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Boletín médico del Hospital Infantil de México

versión impresa ISSN 1665-1146

Bol. Med. Hosp. Infant. Mex. vol.71 no.6 México nov./dic. 2014

https://doi.org/10.1016/j.bmhimx.2014.12.002 

Artículos de investigación

 

Preferencias alimentarias y estado de nutrición en niños escolares de la Ciudad de México

 

Food preferences and nutritional status in school-age children living in Mexico City

 

Rocío Sánchez-Garcíaa, Hortensia Reyes-Moralesb y Marco Aurelio González-Unzagaa,*

 

a Unidad de Investigación Epidemiológica y en Servicios de Salud, Centro Médico Nacional Siglo XXI, Instituto Mexicano del Seguro Social, México, D.F., México.

b Dirección de Investigación, Hospital Infantil de México Federico Gómez, México, D.F., México.

 

Autor para correspondencia:
M.A. González-Unzaga
Correo electrónico: marcounzaga@gmail.com

 

Recibido el 24 de diciembre de 2014;
Aceptado el 29 de diciembre de 2014.

 

Resumen

Introducción: Durante la niñez es fundamental el desarrollo de prácticas saludables que definan buenos hábitos que perdurarán a lo largo de la vida. El objetivo de este estudio fue identificar las preferencias alimentarias y su variación de acuerdo con el estado nutricional de niños escolares en la Ciudad de México.

Métodos: Se realizó un estudio transversal que incluyó a 1,456 niños escolares de ocho escuelas públicas en la Ciudad de México. Los niños respondieron un cuestionario autoadministrado sobre sus preferencias de 70 alimentos seleccionados, y se les realizó antropometría; los padres proporcionaron información sociodemográfica de la familia. Se evaluaron las preferencias de cada alimento con escala tipo Likert y se calcularon las frecuencias para el total de niños y por nivel nutricional.

Resultados: La mediana de edad de los niños fue de 9 años. El 48.6% tuvo sobrepeso u obesidad. Los alimentos con mayor preferencia fueron frutas, pizzas, leche con sabor y papas a la francesa (fritas). Los alimentos menos preferidos fueron verduras, cereales integrales, pescado, carnes y queso panela. El agua (72%) y las bebidas azucaradas (71%) tuvieron alta preferencia. No se encontraron variaciones en las preferencias con respecto al estado nutricional.

Conclusiones: El patrón de preferencias alimentarias de los niños escolares representa un riesgo para el consumo inadecuado de alimentos y para el aumento en la prevalencia de obesidad en esta población. Se requiere de intervenciones oportunas para promover un entorno alimentario saludable y que las preferencias nutricionales sean adecuadas desde edades tempranas.

Palabras clave: Preferencias alimentarias; Estado nutricional; Obesidad infantil.

 

Abstract

Background: Childhood is a basic period for the development of habits and their continuation during the course of life. The objective of this study was to identify food preferences and their variations according to the nutritional status in school-age children living in Mexico City.

Methods: A cross-sectional study was carried out including 1465 school-age children attending eight public elementary schools in Mexico City. Children were asked to complete a questionnaire regarding their preferences to 70 selected different foods. Anthropometric measurements were also carried out. Parents of the children provided sociodemographic information. For each food, the preference was evaluated using a Likert scale. Frequencies were calculated for the total sample and for different nutritional status levels.

Results: Median age of children was 9 years old. Forty-eight percent of the children were overweight or obese. The most preferred foods were fruits, pizzas, flavored milk, and French fries. The least preferred foods were vegetables, whole-grain cereals, fish, meat, and panela cheese. Plain water (72%) and sugar-sweetened beverages (71%) had a high level of preference. There was no preference variation according to nutritional status.

Conclusions: Food preference patterns of school-age children are a risk for unhealthy food consumption as well as for the increase in obesity prevalence in this population. Interventions focused on the promotion of a healthy food environment are necessary, aimed at improving food preferences from early childhood.

Keywords: Food preferences; Nutritional status; Childhood obesity.

