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Desacatos

On-line version ISSN 2448-5144Print version ISSN 1607-050X

Desacatos  n.55 Ciudad de México Sep./Dec. 2017

 

Saberes y razones

PRESENTACIÓN. La historia en un tiempo "presentista"

History and the New Order of Time

Aurelia Valero* 

Guillermo Zermeño** 

* Unidad de Investigación sobre Representaciones Culturales y Sociales, Universidad Nacional Autónoma de México, Morelia, Michoacán, México. aureliavalero@gmail.com

** El Colegio de México, Ciudad de México, México. gmoz@colmex.mx


Si bien referirse a una “crisis” de las ciencias humanas y sociales se ha convertido en un lugar común, en especial entre los practicantes de las respectivas áreas del saber, no sobra aprovechar esta nueva coyuntura para reflexionar sobre sus alcances y limitaciones, así como para explorar algunos retos de cara al futuro. En el caso de la historia, en décadas recientes ha llamado la atención su aparente insuficiencia para cumplir ciertas funciones sociales con las que se asocia de manera tradicional, ya se trate de ofrecer modelos de identidad colectiva, de forjar marcos de referencia para la vida en común o de anudar los lazos entre el presente y el pasado. Ahora bien, ¿cómo devolver relevancia al ayer e infundir un sentido al cambio, cuando se halla en juego no sólo el porvenir de una disciplina sino nuestra relación misma con el tiempo, sea éste individual o colectivo, histórico o vivencial? Tal es, al menos, el diagnóstico que han alcanzado quienes se han preocupado por examinar la experiencia temporal de nuestros días, como François Hartog (2007) y Hans Ulrich (Gumbrecht 2010; 2014). Al partir de referentes y campos disciplinares asaz distintos -Marshall Sahlins (1987) y la antropología histórica, en el caso del primero; Reinhart Koselleck (1993) y la hermenéutica literaria, en el segundo-, ambos coinciden en reconocer una ubicuidad progresiva del presente, cuya preeminencia se concreta en detrimento del pasado y el futuro. En la medida en que este nuevo régimen de temporalidad -denominado “presentismo”, según los análisis de Hartog; “lento” o “amplio presente”, en el vocabulario de Gumbrecht- implica una desarticulación de nuestras percepciones del ayer, una paradoja se impone a la vista: la experiencia del tiempo, condición misma de toda conciencia histórica, se habría convertido hoy en el fundamento de su imposibilidad.

En el origen de este número de Desacatos se encuentra, pues, la necesidad de reconsiderar, a partir de nuestras propias referencias y coordenadas geográficas, la validez y pertinencia de dichos diagnósticos al igual que sus implicaciones, tanto teóricas como prácticas, en lo que concierne a la historia. Varias interrogantes sirvieron como ejes de la discusión al momento de entablar esta conversación a siete voces y de reunir los resultados en las páginas que el lector sostiene entre las manos. Entre ellas figuran las siguientes: ¿existe un desfase entre el régimen de temporalidad contemporáneo y el régimen discursivo que impera en la academia? ¿Qué esperar de este campo disciplinario en una época en que el futuro ha cesado de prestarse como el principal movilizador de la escritura? ¿Cuáles podrían ser sus reacciones o adaptaciones cuando tanto el ayer como el mañana han perdido, al menos en apariencia, toda función orientadora? ¿Cuán certero resulta sostener la idea de una crisis del tiempo y una crisis de la historia? Puesto que la magnitud de las preguntas clausuraba, por principio, la oportunidad de alcanzar respuestas inequívocas, por no decir definitivas, lo que aquí se ha emprendido es un ejercicio exploratorio, con miras a invitar a reflexiones venideras.

En ese espíritu, el número abre con dos ensayos que analizan, desde la historia conceptual y la filosofía política, respectivamente, el sentido que puede darse al término “presentismo” y algunas de sus derivaciones. Una de éstas se expresa en el “actualismo”, noción que sirve a Mateus Henrique Pereira y Valdei Lopes de Araujo para examinar las formas de temporalización que distinguen a la era digital. En un camino de ida y vuelta entre la obra de Martin Heidegger y las propuestas de Hans Ulrich Gumbrecht, los autores identifican tanto las adecuaciones como las discordancias entre la idea de un presente omniabarcador que no cesa de sustituirse a sí mismo en su propio afán de novedad y la condición histórica del hombre contemporáneo. Al filo de este contraste se hace evidente el error potencial de lamentar o censurar el curso que ha adquirido la experiencia temporal de nuestros días, sin tomar en cuenta el espectro de posibilidades que ofrece. No menos evidente aparece la necesidad de matizar el supuesto de una temporalidad unidimensional y homogénea, implícito en el argumento presentista, y de reconocer la naturaleza plural que la caracteriza. Al final de cuentas, escriben Pereira y Lopes de Araujo, el presentismo no trata “sustancialmente de una ampliación del presente, sino de la ampliación de referencias al pasado y al futuro, sólo que en formas actualistas” (p. 23). La tarea del historiador consistiría, desde esa perspectiva, en asumir una postura crítica, abierta al cambio y capaz de detectar las implicaciones, positivas o negativas, de nuestra nueva situación en un tiempo regido por lo actual.

