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Espiral (Guadalajara)

Print version ISSN 1665-0565

Espiral (Guadalaj.) vol.14 n.41 Guadalajara Jan./Apr. 2008

 

Teoría y debate

 

Memorias convocadas. Los concursos de testimonios como fuente para la historia oral contemporánea

 

Jorge E. Aceves Lozano*

 

* Doctor en Ciencias Sociales. Actualmente es profesor e investigador del CIESAS-Occidente jaceves@ciesasoccidente.edu.mx.

 

Fecha de recepción: 6 de septiembre de 2006
Fecha de aceptación: 18 de abril de 2007

 

Resumen

El uso de documentos personales en las ciencias sociales y en la historia en particular es un recurso para la investigación interesada en el conocimiento del punto de vista de los sujetos sociales. La búsqueda de estos acervos no siempre es fácil, por lo que en este trabajo se propone reconsiderar un procedimiento para la producción de acervos testimoniales mediante la convocatoria a concursos de testimonios. El método propuesto se basa en la experiencia y enfoque de la historia oral y de vida, en México y en otras latitudes. Se mencionan sus aportes y algunos problemas para el aprovechamiento de estas fuentes testimoniales.

Palabras clave: documentos personales, testimonios, historia oral, métodos de investigación, convocatorias y concursos.

 

Abstract

The use of personal documents in social sciences and in history in particular is a means for the research concerned with knowing the social subjects' point of view. The search for these sources is not always easy; therefore, this paper intends to reconsider a procedure for the production of testimonial sources by announcing testimony contests. The proposed method is based on the experience and approach of oral history, both in Mexico as well as in other places. Its contributions and some problems are mentioned for the use of these testimonial sources.

 

Una de las estrategias importantes para la obtención de información relevante en las ciencias sociales e históricas es la búsqueda o producción de documentos personales. La posibilidad de recabar este tipo de dato es ineludible cuando nos interesa conocer la manera como los propios sujetos sociales dan cuenta por sí mismos de su propia experiencia: cuando el actor expresa su punto de vista. No es fácil encontrar y disponer de este tipo de documentación; cuando existe, su disponibilidad y utilización no siempre son fáciles para el extraño. El investigador que rastrea esta documentación necesita además de una buena justificación y objetivos claros y convincentes de su interés de indagación, una capacidad para la sensibilización y el convencimiento para lograr que los autores o propietarios de tales fuentes documentales permitan su consulta y utilización.

Para la investigación en el campo de la historia y las ciencias sociales, el camino de producción y recopilación de información que se ofrece desde el enfoque de la historia oral y de vida es una opción que nos permite la búsqueda y acopio de documentos personales. ¿A qué tipo de documentos nos referimos? Básicamente a las autobiografías, los diarios, las cartas, las memorias, informes personales, escritos sueltos, etc. Pero como argumenta K. Plummer al referir el uso de las historias personales:

La piedra angular de la investigación de las ciencias sociales basada en los documentos personales está emparentada con la biografía y autobiografía literarias: es el relato detallado de la vida de una persona con sus propias palabras [...] lo que por tanto importa [...] es la transmisión de un punto de vista subjetivo lo más detallado posible, no la ingenua ilusión de que se ha logrado captar el fondo de la verdad (Plummer, 1989: 16).

Estas historias personales podrán ser escritas o registradas en algún medio o soporte de información por el propio sujeto de estudio, o bien realizadas, o mejor dicho, producidas por la intervención del científico social. Diversos textos dedicados al recuento y crítica de los métodos de investigación y a las técnicas comunes de recopilación de datos mencionan las estrategias y las rutas que habrá de seguir el científico social para hallar o producir este tipo tan característico de fuente de información. Tales textos son útiles y orientadores en esta tarea, y ayudan a cualquier profesional o estudiante de historia y de ciencias sociales en general. No obstante, en el presente trabajo me limitaré a examinar las rutas y problemas tal como se han experimentado desde el enfoque de la historia oral y de vida.

 

La investigación en historia oral y el problema de la producción de las fuentes

Los proyectos y procesos de investigación de la historia oral contemporánea tienden a ser cada vez más complejos e integrales. Los retos que se plantean ya no son simples; ahora son más ambiciosos y con deseos de incidir en el entorno social en que se generaron. Al tener metas más altas y contar con una tradición histórica de estudios cualitativos y biográficos, la actual historia oral ha pluralizado y enriquecido las fuentes históricas que nutren sus acervos de información, su actividad de indagación, la capacidad reflexiva en su quehacer y su contribución a la interpretación y explicación del mundo contemporáneo.

Las experiencias de investigación en historia oral en las últimas dos décadas, al menos en México, han mostrado que la estrategia de investigación usualmente desarrollada, pensando y reduciendo a la historia oral como una mera técnica complementaria y auxiliar de la práctica historiográfica oficial o predominante, ya no tiene mayor espacio ni futuro. Las posibilidades de implementar procesos y experiencias de investigación son ahora muy diversas y, por lo general, utilizan plataformas metodológicas elaboradas e implementan procedimientos que incorporan diferentes técnicas e instrumentos de investigación. La historia oral contemporánea ha madurado, ha incrementado tanto en los métodos empleados como en el uso de sus recursos tecnológicos e instrumentales, y particularmente, ha consolidado puntos de partida conceptuales, aportes teóricos y debates disciplinarios recurrentes (Aceves, 1996: 9-33). La plataforma interdisciplinaria que la ha cobijado también la ha nutrido de diversas maneras: con modelos teóricos, con métodos y técnicas, con temas y problemas de indagación, con espacios de comunicación y de debate, con publicaciones, organismos e instituciones de las ciencias sociales y humanas, y con un movimiento de carácter académico internacional. Uno de los núcleos animadores principales es la Asociación Internacional de Historia Oral (IOHA).

