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Boletín médico del Hospital Infantil de México

versión impresa ISSN 1665-1146

Bol. Med. Hosp. Infant. Mex. vol.62 no.6 México nov./dic. 2005

 

Artículo original

 

Mortalidad en menores de cinco años mexicanos en 2004: hacia los objetivos del milenio

 

Mortality in Mexican children under five in 2004: towards meeting the millenium development goals

 

Dr. Rafael Lozano–Ascencio1, Dr.José Ignacio Santos–Preciado2

 

1Dirección General de Información en Salud, Secretaría de Salud,

2Dirección General Hospital Infantil de México Federico Gómez.

 

Solicitud de sobretiros:
Dr. Rafael Lozano Ascencio,
Dirección General de Información en Salud, Secretaría de Salud,
México, D.F., México.

 

Fecha de recepción: 09–12–2005.
Fecha de aprobación: 09–12–2005.

 

Resumen

Introducción. En México, el cumplimiento de los objetivos del milenio (ODM), y en particular el número 4 relativo a la mortalidad en la infancia, tiene múltiples implicaciones. Para disminuir la mortalidad en menores de cinco años de 46 a 15.2 por 1 000 nacidos vivos (nv) se requiere realizar diversas acciones coordinadamente por todas las instituciones que componen el sistema de salud.

Material y métodos. Se analizaron estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), así como bases de datos de defunciones 1990–2002, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI)/Secretaría de Salud y bases de datos de defunciones 2004, INEGI/Secretaría de Salud.

Resultados. De acuerdo con las estimaciones del CONAPO en 1990 la mortalidad de menores de 5 años en el Distrito Federal era de 28.4 por 1 000 nv y en Chiapas la cifra ascendía a 65, es decir, 2.3 veces más riesgo de morir de los niños del sur y en 2004 la mortalidad en la infancia del Distrito Federal ha descendido a 14.4 y en Chiapas a 26.3 por 1 000 nv disminuyendo a 1.8 el diferencial de riesgo. No obstante el avance, la cifra alcanzada por Chiapas en 2004 representa un rezago con respecto a lo alcanzado por el Distrito Federal o por Nuevo León de 15 a 18 años. En la actualidad, como causas de mortalidad en menores de 5 años, predominan las afecciones perinatales, las anomalías congénitas y las lesiones accidentales.Aunque ha disminuido de manera considerable la participación de las causas infecciosas, todavía se mantienen dentro de los primeros lugares a nivel nacional.

Conclusión. México es de los pocos países que se encuentra en la trayectoria adecuada de descenso de la mortalidad en la infancia. Sin embargo, existen importantes rezagos por resolver y sobre todo desafíos que atender. La compresión de la mortalidad infantil es uno de ellos, o quizás el más importante a encarar en el corto plazo.

Palabras clave. Objetivos del Milenio; mortalidad en menores de 5 años en México; compresión de la mortalidad infantil, Secretaría de Salud, CONAPO, INEGI.

 

Abstract

Introduction. For Mexico, to achieve the Millennium Development Goals and particularly Goal number 4, relative to fewer than 5 mortality, has multiple implications. In order to reduce under 5 mortality from 46 to 15.2 per 1 000 live births mortality, multiple public health actions have to be undertaken in a coordinated fashion by all of the institutions that conform the National Health System.

Materials and methods. Estimates by the National Population Council (CONAPO) were analyzed. The data base of registered deaths compiled by the National Institute for Geography and Health Statistics and the Ministry of Health between 1990–2002 and for 2004 were also reviewed and analyzed.

Results. According to CONAPO estimates, in 1990 under 5 mortality in Mexico City (Federal District) was 28.4 per 1 000 live births, while in the State of Chiapas the rate was 65; that is 2.3 times higher risk of dying in this region of the country. In 2004 the figures for these 2 Federal entities had dropped significantly to 14.4 and 26.3 respectively, lowering the difference in risk to 1.8 for the latter, yet still leaving Chiapas in greater risk. At present, the primary causes of under 5 mortality include perinatal causes, congenital malformations, lesions and accidents. Although infectious diseases as a cause of death have been significantly reduced, at a National level, they still appear in the top causes of mortality in children under 5.

