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Espiral (Guadalajara)

versión impresa ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.15 no.45 Guadalajara may./ago. 2009

 

Reseñas

 

Masculinidad e intimidad

 

Rogelio Marcial*

 

* Profesor-investigador de El Colegio de Jalisco-INAH.

 

Masculinidad e intimidad: identidad, sexualidad y sida es un libro crítico que busca —y a mi juicio lo logra— aportar una mirada novedosa sobre las diversas maneras en que algunos hombres de Hermosillo (Sonora) y su sierra se relacionan, intiman y conviven a partir de lazos homoeróticos que en muchos de los casos no encajan en las figuras, también estereotípicas, del "joto", la "reina", la "loca", el "putito", el "maricón", el "mayate", el "homosexual", el "gay" (o "gai" para quienes no gustan de anglicismos). Es decir, si los estereotipos asignados al "hombre", al "macho", son devastadores y estigmatizan a quienes no encajan en ellos, éstos otros construidos a partir de la referencia en oposición a lo "claramente heterosexual", también generalizan, marcan y desdibujan una realidad mucho más rica, heterogénea, diversa, plástica. Núñez nos convoca, nos invita, a atrevernos a deshacernos de esas miradas estereotípicas hacia uno y otro extremo del abanico, para poder estar en condiciones de comprender positivamente una rica variedad de formas de relación entre los hombres del conglomerado urbano de Hermosillo y de las zonas rancheras de la sierra sonorense; formas de relación ancladas en la amistad, el afecto y la camaradería. Es cierto que, desde estos discursos dominantes sobre las expresiones de la sexualidad, se suele considerar contundentemente que "entre hombres sólo cuates de lejecitos, lo demás es de jotitos". Pero el libro construye un camino comprensivo para ir más allá y demostrar que, desde el activismo, el sentido común e, incluso, desde la academia, resulta necesario "poner entre paréntesis" muchos de los conceptos que hemos usado y reproducido acríticamente para nombrar y definir una variada expresividad de la sexualidad humana. Tal vez, efectivamente, algunos de estos conceptos sirvieron en aquella época histórica o contexto sociocultural en los que fueron creados. Pero hoy en día la realidad dista mucho de ser igual, y las características del fenómeno en Hermosillo y su sierra implican renovar la mirada y avanzar en la comprensión de ello.

¿Cómo entender aquellos procesos, variados y complejos, de socialización masculina donde prevalece la intolerancia y falta de aceptación a las expresiones de dolor, angustia, queja, afecto, tristeza, depresión, miedo, incertidumbre, por parte de varones jóvenes y adultos? (¡Estos sentires son pa' las "viejas"!, dirían muchos) ¿Cómo entender la imposición de un modelo de comportamiento varonil en el que se exige la contención de emociones como un valor masculino muy arraigado? Desde la infancia, las expresiones de rechazo a estas emociones se canalizan a través de regaños, maltratos o burla que bien pueden ser pensadas como expresiones de homofobia. Escribe Núñez:

[...] todos los varones somos objetos de violencia homofóbica como parte de nuestro proceso de masculinización. Al mismo tiempo, hay una violencia especial y discrecional hacia los varones (en especial cuando son niños o adolescentes) considerados menos masculinos, afeminados o no suficientemente masculinos de acuerdo a los estándares sociales (p. 70).

Núñez, inteligentemente, ubica muchos de los procesos de expresión de la homofobia como ese contexto necesario para entender los discursos y las prácticas que han tejido una compleja estructura de lo que él mismo llama el "modelo dominante de comprensión de la experiencia homoerótica en México" (p. 90). Estructura que intenta resumir, limitar, reducir toda la vasta gama de expresión de la sexualidad masculina al par dicotómico "macho-joto", y "el que esté libre de culpas que arroje la primera piedra". Por ello, escribe el autor: "La homofobia es, en mi experiencia de investigación, un elemento central para comprender la formación del sujeto, así como el proceso de resubjetivación y elaboración de un discurso de resistencia" (p. 67).

