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Espiral (Guadalajara)

versión impresa ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.30 no.86 Guadalajara ene./abr. 2023  Epub 14-Ago-2023

https://doi.org/10.32870/eees.v30i86.7216 

Teoría y debate

De las armas a las urnas: la vía chilena al socialismo en Punto Final (1969-1973)

From Guns to Voting: Chilean’s Way towards Socialism According to “Punto Final” (1969-1973)

Felipe Eduardo Trujillo Bilbao* 

*Licenciado en Antropología por la Universidad Alberto Hurtado, Chile. Candidato a Magíster en Historia de Chile Contemporáneo, Universidad Alberto Hurtado, Chile. Correo electrónico: ftrujillo@uahurtado.cl


Resumen

El periodo 1969-1973, en lo que refiere a la campaña electoral que llevó a Salvador Allende a convertirse en presidente de Chile (1970) y al gobierno de la Unidad Popular, son observados como objeto de interés y reflexión para un instrumento revolucionario: la revista Punto Final. Esto, toda vez que en sus páginas es posible observar algunas coordenadas teóricas en torno a cómo se configura un fenómeno revolucionario, específicamente cuando se lo entiende como conectado y entrelazado a otros procesos reivindicatorios en Latinoamérica o porque se recurre de manera diversa a incorporar a una serie de agentes en la narrativa revolucionaria que se construye primero en oposición a la vía pacífica y al apoyo al imperialismo con que se signa el periodo de Eduardo Frei Montalva (19641970), y luego porque se construye como un camino hacia el socialismo que se basa en la construcción de alianzas.

Palabras clave: revolución; agente; instrumento; vía chilena al socialismo

Abstract

The period 1969-1973,in what refers to the electoral campaign that led SalvadorAllende to become Chilean president (1970) and his “Popular Unity” government, are observed as an object of interest and reflection for a revolutionary instrument: the Magazine Punto Final. This, since in its pages it is possible to observe some theoretical coordinates around how a revolutionary phenomenon is configured,specifically when it is understood as connected and intertwined with other processes of vindication in Latin America or because it is used in a different way to incorporate a series of agents in the revolutionary narrative that is first constructed in opposition to the peaceful path and support for imperialism with which the period of Eduardo Frei Montalva (1964-1970) is signed,and then because it is constructed as a path towards socialism that it is based on the construction of alliances.

Keywords: revolution; agents; instruments; Chilean’s way towards socialism

Introducción

Se propone a continuación analizar algunos elementos que constituyen el fenómeno de lo revolucionario, sobre el cual nos detendremos conceptualmente más adelante a partir de la revisión de un instrumento revolucionario particular -la revista Punto Final [en adelante, PF]- para el periodo 1969-1973, considerando así primero el proceso de campañas electorales y votación presidencial en Chile (1970), y luego el gobierno de Salvador Allende (Unidad Popular [en adelante UP]), hasta el último número publicado en el año, el día 11 de septiembre de 1973,1 fecha que da inicio a la dictadura militar que derroca a Allende (1973-1989). Por ello, aunque la cuestión del “socialismo democrático” puede ser y ha sido de hecho analizado en una clave latinoamericana en otros trabajos, aquí nos ceñimos a la recepción que tuvo la experiencia chilena a propósito de la tensión entre la vía de Salvador Allende y las discursividades políticas que los actores chilenos adoptaron frente a ella.

En ese sentido, este trabajo no es un análisis sistemático sobre el imaginario revolucionario en América Latina, como sí se podría encontrar, a propósito de un tratamiento deslocalizado de la noción misma de revolución, como en la obra de Rafael Pedemonte, por ejemplo. Al proceder con este enfoque, observamos brevemente cómo la publicación logra capturar elementos ideológicos a partir de una legitimación de la propuesta revolucionaria de Salvador Allende mediante un doble ejercicio de distinción tanto con el candidato opositor, el ex presidente Jorge Alessandri, pero también a partir de una activa disputa del concepto mismo de revolución, con menciones al “proyecto fallido”, que supuso el gobierno demócrata cristiano de Eduardo Frei Montalva (1964-1970).2

Además, este ejercicio de legitimación se construye también a partir de un trabajo de recopilación y difusión de algunos elementos de teoría revolucionaria, a través de los cuales la revista busca dotar de contenido la propuesta, tanto en materia de su lógica subyacente como también en términos de la historia intelectual del continente. Para eso, se recurre tanto a recortes y adaptaciones de escritos teóricos -particularmente de Karl Marx y de Vladimir Lenin-, así como de entrevistas a referentes revolucionarios latinoamericanos, como también diálogos directos con otras publicaciones revolucionarias asociadas a partidos u organizaciones políticas en otros países.

Junto con ello, aparecen las conexiones internacionales en la producción de representaciones revolucionarias, toda vez que el instrumento apunta a proporcionar las coordenadas políticas y morales de la audiencia chilena mediante la publicación de notas de prensa y entrevista sobre agentes y movimientos revolucionarios que, en esta narrativa, reforzarían la urgencia de avanzar hacia el socialismo -primero mediante la vía eleccionaria para la victoria de Salvador Allende-, y luego acompañando y radicalizando las medidas implementadas por el Gobierno de la Unidad Popular.