No son otros el ánimo y el enfoque que presiden el segundo artículo de esta serie temática. Tras examinar la trayectoria intelectual del término “presentismo” y recorrer el camino que condujo de las propuestas teóricas y metahistóricas de Koselleck a los estudios de corte histórico y antropológico de Hartog, Nora Rabotnikof nos muestra las mutuas sugestiones y fecundaciones que suscita el diálogo entre filosofía e historia. Como parte de ese intercambio disciplinario, mientras la reflexión histórica en torno a las formas de temporalidad permite formular nuevas interrogantes para la teoría política, esta última, a su vez, ofrece la posibilidad de matizar, cuestionar y poner en perspectiva el presentismo, entendido como diagnóstico crítico de la edad contemporánea. Tres elementos funcionan como puntos de engarce para la discusión: los llamados “conceptos anticipadores”, la experiencia política y la idea de proyecto. En el primer caso, observar cómo los otrora conceptos anticipadores -aquellos que apuntan al futuro, al predominar la expectativa sobre la experiencia- se han transformado hoy en conceptos que miran al pasado abre nuevas vetas para entender, desde un ángulo distinto, el cambio y la especificidad de las temporalidades políticas. En dirección inversa, dirigir la mirada hacia la experiencia política, como diversos teóricos la han concebido en el transcurso del siglo XX, invita a replantear la noción de un presente uniforme, cerrado hacia el mañana. Según aparece al filo de la argumentación, la diferencia radical estribaría, sin embargo, en que la naturaleza del futuro ha variado por completo, al grado de que, tras naufragar la idea de proyecto político entre las olas de la modernidad, a nuestras costas sólo habrían llegado, a la manera de solitarios vestigios, incontables y pequeños proyectos individuales.

También como un diálogo entre historia y filosofía aparece el tercer artículo que integra este número, en el que se exploran y contrastan dos formas de discurso, surgidas casi de manera simultánea, sobre la temporalidad que caracteriza la edad contemporánea. Advertir, en efecto, que los diagnósticos en torno al presentismo coexisten con los análisis acerca del acontecimiento en tanto eje articulador del tiempo histórico, constituye el elemento de arranque con el que Humberto Beck comienza su reflexión. De sus páginas se colige que, lejos de remitir a una misma experiencia temporal, ambos enfoques sólo cobran nitidez a partir de sus diferencias, y en particular, en virtud del lugar específico que prestan al futuro. Así, mientras que a ojos de quienes el porvenir tendería a replegarse en beneficio del presente, como Hartog y Gumbrecht, para otros, como Alain (Badiou 1985; 2005) y (Slavoj Žižek 1999; 2001; Žižek y Daly, 2004), el acontecimiento marca un momento de ruptura, punto de quiebre entre un antes y un después que no alcanza a agotar su sentido ni sus potencialidades al transformarse en acto. De ahí que su estructura misma implique y suscite a la vez un horizonte abierto hacia el mañana. Sin dejarse seducir por el optimismo, aquel que concebiría el devenir como una promesa de progreso, Beck llama la atención sobre la pluralidad de vínculos posibles con el tiempo, identificados en su ensayo en relación con diversas concepciones del futuro y nos recuerda que a la disciplina histórica compete la tarea de historiar, desde el ahora, lo que podría denominarse “cronotopo presentista”, y así mostrar tanto su especificidad como sus alcances y limitaciones. De este modo, nos enseña que el compromiso de la historia se revela no sólo de cara al pasado y con miras al presente, sino en función del porvenir.

