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Espiral (Guadalajara)

versión impresa ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.30 no.86 Guadalajara ene./abr. 2023  Epub 14-Ago-2023

https://doi.org/10.32870/eees.v30i86.7248 

Estado

¿El Estado laico en entredicho? Religión y política en la Cuarta Transformación: aproximaciones desde la filosofía política

Is the secular state in question? Religion and politics in the Fourth Transformation: approaches from political philosophy

Saúl Manuel Albor Guzmán* 

*Doctor en Filosofía con Orientación en Ciencias Políticas. Profesor-investigador de tiempo completo en el Departamento de Estudios Culturales, Demográficos y Políticos de la División de Ciencias Sociales y Administrativas, de la Universidad de Guanajuato, campus Celaya Salvatierra. Correo electrónico: sm.albor@ugto.mx


Resumen

El objetivo central de esta investigación es examinar la nueva redimensión que la Cuarta Transformación (4T), esto es, el pensamiento del presidente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) le ha proporcionado a la relación entre religión y política, la pareja siempre en conflicto en México pero que en la historia reciente se ha llegado a una síntesis interpretativa, una reconfiguración política y a una apropiación del fenómeno religioso, lo que nos ha permitido formular las siguientes hipótesis:1) por una parte el elemento religioso expresado en el catolicismo social, ha sido asumido por el discurso de AMLO y lo ha dirigido contra el conservadurismo económico, objeto de su crítica; 2) el discurso religioso de AMLO parecería ubicarlo dentro de un catolicismo social, liberacionista, o de un populismo cristiano; sin embargo, habría que señalar que estamos ante una ”religión política” y el fenómeno religioso le sirve en su formulación.

Palabras clave: religión; política; AMLO; Estado laico; discurso político

Abstract

The central objective of this research is to examine the new dimension that the Fourth Transformation (4T), the thought of Andrés Manuel López Obrador (AMLO), has provided to the relationship between religion and politics, the couple always in conflict in Mexico but who In recent history they have reached an interpretative synthesis, a political reconfiguration and an appropriation of the religious phenomenon, which has allowed us to formulate the following hypotheses:1) on the one hand,the religious element expressed in social Catholicism has been assumed for AMLO’s speech and has directed it against economic conservatism, the object of his criticism; 2) AMLO’s religious discourse would seem to place it within a social, liberationist Catholicism, or a Christian populism; however, it should be noted that we are facing a“political religion” and the religious phenomenon serves him in his formulation.

Keywords: religion; politics; AMLO; secular state; political discourse

Introducción

No cabe duda que el año 2018 ha supuesto una reconfiguración política con la llegada de AMLO al Poder Ejecutivo del Estado Mexicano y, desde el poder, intentar lo que ha sido denominado la Cuarta Transformación de México; la Independencia, la Reforma y la Revolución Mexicana han sido reinterpretadas por AMLO para fundamentar históricamente la 4T, así tal cual, su sujeto y predicado.

Estas transformaciones políticas no pueden entenderse sin el componente religioso, que siempre ha estado presente en aquéllas, por lo que la 4T no podría ser la excepción, máxime que AMLO, desde sus discursos, lleva a cabo una hermenéutica de la historia mexicana. Desde luego que la 4T no puede entenderse sin AMLO, hay una simbiosis inseparable. La variable religiosa utilizada por AMLO en su discurso político le ha servido para fundamentar los alcances de su proyecto político relativo a posicionar en primer término a los pobres e integrándolo con la confrontación del adversario: el conservadurismo. Pero se trata, sobre todo, del conservadurismo económico, el cual ha reposicionado algunas de sus facetas, como por ejemplo el movimiento de Frena, el epígono de una catolicidad política ya tan etérea y difuminada que no se identifica, en lo absoluto, con lo que hemos denominado el catolicismo social o liberacionista que, paradójicamente, utiliza AMLO en su discurso político.

Para lograr el objetivo de nuestra investigación estructuramos su contenido de la siguiente manera: en primer término, daremos algunas aproximaciones de lo que es la religión política para entender el pensamiento de AMLO y sus raíces históricas en las transformaciones políticas mexicanas. En segundo lugar, analizaremos el discurso político de AMLO en el que el elemento religioso toma nuevos relieves, confrontando a un conservadurismo económico-político, utilizando categorías del catolicismo social y/o liberacionista, lo que de alguna manera lo acerca también a un conservadurismo sui generis. Por último, se estudiará si este discurso de AMLO pone en entredicho el Estado laico. Para lograr este objetivo se han revisado las principales intervenciones y acciones de AMLO como líder social y como jefe del Estado Mexicano, así como diversos elementos teóricos que nos permitan identificar y posicionar las coordenadas del pensamiento del líder de la 4T en esta materia. Lo cual nos permitirá ir comprendiendo las hipótesis planteadas y poder responder a las siguientes interrogantes: ¿cuál es la religión de AMLO, un catolicismo liberacionista, el evangelismo, el liberalismo ideológico del siglo XIX? ¿El Estado laico se encuentra en entredicho? A continuación presentaremos las posibles interpretaciones.

Religión y política en las cuatro transformaciones de México

Los temas de religión y política a lo largo de la historia occidental siempre han estado presentes en los teóricos de la política, quienes han reflexionado sobre la necesaria separación de las esferas temporal y espiritual; el poder religioso y el político han tenido sus tensiones, sus asimilaciones, sus confrontaciones, pero no puede soslayarse que el fenómeno religioso siempre ha estado tan presente porque se da precisamente en la polis, en la ciudad, en la república. Siempre ha existido un préstamo de categorías conceptuales entre la política y lo religioso, sus nociones van de un lugar a otro.

La modernidad política es un ejemplo de ello, la Revolución Francesa pretendió superar el pasado de la ilusión religiosa, pero tenía su propio talante religioso, inaugurando “una concepción mesiánica de la política” (Furet, 1999: 44), no sin tintes religiosos, llevando a la desacralización y el aherrojar al catolicismo al cementerio de la historia, pero primero habría de ser sustituido por la diosa Razón de aquellos hebertistas radicales.

Por el “ateísmo” de los radicales, Robespierre lo reemplazará por el culto al Ser Supremo, anunciándose el deísmo como una religión de los filósofos, así como la nueva religión cívica controlada por el Estado, no sin influencia de la masonería, de lo que se deduce el carácter funcional que desempeñará la religión en la sociedad y la política:

El culto al Ser Supremo tiene algo de lo que carece el de la Razón. Es un auténtico culto […] produce un cambio importante en lo que se refiere a la política […] los descristianizadores habían sacralizado la política. Con Robespierre la política no contiene ya todo lo sagrado, sino que reconoce la existencia de un principio que está por encima del suyo propio (Viguerie, 1991: 209).

La Revolución Francesa implicó un terremoto para la historia universal, en la que se da el tránsito de esa orientación metafísico-cosmológica del mundo a una orientación filosófica-histórica del presente, provocando la “apoteosis de la ‘historia’ que llevó la religión de la historia en los movimientos mesiánicos del siglo XIX” (Moltman, 1989: 302).

Sin embargo, esa secularización que ha pretendido desplazar lo religioso de la vida social, no puede negar un resabio espiritualista, religioso; ha existido “un mero desplazamiento, un cambio de ubicación que, en último término, ha producido que las religiones sobrenaturales hayan quedado sustituidas por mesianismos intramundanos” (Graiño y Carabante, 2014: 11).

