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Espiral (Guadalajara)

versão impressa ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.14 no.42 Guadalajara Mai./Ago. 2008

 

Reseñas

 

El eterno regreso del populismo

 

Alberto Aziz Nassif*

 

César Cansino e Israel Covarrubias. En el nombre del pueblo. Muerte y resurrección del populismo. Cepcom/UACJ, México, 2006.

 

* Investigador del Ciesas México

 

En el nombre del pueblo. Muerte y resurrección del populismo, es un texto de 169 páginas integrado por cuatro partes y una conclusión; cada parte, a su vez, está compuesta por varios capítulos. La discusión del texto se arma con base en una serie de presupuestos que hacen los autores:

• El populismo en México tiene un origen autoritario.

• Se basa en la premodernidad, que está emparentada con el patrimonialismo, el paternalismo y el clientelismo.

• Hay populismos autoritarios, premodernos y posdemocráticos.

• Se trata de alertar —dicen los autores—, sobre los excesos del populismo para no repetirlos.

• La disyuntiva histórica que se nos presenta es entre la resurrección del populismo o su erradicación completa.

Parece ser que el modelo mexicano reproduce un ciclo perverso, que se destaca en una de sus partes: los populismos surgen después de gobiernos grises, impopulares o mediocres; la otra parte de la ecuación cíclica es que los gobiernos grises vienen después de los populismos, es decir, de los gobiernos que se caracterizan por excesos en la vida pública del país. Quizá esa dinámica que nos explica lo que ha pasado en los casos que se analizan desde Cárdenas hasta Salinas, no se pueda aplicar de forma exacta para entender lo que pasa hoy con el foxismo, y ante la posibilidad de que gane López Obrador.

Varios ejes construyen la argumentación de los autores, por ejemplo uno va del populismo a la modernización política, como partes polares. Otro va del populismo predemocrático al populismo posdemocrático; uno más se establece entre elementos semánticos de la significación sobre populismo y los casos que se analizan en el texto.

Con el fin de construir el concepto de populismo en sus dos variedades, los autores se quedan con la polarización entre lo pre y pos democrático, lo cual hacen a partir de analizar siete diversas categorías que van desde el contexto político dominante, las estrategias discursivas, las políticas públicas, la relación con la sociedad, la centralidad del líder, las fuentes de legitimidad, hasta el componente cívico-militar.

Uno de los argumentos de Cansino y Covarrubias se orienta hacia el análisis de lo que ha pasado con la democracia mexicana en estos años; la alternancia sin pacto que ha caracterizado nuestra transición, lo cual nos ha conducido a un enorme bache, por la falta de concordancia entre el clima democrático y la lógica de operación institucional que sigue anclada en el pasado autoritario. La razón, compartida, ha sido sin duda la falta de una reforma del Estado que ponga al día nuestras instituciones con la lógica democrática.

La evolución del argumento sigue a través del desarrollo de diez tesis que explican cómo una modernización política, que implicaría desterrar la lógica de los gobiernos populistas, incluye una serie de varianzas y ecuaciones interesantes y, por supuesto, discutibles. Los autores se van a las tesis de los años sesenta y rescatan a Almond y a Powell, para establecer sus diez mandamientos de la modernización política; la tesis se formula así:

A mayor modernización política corresponde:

• Menor actividad por fuera de los marcos institucionales (el famoso the only game in town).

• Menor grado de personalización de la política (una veta para pensar en la reforma hacia un sistema parlamentario).

• Mayor capacidad de influencia de las organizaciones intermedias (vía de fortalecimiento de la sociedad civil).

• Mayor peso a la normatividad (estado de derecho).

• Menor reformismo institucional (como el que se hizo durante 20 años con las reglas electorales, un paso adelante y dos atrás).

• Mayor protagonismo de la oposición (juegos de contrapesos).

• Legitimidad asentada en fines inmediatos (discutir el cómo de las políticas públicas y acotar los márgenes para ganar y negociar proyectos; se acaban las mayúsculas de la refundación del país y los "grandes proyectos").

• Menor cultura paternalista (mayorías de edad y plena vigencia de derechos).

• Menos corporativismo (del vertical, del autoritario, como estrategia centralizadora).

