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versión On-line ISSN 2594-0619versión impresa ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  no.32 Puebla jul./dic. 2014

 

Louis Panier (1945-2012), semiotista y teólogo

 

Ledia Dema*, Martine Groccia** y Christian Uwe***

 

* Profesora del Centro Internacional de Estudios Franceses, Universidad de Lyon 2, Francia. 16, quai Claude-Bernard, 69365 Lyon, Francia. Teléfono: + 33 (0)478 69 74 35. Correo electrónico: ledia.dema@univ-lyon2.fr

** Profesora del Departamento de Ciencias del Lenguaje, Universidad de Lyon 2. Campus Porte des Alpes, 5 avenue Pierre Mendés-France, 69676 Bron Cedex, Francia. Teléfono: + 33 (0)4 78.77.24.29. Correo electrónico: martine.groccia@univ-lyon2.fr

*** Profesor del Departamento de Letras Modernas, Universidad Católica de Lyon. 25 rue du Plat, 69002 Lyon, Francia. Teléfono: + 33 (0) 426 84 52 39. Correo electrónico: chrisleast@yahoo.fr

 

Queremos agradecer efusivamente a Marie-
Claude Giroud-Panier por su cálida recepción
y su confianza, así como a Jean-Claude Giroud,
colega y amigo de larga data de Louis Panier,
por su gentileza y su disponibilidad. Gracias a
ellos por la riqueza de su testimonio, el cual nos
permitió, además de escribir estas líneas, evocar
con emoción la memoria de Louis.

 

El 24 de octubre de 2012, en Lyon, se apagaba la vida de Louis Panier, semiotista y teólogo cuyas investigaciones han impactado fuertemente a la semiótica leonesa. Su trayectoria universitaria, comenzada en la Facultad de Teología de la Universidad Católica de Lyon en donde enseña teología, lo asocia de cerca a la creación y a los trabajos del Centro para el Análisis del Discurso Religioso (CADIR), laboratorio de semiótica adscrito a la misma universidad. En sus inicios, el CADIR se dedicó a profundizar los trabajos del Seminario de París de Greimas y reunía a investigadores cuyos campos de investigación cubrían, por supuesto, la semiótica y la teología, pero también la literatura o bien el psicoanálisis. A mediados de los años noventa, Louis Panier se convirtió en profesor en la Universidad de Lyon donde se encargaría, entre otras actividades, de iniciar a jóvenes estudiantes en la investigación. En dicho contexto conocimos a este hombre cuya bondad y generosidad sólo tenían parangón con la agudeza de su inteligencia, de la cual da testimonio su valiosa y abundante publicación, reseñada, en fechas recientes, en un número de Sémiotique et Bible1 y que da una idea de las preocupaciones y problemáticas que daban sustento a sus investigaciones.

Este artículo consta de tres partes: la primera estará dedicada a una breve biografía de la obra científica de Louis Panier, a través de un recuento de los momentos claves de sus actividades tanto de investigación como de docencia; la segunda parte pondrá el acento sobre el doble recorrido de este autor y volverá sobre las problemáticas semióticas y teológicas que marcan sus investigaciones; y la tercera permitirá a cada uno de nosotros hacer un homenaje personal a quien fue nuestro director de tesis, para enfatizar las inquietudes de nuestro profesor durante la última década.

 

1. Biografía

Teología y semiótica: he ahí dos disciplinas de las ciencias humanas cuyos centros de interés son distintos y que dialogan hoy en día de manera fructífera, en particular gracias al trabajo de un hombre, Louis Panier. Su trayectoria de investigación da fe de una igual atracción por estas dos ciencias y de una constante preocupación por alimentar a ambos campos científicos. En efecto, entre un Master de teología en la Universidad Católica de Lyon, obtenido en 1972, y una carrera docente en la Universidad de Lyon 2 en la que fue nombrado, en 2010, profesor emérito de semiótica, pasaron cuarenta años de un recorrido a la vez rico y singular.

La vida científica de Louis Panier inicia en los años setenta. Siendo estudiante de la Universidad Católica de Lyon, ya muestra interés por la condición de la escritura: su tesis de maestría, realizada en la Facultad de Teología, se articula en particular alrededor de las problemáticas de la escritura bíblica, de la fe y de la revelación. En 1975, de inicio, trabaja como docente, y, tres años más tarde, asume el cargo de Maestro de Conferencia de teología dogmática en el seno de esta misma facultad. Participa, entonces, en un grupo de trabajo que reúne a exégetas de la Biblia alrededor de Jean Delorme, grupo de trabajo que dará origen al CADIR.

Paralelamente, la semiótica da sus primeros pasos en el corazón del estructuralismo, abriendo nuevos horizontes científicos que Louis Panier no dejará de interrogar en su investigación teológica. Un encuentro importante determinará dicho interés por esta nueva disciplina; el encuentro con A. J. Greimas, quien se interesará en modo muy especial por el trabajo sobre la Biblia que se realiza en el seno del CADIR. Así, posteriormente, tendrán lugar intercambios regulares entre el CADIR y el Seminario de Semiótica de París: A. J. Greimas participa regularmente en Lyon, tanto como el propio Panier y sus colegas divulgan, en París, los trabajos leoneses.

Estos intercambios se concretan en particular mediante un doctorado en lingüística que Greimas dirigirá y que Louis Panier obtendrá en 1976, doctorado2 que atestigua una orientación definitivamente bi-disciplinaria de su trabajo como investigador y un interés siempre creciente por la semiótica. Dicho interés tomará distintas formas, como por ejemplo, la instauración de sesiones de presentación y de formación en semiótica en las que Louis Panier participará activamente como formador a lo largo de diez años,3 o bien mediante la publicación de dos obras escritas en colaboración con el Grupo Entrevernes desde finales de los años setenta: Signos y parábolas. Semiótica y texto evangélico, en 1977, la versión francesa, y en 1979, la versión española; Análisis semiótico de textos, en francés, en 1979, y en español, en 1982. Este trabajo colectivo, a la vez de investigación y difusión del conocimiento —en el que Louis Panier se involucra completamente dedicándose a dar a conocer los textos teóricos de la semiótica y a motivar el diálogo entre teoría y semiótica aplicada— muestra la importancia que él le daba tanto al desarrollo de la semiótica como a su transmisión.

En el plano teórico, las investigaciones e interrogantes de Louis Panier se focalizan en particular sobre la problemática de lo figurativo, a tal grado que llega a poner en tela de juicio el recorrido generativo de Greimas, para quien lo figurativo no tendría autonomía, propiamente hablando. Louis Panier desarrolla poco a poco un postulado inverso, acercándose, de esta manera, a la perspectiva semiótica de Jacques Geninasca, la cual responderá mejor a lo que Panier descubre en los textos. Desde entonces, y a partir de los años ochenta, ésta será, para Louis Panier, una búsqueda teórica a la que no dejará de contribuir, sobre todo al interesarse en corpus variados y polisemióticos.