Este proceso explica, en gran medida, el origen de lo que se ha denominado las religiones políticas que constituyeron las ideologías totalitarias del siglo XX, la comunidad política no se acota solamente en lo profano, requiere de lo religioso, por lo que el lenguaje político se encuentra transido de emociones religiosas:

[…] la religiosidad intramundana, que experimenta como ens realissimum al colectivo, ya se trate de la humanidad, del pueblo, de la clase, de la raza o del Estado, es defección de Dios. Y ésa es la razón por la que algunos pensadores cristianos rechazan que se sitúe en un mismo nivel la religión política intramundana y la religión espiritual del cristianismo, incluso a efectos lingüísticos (Voegelin, 2014: 69).

Desde la Ilustración la política se convertirá en sucedáneo de la religión, lo cual marcará la realidad latinoamericana desde la independencia política de las antiguas colonias de España; México no será la excepción, Hispanoamérica es la región donde las revoluciones y los mesianismos son pródigos de un cristianismo secularizado, politizado,

[…] la fe religiosa de las poblaciones de América Latina es cuestión social más que individual, de ritos y de sacramentos más que de meditación […] En el universo mental de la mayoría de los hispánicos, no se ha operado aún la laicización de los criterios de verdad […] condiciona la ética, domina los comportamientos. En lugar de que el esfuerzo aparezca como una inversión en el progreso, la fe en el progreso inspira el abandono a una esperanza insensata o la reacción convulsiva a la frustración de esta esperanza (Lafaye, 1997: 200).

Desde el siglo XIX aparece el culto popular de una religión cívica en la que se rinde a los héroes muertos, el discurso político desde la Independencia de México refleja esa huella religiosa incuestionable; en este sentido AMLO sólo ha continuado con una narrativa que debe más a las prácticas e imaginarios de la religiosidad que a la teoría política o al pensamiento y la crítica histórica, por eso la hermenéutica histórica y religiosa le sirve a su proyecto político.

Con la primera transformación mexicana, la Independencia, se engarzó tanto el entusiasmo político como el religioso, la “élite criolla de la Nueva España adoptó un modo complejo de patriotismo tradicional constituido por postulados políticos, históricos y religiosos” (Brading, 2020: 27), en el que se juntaron, paradójicamente, la reprobación por parte de la Iglesia católica a una primera reforma liberal (1833) que, de alguna manera, continuaba con la reorganización que supuso la transformación borbónica que afectó a la misma Iglesia a finales del siglo XVIII.

La primera transformación de la Independencia, AMLO (2021 k) la interpreta por el carácter social que tuvo en sus inicios con Hidalgo y continuado por Morelos, pero su lectura refleja cierto clericalismo: “en México este movimiento comenzó como una lucha del pueblo contra la oligarquía criolla. Para los curas rebeldes y padres de nuestra patria, Miguel Hidalgo y Costilla y José María Morelos y Pavón, las reformas sociales tenían la misma importancia que alcanzar la independencia política”.

La insurgencia tenía como precedente directo, además, la persecución a la Iglesia por parte del jacobinismo de la Revolución Francesa y la revolución liberal en España que detona el movimiento de Iturbide, reconoce el propio AMLO (2021 k):

Iturbide, representante de las clases dominantes de México, y Vicente Guerrero, uno de los principales insurgentes del partido de Morelos, que aún estaba activo, se entrevistaron y elaboraron en Iguala el famoso Plan de las Tres Garantías: Independencia, Unión y Religión. En torno al Plan de Iguala se unieron conservadores y liberales.

El Plan de Iguala, de la autoría de Iturbide, proclamará la religión católica como símbolo de la nueva nación y Estado independiente; AMLO, como buen liberal interpreta la insurgencia como liberal, pero por motivos hermenéuticos, vincular la insurgencia con la reforma juarista ha sido más un propósito político que una historia objetiva:

No por eso dejará Hidalgo de ser el intrépido campeón de la tea encendida y de la espada que indudablemente fue; pero empezará a ser, además, el iluminado profeta del republicanismo. Junto al generalísimo empieza a erguirse el legislador y el teórico revolucionario.Y de aquí procede que la historiografía posterior haya planteado como problemas centrales de la comprensión del movimiento de 1810 (O’Gorman, 1964).

AMLO se encuentra más cerca de una corriente católica que liberal, como la representada por uno de los patriarcas de la Reforma, José María Luis Mora (1986: 156 y 157), el clérigo anticlerical, quien consideraba a Hidalgo como cruel y desorganizado, paradojas de nuestra historia.

Por otra parte, el conflicto religioso será el motor de esa segunda transformación que implicó la Reforma liberal de mediados del siglo XIX:

La recia cualidad polivalente de la religión hace que ésta signifique cosas y valores diferentes para distintos grupos, y permite que religiosidades de signos contrarios se combinen con posturas políticas encontradas, según la necesidad de diversos grupos de la sociedad […] Quizá la dificultad que han encarado tanto la nueva como la vieja historiografía política en materia de religión estriba en que la secularización, la modernidad y la democracia no tienen una correlación sencilla entre ellas ni con la religión, sino que son susceptibles de combinaciones complejas y cambiantes (Connaughton, 2010: 83).

Los mismos liberales utilizaban una fraseología política impregnada de religión, la Reforma supuso un trauma en la mexicanidad, la separación con la madre Iglesia:

La Reforma quería hacer de la organización religiosa un asunto de administración pública y de las cuestiones religiosas cuestiones políticas, lo cual era mucho más grave que confiscar los bienes eclesiásticos; la idea de los reformadores de legislar a la Iglesia en su organización y en su práctica, para que se conformase al nuevo régimen político, tuvo como consecuencia que la reforma religiosa se volviera una cuestión fundamental política (Meyer, 1999: 78).

Con el Porfiriato se reorganizan fuerzas políticas y surge el momento estelar del catolicismo social, el compromiso por los obreros y campesinos, la Revolución reconducirá y confrontará estos movimientos de inspiración cristiana, la cuestión social sería también un programa de los católicos.

En AMLO no tenemos una argumentación anticlerical propia del liberalismo decimonónico o del radicalismo revolucionario en la tercera transformación, la Revolución Mexicana, de esta última sólo evoca referencias románticas y que respaldan su postura político-social, más que una actitud religiosa, como cuando cita a Francisco J. Mújica o a Felipe Carrillo Puerto, connotados personajes radicales y socialistas, a la mexicana.

El catolicismo social y liberacionista

Entender la 4T en este sentido de la apropiación que hace AMLO del pensamiento social cristiano en su discurso político conlleva referirnos a tensiones entre el catolicismo y el liberalismo en la historia de las naciones latinoamericanas que, desde su independencia, las han configurado políticamente; un liberal como AMLO asume el discurso del catolicismo social y, del otro lado, el conservadurismo económico se queda ayuno de ideas, sólo le queda la detractación y el calificativo de AMLO como “populista”.

No debe pasarse de alto que el pensamiento social católico latinoamericano ha dejado huella en el Papa Francisco, jesuita; asimismo, no se le puede entender sin Medellín, Colombia, Puebla, México y Aparecida, Brasil:1

[…] los pobres son los que más pueden aportar a una auténtica liberación en el campo social, económico, político que haga nacer la nueva convivencia […] los pobres son los que más pueden aportar a la construcción de una nueva sociedad con los que más sufren la injusticia, los que más anhelan los derechos humanos. Tienen energías latentes que hay que despertar […] el protagonista de una nueva comunidad humana, en unión de los que se solidarizan con él en su deseo de justicia, de libertad y paz (Methol Ferre, 1979).