• Menor desigualdad social (políticas dentro del marco de la exigibilidad de derechos).

Los populismos mexicanos abundan, marcan nuestra historia reciente y amenazan con regresar como futuro. De Cárdenas y el estilo clásico, uno de los periodos más estudiados e idealizados de la historia mexicana del siglo XX, pasando por los movidos años setenta, Echeverría y López Portillo. Luego Salinas de Gortari, un neopopulismo y el giro del modelo económico, que al final de cuentas, según los autores, tuvo su parte populista. Todos estos casos ubicados en el supuesto de un régimen autoritario. Para llegar en la actualidad a las antípodas de dos liderazgos que se acercan y se separan, Fox y AMLÜ. Se parecen en sus rasgos de la antipolítica, su legitimidad carismática, su alta personalización de la política; pero son diferentes en sus estructuras partidarias y en sus vínculos sociales. De acuerdo a las categorías de los autores, queda más claro en qué se parecen y menos claro en qué no se parecen, aunque hay datos duros que nos hablan de dos proyectos y dos discursos.

Durante la campaña electoral del 2006 la principal contraposición ideológica se dio entre Fox y AMLO: mientras que el presidente construyó al candidato perredista de forma cotidiana, sin nombrarlo, pero con la evidencia del señalamiento, con los rasgos negativos del antagonista de su proyecto; el candidato reconstruyó una descalificación constante del presidente como su antagonista principal. Cada uno de los dos personajes hizo de su ubicación un podio de combate ideológico que alimentó una fuerte polarización ideológica, pieza clave en las elecciones del 2006. Dos proyectos que se disputaron el futuro del país. El debate por la apropiación del poder desde el enfrentamiento entre el centro-izquierda y el centro-derecha regresa, revestido en una guerra sucia: el supuesto populismo de AMLO, que según sus antagonistas era un regreso de la premodernidad autoritaria a la que no quiere regresar el país. Con todo y esas cargas, estuvo a medio punto de ganar la presidencia.

Una vez saldado el análisis del tema central del libro, los autores nos traen tres temas en sus capítulos correspondientes, y parece que iniciamos de nuevo un recorrido distinto al libro que veníamos leyendo: la antipolítica, el nacionalismo y la transición.

1. Cuando llegamos a la página 101 se pueden entender, tal vez, las razones profundas de haber escrito este libro: en ese momento se pensaba que AMLO podía ganar la presidencia; AMLO ha sido construido como un político y un discurso populista. La pregunta era si ese personaje tendría la oportunidad de hacer el cambio y vencer a su populista perfecto, con el que se enfilaba a la conquistar el poder. ¿Era una petición de principio, una apuesta, un deseo?, ¿es lo que pasa con estos casos? Creo que ya no sabremos si AMLO, una vez en la presidencia, hubiera tenido "la extraordinaria oportunidad histórica de erradicar para siempre los usos y costumbres populistas". En política, los hubieras no existen.

2. Vamos a la página 121, dicen los autores: "son los partidos a quienes hoy por hoy les corresponde llevar a buen puerto las fases avanzadas de la democratización, es decir, aterrizar de una vez por todas el proceso de instauración democrática para pasar rápida y responsablemente a la consolidación de nuestra democracia". Estoy de acuerdo en que son los partidos, pero me pregunto qué hacemos con nuestros partidos para que hagan eso, si los hemos visto, en los últimos años, hacer todo lo contrario. Mientras tengan ese modelo de financiamiento público y se muevan en la lógica del partido profesional, mediático y de mercadotecnia, me pregunto ¿cómo?, ¿por qué?, y ¿cuándo?

3. Ernesto Laclau, un estudioso del populismo desde los años setenta, publicó un libro, La razón populista —por cierto, también figura como referencia del libro de Cansino y Covarrubias—, y nos dice: "Nuestro intento no ha sido encontrar el verdadero referente del populismo, sino hacer lo opuesto: mostrar que el populismo no tiene ninguna unidad referencial porque no está atribuido a un fenómeno delimitable, sino a una lógica social cuyos efectos atraviesan una variedad de fenómenos. El populismo es, simplemente, un modo de construir lo político". ¿Será así?

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