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versión On-line ISSN 2594-0619versión impresa ISSN 1665-1200

Tóp. Sem  no.23 Puebla jun. 2010

 

Inmanencia literaria y temática*

 

Literary and Thematic Immanence

 

Thierry Mézaille

 

Profesor del Colegio de Bizanos, rue du 8 mai 1945, 64320 Bizanos, Francia. Correo electrónico: thmez@voila.fr

 

Resumen

A partir de una reflexión de Genette sobre la inmanencia de la obra y el texto literarios, el artículo analiza la incidencia de este postulado en un sector de la crítica. En efecto, este postulado será cuestionado e incluso puesto en tela de juicio, tanto en lo que se refiere al acercamiento genético del tema como a la asistencia lexicométrica requerida por los estudios temáticos. Las estadísticas lexicales abusan del concepto de endógeno, avatar de la inmanencia. El tiempo y la discusión prueban la necesidad de recurrir a la semántica interpretativa tanto para describir la génesis textual como para dar un sentido a las estadísticas lexicales.

 

Abstract

Starting from the Genette's reflection concerning immanence of literary work and texts, the article analyzes the implication of this postulate in the criticism sector. In fact, this postulate will be questioned and even scrutinized in the way that it is referred to by a genetic approach of the subject such as the lexicometric assistance required by thematic studies. The lexical statistics abuse the endogenous concept which is a transformation of immanence. Time and discussion test the necessity of turning to interpretive semantics in order to describe textual genesis and give sense to lexical statistics.

 

Résumé

À partir d'une réflexion de Genette sur l'immanence de l'oeuvre et du texte littéraires, cet article s'interroge sur l'incidence de ce postulat sur un secteur de la critique. Il sera en effet questionné, voire remis en cause, concernant aussi bien l'approche génétique du thème, que l'assistance lexicométrique requise par les études de thématique. Les statistiques lexicales usent du concept d'endogène, avatar de l'immanence. L'historique et la discussion démontrent la nécessité de recourir à la sémantique interprétative, tant pour décrire la genèse textuelle que pour donner un sens aux statistiques lexicales.

 

Traducción de Juan Miguel Dothas

 

Introducción

Hoy, cuando la atención sobre la obra literaria en sí misma permanece todavía eludida por la investigación de sus determinaciones exteriores, particularmente las psicológicas,1 resulta oportuno replantear el problema del discurso "crítico que no se interesa más que en la inmanencia de la obra —es decir, en la obra en sí misma, despojada de toda consideración externa [...], de las circunstancias, históricas o personales", como proponía Genette (2001: 131), a quien citaremos de manera detallada, pues su propósito, que se centra sobre una crítica temática actualmente distinta de la de J.–P. Richard, a partir de los avances de la semántica lingüística, concierne tanto al abordaje genético del tema como a la asistencia lexicométrica requerida por los estudios temáticos.

Al referirse al Barthes de 1954 (Michelet) y al de 1963 (Éssais critiques), Genette enuncia una de las discrepancias más diáfanas y más aceptadas, al oponer "el recorrido trascendente del positivismo explicativo al del análisis inmanente, puramente descriptivo, en búsqueda de una coherencia o de una unidad que no se preocupe por ningún afuera exterior al texto" (pp. 136–137).

Considérese, por una parte, la crítica positivista, causalista, "explicativa por la búsqueda de las causas exteriores" (p. 132), determinista, puesto que se trata "de explicar la obra a través de un afuera exterior a ella" (p. 135),2 como lo hace de manera emblemática la crítica biográfica, recurriendo a la coartada de tipo ideológico, psicológico o sociológico. O más ampliamente la crítica universitaria, de un Sainte–Beuve, de un Taine, de un Lanson, y también freudiano–marxista de un Mauron o de un Goldmann, que "recurre al afuera del inconsciente o de la pertenencia social" (p. 137), hasta la poética que "apunta, a través de las obras singulares, a esencias genéricas deliberadamente trans–operales" (p. 149) —tales como la enigmática Literariedad.

Por la otra, la crítica inmanente, organicista, internalista, fenomenológica, "exhaustiva, por la descripción o al menos por la interpretación, de los únicos rasgos internos y sus relaciones recíprocas" (p. 132). Se trata de la "Nueva Crítica" de Richard, Spitzer, Poulet, Starobinski, Barthes —y también Proust. Porque es estructural ésta implica cierre y busca lo que es de orden invariable (p. 141),3 a través de la localización de constantes temático–psicológicas de una "red organizada de obsesiones" (p. 133);4 "el tema es una red de relaciones, y, por lo tanto, una estructura" (p. 146)— "sin duda bajo la influencia del pensamiento lingüístico, la multiplicidad de contextos organiza en la obra una multiplicidad de relaciones" (p. 146).

El propósito, ciertamente, no es nuevo. Treinta y cinco años antes, Genette5 oponía "el medio de reconstituir la unidad de una obra, su principio de coherencia, lo que Spitzer llamaba su etymon espiritual" —el ver las obras como organismos— al "peligro de desmoronamiento que amenaza al análisis temático", proveniente del positivismo que busca "determinaciones exteriores" en estos términos:

[...] el método estructural debería intervenir para dar a este estudio inmanente una suerte de racionalidad de comprensión que remplazaría la racionalidad de explicación abandonada ante la búsqueda de sus causas. [...] El análisis temático tendería entonces espontáneamente a concluir y completarse en una síntesis estructural en la cual los diferentes temas se agrupan en redes, para tomar su propio sentido de su lugar y de su función en el sistema de la obra: es el propósito netamente formulado por Richard o Rousset (1966: 156–7).

Es decir, una manera de reconciliar "crítica intersubjetiva" (de carácter temático) y "objetivismo" (de carácter estructural) —sin tener, por lo tanto, como es el caso de hoy, una teoría del sentido que articule esos dos principios.

 

1. Discusión

La conclusión, paradójica, del artículo de Genette es que para operar las necesarias "verificaciones estructurales" de los sentidos contextuales de una palabra estrella de la cual hablaba Richard (estrella también para Mallarmé, p. 145),6 "este movimiento de vaivén, aún cuando opera en una inmanencia, establece allí una trascendencia interna" (p. 146). Mas esos "acercamientos siempre azarosos", "saltando o deslizándose de un predicado temático a otro" —pues "no existe otro tema más que el predicado" (p. 148)— son testigos de una "desenvoltura respecto de la evolución palabra por palabra de un texto", la cual "distingue claramente la crítica temática de la explicación de texto tradicional". Lanson es entonces "el más severo guardián de una crítica casi realmente inmanente". Casi, pues al fin del artículo confiesa "que ninguna crítica, y sin duda ninguna lectura, y en todo caso, ninguna explicación del texto puede ser realmente inmanente" (p. 146). El argumento es que ésta, por la relación intratextual que le es consustancial, revela el esfuerzo mnemónico del lector que establece una coherencia interna en el texto explicado.

Mas, al relativizar así la oposición inmanencia vs. trascendencia, y al querer apaciguar la controversia ("no hay más motivo en ello para vivas querellas: la guerra está terminada, quizás", últimas palabras del artículo, p. 149), Genette no consigue hacer olvidar cuánto el semiotic turn7 de los años sesenta era justificado, cuando Barthes especialmente recusaba "una crítica fundada por completo en la relación de exterioridad", determinista, positivista, por más que ese afuera se tratara de la vida del autor, las fuerzas socio–históricas ejercidas sobre su producción literaria, o las esencias genéricas de la poética. Aún cuando el gran defensor del sentido "plural", corolario de la falta de conclusión, optará por un deconstruccionismo tomando el contrapié de las certezas estructurales y científicas, relegadas al rango de mito durante los años setenta, eso no le impedirá abogar por la inmanencia, vía el concepto de connotación. De tal modo, el centellante análisis del contenido de un cuento balzaciano que fue S/Z concebía la nominación de un tema como un acto de dispersión: "leer, es encontrar sentidos, y encontrar sentidos es nombrarlos; pero esos sentidos nombrados son llevados hacia otros nombres [...] yo nombro, yo des–nombro, yo renombro: así pasa el texto" (1970: 17). Es decir, un alegato a favor del escape léxico, que terminaba en la concepción de una "temática infinita, presa de una nominación sin fin", la cual se encuentra, de hecho, perfeccionada por "la fatalidad de un golpe de dados que detiene y fija el deslizamiento de los nombres: eso es la temática (1970: 100). Pero más allá del par tradicional objetividad vs. subjetividad, las cuales "son ambas imaginarias" (1970: 17), es la "sistemática" del sentido textual la que debe imponerse a la lectura, por ese útil necesario que es la connotación; eso a condición de "no confundirla con la asociación de ideas: ésta remite al sistema de un sujeto; la otra es una correlación inmanente del(os) texto(s); o todavía, si se quiere, es una asociación operada por el texto–sujeto al interior de su propio sistema" (1970: 14–15) .