La historia oral como movimiento no pretende conformar una disciplina autónoma y producir y discutir sus resultados en un limitado y exclusivo espacio de interacción académico. Al contrario, se ha caracterizado por convocar y converger en un mismo campo de comunicación con una diversidad de enfoques y pluralidad de disciplinas. Destacan en esta plataforma interactiva: la Antropología, la Sociología, la Psicología, la Geografía Humana, los estudios literarios y los del lenguaje, entre otros más. Los practicantes de la historia oral experimentan esta convivencia disciplinaria desde y a partir de sus propios estilos y formaciones profesionales, experimentando una combinatoria de oficios y prácticas académicas, que al mismo tiempo se sustentan en tradiciones disciplinares y en disposiciones y hábitos reflexivos particulares (Aceves, 2000: 3-7). Como movimiento, la historia oral promueve la interacción —más que la súper-especialización o la parcialización del experto— y alienta el aprendizaje de diversos enfoques y principios de investigación. Como método de investigación, la historia oral conjunta actitudes, principios, estrategias y técnicas específicas de indagación (De Moraes y Amado, 1996: vii-xxv). No puede quedar como una simple técnica de la entrevista a profundidad, grabada o no. No sólo construye fuentes orales, ni se reduce a ser un procedimiento detallado para transcribir cintas de grabación y crear archivos de la oralidad, no sólo se dedica y se esfuerza por construir los acervos y las fuentes orales que trabajarán los historiadores del futuro. No puede quedar agotada en estas tareas limitadas.

La historia oral que quiera contribuir a la comprensión de los problemas del mundo contemporáneo debiera ser y hacer mucho más.

a) En principio, le conviene continuar con las experiencias de confluencia interdisciplinaria. Lo que ha aprendido y asimilado de su contacto con otras disciplinas ya forma parte de sus fundamentos epistemológicos y de su enfoque metodológico. La mixturización en este sentido ha sido enriquecedora y ha sumado más aportes que restado capacidad, por algunos peligros que acarrea la flexibilidad en las lealtades disciplinarias. Al pasar por la experiencia del contacto con otras disciplinas sociales y humanas, la historia oral ha potenciado sus recursos, habilidades, propuestas y resultados.

b) La historia social y cultural sigue siendo un nodo central de referencia y afinidad disciplinaria para los practicantes de la historia oral. No en balde desciende de esta matriz disciplinar. Gracias a las orientaciones heurísticas y epistemológicas procedentes de la historia social y cultural actual (Olábarri, 1996), los sujetos sociales objeto de investigación de la historia oral se han pluralizado y diversificado. Tanto en lo referente a las categorías sociales y económicas, como a las procedencias étnicas, culturales, territoriales y de género. Sigue privilegiando la escala local y regional, prefiere el ámbito de la vida cotidiana y los procesos microsociales. Pero no es la regla ni la norma obligatoria. Tan es así que hay interesados en los efectos (económicos, políticos, culturales, etc.) de la globalización en el mundo de la vida de la gente común. Allí la historia oral y de vida ha resultado también productiva y ha aportado información, descrito y esclarecido procesos sociales y problemas que afectan a los individuos, a sus familias, o a su entorno social. La historia oral se tiene que adaptar a las preguntas y núcleos problemáticos que generan los investigadores, o sea los practicantes de este enfoque y método.

c) La historia oral tiene a la subjetividad como uno de sus objetos centrales de indagación y lo seguirá siendo mientras persiga las memorias y los olvidos en la experiencia vital de las personas con las que interactúa. Porque destaca y centra su análisis en la visión y versión que desde dentro y lo más profundo de su experiencia expresan los sujetos sociales. Habrá que mantener el interés en lograr aproximaciones eminentemente cualitativas acerca de los procesos sociales e individuales.

d) Buscar siempre como información o dato lo que los sujetos sociales expresan por voz propia, le permite a la historia oral acceder al punto de vista del actor social, al conocimiento del entramado simbólico del que surge el testimonio en la situación específica propiciada por la práctica de la historia oral. Esta disposición a buscar, escuchar, registrar y sistematizar la voz de los sujetos sociales tiene la intención de adquirir un mayor y específico conocimiento de la historia y de los problemas del mundo contemporáneo.

e) Habrá que enfatizar que la historia oral tiene el compromiso y el reto de aportar nuevas fuentes para documentar e interpretar la historia del tiempo presente. No basta ni será suficiente conformarse con los acervos ya encontrados, los ya existentes, lo previamente construido. El historiador oral propone y construye nuevas fuentes historiográficas de la memoria de los seres humanos. Los acervos y los archivos que se van construyendo son un aporte palpable y público que da cuenta de la labor productiva y socializadora que hace la práctica cabal de la historia oral. Producir nuevas fuentes históricas contribuye a la ampliación del conocimiento social, facilita al público interesado el acceso al conocimiento histórico y promueve experiencias en el ámbito político, comunitario y de proyectos de carácter auto-directivo. Como consecuencia previsible, la acción y los resultados de la historia oral impactan y modifican hasta cierto grado y de modo distinto a la práctica científica, usualmente desligada del entorno social y de los sujetos con los que interactuaba. La historia oral podría entonces llegar a cubrir la función social de configurar un vínculo entre los actores socio-históricos y los medios sociales e institucionales de registro, estudio y difusión de lo más significativo de la experiencia vital individual y colectiva. Por lo anterior, la producción de nuevas fuentes, entre ellas las orales, es un punto central e ineludible de la actual práctica de historia oral. De tal forma que aquellos investigadores que no construyen nuevas fuentes orales y las necesarias para cumplir sus objetivos, están quedando cortos e incumpliendo uno de los rasgos característicos que dieron origen a esta práctica y a este enfoque de trabajo.

f) Considerando los puntos anteriores, podemos resumir diciendo que la historia oral contemporánea es un procedimiento ya establecido —desde por lo menos los años ochenta del siglo XX— de construcción de nuevas fuentes para la investigación histórica con base en la formación de corpus de información integrados por los testimonios orales recogidos sistemáticamente para investigaciones específicas, bajo métodos, problemas y puntos de partida teóricos explícitos. Ejercitar esta práctica de investigación significa producir conocimientos históricos y no simplemente reducir su acción a la relatoría organizada de la vida de los otros. El historiador oral no es un mero dispositivo tecnológico armado de instrumentos de grabación. Al contrario, es más que un magnetófono de los individuos sin voz, porque procura que el testimonio oral —la materia prima— no sustituya a la investigación y al análisis histórico, que su papel como analista no quede reducido a ser sólo un eficiente y excelente entrevistador, que su esfuerzo y capacidad de análisis e interpretación no queden depositados y sustituidos por las cintas o dispositivos de grabación.