Este periodo, es decir la década de 1980, es también el de los inicios de los cuestionamientos en torno a la enunciación, los cuales interpelan fuertemente a Louis Panier, a la luz de sus investigaciones sobre la escritura y la lectura de los textos. Esta problemática de la enunciación, introducida en Francia por Benveniste y desarrollada en Lyon en especial por los trabajos de Catherine Kerbrat-Orechioni, estará en el centro de las discusiones en los seminarios de investigación del GRIC4 de Lyon 2, a los que Louis Panier asistirá de manera activa, estableciendo así vínculos con la Universidad. Estos vínculos se concretizarán gracias a una Habilitación para Dirigir Investigaciones, validada en 1987,5 luego mediante su incorporación al Departamento de Ciencias del Lenguaje de Lyon 2 como Profesor de Universidad, en 1993. A partir de 1996, asumirá la tarea de director de investigación y será responsable del Equipo "Lenguas, Textos, Imágenes".

A lo largo de estos años de investigación y de docencia, Louis Panier siempre demostrará una gran curiosidad y una gran sensibilidad hacia diferentes acercamientos científicos que desembocarán en una fecunda vida científica. Participará en varias ocasiones en los seminarios internacionales de lingüística y de semiótica de Urbino, lo que le dará, por ejemplo, la oportunidad de colaborar con Michel de Certeau en un trabajo sobre el discurso místico, publicado en 1986.6 Continúa incansablemente su trabajo sobre los textos bíblicos en el seno del CADIR; su interés por el psicoanálisis, las lecturas de Lacan, la literatura y la didáctica alimentan sin cesar sus investigaciones y construyen progresivamente su tan peculiar acercamiento semiótico. De este incesante diálogo entre las disciplinas emerge, en efecto, una inteligencia semiótica singular, en la que las problemáticas de la figuratividad y de la enunciación se articulan alrededor de la cuestión central del Sujeto, y en la que la investigación llega a una teoría muy finamente elaborada de la lectura y de la interpretación de los textos, teoría que se amplía a la práctica misma de la semiótica, es decir a la "experiencia de un sujeto comprometido con la lectura, con la construcción de una coherencia de discursos sobre los objetos que se dan a percibir".7

A partir de 1990, Louis Panier dirigirá y animará numerosos seminarios de semiótica en Lyon. Dentro del CADIR8 de la Universidad Católica, impulsará en particular seminarios de lecturas de textos teóricos semióticos. En el seno de los laboratorios de investigación de la Universidad de Lyon 2, el GRIC hasta 2003, posteriormente ICAR, conducirá la investigación semiótica en torno a una selección de temáticas. A modo de ejemplo, durante 2010, las reflexiones pudieron versar sobre: "los signos ostensivos", que implican un uso normativo de los signos; "corpus y materialidad", que discute una redefinición de las relaciones materia-forma-sustancia en cuanto a la materialidad "sensible" de ciertos corpus; "narratividad y enunciación" o cómo la narratividad se construye según los diferentes formatos enunciativos inducidos o autorizados por los géneros; la oposición conceptual de Wittgenstein "decir / mostrar" y sus implicaciones en semiótica; "polisemioticidad y conversiones enunciativas" donde los corpus (poli)semióticos son estudiados a partir de cómo ellos programan ciertos modos de recepción.

Dichos seminarios fueron parte integrante de la formación de los estudiantes de semiótica del Departamento de Ciencias del Lenguaje de la Universidad de Lyon 2. En efecto, no olvidemos que paralelamente a esta vida de investigación, Louis Panier fue el iniciador de un cursus de enseñanza de semiótica en Lyon 2, programa cuyo desarrollo es particularmente extenso, siendo así que la enseñanza de la semiótica está presente en todos los niveles de formación, del primer año hasta el doctorado, lo cual ha contribuido, sin lugar a duda, al desarrollo de la semiótica en Lyon.

 

2. La doble trayectoria del semiotista y del teólogo

Ya hemos mencionado las dos tesis de doctorado defendidas por Louis Panier: señalan dos momentos claves de una investigación que siempre se preocupó por poner a dialogar a la semiótica y la teología. En el corazón de este diálogo, una preocupación parece ser constante: la enunciación.

2.1. La problemática de la enunciación en los trabajos de Louis Panier

El primer fruto de las investigaciones de Louis Panier se confunde con la tesis de lingüística preparada en la EHESS bajo la dirección de A. J. Greimas y presentada en la Universidad de París X, Nanterre, en marzo de 1976. Titulada Récit et commentaires de la tentation de Jésus au désert: approche sémiotique du discours interprétatif (Relato y comentarios de la tentación de Jesús en el desierto: acercamiento semiótico del discurso interpretativo), esta tesis establece las bases de una investigación que, con una constancia notable, se articulará alrededor de la cuestión de la lectura como actividad semiótica. La perspectiva adoptada en esta tesis no es la de un comentario de texto evangélico, sino más bien la de un comentario del comentario, verdadera observación de la manera como los Padres de la Iglesia leían el texto evangélico. Así se anuncia la problemática central de esta tesis:

Tomar el comentario como una producción discursiva y dar cuenta de la organización de su texto en su materialidad, para mostrar tal vez que los procedimientos que consisten en rodear al texto leído por los comentarios terminan por ser un "trabajo" del texto leído en el comentario, un trabajo del discurso en la lengua, y de la lengua en el discurso.9

La lectura produce, en efecto, un discurso sobre un discurso en este sentido que, para decir el sentido de un texto, es necesario producir un nuevo texto. El texto-lectura, el texto de comentario tiene, pues, la particularidad de existir dentro y gracias a la relación que mantiene explícitamente con otro texto que lo precede, y del que pretende mostrar el sentido. Sin embargo, en la perspectiva semiótica que se elabora en estos años setenta, el sentido no está contemplado como "un dato por transmitir" o por ser recabado, sino más bien como "un efecto del que podemos reproducir los procedimientos de constitución".10 Desde este punto de vista, el texto-leído tiene una presencia real y transformada en el texto-lectura. Para exponer esta relación entre ambos textos, así como la construcción de sentido que resulta, la primera tesis de Panier se propone no "avanzar en la construcción teórica de la semiótica discursiva [entonces en proceso de elaboración] sino utilizar sus instrumentos para dar cuenta de este campo específico del discurso que es el comentario".11

Así, pues, la primera tesis privilegia la aplicación de la semiótica de Greimas a un objeto literario específico: el texto de comentario. Sin embargo, plantea los términos de una preocupación que iba a permanecer en el centro de los trabajos de Louis Panier: el estudio de la enunciación, no sólo como operación semiótica que produce un discurso (polo enunciador), sino también como operación interpretativa ejercida sobre los discursos (polo enunciatario o lector). Podemos medir la continuidad así establecida, pero también el enorme progreso realizado entre esta primera tesis y la segunda, sostenida cerca de quince años después.

