación de las representaciones y visualizaciones permite 1): domesticar el carácter efímero de la práctica; 2) cartografiarla por un cruzamiento de puntos de vista y de especificidades de mediación; y, 3) es redinamizada a través de la comparación/traducción de las diferentes textualizaciones y la proyección de una sobre otra. Es el acto de proyección de una visualización sobre la otra lo que permite la confrontación y la traducción a través de una modalidad de análisis que tiene el mérito de imitar la práctica-objeto de análisis recorriendo el cruce, no de las acciones, miradas y palabras, sino de sus textualizaciones. Dado que no es posible dar cuenta de la práctica en acto de forma directa, el analista debe hacerlo a través de la puesta en relación entre sus textualizaciones y notaciones que transforman la práctica en una diagramática de mediaciones que es, por definición, una transposición y una búsqueda de conmensurabilidad entre densidades sintácticas y puntos de vista diferentes.

Nuestra propuesta metodológica es, a fin de cuentas, una proposición de fidelidad: se trata de concebir el análisis como un proceso de traducción, transposición y proyección que pueda dar cuenta de la precariedad y del carácter provisional de cada gesto en el interior de la práctica estudiada: no es sino a través de esta movilidad del punto de vista durante el análisis como se podrá tener el control, justificar la sintagmática y develar el sentido.

 

Referencias

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Notas

Traducción de Cinthya Estrada Bermúdez

* Agradecemos de todo corazón a Jean-Pierre Bertrand por la lectura del presente texto y los consejos otorgados; así también, agradecemos a los participantes del Seminario de Semiótica << Sémiotique et sciences humaines II. Principe d’immanence et entour pragmatique >> (2013-2014), especialmente a Pierluigi Basso Fossali y a los organizadores del Seminario: Denis Bertrand, Jean François Bordron, Ivan Darraul-Harris y Anne Hénault. Un gran reconocimiento a Pierre Leclercq, coordinador del proyecto ARC Common (ULg, 2011-2014) y a los participantes del proyecto por la conformación en común del corpus.

** Nos referimos especialmente a las modalizaciones que permiten a Fontanille distinguir entre praxis, procedimiento, conducta, protocolo y ritual, y que son organizadas por múltiples combinaciones de la programación y del ajuste.

*** No se puede considerar la memoria del observador como una textualización, ya que se trata de un trazo efímero y difícil de objetivar sin los instrumentos de las ciencias cognitivas. La memoria no tiene densidad fenomenológica estable y ella no es entonces recuperable en nuestro trabajo.

1 Cfr. Jacques Fontanille, Pratiques sémiotiques, París, PUF, 2008. Considérese también la literatura semiótica producida en Italia: el número 5 de la revista italiana Semiotiche, coordinada por Pierluigi Basso Fossali, "Testo, pratiche, immanenza" que recoge, entre otras cosas, artículos de Denis Bertrand, Anne Beyaert-Geslin, Jean-François Bordron, Jacques Fontanille, François Rastier. Disponible en: http://www.fonurgia.unito.it/andrea/pub/semiotiche5.pdf y también las obras de Gianfranco Marrone que defienden la textualidad realizada como una sola magnitud posible del análisis semiótico. Asimismo, cfr. Gianfranco Marrone, L’invenzione del testo. Una nuova critica della cultura, Roma-Bari, Laterza, 2010.

2 En este trabajo no tomaremos en consideración los comentarios de los actores sobre sus acciones. Sin embargo, estamos conscientes de la necesidad de esta aproximación complementaria que puede nutrirse de las entrevistas del tipo comprehensivo. Para entender la semántica de la acción, cfr. Jean-Claude Kauffman, L’entretien compréhensif, París, Nathan, 1996. Nuestro trabajo se limitará, por ahora, a una exploración de la factibilidad de las mediatizaciones de la práctica, tales como las textualizaciones en vivo y la notación ex post.

3 Cfr. la intervención de Jacques Fontanille del 4 de diciembre de 2013: << La sémiotique face aux nouveaux défis sociétaux des shs >> en el Seminario de París IV-Sorbona, concernientes a las posibles contribuciones de la semiótica en el mundo de la gobernabilidad, de la toma de decisiones, del riesgo y de las organizaciones.

4 Jacques Fontanille, Pratiques sémiotiques, op. cit.

5 Ibid., p. 14.

6 Sobre la noción de iconicidad y sobre la relación entre semiótica hjelmsleviana y semiótica peirceana, cfr. Jean-François Bordron, L’iconicité et ses images, París, PUF, 2011. Cfr. también las notas de Pierre Boudon, 2011. Disponibles en http://epublications.unilim.fr/revues/as/862 y de Maria Giulia Dondero, en Actes Sémiotiques, 2011. Disponible en: http://epublications.unilim.fr/revues/as/840