 

1. Introducción

La obesidad, de acuerdo con la Organización Mundial de la Salud (OMS), es la acumulación anormal o excesiva de grasa perjudicial para la salud, siendo el sobrepeso una condición previa a su desarrollo. La estrecha relación entre ambas condiciones ha propiciado que frecuentemente se aborden de manera conjunta1.

La prevalencia de obesidad en niños ha aumentado a escala mundial, afectando países de bajos y medianos ingresos, sobre todo en el medio urbano. Se calcula que en el 2013 había 42 millones de niños con sobrepeso en todo el mundo, de los cuales 31 millones, aproximadamente, pertenecían a países en desarrollo2. De continuar las tendencias recientes, se estima que en el 2030, cuando estos niños sean adultos, el 57.8% de la población adulta presentará sobrepeso u obesidad en el mundo, es decir 3,300 millones de personas3.

En México, las encuestas de nutrición y salud realizadas a partir de la última década muestran una creciente prevalencia de sobrepeso y obesidad; a nivel mundial, el país ocupó el primer lugar en obesidad en niños. La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición 2012 (ENSANUT) reportó prevalencias del 19.8% para sobrepeso y del 14.6% para obesidad en niños escolares4.

La alimentación es, en gran medida, resultado del medio ambiente y de un entorno social específico5. Si bien la alimentación tiene una raíz biológica, representa una <<interacción de influencias ambientales, cognitivas, fisiológicas y socioculturales>>6. En un individuo, la conducta alimentaria es un conjunto de acciones que establecen su relación con los alimentos. Los comportamientos frente a la alimentación se adquieren a través de la experiencia directa con la comida, por imitación, disponibilidad de alimentos, ingreso económico, simbolismos afectivos y tradiciones culturales7. Por otra parte, la comercialización de productos de riesgo para la obesidad, a partir de una publicidad que tiene como principal objetivo influir en las preferencias por ciertos alimentos, provoca la ingesta de alimentos con alta densidad energética, principalmente por parte de los niños8. A este respecto, se ha documentado que la edad pediátrica es de fundamental importancia en el desarrollo de los hábitos de alimentación que potencialmente establecen sus comportamientos durante toda la vida. Varios autores han reportado que durante la niñez se incorporan la mayoría de los hábitos y prácticas alimentarias, las preferencias y las aversiones, las cuales están fuertemente condicionadas por el contexto familiar6,9,10.

Toda esta gama compleja de factores de gran relevancia para el estado nutricional, y que son particulares de cada contexto poblacional, implica la necesidad profundizar en el análisis sobre las preferencias alimentarias en los niños de edad escolar, con el propósito de acercarse a la comprensión del problema de obesidad y establecer las bases para el diseño de estrategias para reducirlo. Por lo anterior, el objetivo del presente estudio fue identificar las preferencias alimentarias y su variación de acuerdo con el estado nutricional de niños escolares en la Ciudad de México.

 

2. Métodos

Se realizó un estudio transversal durante el año 2013, en el que se incluyeron niños de entre 8 y 11 años de edad, inscritos en los grados escolares de cuarto a sexto de ocho escuelas primarias públicas seleccionadas por conveniencia ubicadas en un área de nivel socioeconómico bajo de la Ciudad de México.

Previo consentimiento por escrito de los directivos, maestros y padres de familia, y asentimiento de los niños elegibles en las escuelas seleccionadas, se les invitó a responder un cuestionario sobre sus preferencias de alimentos y a que se les realizara una evaluación antropométrica. El cuestionario fue producto de modificaciones a partir de una prueba piloto. La versión final fue autoadministrada y resuelta en las aulas, con el apoyo del equipo de investigación. Incluyó 70 alimentos o productos alimenticios seleccionados con base en el instrumento de <<Frecuencia de consumo de alimentos>> —incluido en el Manual de procedimiento para proyectos de nutrición elaborado en el Instituto Nacional de Salud Pública de México11 y a partir de las observaciones realizadas en el entorno escolar por el grupo de investigación y la verificación del conocimiento de los escolares del área de estudio respecto a los alimentos disponibles. Para evaluar la preferencia de los alimentos, se utilizó una escala tipo Likert con las categorías <<me gusta mucho>>, <<me gusta>>, <<ni me gusta ni me desagrada>>, <<no me gusta>> y <<me desagrada>>.