Centrados en la relación entre régimen de temporalidad y régimen de historicidad, Daniel Inclán y Aurelia Valero, en el último ensayo que integra esta entrega de Desacatos, arrancan de la pregunta en torno a la historia en un tiempo presentista para interrogarse, sucesivamente, sobre el sentido de una historia del presente, desde el presente y para el presente. Eje articulador de este triple problema, el tema de la violencia se presta como un mirador privilegiado y como un campo de experimentación capaz de poner a prueba numerosos conceptos y herramientas de índole historiográfica, así como el alcance del conocimiento que se espera de esta rama del saber. De su exposición se deriva que el presente, lejos de representar un límite insuperable para esta disciplina, constituye el tiempo histórico por excelencia, en el que confluyen las distintas temporalidades colectivas. De ahí que, como parte de su propuesta, figure de modo destacado la idea de concebirlo, no como un periodo cronológico acotado, sino como contingencia. Junto a la oportunidad de tornar visibles sus dimensiones histórica, estética y política, pensar en la historia desde el presente permitiría tender nuevos puentes entre el tiempo social y el tiempo individual, y contribuiría a subsanar el desfase progresivo entre escritura histórica y experiencia temporal. Se entiende así que la constelación y la cita, en las acepciones que de una y otra ofrece Walter Benjamin (2008), aparezcan a título de ejemplos y como modelos, a la vez flexibles y de carácter experimental, susceptibles de adoptarse en aquellas narrativas que buscan abrirse un camino en el panorama historiográfico de nuestros días.

Éstas son algunas cuestiones que Guillermo Zermeño desarrolla, a modo de colofón, en la discusión con que cierra “Saberes y razones”. Si algo nos muestra el conjunto, es que la historia, sea que se entienda como rerum gestarum o como res gestae, está muy lejos de llegar a su fin. Volver a hacerla relevante, sin embargo, depende de nuestra capacidad para abrirnos al cambio, asimilar la contingencia, comprometernos con la interdisciplina y practicar la reflexividad.

Bibliografía

Badiou, Alain, 1985, Peut-on penser la politique?, Seuil, París. [ Links ]

______, 2005, Metapolitics, Verso, Londres y Nueva York. [ Links ]

Benjamin, Walter, 2008, Tesis sobre la Historia y otros fragmentos, Universidad Autónoma de la Ciudad de México/Ítaca, México. [ Links ]

Gumbrecht, Hans Ulrich, 2010, Lento presente. Sintomatología del nuevo tiempo histórico, Escolar y Mayo, Madrid. [ Links ]

______, 2014, Our Broad Present: Time and Contemporary Culture, Columbia university Press, Nueva York. [ Links ]

Hartog, François, 2007, Regímenes de historicidad. Presentismo y experiencias del tiempo, Universidad Iberoamericana, México. [ Links ]

Koselleck, Reinhart, 1993, Futuro pasado. Para una semántica de los tiempos históricos, Paidós, Barcelona. [ Links ]

Sahlins, Marshall, 1987, Islas de historia. La muerte del capitán Cook. Metáfora, antropología e historia, Gedisa, Barcelona. [ Links ]

Žižek, Slavoj, 1999, The Ticklish Subject: The Absent Centre of Political Ontology, Verso, Londres y Nueva York. [ Links ]

______, 2001, On Belief, routledge, Londres y Nueva York. [ Links ]

Žižek, Slavoj y Glyn Daly, 2004, Conversations with Žižek, Polity Press, Cambridge. [ Links ]

Aurelia Valero es licenciada en filosofía por la Universidad París I, Sorbonne-Panthéon. es maestra en historia de la filosofía por la Universidad París IV, Sorbonne, y en filosofía contemporánea por la École Normale Supérieure. es doctora en historia por el Colegio de México. Pertenece a la red de Investigadores de Teoría y Metodología de la Historia, al Seminario de Historia Intelectual y al consejo editorial de la revista Trace, del Centro de estudios Mexicanos y Centroamericanos. Ha ganado los premios Francisco Javier Clavijero en Historia y etnohistoria del Instituto Nacional de Antropología e Historia y el de la Academia Mexicana de Ciencias a las mejores tesis de doctorado en ciencias sociales y humanidades. Imparte cursos de historia en la Universidad Iberoamericana, en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México y en la Escuela Nacional de Estudios Superiores de la Ciudad de Morelia, Michoacán.

Guillermo Zermeño es doctor en ciencias sociales con especialidad en historia por la Universidad de Frankfurt, Alemania. es investigador y profesor en el Colegio de México, su especialidad es la teoría de la historia y la historia cultural e intelectual. Imparte cursos y seminarios en importantes universidades y centros de investigación de México, Alemania, España e Inglaterra. es miembro del Sistema Nacional de Investigadores.

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