Con todo lo anterior, el artículo se inscribe en una propuesta de investigación histórica que rescata elementos conceptuales que son entendidos como constitutivos de los contextos sociales y culturales en los cuales se desarrollan.

Por ello, no se evalúa la publicación revisada ni los hechos en ella narrados con cargo a su efectivo carácter revolucionario -aunque esta cuestión conceptual sí es brevemente tratada- sino que se analiza en relación con su rol como circulador de ideas y referentes simbólicos revolucionarios en general, y cómo esperaban dialogar con el caso chileno, en lo particular.

En ese sentido, y con base en lo descrito, el texto tiene como objetivo central el analizar cuáles son las herramientas con las cuales se articula la historia eleccionaria en Chile, para el periodo 1969-1973, con las coordenadas latinoamericanas de la revolución, a partir de los escritos presentes en la revista Punto Final, para el periodo en cuestión. Este propósito dice relación a su vez con una invitación a problematizar históricamente con cargo a una perspectiva que se propone como más global, en el sentido de que se concentra en las conexiones de los fenómenos y la circulación de las ideas en ellas.

La revista Punto Final (PF, en adelante), fundada en 1965, es un objeto cultural relevante para hacer un seguimiento de los tránsitos políticos de los actores vinculados al intento de socialismo democrático en Chile, y que además se publicó ininterrumpidamente durante todo el gobierno de Salvador Allende. Si bien la publicación se centró también en cuestiones de carácter internacional, como el levantamiento zapatista (1994) o la revolución bolivariana, nos centramos aquí en lo que dice en relación directa con el análisis que se hace a la propuesta allendista de la vía democrática. Además, la colección contaba con un relevante acervo gráfico, el cual le significó luego ser valorada para su cuidado patrimonial3 en Chile, sobre el cual nos centramos en varios momentos del análisis.

Así, los objetivos específicos que guían la reflexión dicen relación con el observar cómo un instrumento circula y orienta ideológicamente la producción de una narrativa revolucionaria para el proceso eleccionario de 1970, por un lado, a la vez que aportar a la tarea de desentrañar las conexiones entre procesos revolucionarios latinoamericanos.

Finalmente, el artículo cierra con una reflexión en torno a cómo estos hallazgos dialogan con lo que la literatura especializada del área de la historia señala respecto a la relación entre política y catolicismo para el caso chileno durante los años de interés para el estudio. Al hacerlo, sostenemos, se activan algunas nociones en torno a la politicidad del catolicismo en Chile y a cómo éste buscó articularse a partir de una serie de elementos conceptuales que apelaban a un conglomerado de sujetos específicos, sobre la base de contingencias y procesos políticos más transversales.

En términos metodológicos, se procedió a partir de la revisión y categorización de todos los números disponibles de la revista en el periodo estudiado (números 72 a 192), con cargo a una batería de categorías de análisis (véase Tabla 1) que permiten observar los nudos temáticos en torno a los cuales se desarrolla el trabajo de la publicación. La selección de la revista como instrumento revolucionario, a su vez, se debe en primer lugar a un criterio de autoadscripción de ésta como una publicación “democrática y de avanzada”, cuyo Comité Editorial a lo largo del tiempo ha estado compuesto por periodistas y creadores ligados a movimientos de izquierda y revolucionarios en Chile.4 En la misma línea, fue la plataforma seleccionada por intelectuales latinoamericanos para comunicarse con Chile para reflexionar sobre las vías revolucionarias a seguir en el periodo.

Tabla 1 Códigos de análisis para revisión de prensa 

Código Descriptor
Democracia Cristiana Mención de personeros o propuestas de la DC
Representación gráfica Utilización de soportes gráficos para la escritura
Conflicto Mención de inestabilidad política, amenaza de golpes de Estado
Conceptualización política Definiciones sobre algunos conceptos clave que aparecen en las narraciones, como capitalistas, burguesía, propiedad
Lo internacional Mención de la interconexión entre los distintos escenarios políticos de los países vecinos
La cuestión agraria Mención de la discusión sobre el sentido, extensión y vertientes sobre la reforma agraria
Iglesia Mención de la Iglesia como actor político
Marxismo Mención explícita del deber ser marxista o a algún personaje que encarne como ser marxista
PC chileno Mención de las perspectivas del PC en torno a cualquier materia
PS chileno Mención de las perspectivas del PS en torno a cualquier materia
Vía chilena al socialismo Referencia a los pasos a seguir con base en el diagnóstico del fracaso de la revolución en paz de la DC
Juventud Referencias de la juventud como sujeto que tiende a la revolución o que visibiliza las contradicciones al interior de los partidos
Revolución Mención explícita de la necesidad de la vía revolucionaria
MIR Mención explícita del MIR Mención explícita del MIR

Fuente: elaboración propia.

Todo el análisis se realizó mediante la función de árbol de códigos del programa de análisis cualitativo Atlas.ti, debido a que es posible considerar a las apariciones en prensa como un material categorial susceptible de ser sometido a las técnicas de análisis propias de un software de visualización de relaciones. Esto permitió no solamente observar la profusión de algunas categorías en la revista analizada, sino además identificar las relaciones que tales códigos generan.