Volvamos a Genette. La trascendencia que él reivindica resurge en el vocabulario filosófico. Él objeta así que "predicar (nombrar) un objeto, es siempre asignarlo a una clase [...] la relación en singular como tal es siempre indecible, no se dice sino al generalizar" ("toda crítica, literaria o artística, y más generalmente todavía toda relación estética en tanto que identifica sus objetos, es decir, que los percibe, los distingue, los nombra y los define como tales, inevitablemente los conceptualiza y, por esto mismo, los trasciende en beneficio de categorías más generales —diría con gusto más genéricas"), y que, por lo tanto, "toda relación consciente referente a ese objeto trasciende su inmanencia" (p. 148), por abstracción, al despejar el prototipo de ese objeto. Al llegar así a la "trascendencia del significado" (p. 139), Genette ignora deliberadamente el acto semántico textual que identifica significados particulares al cabo de recorridos interpretativos.

Pero según esta teoría lingüística, el sentido puede ser dicho, con F. Rastier, trascendente al texto, aunque inmanente a una situación de enunciación (1989, p. 16),8 y a "una práctica de interpretación" (2001: 277).

Cuando Genette concluía Figuras I sobre la idea de Valéry según la cual la literatura no es más que la explotación de ciertas propiedades del lenguaje (1966: 265), después de haber declarado siguiendo sus pasos: "La literatura, siendo ante todo obra del lenguaje, y el estructuralismo, por su parte, siendo por excelencia un método lingüístico, el rencuentro más probable debía evidentemente darse sobre el material lingüístico [...]" (1996: 149), es por lo menos paradójico que Genette no reconozca esta autonomía de los significados lingüísticos, en el texto —él, que además, no podía ignorar a Greimas y su teoría de la isotopía (1966).

En efecto, pese a que defina el adjetivo "temático como equivalente de que trata sobre el contenido" (p. 141), Genette no disocia este estudio de los "significados", o "contenidos" (p. 140) desde el punto de vista fenomenológico y psicológico, aunque fuese estructural. La metáfora musical que retoma de la pareja tema/variaciones no alcanza tampoco para aprehender "la varianza de las ocurrencias dispersas" (p. 141). Tanto a él como a Richard, para Mallarmé, le hace falta una teoría contextual del sentido lingüístico.

 

2. Temática y genética

Si se toma el caso particular del texto in statu nascendi, como dicen los genetistas literarios, ¿es necesario ver una antinomia entre la inmanencia del texto definitivo y la trascendencia del Sujeto escribiente (autor, transcriptor) que hace recurrir a los borradores anteriores? A. Compagnon (1992: 59–60) no dudaba en oponer la crítica genética a "una crítica de tipo filosófica, o aún una crítica narratológica o estructuralista, para la cual el texto es el texto, que debe explicarse en su inmanencia, independientemente del contexto y de la historia". Refiriéndose a la genética proustiana en particular, agregaba:

Todas estas variantes, estas transformaciones cuestionan la idea generalmente aceptada de la consistencia teórica y estructural, de la coherencia filosófica y narratológica de la Recherche, construida como un todo, un sistema cuyas explicaciones más famosas habrían de ser dadas por G. Deleuze en Proust et les Signes [Proust y los Signos] y por G. Genette en Discours du récit [Discurso del relato].

De manera convergente, E. Marantz, genetista literario, reprochaba ese espíritu de sistema filosófico:

A. de Lattre pretende que la singularidad del personaje proustiano se explique por la toma de posición metafísica de Proust, por su ontología de la ausencia y de la separación. Según A. de Lattre, el corte metafísico, y la disyunción psicológica que de ella resulta, determina, en Proust, no solamente toda percepción de un personaje sino su fabricación. Sin embargo, basta con recorrer los pre–textos de la Recherche para descubrir que la verdad es otra, y que el personaje proustiano se constituye por el sabio montaje de rasgos dispersos, diseminados en todo el conjunto de borradores, rasgos que, muy a menudo, habían sido atribuidos de antemano a otros personajes (1989: 53).

Si este reproche vale para un sistema concebido como intencional por el autor, hemos demostrado9 que un enfoque estructural de un corpus de autor no es de ningún modo incompatible con la crítica genética. Sobre un estado del texto final, a partir de ahora "modificado" por la confrontación con el texto inicial en un pre–texto que tenga el "estatuto científico", que contradice este aparente inacabado, como lo afirma De Biasi (1987): "un pre–texto no existe en ningún lado fuera del gesto teórico que lo constituye: es el legajo/archivo de redacción vuelto integralmente legible y reconstruido como un sistema coherente de transformaciones sucesivas". Entonces, en un estado de clausura temporario, una red temática puede absolutamente encontrarse cernida, y descrita según un análisis sémico, sin impedir que esto vuelva a cuestionar la "consistencia" del propósito del que habla Compagnon.

En cuanto a la inmanencia, ¿por qué debería ser independiente "del contexto y de la historia"? La semántica integra disciplinas vecinas, como postula Rastier: "para describir la riqueza de las relaciones contextuales, la lingüística no puede permanecer en un espacio confortable sino que debe estar confinada a la frase; ella se abre a los textos, y desde allí a las culturas y a la historia, reafirmando su estatus de ciencia social" (1989: 7). La integración, sin embargo, tiene límites, y rechaza la del Sujeto, productor: si se puede admitir que los primeros bosquejos escriturarios están más cerca de las intenciones, de lo vivido que el autor hubiera deseado transmitir en el texto10 ¿qué aportan esas "variantes" extratextuales al sentido textual —por ejemplo el hecho de saber que el nombre primitivo de Guermantes y Saint–Loup refieren a los topónimos reales Villebon y Montargis, respectivamente? Uno se encuentra allí, por tales palabras descontextualizadas, en el orden de la anécdota, como frente a esos fotógrafos que, en toma directa frente a lo real, describen la casa de Combray en un CD–Rom supuestamente capaz de introducirnos al mundo proustiano...

L. Jenny lo dice bien (2002: 56): "El borrador no es la verdad profunda del texto acabado [...] Pues no se puede lógicamente fundar el sentido de un texto sobre el rechazo a la ayuda de aquellos a partir de los cuales se ha constituido." Una aserción tal va, además, al encuentro de las teorías conjuntamente cognitiva y "de la cibercultura" de J.–L. Lebrave, para quien habría isomorfismo entre la estructura del borrador y la del hipertexto que lo vuelve a transcribir; y "fidelidad del borrador y del hipertexto a los procesos mentales" de los transcriptores; aunque "más natural, el borrador está de tal modo implícitamente presentado como más verdadero que el texto" (2002: 59, 61). Dos teorías conjuntas que no cuentan más que con la apariencia de la cientificidad, concluye Jenny: "Más que una ciencia, con prestigio incierto pese a su aparato tecnológico, me parece que esta rama de la genética [...] no apunta a constituir un sentido sino a revivir un trayecto mental, simulado sobre la pantalla por recorridos hipertextuales." Mas, una postura semejante "sorprendentemente antihermenéutica" —puesto que "nació de la evolución de disciplinas del sentido como la filología, la crítica y la poética" (2002: 64–5)— deja todo su lugar a una genética fundada sobre la semántica del texto, cuyo esfuerzo de objetivación del sentido permanece, si no científico, al menos racional.

Y como lo planteaba R. Debray–Genette, no solamente habría compatibilidad entre la clausura de la poética narrativa y lo arbitrario, el azar, las variaciones que habitan la genética textual, sino que el texto definitivo comporta de manera heterogénea pasajes conservados desde el primer trazo y otros re–trabajados (1977: 21). En suma, esto tiende a concluir que es delicado y poco interesante saber qué escrito (extracto o unidad textual) es el que más se aproxima a la fuente enunciativa. Únicamente la concomitancia de las teorías de la enunciación y de la pragmática con el desarrollo de los trabajos de genética desde los años ochenta parece haber justificado la nueva alianza de ese sector de la lingüística con este enfoque de la génesis literaria. Pretendemos que la alianza puede también fundarse sobre una semántica que difiere de tales modelos deterministas.