El libro arranca con el análisis de una bella foto, la de la portada. En ella, Francisco y José Pedro posan en sus mejores atuendos típicamente serranos, limpios y conscientes de que será una imagen para la posteridad. No es necesario poner demasiada atención para notar que tímidamente están tomados de la mano. ¡Miren nomás! Tal vez entendiendo que será una foto privada sólo para los que aparecen en la imagen, entonces podríamos "perdonar el detallito". ¡Pero no! Núñez nos comenta que ni es la única fotografía de la época en la sierra de Sonora en la que aparecen dos amigos tomándose de la mano, ni tampoco es una foto que estuviera escondida en una cartera o un cajón privado. Según su trabajo de campo, muchas familias recuerdan que en plena sala de la casa hay o hubo una foto del abuelo con su mejor amigo, tomados delicadamente de la mano. ¿Qué hacer con semejante hallazgo? Núñez nos comenta que al enseñar esta foto a jóvenes urbanos gays de la ciudad de Hermosillo, llegaron a preguntarle: "¿o sea que antes era más fácil esto? Si mi mamá me viera así en un foto con un amigo, ¡olvídate!". Yo me pregunto, ¿efectivamente será que era más fácil? ¿Será que ahora estamos más capacitados para observar las fotografías? ¿Será que en la sierra es algo "normal"? Responder a estas preguntas "facilonas" nos darían respuestas igualmente "facilonas", inocentes, descontextualizadas. Núñez construye su objeto de estudio problematizando este hallazgo a partir de preguntas inteligentemente planteadas:

1. ¿Existen en el presente otras realidades amorosas y eróticas entre varones que escapan a las concepciones convocadas por los términos dominantes gay, homosexual, joto, mayate, etcétera?, ¿en qué consisten esas otras realidades y qué relación establecen con las categorías dominantes del régimen discursivo que opera sobre las posibilidades de intimar de los varones? 2. ¿Cómo se explica que este régimen discursivo, o sistema de representación dominante sobre "los hombres", su identidad de género y su sexualidad, sea incapaz de entender no sólo las realidades diferentes del pasado, como la imagen de José Pedro y Francisco, sino las realidades del presente que no se estructuran a partir de los significados dominantes? 3. ¿Qué relación mantienen las posibilidades de intimidad afectiva y/o erótica entre varones con los discursos y categorías dominantes sobre el "ser hombre" y sobre las prácticas homoeróticas? (p. 56).

Con esta problematización, el autor define su objeto de estudio como "la compleja red de categorías y significados que estructuran las prácticas y relaciones sexuales y/o amorosas entre varones en una determinada sociedad [la sonorense]" (p. 57). Desde allí, el libro se introduce en el debate sobre la importancia de las categorías de identidad sexual, a partir del análisis antropológico de una cultura particular: un grupo de comunidades rurales del norte del país. Ello para evidenciar, hacer visible, una parte de la realidad homoerótica —esto es, prácticas, subjetividades, relaciones de poder y resistencia— que no ha sido visualizada por los filtros representacionales en tanto categorías y significados sexuales dominantes: "hombre", "homosexualidad", "gay", "salir del armario", "activo-pasivo", "mayate-joto", etc. Si damos vuelta a esas categorías dominantes, expresa el autor, "la experiencia homoerótica se revela en su complejidad, heterogeneidad y resiliencia" (p. 60). De eso y otras cositas trata este libro.