El proceso de análisis descriptivo mediante Atlas.ti permite trabajar con grandes volúmenes de imágenes sin texto editable, como lo son las digitalizaciones y respaldos que hay de PF, para mediante ellas generar árboles de código y poder ver la ocurrencia de ciertos temas, actores, o conceptos en largos periodos de tiempo o en varias decenas de publicaciones.

Lo que se hizo, en este caso, fue generar una codificación emergente según la ocurrencia de determinados temas con base en: a) actores -como la Democracia Cristiana-; b) vínculos con el proyecto allendista -como “conflicto” o “La cuestión agraria”-, y c) conceptualizaciones políticas -como “marxismo” o “vía chilena al socialismo”-. Esto permite además observar cómo se vinculan estas categorías a lo largo de la publicación. A continuación, en la Tabla 1 ponemos a disposición el desglose de los códigos utilizados en el análisis y el descriptor de ellos.

1.1. Breve comentario sobre la noción de revolución para el caso chileno

Para el análisis de la historia política latinoamericana del siglo XX, la noción de revolución es no sólo una protagonista en contenidos y debates internos a cada coyuntura nacional, sino que además, desde el plano historiográfico, se presenta como un desafío a ser abordado evitando conceptualizaciones esencialistas o unívocas, pues en realidad el proceso revolucionario, o al menos los discursos, agentes y circulaciones ideológicas que se proponen revolucionarios, operan en otros niveles.5 Así, por ejemplo, la circulación de conceptos, referentes e idearios revolucionarios no es sólo hegemónica, como trasladada desde centros que concentran la revolución hacia países que la quieren realizar, sino que se realiza mediante conexiones y tensiones, que también se pueden observar a nivel nacional, en las mismas alianzas revolucionarias y no solamente como un problema de “bloques”, como se suele atender a la lógica de la Guerra Fría.6 La noción de revolución, largamente trabajada a partir de inspiraciones marxistas, se liga a conflictos que tienen a la clase como la coordenada principal y motora de la disputa, aunque también esto debe ampliarse para poder cubrir sus influencias en los planos económicos y sociales, toda vez que los componentes de la revolución también circulan como referentes culturales, agentes -personajes- y sensibilidades o relatos morales.7

Del mismo modo, la revolución como un proceso permite distinguirla como un concepto relativo, pero que siempre tiende a realizarse a partir de movilizaciones sociales masivas. Para el caso de interés de este artículo, siguiendo a Ramas, sobre Tilly,8 el proceso eleccionario de 1970 y los años de gobierno de la Unidad Popular operaron, en un plano analítico, como situaciones revolucionarias, pues si bien cuenta con una movilización social que se propone como transversal, su misma lógica y propuesta política atenta contra los cambios vertiginosos en las estructuras de gobierno,9 desde la revuelta de clase -elemento constitutivo de una revolución-. Siguiendo a Skocpol,10 por otro lado, el caso analizado cuenta con algunos elementos que hacen factible su revisión, como es el rol de líderes -como Salvador Allende-, un contexto revolucionario latinoamericano del cual se nutre el debate nacional, y sobre todo una estructura pre-revolucionaria detonada por algunos debates en materia económica y organizacional en Chile que se vienen gestando en los últimos años, como el problema de la tierra y la reforma agraria.11 Finalmente, este contexto revolucionario -que detonará en la producción simbólica y conceptual de una “vía chilena”- tiene implicancias también internacionales posteriores, ya sea tomando el caso como una enseñanza de los peligros de la vía electoral y de la coexistencia con los militares, o bien de la importancia de la aglomeración en alianzas de izquierda en el continente.12

2. El proceso eleccionario de 1970: de la revolución en libertad a la vía chilena al socialismo

A partir del año 1969 se puede observar una constante y dirigida crítica e interpelación a los demócratas cristianos en Chile, toda vez que -a juicio del comité editorial de PF- las contradicciones en su gestión se agudizan y no se logra visualizar cuáles son los caminos concretos que llevan a la revolución en libertad prometida, la cual sólo sería posible mediante un alejamiento de los medios pacíficos y democráticos -generando, simultáneamente, un vínculo con una estrategia política que estaría encarnada, en esta ocasión, por el Partido Comunista-.13 En este punto, los esfuerzos teóricos apuntan a clarificar cuál es el sentido -y, sobre todo, los peligros- del reformismo en la prosecución de una propuesta revolucionaria. Así, y a partir de una revisión de la obra de Lenin, se advierte sobre los peligros hacia los cuales puede llevar el rumbo que toma el gobierno de Eduardo Frei Montalva.