Baste decir que respecto al Partido Acción Nacional ha tenido cierta evolución en sus idearios desde su origen, que parte de un tecnócrata de la Revolución, Manuel Gómez Morín, pasando por el integrismo católico y cierto acercamiento a la democracia cristiana muy influyente en Sudamérica, hasta la captura del partido por parte de un sector empresarial: “Fue una minoría, pero poderosa, la que volvió sus ojos al PAN para iniciar el rescate del partido de los “jesuitas-marxistas”, tarea que encabezó el Grupo Monterrey” (Arriola, 2008: 69), caracterizado por su oposición a los gobiernos revolucionarios y a los movimientos de izquierda, lo que se menciona pues estamos ante una oposición a la 4T que se ha quedado sin ideario alguno y con cierto eslóganes de ese tipo.

AMLO es el personaje de los símbolos y su influencia en el proyecto político de la 4T, desde el inicio de sus campañas presidenciales en cunas del juarismo como Guelatao, Oaxaca, en 2006 y Ciudad Juárez en 2008, habitar en Palacio Nacional, tomar la plaza del centro de la República, la fascinación por sus conmemoraciones cívicas de sus héroes nacionales, la historia politizada en cada visita de trabajo, ser el tribuno del pueblo desde las “Mañaneras”, el acudir a los símbolos religiosos católicos, se tornan parte de su “religión”.

Se detecta en AMLO la utilización de algunas categorías del catolicismo social y de la teología de la liberación sobre la opción por los pobres, sobre todo, y por su recurrente citación del Papa Francisco, quien tiene una influencia clara y consecuente tanto en su pensamiento como en sus discursos de la doctrina social de la Iglesia (DSI).

Señalamos sólo algunos principios y reflexiones de la DSI sobre la crítica que hace, para efectos de este trabajo, al paradigma sostenido por la economía liberal. El Papa León XIII en 1891 sostenía que existía una clase poderosa, por rica, que “monopoliza la producción y el comercio, aprovechando en su propia comodidad y beneficio toda la potencia productiva de las riquezas, y goza de no poca influencia en la administración del Estado” (Punto 33).

El mismo neoliberalismo manchesteriano ha sido confrontado por el catolicismo; Pío XI en 1931 describía que “una ley económica absolutamente incontrastable, toda acumulación de capital correspondía a los ricos, y que, en virtud de esa misma ley, los trabajadores estaban condenados y reducidos a perpetua miseria o a un sumamente escaso bienestar” (Punto 54).

Francisco (2015a), siguiendo a Pío XI, ha afirmado que esa acumulación de riquezas y de poder origina una lucha por la hegemonía económica, siendo rentable el rudo combate para adueñarse del poder público y poder abusar de su influencia y autoridad, se insiste en que se devuelva a los pobres y a los pueblos lo que les pertenece en razón del destino universal de los bienes, se trata

[…] de una realidad anterior a la propiedad privada. La propiedad […] en especial cuando afecta los recursos naturales, debe estar siempre en función de las necesidades de los pueblos […] no se limitan al consumo. No basta con dejar caer algunas gotas cuando los pobres agitan esa copa que nunca derrama por sí sola.

Se ha acusado a Francisco de populista por sectores muy conservadores, sobre todo en Norteamérica, el conservadurismo económico mexicano tiene ciertos tintes semejante sin salir de una folclórica y “huizachera” (frase muy citada por AMLO) postura.

El éxodo a la democracia: de Tabasco a la Ciudad de México

Benito Juárez siempre ha sido un referente en AMLO para llevar a cabo la 4T, la Reforma juarista queda muy lejos y cerca a la vez por el discurso histórico de AMLO, quien con sus constantes referencias “religiosas” genera consternación en un sector jacobino y laicista en México con toda su tradición histórica, lo que supondría ir contra el Estado laico por parte del discurso del líder de la 4T.

Resulta complejo ubicar a AMLO en cuanto a sus ideas sobre la religión, como tiene el escenario de un pueblo muy religioso, políticamente puede resultar conveniente acudir a este tipo de mensajes “mesiánicos” que abundan en sus discursos, una nueva moral, no la cristiana, aunque transida de ella, pues tiene que acudir a un documento tan antiguo como aquella carta moral de Alfonso Reyes, pero llama la atención este moralismo sui generis de AMLO.

Es importante destacar que AMLO al admirar a Juárez, a Carranza, a Garrido Canabal lo hace en cuanto a políticos, cómo se van sobreponiendo a sus adversarios, cómo impulsan el desarrollo económico y enfrentan a sus enemigos para imponer o llevar a cabo un proyecto ideológico. La religiosidad de AMLO es pues, un recurso político, sin poder decir nada sobre sus convicciones muy propias, que quedan en la conciencia de cada persona.

AMLO no es anticlerical, ni jacobino, Garrido Canabal, a quien admira AMLO pero no por antirreligioso en sí, incluso critica este aspecto; el post-garridismo posicionó a Tabasco en el México moderno en la etapa del desarrollo estabilizador, cuyos factores como “el gran capital, la situación de guerra […] la mayor comunicación (el ferrocarril tocó por fin la entidad en su paso para Campeche), la creación de más carreteras y puentes para cruzar los innumerables ríos” (Martínez Assad, 2001: 123); décadas después otro tabasqueño se encontrará en el vértice del Estado, en la Presidencia de la República y añorando ese desarrollo estabilizador ahora con el restablecimiento de ferrocarriles por el sureste mexicano.

El puritanismo que corría por las venas anticlericales de Garrido, no podría tenerlo AMLO, más bien es un puritanismo pero atemperado y rociado con aquella espiritualidad de Carlos Pellicer, que canta las grandezas de la naturaleza del trópico tabasqueño pero dentro de su cosmovisión católica.

Paradojas de los tabasqueños, Garrido era un iconoclasta, así tal cual, con su veta religiosa; AMLO no es iconoclasta, al contrario, rinde culto a sus santos como Juárez; López Obrador es más idealista que Garrido; AMLO como buen político que ve en los íconos cristianos esos símbolos que le permiten sustentar su “religión”, aunque su veta anarquista ya en el poder es combatir las instituciones neoliberales, desmantelarlas, conforme a su plan transformador de una nueva institucionalidad, la de la 4T.

AMLO reconoce en Garrido su instinto político, pero hace ver que le faltaba el oficio; político de oficio es, sin duda, López Obrador, quien señala diversos factores del anticlericalismo tabasqueño, como la influencia creciente de la masonería desde el Porfiriato y poniendo énfasis en la falta de evangelización, en Tabasco “el culto religioso se practicaba más por cuestiones de convivencia social que por motivos de fe auténtica” (López Obrador, 2015: 673).

La naturaleza del ser tabasqueño se ve influida, al decir del propio AMLO, por el laicismo histórico (anticlerical) y por su talante liberal, si hay progreso se deja de pensar en Dios, aunque AMLO reconoce que el restablecimiento de la libertad religiosa en Tabasco se hizo después de Garrido, por un líder sinarquista, otra paradoja de la historia mexicana.

La irreligiosidad histórica de Tabasco la explica AMLO por el calor del trópico, pero ¿cómo aclarar el fenómeno pelliceriano, a quien el trópico sí le ha dado oportunidad de pensar en Dios? ¿Qué hubiera pasado si el literato católico Graham Greene,2 admirado por AMLO,3 hubiera conocido al Tabasco de Pellicer y de AMLO y no el de Garrido?