Si, como pretende Compagnon, la falta de conclusión textual,11 como también la deconstrucción, "acoge la contingencia y el indeterminismo" (1992: 61), todo determinismo extratextual debe ser combatido. No solamente el determinismo psicológico del autor, sino también aquél de la referencia al mundo. Así, a propósito de la génesis de Hérodias, Rastier concluye:

La creencia en un realismo de Flaubert, inveterado pese a sus protestas, se apoya ciertamente sobre el hecho de que constituía legajos de notas admirados por Zola. Pero, más allá de que el proceso genético consista en negarlas o destruirlas, esas notas siguen siendo otros textos, que no están más cerca de una realidad no semiótica que el texto final (1997: 214).

Esto viene a reafirmar, según un principio estructuralista que la crítica trascendente y positivista querría invalidar y tornar superado, que conviene recusar la fusión del sentido textual con las dos realidades supuestas previamente del texto producido: el mundo real, concreto o mítico, y la psicología del productor del texto.

 

3. El análisis sémico en la refundación de la genética y la temática

Mucho antes del "código sémico" de S/Z, aplicado a Balzac, ya Barthes, a propósito de los nombres propios en Proust (1967), "acumula en ellos numerosos elementos sémicos, denotativos pero sobre todo connotativos", tal como, entre otros, ese sema / aristocracia/ inherente a los nombres propios terminados "en largos finales mudos", de los cuales Guermantes es el emblema, como lo recuerda J. Milly, quien comienza así su artículo, antes de proseguirlo a propósito de "la relación cratiliana de imitación" que une tales significados con significantes sonoros, fonemas y sílabas (1974: 65). El propósito no es allí explícitamente genético, incluso si se trata de Proust imitándose a sí mismo.

Es en el transcurso de una mesa redonda, en la que participa Barthes, que Genette plantea el principio genético del "carácter evolutivo de la obra de Proust, [...] de esa sucesión ininterrumpida de estados diversos de un mismo texto, desde Les Plaisirs et les Jours [Los Placeres y los Días] hasta el Temps retrouvé [El tiempo recobrado]", a fin de "pasar a una nueva hermenéutica, que sería sintagmática":

[...] quiero decir que no basta más, en Proust, con notar las recurrencias de motivos y establecer a partir de esas repeticiones, por apilamiento y homologación, de los objetos temáticos a propósito de los cuales se compondrá inmediatamente la red ideal, según un método sobre el que Ch. Mauron dio la versión más explícita, pero que está en el fondo de toda crítica temática. Es necesario también considerar los efectos de distancia o de proximidad, en suma de ubicación en el texto, entre los diversos elementos del contenido (1975: 91–92).

Si, durante esa mesa redonda, J.–P. Richard adopta esta "temática contextual" (incluyendo los pre–textos), él agrega también el principio interpretativo de la migración sémica, de tipo deconstruccionista tras los pasos de S/Z:

[...] lo que me resulta propiamente temático, en el torreón de Roussainville, es la posibilidad que nos brinda de abrirlo, casi de estallarlo, de operar en todo caso una liberación diseminadora de sus diferentes rasgos constitutivos (calidades o funciones), de disociarlo, en suma, para vincularlo a otros objetos presentes y activos a lo largo de la ficción proustiana.

Tal "el rubor [rousseur] (sugerido por el significante Roussainville) que liga el torreón a la libido de todas las jóvenes pelirrojas. [...] La modulación del tema puede también aparecer aquí como auténticamente freudiano" (1975: 95). En efecto, dispersión sémica y trascendencia psicoanalítica se conjugan en su obra sobre Proust (1974), en aquellos años setenta en los que el post–estructuralismo tiende a sobrepasar la lingüística12 con el pretexto de una interpretación vanguardista heredada de otras ciencias humanas.

Es además a esa misma obra a la que se refiere R. Debray–Genette para estudiar la génesis de un motivo, desde los "embriones novelescos en Les Plaisirs et les Jours" hasta la fragmentación contextual de ese motivo en Combray. Ella observa allí, a partir de los trabajos de Ph. Hamon, que su descripción procede por "un agotamiento de semas" (1976: 137). Y reprocha, sin embargo, al método de Richard el despejar los "temas fundamentales" a partir del corpus entero de un autor, sin modular sobre tal o cual "obra en particular", y el no considerar los borradores escriturarios, precisamente en razón del postulado de la unidad del Sujeto y de su producción textual (1977: 32):

Si la temática de un escritor es consustancial a su ser de escritor y de hombre, los elementos que la especifican deberían guardar una suerte de constancia13 desde la primera hoja del borrador hasta el texto final. Sin embargo, es eso lo que contradicen a menudo los borradores.

Es una contradicción entre las variaciones particulares, inmanentes a la escritura, y la trascendencia de un principio general, ontológico, lo que ella encierra.

Es precisamente esto último lo que refuta, por ejemplo, una reconocida genetista proustiana al proceder por comparación de pasajes. En efecto, Cl. Quémar ha, entre otras cosas, cotejado para verificar su concordancia las diferentes versiones de un motivo, "las ensoñaciones onomásticas proustianas", teniendo como objetivo los topónimos normandos, Bayeux, Coutances, Lamballe. No obstante, respetando el sentido contextual, el onirismo del narrador no se encuentra más vinculado a la espontaneidad de una sinopsia14 que a la ley libidinal, la cual es formulada de un modo que no puede ser más claro, desde la primera página de Proust et le monde sensible [Proust y el mundo sensible]: "Se describiría cada mínimo deseo a fin de extraer a través de él, en él, las grandes figuras, sensibles o libidinales, que organizan de manera específica la emergencia. Se conseguiría así dibujar las direcciones significativas de una presencia en el mundo" (1974: 7). Pese al hecho de que Richard se apoya aquí en una proposición de lectura del mismo narrador de la Recherche, ¿es por ello necesario identificar acaso los significados de la novela con esas "figuras"? Plantear el interrogante es responderlo por la negativa. En otros términos, no se ve por qué los semas materialistas que organizan su exposición (lo aterciopelado, lo marmóreo, lo naciente, lo espumoso, etc.) deberían retrotraerse al Deseo del cual ellos serían a priori la expresión.

Incluso M. Collot, cuando rechaza la "relación de exterioridad" del tema en beneficio de su estudio internalista, se aparta de un origen deseante:

El tema según la temática, es más el conjunto de significaciones que una obra presta a sus referentes o a sus referencias: se trata menos de un objeto exterior a la obra que de una categoría semántica que le es propia. Por ejemplo, el tema de lo aéreo estudiado en Proust por J.–P. Richard no se confunde con el aire que respiramos ni, por otra parte, con lo que leemos acerca de él: está hecho de connotaciones específicas de las cuales se carga en la Recherche esta cualidad elemental. Este significado es, por lo tanto, idiomático, individual, lo que lo distingue de una concepción extendida del tema como topos, lugar común legado por la tradición literaria.

Lo aéreo no es más que una de las "modulaciones" del significado así abordado en sus "relaciones recíprocas" con otros rasgos materiales (1988: 81–82).

Por otra parte, para dar legitimidad a estos últimos, Collot citando a Greimas —sin duda porque los dos comparten la misma base de una fenomenología de la percepción—, retoma su terminología con sus dos tipos de componentes: por una parte, los semas nucleares que traducen las "cualidades sensibles" que expresan la cantidad de "propiedades objetivas de las cosas"; por otra, los semas contextuales: "El trabajo propiamente crítico de la temática comienza en efecto ante mis ojos a partir del momento en que se define cuáles son, entre las virtualidades semánticas del tema, aquellas que son efectivamente actualizadas en una obra", lo que implica "la puesta en texto de un tema", según Collot (1988: 84–85). Esto se refiere, en efecto, a esa página de Sémantique structurale [Semántica estructural] que definía el contenido del signo mínimo (o semema) "como la combinación del núcleo sémico y de los semas contextuales" (Larousse, 1966: 50). Mas, sin entrar aquí en la discusión, resulta que Rastier ha mostrado (1987: 74–5; 117–119; 172–173) que ese dualismo milenario de los semas figurativos (o exteroceptivos, correspondientes a las calidades sensibles del mundo) vs. semas abstractos (o interoceptivos, esos clasemas que sirven para categorizar el mundo y no se refieren a ninguna exterioridad) no permitía una teoría semántica unificada. La principal objeción se encuentra en que los semas contextuales o clasemas no son precisamente los únicos en "ser recurrentes en el discurso y garantizar la isotopía", como lo pretende, sin embargo, Greimas (1979). Además, en el plano filosófico, esas categorías de lo sensible vs. lo inteligible constituyen una trascendencia con respecto a la naturaleza lingüística de los componentes, la cual se encuentra, en consecuencia, desprovista de realidad inmanente.