Conclusion. Mexico is among the few countries in the correct or adequate path for reducing under 5 mortality. Nevertheless, there are still significant obstacles that need to be resolved and challenges to be addressed. The compression of the infant mortality and the gap among states is undoubtedly one of the most important issues to be addressed in the immediate future.

Key words. Millenium Development Goals; under 5 mortality in Mexico; compression of the infant mortality, Ministry of Health; CONAPO, INEGI.

 

Introducción

Como parte de los objetivos de desarrollo del milenio (ODM), los países se han empeñado en asegurar la reducción de la mortalidad de los menores de cinco años en dos tercios para el año 2015, con respecto a la que existía en el año 1990.1

Para lograr lo anterior, se ha reconocido internacionalmente que la prevención y la tecnología disponible, destinada al tratamiento de las causas de muerte en la infancia, permitirán alcanzar los objetivos planteados a nivel mundial. Por lo que resulta conveniente enfatizar que los ODM apuntan a mejorar el acceso a la tecnología disponible. Además de que debe acortarse la brecha existente entre los extremos, su cumplimiento permitirá la disminución de la mortalidad en la infancia y en última instancia el anhelo de desarrollo social para los países subdesarrollados.

En México, el cumplimiento de los ODM, y en particular el número 4, relativo a la mortalidad en la infancia, tiene múltiples implicaciones. Para disminuir la mortalidad en menores de cinco años de 46 a 15.2 por 1 000 nacidos vivos (nv) se requiere realizar diversas acciones coordinadamente por todas las instituciones que componen el sistema de salud. Es fundamental entender la situación de la mortalidad en la infancia que prevalece en el país, seleccionar aquellas intervenciones en salud que han probado ser costo–efectivas, focalizar las acciones en los lugares en donde más se requiera y en donde más efecto se puede lograr. Como se mencionó anteriormente, no solo se trata de disminuir promedios, sino de reducir la distancia existente entre los estados más rezagados y los más avanzados en materia de salud en la infancia.

 

Material y métodos

Se analizaron estimaciones del Consejo Nacional de Población (CONAPO), así como bases de datos de defunciones 1990–2004, Instituto Nacional de Estadística, Geografía e informática (INEGI)/Secretaría de Salud.

 

Resultados y discusión

De acuerdo con las estimaciones del CONAPO, en 1990 la mortalidad de menores de cinco años en el Distrito Federal era de 28.4 por 1 000 nv y en Chiapas la cifra ascendía a 65, es decir, 2.3 veces más riesgo de morir de los niños del sur; y en 2004 la mortalidad en la infancia del Distrito Federal ha descendido a 14.4 y en Chiapas a 26.3 por 1 000 nv, disminuyendo a 1.8 el diferencial de riesgo. No obstante el avance, la cifra alcanzada por Chiapas en 2004 representa un rezago con respecto a lo que el Distrito Federal o Nuevo León habían logrado hace 15 ó 18 años (Cuadro 1).

Habiendo pasado un poco más de la mitad del tiempo establecido en los ODM (entre 1990 y 2015), es conveniente detenerse y analizar el comportamiento de la mortalidad en menores de cinco años en el último año del que se dispone de información, esto es, 2004.

Según los avances presentados en la reunión realizada en Londres sobre "Rastreo de la sobrevivencia en la infancia. Cuenta Descendente a 2015",2 sólo siete países de los 60 prioritarios que firmaron los compromisos de los ODM están en la dirección adecuada con la disminución esperada respecto a la mortalidad en menores de cinco años: Bangladesh, Brasil, Egipto, Indonesia, México, Nepal y Filipinas.A otros 34 países hay que seguirlos de cerca, pues su progreso no es como se esperaba, y 19 ni siquiera están en la dirección correcta.

Cabe aclarar que en México, en 15 años de recorrido, se observa claramente que la mortalidad en la infancia está siguiendo un proceso de compresión a lo largo del tiempo. En el cuadro 2 se muestra la distribución de las muertes en menores de cinco años en tres grupos de edad: neonatales (<28 días), postneonatales (28 a 364 días) y preescolares (uno a cuatro años) destacando que hace 15 años un poco más de un tercio de las muertes de menores de cinco años sucedían en el primer mes de vida y que en la actualidad una de cada dos suceden en el período neonatal. En el mismo cuadro se observa que la variación entre las entidades federativas, aunque se mantiene elevada, ha ido disminuyendo conforme avanza el tiempo. Dentro de los estados más avanzados en la compresión de la mortalidad en edades tempranas se encuentran: Aguascalientes, Colima, Distrito Federal y Nuevo León, y por otro lado, dentro de los más rezagados, están Chiapas, Oaxaca e Hidalgo.

