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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.53 Ciudad de México ene./abr. 2017

 

Reseñas

Compromiso intelectual y herencias académicas en Chiapas

Intellectual Engagement and Academic Legacies in Chiapas

Alain Basail Rodríguez* 

*Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, México alain.basail@unicach.mx

Marcos institucionales de la antropología en Chiapas a finales del segundo milenio. Fábregas Puig, Andrés. 2015. Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica, Tuxtla Gutiérrez: 196p.


Este nuevo libro de Andrés Fábregas Puig constituye un aporte extraordinario para la historia de las ciencias sociales en Chiapas y en México. Desde una perspectiva testimonial, no reñida con una aguda capacidad analítica y exquisita narrativa, expone el proceso de institucionalización de la investigación social en ámbitos académicos arraigados en una entidad como Chiapas desde circa la década de 1980, en medio de las asimetrías regionales del país.

Marcos institucionales de la antropología en Chiapas... se conforma por un proemio, una introducción, cuatro capítulos, amplias referencias bibliográficas y una selección de 13 documentos imprescindibles para esta historia institucional, tejida desde una crítica social y bibliográfica. La obra permite conocer los derroteros institucionales de las ciencias sociales en Chiapas, la ensoñación y la realidad de escenarios de investigación, formación y divulgación del conocimiento y la cultura, al mismo tiempo que advierte las complejas y ásperas relaciones entre el poder y las ciencias sociales, entre representantes de la administración pública y el conocimiento social. Se subrayan con puntualidad las difíciles negociaciones que supuso cada proyecto institucional en un periodo de desarrollo de la antropología analítica, y se hacen explícitas las referencias a desarrollos anteriores, como los de la antropología indigenista. Al final, se sopesa cómo el establecimiento de instituciones fue fundamental para la radicación de investigadores, el desarrollo de programas de investigación continua, la extensión cultural, la formación de investigadores y el desarrollo intelectual comprometido con la acción pública y el desarrollo cultural.

Fábregas recorre de manera acuciosa su trayectoria de vida personal e institucional, de reconocidos méritos académicos, mediante análisis sociohistóricos que entrelazan elementos de la historia local, regional, nacional e internacional, con informaciones biográficas y vivencias riquísimas recordadas como memoria ejemplar, modélica o aleccionadora, en los términos de Tzvetan Todorov (2000). Para dar testimonio de la configuración de estructuras y procesos sociales en los últimos 40 años y analizar sus tendencias, se basa en una revisión crítica de una parte significativa de la bibliografía de Chiapas y de los proyectos de investigación colectivos que han constituido hitos por sus aportes para pensar en los hechos y los retos de la entidad en contraste con su dimensión regional más amplia. La discusión pondera la importancia del conocimiento para la acción pública en medio de disputas sobre los proyectos de sociedad en las diversas coyunturas críticas de finales del siglo XX y principios del XXI.

Sin duda, el libro es relevante para reconocer la labor fundacional y de consolidación de espacios creativos para el trabajo intelectual en Chiapas. El capítulo 1 comienza con el análisis de la década de 1970, tanto en el contexto político como intelectual. Se establece un correlato entre los cambios en el país desde 1968, cuando el movimiento estudiantil encarnó una crítica al sistema político mexicano y a la política indigenista, y los cambios en las ciencias sociales y la antropología a partir de la diversificación de campos de investigación más allá del indigenismo y la desconcentración o descentralización del quehacer académico del centro del país a otras regiones y entidades. En ese tránsito, entre los gobiernos de Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y Luis Echeverría Álvarez (1970-1976), Fábregas evalúa la importancia del manifiesto del grupo crítico liderado por Guillermo Bonfil Batalla, De eso que llaman antropología mexicana (1970), y de la coyuntura abierta para el desarrollo profesional y académico de la antropología con la creación del Centro de Investigaciones Superiores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (CIS-INAH) en 1973 -antecedente del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)-, el Colegio de Etnólogos y Antropólogos en 1976, el Departamento de Antropología de la Universidad Autónoma Metropolitana-Iztapalapa en 1975 y la licenciatura en antropología de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla en 1979. Todo ello bajo el “liderazgo tripartito” de Gonzalo Aguirre Beltrán, Ángel Palerm y Guillermo Bonfil Batalla.