Desde el punto de vista genético, para profundizar el "cratilismo instintivo" promovido por Barthes (supra) y sobre todo Genette (1976), para el cual la sinopsia de esos Nombres conduce a la atribución imitativa de significados a significantes llevada a cabo por el narrador, Cl. Quémar se concentra sobre la "relación de los diferentes semas entre ellos" (1979: 93). Al hacer esto, no solamente pone al plano referencial —el de la experiencia onírica— en sordina, sino que, frente a largas versiones retrabajadas por Proust, pone de relieve el trabajo de "pulido estilístico" (p. 73). De modo que su génesis temática gana en autonomía, por rechazo tanto al determinismo psicológico, aunque fuese freudiano, como también al determinismo de una realidad concreta extra–textual —el mismo que impondría ir a ver in situ los lugares normandos y bretones para verificar la percepción auditivo–visual, tal como el narrador los menciona en los borradores.

Finalmente, la semántica interpretativa ha permitido a F. Rastier profundizar los recorridos interpretativos del pre–texto de Hérodias (1997 [1992]), gracias a su teoría de la isotopía, concebida como "efecto de la recurrencia de un mismo sema" (1987). De allí la redefinición de una noción literaria muy psicologizada (en Richard, Mauron, etc.): "se da el nombre de tema a una estructura estable de rasgos semánticos (o semas), recurrente en un corpus, y susceptible de lexicalizaciones diversas" (2001: 197). De tal modo que el determinismo cambia de campo, por las restricciones que ejercen las diversas reescrituras sucesivas sobre una "impresión referencial", ya que ellas engendran, cada vez, nuevas "imágenes mentales".15

Así, para retomar el ejemplo del mito de la audición coloreada en Proust, el texto final propone Coutances, cathédrale normande, que sa diptongue finale, grasse et jaunissante couronne par une tour de beurre;16 se distingue del primer trazo17 por el abandono del sema /taillant/ [cortante]: Coutances, dont le grand nom mélancolique coupait le ciel comme un couteau, avec ce reflet doré de sa dernière syllabe, un peu soleil couchant, un peu beurre, dans cette Normandie d'art et de prose, de gothique et de fermes;18 y de un borrador intermedio19 por el abandono del sema /roture/ [rotura]: Coutances dont le clocher reçoit de cette grasse finale le luisant du beurre normand;20 y por la inserción de su antónimo /noblesse/ [nobleza] ("corona", "torre", "catedral" en sustituto de "campanario"; sin contar las "granjas" y el prosaísmo). Hecha esta aclaración, sin tomar en cuenta aquí las migraciones contextuales hacia otros topónimos. En suma, se constata con Rastier: el sentido de tales pasajes reside por completo en las modificaciones o conservaciones del significado verbal. Cualesquiera que sean la ensoñación poética de Marcel sobre esas sustancias concretas, y la ontología idealista del narrador, para quien la esencia de un lugar está contenida en las palabras que definen al topónimo, del cual imitan las sonoridades (mitológicas), el sentido lingüístico de los nombres está constituido por sus calificaciones en contexto, sin reducirse a una realidad mental (por la remisión al espíritu) o a una realidad material (por la remisión a las cosas). He aquí pues, que el sentido es propio al texto, en una situación de interpretación global, como lo explica una vez más Rastier (1994a).

 

4. Temática y estadística léxica

Con la obra colectiva L'analyse thématique des données textuelles21 (Didier, 1995), la redefinición del concepto de "tema literario", el de los sentimientos, se llevó a cabo en un corpus de 350 obras de ficción, durante el período 1830–1970.22 Requirió, por lo tanto, la asistencia informática para circunscribir sus ocurrencias pertinentes sin abandonar su dominación hermenéutica:

[...] para alcanzar sus objetivos, la temática debe guiar el análisis léxico, y más tarde interpretar sus resultados, los cuales, sin esto, permanecerían inutilizables para una semántica textual. El análisis léxico, para el que la estadística es un auxiliar, no propone por sí mismo indicios para el análisis temático. Los programas de interrogación imponen ciertos pasos, pero no proponen nada. Sirven para confirmar o invalidar hipótesis; todo depende entonces de la estrategia de interpretación (Didier, 1975, retomado en Rastier, 2001: 191).23

Sin embargo, hoy "la hermenéutica numérica", tal como la concibe Mayaffre (2002) quiere evitar los escollos del reduccionismo: "Cuando el literato tenía que entendérselas con un gran corpus, lo leía con un cuestionamiento preciso, una hipótesis de trabajo establecida, sin la cual se perdía en su lectura. Sin embargo, el peligro de esos cuestionamientos a priori o exógenos es doble y doblemente cruel".

Ante todo, por el simple hecho "de proyectar sus hipótesis de trabajo sobre el texto", con "el riesgo de terminar siempre encontrando lo que se busca (es decir, en el fondo, aquello que ya se sabe o se cree saber)". Luego, porque "una hipótesis de lectura —aun cuando ella también podría ser pertinente— obstruye siempre a las otras, quizás, más pertinentes." He aquí por qué es necesario que "la lectura, la comprensión, el cuestionamiento, y en seguida, la interpretación de los textos ganen hoy en rigor para salir del todo–subjetivo. En una inversión espectacular, el método inductivo completa el método deductivo, el positivismo sustituye al construccionismo." Pues,

del hipotético–deductivo en vigor, pasamos a un positivismo–inductivo original. El método epistemológico frente al texto se encuentra entonces invertido: allí donde tradicionalmente el investigador interrogaba al texto sobre la base de hipótesis de trabajo construidas, es el texto el que interroga al investigador sin tabú y sin a priori. A través de una lectura diferente (hipertextual más que lineal, como hemos visto, pero también paradigmática más que sintagmática, cuantitativa más que cualitativa), la computadora ve otra cosa para perturbar nuestras certezas y ampliar el horizonte estrecho de nuestros/as modos/as (en ambos sentidos del término)24 de preguntar.

Este desarrollo parece muy convincente, en particular porque se vale de programas de lexicometría. Ciertamente, ante una pantalla de concordancias léxicas atestadas en contexto, "dejarse interpelar por ella para descubrir sus elementos sobresalientes que uno ignora resulta apasionante". De todos modos, el positivismo–inductivo es un señuelo, o en todo caso, una solución demasiado fácil. Rastier (2001: 96) previene que

la noción de dato invita a la prudencia. Por el sólo hecho que una hipótesis ha presidido su colección, un dato es dado no al observador sino por el observador. Por ejemplo, toda acepción está ligada a un género y a un discurso: para volverla interpretable y transformar su ocurrencia en dato, interesa entonces recomponer ese entorno.

Así, por ejemplo, cuando en la literatura regional el programa subraya la frecuencia de las comparaciones de la naturaleza con una joya (H. Russell, Souvenirs d'un montagnard [Recuerdos de un montañés]):

Oú trouverait–on un site plus romantique que le sommet de l'orgueilleuse colline couronnée par les Bains de Vénasque? Sapins en haut, sapins en bas, rochers partout: et sur l'autre rive de l'Essera, qui coule à 200 mètres plus bas comme un torrent d'émeraude et d'aigue–marine, [...] Je regrettais ces grandes vagues de saphir, ces obélisques de glace, ces chaos verts et azurés, qui sont une des merveilles des Pyrénées).25

la interrogación de bancos textuales que sobrepasan esta monografía relativiza la originalidad, pues ella revela cuánto el género narrativo contemporáneo de Russell (desde Balzac, Gaultier, Sand hasta Verne y Zola) no escatimaba esta pedrería estetizante, del mismo modo que era también cantada en el corpus poético, que se remonta desde el romanticismo hasta la petrificación preciosa de tipo petrarquista, por el blasón de la mujer amada ("Puisque tu veux dompter les siècles tout–perdants Par le rare portrait de ses grâces divines, Frise de chrysolits ses tempes ivoirines, Fais de corail sa lèvre et de perle ses dents: Fais ses yeux de cristal y plaçant au–dedans Un cercle de saphirs et d'émeraudes fines, Puis musse dans ces ronds les embûches mutines De mille amours taillés sur deux rubis ardents. Fais d'albâtre son sein", etc.).26 En suma, la lectura de las ocurrencias —de los "datos" léxicos— no constituye un indicio si no es vinculado a un género. Supone una selección,27 para no retener más que los datos que concuerdan con esa tópica literaria, la cual contradice por lo tanto el puro método inductivo. A partir de su lectura en el programa de concordancia, el nombre de la joya así tematizado pierde su "restricción positivista", precisamente, en las ciencias del lenguaje, a la cual "se atienen la corriente cientificista" y "la tradición lógico–gramatical" (Rastier, 2001: 5).