Más aún, la concentración de la mortalidad en etapas tempranas de la vida debe ser analizada con más detalle para entender la dinámica que la mortalidad en la infancia sigue en el país. En el cuadro 3 se presenta la distribución de la mortalidad en menores de un año que concentra 83 de cada 100 muertes en menores de cinco años, aunque entre los estados esta cifra varía de 69 a 89%. Para entender mejor el período neonatal, éste se divide en tres etapas, según la edad al momento de morir: a) durante el primer día de vida, b) durante la primera semana, c) de los 7 a los 28 días; y el período postneonatal, en otras tres etapas: d) entre los 28 y los 59 días, e) de los 60 a los 179 días y f) de los 180 a los 364 días. En el cuadro 3 se observa que una de cada cinco defunciones sucede el primer día de vida, y una de cada cuatro entre el primer día de vida y el sexto. En otras palabras, en la primera semana de vida (período neonatal temprano) se registran 45% de las defunciones infantiles, representando el período de la vida con mayor riesgo de morir. En el período postneonatal se concentran 38% de las defunciones infantiles, distribuyéndose de la siguiente manera; entre el primero y segundo mes de vida 17%, entre el segundo y sexto 11 %, y después de seis meses y antes del año de vida 10%. Es importante hacer notar que este patrón no es uniforme a lo largo del país. Hay estados como Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Nayarit que, además de que presentan un mayor porcentaje de muertes postneonatales, concentran más de 12% de las muertes infantiles en el segundo semestre de vida.

Evidentemente, si la mortalidad en la infancia tiende a concentrarse en edades tempranas, en consecuencia se presentan cambios en los perfiles de causas de muerte. En el cuadro 4 se muestran las principales causas de muerte en los menores de cinco años en 1990 y en 2004. Hace 15 años la mayor parte de las defunciones se debían a enfermedades infecciosas (intestinales y respiratorias) y prevenibles por vacuna (en 1990 se registra una epidemia de sarampión con más de 4 000 muertes en menores de cinco años; posterior a esa fecha no se registra un número similar de muertes por esta causa) y en la actualidad predominan las afecciones perinatales, las anomalías congénitas y las lesiones accidentales. Aunque ha disminuido de manera considerable la participación de las causas infecciosas, todavía se mantienen éstas dentro de los primeros lugares a escala nacional.

En el cuadro 5 se presentan las principales causas de muerte neonatal, dividiéndolas en los tres períodos ya mencionados. Los fallecimientos registrados el primer día de vida se deben a problemas relacionados fundamentalmente con dificultad respiratoria del recién nacido, inmadurez de los productos, problemas durante el parto y anomalías congénitas. Durante la primera semana se mezclan con las causas antes mencionadas las infecciones del recién nacido como la sepsis bacteriana o la neumonía congénita. Al rebasar la semana de vida, la sepsis bacteriana domina el perfil y le siguen en importancia los problemas respiratorios debidos a inmadurez de los recién nacidos.

En el cuadro 6 se presentan las principales causas de muerte en el período postneonatal. Como era de esperarse, el perfil cambia nuevamente y aparecen las causas infecciosas en los primeros lugares. Las infecciones respiratorias bajas y las infecciones intestinales concentran entre 26 y 33% en cada subgrupo de edad, y en menor proporción participan las afecciones propias del período perinatal y las anomalías congénitas.