La primera era una tesis de lingüística aplicada al discurso religioso; la segunda será una tesis de teología y tomará como corpus el texto bíblico. Lo largo de su título lo dice todo: <<Une écriture á lire. L'Evangile de l'enfance selon Saint Luc. La cause des humains dans la naissance du Fils de Dieu. Approche sémiotique et lecture théologique>> ("Una escritura para leer. El Evangelio de la infancia según San Lucas. La causa de los seres humanos en el nacimiento del Hijo de Dios. Un acercamiento semiótico y una lectura teológica"). Escritura y lectura, lo humano y lo divino, semiótica y teología: estas parejas traducen el itinerario de un investigador cuya doble competencia de semiotista y de teólogo sostenía el esfuerzo por articular dos lugares, dos disciplinas, dos espacios en los que la cuestión del sentido se plantea de manera preponderante.

Lo que en este itinerario se va precisando cada vez más, es la cuestión de la lectura como actividad interpretativa que compromete un sujeto. El dominio de dos disciplinas (semiótica y teología) es el resultado de la necesidad —y la oportunidad— de llevar a cabo un verdadero trabajo interdisciplinario. Y podemos notar en Panier una doble preocupación por reconocer, para cada disciplina, sus problemas propios (teóricos y metodológicos), al tiempo de articular los dos campos de investigación. Esta exigencia favorece un diálogo teórico cuya fecundidad se pone a prueba a través de la reciprocidad. En efecto, interrogar la lectura es, para Panier, interrogar la enunciación en tanto actividad de un enunciatario concernido por el discurso que lee. Este discurso, siendo el discurso mismo de la Biblia el problema semiótico, que es la enunciación, lo conducirá a examinar lo que es del orden del creer, en tanto problema teológico. El periodo que cubre esta doble investigación semiótica y teológica, de 1974 a 2012, comienza con una semiótica que tenía que afinar sus herramientas teóricas a lo largo de las siguientes décadas. Este es un dato importante de la investigación de Louis: la constancia, admirable, con la que ahondaba en la cuestión de la enunciación, residía ciertamente en el hecho de que se trataba de una problemática que alimentaba la reflexión y la experiencia del teólogo. Pero también era necesario, siendo que la semiótica evolucionaba, profundizar constantemente y afinar los resultados de las investigaciones anteriores a la luz de las evoluciones de la teoría. Estamos, pues, frente a una verdadera vigilia intelectual de la que es útil seguir la trama.

2.2. De la teología a la semiótica

Con el fin de aprehender mejor la naturaleza y el interés de las investigaciones llevadas a cabo por Louis Panier, conviene recordar las particularidades del corpus que era el suyo, es decir, los textos bíblicos. Tanto para el teólogo como para el creyente, la Biblia es la Palabra de Dios y es en esta perspectiva como se da a leer. Así, una de las primeras preguntas que plantea este texto es la siguiente: ¿Qué significa decir que la Biblia es la Palabra de Dios? ¿Y cómo comprender este estatuto de palabra tratándose de un texto escrito? La respuesta a estas preguntas ya involucra a la teología, así como condiciona el tipo de lectura que se hará del texto bíblico. Para Panier:

La palabra no está dentro de la escritura como un depósito o un contenido, o como el "sentido" (obvio o oculto) de textos, tiene su lugar en el cuerpo vivo del escritor y del lector, ahí la palabra es resucitada por la escritura que se leerá cuando éstos estén confrontados a lo real de un mundo del que no parece poder provenir ninguna palabra verdadera.12

Como podemos ver, la palabra de la que se trata no es una consignación directa de un dicho divino —concepción ingenua y sin embargo difundida, como lo atestiguan las lecturas fundamentalistas de la Biblia—; tampoco es la emanación directa de un enunciador divino, ya que transita por un escritor quien transmite la prueba, la experiencia, la espera. Se trata más bien de una palabra suscitada en el sujeto que escribe o que lee, más específicamente una palabra "resucitada", es decir una palabra cuyo entendimiento ya ha sido dado y cuya lectura renueva el don. Si hay, pues, palabra y palabra revelada, no es que el texto neo-testamentario "transmita el último discurso en el que Dios sería perfectamente dado a ver y a saber", es más bien porque "devela" (descubre) en la carne de los seres humanos el lugar mismo donde Dios habla, sin que podamos saberlo, desde la creación del mundo".13

Dos comentarios inmediatos se imponen. En primer lugar, la palabra de Dios parece aquí develada en la carne de los humanos más que en el texto bíblico; y, en segundo lugar, se trata de una palabra que se da, en esta carne, desde el comienzo del mundo. La evocación de la "carne de los humanos" hace intervenir aquí la cuestión de la encarnación —principio fundamental de la teología cristiana— en la recepción de la palabra de Dios. Pero, al hacerlo, problematiza la actividad enunciativa de la lectura en la medida en que postula una articulación entre el texto bíblico y la carne del lector, articulación de la que él se tiene que poder dar cuenta. El segundo comentario inscribe el don de la palabra en un horizonte temporal que, rebasando el horizonte de la existencia histórica de Jesús, abraza la totalidad del tiempo humano. El texto bíblico revelaría el lugar de una palabra que precede la elaboración histórica de este mismo texto; se afirma como la letra que indica la huella de una palabra-vida. A lo que apunta, lo habremos entendido, es a la dimensión antropológica de la palabra bíblica. ¿Pero cómo, precisamente, dicha palabra se inscribe en la carne y en qué esta inscripción compromete la lectura? Es mediante los recursos de la semiótica que Louis Panier aborda este problema.

2.3. La cuestión de las figuras

A Louis Panier le gustaba recordarlo: los trabajos exegéticos de los Padres de la Iglesia presentan al teólogo semiotista los datos semióticos con una modernidad sorprendente. Sabemos, por ejemplo, que uno de los problemas de la teología bíblica cristiana es la de dar cuenta de la articulación entre el Antiguo y el Nuevo Testamento. La manera más común en que los Padres de la Iglesia atendían el problema, era decir que el Antiguo Testamento había establecido "figuras" de las que el Nuevo Testamento reveló el cumplimiento. Una fórmula de San Agustín resumía esta idea: "Novum Testamentum in Vetere latet; Vetus Testamentum in Novopatet":14 el Nuevo Testamento está oculto (latente) en el Antiguo; el Antiguo Testamento, visible (patente) en el Nuevo. Tanto para los Padres de la Iglesia como para el semiotista, el problema que se plantea es cómo pensar esta latencia y esta evidencia. Pero los datos del problema son tales que no le confieren un interés semiótico evidente: pensar la presencia de un texto en otro es pensar las figuras que construyen su correlación. Y si se coloca esta correlación bajo el signo de un cumplimiento —el Nuevo Testamento cumpliendo el Antiguo— entonces es necesario aprehender estas figuras en su devenir. Dicho de otra manera, es necesario estudiar su recorrido.