El itinerario crítico continúa con la obra de Andrés Medina y Carlos García Mora, La quiebra política de la antropología social en México: antología de una polémica (1983), con un amplio análisis del contexto internacional a raíz de la guerra de Vietnam, la (contra)insurgencia en Latinoamérica -sobre todo en Guatemala, Nicaragua y El Salvador- y la complejidad creciente de la sociedad chiapaneca. Da testimonio de esta composición abigarrada por medio de varias investigaciones, entre las que destacan la emprendida por el equipo de investigadores liderados por Ángel Palerm sobre los desplazados por la construcción de la hidroeléctrica de La Angostura (1969-1970) y la conducida por el propio Fábregas acerca de los nuevos sujetos y los nuevos temas de la frontera sur entre 1983 y 1984.

La formación histórica de la frontera sur (1985) actualizó la discusión sobre las dinámicas de cambios sociohistóricos en Chiapas, Campeche, Tabasco, Yucatán y Quintana Roo, las articulaciones entre regiones, las ecologías culturales distintas, las redes de relaciones de poder, las lógicas y los mecanismos de dominación social, la emergencia de los centros urbanos, el aumento de los flujos migratorios, y en particular, la configuración de la sociedad en Chiapas. Todo en relación con la acción modernizadora del Estado nacional mediante grandes obras que constituyeron una amenaza al orden de cosas local. De la mano de trabajos como los de Virginia Molina (1976), Juan Pohlenz (1995 [1979]) y Patricia Ponce (1985), entre otros, Fábregas amplía la discusión a nuevos ámbitos y temas, y subraya la importancia de entender las dinámicas regionales y las configuraciones locales de poderes caciquiles en relación con la creciente burocracia en la administración pública; en palabras de nuestro autor, “los buscadores de poder” que controlan el estado en Chiapas frente o en vinculación compleja con el Estado nacional, que se expande y asegura el control central de todos los recursos naturales y humanos en el territorio.

La frontera sur de México se definió a partir de varios aspectos, como una discusión sistemática sobre el diseño del concepto, su utilidad para comprender los procesos del Estado-nación mexicano, la diversidad regional y su articulación con el espacio nacional en términos tanto de límites políticos territoriales como de márgenes culturales y su relación con Centroamérica como macrorregión, a la que el sur de México está profundamente vinculado por lazos históricos y relaciones intensificadas con las guerras regionales y los movimientos de solidaridad. También se advierten las consideraciones etnohistóricas y arqueológicas para caracterizar un orbe indígena y un orbe colonial sobre los que se ha entrelazado el mundo cultural en Mesoamérica, y la centralidad geopolítica y geoestratégica de esta otra frontera política en medio de la Guerra Fría y la liberalización comercial.

Esta contribución se tornó fundamental con el paso de los años porque el factor fronterizo ha sido central para entender la diferenciación regional, el papel del Estado ante colindancias o límites y la realidad plurirregional, pluricultural, plurilingüe que define la vastedad humana regional y la particularización de relaciones concretas. La emergencia de este factor se resume, según Fábregas, en las guerras en Centroamérica y los desplazados hacia México, los descubrimientos de fuentes de energía y recursos naturales y los proyectos turísticos en las costas caribeñas, así como en la apertura de la investigación hacia nuevos temas, como la diversidad religiosa, la colonización de la selva, las migraciones y las relaciones de continuidad cultural con Centroamérica.