Este mito del método inductivo, fundado sobre datos endógenos provistos por una computadora que barrería el corpus de manera autónoma,28 perdura hoy en Adam, quien rechaza "el concepto todavía demasiado rudimentario de isotopía. J–M. Viprey muestra que la co–ocurrencia o la colocación (en Halliday y Hasan o en Harris) es un factor primordial de textualidad" (2006: 5), esas marcas de las que ya Rastier había señalado sus insuficiencias para explicar la cohesión semántica de un texto: "La noción de textura propuesta por Halliday y Hasan muestra bien los límites de un enfoque lingüístico positivista" (1994b). Así Viprey, tomando el ejemplo de una novela balzaciana, propone estudiar en ella el tema financiero de la venta, permitiendo al programa imponer una lista de vocablos que formen un conjunto "micro–distribucional", cuya co–ocurrencia interna es regida por el método estadístico del "análisis factorial". Viprey explica (2006: 78): "Las relaciones léxicas así cartografiadas (cartografía de vocablos con mayor ocurrencia; la proximidad entre los ítems configura su parentesco de perfiles colocativos), he propuesto designarlas bajo el término global de isotropía." Es decir, un término que, como reconoce su creador "no ha sido escogido al azar", sino para entrar, si no "en competencia", al menos "en cooperación con el término y la noción de isotopía" de Rastier.29 Así, en Le Père Goriot la isotropía del vocabulario vendre [vender] tiene como atracción inmediatamente visible el grupo madre, hija, solamente, pobre, dinero, vestido. Pero cuando en su evaluación del modelo Viprey concluye de manera más general que tales "líneas salientes de la colocación léxica serán interpretantes de la estructura secuencial mucho más fecundos que la simple reiteración" (p. 82), y que él mismo defiende "por el pasaje de lo discontinuo lógico–gramatical (para retomar los términos de Rastier) a lo continuo semántico", hace pasar a segundo plano la prueba de los contextos de atestación de las co–ocurrencias léxicas30 que son precisamente aptas para determinar su relación temática.

Esta prioridad del nivel léxico–estadístico por encima del nivel textual semántico se apoya en este argumento teórico:

Aun si se entiende que el sema isotopante (y el sema isotopado) se actualizan en el marco de una selección, limitada por el texto (el que es especialmente el tema principal de Sens et textualité [Sentido y textualidad]), estas categorías no permanecen menos exógenas y proyectadas a partir de las descripciones del léxico sobre el vocabulario. Como tales, útiles y necesarias, no son sin embargo suficientes para describir, modelizar y gramaticalizar la reticulación material de un texto singular. Las categorías de la isotopía no sabrían reemplazar la formalización descriptiva de las singularidades semánticas del texto por estudiar, cuya colocación generalizada nos parece una fase crucial. Descriptiva, esta formalización no deja por esto de ser una operación interpretativa primaria, aquella en la que el texto se interpreta de alguna manera a sí mismo, se despliega, se reestructura y objetiva las líneas de fuerza de su vocabulario (p. 78).

A través de esta auto–generación,31 el recurso a "la configuración isotrópica" hace resurgir el mito positivista según el cual "el estado de las unidades del texto es endógeno" (p. 81),32 las que proceden por "campos que interactúan" (p. 82), y que se presentan bajo la forma de vocablos descontextualizados. Ahí se aprecia bien que este enfoque de lingüística de corpus es inmanentista en su metodología; y debido a que la hermenéutica es referida a la trascendencia, se le opone la idea positivista según la cual los cuadros de vocablos numerados se interpretan por sí solos.

Pero ¿por qué esta "reticulación" (tabular y no lineal) debería relegar a lo exógeno la constitución de redes asociativas fundadas sobre la noción de isotopía, la cual reclama un mínimo de linealidad (de "secuencialidad", dice Viprey), dado que ella es un fenómeno sintagmático? Retomando el ejemplo balzaciano, una simple mirada sobre los lexemas madre, hija une su sema inherente /filiación femenina/ a /finanzas/ inherente a pobre, dinero, a través del sema /adorno femenino/ de vestido.33 Un contenido semántico tal, creemos, señala también "un proceso endógeno" (p. 82),34 en la medida en que no se trata, en modo alguno, de "categorías proyectadas", sino de una selección–actualización a partir de los únicos pasajes de la novela —que la hacen variar y de los que ella depende.

De tal modo que la metáfora geográfica no debe provocar ilusiones: dejarse guiar por el "mapa" estadístico, dicho "atlas del hipertexto", que permite visualizar las relaciones de vecindad gráfica dando pruebas de la estructuración léxica, desorienta, pues está separada de la relación semántica contextual, la cual, según nosotros, es la única apta para dar un fundamento a la noción de entorno temático, entendiendo por tal a esas colocaciones léxicas estadísticamente justificadas.

Esta concepción cartográfica encuentra otro eco en M. Kastberg (2008), en un primer momento de su investigación acerca del tratamiento estadístico de los datos textuales a cargo del muy eficiente programa Hyperbase (versión 8.0 lematizada, 2008).35 La autora se propone

no solamente extraer del corpus los ítems más frecuentes, sino buscar la correlación entre dos ítems, dicho de otro modo, la "proxemia".36 Este tratamiento de las co–ocurrencias es, desde hace mucho tiempo, una de las mayores apuestas de la lexicometría. Además, en las investigaciones literarias se revela como un útil prestigioso, especialmente en la extracción de redes isotópicas, o isotrópicas.37

Ella obtiene así, para el corpus Le Clézio, una lista de pares, clasificados por orden decreciente. Mas, en esos contextos ad mínima,38 las asociaciones son tan doxales y fraseológicas que manifiestan una banalidad que se apoya en la explicación semántica que da Brunet (2007): "la mayoría de las veces las parejas se forman por la presencia de gustos y de semas comunes, por alguna razón metonímica":

Un segundo método39 es entonces requerido para paliar una fragmentación semejante, prosigue Kastberg:

Pero, es posible acercarse a una asociación, de un microcosmos co–ocurrencial de alguna manera. Tomemos un ítem léxico, cielo, uno de los lemas más frecuentes del corpus lecleziano. Gracias a Hyperbase hicimos una extracción del contexto inmediato, he aquí el parágrafo, que encierra las 2,949 ocurrencias del lema cielo. La extracción automática del contexto de un ítem léxico permite la creación de un sub–corpus sometido a un cálculo de especificidad, puesto que no se busca ya una relación entre una palabra y un texto, sino una relación privilegiada entre las palabras mismas.40

Escojamos por ejemplo el ítem cielo, que refleja claramente una temática cara a nuestro autor; he aquí las concurrencias más próximas al polo: cielo, nube, sol, mar, tierra, luz, estrella, horizonte, pájaro, viento, color, agua, avión, montaña, luna, espacio, centro, humo, relámpago, noche, mujer, colina, río, valle, techo, extensión, árbol, llanura, línea, lluvia, hola, arena, piedra, hierba, mano, desierto, resplandor, gente, derecho, fondo, duna, ala, bruma.

Como derivado, "una representación gráfica de los lazos preferenciales que tejen una red de esa palabra escogida como polo, bajo la forma de gráfico".

El anexo a este trabajo muestra copias de pantalla para otro polo, hydra, en los dos corpus en prosa y en verso de Hugo, sometido a Hyperbase (figuras 1 y 2). Estos gráficos, que no son un fin sino un medio,41 sirven para el tratamiento del tema del reptil mitológico en este autor, desde una óptica comparativa en el seno de dos géneros distintos.42 Ciertamente ponen en evidencia lexicalizaciones idénticas (con scores variables: dragón, terrible) o diferentes (por ejemplo, el co–ocurrente monstruos se feminiza en monstruosas en la prosa, o, por otra parte, mar interpela por su alta frecuencia). Pero estos vocablos, al igual que esos "lugares co–ocurrenciales" de los cuales habla Kastberg, no cobran sentido sino una vez que han sido resituados en sus contextos verbales respectivos. Persistimos en creer que esta segunda operación, en orden de prioridades, debe tener la primacía, in fine, para merecer el calificativo de "temática", más allá de su acepción estadística en el comando de la computadora.