Adicionalmente, se obtuvo información sociodemográfica de la familia mediante un cuestionario respondido por los padres, que se entregó a los escolares para ser llenado en sus hogares; la recolección de los cuestionarios completados se realizó en cada aula por parte del equipo de investigación.

Para la evaluación antropométrica, el peso corporal fue medido utilizando una báscula con precisión de 50 g (SECA modelo 803); la estatura se midió con un estadímetro con precisión de 1 mm (SECA modelo 217). Las mediciones fueron realizadas por nutriólogas capacitadas conforme a los lineamientos propuestos por la OMS12. Se utilizaron los criterios de la OMS para realizar la clasificación del estado de nutrición peso bajo con puntaje Z<−2; normal de −2Z hasta +1Z, sobrepeso de +1Z hasta +2Z, y obesidad >+2Z 13.

El análisis de los datos de los cuestionarios se realizó mediante frecuencias absolutas y relativas de cada alimento en las cinco categorías de preferencia, para el total de los niños y por estado nutricional (normal, peso bajo, sobrepeso y obesidad).

El estudio fue aprobado por la Comisión Nacional de Investigación del Instituto Mexicano del Seguro Social y por la Subcomisión de Ética No. 2007-785-060.

 

3. Resultados

Se evaluaron 1,456 niños, de los cuales 731 (50.2%) fueron de sexo masculino y 725 (49.8%) de sexo femenino. La mediana de la edad de los escolares fue de 9 años (min. 8 y máx. 11); el 19.4% fueron niños de 8 años, el 32.8% tenían 9 años, el 32.1% eran de 10 años y el 15.7% de 11 años.

Las características socioeconómicas de las familias se presentan en la tabla 1. Resalta que la mitad habitaban en casa de un familiar, en su mayoría sin pago de renta y más de un tercio de ellas solo disponía de una habitación. En cuanto a bienes y servicios, fue frecuente la posesión de equipos electrónicos (ordenadores y videojuegos) e Internet en el hogar. Solo una de cada cinco familias reportó poseer automóvil propio. Con respecto a los programas de asistencia alimentaria o apoyo económico, al menos una tercera parte recibía algún apoyo alimentario, y un poco más del 10% contaba con una beca escolar.

Las familias estuvieron constituidas por padres jóvenes, con una mediana de edad de 34 años para la madre y 37 años para el padre, aunque algunos cuidadores o responsables fueron los abuelos; el 15% de los hogares fueron encabezados por madres solteras, y aproximadamente el 20% en ambos padres reportó escolaridad primaria. La mitad de las madres tuvo trabajo remunerado y el resto fueron amas de casa, mientras que más del 90% de los padres tenía un trabajo remunerado, más de la mitad como empleo formal. La media del ingreso económico de las familias de los escolares fue de $ 420.2 USD mensuales (IC 95% = 401.3-439.1), y el 75% de las familias estaban afiliadas a la seguridad social o contaban un algún seguro de salud (tabla 2).

Del total de los escolares diagnosticados mediante el puntaje Z del índice de masa corporal para la edad, el 49.7% presentaron un diagnóstico de normalidad y el 48.6% fue diagnosticado con exceso de peso corporal para su edad y estatura (el 24.9% con sobrepeso y el 23.7% con obesidad); solamente el 1.6% de los escolares fue diagnosticado con peso bajo.

En el tabla 3 se presenta la distribución del estado nutricional por sexo; el 44.3% de los niños presentó un diagnóstico de normalidad y el 53.7% tuvieron exceso de peso corporal para su edad y estatura; el 2.1% de los niños fue diagnosticado con peso bajo. Con respecto a las niñas, el 55.2% tuvo un diagnóstico de normalidad y el 43.6% con exceso de peso corporal; el 1.2% de las niñas fueron evaluadas con peso bajo.