Con el fin de explorar las defunciones infantiles, nos ha parecido interesante contestar dos preguntas que se escuchan con cierta frecuencia, ¿Dónde y cuándo suceden las muertes infantiles? A primera vista se puede responder mostrando distribuciones geográficas por entidad federativa, por municipio, por nivel de marginación, por tamaño de la localidad (rural–urbano) o por el sitio donde sucedió la muerte (unidad médica o fuera de la unidad médica). En el cuadro 7 se presenta el sitio donde ocurrieron las muertes en menores de cinco años, según la derechohabiencia de los padres. En primer lugar, se puede apreciar que la mayor parte de las defunciones (61 %) ocurren en hijos de padres no derechohabientes, 28% son hijos de derechohabientes y en 11 % de las defunciones infantiles no se especifica dicha condición. Con respecto al sitio de la defunción, 68% resultan en unidades médicas, 28% fuera de la unidad médica y en 4% de las muertes no se identifica el sitio en el que sucedió. Es importante enfatizar que 85% de las defunciones de menores de cinco años cuyos padres eran derechohabientes sucedieron en unidades médicas.

Para conocer la variación estacional de la muerte en menores de cinco años se presentan dos cuadros: el 8, que muestra la distribución de las defunciones por día de la semana y mes según la edad de los menores, y el 9, en donde se especifica la causa de muerte solo en las muertes neonatales. Como se puede apreciar en el cuadro 8, las defunciones neonatales son más frecuentes durante los meses de verano y ligeramente más frecuentes los lunes y martes. En cambio, las muertes postneonatales y preescolares son más frecuentes durante el invierno y aumentan los domingos.Al analizar la distribución temporal por causas, se distingue, como era de esperarse, que las defunciones asociadas a infecciones respiratorias siguen un patrón estacional, en cambio, es necesario elaborar un poco más alrededor de las razones por las que las muertes asociadas a afecciones perinatales son más frecuentes durante el verano y a principios de semana. Posiblemente factores asociados a la calidad técnica de la atención médica contribuyan con la distribución temporal (es recomendable tener cuidado con la interpretación de los resultados cuando el número de defunciones es bajo).

La calidad de los registros sigue presentando ciertos problemas en relación con quién certifica la defunción y con el número de muertes mal definidas. En los cuadros 10a y 10b se presentan por entidad federativa y edad las variables mencionadas, observándose que sólo un tercio de las defunciones en menores de cinco años son certificadas por el médico tratante, aunque dos de cada tres suceden en áreas hospitalarias. Es interesante constatar que, en la medida que aumenta la edad de los menores, disminuye la calidad del registro y las defunciones suceden menos en unidades médicas. La contribución de las defunciones certificadas con causas mal definidas es muy baja y sólo en Chiapas se eleva por encima de 5% de las defunciones.

Se puede concluir que, aunque a escala internacional se reconozca que México es de los pocos países en la trayectoria adecuada respecto al descenso de la mortalidad en la infancia, esto no es suficiente para la agenda nacional. Como se ha podido constatar a lo largo de este documento, existen importantes rezagos por resolver y sobre todo desafíos que atender. La compresión de la mortalidad infantil es uno de ellos o quizás el más importante a encarar en el corto plazo. No se debe bajar la guardia en el esfuerzo por disminuir la brecha entre los estados, el rezago registrado en 2004 es de 15 años entre Chiapas y Nuevo León. Para tal efecto, es conveniente mantener acciones en salud que han demostrado ser costo–efectivas; sin embargo, la respuesta organizada del sistema de salud también requiere de acciones que resultan muy costosas para la sociedad, como el tratamiento en terapia intensiva de los recién nacidos prematuros o de bajo peso, que representan los problemas emergentes a estas edades. Como se mencionó al inicio, la tecnología que ha mostrado ser efectiva existe, sólo hay que facilitar el acceso a ella venciendo las barreras económicas, sociales y organizacionales que impiden su adecuada utilización.

 

Referencias

1. Naciones Unidas, Asamblea General No. 56."Road map toward the implementation of the UN millennium declaration: report of the Secretary General (UN document no. A/56/326). New York: United Nations; 2001.         [ Links ]

2. UNICEF. "Tracking progress in child survival. Countdown 2015". London: December 13. www.unicef.org.         [ Links ]

3. CONAPO, 2002. Proyecciones de la Población de México, 2000–2050.         [ Links ]

4. INEGI/Secretaría de Salud. Bases de datos de defunciones 1990; 2002.         [ Links ]

5. INEGI/Secretaría de Salud. Bases de datos de defunciones 2004.         [ Links ]

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