El correlato de estas investigaciones fue el despliegue de un arduo trabajo fundacional de instituciones, un “ejercicio de antropología política”, como le llama Fábregas, en medio de un contexto político cambiante, convulso y riesgoso por la caducidad del régimen político, la retirada del nacionalismo, la emergencia del neoliberalismo, el declive de la cultura nacional y el indigenismo. En 1985, se fundaron el CIESAS-Sureste, el Centro de Estudios Indígenas de la Universidad Autónoma de Chiapas (UNACH) -hoy Instituto de Estudios Indígenas (IEI-UNACH)- y el Centro de Investigaciones Humanísticas de Mesoamérica y el Estado de Chiapas (CIHMECH) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), que en 1998 se transformó en Programa de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Mesoamérica y el Sureste (Proimmse-IIA,), y recientemente, en 2015, en Centro de Investigaciones Multidisciplinarias sobre Chiapas y la Frontera Sur (Cimsur). Estos últimos se sumaron al trabajo del Centro de Investigaciones Ecológicas del Sureste (CIES), instituido en 1975 y transformado en El Colegio de la Frontera Sur (Ecosur) hacia 1992.

Fábregas subraya que el surgimiento de la unidad Sureste del CIESAS fue resultado del proyecto de investigación sobre la frontera sur, que fundamentó la importancia de contar con una visión de conjunto del sureste, de sus articulaciones sociales y culturales en varias escalas en el contexto nacional de la desconcentración, y las dificultades para las ciencias sociales por la crisis económica y la falta de vocación en los grupos de poder para apoyar la investigación científica y el desarrollo cultural en el contexto local. La etapa inicial del CIESAS en Chiapas estuvo unida a otro proyecto colectivo valioso para entender los cambios religiosos en la entidad. Este proyecto comenzó en 1987 bajo la coordinación de Guillermo Bonfil, Leonel Durán, Gilberto Giménez y Andrés Fábregas, y buscaba explicar la diversificación del campo religioso a partir de los cambios sociales y culturales en la estructura social chiapaneca, la fragmentación social, la extrema situación de pobreza, la ampliación de las brechas de desigualdad, los cambios tecnológicos, las dinámicas internas de las culturas con sus luchas identitarias y las situaciones externas definidas por proyectos que respondían a los intereses de las instituciones religiosas y los gobiernos con improntas modernizadoras. Un eco importante de esta discusión se encuentra en la obra Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas (Rivera et al., 2005), que no sólo señala causalidades complejas del cambio religioso sino sus relaciones con las luchas por el poder y con la política misma.

Los capítulos 2 y 3 se detienen en la ampliación del panorama institucional de las ciencias sociales con la fundación del Departamento de Patrimonio Cultural e Investigación (DPCI) del Instituto Chiapaneco de Cultura (ICHC) en 1989, que pasaría en 1995 a ser el Centro de Estudios Superiores de México y Centroamérica (Cesmeca), en el seno de la nueva Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas (Unicach). El quehacer de estos nuevos espacios, comprometidos con otra proyección de la relación entre política y cultura, permitió el desarrollo de una política cultural informada con resultados de investigación empírica y de una cultura política promovida con acciones decididas de desarrollo cultural. Desde 2014 el Cesmeca es una institución de investigaciones en ciencias sociales y humanidades con amplio reconocimiento nacional e internacional y proyectos como la revista Liminar.

Todos los ámbitos académicos mencionados, junto con las Facultades de Ciencias Sociales y Derecho de la UNACH, la sede de posgrados de la Universidad Autónoma de Chapingo, la Universidad Intercultural de Chiapas (UNICH), las unidades y programas académicos de universidades privadas y una amplísima red de organizaciones de la sociedad civil que realizan investigación e intervención social, conforman el entramado institucional poco investigado aún de las ciencias sociales en Chiapas.