Pero este recorrido no es un fenómeno cuya lectura sea fácil. La dificultad del recorrido de las figuras es incluso la marca de la palabra bíblica. Es ella la que, como lo notaba ya Orígenes, obliga al lector a un desplazamiento de naturaleza para hacer de la lectura un verdadero acontecimiento semiótico:

Sin embargo, si en todos los detalles de este recubrimiento, es decir el relato histórico, la coherencia de la ley hubiera sido mantenida y si su orden hubiera sido preservado, nuestra comprensión hubiera seguido un curso continuo y no hubiéramos podido creer que las Sagradas Escrituras encerraban otro sentido además de lo que era indicado a primera vista. Así, la sabiduría divina obró de tal manera que se propuso producir obstáculos e interrupciones en la significación del relato histórico, al introducir en su seno imposibilidades y discordancias; es necesario que la ruptura en la narración detenga al lector por el obstáculo de barreras —por así decirlo— con el fin de negarle el camino y el pasaje de esta significación vulgar [y abrirle] un camino más noble y más elevado, el espacio inmenso de la ciencia divina.15

Las figuras actúan, pues, como barreras instauradoras del sujeto-lector. En ellas, se negocian la tensión entre la "referencia al mundo natural" y la "referencia al acto enunciativo". Porque la primera fracasa, conduce al lector hacia la segunda, orienta el acto de lectura hacia el carácter literario de la escritura de tal manera que esta última sea para leer.

2.4. De las figuras a la enunciación

Una escritura para leer significa una escritura exigente frente a su lector. Es una escritura que conduce al lector a realizar un esfuerzo de re-articulación de las figuras. Al hacerlo, se convierte en sujeto enunciador en la medida en que, lejos de recibir pasivamente un sentido ya listo que le sería dado por la escritura, entra en un desplazamiento que lo conduce al lugar del sentido:

Así, el discurso dicta la posición de su enunciatario, y, el lector en su "trabajo", lejos de "decodificar" los elementos del texto, encuentra un "lugar" en el que el discurso otorga su significación. [...] en vez de que el texto se ofrezca como objeto para el proceso interpretativo de un lector, es la estructuración misma del discurso, atestiguando la instancia de la enunciación, la que proporciona al lector elementos para ser interpretados (hablados) por el texto que él lee.16

Es preciso subrayar la inversión de perspectiva que aquí se opera. La lectura como "trabajo" indica un sujeto-lector quien tiene la iniciativa, incluso la iniciativa de la interpretación. Es él quien reconoce las figuras tanto como su recorrido. Es él quien intenta construir el sentido de este recorrido. Entonces, a partir del momento en que las figuras resisten a la iniciativa interpretativa del lector, éste se ve obligado a realizar un desplazamiento en virtud del cual la escritura se convierte en el acontecimiento que le sucede. El, el lector, es interpretado por la escritura, ésta le enseña tanto la posición en la que las figuras resisten, como la posición en donde toman sentido y la necesidad de pasar de la una a la otra. El lector es interpretado en la medida en que, al alcanzarlo en este lugar de resistencia figurativa que es el suyo, la escritura le revela su desfase con relación a la palabra: la escritura lee el lugar actual de su palabra y le indica el lugar de otra palabra, la que estaría mejor ajustada a la palabra divina. Dicho desplazamiento crea el encuentro entre el lector y la palabra, y permite dar cuenta de este otro desplazamiento ubicado más arriba: el lugar de la palabra de Dios está en la carne de los hombres más que en la letra bíblica: "no hay palabra 'dentro de' la escritura, sino hasta que ésta entre en un dispositivo de enunciación".17 No sólo el texto bíblico no es el depósito de la palabra divina, sino que marca incluso su ausencia: "La atestación escrituraria (literaria) de la palabra se hace pues en su ausencia. [...] la escritura despliega la pérdida de la palabra".18 A partir de este momento, "la experiencia de la palabra se da en el lugar en el que esta ausencia (esta pérdida) en los signos alcanza un sujeto, un cuerpo hablante: articulación del cuerpo con la escritura para el escritor [...], articulación de la escritura con lo real para el lector".19

2.5. De la semiótica a la teología

La experiencia del lector, frente a la necesidad de articularse con la escritura, vuelve a regresar de la semiótica a la teología. En efecto, la articulación de la que se habla es objeto de una elección. Ante la resistencia de las figuras, el lector no se ve necesariamente llevado a aceptar el desplazamiento, a reposicionarse. Rearticularse implica la libre elección del lector, lo que involucra su creer. Pero si tiene lugar, esta rearticulación revela una palabra que ya ha sido dada y que se inscribe en la carne. Así, es importante destacar que el autor humano de la escritura (por ejemplo, Lucas para el evangelio epónimo) atestigua la palabra no porque le es dictada, sino porque él mismo la ha escuchado, la ha reconocido en su carne. Se trata, pues, de una palabra encarnada, de una palabra que ya está ahí en la carne humana y, sin embargo, a la que nadie escucha si no es suscitada en uno mismo. Este es precisamente el papel de la escritura bíblica: suscitar esta palabra, es decir dar al lector "estos obstáculos" que lo conducen a reconocer y a acoger la palabra que está en él. A partir de ahí, la lectura se abre sobre una antropología bíblica de la palabra, una antropología que contempla a lo humano como el lugar en el que se encarna la palabra divina a la vez como una gracia y como un principio fundador de lo humano. Siendo que está fundada en una semiótica enunciativa, la teología que aquí se perfila es, para Louis Panier, una teología discursiva. Se distingue de la teología narrativa cuya característica es la de contemplar el texto bíblico articulándolo con la racionalidad histórica. El interés acordado a las cuestiones enunciativas habrá, de esta manera, permitido a Louis Panier inscribirse en una nueva vía de la teología, nueva y, a decir verdad, antigua, ya que, como lo habremos podido ver, reencuentra las proposiciones de la exégesis patrística.