No cabe duda, AMLO menciona siempre a Carlos Pellicer, tan distinto al irreverente Garrido, como si el trópico generara esos cauces, las hogueras iconoclastas por una parte y, por otra, también el canto a la naturaleza pródiga en ríos como el Grijalva y el Usumacinta o la sangre del petróleo del Golfo; AMLO se inclina por el poeta del país del chocolate.

Goza del caudal del Usumacinta, desde la política canta a la naturaleza, explica el porqué de las inundaciones, sigue cautivado por la naturaleza y la poesía “franciscana” pelliceriana, para el político que lleva dentro AMLO, con reminiscencias religiosas, invoca al éxodo, pero por la democracia para reconstruir el Paraíso que se ha perdido desde que salió de aquellas tierras tropicales. Se trata de reconstruir el Paraíso desde Tabasco, tabasquizar a México, de nueva cuenta el laboratorio de la Revolución, desde el Estado conforme a la 4T, reconquistando valores espirituales y culturales de los mexicanos.

La alegría y el optimismo católico pelliceriano lo marcan, “Pellicer busca la nueva patria hacia fuera, en la novedad primigenia de la Creación que empieza a ser poblada. Tiene la confianza creadora de un fundador de ciudades, el optimismo cristiano de la generación del Ateneo” (Zaid, 1997: 237 y 238) de la juventud, aquel movimiento cultural atemperador del encono iconoclasta de la Revolución Mexicana. AMLO continuará el legado de Pellicer, el poeta político; Tabasco y el sureste mexicano saltarán al protagonismo en la geografía económica del país, refinerías, nuevos pozos petroleros, el Tren Maya, el corredor transístmico, aeropuertos, AMLO el constructor y lleno del optimismo pelliceriano, católico.

En su libro El poder del trópico, título por demás sugestivo, contiene capítulos dedicados precisamente al “Éxodo por la democracia” y “Cómo reconstruir el paraíso”, estos signos religiosos inmanentizados los va relatando AMLO en esa marcha de 1991 contra el fraude electoral en Tabasco.

Existían tres grupos, el de los demócratas, el de los rebeldes, y el de los humanistas y los místicos, “los que ven en el movimiento social una lucha justa; con una visión religiosa, vinculaban la marcha con una peregrinación: portaban la imagen de la Virgen de Guadalupe, oraban o rezaban el rosario” (López Obrador, 2015: 732), personas responsables, con vida espiritual que vinculaban el cristianismo con la justicia, esto es, un catolicismo liberacionista.

En AMLO hay como un tránsito de esa rebeldía romántica del líder social a ese cristianismo liberacionista en la presidencia, recalcando su talante humanista, pero sin olvidar o querer olvidar su juarismo liberal, que le sirve de pose política.

El propio AMLO relata la entrevista con Fernando Gutiérrez Barrios, el entonces poderoso secretario de Gobernación, quien le espetó a AMLO que una parte de la marcha iría a misa a la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe con monseñor Sergio Méndez Arceo,4 siendo que AMLO era liberal, respondiéndole que también era respetuoso de los sentimientos y de la religiosidad de la gente, aunque acepta que fue por razones políticas.

AMLO ha reconocido que no es suficiente luchar sólo por reivindicaciones sociales o en defensa de las libertades o de los derechos humanos, “Hay quienes se aplican en luchas nobles pero sin proponerse cambiar al régimen, no piensan en transformar. Es ése el pensamiento que predomina en la esfera de organizaciones no gubernamentales, de la Iglesia progresista” (López Obrador, 2017: 22), lo esencial en la política es la acción transformadora, la praxis.

Su juarismo emblemático lo abrevó en Tabasco por esa tradición liberal histórica, la religiosidad de AMLO fue buscando “cauces propios, políticos, pero habría de tener una inspiración garridista: puritana, dogmática, autoritaria, proclive al odio y, sobre todas las cosas, redentorista” (Krauze, 2006).

Consideramos, frente a Krauze, que no tanto el odio, pero sí el enfrentamiento directo al conservadurismo, pero extraña AMLO a los conservadores inteligentes, como cuando ha citado a los historiadores Lucas Alamán y a Francisco Bulnes, el conservadurismo al que se enfrenta es el que identifica con los grupos económicos que se servían del Estado para sus pingües negocios.

Redentorismo sí, la categoría del pueblo será muy asociada a su política, para sacar a un pueblo postrado en muchas miserias, a pesar de tantas revoluciones en México que no han podido redimirlo, por eso ese “redencionismo político” de AMLO; aquí sí lo ubicaríamos más identificado con Garrido y Cárdenas que con Juárez.

Pensamos que la religión de AMLO es la política, aunque tiene que acudir al catolicismo pelliceriano que lleva en sus venas o al catolicismo social, que salta a veces en pinceladas en sus discursos, o al evangelismo protestante muy acendrado en esas regiones del trópico tabasqueño; insistimos, qué pensaría Graham Greene si hubiese conocido a AMLO, sería su relato más luminoso y alegre, no tan sombrío como el del pasado garridista.

El entonces presidente del partido Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), López Obrador (2017),5 fue galardonado con la estatuilla Óscar Arnulfo Romero, quien fuera arzobispo de San Salvador, firme defensor de los derechos humanos en ese país y de la doctrina social de la Iglesia, asesinado por escuadrones de la muerte en 1980. AMLO agradecía la imagen bella del arzobispo mártir, reconocía que había sido un extraordinario luchador social, un ejemplo a seguir, se consideraba como un admirador de Romero, un hombre lleno de bondad, quien debería de ser santificado.

El 14 de octubre de 2018 monseñor Romero había sido canonizado por el Papa Francisco. AMLO manifestaba que Romero había continuado la obra de Jesucristo, al haber sido un defensor de los pobres, del pueblo latinoamericano; el presidente salvadoreño Ceren comentaba que AMLO era un luchador social, organizador de movimientos que generan una nueva visión, sentimientos de búsqueda de cambio en Latinoamérica, muy en el marco del catolicismo social influyente, sin lugar a dudas en el país vecino de El Salvador.

Durante la campaña en 2018 AMLO llegó a referirse a Romero, conocido por sus protestas proféticas contra tanta violencia que se dio en ese país en la década de los ochenta y que le costó la vida, lo que denota esa influencia liberacionista de inspiración cristiana católica en AMLO.

En 2018, en el primer debate presidencial AMLO señalaba que en su lucha contra el aumento de la pobreza generada en el periodo neoliberal proyectaba, después del triunfo electoral, una amnistía y se invitaba al Papa Francisco para venir de nueva cuenta a México.

Ante la lucha contra la corrupción, el pueblo tiene una gran reserva de valores culturales, espirituales, el pueblo de México es honesto y destacaba en el 2° debate presidencial que ante la violencia, el mal hay que enfrentarlo haciendo el bien, lo que denota un pacifismo de impronta cristiana; el discurso recurrente de AMLO es que la corrupción es la base estructural de la pobreza en el país, ante ello bastaría la “utopía”.

Construyendo el paraíso y la utopía desde Palacio Nacional

Aquella proclama de AMLO durante el grito del 15 de septiembre de 2019 sobre la “fraternidad universal”, evoca más bien a esa religiosidad difusa de la masonería histórica, por otro lado, muy influyente en Tabasco.