Una práctica integral de la historia oral pasa por considerar a la fuente oral en sí misma y no sólo como un apoyo fáctico o empírico, o como mera ilustración; ya que recopila y critica la fuente construida, analiza, interpreta y ubica socio-históricamente los testimonios y evidencias orales. Complementa sus fuentes orales con todas las necesarias —existentes o por construir— y utiliza con rigor las fuentes documentales tradicionales del quehacer historiográfico; no se circunscribe a un solo método y a una técnica, sino que las complementa y las vuelve más complejas realizando una triangulación de fuentes y métodos. Toma posición en el debate de su campo académico de acción y, por lo mismo, explicita su perspectiva teórica y metodológica del análisis socio-histórico y está abierto al contacto interdisciplinario. Considera a la fuente oral como estratégica y central —en ocasiones es la medular y la más significativa de sus acervos— pero es consciente también que representa sólo una más de las fuentes existentes y disponibles al alcance del investigador para proceder a la reconstrucción de la percepción y representación, en el tiempo y espacio, de la experiencia humana. Este estilo de hacer historia oral me parece válido para sostener una práctica que ha resultado enriquecedora, pertinente y de actualidad, dado que combina la reflexión teórica, trabajo empírico y de campo original, producción de acervos públicos, y además porque puede desarrollar mayor relación y vínculo de los investigadores con los sujetos de estudio.

La producción de las fuentes históricas para el trabajo del historiador oral pasa por un camino complejo, variado y demandante. Complejo porque no se reduce a la evidencia oral, sino que procura hacerse de la mayor parte de datos e informaciones posibles que den cuenta y proporcionen datos u otorguen evidencias en relación con el problema de la investigación planteada. Requiere de fuentes orales nuevas y originales, acompañadas por fuentes documentales y de archivo existentes, así como también de fuentes "objetuales", o sea todo tipo de objeto o material tangible, físico, que sea un recurso de información e interpretación de datos para la indagación.

La historia oral requiere un conjunto de fuentes históricas variadas, que permitan el contraste, la comparación, la confrontación, la confirmación. La apuesta por un ojo crítico es imprescindible, para llevar a cabo un proceso de crítica a las fuentes previamente construidas: quién la produjo, por qué se hizo, para qué y para quiénes se construyó. Es necesaria la diversidad de miradas y de voces, la pluralidad en las fuentes históricas es un requisito para valorar y calibrar el alcance de la fuente oral. La triangulación en el uso y tratamiento de las fuentes de información es un objetivo y una necesidad del proceso de investigación. La variedad de las fuentes y a la mirada plural que el investigador hace a sus diversas caras, facilita y refuerza el trabajo que se realice con la fuente oral.

El trabajo con una variedad de fuentes, cada una de ellas con sus características específicas y problemáticas, exige un esfuerzo sistemático del historiador oral. La demanda es para la continua capacitación y actualización del investigador. En términos de fortaleza teórica, de estrategias creativas de investigación, en el tratamiento productivo y organizado de todas sus fuentes, en la colaboración y vínculo con grupos de trabajo de diversa índole, en los soportes de comunicación de sus productos parciales y finales de sus resultados de investigación. Demandante también para lograr la socialización de los acervos orales, volverlos públicos y dar las pautas para su utilización y difusión masiva.

El proceso de investigación en la historia oral contemporánea se ha vuelto más complicado, exigente y demandante, tanto en lo referido al propio trabajo de indagación como a los recursos requeridos y las formas de organización para que los investigadores puedan lograr sus metas. No obstante la empresa no está concluida, ni se han agotado sus potencialidades. Quedan caminos por recorrer, veredas por experimentar y quizá algunos descubrimientos por realizar. Pero también al revés: viejos caminos que ya no se recorren y que pueden aún aportar frutos; será cuestión de andarlos con nuevas preguntas, nuevas inquietudes, nuevos acompañantes y nuevos ánimos.

 

Las convocatorias y los concursos como estrategia metodológica en historia oral

Uno de los retos del historiador oral en la actualidad es construir nuevas y productivas fuentes de información, especialmente enfocar sus esfuerzos a generar las "fuentes orales" necesarias para recabar el cuerpo de información básico y medular de su investigación. Esta fuente oral es original, con datos recogidos de primera mano y en el terreno mismo de la indagación, interactuando con los narradores y en sus propios contextos socioculturales, en lo posible.

La fuente oral se habrá generado mediante un trabajo intensivo de interacción social, cara a cara con los "informantes" o narradores de las historias recopiladas. Son archivos propiciados por la iniciativa, la curiosidad científica y el trabajo organizado y sistemático del o los investigadores responsables, resultando una "fuente de evidencias históricas" que se integra por un variado y representativo cúmulo de entrevistas. La fuente oral es el resultado de una empresa dialógica que reconoce el papel desempeñado por los narradores e informantes diversos, quienes adquieren, como coautores, derechos y obligaciones en relación con la fuente que también puede adquirir una calidad polifónica en tanto incorpora tantas voces como rasgos y tipos sociales se encontraron en el campo de estudio. Frente a la violencia simbólica que toda generación de fuentes de este tipo implica, el tratamiento y preparación de la misma para su utilización y difusión deberá poner de manifiesto el proceso de producción y uso de la fuente. Este procedimiento de producción de la fuente oral es un recurso directo y es la mejor y más acabada expresión de la profesionalidad del historiador oral.