2.6. Una prueba del lenguaje

El semiotista-teólogo que era Louis Panier y quien, además, se interesaba muy particularmente en las cuestiones de enunciación, no podía permanecer insensible a otro camino de la teología el cual, según las propias palabras de Panier, constituye "una prueba del lenguaje, una prueba para el lenguaje y para el sujeto".20 En su última conferencia, dada en el Seminario Intersemiótico de París, Louis Panier discute las incidencias semióticas de la teología negativa. La teología negativa (o vía negativa o apofática) es un acercamiento teológico que "plantea que no podemos predicar nada positivamente de Dios, que no hay nada que se puede decir de El, pero que no podemos no decir".21 La razón de esta imposibilidad reside en una cierta toma de conciencia de la negatividad de la experiencia de Dios. En efecto, si el conocimiento de creaturas terrestres nos es dado mediante su presencia, el conocimiento de Dios no es dado a través de ninguna presencia tangible, de tal suerte que el discurso sobre Dios se basa en la experiencia de su ausencia o en la ausencia de una experiencia positiva de Dios. En estas condiciones, la vía negativa de la teología acusa los límites del conocimiento y del lenguaje humanos los cuales, para acercarse a Dios, no tendrían mejor vía que el despojo. Resulta de lo anterior una especie de ascesis del lenguaje que Panier resume de esta manera:

La teología intenta un discurso (un enunciado) sobre Dios. ¿Pero qué se puede decir de Dios? ¿Qué hay de la referencia en el discurso de la teología apofática? "Dios" parece ser la referencia imposible o necesariamente ausente de este discurso, el que, sin embargo, no puede reducirse al silencio, el que, sin embargo, debe darse.22

Establece entonces un vínculo con una interrogación planteada por Derrida:

La eventual ausencia del referente alude todavía, si no a la cosa de la que se habla (así Dios que no es nada porque tiene lugar, sin lugar, más allá del ser), sí al menos al otro (otro que el ser) que llama o a quien se destina esta palabra, incluso si ésta le habla por hablar o para no decir nada.23

Es así como este despojo instaura un sujeto cuyo discurso lo vincula al otro, otro que, por estar ausente, no deja de ser actuante ya que es él quien llama esta palabra, la hace ser y la hace irresistible.

En efecto, el camino negativo a menudo ha sido la vía de los místicos, la voz de aquellos cuya palabra se sitúa no en un lugar de especulación, sino en un lugar de experiencia en donde Dios se probaría en su indecibilidad misma. Es, al menos para el creyente, la experiencia que acusa —que agudiza— los límites del discurso al mismo tiempo que su efectividad:

Privado de poder abolirse o de resolverse en la exactitud de la referencia (si el referente es alcanzado y "cernido" ¿qué queda por decirse?), el discurso apofático remite a su naturaleza misma de discurso, a su forma de lenguaje y a su capacidad para instaurar y manifestar un sujeto enunciador que se dirige a una instancia de enunciación necesariamente ausente del discurso, pero "a la que se llama" de la que toma su origen. La enunciación (enunciador) se dirige, si bien es cierto, a un enunciatario, pero "llama" a un "enunciador primero" al que su enunciación "responde". Puede ser paradójico tratar el referente real del discurso en términos de enunciación, pero se podría plantear que, buscando "decir" lo real de la referencia a la que apunta, el discurso no hace sino responder a lo que, de lo real, lo llama o lo convoca e instaura una instancia de enunciación. Si el discurso apofático lleva en la negatividad que lo atraviesa la marca de su fracaso para bien decir "de lo que" habla, es interesante notar que el obstáculo, o el límite del enunciado hace aparecer una estructura enunciativa tal que la instancia de enunciación del discurso debe responder a una instancia primera la cual, desde lo real hacia lo que se tiende, la convoca y la instaura.24

El fracaso del discurso frente a un Dios que se escabulle, recuerda, toda proporción guardada, el fracaso de la interpretación frente a las figuras que se resisten a la solución: en ambos casos, es del fracaso que proviene el relanzamiento del discurso, es del fracaso que nace en nosotros una palabra que, diría el teólogo, se hace carne y transforma un límite en una oportunidad inesperada. Podemos captar, desde este punto de vista, la importancia y la riqueza que podía tener para Panier la posibilidad de correlacionar la investigación semiótica y la investigación teológica.

Pensar una palabra vivida era para él una preocupación de teólogo; pero también era un rasgo de su persona, lo cual era una cualidad poco habitual y propia de su escucha. Esta cualidad era nuestro privilegio, para quienes hemos realizado nuestros trabajos de tesis bajo su dirección. Quisiéramos dedicar las páginas que siguen a rendir un homenaje al director de investigación.

 

3. El tiempo dedicado a la dirección

Esta tercera parte de nuestro artículo da cuenta, por si hiciera falta, de la cualidad de acompañamiento de Louis Panier, quien, como director de investigación, supo acoger proyectos semióticos de una gran diversidad. Moda, chamanismo, Biblia, literatura, deporte, música, publicidad, todos éstos, campos que han podido ser explorados por sus estudiantes gracias a su arte del consejo y de la escucha. En efecto, Louis ha dirigido numerosas tesis, entre ellas las nuestras, lo que nos autoriza a atestiguar sus grandes cualidades de pedagogo: su bondad, su confianza en los trabajos de sus estudiantes, su enseñanza siempre iluminadora, sus consejos sabios y su empatia.

Dejemos, pues, el lugar al "yo..." para evocar individualmente a quien, sin embargo, va dirigido un común reconocimiento.

Ledia Dema

<<Pour une approche sémiotique des formes narratives dans l'ceuvre dTsmail Kadaré: le cas du morcellement narratif>>.*
[Tesis dirigida por Louis Panier y defendida en 2008],

Como lectora asidua y admiradora incondicional de Ismail Kadaré, el más ilustre de los novelistas albaneses, siempre me ha llamado la atención, incluso podría decirse que siempre me han intrigado las rupturas enunciativas, narrativas y textuales que caracterizan su narración. Ya sea Le Général de l 'armée morte, Le Monstre, Les Tambours de la pluie, o aun Chronique de la ville de pierre, estos relatos dialógicos y polifónicos ponen bajo los ojos del lector "fragmentos de crónica", pasajes en cursivas, "palabras de desconocidos", collages y yuxtaposiciones de géneros que rompen, momentáneamente, el proceso lineal de la lectura y plantean, por ende, un problema de sentido para el lector. A esto, se agregan cambios de narrador, de perspectiva, de puntos de vista y de focalizaciones que desconciertan al lector del "realismo socialista", periodo durante el cual fueron escritas dichas novelas.

En lo personal, estos fenómenos de escritura me han motivado a interrogarme, desde mi natal Albania, en el proceso de la lectura, el estatuto del narrador, así como las estrategias enunciativas que éste elabora para comunicar con el lector. Es así como me di a la búsqueda de un director de tesis capaz de guiarme en mi trabajo de investigación y de hacer el vínculo entre la literatura y la semiótica, de la que, en ese entonces, solamente percibía vagamente los contornos.