Por su parte, se comienza a dibujar la candidatura presidencial de Salvador Allende como una que ha sostenidamente propuesto una vía hacia el socialismo:

El Partido Socialista, líder de la posición de clase dentro del FRAP en la campaña anterior, ya en 1961 plantea una actitud mucho más moderada y de acuerdo con la perspectiva electoral. Si no hoy, será mañana, por una vía o por otra se acerca el enfrentamiento decisivo que hará posible la revolución socialista en Chile.14, 15

Este reformismo sería el germen que habría impedido que el programa de Frei Montalva haya guiado a Chile hacia una vía socialista. La coexistencia pacífica, en este sentido, sólo serviría para apaciguar a los enemigos de clase y así evitar una toma violenta del poder, pero en ningún caso se plantea como una estrategia propositiva hacia objetivos socialistas.16

Aparecen en este momento algunos agentes que se comienzan a dibujar como revolucionarios, a partir de dos movimientos conceptuales: una vinculación con las coordenadas de lo internacional, por un lado, y un acercamiento progresivo entre Iglesia y marxismo, por otro. Así, en 1969 ya se dibujaba una reflexión en torno al rol de la Iglesia en la Revolución Cubana y a la posibilidad política y conceptual de asociar marxismo y cristianismo -no lograda por la Democracia Cristiana chilena-. Aquí, se levantan algunos referentes que cargan con el valor simbólico y martirológico de la revolución en las filas eclesiásticas, particularmente siendo éste Camilo Torres, relevado en su figura por Fidel Castro:

No importa si es marxista o cristiano o alberga cualquier otra filosofía: basta con que objetivamente comprenda estas realidades […]Y el caso de Camilo Torres demuestra eso: un sacerdote que fue a morir junto a los combatientes por la liberación de su pueblo.Y por ello constituye todo un símbolo de la unidad revolucionaria que debe presidir la liberación de los pueblos de América Latina.17

Simultáneamente a la denuncia de la insuficiencia del camino demócrata cristiano, se dibuja la posibilidad de que sea una Unidad Popular la que permita la alianza necesaria para llegar al poder y habilitar el camino a la vía al socialismo. Aquí, las vinculaciones con la teoría marxista son explícitas, pues siguiendo a Lenin: “El proletariado solo no puede acceder al poder”, por lo que una alianza amplia que esté erigida a partir de un compartir intereses de clase, se torna necesaria.18

La Unidad Popular, además, debe ser siempre comprendida como un conglomerado complejo de partidos, movimientos y coaliciones y no como un objeto fijo. A pesar de que aquí nos centramos en cómo se negoció y conceptualizó su labor en PF, la Unidad Popular19 como objeto historiográfico20 es más complejo y ha sido estudiado desde una diversidad enriquecedora de perspectivas en América Latina21 y por cierto además en la historiografía angloparlante, donde también se ha prestado particular atención al vínculo entre la dictadura y los aportes del Gobierno estadounidense a la desestabilización del Gobierno de Allende.22, 23 A modo de contexto, consideremos que en 1969 se iniciaron las conversaciones entre el PC y el PS chilenos para crear un frente amplio con programa político común para competir en las siguientes elecciones presidenciales, lo cual se materializó el día 17 de diciembre de 1969 con la creación de la UP, anexándole a su creación un documento programático e ideario basado en su concepción del poder popular y el desarrollo económico planificado.

Chile vive una crisis profunda que se manifiesta en el estancamiento económico y social, en la pobreza generalizada y en las postergaciones de todo orden que sufren los obreros, los campesinos y demás capas explotadas, así como en las crecientes dificultades que enfrentan empleados, profesionales, empresarios pequeños y medianos y en las mínimas oportunidades de que disponían la mujer y la juventud.24

Otro de los componentes que dibujaron el escenario político como uno que debe tender a la revolución -y la necesidad de que este trazado sea teórico y comparado- está en las lejanías que expresa PF para con el Partido Comunista Chileno, pero que se traduce en cercanías y apoyos a la contraparte cubana. Así, la crítica al Partido no sería una crítica anticomunista sino de hecho una actitud profundamente revolucionaria -toda vez que, por ejemplo, también Fidel Castro tiene en su haber una serie de documentos críticos a la gestión del Partido Comunista en Venezuela, en la época.25

Ejercicio que re replica también con el Partido Socialista, pues en el núcleo de la producción del discurso revolucionario están las alianzas para el logro de la vía electoral y también se basa en la necesidad de apertura a otros referentes no articulados en torno a partidos clásicos -como las federaciones estudiantiles, como se muestra en las varias menciones al movimiento estudiantil en Concepción.26

Sin embargo, tal apoyo a estas manifestaciones no supone una adscripción acrítica y completa, pues, por ejemplo, cuando se hace mención de la posibilidad de que sea exclusivamente la vía armada la capacitada para llevar a la revolución, PF toma distancia al señalar que el proceso de concientización y de toma del poder no se realizará exclusivamente en torno a la lucha armada.27 Este punto, de hecho, es uno de los que rememora lo señalado a iniciosdel trabajo, donde se menciona que la vía revolucionaria no está constituida exclusivamente por un discurso unificado e inmanente, sino que sufre transformaciones y movimientos, incluso a partir de moderaciones o modificaciones en los discursos sobre la validez de las estrategias para la revolución.28

De hecho, la captación de más referentes en torno a la figura de la Unidad Popular se extiende por un espectro político más bien amplio, como es también la incorporación en 1970 del Partido Radical a la campaña, a pesar de ser signados como un componente morigerado al interior de las filas.29

Paralelamente, se agudiza un discurso en el que el gobierno saliente de Frei aparece signado como uno aliado del imperialismo y que toma como objetivo el profundizar el endeudamiento externo del país, como parte de una estrategia propia de la derecha reformista encarnada en la democracia cristiana como equivalente del imperialismo en Chile.30 Los costos de esta vía pacífica propuesta por Frei, dirá PF, sólo se pueden evitar con un viraje estratégico con miras al próximo periodo presidencial.31