En el reto de producir una estrategia productiva y rica en resultados, el historiador oral puede plantearse diversos procedimientos para construir sus fuentes historiográficas de la memoria. Por un lado, organizará y formará las relacionadas con las "fuentes orales", o sea todos los materiales producto de la interacción entre el investigador y los informantes o narradores, por obra y gracia de la situación de la entrevista. La entrevista en sus diversas modalidades —abierta, semiestructurada, en profundidad, dirigida, etc.— se desdobla en productos como "relatos de vida", "historias de vida", "encuesta biográfica", "autobiografías motivadas", "testimonios orales fragmentarios", etc. Todos los materiales diversos producidos por la acción del investigador en el terreno y en el contexto de situaciones de entrevista son parte integrante de la fuente oral, del archivo de la palabra, como también se le llama en algunos lugares.

Junto con esta vía directa de producción de la fuente, existen alternativas y estrategias de tipo indirecto, en tanto que el investigador accede a acervos previamente construidos y en los que no intervino personalmente. Así busca y explora archivos públicos y privados que nutran sus preguntas de investigación, porque es consciente que debe conocer lo existente para producir lo necesario inexistente. Los archivos orales serán su meta principal, sin descuidar los acervos tradicionales. El examen creativo de los fondos documentales se acompañará de la creatividad y el esfuerzo en la construcción de nuevas fuentes y acervos históricos.

Para cumplir con la "intención trianguladora" también recopila y organiza un conjunto de fuentes documentales de carácter personal: cartas, memorias, diarios, apuntes autobiográficos, crónicas de la vida personal y de viajes, etc.; también forman parte de este acervo los objetos que remiten o refieren alguna memoria o vivencia de los sujetos: fotografías, postales, videografía, arte propio, colecciones diversas de objetos, etc. Dependiendo del objeto de la investigación, se añadirán otro tipo de documentos y evidencia pertinente, incluyendo objetos materiales significativos.

Al construir y consultar diversas fuentes, el historiador oral no se queda satisfecho con organizarlas y ponerlas a disposición del público interesado; no es un mero archivista, es un difusor de los hallazgos, un analista de los contenidos de la fuente y un crítico de sus resultados. Sin embargo, no estará de más el que genere un vínculo con los sujetos sociales con los que ha interactuado y sobre los que trata su investigación. Lo puede realizar desde el inicio mediante una estrategia de vínculo y acción participativa. Una manera es teniendo un conocimiento general y un contacto inicial con la "comunidad" objeto de investigación. Para ello habrá que diseñar una estrategia específica.

En esta tarea de organizar y vislumbrar las posibles fuentes orales y documentales de diversa índole a las que se puede acceder, es donde resulta posible revalorar y revisar el aporte que nos puede dar la utilización de una estrategia de producción y recopilación de material testimonial y autobiográfico, pero también el relativo al campo de la tradición oral. Me refiero al probado recurso de convocar a concursos públicos para obtener relatos de vida y de la tradición oral.

Recurrir a este tipo de estrategia para recopilar materiales de tipo testimonial, autobiográficos, y aun aquellos procedentes de la tradición oral, no implica que el historiador oral no produzca "su fuente oral", al contrario, esta vía indirecta de producir información por medio de convocatorias y los concursos es un recurso potenciador, que estimula y anima a los sujetos sociales de la investigación, que prepara el camino y dispone las condiciones generales más propicias para poder desarrollar una estrategia directa y más profesional a cargo de los investigadores.

Mediante el diseño de diversos tipos de convocatorias, como los encuentros de narradores y cuenteros, las veladas y tertulias, los festivales, los festejos y conmemoraciones, los concursos de música, las exposiciones comunitarias, obras de teatro y otras formas de expresión artística, se procura el testimonio por parte de los protagonistas en relación con ciertos eventos, situaciones, o prácticas sociales y culturales. Pero es con los concursos que se busca la participación mediante la entrega de materiales escritos o grabados (en video y/o audio) para la recopilación de información testimonial de las experiencias y formas de vida de la gente común. Estas convocatorias para recoger el testimonio de la gente común han pretendido abordar la memoria individual y colectiva de los grupos sociales a quienes van dirigidas, y su propósito no tiene como intención central el reconocer la memoria oficial y la versión hegemónica que se encuentra interiorizada en los grupos estudiados.

El uso extendido de los documentos personales en la historia y en las ciencias sociales en general se basa en que, según lo afirma J. Yuni (2005: 172-173) son materiales:

[...] reveladores de los aspectos ideográficos de la existencia de un actor social y permiten acceder a información sobre la estructura, la dinámica y el funcionamiento de la vida mental del autor. Mediante estas técnicas se puede obtener información sobre el sistema de creencias del sujeto, sus conocimientos prácticos, sus códigos culturales y referenciales, etc. [...] permiten obtener visiones sincrónicas y diacrónicas de la vida en una sociedad y una cultura.

En cuanto a las limitaciones en la utilización de este tipo de documentos, el autor señala las siguientes: la subjetividad y el carácter retrospectivo de los recuentos, la frecuente resistencia de los informantes a proporcionar nuevos o viejos documentos, la necesaria intervención del investigador, con los efectos imponderables que toda implicación en la situación acarrea. Ander-Egg complementa estas observaciones apuntando que este tipo de documentación viene cargada con auto-justificaciones, racionalizaciones, catarsis, exhibicionismo, defensa, verosimilitud, etc. (2003: 63-64). A pesar de la carga subjetiva, todos los autores revisados proponen su utilización, para tener acceso al sentido de la experiencia vivida y a la comprensión del sentido de las acciones de los sujetos.

Las experiencias desarrolladas no están del todo documentadas, aunque hay excepciones. Mencionaré brevemente el caso polaco, ya que es el primero en haber sido documentado y el que mayor impacto tuvo en el campo de las ciencias sociales y humanas en la primera mitad del siglo XX. La experiencia polaca es un referente siempre presente cuando se hace una revisión sobre el uso de los documentos personales en ciencias sociales. Aunque no es el único, sí es el más destacado y así lo exponen los textos de carácter metodológico utilizados en este trabajo. Posteriormente me referiré a la experiencia mexicana, sin pretender realizar un inventario exhaustivo sino resaltar algunos casos y productos resultantes de gran interés.