Con respecto a las preferencias de alimentos de los escolares evaluados, se encontró que los alimentos con mayor proporción de aceptación, es decir, con la categoría <<me gusta mucho>>, fueron principalmente las frutas y alimentos como pizza, leche con sabor, papas a la francesa (fritas); las bebidas azucaradas tuvieron una aceptación similar a la del agua (71 vs. 72%); las verduras y cereales integrales tuvieron una baja preferencia por parte de los niños (tabla 4).

El análisis de las preferencias de acuerdo con el estado nutricional mostró que los 20 alimentos que más gustaban a los niños en todos los grupos fueron, principalmente, frutas y aquellos con elevada cantidad de grasa (pizzas, papas a la francesa (fritas), helados) o azúcar (cereal con azúcar, leche de sabores) (tabla 5; fig. 1). Los alimentos con menor preferencia fueron las verduras, chicharrón (piel frita) de cerdo, queso panela (fresco), mayonesa, carnes y pescados, entre otros (tabla 6; fig. 2).

 

4. Discusión

Este estudio muestra varios hallazgos interesantes acerca de las preferencias alimentarias de niños en edad escolar. El primero es la confirmación del gusto por el sabor dulce de los alimentos, y se demuestra en la selección de frutas como los primeros lugares del mayor gusto y una proporción muy pequeña de quienes respondieron no agradarles, así como de alimentos dulces procesados, como la leche con sabor, gelatinas y helados, que también se encontraron en esos primeros lugares. El segundo resultado a resaltar es la preferencia por alimentos con alta densidad energética y poco valor nutricio, como pizzas o papas a la francesa (fritas), dentro de los 20 primeros lugares de los 70 alimentos evaluados. En tercer lugar destaca la baja proporción de niños a quienes les gustan las verduras (nopal, brócoli, calabaza, los más frecuentemente mencionados), las cuales aparecen hasta el lugar 50 o después en la lista. El patrón conformado de acuerdo con las características nutricionales de los alimentos calificados por los niños respecto a su agrado representa un elevado riesgo para su consumo y, en consecuencia, para la generación de sobrepeso y obesidad.

Actualmente, a escala mundial, se ha puesto especial interés en la importancia del consumo de bebidas azucaradas, entre las que sobresalen los refrescos, como factor de riesgo de obesidad14. En México, en el año 2012, los refrescos ocuparon el cuarto lugar entre los <<rubros o productos de consumo cotidiano en los que los hogares mexicanos gastaron más en promedio>>15, y se ha reportado que el elevado consumo de refrescos, bebidas de fruta y bebidas endulzadas entre adolescentes mexicanos está asociado positivamente con su índice de masa corporal16. Esta situación ha sustentado la implementación de programas para incrementar el consumo de agua a través de medios masivos de comunicación, y de acciones para facilitar el acceso a ella en los ambientes escolares a través de la instalación de bebederos, así como la sustitución de la venta de refrescos por agua17. En el presente trabajo se identificó una mayor proporción de preferencia en los niños por el agua (lugar 19 con un 72% de menciones <<me gusta mucho>>) que por los refrescos (lugar 57 con un 48.6% de la misma categoría de agrado). Esto podría reflejar un resultado favorable de las estrategias dirigidas a mejorar las conductas saludables, aunque las bebidas azucaradas a base de jugo o fruta aún siguen en un lugar elevado de preferencia. La relevancia de aspectos culturales y sociales que favorecen el consumo de estos productos en niños escolares mexicanos ha sido documentada recientemente18, lo que evidencia la dificultad de lograr cambios permanentes, tanto del ambiente como en las preferencias individuales, y refuerza la necesidad de continuar con programas sólidos de educación nutricional, así como de una regulación sanitaria efectiva sobre la producción, distribución y publicidad de estas bebidas.

