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Espiral (Guadalajara)

versión impresa ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.14 no.42 Guadalajara may./ago. 2008

 

Reseñas

 

Reseña de la obra de Eugene Gogol: Raya Dunayevskaya. Filósofa del humanismo marxista

 

Alicia Fignoni*

 

Eugene Gogol. Raya Dunayevskaya. Filósofa del humanismo marxista. México, Casa Juan Pablos, 2006.

 

*Profesora e investigadora del Departamento de Estudios Ibéricos y Latinoamericanos de la Universidad de Guadalajara.

 

Los comentarios a la obra en cuestión estarán organizados en tres diferentes momentos, con la intención de:

En un primer momento, señalar los aportes de la obra de Gogol al conocimiento en general y a la filosofía política en particular.

En un segundo momento, hacer referencia a los puntos medulares de la obra de Raya Dunayevskaya desde la mirada de Gogol, con la intención de identificar diversos nudos problemáticos a fin de establecer una discusión en torno a las categorías centrales del pensamiento de Dunayevskaya.

Por último, abrir una indagatoria acerca de la actualidad y la pertinencia de la reflexión de la pensadora rusa para la teoría y prácticas revolucionarias del presente en América Latina, sin duda una de las regiones más activas en la búsqueda de configuraciones políticas incluyentes y, por lo mismo, democráticas.

En cuanto al primer punto, nuestro autor se da a la tarea de llenar un vacío de conocimiento, en razón que la obra de Dunayevskaya es prácticamente desconocida en el ámbito académico de América Latina. Gogol se apropia del pensamiento de la autora mediante una reconstrucción histórica que busca las huellas no sólo del pensamiento, sino también de las prácticas de Dunayevskaya. En este sentido, es importante remarcar la doble faceta de su vida como activista y pensadora y lo que de allí se desprende, tanto de la dimensión intelectual como también de la acción política que Dunayevskaya lleva a cabo prácticamente a lo largo de toda su vida.

La obra de Gogol es igualmente el producto de un testimonio vivo, en razón de haber conocido personalmente a Dunayevskaya, de quien fue uno de sus secretarios y junto con ella editor general del periódico marxista News and Letters.

En relación al segundo punto, Dunayevskaya se da a la tarea de recuperar del olvido el papel que desempeña la dialéctica en el marco de la teoría en general y la subjetividad revolucionaria como un concepto central de aquélla. Desde este ángulo, en tanto que filósofa revolucionaria, emprende de nueva cuenta y durante casi medio siglo la reflexión sobre la dialéctica, reflexión que ilumina la teoría pero también la práctica mediante la observación de cómo ésta opera en la realidad. Para Dunayevskaya la revolución debe estar no sólo en el pensamiento sino también en la acción.

En relación a esto último, analiza de manera aguda el proceso que se desarrolla en la Unión Soviética durante la era de Stalin, realizando para ello un estudio profundo de la economía rusa y sus parámetros, denunciando, en el terreno político, el pacto entre la Unión Soviética y la Alemania nazi, bajo el supuesto que un Estado obrero no puede asumir un compromiso de carácter bélico.

Para Dunayevskaya, la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas era una sociedad capitalista. A partir de esta definición, crearía con otros lo que se conoce como la tendencia de capitalismo de Estado. Esta apelación los obligó a abrir una nueva reflexión en el pensamiento marxista revolucionario, considerando tres vertientes fundamentales: en lo económico a partir justamente de lo que ella consideraba como la constatación del surgimiento de un nuevo capitalismo o capitalismo de Estado. En lo filosófico, mediante la exploración del absoluto de Hegel frente al cual resaltaba el humanismo de Marx. Por último, en lo político y en relación con las clases, los movimientos sociales y las revoluciones, Dunayevskaya amplió el concepto de subjetividad revolucionaria para el mundo posterior a la II Guerra Mundial. Estos tres elementos serían la columna vertebral del marxismo renovado que Dunayevskaya impulsaba.

A estas tres dimensiones habría que agregar un concepto fundamental para entender su aporte, que es la batalla de ideas. Es ésta una idea fuerza que dinamiza la nueva reflexión humanista sobre el marxismo. Otro concepto central de dicho humanismo fue el de negatividad absoluta entendida como un nuevo comienzo. De acuerdo con nuestra autora, la revolución del pensamiento sólo puede ser comprendida en el marco del quehacer revolucionario, del cual un buen ejemplo lo constituye, para Dunayevskaya, la Revolución francesa. De acuerdo a su reflexión, en este proceso de cambio el movimiento de masas surge a partir de la práctica.

Según Dunayevskaya, el mayor logro de la Revolución francesa fue el descubrimiento por los obreros de su propio modo de conocer. A su manera, este fenómeno histórico había revelado que la superación de los contrarios no es un acto único sino un proceso en constante desarrollo a través de la contradicción, que ella denominó con el nombre de dialéctica. Concordante con esta premisa, no es sino por medio de la lucha de los contrarios que el movimiento de la humanidad es empujado hacia delante. La autora rusa consideró que si bien Hegel exploró exclusivamente las contradicciones que operaban en el pensamiento, esto no supuso la clausura en un sistema ontológico cerrado. Según Dunayevskaya, Hegel introdujo a la historia en la filosofía revolucionando de esta forma el concepto de filosofía, bajo el supuesto que la historia es una serie de etapas históricas en el desarrollo de la libertad, donde los seres humanos tienen que luchar y donde inevitablemente se revela el carácter negativo de la sociedad moderna.