Virginia Aspe (2019) ha realizado una aproximación filosófica a las transformaciones de México, incluyendo la 4T de AMLO, de quien destaca la relación entre cierto anarquismo histórico en el pensamiento de López Obrador; sin embargo, “se trataba de un anarquismo que se combinaba con Dios y el Estado, algo absolutamente distinto al materialismo dialéctico que posteriormente se propondría en México a partir de las asociaciones obreras y en la academia”.

Podemos asentir que AMLO sí puede tener esa influencia anarquista cristiana, lo que parecería a simple vista una contradicción, sin adentrarnos a estudiar este fenómeno, sólo enunciar algunos rasgos como la lucha pacifista muy característica de AMLO tanto en sus marchas democráticas como ya en el poder. El mismo Francisco al inicio de su pontificado citó a un católico anarquista, León Bloy, francés con dejos cuasi proféticos, véterotestamentarios que vivió en una pobreza lacerante.

El cristianismo o catolicismo social ha permeado el pensamiento social y de defensa de los pobres de AMLO más que un evangelismo biblicista; se ha sostenido que “Tabasco es tierra de poetas. Carlos Pellicer, José Gorostiza y José Carlos Becerra fueron tabasqueños. Y cuando Pellicer fue candidato del PRI a senador por Tabasco (1976), el joven López Obrador militó en su campaña. El socialismo cristiano de Pellicer lo marcó” (Zaid, 2018).

Resulta paradójico que en algunos sectores católicos muy conservadores se hablaba del “riesgo” de AMLO para México, del advenimiento del comunismo o del populismo, otra categoría también muy polisémica, toda vez que hasta al Papa Francisco se le ha catalogado como populista por sectores neoconservadores.

Resultó simbólica aquella escena en el Teatro de la República, de Querétaro en 2019 en el aniversario de la Constitución de 1917, Porfirio Muñoz Ledo, junto a AMLO, y ante el advenimiento de una nueva etapa con la 4T refería que “[…] Dios mediante, bueno el ente laico […]”, aludiendo al nuevo proyecto constitucional dentro de la Constitución, los nuevos derechos sociales, estamos ante una parte del inconsciente colectivo, así sean los de la 4T.

Manuel Ávila Camacho, que se decía creyente, palidece ante AMLO, en quien ha sido mucho más notoria esa religiosidad.

López Obrador (2019b) continúa con sus mensajes religiosos, nunca se le pregunta sobre ello, lanza sus ideas, se le salen, provoca; ante la cuestión de la consulta a los pueblos indígenas sobre el corredor trans ístmico manifestaba que la base de su accionar político es vivir en la verdad “Y yo no digo mentiras, porque la mentira es reaccionaria, es del demonio, la verdad es revolucionaria, es cristiana, para que se polemice más, para ponerle más salsa, nosotros no mentimos”.

Con los indígenas mayos, AMLO (2019c) define lo que es el cristianismo:

[…] esto es humano, es justicia social y es también cristianismo. Me van criticar, pero lo voy a decir […] ¿por qué sacrificaron a Jesús Cristo? ¿Por qué lo espiaban y lo seguían? Por defender a los humildes […] a los pobres, ésa es la historia real […] que nadie se alarme cuando se mencione la palabra cristianismo. Cristianismo es humanismo […] las religiones tienen ese propósito: el humanismo, el amor al prójimo, ésa es la justicia social […] solidaridad […] fraternidad […] que no se le dé la espalda al que sufre […] no es lo mismo educación que cultura. La educación es lo que se aprende, la cultura es lo que viene de lejos, lo que se hereda por tradición […] El que no sabe de dónde viene nunca va a saber hacia dónde va.

Haría falta una tarea de fortalecimiento de los valores culturales, una redención cultural, muy en la línea de lo que hacía José Vasconcelos cuando era secretario de Educación. Desde luego se entiende el desconcierto de la clase política mexicana por estos discursos de AMLO contra el neoliberalismo y desde el humanismo cristiano, paradójico.

AMLO se encuentra más cerca de la doctrina social de la Iglesia (DSI)6 y del catolicismo liberacionista latinoamericano que sus llamados adversarios “conservadores”.

En su crítica al neoliberalismo, AMLO, más que una influencia anarquista con barniz cristiano, como sostiene Aspe, denota más un parecido con el catolicismo social o socialismo cristiano como lo define Zaid.

Es influyente en AMLO el catolicismo, el “jesuitismo” de Francisco, que eclipsa cualquier evangelismo biblicista o el esoterismo masónico en sus constantes alusiones a Juárez. El discurso de AMLO, en el contexto de la pandemia en 2020 de la covid-19, resulta significativo, en plena Semana Santa citaba a Francisco, lo que desconcierta al mundo laicista aunque se pinte de laico. Existen todavía esos prejuicios, ciertamente Juárez y la Reforma quedan muy lejanos, pero sin que se violente el Estado laico.

Francisco (2020 d) en esa Semana Santa señalaba que “la gran mayoría son pobres víctimas de las políticas económicas, de las políticas financieras […] hay mucho dinero en manos de unos pocos y mucha pobreza en muchos. Y ésta es la pobreza de tantas personas que son víctimas de la injusticia estructural de la economía mundial”, hablar de los pobres es el centro del Evangelio y “esto no es ser comunista”.

AMLO (2020 d) arremete contra el neoliberalismo; ante la observación de que su política sólo era para los pobres, respondió que no obstante que fuéramos librepensadores se necesitaba abrir la mente porque a veces se olvidan los evangelios, cuya esencia es la solidaridad:

Seremos juzgados -dice Francisco- según nuestra relación con los pobres. Cuando Jesús dice “a los pobres siempre los tendréis con vosotros […] yo estaré siempre con vosotros, en los pobres, presente en ellos” […] éste es el centro del Evangelio y seremos juzgados por esto […] ¿Qué decía Morelos? “Que se modere la indigencia y la opulencia” [...] Está en los Sentimientos de la Nación […] es un momento ahora para la reflexión interna, ahora que estamos recogidos en nuestras casas con nuestras familias […] Nos afectó mucho el avance del materialismo […] de estar pensando nada más en los bienes materiales, en la riqueza y no pensar en valores culturales, morales, espirituales, que es lo más importante en la vida. Sólo siendo buenos podemos ser felices […] se necesita una nueva corriente de pensamiento, nada de triunfar a toda costa sin escrúpulos morales de ninguna índole.

Un nuevo presidente profeta, patriarca, mesías, pero lo religioso lo supedita a la política, lo político puede utilizar lo religioso, pero también inspirar la política. Más que Juárez, podríamos decir que Morelos podría ser su referente histórico en estas temáticas.

AMLO conoce de lo que habla, llama la atención cómo hasta se apropia, hace suyo el discurso del catolicismo social del que sus adversarios políticos se encuentran muy lejos, AMLO asume un catolicismo, liberacionista, social, hay un nuevo moralismo al que aludíamos en AMLO, es mejor ser “buenos para ser felices”, no importa el materialismo ni el individualismo.

Son ideas que no provienen del liberalismo sino de ciertas corrientes del pensamiento cristiano. En una destreza política que desquicia a un conservadurismo que se manifiesta en el PRI, más en el pan, éste proveniente de una democracia cristiana cada vez más en retirada y que quedó olvidada en su historia, se quedó huérfano de pensamiento inspirador, sólo se ocupa de defender intereses económicos privatistas.

El discurso del panismo tradicional ha quedado vacío, AMLO les ha arrebatado el pensamiento social cristiano, el neoliberalismo ya nadie lo defiende.