De allí en más, el giro conceptual está anclado en la noción de vía: la “reformista”, versus “la chilena al socialismo”. Se señala que ésta debe ser necesariamente revolucionaria - lo que no es entendido como un antónimo de ser por la vía electoral-, lo cual se agudiza con la mención de los costos que el imperialismo y la vía pacífica han tenido en otros países del continente, como Brasil.32

El movimiento es en dos sentidos, pues no sólo se trata de advertir los costos de mantenerse en el paradigma demócrata cristiano del imperialismo, sino que la vía eleccionaria que llevará a la victoria a Salvador Allende debe ser complementada con una disposición a la lucha por la conquista del poder, para lo cual se convoca y otorga plataforma al Movimiento de Izquierda Revolucionario (MIR), como agente de esta red revolucionaria que otorgará coordenadas de los movimientos que serán necesarios después de la llegada a la Presidencia.33 En este plano, Allende se dibuja como “la esperanza de las masas”, coadyuvada por la tarea del MIR de movilizar a las masas trabajadoras mediante paros generales y tomas.

2.1. ¡A defender el triunfo! Narrativas sobre la fragilidad de la vía chilena al socialismo

La labor de instrumento revolucionario no termina con la confirmación del triunfo de la UP y el ingreso de Salvador Allende como presidente de la República, sino que de hecho se gira el discurso hacia la fragilidad y peligros que supondría cualquier eventual contingencia de levantamiento burgués. Aquí, son claves los aprendizajes obtenidos por otros países en la defensa de sus procesos revolucionarios y también la activación de los grupos revolucionarios organizados.34

El principal peligro radicaría en la agenda abiertamente antiimperialista del programa de gobierno de Salvador Allende. El rol que cumplirá el MIR durante los años de gobierno de la UP será el de explicitar este peligro: “Este enfrentamiento hoy está postergado, pero tarde o temprano tendrá que darse y seguramente será violento. Los hoy poderosos no cederán sus riquezas y privilegios gratuitamente. La estrategia es la lucha armada, hoy más que nunca, y está plenamente vigente”.35

El apoyo internacional, al menos en la forma de captura de imágenes que muestren la solidaridad revolucionaria, aparece con fuerza socializada en el instrumento revolucionario, posicionando a Chile en el concierto de los países en vías a la revolución, en un proceso de colaboración y aprendizaje:

Figura1. PF 118, portada, 1970. 

Del mismo modo, la conversación con referentes teóricos es otra manifestación del interés revolucionario del instrumento analizado. En el número 126 se publica en extenso la conversación entre Salvador Allende y el teórico Regis Debray. Aunque este documento podría ser analizado en sí mismo con cargo al debate teórico suscitado, y el encuentro de vías, vale la pena para efectos de lo aquí expuesto detenerse de hecho en las aclaraciones que Allende realiza al director de PF en el número siguiente.

En esta oportunidad Allende aclara dos puntos que ilustran con fuerza el sentido de alianzas amplias y de una movilidad ideológica que lo mantenga articulado con otros partidos y no signado como propulsor de la vía armada. En primer lugar, señala que la posibilidad de una dinámica revolucionaria con cargo a un partido único revolucionario es sólo eso, una posibilidad, entre muchas opciones. Además, destaca que no se refiere a los partidos como burgueses, sino que, en específico al Partido Radical, como:

Un partido popular, de la mediana y pequeña burguesía [sobre lo cual adhiere]: Es un matiz de la mayor trascendencia teórica y práctica. Sin esta distinción, nadie puede entender el sentido de nueva evolución política en los últimos ochenta años ni la razón de ser del Frente Popular en 1938, ni hoy, la de que la Unidad Popular está en condiciones de proceder a las transformaciones estructurales que permitan la construcción de una sociedad socialista en nuestro país.

Esto es clave para comprender cómo se articula un discurso que es simultáneamente socialista, pero de frentes amplios -como cristianos, estudiantes, pequeños burgueses y agrícolas-. Así también lo manifiestan los recursos gráficos de Punto Final en la época. En la imagen siguiente, Salvador Allende poniendo de manifiesto el interés por una vía electoral al socialismo, a propósito de los buenos resultados en las elecciones municipales de abril de 1971.

Figura 2 La mayoría quiere el socialismo. PF núm. 128 y “cómo crece el chiquillo”, ibídem, p. 35. 

En 1972, el interés por explicitar las coordenadas de apoyo internacional se hace más evidente a la vez que también avanzan las reflexiones sobre el peligro de un golpe de Estado que busque interrumpir el proceso socialista.36 Esta tensión fomenta una producción discursiva que propone a la UP como en una disyuntiva sobre la efectividad de la vía chilena al socialismo y la necesidad de la vía armada, como se grafica a continuación:

Figura 3 Ser o no ser. PF 149, p. 34. 