Como complemento de las preferencias, es importante enfatizar que entre los 20 alimentos con mayor rechazo se encontraron muchos de los recomendados para una buena alimentación y para la prevención del sobrepeso y la obesidad, como los ricos en fibra, proteínas animales y vegetales. Varios de estos obtuvieron mayor rechazo que los refrescos. Este aspecto refleja el bajo impacto de la promoción para el consumo de verduras, a pesar de que estas son asequibles tanto por su disponibilidad en el mercado como por su bajo costo. Será necesario incorporar, en los programas nutricionales, acciones para favorecer la inclusión de vegetales en la alimentación cotidiana de los niños desde los primeros años de vida con el propósito de desarrollar el gusto permanente por los sabores de estos alimentos, como ha sido recomendado en estudios previos19.

Con respecto al estado de nutrición de los niños incluidos en el estudio, la frecuencia de sobrepeso y de obesidad fue aproximadamente 15% superior a la reportada en la ENSANUT 2012, tanto a nivel nacional4 como para el Distrito Federal20. Esta diferencia podría atribuirse a las características socioeconómicas desventajosas de la población de este estudio, las cuales constituyen una vulnerabilidad en salud que puede expresarse como un mayor riesgo para el desarrollo de obesidad21.

El hecho de que los listados de preferencia de alimentos de acuerdo con los distintos estados de nutrición no muestren variaciones importantes puede implicar que el consumo está influido por otras variables, principalmente los conocimientos en nutrición y la influencia de los padres para la disponibilidad y el consumo de cierto tipo de alimentos en el hogar, como se ha reportado previamente22. Las preferencias alimentarias de los padres han mostrado ser un poderoso modulador de las preferencias de los niños, y determinan las conductas alimentarias desde las edades más tempranas, como el tipo, raciones y horario de los alimentos y los hábitos de ciertos ambientes alimentarios (restaurantes, televisión en el horario de comidas, etcétera)23.

Los hallazgos de este estudio no coinciden con lo reportado en otros contextos en los que se ha encontrado una asociación entre las preferencias de alimentos y el peso corporal24. Posiblemente porque, en la edad escolar, el patrón de preferencias alimenticias aún no se expresa como un patrón de consumo que implique una modificación en su condición nutricional, debido a que todavía no se cuenta con la posibilidad de elegir con libertad los alimentos de su dieta cotidiana, aunque estén disponibles en su entorno escolar. En este sentido, una limitación del presente trabajo consiste en la imposibilidad de identificar la concordancia entre los alimentos que los niños reportaron como preferidos con el consumo real, aunque se asume que el autorreporte fue confiable y que, efectivamente, reflejó sus gustos y aversiones a los alimentos y bebidas evaluados. También, debe reconocerse que se pudieron omitir algunos alimentos en la selección a priori del listado presentado en el cuestionario. Será necesario continuar con esta línea de investigación para lograr una identificación más detallada del patrón de preferencias, de la relación de las preferencias con su consumo y de su modificación a lo largo del tiempo.

En conclusión, en esta población de niños escolares pertenecientes a familias de bajo nivel socioeconómico, el patrón de preferencias alimentarias no varió de acuerdo con el estado nutricional de los niños. Sin embargo, este patrón de preferencias identificó aspectos de riesgo para una alimentación adecuada. De concretarse un consumo acorde con estas preferencias, muy probablemente se definirá, en el mediano plazo, una práctica alimentaria que aumentará aún más la ya elevada prevalencia de obesidad en poblaciones vulnerables. Por lo anterior, y con base en la evidencia aquí presentada, es urgente que en los programas de promoción de la salud se refuercen las acciones para favorecer una educación nutricional desde los primeros años de vida, con el fin de formar, de manera permanente, hábitos saludables en los niños.

 

Financiamiento

CONACYT (Salud 2007-01-68854).

 

Conflicto de intereses

Los autores declaran no tener ningún conflicto de intereses.

 

Referencias

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