En consecuencia, se obtiene así una base fiable a partir de la cual puede comenzar la interrogación de contextos de atestación de esos sustantivos en red. Una vez hechas las asociaciones léxicas justificadas por los cálculos, puede comenzar la investigación cualitativa sobre la naturaleza de las correlaciones textuales. Así, para retomar el ejemplo de la obra numerizada de Russell que se ha citado, el precioso entorno temático que provee Hyperbase (por orden jerárquico decreciente), para el mismo polo cielo, consiste en una lista, en la cual la normalidad de las relaciones metonímicas solicita menos el interés del lector que la originalidad de ciertos correlatos —que revelan de este modo su "desigualdad cualitativa"—, siendo el primero de ellos, por ejemplo, perçant:43

Además, notemos que el solo hecho de aislar este adjetivo muestra en qué medida los resultados (de esta lista) no son hechos sino que requieren ser calificados como tales. Así, en la práctica, se elige siempre en función de una hipótesis de pertinencia; en este caso, una suerte de anormalidad con relación a los demás co–ocurrentes.

Si no se puede más que suscribir a la conclusión de M. Kastberg (2008):

Estas diferentes maneras de encarar las asociaciones y los entornos temáticos a partir de una palabra polo en el interior de un corpus permiten no solamente comparar diferentes cálculos estadísticos, sino que proveen también de pruebas en cuanto a la solidez de esos análisis. Los resultados son, en efecto, a menudo muy parecidos y la completud de los diferentes estudios constituye una base sólida para el estudio de las isotopías y de las colocaciones en un texto. [...] Sin embargo, si el tratamiento estadístico de las ocurrencias de un corpus permite llevar a cabo una descripción formal del mismo, el tratamiento estadístico co–ocurrencial y de la proxemia de ítems léxicos nos hace franquear un paso muy importante, permitiendo bascular hacia la semántica y la fraseología. Es por lo que esta técnica se revela como un triunfo precioso para el análisis semántico de un texto.

es precisando inmediatamente que más allá de la fraseología,45 la investigación temática sobre los contextos de atestación constituye lo esencial de un enfoque que sólo acepta los calificativos inmanente y endógeno en el marco de la semántica interpretativa. Solamente bajo esta condición el contínuum del sentido textual, del cual habla Viprey, puede ser alcanzado.

Del mismo modo en que Genette constataba que la temática de un texto implicaba, en su análisis inmanente una "trascendencia del significado", asimismo el carácter endógeno reinvindicado por los enfoques textométricos —desarrollados siguiendo los pasos de las investigaciones pioneras de Pierre Guiraud (en los años sesenta) y de Charles Muller (en los años setenta)— no puede evitar los cuestionamientos calificados sin razón como exógenos, vinculados tanto previamente a la elección de tal o cual comando prioritario del programa, que sostiene una hipótesis de lectura del texto por analizar, como posteriormente a la interpretación de los resultados del programa útiles para la interpretación de uno de los sectores temáticos del texto estudiado. Dicho de otro modo, la isotropía, esta "configuración léxica de orden endógeno, detectada por el parentesco de los perfiles asociativos de sus constituyentes", no es más que uno de los útiles estadísticos que permiten una objetivación de las isotopías que ella ayuda a poner en evidencia, desde el momento en que son restituidos los contextos de ocurrencias. Semejante interacción que promueve los recorridos interpretativos asistidos por computadora vuelve inoperantes esas dicotomías inmanencia vs. trascendencia, endógeno vs. exógeno dadas por sentado por los teóricos del texto con demasiada frecuencia.

 

Agradecimientos

Agradecemos a Dominique Bertolotti las traducciones al francés de los resúmenes, y a Scott Hadley, las versiones en inglés.

 

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Notas

* Título en francés: Immanence littéraire et thématique.

1 En nombre de la máxima el estilo es el hombre, el texto es olvidado en beneficio del autor.

2 La cual, extrañamente, no es llamada crítica trascendente, como correspondería (p. 131).

3 Al citar a Proust, Genette recuerda por qué Poulet tenía razón al considerarlo como el "fundador de la crítica temática" (p. 142): "la primera tarea de la crítica, que resulta, quizás, la única, consiste esencialmente en extraer los rasgos permanentes de una obra, a partir de su recurrencia y sus ecos fraternales que resuenan de una ocurrencia a la otra" (p. 143). Cita también al Richard de 1967, escribiendo: "La obra no sabrá encontrar fuera de ella misma ni las premisas de su sentido, ni el principio de su orden. La crítica será, por lo tanto, una actividad plenamente inmanente a la obra" (p. 136).

4 Sin ser una "pre–crítica", ella precede a una "crítica verdadera con propósito explicativo [...] esta intención será, de algún modo, delegada a discípulos extra–literarios", como los de los historiadores o los psicoanalistas. (pp. 133–134).

5 He aquí un raro anacronismo, que nos ha impulsado a interrogarnos acerca de su obsesión inmanentista, tal como la reitera en 2001, una vez pasada la época en la que se podía definir con Togeby la Estructura inmanente de la lengua francesa (1965). Véase también Rastier (1994a): "El principio de inmanencia ha sido formulado por Hjelmslev, retomado en semántica estructural por Greimas, observado por Portier. [...] Como el estructuralismo reconoce al modo semiótico una autonomía y una legalidad, se lo ha tildado de inmanentismo. Ciertamente, la definición hjelmsleviana de la estructura como entidad autónoma de dependencias internas sigue siendo, sin dudas, demasiado fuerte. [...] Se conoce el principio diferencial de la semántica estructural. Si se lo aplica firmemente, contradice el inmanentismo. En efecto, cada rasgo semántico y cada semema son definidos en el seno de las clases. Pero pocas clases pueden ser vinculadas a la lengua, y aún aquellas que lo admiten son susceptibles de ser modificadas en el discurso. Las clases léxicas no pertenecen a la lengua, pero dependen de normas, aún temporarias, y del punto de vista que ha presidido su construcción". Al igual que Genette, nuestro artículo pretende reformular la pregunta de la inmanencia, no en lingüística (lo que ha hecho Rastier), sino en el campo literario, en el que ya no es, lejos de ello, una ciencia piloto. Una palabra simplemente sobre la división problemática que mantenía Coquet en el seno de la lingüística, entre el principio de inmanencia, que regía tanto a la proposición lógica como al enunciado transfrástico, y el principio de realidad, del cual dependerán, por el contrario, la enunciación, el análisis del discurso, aunque también "la perspectiva fenomenológica" (1996: 7), es decir las figuras tutelares de Benveniste y Merleau–Ponty, contra Saussure, Greimas y los lógicos. En gran medida "el reproche de inmanentismo se completa inevitablemente por una creencia en la trascendencia de lo real, identificada con el mundo de la microfísica ingenua, lo que permanece como una característica del positivismo", observa a justo título Rastier [com. pers.]. Todas posiciones caricaturescas, que permanecen sometidas a la problemática lógico–gramatical.

6 El texto original hace referencia a mot vedette frente a mot étoile, denominación empleada por Mallarmé. En español ambas expresiones corresponden a una misma traducción: palabra estrella y es la que se usa a lo largo de todo el texto en su versión traducida [N. del T.].

7 Giro semiótico [N. del T.].

8 Véase Rastier (1989: 15). Su rechazo a la unicidad vs la infinitud, decretadas a priori: "De tal modo, postular un sentido fundamental inmanente no limita más la diversidad de lecturas estructurales que el hecho de postular un sentido plural, en efecto trascendente, no evita las múltiples insistencias de un psicoanálisis que envejece".

9 En nuestra tesis sobre Proust (París IV Sorbona, 1993, refundida en Le thème de la blondeur, L'Harmattan, 2003).

10 Aun cuando "ese asenso a los orígenes" (la expresión es de Quémar: 71), implícitamente extratextual, esté sujeto a caución, pues es difícilmente medible. Véase Rastier (1997: 196): "Un legajo genético se presta a dos usos principales: ya sea que se empleen los borradores para apuntalar, a través de esos documentos, las conjeturas sobre la versión final; ya sea que, con mayor ambición, se intente sorprender la génesis —aunque los borradores no sean sin duda mucho más próximos que el estado final de un momento hipotético pre–lingüístico de la enunciación". Allí, él estudia (después de una primera publicación sobre Flaubert (1992); ambos se encuentran hoy (2009) refundidos en un artículo en línea en la página www.revue–texto.net, vol. XIV, núm. 3, bajo el título Hérodias Intertexte et genèse de formes sémantiques) "las operaciones de reescritura" sucesivas "sin postular una intencionalidad del autor" (1997: 195).