Esto se suma a las críticas por el burocratismo observado en las vías legales que son perseguidas por la UP. Se asocia a la burocracia con el fascismo, y a ello con el componente militar que podría poner en riesgo el proceso chileno.37 En el interior de la coalición se observa una toma de distancia respecto del tenue apoyo recibido por el Partido Comunista, por un lado, y la celebración del interés del MIR en constituirse vanguardia revolucionaria en la agudización del conflicto (en Latinoamérica en general, no sólo en Chile), por otro.38 Se asocia al interés de la UP por recibir apoyo partidario como una ilusión, instando a la figura de Allende a empaparse -o embriagarse, siguiendo la Figura 4 - de revolución, pues la indefinición anterior inmoviliza a las masas y abre el horizonte a la posibilidad de una derrota de la vía hacia el socialismo.39

Figura 4 Entre ponerle y no ponerle, PF núm. 160, p. 13. 

Finalmente, y a lo largo de los últimos meses de gobierno de la UP, durante 1973, las reflexiones de PF se orientan primero a advertir los peligros de una posible ofensiva golpista, al mismo tiempo de proponer una acción revolucionaria que lo impida, a partir de la toma del poder efectivo, o la disolución de otras instancias representativas. Por lo general, la asociación previa al golpe en materia discursiva apuntaba a mostrar los antecedentes golpistas de la clase militar y recordar que las únicas dos vías posibles para la resolución de revolución o retroceso eran avanzar o transar.40

En los números inmediatamente anteriores al golpe militar, el lenguaje explicita la urgencia y señala que “una dictadura popular es necesaria”, por ser la única manera de sobrellevar a la lucha de clases como motor que había sido eclipsado por las alianzas y estrategias de los años anteriores.41

2.3. Conexiones revolucionarias, teoría, agentes y vinculaciones

A partir de todo lo anteriormente mencionado es posible esclarecer cómo la publicación analizada tiende puentes de diálogo entre referentes morales con diversas coordenadas filosóficas y políticas atadas bajo el nudo del camino revolucionario. Así, religión y marxismo, por ejemplo, son vistos como hermanables incluso, aunque en el plano teórico el marxismo como camino revolucionario sea necesariamente ateo.42

Este puente conceptual entre Iglesia y socialismo será el que permita a su vez acercar el discurso del fenómeno revolucionario que encarnaría la propuesta de Salvador Allende a otro sector social: la juventud. Los hechos ocurridos en la Catedral de Santiago, donde en agosto de 1968 el Movimiento Iglesia Joven se toma el edificio, abrirán la posibilidad de mencionar que, de hecho, “La Iglesia joven está con la revolución”, y esto constituiría para la producción de sujetos

-el ser joven y cristiano- una obligación revolucionaria:43Algunos miembros de la Iglesia joven han declarado públicamente que el Che Guevara y Camilo Torres vivieron una encarnada vida cristiana, más intensamente que muchos católicos que frecuentan la misa y la comunión”.44 Este nexo se hará productivo para resaltar la noción de una juventud obrera católica.45 En esta línea, comienza durante 1969 y en adelante se mantiene, un esfuerzo conceptual y político por articular intereses de clase en diferentes agentes sociales. Uno de los interlocutores clave será el del campesinado, a propósito de la transversalidad de la demanda por la tierra en Latinoamérica:

Los pequeños campesinos no pueden liberarse del yugo del capital más que adhiriéndose al movimiento obrero y ayudando a los obreros a luchar por el régimen socialista, por la conversión de la tierra y de los demás medios de producción en propiedad social.

La cuestión agraria, en el periodo estudiado permite la unión conceptual y la extensión internacional de una serie de problemáticas sociales que tendrán como solución la generación de alianzas con miras al socialismo.47 Todos ellos formarán parte de lo que se conoce como una “red de agentes revolucionarios”, a partir de una reflexión construida al alero de las publicaciones de Lenin donde se señala que toda esta alianza deberá constituirse a partir de personas “preparadas para los impresivos políticos y para cualquier viraje histórico”.48

3. Conclusiones

El caso revisado explicitó algunas de las conexiones que, en el plano conceptual, se dibujaron en este instrumento revolucionario para reconstruir las coordenadas de la vía chilena al socialismo. Tal proceso, comprendido como se mencionó en sintonía con una situación revolucionaria, se desplegó en una constante tensión entre vía eleccionaria o insurreccional al socialismo. Esta disputa es incluso moralmente compleja para los agentes revolucionarios, toda vez que parte de la producción del enemigo ideológico -el gobierno demócrata cristiano- se basaba en concebir a la vía eleccionaria como un ejercicio democrático consolidador del régimen burgués. En la misma línea, hay una conexión íntima entre la necesidad estratégica de la producción de alianzas con una movilidad en las coordenadas y componentes de los discursos revolucionarios. Así, el diálogo entre comunistas, socialistas, radicales y marxistas se realiza con cargo a ciertos elementos aglutinadores que buscan graficar la necesidad de orientarse hacia una vía cobijada por la candidatura de Allende que, y aquí nuevamente se manifiesta la tensión, no por ser una vía eleccionaria sería menos revolucionaria en su ejecución posterior.