Y para desarrollar sus ideas, Núñez nos presenta un libro dividido en dos partes. La primera parte, "Masculinidad, subjetividad e intimidad", incluye cuatro capítulos. El primero, "La regulación social de la intimidad y la identidad masculina", expone el origen y significado del carácter relacional y la lucha social por el significado y la representación de la realidad de la vida de los hombres y sus relaciones de intimidad con otros hombres. La realidad de los usos del cuerpo, de las posibilidades del contacto, de las dinámicas de la expresión o represión de los afectos, la vivencia del amor y la sexualidad; se muestran como una realidad plenamente cultural y política. En el capítulo segundo, con título "La disputa por los significados del ser hombre en México: aplicaciones de la teoría queer", el autor analiza el surgimiento en México, inmediatamente después de nuestra revolución, del concepto del "hombre mexicano": un hombre necesariamente "moderno", "mestizo", "revolucionario" y "muy hombre". No es posible ignorar aquí la cercanía con el concepto de "hombre nuevo" de la revolución cubana, lo que ocasionó que cualquier asomo de vínculo afectivo o sexual entre varones fuera castigado con encierros y trabajos forzados por ser actitudes y posturas "antirevolucionarias" y anti-patrióticas". El detallado análisis del concepto de "hombre mexicano" le permite a Núñez hacer visible lo oculto, esto es, evidenciar la diversidad de maneras de significar la hombría y las resistencias cotidianas a las concepciones dominantes. Y desde allí afirmar que en México "el ser hombre no sólo es una construcción histórica, es también una construcción social cotidiana en constante disputa" (p. 93). El tercer capítulo, llamado "Acá entre nos: las metáforas corporales de la hombría y la negociación de la intimidad", expone certeramente cómo las expresiones cotidianas asociadas a la hombría, con connotaciones regionales y nacionales, ilustran con claridad las exigencias y convenciones respecto de la identidad masculina en nuestro país, así como los espacios de resistencias construidos y exhibidos mediante expresiones como el "acá entre nos". Así, el cuerpo resulta una metáfora idónea que permite objetivar las dinámicas de poder que configuran la identidad masculina y la capacidad de intimar. El cuarto capítulo, último de esta primera parte y titulado "Homofobia e intimidad masculina: poderes, acomodamientos y resistencias", se adentra en el proceso de construcción social de la identidad masculina a partir de las prácticas y discursos dominantes de homofobia. Aquí el autor analiza la homofobia como "un temor que devela el carácter fragmentado, incoherente y ansioso de la subjetividad fabricada con base en el modelo dominante de hombría" (p. 93); y no como una simple pero lacerante fuente de violencia que "alimenta prácticas de poder sobre los otros" (p. 93). Articulando creativamente algunas aportaciones de los estudios de las masculinidades, los estudios feministas y los estudios queer, el autor determina que ya instalada en cada quien, "la homofobia es un mecanismo de poder social basado en el miedo a intimar que afecta no sólo a los llamados homosexuales, sino a todas las personas y las formas de relación amorosa" (p. 93).

La segunda parte del libro, "Palabras, placeres y poderes", se compone por dos capítulos. En el capítulo 5, titulado "Reconociendo los placeres, reconstruyendo las identidades: antropología, patriarcado y experiencia homoerótica en México", Núñez analiza las características (para destacar sus falacias) de lo que llama "el modelo dominante de comprensión de la experiencia homoerótica en México", modelo que destaca la realidad homoerótica como un fenómeno exclusivamente sexual, que sólo tiene lógica y posibilidad de existir a través de la penetración anal y que desemboca en las imágenes estereotípicas mencionadas antes a partir de las dicotomías "masculino-femenino", "activo-pasivo", "macho-joto". Esta reducción a lo sexual —y yo precisaría, a lo genital—, nos dice, se hace evidente en expresiones como la que afirma que "lo que hacen esas gentes lo pueden hacer, pero no en público". Las relaciones homoeróticas no son sólo una cuestión genital, construyen una identidad cultural, una posición ideológica, un estilo de vida, una realidad relacional. Y también puede y debe salir a las calles, gritar sus demandas, expresar sus sentires públicamente, ¿por qué no? El grueso del texto se cierra con el capítulo 6, "¿Quiénes son los HSH ?: identidades sexuales, clase social y estrategias de lucha contra el sida", capítulo en el que el autor, al preguntarse sobre quiénes son los hombres que tienen sexo con hombres (HSH), cuestiona este término que considera con un potencial radical, el cual ha sido mediatizado por las políticas actuales referentes a la sexualidad y a la epidemiología en nuestro país, pero que puede ayudar sobremanera a comprender y ubicar la relación entre las categorías de identidad sexual y clase social de los sujetos en relaciones homoeróticas y homosexuales. El volumen incluye una introducción y concluye con un epílogo. Pero además cuenta con un sugerente, creativo e iluminador prólogo de Carlos Monsiváis, que no traiciona su estilo ni su erudición. Es, en verdad, un valor agregado al libro.

 

Nota

Guillermo Núñez Noriega (2007), Masculinidad e intimidad: identidad, sexualidad y sida, Miguel Ángel Porrúa-PUEG, UNAM-El Colegio de Sonora.

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