Estos ejemplos evidencian el desarrollo de una antropología analítica que aterrizó en Chiapas con la consolidación de proyectos y escenarios de trabajo, la radicación de investigadores y de la investigación. Fundar instituciones académicas en un estado periférico o lateral a la vida del centro del país ha sido un desafío formidable de orden político y académico. Fábregas asumió el desafío en el CIESAS-Sureste, el ICHC, la Unicach y la UNICH, con una visión señera para crear las condiciones necesarias de producción de conocimientos que contribuyan al desarrollo de Chiapas, desplegar una gestión administrativa confirmes criterios académicos y asegurar el ejercicio de la ciencia social allí donde las realidades plantean preguntas y dudas radicales, donde se demandan explicaciones plausibles y comprensiones inteligibles de los procesos sociohistóricos desde sus manifestaciones en el presente. Esta misma impronta se constata en el resto de las instituciones enraizadas en Chiapas que convergen en la necesidad de dar más pasos en la colaboración interinstitucional para la discusión de los problemas más importantes, la articulación efectiva con Centroamérica y la formación local de nuevos investigadores.

En general, el libro analiza el advenimiento en Chiapas de una antropología analítica, académica, aplicada y humanista. No podemos olvidar que el Centro Chiapaneco de Escritores nació junto con el Departamento de Patrimonio e Investigación, adscrito a éste en el seno del ICHC, el 1 de diciembre de 1989, y que desde entonces se vindica el sentido profundamente humanístico de la antropología y de las ciencias sociales con una tradición propia y una vocación con la formación de mejores ciudadanos y una sociedad digna centrada en el hombre local. Los encuentros de intelectuales chiapanecos y centroamericanos, y los encuentros mesoamericanos de arqueología formaron parte de una visión integral del desarrollo de las ciencias sociales, de difusión del conocimiento y de las culturas por medio de una fuerte política para constituir espacios de encuentros y programas de publicaciones como parte de un proyecto histórico de vinculación regional del sur de México, de Centroamérica y Latinoamérica, y de la ampliación de lo cultural chiapaneco con el mundo indígena en los horizontes de la pluralidad y con el mundo centroamericano en la extensión de nuestra tierra y hermandad de lucha por “nuestra América”. Quizá la contribución más grande de estas instituciones, bajo la impronta intelectual de Andrés Fábregas, sea haber trabajado con la mira puesta en un horizonte cultural y político de posibilidades para ir más allá de límites materiales, fronteras políticas, cegueras ideológicas y arbitrios de poder.

En esta tesitura, Fábregas resume en el cuarto capítulo el desarrollo de la antropología en Chiapas entre paradojas por las incomprensiones políticas, la falta de visión en los políticos, la implementación de políticas de Estado -como el indigenismo-, el trabajo experimental de misioneros, la falta de recursos para la investigación y la precariedad material y salarial, así como la fuerte voluntad de desarrollar proyectos colectivos e interdisciplinarios, con planteamientos teóricos y metodológicos autónomos para tratar temas sociales álgidos, de exponer las contradicciones entre pobreza y acumulación, cultura y patrimonialización de la cultura, migraciones, cambios culturales y ambientales en el Chiapas contemporáneo, que desembocarían en el 1 de enero de 1994. Esto evidencia una fuerte y vigorosa relación entre el trabajo crítico y la creación intelectual, porque el quehacer académico en Chiapas ha estado asociado, por lo general, a contextos y condiciones creativas de trabajo que, más allá de la precariedad, se abrieron a marcos de convergencia solidaria en una comunidad intelectual de investigadores de distintas generaciones, de ideas innovadoras, de liderazgos para proyectos colectivos, investigaciones novedosas y proyectos personales que fueron creciendo intelectual y socialmente. Sin duda, este trabajo colectivo debe incidir más en la discusión pública de los rumbos sociales de Chiapas, en el debate sobre los proyectos de sociedad y en la toma de decisiones sobre la política pública.