 

Polonia

La experiencia acumulada alrededor de esta estrategia de recopilación de material testimonial y de la tradición oral es diversa en términos internacionales (Joutard, 1986: 168170). Es bien sabido que en Polonia se desarrolló toda una práctica asociada a la investigación académica que reconoció en los concursos una vía formidable para conocer la realidad de la población campesina y los procesos de transformación del mundo rural polaco (Balán, 1974: 7-8; Marsal, 1974: 49; Bertaux, 1981: 1-6; Thompson, 1981: 289-306; Thompson, 1988; Plummer, 1989: 46-58, 139). A principios de la década de 1920, el sociólogo Florian Znaniecki, que dirigía el Instituto de Sociología de Posen, y más tarde junto con su discípulo Jozef Chalansinski impulsaron y convocaron a los primeros concursos que pretendían recopilar material autobiográfico de los jóvenes rurales y de los migrantes campesinos de Polonia (Misztal, 1993: 170-176; Pujadas, 1992: 37-38; Chalasinski, 1981: 119-132; Sarabia, 1997: 34-36; Valles, 2003: 240-243; Bolívar, 2001: 77-79; Szczepanski, 1981: 225-234; Montero, 2006: 260-261). El primer libro que daba cuenta de la investigación realizada y los alcances que el enfoque practicado prometía fue el de William I. Thomas y Florian Znaniecki, monumental estudio en cinco volúmenes y con más de 2,200 páginas, titulado The Polish Peasant in Europe and America (1918-1920). Al paso de los años, cientos de convocatorias y concursos se realizaron, promovidos no sólo por estos científicos sociales sino también por agencias culturales e instituciones del Estado. Se recolectaron miles de textos autobiográficos que fueron empleados con el fin de mostrar y conocer diversos aspectos de los procesos sufridos por los campesinos y obreros en las transformaciones de la época.

La rica y productiva experiencia polaca ha pasado casi inadvertida en otras latitudes, a pesar de la influencia que tuvo en la sociología radicada en Chicago desde la década de 1920. No obstante, especialistas reconocen esta experiencia de la tradición polaca para los concursos públicos de autobiografías (Misztal, 1993; Thompson, 1978: 208-210; Plummer, 1989: 46-58; Valles, 1999: 241, 258-59). La experiencia polaca no fue la única, pero sí una de las de mayor continuidad y productividad en la integración de fondos testimoniales y autobiográficos en Europa. Los que han conocido de cerca esta experiencia, apuntan que se reconocieron algunas limitaciones en estos documentos para la historia. Algo interesante fue el asunto de la "doble autoría" que fue detectada en muchos trabajos. Dado que la mayoría de la población campesina a quienes iban dirigidos estos concursos era analfabeta, ellos recurrían al dictado (con recopiladores improvisados) o a "capturistas" rústicos de buena caligrafía, que actuaban también como traductores involuntarios. Esto permitió revisar el tipo de información proporcionada e innovar en ciertos controles y procedimientos de verificación de los datos. Los textos autobiográficos eran de características "polisémicas", que aceptaban múltiples lecturas e interpretaciones posibles. No obstante, el volumen inmenso de textos recopilados aventajaba algunos de los problemas referentes a su contenido. Los concursos en Polonia se mostraron como una vía productiva y generosa para la recopilación de textos autobiográficos.

Bronislaw Misztal (1993: 175-76), estudioso polaco de las historias de vida, diarios y autobiografías, comenta que "lo que interesa al investigador con esta clase de enfoque es, principalmente, una configuración histórica de los elementos individuales tal como fueron percibidos y recordados por el autor" y al examinar la tradición polaca en este enfoque de estudio concluye que hay dos principales formas de abordar dicho tipo de material: una procura la reproducción del lado subjetivo de la vida social, y se concentra en las formas individuales de percibir el mundo, en las experiencias, actitudes y valores de personas involucradas en monumentales procesos sociales... La segunda busca informes colectivos acerca de la vida de diversos grupos de personas, apoyados en un análisis estadístico desapasionado pero convincente.

En la tradición inicial encabezada por Florian Znaniecki, los métodos de la psicología social —explica Misztal— marcaron el tipo de análisis e interpretación aplicado a los materiales autobiográficos. Posteriormente se ensayaron otro tipo de enfoques analíticos, como el de Joseph Chalasinski. Este enfoque partía de varias ideas:

La historia es creada por la gente. Es creada por las masas humanas. Puede estudiársele en los productos materiales y espirituales del trabajo humano. Pero también es necesario estudiar a la gente misma, a quienes la hacen y son, al mismo tiempo, producto de ella. Un hombre, hacedor de historia, es al mismo tiempo el producto más complicado de la misma. Por esta razón, la historia es una biografía de un hombre y, por esta razón, una biografía de un ser humano es una parte de la historia. Una biografía, un curriculum vitae, nos muestra la historia social de cierta manera, en la cual se refleja la conciencia de la gente que la hace. Es un retrato subjetivo, unilateral, incompleto. Pero es también un retrato necesario para la comprensión del proceso histórico. Sin la comprensión de cómo ve la gente el trabajo que realiza, no es posible entender plenamente la historia social (Misztal, 1993: 174).

Misztal propone (1993: 177-180), retomando la propia experiencia polaca y los nuevos aportes de la sociología cualitativa (D. Bertaux, por ejemplo) que para utilizar los diarios, autobiografías e historias de vida, es posible el empleo de un acercamiento socio-histórico mixto:

[...] el elemento histórico especificaría toda la forma de vida de los individuos, su práctica social pasada, etcétera. El elemento sociológico lograría una imagen actualizada de la situación social de los individuos y especificaría la praxis actual. Los datos así obtenidos podrían convertirse entonces en la base de nuevos análisis históricos.