De ahí que tuve la suerte de estar en contacto con Louis Panier, primero con el hombre y su gran disponibilidad y bondad, luego con el investigador erudito que era. Acogió mi proyecto con gran interés y estaba feliz de tener la oportunidad de trabajar sobre un escritor de tal envergadura. Por otra parte, las problemáticas principales que acompañaban e inspiraban su reflexión semiótica: la enunciación, la figuratividad, la lectura, la narratividad, el discurso, encontraron un eco en las características de mi corpus, el cual, poniendo en escena una multitud de voces y de estrategias, era cuanto más interesante observar desde el punto de vista de este fenómeno que tanto le importaba a Louis, es decir, el estallido de la instancia enunciadora. A luz de sus enseñanzas, y haciendo justicia a la problemática de la enunciación, al tomar en cuenta la fragmentación del texto, me vi obligada a plantear la enunciación en el nivel de la "textualidad" del texto, en lo que podríamos llamar su "materialidad" misma, o bien su modo de "presencia", que se despliega sobre una semiótica de la lectura, cara a Louis Panier.

Dos disciplinas y dos acercamientos teóricos y epistemológicos se abrieron entonces ante mí: la semiótica y la narratología, la cual pude seguir y explorar bajo la mirada animosa del investigador. En efecto, en su trabajo como director de tesis, su meta era la de posibilitar espacios de discusiones, de guiarme o de seguirme hacia nuevos horizontes, nuevos acercamientos que tenían como propósito salir de los lugares comunes. Si el acercamiento de los narratólogos presentaba algunos límites, ¡no importaba! El acercamiento semiótico tenía que interrogarse sobre el sentido de otra manera, de aportar, o en su defecto, esbozar respuestas a estas preguntas. Este era el lema que sostenía la reflexión y motivaba el trabajo del director de tesis que era Louis Panier.

Durante nuestras sesiones de trabajo, su apoyo moral e intelectual, así como sus consejos atinados, me motivaron entonces a empujar lo más lejos posible los límites de mi trabajo, ya sea en el plano teórico o en la práctica del análisis semiótico de los corpus. Mientras "pensaba en voz alta", según la fórmula preferida del investigador, y que hacía suyo este espacio textual fracturado de la obra, nos dirigíamos hacia problemáticas de coherencias y de inteligibilidad de la novela que ponían en tela de juicio la posibilidad y el nivel de pertinencia de la lectura. Era también la ocasión para Louis de compartir conmigo, en el plano teórico, su cercanía con la teoría de los conjuntos significantes de Jacques Geninasca, la cual había "adoptado" y la que no dejaba de enriquecer y afinar conforme pasaba el tiempo, así como compartir las características propias de cada corpus que tenía la oportunidad de estudiar.

En el estudio del corpus, es la doctrina del "realismo socialista" la que había despertado su curiosidad y la que me motivó a explorar, no tanto desde el punto de vista histórico o cronológico, como es el caso en la mayoría de los estudios de la historia literaria, sino más bien como un modelo semiótico, presentando, por una parte, una forma discursiva impuesta, lo cual casi hace de este modelo una estética imposible, y, por otra parte, una puesta en práctica de una semiótica particular de la escritura de Kadaré, la que, gracias a su fragmentación enunciativa, narrativa y textual, llega a una subversión de las reglas de esta semiótica impuesta.

Experiencia de la lectura, del mundo, del hombre y de su libertad, he ahí hacia donde me he encaminado al lado de Monsieur Panier, como solía llamarle, durante estos años de estudio y de investigación. Sus enseñanzas rebasaban el marco estricto de una sesión de trabajo, tal como su sencillez rebasaba la de una simple relación de profesor a estudiante. Hoy en día, soy la autora de esta tesis, la que seguramente no hubiera sido la misma sin la ayuda y la motivación brindadas por mi profesor a quien ahora quiero decir toda mi gratitud y mi respeto. Su rigor, su sencillez, su sonrisa y su generosidad lo ponen para mí como un ejemplo a seguir y me hacen casi olvidar la tristeza de su desaparición. Con el tiempo, la riqueza de su trayectoria y de su obra, que no tiene otro objetivo más que el de hacer avanzar la teoría semiótica, ciertamente hará que su ausencia sea la más bella de las presencias.

Martine Groccia

<<La chanson : approche sémiotique d'un objet sonore et musical>>**
[Tesis dirigida por Louis Panier y defendida en 2008].

Cuando expuse mi proyecto de tesis a Louis, no me esperaba tal entusiasmo caluroso, frente a un objeto de investigación más bien denigrado y poco considerado en las ciencias humanas: la canción contemporánea francesa. Es cierto que Louis había dirigido mi tesina de DEA que ya hacía referencia a este mismo tema, pero el hecho de contemplar una tesis de doctorado, era otra aventura... Entonces se planteó de inmediato la cuestión del interés de un estudio semiótico sobre este tipo de objeto, en el cual estudios literarios pueden ser llevados a cabo para estudiar la dimensión textual de las canciones, o más aún, en el que estudios sociológicos pueden dar cuenta del hecho social que éstas constituyen. La apertura de espíritu y la curiosidad de Louis me autorizaron, o más bien me motivaron, a tomar una dirección poco explorada hasta ahora, la del estudio de las canciones como conjuntos de significación, hechos de música, de sonidos, y de voz. Un mundo de exploración del sentido se abría entonces: más allá o más acá de los textos, más allá o más acá del hecho social, ¿cómo significa una canción para el auditorio que la escucha una y otra vez? ¿Cómo y por qué este objeto musical común, sin mayor interés para el musicólogo debido a una simplicidad musical que lo deja desarmado, es y permanece siendo un objeto de sentido para su auditorio y cuenta dentro de los objetos musicales más escuchados en las prácticas y los usos de la música? Un misterio que, visiblemente, interesaba a Louis tanto como a mí. "Hay algo por encontrarse, decía, algo que probablemente proviene del carácter polisemiótico y sincrético del objeto". La cuestión estaba planteada y la investigación semiótica podía comenzar.

Fue entonces cuando me puse manos a la obra y aprendí a su lado el significado de "hacer investigaciones". Durante un largo tiempo, busqué mi ángulo de acercamiento, el que se fue afirmando al compás de las reuniones con Louis. Quería cuestionar el objeto desde lo más cerca de su existencia para el auditorio, no quería menospreciar su dimensión sonora. A pesar de que la música no fuera su campo, Louis, gracias a sus sugerencias y reflexiones, me mostraba que sí era posible imaginar una investigación que sería la mía.

De nuestras pláticas, recuerdo en particular esta simplicidad con la que sabía explicar tal o cual punto que había permanecido en la oscuridad de mis lecturas, así como esa habilidad que tenía para hacerme tomar conciencia de las pistas que se iban esbozando a través de mis cuestionamientos. Las dudas, los desánimos, Louis los acogía con la benevolencia y la sabiduría de quien reconocía el camino andado en la investigación, y lo motivaba resueltamente. Estas sesiones eran discusiones que tonificaban el trabajo y daban confianza. De tal manera que cada una de ellas transformaba mis pasos a tientas en promesas.