Del mismo modo, la figura de Allende se erige como central y como parte de la explicación de las numerosas menciones en los apartados gráficos de PF a su persona. Éste es un ejercicio de encarnamiento de ciertos valores y decisiones morales -como entre transar o avanzar- que evidencian los vaivenes de la vía chilena a ojos de productores de teoría revolucionaria en el medio local. La necesidad de contar con esta figura no sólo se explica por la necesidad de publicitar la figura del candidato socialista, sino que, posteriormente y ya como presidente, mostrarlo en una cercanía material y simbólica con otros referentes revolucionarios internacionales -como se aprecia en las portadas y menciones que reúnen a Fidel Castro y Salvador Allende.

En suma, la revisión de PF como instrumento revolucionario para el periodo 1969-1973 permitió explorar cuáles son las herramientas y registros revolucionarios con cargo a los cuales se conceptualizó y comprendió al proceso de la Unidad Popular, desde la izquierda. En el proceso mismo también se evidenciaron algunos componentes teóricos esbozados al inicio del texto, sobre cómo se hace necesario contar con agentes revolucionarios articulados en red con cargo a un objetivo socialista, la importancia de producir una narrativa revolucionaria con héroes y con coordenadas que faciliten el tránsito de lo internacional para la validación del proceso local.

En términos generales, la literatura disponible sobre el tema suele signar a la Iglesia con elementos de continuidad en su comportamiento político respecto de lo observado en este artículo. Así es como, a juicio de Botto,49 el catolicismo chileno apeló a capturar un sujeto político de difícil anclaje a la doctrina de la Iglesia: la juventud. Como se ha revisado, las menciones de la juventud emanadas desde la Iglesia y capturadas en Punto Final apuntan a la sinonimia entre la doctrina social de la Iglesia y una postura política orientada por la preocupación por el más pobre y en torno a ello de la desigualdad en América Latina, aunque alejado de las narrativas marxistas sobre el tema.

Así, es posible apreciar cómo a nivel conceptual la Iglesia respondía a la modernidad y sus nociones articuladoras de coordenadas políticas, que para efectos de este grupo apuntaban a una noción de lo político como lo público, a modo de sociedad civil, aunque en términos estrictos la doctrina apuntase a una despolitización en el sentido amplio. Fernández,50 por su parte, refiriéndose justamente a la década de 1960, pone de relieve el proceso de secularización que se llevaba a cabo y cómo éste llenaba el campo discursivo y el espacio público en torno al catolicismo en Chile. Sobre lo que se ha revisado aquí, la evidencia por él presentada -en formato de conjuntos de opiniones y juicios sobre la acción política de la Iglesia católica- se sostienen con visibilidad y en coordenadas anticomunistas, apuntando al distanciamiento de la organización política tradicional, como bien explicaría Botto en clave de despolitización.

Por último, y también en coincidencia con las tendencias discursivas halladas durante el análisis de las publicaciones de Punto Final, lo que concierne al comportamiento político de la Iglesia católica posterior al cierre de la revista en 197351 tendería también a posicionar a la Iglesia como un actor político que tiene una cierta condición sui generis, desentendiéndose de la organización política tradicional, pero con formas de acción específicas que paulatinamente apuntarían a convertirse en un actor posicionado como en oposición a la dictadura militar, particularmente mediante los discursos y acciones de ayuda a las víctimas, por un lado, y la mediación política -también enunciada en el proceso aquí revisado-, por otro.

1Revisión facilitada por el trabajo de digitalización realizado por el archivo histórico de Punto Final para el periodo 1965-1973, disponible para su revisión en http://www.pf-memoriahistorica.org/, consultado en diciembre de 2018.

2Eduardo Frei Montalva derrotó a Salvador Allende (en ese entonces, candidato del Frente de Acción Popular) y a Julio Durán (Partido Radical) en las elecciones de 1964. Su eslogan de campaña fue “Revolución en Libertad”. Más información sobre los procesos eleccionarios, en materia estadística incluso, pueden ser revisados en la Historia política de los procesos eleccionarios 1925-1973, construida por la Biblioteca del Congreso Nacional, disponible para su revisión en https://www.bcn.cl/historiapolitica/elecciones/index.html?periodo=1925-1973, consultado en diciembre 2018.

3Véase, sobre esto, el proceso de conservación asociado al espacio de Memoria Londres 38 en Santiago de Chile. Disponible en https://radio.uchile.cl/2021/07/16/ memoria-y-periodismo-londres-38-lanza-inedita-coleccion-con-archivos-de-la-revista-punto-final/, accedido en agosto 2022.

4La revista se dejó de publicar con el número 894, el día 9 de marzo de 2018, instancia que invitó a una serie de revisiones sobre el rol de Punto Final en el proceso chileno. Particularmente, vale la pena atender a la narración que se realiza en el mismo portal de la revista [http://www.puntofinal.cl/], pero también a la columna de opinión escrita al respecto en Le Monde Diplomatique:“Punto Final, una pérdida irreparable” (marzo 2018) y al breve comentario realizado en la Radio Universidad de Chile [https://radio.uchile.cl/2018/02/17/punto-final-escribe-su-punto-final-la-historica-revista-anuncia-cierre-definitivo/]

5Sobre el carácter eminentemente moderno del concepto de revolución, véase Villoro, L. (1985). El concepto de ideología y otros ensayos. México: Fondo de Cultura Económica.

6Segovia, A. (2014). La guerra fría en Chile. Los intrincados nexos de lo local y lo global. En Harmer y Riquelme (eds.), Chile y la guerra fría global (pp. 11-43). RIL Editores.