Buscar paralelismos a la experiencia polaca ha sido un tanto frustrante, ya que no está documentada su presencia y su práctica en los principales países donde se ha desarrollado la historia oral. Sarabia y Zarco (1997) mencionan que en España, por ejemplo, es sorprendente el desconocimiento de estas contribuciones de los polacos en la historia y en la enseñanza de la sociología de la península. Es una tarea pendiente, ya que es muy probable que esta vía de recopilación tenga otras experiencias nacionales exitosas. Hace falta, pues, un balance y una evaluación de los logros y resultados públicos obtenidos mediante las convocatorias y concursos de testimonios en todos los países donde se han experimentado.

 

Algunas experiencias mexicanas

Para el caso mexicano hay algunas pistas de información y algunas experiencias valiosas que vale la pena exponer ahora.

Las convocatorias y concursos para recopilar material autobiográfico y otros materiales relacionados con la tradición oral han sido un recurso frecuentemente utilizado en México para animar y conocer las condiciones de vida y las experiencias de los sectores sociales mayoritarios, pero no exclusivamente. Han recurrido a estas prácticas instituciones de educación superior públicas y privadas, agencias culturales del Estado en diversos niveles, desde el local y comunitario hasta el estatal y nacional, asociaciones civiles no lucrativas, fundaciones humanitarias y filantrópicas, empresas y editoriales de corte cultural, etc. (Aceves, 1994b: 95-100; Aceves, 2004: 5-13). A la fecha se les concibe como una estrategia útil para recabar un importante cúmulo de material informativo y testimonial, pero no se les utiliza de manera solitaria, sino como parte de una estrategia amplia (Olivera, 1999: 175-78). Especialmente en los centros de investigación y los de promoción cultural, estas convocatorias y concursos forman parte de una estrategia diversificada de producción y recopilación de información.

Un ejemplo es el Instituto Nacional de Antropología e Historia, que organizó, convocó y sistematizó un acervo histórico de testimonios familiares en 1992 (Salazar y Matamala, 1994). Esta iniciativa logró convocar a 274 participantes que ofrecieron una diversidad de documentación, que abarcó diversas regiones del país y cubrió un periodo histórico que correspondía en su mayor parte a la segunda mitad del siglo XIX y a lo que había transcurrido del siglo XX. La procedencia social y geográfica de las familias era muy variada, así como el tipo de testimonio y experiencia documentada. El acervo incluía memorias, cartas, apuntes personales, diarios, fotografías, y un cúmulo de materiales diversos de valor testimonial. El concurso "Papeles de Familia" produjo no sólo el acervo histórico, también fue una plataforma para el análisis y la reflexión de eventos y personajes históricos (Olivera, 1999). En el libro coordinado por Alicia Olivera se hace mención y se valoran las experiencias de sendos concursos de testimonios en lugares tan diferentes como los pueblos del Lago de Pátzcuaro, el barrio de Mixcoac e Iztapalapa en el DF, el pueblo de Tepoztlán o en la región norteña de La Comarca Lagunera. Todos estos proyectos de investigación compartieron una intencionalidad: que cada pueblo escribiera y compartiera su propia historia (1999: 67-129).

Con esta intencionalidad, en nuestro país ha habido instituciones públicas que han tomado de manera sistemática, en algunos periodos de su vida institucional, esta estrategia de construcción de acervos testimoniales y de la tradición oral. Dados los límites de extensión de este artículo, referiré por ahora sólo las experiencias de dos instituciones dedicadas a la investigación y difusión de la cultura popular en México: el Museo Nacional de las Culturas Populares (MNCP) y el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe).

 

El Museo Nacional de Culturas Populares

El doctor Guillermo Bonfil (1985: 9), director fundador del Museo, explicaba así los propósitos de esta institución:

[...] convertirse, cada vez más, en canal de expresión de los sectores populares; dar la voz a quienes no la han tenido [...] que todos los recursos disponibles lleguen a ser instrumentos de expresión de los sectores populares, para que ellos muestren su propio rostro y canten su propia canción.

La intención era recuperar, convocándola e investigándola, la memoria de los sectores mayoritarios del país, campesinos, obreros, pescadores, los trabajadores todos. Afirmaba Bonfil (185: 7) que:

[...] recuperar la memoria, no como una actividad académica que ocupa sólo a los especialistas, sino como una práctica social en la que participan las mayorías, es un ejercicio necesario [...] recuperar la memoria, porque sin la presencia del pasado es imposible alcanzar una certera conciencia del presente o formular un proyecto hacia delante.

De esta manera el MNCP desarrolló diversos proyectos de investigación y difusión de las culturas populares de México, donde se realizaba una exposición museográfica como eje central y se desarrollaban una serie complementaria de actividades que apoyaban la investigación, la recopilación de material de todo tipo de los sectores sociales expuestos, que convocaban a su participación y expresión directa de los mismos, todas con la intención de promover e incitar la expresión y participación de los sujetos sociales en cuestión. La experiencia transcurría en alrededor de uno a dos años, teniendo al mismo tiempo otros proyectos en marcha. Una de estas actividades paralelas a los trabajos de montar la exposición eran las convocatorias y los concursos. Para propiciar la expresión directa y la participación en los espacios generados por el museo, se empleaban las convocatorias para realizar festivales y veladas musicales, jornadas literarias, ferias de artesanías y comidas regionales, de historietas y nacimientos navideños, etc. El museo lograba aportar vitalidad a su espacio y al motivo de su exposición. Desde el inicio, en 1981, se planteó la organización de concursos de testimonios en torno al eje central de las exposiciones. Se convocaba a participar en el concurso a las "fuentes vivas" para que tomaran la palabra escrita y la manifestaran libremente en estos espacios culturales. En alguna ocasión también se convocó a un concurso de música obrera, que tuvo como resultado la recopilación de canciones de alrededor de 40 participantes y se editó un casete con las piezas ganadoras. Durante una década se organizaron estos concursos y los resultados fueron alentadores y significativos en relación con los propósitos e intenciones originales. Son también una muestra interesante para evaluar y considerar la pertinencia, los problemas y bondades de esta estrategia de producción de nuevas fuentes históricas, así como del conocimiento, difusión y promoción de la memoria social.