Las categorías religiosas usadas por AMLO se dirigen al sector “pueblo”, tan manejada también por Francisco, que se refiere a ese pueblo humilde, el de pueblo de Dios, esa religiosidad de AMLO se endereza, evidentemente, contra el neoliberalismo, cuyos principios son: la no intervención del Estado, el mercado sólo es el que garantiza el crecimiento, el bienestar, si les va bien a los de arriba les va bien a los de abajo, como si la riqueza fuera contagiosa, todo ello enmarcado en plena pandemia de covid-19.

Para AMLO (2020 e) el Estado es la clave para ayudar a los más necesitados, recomienda la “pobreza franciscana”, pero precisa, mejor la austeridad republicana, el neoliberalismo pretende la desaparición del Estado, pero ante una crisis se utilizaba, aquí sí, al Estado para rescatar a instituciones financieras con recursos públicos, por eso se hace necesario trascender la noción del pib, ir del crecimiento al desarrollo y pensar en lo espiritual.

Esas consideraciones provocan a ciertos sectores económicos para los que las fuerzas del mercado, impersonales, son las que desarrollan las riquezas, sólo lo macroeconómico cuenta.

Es difícil ubicar el pensamiento social de AMLO, pero como estamos considerando lo religioso en su visión, cabe decir que el pensamiento cristiano tiene ciertas categorías sobre lo social, nos hemos referido ya a la doctrina social de la Iglesia contenida en documentos de la Iglesia católica, sólo destacar que el Papa Benedicto XVI (2009) considera la importancia del papel del Estado en estas crisis económicas en que los pobres son los más afectados:

[…] los poderes públicos del Estado se ven llamados directamente a corregir errores y disfunciones, parece más realista una renovada valoración de su papel y de su poder, que han de ser sabiamente reexaminados y revalorizados, de modo que sean capaces de afrontar los desafíos del mundo actual, incluso con nuevas modalidades de ejercerlos (Punto 24).

Benedicto XVI, junto con todo el pensamiento social cristiano, habla sobre el “desarrollo” de los pueblos, es importante ya que implica que todos participen en condiciones de igualdad en el proceso económico internacional para llegar a sociedades solidarias y con buen nivel de formación, el desarrollo económico deseable no es más que el que produce un crecimiento real, extensible a todos y concretamente sostenible.

La ganancia es útil si, como medio, se orienta a un fin que le dé un sentido, tanto en el modo de adquirirla como de utilizarla. El objetivo exclusivo del beneficio, cuando es obtenido mal y sin el bien común como fin último, corre el riesgo de destruir riqueza y crear pobreza (Punto 21).

Pero esto no es un pensamiento comunista, sino social cristiano que, en ese sentido, puede haber influido en AMLO en su proyecto económico sujeto a una moral, pero la cuestión está abierta al debate y a las interpretaciones.

Francisco, tan citado por AMLO, ha sido lapidario y ha levantado hasta el enojo de católicos que en el colmo del surrealismo irracional lo han acusado de comunista y populista desde sectores muy neoliberales o neoconservadores claramente identificados en una derecha radical en países latinoamericanos, incluso en México con grupos como Frena. Francisco (2020 c) siempre se ha reunido con los movimientos populares:

A las periferias no llegan las soluciones del mercado y escasea la presencia protectora del Estado […] Se los mira con desconfianza por superar la mera filantropía a través de la organización comunitaria o reclamar por sus derechos en vez de quedarse resignados esperando a ver si cae alguna migaja de los que detentan el poder económico […] que los gobiernos comprendan que los paradigmas tecnocráticos (sean estadocéntricos, sean mercadocéntricos) no son suficientes para abordar esta crisis ni los otros grandes problemas de la humanidad […] son las personas, las comunidades, los pueblos quienes deben estar en el centro, unidos para curar, cuidar, compartir. Nuestra civilización, tan competitiva e individualista, con sus ritmos frenéticos de producción y consumo, sus lujos excesivos y ganancias desmedidas para pocos, necesita bajar un cambio, repensarse, regenerarse.

Desde luego que un neoliberal considerará que el Papa no sabe de economía y, ciertamente, pero se resalta cómo ésta debe estar supeditada a la ética, el neoliberalismo ha quedado a deber, es claro su fracaso como modelo; para Silva Herzog (2017):

El liberalismo fue secuestrado por los economistas […] No solamente impusieron sus recetas como dogmas, sino que implantaron su idea del hombre como un agente que hace sumas y restas para calcular su interés individual. El liberalismo económico se presentó como si fuera el único liberalismo, el auténtico. El secuestro justificó el ascenso del enfoque tecnocrático de la vida pública. La razón técnica debía prevalecer sobre la maraña de las parcialidades políticas […] tan amenazante para la democracia liberal es el populismo como lo es la tecnocracia.

AMLO (2020 f) siempre acude a un humanismo, ¿cristiano, donde más?, siempre hace relucir, ante acusaciones extravagantes del conservadurismo en sus diversas manifestaciones sobre si es comunista:

[…] hay algunos que dicen que estamos estableciendo el comunismo […] A mí me agrada mucho el pensamiento del Papa Francisco, es un Papa excepcional […] El Papa Francisco es un dirigente espiritual mundial de primer orden. Cuando él viene a México en el sexenio pasado, sus homilías, sus discursos, son espléndidos, porque trata el problema social, son homilías que deberían de recordarse […] creo que ninguno ha hablado tan claro sobre lo social como Francisco.

AMLO se defiende y al asumir el mensaje social de Francisco receta a los “conservadores” del poder económico el Evangelio, en cuyo centro se encuentra el pobre, toda vez que ante la 4T ese vino nuevo no se puede poner en botellas viejas: otra alusión a los Evangelios. El Papa Francisco (2016 b) en Palacio Nacional ante el presidente Enrique Peña Nieto, hablaba sobre una “política auténticamente humana”; advertía en Ecatepec sobre ese estilo de vida que piensa que en la riqueza, en la vanidad y en el orgullo está la fuente y la fuerza de la vida; con indígenas de Chiapas refería cómo se les ha descartado y, mareados por el poder, el dinero y las leyes del mercado, se les ha despojado de sus tierras.

AMLO conoce este mensaje social; se reitera, no es un ataque al Estado laico, no se pretende hacerlo confesional, y tampoco es comunista, el mensaje social cristiano le sirve de referencia, el evangelismo no cuenta con principios de naturaleza social. AMLO (2020 g) continuaba recomendando estar más pendientes de lo dicho por el Papa Francisco ante los detractores que le dicen que se vaya de la presidencia, aludiendo al grupo Frena, invitaba a no olvidar los mandamientos y hacer caso también a los pastores evangélicos.

¿El Estado laico en entredicho?

En un spot del presidente juarista con duración de 31 segundos en vísperas de rendir su 2° Informe de Gobierno, AMLO (2020), dentro de los jardines del Palacio Nacional, volvía a citar al Papa Francisco en ese tono del trópico mexicano:

Tenemos nuestra conciencia tranquila y la dicha enorme de estar ayudando a la gente humilde, a los más necesitados, a los desposeídos; los conservadores sostienen que estamos llevando al país al comunismo, el Papa Francisco ha dicho que ayudar a los pobres no es comunismo, es el centro del Evangelio, es para decirles “tengan para que aprendan”.

El consejero Ciro Murayama (2020) mencionaba que el INE había dictado como medida cautelar el retiro de ese video promocional, toda vez que su contenido no se ajustó al marco constitucional ya que se aludía al Papa Francisco y al Evangelio; al hacerse referencia, en efecto, al jefe de la Iglesia católica, se apartaba del principio de neutralidad frente a las religiones que contiene como principio el Estado laico.