De igual manera, sabía compartir su trabajo de investigador, y las problemáticas sobre las que trabajaba, en especial las de la lectura, del lugar del sujeto y de la enunciación en la semiosis, poco a poco encontraron un eco en mis propias preocupaciones y me llevaron a observar mi objeto bajo un nuevo ángulo: pensar la escucha de una canción como la lectura específica de un discurso sonoro, imaginar al sujeto, y a la enunciación que lo sostiene, como una piedra angular de su construcción, resonancias todas éstas que me abrieron el camino para tomar en cuenta la fenomenología de la escucha, y, por consiguiente, para el estudio de la implicación de la música y del sonido en la construcción del objeto de sentido.

Así, Louis sostuvo sin dudarlo una orientación de investigación inhabitual con relación a este tipo de discurso, a saber la canción, orientación que ha deliberadamente hecho a un lado el estudio propiamente dicho de textos de canciones así como el de su dimensión sociológica, para interesarse de manera prioritaria en su dimensión sonora y musical. Era un plan osado e incierto si convenimos en que la canción es, sobre todo, "un texto cantado sobre un aire musical, haciendo eco de las preocupaciones de una sociedad". Sin embargo, aceptó el carácter experimental y arriesgado de mi empresa, la que hacía aún más inciertos los resultados que podrían derivarse de ella. Supo ver el interés de cuestionar este tipo particular de discursos sincréticos, a la vez objetos musicales y objetos lingüísticos: interés para el estudio de las canciones, naturalmente, pero también interés para la semiótica en general, la que podía encontrar ahí un terreno de investigación y de experimentación referente a problemáticas tan esenciales como la enunciación en acto, la parte de la dimensión sensible de los discursos en la semiosis, la inscripción de dichos discursos en prácticas de escucha que participan plenamente de su sentido.

El hecho de apoyar esta orientación de investigación, fue un gran signo de confianza hacia mí, así como el hecho de guiarla a lo largo de su progresión. Louis sabía creer en uno mejor que uno mismo. Esta generosidad, la tomo como un valioso legado, el cual me permite hoy en día vivir la docencia y la investigación antes que nada como una bella aventura humana.

Christian Uwe

<< Problèmes d'énonciation dans l'ceuvre romanesque d'Edouard Glissant >>***
[Tesis dirigida por Louis Panier y defendida en 2012].

Conocí a Louis Panier mientras que, siendo joven estudiante a punto de concluir la licenciatura, estaba reflexionando sobre un proyecto de maestría. Deseaba continuar mis estudios literarios y, al mismo tiempo, sentía la fuerte necesidad de cambiar de enfoque. Un amigo del CADIR, a quien confié estas cuestiones, me sugirió la vía de la semiótica literaria y me proporcionó la dirección de Louis Panier. No tardé en concertar una cita para simplemente hablarle de mi proyecto.

Al concluir la reunión, sin lugar a dudas con una fuerte dosis de entusiasmo ingenuo -que nada disminuyó desde entonces- estaba convencido de haber encontrado al director que necesitaba. Cabe mencionar que me impactó una cualidad muy valiosa: la disponibilidad. Su disponibilidad estaba más en relación con la persona que con el tiempo. En un hombre que sin embargo era muy solicitado, esta cualidad consistía en dejar que el otro fuera hasta el final de su pregunta. De tal suerte que él no era quien daba por terminada la reunión: siempre me dejaba a mí decidir cuándo había agotado todas mis demandas. Esta relación con el tiempo, la que sobre todo era una relación con el otro, se complementaba con un verdadero interés por el trabajo del estudiante. Este interés a veces tomaba la forma de una investigación compartida, en la que el director hacía suyas las interrogaciones y las hipótesis del estudiante y lo ayudaba a encontrar la mejor manera de responderlas y de desarrollarlas. En otras ocasiones, sugería, sin imponerla, una posible pista en la cual el estudiante no había sido capaz de pensar. La sugerencia se acompañaba entonces de un apoyo bibliográfico susceptible de sostenerla. En ocasiones era él, el director, quien decía su interés (y a veces incluso ¡su admiración!) para tal o cual idea emitida por el estudiante, y estos momentos estaban cargados de un enorme efecto valorativo, ya que significaban, para el estudiante, que el trabajo de investigación daba lugar a un mutuo enriquecimiento. Por esta razón, podemos decir que, para Louis Panier, la dirección de la investigación era fundamentalmente un diálogo.

Diálogo, la dirección de investigación tal como la practicaba Louis Panier, que era muy respetuoso de la libertad del otro. Louis escuchaba, interrogaba, sugería, guiaba, pero nunca imponía nada. Al trabajar con él, era evidente que le correspondía al estudiante trazar su propio camino. Estas cualidades de disponibilidad, de interés, de respeto, se presentaron desde el primer encuentro y nunca fallaron. Durante seis años, primero como estudiante de la maestría, luego como doctorando, gocé del beneficio de una inmejorable acogida. Mi trabajo tenía como propósito una lectura semiótica de la obra novelística de Edouard Glisant bajo el ángulo de su complejidad enunciativa. La enunciación era, lo sabemos, la cuestión central de las investigaciones de Louis, pero él la había trabajado estudiando los textos bíblicos. Conforme mi trabajo iba avanzando, tomaba la medida de la riqueza teórica de los trabajos de Louis. En el mismo tiempo, descubría la importante luz que un corpus puede aportar a una cuestión teórica. Así, al estudiar el funcionamiento de la polifonía en Glissant, donde voces narrativas se orquestan más allá de sus relatos parciales, me topé, muy a mi pesar, con una cuestión que interesaba al teólogo: "Podríamos —escribía Louis en el margen de mi texto— inspirarnos en esto para la cuestión del corpus bíblico, de su "unidad", de su "coherencia" y de la "unicidad" de su enunciación". Esto porque avancé la hipótesis de una instancia enunciativa común revelada (que se convierte en necesaria) por el carácter reunificador de las voces narrativas en Glissant. Esta instancia narrativa, que sería más o menos el opuesto enunciativo del "Nosotros" glissantiano, pone de manifiesto en el teólogo que era Louis, la cuestión de la coherencia del texto bíblico, así como el problema de la Inspiración. De ahí que un texto literario hablaba a un texto religioso o más bien, durante un diálogo entre el literato que era yo y el teólogo que era Louis, nuestras lecturas se hacían eco, mientras que nuestros objetos permanecían distintos. El problema planteado, en términos de teoría de la enunciación, conducía a cada uno de nosotros a su campo específico de investigación, pero también dejaba aflorar un problema antropológico común que no oculta, sin duda, las respuestas que éste recibe.