7Como lo planteado por Judson en torno a las narrativas de la moral revolucionaria sandinista, reforzando el componente protagónicamente cultural de la situación revolucionaria. En Judson, F. (1987). Sandinista Revolutionary Morale. Latin American Perspectives, 14(1): 19-42.

8Ramas, R., y De Andrés, J. (2011). El concepto de revolución de CharlesTilly y las revoluciones de colores. En A propósito deTilly: Conflicto, poder y acción colectiva (pp. 141-161). CIS Editores.

9Una discusión extensa sobre la relación entre hechos revolucionarios y el Estado de derecho se encuentra en Ricciardi, M. (2009). ¿Ha terminado la revolución? Historia del concepto y valoración política. En Espiral, 15(44): 55-65.

10En Skocpol, T. (1979). States and Social Revolutions:A comparative Analysis of France, Russia and China. Nueva York: Cambridge University Press.

11Todo ello, al menos inicialmente, promovería lo que para Goldfrank es un contexto mundial permisivo que posibilita estas circulaciones revolucionarias y el fortalecimiento de un proyecto de modificación de las estructuras de gobierno en un contexto nacional determinado. En Goldfrank, W. (1979). Theories of Revolution and Revolution without Theory, the case of Mexico. En Theory and Society, 7(12): 135-165.

12Esto último queda de manifiesto en el análisis realizado a la vía chilena para la historia intelectual argentina realizada por Zarowsky, M. (2009). Reforma y revolución: La vía chilena al socialismo en la nueva izquierda intelectual argentina. Izquierdas, núm. 29, pp. 133-148.

13PF, núm. 72, p. 5.

14PF, núm. 72, p. 8.

15En “El reformismo y la socialdemocracia”, Lenin,V., 1911, citado en PF 74, p. 15.

16PF, núm. 74, p. 6.

17PF, núm. 75, p. 14, extracto del discurso del 5 de enero de 1969.

18PF, núm. 76, p. 10.

19Unidad Popular. (1970). Biblioteca del Congreso Nacional. Referencia en “Programa Básico de Gobierno de la Unidad Popular: Candidatura presidencial de Salvador Allende”. Santiago, Chile.

20Moulian, T. (2006). Fracturas: De Pedro Aguirre Cerda a Salvador Allende (1938-1973). Santiago de Chile: Lom.

21Casals, M. (2010). El alba de una revolución. La izquierda y el proceso de construcción estratégica de la vía chilena al socialismo 1965-1970. Santiago de chile: Lom.

22Friedmann, R. (1988). La política chilena de la A a la Z. Santiago de Chile: Melquides.

23Hutchinson, E., Kulbock,T., y Winn, P. (2013).The election of Salvador Allende: Declassified U. S. Government Documents. The Chile Reader: History. Duke University Press.

24Unidad Popular. (1970). Biblioteca del Congreso Nacional (p. 3). 25.

25PF, núm. 82, p. 3.

26Op. cit., p. 6.

27PF, núm. 84, p. 26.

28Aunque no forma parte del periodo analizado, vale la pena destacar que los números de PF entre 1965 y 1968 critican la vía electoral como una profundización de los regímenes burgueses.

29PF, núm. 98, p. 13.

30PF, núm. 106, p. 19.

31PF, núm. 106, Editorial, p. 1.

32PF, núm. 109, p. 12.

33PF, núm. 112, “el mir frente a las elecciones”, p. 26.

34PF, núm. 119, ¡A defender el triunfo!, p. 1.

35PF, núm. 114, p. 24. (Mayúsculas en el original).

36En PF, núm. 149,“La vía derecha hacia el golpe”, p. 4.

37En PF, núm. 155, p. 15.

38En PF, núm. 157, p. 23.

39En PF, núm. 162, p. 4,“Indefinición de la UP confunde a las masas”.

40En PF, núm. 178, pp. 2 y 5 para el rol de los militares.

41En PF, núm. 187, pp. 1-4.

42En “Marxismo y ateísmo”,Althusser, L. (1966), citado en PF núm. 75, p. 15. 43.

43PF, núm. 79, p. 4.

44Op. cit.

45Carta al director, en PF, núm. 80, p. 23.

47PF, núm. 76, p. 20.

48PF, núm. 125, p. 5, ¡Pan, tierra, y socialismo! 48. PF, núm. 102, p. 13.

49Botto, Andrea. (2008). Algunas tendencias del catolicismo social en Chile: Reflexiones desde la historia.Teología y Vida, núm. 49, pp. 499-514.

50Fernández, Marcos. (2017). La tierra no es el cielo, pero el cielo comienza aquí en la tierra. La cuestión del clericalismo en el campo político y el pensamiento católico chileno, 1960-1964. Historia, núm. 50, pp. 11-47.

51El detalle de este camino de acción y mediación política durante dictadura puede encontrarse en Strassner, Veit. (2006). La Iglesia chilena desde 1973 a 1993: De buenos samaritanos, antiguos contrayentes y nuevos aliados. Un análisis politológico.Teología y Vida, núm. 47, pp. 76-94.

Recibido: 15 de Agosto de 2020; Aprobado: 10 de Noviembre de 2022

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