En ese promocional se mezclaba política y religión, Iglesia y Estado, vulnerándose el artículo 134 constitucional en cuanto a la naturaleza de la propaganda oficial, la polémica de siempre, ¿cuáles son los límites entre la esfera privada y la pública? Continuaba el consejero Murayama, con tintes exagerados, que se había dado una regresión de dos siglos atrás.

El INE (2020) mismo daba a conocer que la Comisión de Quejas y Denuncias ordenó al director ejecutivo de Prerrogativas y Partidos Políticos, informar a los concesionarios de radio y televisión que no deberán difundir el promocional denunciado, con base en que se utilizaron:

[…] símbolos y expresiones religiosas en un promocional del Segundo Informe de Labores […] transmitido en radio y televisión, así como en Facebook […] el spot afecta los principios de equidad, imparcialidad, certeza y objetividad en el marco de los procesos electorales […] viola los artículos 24 y 130 de la Constitución, al contener un elemento religioso inserto en el mensaje denunciado y menoscaba a las fuerzas políticas opositoras al utilizar frases como “los conservadores” […] expresiones que contrarían el principio de laicidad y atentan contra la independencia y neutralidad del Estado mexicano y los servidores públicos respecto a las iglesias y creencias religiosas […] expresiones que no se enmarcan dentro de la información de la gestión pública y rendición de cuentas.

Finalmente, se ordenó al presidente de la República que, de inmediato, se eliminara o retirara el spot en cuestión, el cual ya había circulado en varios días. La respuesta del Ejecutivo no se hizo esperar, AMLO (2020 h) respondió a esas medidas cautelares del INE, el cual consideraba que el término “conservadores” no era apropiado que el INE asociara el término con lo religioso, donde se nota cierta imprecisión en considerar ese término de conservador, porque puede referirse a lo económico.

AMLO insistía en que si citó al Papa era porque era líder religioso y jefe de Estado. Se impugnó y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (2021) resolvió en el sentido de que el “principio de laicidad debe observarse en el actuar de los funcionarios públicos, mismo que se caracteriza por el desempeño neutral de las autoridades o del Estado en su conjunto, frente a determinado dogma o religión”, considerando la “probable vinculación” y la “posible relación” de las menciones contenidas en el promocional.

Llama la atención lo resuelto por el Tribunal Electoral en el sentido de la “probable” o “posible relación” del promocional con contenidos religiosos, toda vez que no resulta tan claro este vínculo al estar ante una referencia muy general, nos encontramos ante una batalla de interpretaciones forzadas.

Al sector “conservador” se le expropian sus imágenes y símbolos, si es que en verdad han sido suyos, y es que, como han considerado Habermas/Ratzinger (2008), no se pueden negar, por principio, los conceptos religiosos por

[…] su potencial de verdad, ni pueden negar a los conciudadanos creyentes su derecho a realizar aportaciones en lenguaje religioso a las discusiones públicas […] una cultura política liberal puede incluso esperar de los ciudadanos secularizados que participen en los esfuerzos para traducir aportaciones importantes del lenguaje religioso a un lenguaje más asequible al público en general (p. 33).

Contrario a lo que sostienen Barranco y Blancarte (2019) en el sentido de que AMLO es un iluminado con pretensiones, en la conducción del Estado, de implementar medidas de purificación y salvación del país y cuya trayectoria es “contraria a la iniciada por Juárez y los hombres de su generación; la política del país se está confesionalizando. El Estado laico está bajo amenaza, la república laica ha sido traicionada” (p. 89), podremos afirmar que más bien existe sí, cierta influencia del cristianismo liberacionista en el pensamiento de AMLO. Para estos sociólogos de la religión algunos gestos de este tipo, que no sólo los ha tenido AMLO, significan sólo una confesionalidad aparente, el Estado laico no ha sido puesto en duda.

Si un jefe de Estado cita a algún filósofo o pensador, no significa en sí que se quiera imponer esa idea, todos nos manejamos con ideas, se puede citar a Kant sin que se quiera imponer el kantismo a la sociedad, se puede mencionar alguna idea religiosa sin imponer una determinada creencia; el laicismo, que contrasta con la laicidad del Estado, al problematizar lo religioso tampoco puede imponerse porque también puede ser un prejuicio ideológico.

Sólo destacar que tanto Barranco como Blancarte continúan posicionados en la defensa de un laicismo decimonónico, creemos, también fuera de lugar, la bandera de una república laica no es más que otra pretendida “confesionalidad” con su también etérea moralidad, la de la moral democrática, también con sus valores e ideologías; nadie es ajeno a una escala de valores.

Estas posturas laicistas recuerdan más a un pasado juarista que quedó en la historia; como personaje público se pueden tener ciertas influencias de ideas religiosas provenientes del cristianismo sin que ello signifique imponer una visión religiosa determinada al resto de la sociedad.

Desde luego que en Occidente no puede haber un Estado cristiano, musulmán o judío por esa libertad religiosa, pero tampoco, por lo mismo, un Estado marxista, kantiano, utilitarista, ni mucho menos laicista que problematice la religión y que pretenda lanzarla a la esfera privada. Para Habermas, Taylor, Butler y West (2011) el “problema es que la democracia realmente pluralista no puede volver a una religión, ni anti-religión civil, por consolador que pudiera ser, sin traicionar sus propios principios. Estamos condenados a vivir en un overlapping consensus” (p. 52).

En un mundo tan pluralista se da un préstamo, recurrente, una imbricación de ideas tan válida como poner en juego en la esfera pública pensamientos provenientes de tradiciones religiosas sin que se ataque la laicidad del Estado, no el pretendido laicismo que de suyo es una ideología. En esta tesitura vemos pues que en el pensamiento de AMLO hay más un vínculo entre el cristianismo social liberacionista en su compromiso por los pobres.

Con estas intervenciones de AMLO en diversos escenarios podríamos ubicarlo en su pensamiento social dentro de las coordenadas del catolicismo muy influyente en Latinoamérica; en cuanto a su referente político, no cabe duda su juarismo liberal, que nunca niega. AMLO (2020 i), enmarcado bajo la estatua de Juárez, escuchando a José Alfonso Suárez del Real y Aguilera, el secretario de Cultura capitalino, quien dio un discurso con léxico cuasi religioso sobre Juárez, advertía a la oposición “reaccionaria” que debería de entender que la patria es liberal y hacía “trascender” a Juárez en el “oriente eterno”, el cielo o el lugar de la luz o el empíreo de los masones.

Por sus constantes referencias al mensaje humanista del Papa Francisco y todo lo que le antecede, AMLO tiene, dónde más, este “oriente” de su discurso sobre los pobres. La encíclica eminentemente social de Francisco (2020 e) Fratelli tutti, ha levantado los más diversos análisis en actores políticos y de medios informativos en México, es lo más natural en una democracia en la que se respeten las pluralidades.

En ese documento las posturas de Francisco van de un rechazo al populismo pero al igual que a la tecnocracia y al neoliberalismo; ante los hábitos individualistas, Francisco (2020 e) señala que el

[…] mercado solo no resuelve todo, aunque otra vez nos quieran hacer creer este dogma de fe neoliberal. Se trata de un pensamiento pobre, repetitivo, que propone siempre las mismas recetas frente a cualquier desafío que se presente. El neoliberalismo se reproduce a sí mismo sin más, acudiendo al mágico “derrame” o “goteo”, como único camino para resolver los problemas sociales […] el supuesto derrame no resuelve la inequidad, que es fuente de nuevas formas de violencia que amenazan el tejido social (Punto 168).