11 Falso postulado de la crítica genética, ya que, como lo precia Rastier: "la única originalidad de una serie genética —desde el primer borrador hasta el texto final— es la de ser cerrada, o al menos acabada, y de emanar del mismo transcriptor" (1997: 194).

12 Emblemáticamente, el nivel de análisis sémico no concierne más que al código —uno de los cinco— del carácter de los personajes en S/Z.

13 Por ese insomnio que niega sus "desigualdades cualitativas", y que es un corolario del organicismo estructural, del cual habla hoy Rastier (2001: 44).

14 Es la puesta al día de reescrituras sucesivas fundadas en un "fenómeno de atracción léxico por homofonía o por asonancia/aliteración", el que acredita su tesis según la cual "la productividad semántica del Nombre es esencialmente ligado a sus componentes materiales (y no a una vaga tonalidad psicológica de la cual él se encontraría impregnado). Sinopsia: fenómeno de "audición en color". Sinestesia audiovisual [N. del T.].

15 Sin duda, es ésta una reformulación teórica del principio de M. Riffaterre, según el cual la semiosis determina la mimesis (1972: 15): "Toda obra literaria forma un sistema. En la semántica de ese sistema, las relaciones entre las palabras del texto palabras del texto vencen a las relaciones que esas palabras mantienen con las cosas, o incluso, toman su lugar por completo. La representación literaria de la realidad es gobernada por las reglas del idiolecto textual".

16 "Coutances, catedral normanda, cuyo diptongo final, graso y amarillento, corona con una torre de manteca" [N. del T.].

17 Cahier 29, en Quémar (1979: 78).

18 "Coutances, cuyo gran nombre melancólico cortaba el cielo como un cuchillo, con ese reflejo dorado de su última sílaba, un poco sol poniente, un poco manteca, en esa Normandía de arte y de prosa, de gótico y de granjas" [N. del T.].

19 Cahier 32, en Quémar (1979: 79).

20 "Coutances, cuyo campanario recibe de esa grasa final el brillo de la manteca normanda" [N. del T.].

21 El análisis temático de los datos textuales [N. del T.].

22 Así, por ejemplo, E. Bourion (1995) estudiando el tema del miedo, encauzaba la investigación informatizada, de correlatos, hacia la investigación semántica, la cual organiza lo expuesto por los axes así encontrados: "hemos retenido, entre los co–ocurrentes seleccionados por el test probabilista, solamente aquellos que eran atestados por autores diferentes, en diferentes sub–corpus (alrededor de pavor, espantoso, dar miedo, etc.), con un puntaje estadístico de 4 y una frecuencia mínima de 4. En ese conjunto de asociaciones hemos estudiado las co–ocurrencias seleccionadas, en contexto, para identificar las isotopías a partir de las cuales son medidas".

23 "Para progresar, el análisis temático debe, por lo tanto, superar al análisis léxico, del que también es, sin embargo, tributario por razones que hacen al estado del arte [...]. La palabra, a partir de la cual puede comenzar la investigación temática, no es sin embargo su objeto, a diferencia de una palabra estrella que sería el objeto de una investigación lexicográfica. Ciertamente, se buscarán, a través del empleo de los medios de asistencia informatizados, otras palabras y expresiones expresiones co–ocurrentes. Una vez interpretadas, las co–ocurrencias para las cuales se habrá identificado una relación semántica serán consideradas como correlatos, es decir, como lexicalizaciones complementarias de la misma molécula sémica. La red de correlatos conecta las manifestaciones léxicas del tema. Pero deben poder discernirse los mejores puntos de entrada en esa red: la 'estrella' no es más que uno de esos puntos de entrada, del cual se presume que lexicaliza sintéticamente el tema que se intenta describir" (2001: 206–7). Así, en lo que concierne al programa Hyperbase, Bourion (2007) precisa que "la lexicometría, emplea el término especificidades, que puede hacer pensar que la máquina descubriría, de algún modo, 'palabras clave' del texto. En la perspectiva semántica y hermenéutica, que es la nuestra, la selección de significantes por razones cuantitativas no es más que una primera etapa, y es el investigador quien debe calificar sus selecciones: debemos interpretar, en contexto (local y global), los significados y las recurrencias de rasgos semánticos que constituyen las "formas textuales": isotopías, moléculas sémicas y temas." Nótese una vez más esta desconfianza necesaria, según Rastier (2005), frente a la unidad léxica: "En Le Père Goriot [Papá Goriot], la palabra amor reaparece, salvo en el capítulo IV, en el que, sin embargo, ese pobre buen padre muere por el amor de sus hijas: pero es "remplazado" por el pronombre ellas, que reaparece entonces con una frecuencia anormal (Véase Bourion, 2001). Hay allí una advertencia con respecto a una temática de la palabra clave. Ahí donde el tema reviste su mayor eficacia narrativa, pierde su lexicalización privilegiada."

24 Mode, en francés significa tanto "modo" como "moda" [N. del T.].

25 "¿Dónde encontrará uno un sitio más romántico que la cima de la orgullosa colina coronada por los Baños de Vénasque? Pinos en lo alto, pinos en lo bajo, peñascos por doquier: y sobre la otra rivera del Essera, que corre a 200 metros más abajo como un torrente de esmeralda y de aguamarina [...]. Yo lamentaba esas grandes olas de zafiro, esos obeliscos de hielo, esos caos verdes y azulados, que son una de las maravillas de los Pirineos".

26 ("Pues tú quieres domar los siglos inexorables Por el raro retrato de sus gracias divinas, Friso de crisolita sus sienes de marfil, Haz de coral su labio y de perla sus dientes: Haz sus ojos de cristal colocando allí dentro Un círculo de zafiros y esmeraldas finas, Y entonces, oculta en esos círculos los tropiezos indómitos De mil amores tallados sobre dos rubíes ardientes. Haz de alabastro su seno", etc.)

27 Lo que prueba muy bien que, contrariamente a la perspectiva empirista, los hechos no emergen de sí mismos, de la observación, solos, sino que el dato para ser significativo, requiere de una construcción, y depende al menos del corpus, fruto corpus, fruto de una elaboración. Además, Malrieu y Rastier (2001) objetan a Habert (2000), sirviéndose de la emergencia de "perfiles" a partir de datos heterogéneos de corpus que, "si el género constituye una variable que vehicula restricciones globales y locales, ignorar esta variable puede oscurecer la comprensión de los fenómenos...". Lo que lleva a integrar en la investigación asistida lo exógeno, en tanto "conocimiento previa de los géneros y de los discursos" (lo que no es antinómico, según nuestro parecer, de un enfoque inductivo y empirista de los corpus).

28 A tal punto que Mayaffre afirma hoy (208: 94) que "endógeno es sin duda la palabra clave de la lingüística de corpus, y así puede considerarse una estadística endógena, una estilística endógena (Viprey), una lexicología endógena, una semántica endógena, etc.", es decir, un nuevo avatar de la inmanencia.

29 Quien no ve rivalidad sino complementariedad: "Cuando se apoya sobre corpus de textos pertenecientes al mismo género y al mismo discurso que el texto analizado, el test de la separación reducida permite identificar agrupamientos de co–ocurrentes, buenos candidatos para la constitución de pasajes (Véase la función Thème [Tema] del programa Hyperbase, atentamente instalado por Étienne Brunet). Los trabajos de Viprey sobre las isotropías pueden igualmente ser empleadas para la detección de pasajes" (2008: 19).

30 Y eso, pese a su copia de pantalla de las "concordancias del verbo vender" (p. 85) que dejarían creer lo contrario.

31 Que se remonta al menos a 1998, momento en que el autor se proponía "considerar una exploración temática que no fuera emprendida por a priori atemporales, como se da a menudo el caso en la tradición crítica. Los vocablos temáticos por un lado se imponen por sí mismos; por el otro no se presentan de manera aislada, sino ya en agrupamientos temáticos endógenos".

32 Desde 2000, él definía así la isotropía: "configuración léxica de orden endógeno, detectable por el parentesco de los perfiles asociativos de sus constituyentes, y expresada especialmente por la ventilación de ítems sobre gráficos de análisis factoriales." Con esta constante de utilización, desde 2002: "las hipótesis temáticas exógenas, proyectivas, son sustituidas por o combinadas con proposiciones endógenas bajo la forma de isotropías, proximidades complejas y continuas de ítems léxicos".