Por último, advierto al lector que en esta obra encontrará otro valor: el testamento intelectual de una generación de maestros que busca estimular la discusión sobre el pasado y el futuro desde el presente y con sentido pedagógico. Constatará una herencia de proyectos y espacios viables académica y políticamente, construidos a lo largo de los años al pie de las ceibas chiapanecas con mucho esfuerzo y un compromiso intelectual que debe actualizarse y promoverse, abierto siempre a las emergencias. Al mismo tiempo, es una invitación a investigar más críticamente nuestras instituciones, las representaciones y prácticas académicas, las condiciones de producción-creación y los productos de la actividad científica, así como a renovar la sensibilidad y la imaginación antropológica, sociológica e histórica para pensar en el cambio social, comprender las estructuras espacio-temporales y los procesos dinámicos y conflictivos del entramado sociohistórico de la sociedad chiapaneca.

Bibliografía

Bonfil Batalla, Guillermo, 1970, “Del indigenismo de la revolución a la antropología crítica”, en Arturo Warman, Margarita Nolasco, Guillermo Bonfil Batalla, Mercedes Olivera y Enrique Valencia, De eso que llaman antropología mexicana, Nuestro Tiempo, México, pp. 39-61. [ Links ]

Fábregas Puig, Andrés, Juan Pohlenz, Mariano Báez y Gabriel Macías, 1985, La formación histórica de la frontera sur, Centro de Investigaciones y Estudios Supriores en Antropología Social, México. [ Links ]

Medina, Andrés y Carlos García Mora, 1983, La quiebra política de la antropología social en México: antología de una polémica, Universidad Nacional Autónoma de México-Instituto de Investigaciones Antropológicas, México. [ Links ]

Molina, Virginia, 1976, San Bartolomé de los Llanos: una urbanización frenada, Centro de Investigaciones y Estudios Supriores en Antropología Social/Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. [ Links ]

Pohlenz Córdova, Juan, 1995 [1979], Dependencia y desarrollo capitalista en la sierra de Chiapas, Universidad Nacional Autónoma de México, México. [ Links ]

Ponce Jiménez, Martha Patricia, 1985, Palabra viva del Soconusco: nuestra frontera sur, Secretaría de Educación Pública, México. [ Links ]

Rivera Farfán, Carolina et al., 2005, Diversidad religiosa y conflicto en Chiapas. Intereses, utopías y realidades, Universidad Nacional Autónoma de México/Centro de Investigaciones y Estudios Supriores en Antropología Social/Consejo de Ciencia y Tecnología del Estado de Chiapas/Secretaría de Gobierno del Estado de Chiapas, México. [ Links ]

Todorov, Tzvetan, 2000, Los abusos de la memoria, Paidós, Barcelona. [ Links ]

Warman, Arturo, Margarita Nolasco, Guillermo Bonfil Batalla, Mercedes Olivera y Enrique Valencia, 1970, De eso que llaman antropología mexicana, Nuestro Tiempo, México. [ Links ]

Alain Basail Rodríguez es doctor en sociología por la Universidad del País Vasco y por la Universidad de La Habana. Es maestro en sociología por la Universidad de La Habana y por la Universidad Autónoma de Barcelona. Realizó una pasantía académica en sociología histórica en la Cátedra de Historia Social Latinoamericana dirigida por Waldo Ansaldi, en la Facultad de Ciencias Sociales y el Instituto de Investigaciones Gino Germani de la Universidad de Buenos Aires. Es licenciado en sociología por la Universidad de La Habana. Ha publicado en revistas científicas nacionales e internacionales. Fue coordinador de varios libros especializados, entre otros, Antropología sociocultural: selección de temas (Félix Varela, La Habana, 2003), Sociología de la cultura: lecciones y lecturas (Félix Varela, La Habana, 2004), Fronteras desbordadas. Ensayo sobre la frontera sur de México (Juan Pablos/Universidad de Ciencias y Artes de Chiapas, México, 2005). Se ha dedicado a la sociología histórica, a los estudios de cultura, del cambio social y de las fronteras. Es profesor asistente del Departamento de Sociología de la Universidad de La Habana. es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. Desde 2004, es profesor-investigador de tiempo completo en el Centro de Estudios de México y Centroamérica, del que fue director de 2011 a 2015.

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