El interés que Louis manifestaba por mis trabajos hacía que me sintiera de entrada acogido en la comunidad de investigadores, si bien estaba consciente de que aún tenía todo por demostrarle. Pero, en lo que se refiere a mi director, seguramente, él no veía las cosas en términos de "pruebas", sino que se fijaba sobre todo en el potencial de su interlocutor y lo ayudaba a desarrollarlo. Presidente de la Asociación Francesa de Semiótica (la AFS), él también me inició en otras facetas de la investigación, tales como la concepción y la organización de coloquios o el tipo de comunicación en estos mismos eventos. Los pasos a tientas de los primeros tiempos hubieran terminado en el desánimo sin el apoyo de Louis. En efecto, sabía estar a la escucha, incluso en los momentos de dudas, cuando el tesista creía estar confrontado en un callejón sin salida... Estas dudas no tienen la nobleza metodológica de la duda cartesiana, y, sin embargo, ninguna investigación podría considerarse humana si las ignorara. Tales momentos, revelaban cuán valiosas eran la disponibilidad y la escucha de Louis.

Por otra parte, fue generoso hasta el final. Es con reconocimiento y emoción como pienso en la acogida que me reservó durante los últimos meses de mi tesis y la preparación para el examen profesional. A pesar de los problemas de salud, me donaba su tiempo y su paciencia para que pudiera llevar a cabo mi trabajo. Cada día que pasa, lo entiendo más: debo a Louis mucho más que un diploma o un título. Le debo una parte del hombre en el que me convertí. Y esto me hace ver de otra manera el trabajo de la enseñanza y la relación con el estudiante. Gracias a Louis la profesión docente se abrió para mí sobre un horizonte más amplio y, ciertamente, más exigente: la profesión de hombre.

 

Referencias

De Certeau M. et al., (1986). Le discours mystique: approches sémiotiques. Documents de travail. Universita di Urbino: Centro Internationale di Semiótica e Lingüistica, n°150-152, série B.         [ Links ]

Fortín (2012). << Louis Panier : biographie, bibliographie >>, in Sémiotique et Bible, núm. 148, pp. 3-19.         [ Links ]

Panier Louis (1984). Récit et commentaires de la tentation de Jésus au désert: approche sémiotique du discours interprétatif. París :CERF.         [ Links ]

---------- (1990). Une écriture à lire. L'Evangile de Venfance selon saint Luc. La cause des humains dans la naissance du Fils de Dieu. Approche sémiotique et lecture théologique. Thèse réalisée sous la direction de Christian Duquoc et présentée à la Faculté de Théologie de Lyon.         [ Links ]

---------- (1998). << L'inestimable objet de l'interprétation. Approche sémiotique de la lecture >>, dans M. Ballabriga (dir.). Sémantique et Rhétorique. Toulouse: Éd. universitaires du Sud.         [ Links ]

---------- (2012). <<Quelques notes sur la 'théologie négative' - incidences sémiotique>>, http://epublications.unilim.fr/revues/as/2486.         [ Links ]

 

Notas

Traducción de Dominique Bertolotti Thiodat.

* "Para un acercamiento semiótico de las formas narrativas en la obra de Ismail Kadaré: el caso de la parcelación narrativa".

** "La canción: acercamiento semiótico a un objeto sonoro y musical".

*** "Problemas de enunciación en la obra novelística de Édouard Glissant".

1 Cfr. Fortín, <<Louis Panier : biographie, bibliographie>>, en Sémiotique et Bible, núm. 148, 2012, pp. 3-19.

2 Doctorado en lingüística en la Universidad de París X, Nanterre, defendido en 1976.

3 Las Sesiones de Arbresle (pequeña ciudad cerca de Lyon) [N. del T.] son sesiones de formación que responden a una preocupación por difundir la semiótica en pleno auge. De 1976 a 1986, darán acogida a un vasto público tanto de profesores de la enseñanza media como de docentes universitarios.

4 La umr (Unidad Mixta de Investigación, por sus siglas en francés) 5612 GRIC (Grupo de Investigación sobre las Interacciones Conversacionales, CNRS-Lyon 2, creado en 1988) se convirtió, desde 2003, en la UMR 5191 ICAR (Interacciones, Corpus, Aprendizajes, Representaciones).

5 Habilitación a la que seguirá una segunda tesis, esta vez en teología, bajo la dirección de Christian Duquoc y presentada en la Facultad de Teología de Lyon en 1990.

6 <<La mise en discours du sujet mystique>>. En De Certeau M. et al, Le discours mystique : approches sémiotiques. Documents de travail. Centro Internazionale di Semiótica e Lingüistica, núm. 150-152, serie "B", Universidad de Urbino, 1986, pp. 20-33.

7 Panier, <<L'inestimable objet de l'interprétation. Approche sémiotique de la lecture>>. En M. Ballariga (dir.), Sémantique et Rhétorique, Toulouse, Universitaires du Sud, 1998 [Traducción libre].

8 Louis Panier se hará cargo de la dirección del CADIR de 1989 a 2001.

9 Panier, 1984: 1 (el texto aquí citado es la versión publicada en la editorial Ediciones du Cerf, en 1984) [Traducción libre].

10 Loc. cit.

11 Loc. cit.

12 Loc. cit.

13 Ibid, p. 15.

14 Agustín, Quaestiones in Heptat, I. II, cuestión LXXIII, apud Louis Panier, 1990.

15 Orígenes, De los principios, IV, 2, 9, apud Louis Panier, <<La théorie des figures dans 1'exégèse biblique ancienne. Résonnances sémiotiques>>, en Récits et figures de la Bible, profac-CADIR, pp. 243-244 [Traducción libre].

16 Louis Panier, Une écriture à lire, Tesis de teología, 1990, p. 176 [Traducción libre].

17 Ibid., p. 148 [Traducción libre].

18 Loc. cit. [Traducción libre].

19 Loc. cit. [Traducción libre].

20 Louis Panier, <<Quelques mots sur la 'théologie negative'>>, http://epublications.unilim.fr/revues/as/2486.

21 Loc. cit. [Traducción libre].

22 Loc. cit. [Traducción libre].

23 Jacques Derrida, <<Comment ne pas parler : dénégations>>, en Psyché : inventions de I 'autre, París, Galilée (colección <<La philosophie en effet>>), 1987, pp. 559-560, apud Louis Panier, en art. cit. Para la versión en español, ver: http://www.jacquesderrida.com.ar/textos/como_no_hablar.htm.

24 Louis Panier, <<Quelques mots sur la 'théologie negative'>>, http://epublications.unilim.fr/revues/as/2486.

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