Todos los concursos realizados por el museo cumplían con el objetivo de difundir la experiencia de los convocados. Con este fin se formó una serie editorial llamada "Testimonios" que publicaba los resultados prometidos y según las bases del concurso. El total de trabajos recibidos fue de 734, de los que fueron publicados sólo 25%, aquellos que ganaron y los recomendados por los jurados para ser incluidos en los libros. He aquí una tabla que, de manera esquemática, presenta la relación de concursos.

El acervo de estos concursos se encuentra depositado en los archivos de la institución. Excepto los publicados, el resto no ha sido objeto de la consulta sistemática de los estudiosos. Lo que muestra un problema: los concursos son una vía rápida para conseguir y atraer información solicitada, pero no aseguran su transformación y organización para funcionar como archivo público.

Los beneficios que resultan de estos concursos de todos modos son muy valiosos, y así lo expresa Guillermo Bonfil (1985: 7-9) al dar cuenta del resultado del concurso sobre la revolución mexicana:

[...] se buscaba estimular la participación, ante todo, de quienes fueron testigos de los acontecimientos que ocurrieron entre 1900 y 1920 [...] se les pedía que hurgaran en sus recuerdos y contaran, cada quién a su manera, cómo pasaba la vida en el lugar que les tocó vivirla, en "mi pueblo" [...] era la última oportunidad para rescatar esos recuerdos directos: un lustro más y los sobrevivientes, en menor número que ahora, sólo por excepción conservarán las facultades para recordar y narrar lo que recuerden [...] se trataba de obtener información testimonial [...] recuperar un punto de vista sobre la Revolución: el de quienes la vivieron desde abajo, ni héroes connotados ni villanos, sólo participantes, a veces indirectos, como tantos millones de mexicanos [...] en fin, la historia de una revolución de a de veras, la experiencia individual, única y a la vez común. Sin estos testimonios es difícil componer una idea cabal de lo que fue la Revolución Mexicana.

En la presentación a los volúmenes, Bonfil (1985: 11-16) apuntaba lo que aportaba el conjunto de los testimonios recopilados. La memoria social se mantiene y se expresa en el México rural mediante la tradición oral. El relato de vida es la manera común de comunicación de la experiencia vivida. En el contexto rural, la narración versificada conocida como "corrido" es la muestra más interesante del testimonio en verso y frecuentemente musicalizado. Desde el punto de vista lingüístico, los testimonios recabados tienen gran interés dada la diversidad de procedencias geográficas de los participantes. Conforman un acervo importante para filólogos y lingüistas. Lo central del valor de estos testimonios es su contribución a la historia social y a la comprensión de la Revolución mexicana. Ya que "no es una, son muchas las imágenes de la Revolución que se encuentran en estos testimonios, como piezas de un rompecabezas, interminable, complejo, abigarrado, ajeno y rebelde a cualquier simplificación" (1985: 15). La publicación de los resultados de los testimonios tenía un criterio consecuente con los fines del museo, ya que se respetaba la manera de expresarse de cada autor, su vocabulario, sintaxis y opiniones. Se revisaba la puntuación sólo para darle mayor claridad a ciertos párrafos y se corregían errores de ortografía, sin eliminar neologismos ni voces o expresiones del lenguaje popular. Se reconocía que la fuerza de comunicación de los testimonios está vinculada con su forma literaria, y que constituía un valioso material para el análisis cultural (Bonfil, 1984: 10).

La praxis de convocar a concursos de testimonios por parte del MNCP en esta década, produjo una especie de modelo de acción, que se reprodujo y adaptó a otras circunstancias y a otros convocantes. No es que el museo haya sido el original inventor de esta praxis, sino que por la forma como la desarrolló y por sus resultados, atrajo otras miradas y motivó el aprendizaje en otras instancias sociales y personas interesadas.

 

La producción de material educativo en Conafe

Una institución pública orientada a la educación y a la difusión cultural que también experimentó con las convocatorias y los concursos fue el Consejo Nacional de Fomento Educativo (Conafe). Esto lo hizo como parte de un Programa de Investigación de Tradiciones Orales Populares (1989) Junto con la investigación directa en el terreno, con equipos de entrevistadores y recopiladores en distintas zonas geográficas del país, se organizaron varios concursos para recopilar testimonios y conjuntos amplios de tradiciones orales de las zonas rurales mestizas escogidas.

El procedimiento era similar al que el MNCP había desarrollado: realizar primero una convocatoria donde se explicaban los fines, los temas del concurso, los tiempos, las formas de participación, los procedimientos para la selección y lo que se ofrecía a cambio a los participantes. Después de un intenso periodo de difusión, se daba por cerrado el concurso, se reunían los jurados, emitían sus votos y seleccionaban a los ganadores. Estos trabajos serían publicados en las series educativas del Conafe. Los premios consistían en montos discretos de dinero que motivaban en buena parte la participación de los concursantes. La presentación de los ganadores y posteriormente la presentación de las publicaciones eran los momentos culminantes y rituales públicos de los concursos.

A diferencia del MNCP, los materiales que pasaban a formar parte del acervo documental del Conafe eran utilizados en diversos tipos de publicaciones de carácter educativo para los niveles primarios de la escuela pública. Eran la "materia prima" que alimentaba textos de tradiciones orales populares, que eran diferenciados en varios géneros de material: narrativa oral tradicional, lírica, juegos infantiles, relatos, crónicas y testimonios. Los trabajos que concursaban lo hacían por escrito o bien en cintas de grabación, particularmente cuando se trataba de canciones, arrullos, corridos, etc. El trabajo de recopilación estaba orientado metodológicamente por los criterios de la fidelidad contextual y literaria. El acervo estaba abierto al público interesado, especialmente a los investigadores educativos y de las culturas populares (Penagos y Coronado, 1992).