7 Op. cit.

8 Charles Goodwin, "Professional vision", American Anthropologist, vol. 96, núm. 3, 1994, pp. 606-633; y, del mismo autor, "The Blackness of Black: Colour Categories as Situated Practice". En Resnick Lauren B., Säljö Roger, Pontecorvo Clotilde, Burge Barbara (eds.), Discourse, Tools and Reasoning: Essays on Situated Cognition, Berlín-Heidelberg-Nueva York, Springer, 1997. Disponible en: http://www.sscnet.ucla.edu/clic/cgoodwin/97black.pdf; "Practices of Seeing: Visual Analysis. An Ethnomethodological Approach", Van Leeuwen, Theo et Jewitt Carey (eds.), Handbook of Visual Analysis, Londres, Sage Publications, pp. 157-182. Disponible en: http://www.sscnet.ucla.edu/clic/cgoodwin/00pract_see.pdf, 2000; Il senso del vedere, Roma, Meltemi, 2003. Disponible en: http://www.ec-aiss.it/biblioteca/biblioteca.php

9 Lorenza Mondada, Chercheurs en interaction. Comment émergent les savoirs, Lausana, Presses Polytechniques y Universitaires Romandes, 2005. Cfr. también, Valérie Angenot, Maria Giulia Dondero, Guillaume Joachim et Shima Shirkhodaei, << Sémiotique de la communication en coprésence et à distance. Du textualisme à la sémiotique des pratiques >>, Interfaces numériques, vol. 2, núm. 3, 2013, pp. 531-567.

10 Cfr. Lucy Suchman, Plans and Situated Actions: the Problem of Human/Machine Communication, Cambridge, Cambridge University Press, 1987.

11 Cfr. Edwin Hutchins, Cognition in the wild, Cambridge, mit Press, 1995.

12 http://www.coursdaction.fr/accueil.htm

13 Jean-Marie Floch, << Ête-vous arpenteurs ou somnambules ? L’élaboration d’une typologie comportementale des voyageurs du métro >>, Sémiotique, Marketing et Comunication, París, PUF, 1990, pp. 19-48 [Versión en español: "¿Es usted agrimensor o sonámbulo?, en Semiótica, marketing y comunicación. Bajo los signos las estrategias, Barcelona-Buenos Aires-México, Paidós Comunicación, 1993, pp. 37-53].

14 Claudio Paolucci, Strutturalismo e interpretazione, Milán, Bompiani, 2010. Cfr. especialmente el último capítulo: "Enunciazione ed effetti di soggettività", pp. 433-500.

15 Cfr. Jacques Fontanille, Les espaces subjectifs. Introduction à une sémiotique de l’observateur, París, Hachette, 1989; Pierluigi Basso Fossali et Maria Giulia Dondero, Sémiotique de la photographie, Limoges, Pulim, 2011; Maria Giulia Dondero, << Rhétorique et énonciation visuelle >>, Visible núm. 10, 2013a y << Rhétorique et visualisation scientifique >>, Chatenet et Mattozzi (dirs.), 2013b, pp. 9-31.

16 Algirdas Julien Greimas et Joseph Courtés, Sémiotique. Dictionnaire raisonné de la théorie du langage, París, Hachette, 1979.

17 Giovanni Manetti, La teoria dell’enunciazione. Le origini del concetto e alcuni più recenti sviluppi, Siena, Protagon, 1998.

18 Christian Metz, L’énonciation impersonnelle ou le site du film, París, Klincksieck, 1991.

19 Umberto Eco, Trattato di semiotica generale, Milán, Bompiani, 1975; Umberto Eco, Sémiotique et philosophie du langage, París, PUF, [2013] 1984.

20 Patrizia Violi, "Il soggetto è negli avverbi. Lo spazio della soggettività nella teoria semiotica di Umberto Eco", E/C Rivista dell’AISS Associazione Italiana di Studi Semiotici, 2006.

21 Cfr. Jacques Fontanille et Claude Zilberberg, Tension et signification, Lieja, Mardaga, 1998.

22 Jacques Fontanille, Pratiques sémiotiques, op. cit., pp. 23-24 [El subrayado es nuestro].

23 ARC COMMON. ARC significa, según sus siglas en francés: Proyecto de Acciones de Investigaciones Concertadas (Projet d’Actions de Recherche Concertées), y common: Colaboración Mediatizada Multimodal natural (Collaboration Médiatisée Multimodale Naturelle) (2011-2014). Disponible en http://139.165.65.76/common.ulg.ac.be/web/app_dev.php

24 http://www.ulg.ac.be/cms/c_147500/fr/lucid-presente-le-studio-digital-collaboratif.

25 Sobre autografía y alografía, cfr. Nelson Goodman, Languages of Art, London, Bobbs Merrill, 1968 [Versión en francés: Langages de l’art. Une approche de la théorie des symboles, tr. fr. J. Morizot, París, Hachette, 2005]. Véase también, Maria Giulia Dondero et Jacques Fontanille, Des images à problèmes. Le sens du visuel à l’épreuve de l’image scientifique, Limoges, PULIM, 2012.

26 Para una descripción más detallada de esta notación, cfr. V. Angenot, Maria Giulia Dondero, Guillaume Joachim, S. Shirkhodaei (2013), op. cit. y la tesis de doctorado en arquitectura de Guillaume Joachim, << L’utilisation de représentations externes en conception architecturale collaborative médiée par ordinateur : le cas de la collaboration synchrone distante >>, en el marco del cual ha sido producida esta notación.

27 Op. cit.

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