AMLO ha logrado ostentar, en este caso, el mensaje social cristiano, lejos de cualquier comunismo marxista que algunos “conservadores” sin ideario alguno le recriminan.

Conclusiones interpretativas

Todo el pensamiento “religioso” de AMLO podría resumirse en aquel discurso al pueblo, el primero, después de la toma de posesión en el Congreso, que tuvo lugar en el Zócalo en noviembre de 2018: para él todo se reduce a un renacimiento de México en el que el progreso se haga con justicia y una manera de vivir sustentada en el amor al prójimo, a la naturaleza, a la patria, a la humanidad, el Estado está para promover no sólo el bienestar material sino el bienestar del alma.

AMLO se dice respetuoso de todas las religiones y de los librepensadores, citando al Nigromante, de nueva cuenta la herencia liberal de AMLO, él se hinca donde se hinca el pueblo, una especie de ¿sincretismo, un amor o fraternidad universal, deísta?, ¿romántica, siempre acudiendo al pueblo, el Volksgeist latinoamericano en medio del humo proveniente de humerios prehispánicos? Pensamos más bien, una visión utópica, muy del siglo XIX, pueblo y Dios en extraña simbiosis.

Aunque el Nigromante nunca se hincó ante el Dios cristiano del pueblo, sino al “dios” de la facción liberal de influencia jacobina y francesa. Si en el siglo XIX el eslogan era Dios y libertad, ahora estamos ante un Dios (impersonal) y el pueblo, si AMLO se hinca ante lo que adora el pueblo, pues es un todo informe, un panteísmo con todo su panteón latinoamericano.

En todos sus discursos habla de Jesús, pero en relación con los pobres; por supuesto AMLO también en este sentido, no es teórico, no tiene principios sistemáticos, lo supedita a la política, se queda en una sola jesuología ayuna de cualquier referencia cristológica o teológica, es decir, sin aceptar o dejar de lado cualquier revelación cristiana, sino reduciendo su interpretación a categorías liberacionistas, un Jesús que lucha por los pobres, lo cual no se puede negar.

Ese Jesús no revela a Dios, AMLO sólo entresaca un mero pensamiento religioso que no necesariamente supone una fe, es decir, hay religiones ateas, el pueblo es su deidad, su referencia religiosa. Tal vez en su economía ética, ya se veía, puede tener alguna influencia católica que en este sentido tiene de manera sistemática, más que otra religión, pero para AMLO le llega por un liberacionismo cristiano ya estudiado.

Esa religión inmanentista de AMLO, nunca habla de Dios sino de Jesús, el Cristo a veces como en sus mensajes navideños o de Semana Santa, o del Creador tal vez para no herir susceptibilidades laicistas, no resulta claro que para AMLO Jesús sea Dios, es comprensible, para él sus referencias de médicos como el Che Guevara y Salvador Allende, como lo manifestó en una conferencia en plena contingencia de covid-19, hablando sobre los médicos. Pero más bien de una forma romántica, una especie de religión socialista, el socialismo tiene su veta religiosa, vaciando las categorías cristianas de su contenido e inmanentizándolas.

Una mezcla entre catolicismo liberacionista y socialismo pero no marxista sino cristiano, pero como Lázaro Cárdenas, sin mayor profundidad teórica, sólo pragmática; en la conferencia conjunta con el presidente de Estados Unidos Joseph Biden, AMLO resaltaba el gran símbolo de la Virgen de Guadalupe pero junto a él el de Benito Juárez, su ídolo, su referente político, una cuasi-religión sólo de élites políticas liberales que se quedan más bien en la fuerza de su evocación, una especie de subcultura liberal muy anclada en el pasado.

Tanto la Semana Santa como la Navidad sirven de marco de referencia a AMLO para mandar mensajes “religiosos”; en Semana Santa de 2021, no podría ser la excepción, twiteó: “La vida y la obra de Jesús Cristo, por lo general, es reconocida por creyentes y no creyentes. Las coincidencias siempre apuntan a su preferencia por los pobres y por la paz”, aludiendo a una pintura de Siqueiros sobre el Cristo de la Paz en los Museos del Vaticano en la sección de arte moderno.

Como Siqueiros, sin que AMLO sea comunista, la figura de Jesús resulta evocadora en la lucha por la paz, sabemos la influencia de los nuevos aires que supuso el Vaticano II en la Iglesia católica y su influencia en el catolicismo liberacionista latinoamericano y desde luego en Siqueiros, un Jesús signo de la Paz contra los poderosos.

Lo cual es un punto más de apoyo para rastrear las influencias de este catolicismo liberacionista en AMLO, pero la fuerza del trópico sigue llamando a Andrés Manuel López Obrador hasta que se retire de la política en 2024 y se vaya a Palenque a escribir sobre el conservadurismo, y “Si el pueblo lo decide y el Creador lo permite”.

Más que el tremendismo cuasi-religioso de Siqueiros, Carlos Pellicer, estimamos, es la más cercana influencia de AMLO, su catolicismo lleno de poesía, del canto a la naturaleza ha influido en el sentir religioso de López Obrador, el presidente poeta, pero ¿la religión del presidente historiador? Su religión, su religión es la política, la historia, la historia politizada, trasunta de catolicismo liberacionista con un toque de juarismo y puritanismo de sus héroes revolucionarios.

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1II, III y V Conferencia General del Episcopado Latinoamericano y del Caribe.

2Escritor inglés que hizo una novela clásica sobre un sacerdote católico en el Tabasco de Garrido, la que intituló El poder y la gloria, el poder que se refiere a ese proyecto revolucionario que se impuso en Tabasco y la gloria que, a final de cuentas encuentra el cura que, dentro de sus miserias, como la de cualquier hombre, tiene en el último momento un atisbo de una obra buena que bien puede lograr el perdón de Dios.

3AMLO cita a Greene en el Poder en el trópico al historiar el Tabasco de Garrido, en una gira de trabajo en la Meca cultural de Palenque, AMLO (2021 j), de nueva cuenta, refiere el viaje del escritor católico a esos lugares que cautivaron tanto a Justo Sierra y a otros exploradores. Para AMLO la cultura es su religión o un sucedáneo de aquélla, es lo que ha permitido la permanencia de México en sus tradiciones, en su ser nacional, gracias a esa fortaleza cultural:“Aquí está pues la Reina Roja en su sitio, gobernando, mandando. Porque hay hombres y mujeres que no se mueren, nada más cierran los ojos y se quedan velando, y siguen gobernando con su ejemplo, así es el caso de la Reina Roja”.

4Obispo de Cuernavaca y proclive a la teología de la liberación.

5Entrevista con el presidente salvadoreño el 14 de agosto de 2017.

6La DSI le llega a AMLO a través del Papa Francisco, esta hipótesis la robustecemos cuando AMLO (2022 m), a raíz del asesinato de los jesuitas en Urique, Chihuahua, el 20 de junio de 2022, sugería que se leyera el discurso de Francisco (2016 b), quien constantemente se acude a la DSI, en Ciudad Juárez Francisco fustigaba el paradigma de la utilidad económica como principio de las relaciones personales, la pérdida de la dimensión ética de las empresas y salía ante las críticas contra la DSI considerándola como una voz profética ante el “mal seductor de la ambición”.

Recibido: 15 de Abril de 2021; Aprobado: 12 de Noviembre de 2022

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