Su análisis de la Comuna de París le ayudó a hacer evidentes las contradicciones del capitalismo. Para Dunayevskaya:

[...] el primer gran acto de la revolución fue armarse a sí misma. La gente armada se lanzó contra los omnipresentes órganos del Estado, los cuales eran una copia fiel de la división jerárquica del trabajo en la fábrica. Con la Comuna, el primer Estado obrero en la historia había nacido. El pueblo levantado aplastó al parlamentarismo. A partir de entonces, las asambleas del pueblo no iban a ser un lugar de conversaciones de negocios parlamentarios, sino un cuerpo de trabajo. Esto fue posible porque el poder permaneció siempre en manos de las masas como un todo. En dos meses de existencia, la Comuna había reorganizado a la sociedad toda.

Referidos al capital, para Dunayevskaya los temas del humanismo y la dialéctica no estaban asociados a un análisis estrictamente económico, sino que eran el corazón de la crítica de Marx a la sociedad burguesa. En su obra Marxismo y libertad Raya Dunayevskaya se plantea un interrogante vinculado a qué sucederá después de la Revolución rusa, elaborando una profunda indagatoria sobre las revoluciones malogradas y finalmente transformadas en su contrario. El qué sucederá después resultó ser un problema central que enfrentaron y enfrentan actualmente los movimientos revolucionarios a escala global.

Otro eje de análisis de la obra de Dunayevskaya gira en torno a la categoría de marxismo post Marx. Este fue uno de los temas centrales del libro Rosa Luxemburgo, la liberación femenina y la filosofía marxista de la revolución. Esta categoría suponía para la autora rusa la elaboración de una reflexión crítica en relación al pensamiento de Marx y los marxistas posteriores a él.

Ella había observado la necesidad de recrear la dialéctica en cada momento histórico, así como también había detectado a revolucionarios necesitados de una comprensión de la totalidad del marxismo y su filosofía de la revolución como punto de partida. Desde su perspectiva, los pensadores post marxistas habían fragmentado el pensamiento de Marx llevándolo a una aplicación o popularización en lugar de recrearlo. El resultado de ello se tradujo en concepciones truncadas o vulgarizadas.

Presentar el marxismo de Marx significaba para Dunayevskaya comprender sobre todo su metodología, hecho que implicaba desarrollar de nuevo su filosofía de la revolución en momentos históricos subsiguientes. Este era el principal reto histórico para los revolucionarios marxistas y para todos los continuadores de Marx. Creía Dunayevskaya que no era asunto de erudición ni de corregir las inexactitudes de Marx, sino más bien de alcanzar el futuro. Dunayevskaya estaba convencida que los pensadores revolucionarios, los activistas y movimientos tales como el de liberación femenina podrían alcanzar ese futuro humano nuevo con la ayuda de Marx. Sin su filosofía de la revolución, ni el movimiento por la emancipación femenina ni la humanidad entera descubrirían las bases capaces de asegurar el logro de la revolución.

En este sentido, Marx había hecho un aporte fundamental al trazar una línea divisoria entre la idea como sujeto de la lógica hegeliana y el sujeto de Marx, el obrero. Esto significaba también la humanización de la reflexión hegeliana. La categoría del ser tenía ahora un contenido específico que colocaba al obrero en el centro de la interpretación dialéctica de la realidad.

En cuanto al tercer punto, Eugene Gogol separa tres derivaciones del marxismo de Dunayevskaya que tienen especial significación para el humanismo latinoamericano y su dimensión revolucionaria: 1. Su crítica y actividad contra la intrusión del imperialismo norteamericano en América Latina y el Caribe; 2. La creación de la categoría movimiento desde la praxis que es, en sí mismo, una forma de la teoría en relación con América Latina; y 3. Su análisis y crítica de la naturaleza inacabada de las revoluciones latinoamericanas. De acuerdo a Gogol y según se desprende de los escritos de Dunayevskaya, ésta criticaba duramente el imperialismo político, económico y militar de los Estados Unidos. Por ello, se manifestaba en contra de las acciones llevadas a cabo por la CIA en los países de la región y denunciaba enfáticamente el patrocinio estadounidense a los derechistas latinoamericanos y las frecuentes intervenciones, ya sea en los asuntos internos de los países del subcontinente, como también en relación a las invasiones militares y todos los actos sangrientos en los que estaba involucrado el país del norte. Señala Gogol que el enfrentamiento y la oposición de Dunayevskaya al imperialismo era inseparable de su búsqueda de un nuevo comienzo revolucionario. En este sentido, la pensadora rusa desarrolló un concepto sobre la subjetividad revolucionaria de las masas en movimiento, que puede ser pertinente para la comprensión de las realidades presentes.

Por último y con respecto al tercer ítem, según Dunayevskaya la responsabilidad de la naturaleza inacabada de las revoluciones latinoamericanas se refleja no solamente en la intromisión permanente de los Estados Unidos en el subcontinente, sino que también radica en las contradicciones y en el vacío filosófico que existe al interior de los procesos revolucionarios y particularmente en los propios movimientos revolucionarios. Sus reflexiones estuvieron fundadas en una observación aguda de los procesos de transformación latinoamericanos. El punto álgido de sus análisis se encuentra en una crítica severa dirigida a los revolucionarios y la responsabilidad que les compete en los momentos de cambio. Para finalizar, y como bien lo señala Eugene Gogol, lo pertinente del pensamiento de Raya Dunayevskaya para la realidad latinoamericana reside fundamentalmente en la especificidad de su análisis de los acontecimientos de América Latina, que ella realizara durante décadas. Queda abierta, entonces, tal cual Dunayevskaya lo enunciara, la oportunidad de retomar los escritos de Marx y desde el desafío que supone su recreación, volver a pensar la realidad latinoamericana.

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