En la siguiente tabla se muestra una relación parcial de los concursos y el nombre de las publicaciones, tal como el Conafe dio a conocer los resultados.

Posteriormente el Conafe organizó varios concursos más como el de "Voces en la tierra del venado" (1992) y "Manantial de recuerdos" (1994), que no han tenido aún salida editorial.

El Conafe también desarrolló un sistema de consulta y clasificación del acervo hasta la fecha construido —Sistema de Clasificación de Tradición Oral (Sisclator)—, que le permitía acceder a una base de datos con los nombres y referencias de los informantes, el lugar del trabajo de recopilación, el volumen del acervo particular y su ubicación, el estatus del tratamiento del material, y su catalogación de acuerdo a los subgéneros de narrativa, lírica, juegos y testimonios (Penagos y Coronado, 1992: 51-53).

Las publicaciones del Conafe han tenido mucho éxito y se utilizan en la educación primaria y en forma complementaria a los textos oficiales y gratuitos. El material recopilado por la investigación directa y el producto de los concursos han permitido la construcción de uno de los acervos más interesantes en torno a las culturas tradicionales del México rural. La calidad de la ilustración de estos textos también ha sido objeto de muchos reconocimientos en el país. Hay que añadir que no sólo se publican libros de texto, sino también casetes de música tradicional infantil y de narradores populares.

 

Otras instituciones mexicanas

Además del MNCP y del Conafe, otras instituciones han desarrollado concursos de testimonios, enlisto algunos de ellos en el cuadro siguiente.

En general, como resultado de estos concursos, se publican en un libro los trabajos seleccionados como ganadores y el resto se archivan o se depositan en centros de documentación y consulta de la institución líder convocante. El destino que experimentan dichos acervos es un tanto variado, por lo común es poca su utilización para la investigación socio-histórica. Precisamente por su desconocimiento y por la dificultad de ubicar el acervo específico. Es interesante notar que las instituciones de investigación y las universidades no recurren de manera sistemática y frecuente a este tipo de estrategia de recopilación de material autobiográfico y de la tradición oral. La tradición polaca no ha tenido demasiados seguidores en nuestro espacio académico mexicano.

Un aspecto relevante es que la organización de los concursos y el consiguiente acervo acumulado de textos y casetes, cintas de video y objetos anexos que usualmente llegan, debiera de contemplarse como un proceso en varias fases. Una primera es la organizativa, a partir de la cual se convoca y se atrae el material. Una segunda es el cumplimento de los fines de la convocatoria, así como la publicación y difusión de los resultados, incluyendo los rituales públicos de premiación y presentación de las publicaciones resultantes. Una tercera sería el trabajo sistemático de constitución, organización, catalogación, resguardo, utilización y difusión del acervo constituido, ya que como memoria colectiva es de gran valor, y como historia pública debe tener la accesibilidad necesaria. Es una cuestión de responsabilidad que involucra a promotores, investigadores, financiadores y autoridades involucradas en esta específica vía de recopilación de nuevas fuentes históricas que son producto de los concursos.

 

Una consideración final

Antes de concluir, hay que resaltar los aportes que este tipo de estrategia de construcción de fuentes nos puede ofrecer.

a) Nos permite tener un conocimiento inicial y exploratorio del campo de estudio y de los posibles informantes que eventualmente y para una investigación directa en el campo, nos podrán aportar informes y testimonios sobre las preguntas de interés. El resultado se concreta en un directorio potencial de personas informadas a las que podremos entrevistar en profundidad, dado que sabemos, por haber participado en el concurso, que manejan información pertinente y están dispuestos a comunicar su experiencia. Además se cuenta con los datos para su ubicación y para la concertación de citas o sesiones de entrevistas.

b) El conjunto del acervo recopilado, aporta un primer diagnóstico de los temas y problemas que las personas se animaron a compartir y a narrar desde su punto de vista. Este diagnóstico exploratorio y preliminar de los temas de interés puede complementar y reorganizar los presupuestos y puntos de partida de cualquier investigación, afectando quizá algunas de las preguntas de investigación previamente formuladas antes de iniciar el trabajo de indagación empírica.

c) Se construye una fuente histórica amplia y diversa. Nos hace llegar con rapidez un conjunto de material que por nuestra cuenta y recursos difícilmente podríamos recabar. Aporta una diversidad de puntos de vista y de experiencias, variedad de lugares geográficos y culturales, riqueza lingüística, así como diversidad en soportes de comunicación —ya que pueden ser escritos, casetes, video, cd/dvd, pinturas, dibujos, etcétera—. Es además una manera económica, ya que por lo general, los estímulos monetarios que se ofrecen son simbólicos en comparación con lo que costaría recabar individualmente cada uno de los trabajos enviados.

d) Esta vía de acción facilita un trabajo colectivo y experiencia multidisciplinar ya que entra en colaboración con diversos equipos de participantes. Tanto en su fase de promoción, como en la de la conformación del archivo y en la fase de difusión y aprovechamiento del mismo. Es una manera de interactuar con los sujetos sociales con los que se relaciona a lo largo de la investigación y de la promoción cultural.

La investigación socio-histórica contemporánea y en particular la historia oral tienen el reto de recopilar y producir sus fuentes históricas, de complementarlas con todos aquellos acervos existentes útiles, para dar cuenta de sus específicos problemas de investigación. Experimentar y realizar de manera eficiente y responsable la vía de concursos de testimonios personales es una veta muy rica. Serán más los beneficios que las dificultades por sortear. Proponer que los propios sujetos sociales sean los que escriban su historia es un deseo que no debiera quedarse en la conformidad de los animadores, debiera ser sólo un paso en la compleja tarea del analista y del científico social involucrado con su época y su entorno vital. Caminar hacia la producción de una historia pública es finalmente una apuesta que pretende aportar sentido social al mundo en que nos ha tocado vivir.

 

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