33 Relación inter–sémica que no aparecerá sino después de una selección rigurosa de los contextos, de los que, los dos que siguen, son representativos en Le Père Goriot: "Yo concibo entonces que Anastasia se haga hacer un vestido laminado, y quiera atraer sobre ella todas las miradas en lo de Mme. de Beauséant, y que se muestre allí en todo su esplendor y con sus diamantes" (p. 238). Antitético del íncipit: "Su enagua de lana tejida, que sobrepasa su primera pollera hecha de un viejo vestido, y cuya guata se escapa por las aberturas de la tela agrietada, sintetiza el salón, el comedor, el jardincillo, anuncia la cocina y hace presentir los huéspedes" (p. 55).

34 Se trata aquí de lo que Mayaffre llama las "isotopías endógenas al corpus" (2008: 100). En cambio, parece que Viprey relega a lo exógeno las isotopías aferentes, por ejemplo aquellas que forman la tríada disfórica "liquidación, traición, prostitución", a las que él atribuye el sentido contextual de vender, distintas del "comercio propiamente dicho" (2006: 80).

35 La que permite, por sus dos funciones Correlatos y Asociaciones (con su comando Elección de un polo de una lista preestablecida), superar la ya muy útil función Tema, que antes había servido a Brunet & Kastberg–Sjöblom (2000) para elaborar en (2000) para elaborar en el corpus Le Clézio "una lista de especificidades, que pone de relieve las palabras asociadas más a menudo a la palabra escogida como polo" (Brunet, 2007: 15), entonces, recientemente, establecer las relaciones mutuales entre esas palabras asociadas, esta vez, independientemente del polo.

36 Ella precisa: "El estudio automático de las colocaciones y de la micro–distribución de los términos nos incita a abordar la extracción automática de los universos semánticos y de las colocaciones por sesgos diferentes: por un lado, por la extracción de un universo temático, que se construye en torno a una palabra–polo, y por el otro, por el recuento de las co–ocurrencias y de las secuencias de ítems".

37 Una conciliación revelada por los trabajos de Rastier y Viprey. Sin embargo, Mayaffre precisa en nota (2008: 98): "en las definiciones que dan de ello Greimas, Rastier, Arrivé o Kerbrat, un fenómeno isotópico es siempre producido por una recurrencia, una redundancia, retomas, a veces iteraciones. Se nos permite entonces constatar que la isotopía forma parte de esos numerosos conceptos que implican, sin nunca confesárselo, un tratamiento cuantitativo. Dicho más directamente: ¿cómo medir razonablemente una recurrencia significativa sin lexicometría?" trasluce la voluntad de medir un fenómeno semántico con la vara contable, como si, obsesión positivista una vez más, lo cualitativo debiera necesariamente reducirse a lo cuantitativo. Mas la isotopía es sobre todo una cuestión de percepción, o de presunción. Incluso de valor particularmente en los aferentes. Asimismo, agrega Rastier [com. pers.], "los hechos culturales que se construyen al interpretar los resultados salidos del programa están indisolublemente ligados a valores, y en eso ya forman parte de lo cualitativo."

38 Véase Mayaffre (2008: 95): "la forma mínima del contexto de un término, necesaria para su comprensión–interpretación, no es el sintagma o la frase sino la co–ocurrencia".

39 Después de aquél, por el cual, como lo explica Brunet (2007: 9), "la investigación acerca de las asociaciones se apoya en el cuadro de co–ocurrencias, cuya función correlatos ha brindado una vista de conjunto, bajo la forma de análisis factorial". Estas parejas de vocablos han de este modo brindado otras pistas léxicas (además de las especificidades estadísticas) al lector que no tendría opción a priori sobre su tema. Todos estos métodos ofrecidos por el programa organizan, al mismo tiempo que lo retardan, el regreso al texto (como lo dice Mayaffre, 2008). Asimismo, ellas viabilizan la investigación y le confieren, si no sentido, al menos significatividad. Es en esta perspectiva que atenúan el pesimismo de S. Sinclair, quien concluía (2002): "sin embargo, por el momento, el abismo entre información y sentido permanece inconciliable sin intervención humana", antinomia que se explica cuando cita a S. Lusignan: "Reubicada en el proceso interpretativo, la computadora aparece como una máquina que, a partir del texto electrónico, produce informaciones. La computadora no accede jamás al nivel del sentido". El reproche se mantiene si las informaciones no son contextualizadas, si los vocablos no dan lugar a una comparación entre los pasajes que los incluyen.

40 Más exactamente, "Nosotros podemos enseguida efectuar el mismo cálculo que acabamos de hacer, ése que concierne a las co–ocurrencias, esta vez tomando el sub–corpus del entorno temático de la palabra polo (es decir el parágrafo que contiene al polo) como base para el cálculo. De tal manera que, y es esta la conclusión de Brunet (2007: 20), las relaciones complejas que los co–ocurrentes establecen con el polo conducen a la semántica contextual: "si el sentido de una palabra es, como se dijo, la suma de sus empleos, no puede evitarse el recuento de esos empleos, con la esperanza de recoger en la red electrónica algunas de las isotopías, cuya expansión recorra los textos literarios sin ser fácilmente observable."

41 A menos que se aplique una concepción tecnológica de la ciencia que confunda los gráficos obtenidos de las computadoras con resultados científicos.

42 Véase también Rastier (1995): "Bourion ha establecido por ejemplo que amor en un corpus de poesías y amor en un corpus de novelas no tienen ningún correlato correlato común estadísticamente pertinente. [...] amor se encontrará ciertamente en poesía y en la novela, pero el tema del Amor difiere sin embargo de un género al otro. No existen la misma molécula sémica, ni las mismas lexicalizaciones, ni los mismos antónimos".

43 El interés principal del programa es que provee por un clic, vía un concordador, todos los contextos de atestación. Para Russell, éstos explican la relación violenta entre pico terrestre y superficie celeste, según el topos de una espada angelical: "el ufano Monte Perdido, cubierto de nieve, y la punta desnuda, aunque orgullosa también, de Cotieilla, atravesando el ardiente vapor del cielo de España, como un enorme Vesubio apagado, o el genio taciturno de las arenas." "Yo volvía a ver en el horizonte, en medio de una claridad extraordinaria, los Pirineos atravesando con sus esterilidades níveas el azul casi tropical del cielo: yo sufría de estar tan abajo". "Finalmente abajo". "Finalmente al este, atravesando el cielo como un puñal, la pirámide dentada de las Corvettas deslumbraba toda la región por su blancura." "Sin duda uno no ve, como en los Alpes, picachos aéreos, de flechas vertiginosas, sobrepasando a sus vecinos en mil metros, pirámides y caos de hielo que parecen icebergs encallados en el medio de Europa, obeliscos de cuatro mil metros, atravesando el cielo como pararrayos o puñales". "Emblemas sagrados de la inocencia, atravesando las nubes, y dominando la tierra entera, esas grandes masas blancas simbolizan nuestros ímpetus, nuestra ascensiones morales hacia el Infinito, hacia el Ideal, dicho de otro modo hacia Dios." "Atravesando apenas una nube crepuscular y amarilla, con la cual se confundían a lo lejos playas cenagosas, una especie de sol aparecía vagamente entre la niebla y el humo se escapaba de las largas chimeneas grises y solitarias, de las cuales uno buscaba en vano la base." Una sola ocurrencia transfiere la agudeza a la visión: "Es una imagen del infinito, pues el ojo más perspicaz no sabría distinguir, en una inmensidad tan indecisa, el punto de contacto entre la tierra y el cielo." Atravesando y perspicaz son homónimos en francés; ambos corresponden a perçant, participio presente y gerundio del verbo percer (atravesar) y asimismo adjetivo (agudo, perspicaz) [N. del T.].

44 Se trata del desvío reducido (ese "test probabilista" del que habla Bourion, 2001), explicado así por E. Brunet (2006: 31): "La distribución de una palabra es raramente regular a lo largo de un corpus en el que se observan desvíos entre la frecuencia de una palabra observada en un texto y la frecuencia teórica que se tiene derecho a esperar dada la proporción del texto en el conjunto."

45 Doxal o propia de un autor, así es, en Russell, la estructura perçant + COD céleste. Atravesando/perspicaz + Complemento de Objeto Directo "celeste" [N. del T.].

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