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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.53 Ciudad de México ene./abr. 2017

 

Reseñas

En la búsqueda de la población afrodescendiente de Quintana Roo

Searching for the Black Population in Quintana Roo

Laura Machuca Gallegos* 

*Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Peninsular, Mérida, Yucatán, México laurama@ciesas.edu.mx

Administrar los extranjeros: raza, mestizaje, nación. Migraciones afrobeliceñas en el territorio de Quintana Roo, 1902-1940. Cunin, Elisabeth. 2014. Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México: 292p.


Después de varios años de trabajo en la península yucateca -Mérida y Quintana Roo- y Belice, Elisabeth Cunin sintetizó sus resultados en este libro, que tiene varios aportes. Entre los más sobresalientes, se encuentran, por un lado, su acercamiento a un espacio territorial con una dinámica y lógica propias, situado entre Quintana Roo y Belice; por el otro, su análisis profundo de la población afrodescendiente y la política de migración mexicana en las primeras décadas del siglo XX. Ambos, la región y el tema, estaban completamente olvidados en la historia y el discurso oficial. La figura del extranjero negro, en particular el chiclero procedente de Belice, le permite tender un lazo entre la construcción del Estado y los criterios étnicos y raciales sobre los que ésta se sustentaba -afianzada en la idea de un mestizaje entre sólo dos actores, blanco e indio-, y la aplicación a un caso regional. Así, mestizaje y raza son conceptos clave en todo el libro y la autora advierte de manera muy atinada los peligros que implica no situarlos en un marco sociohistórico.

Si bien la “tercera raíz” de México ha sido reivindicada en los últimos años, no lo ha sido tanto en la península de Yucatán que, además, ha sido tierra de varias migraciones.1 Cunin muestra que en las décadas de 1930 y 1940, si bien la migración extranjera era alentada, había filtros cerrados para entrar y uno de ellos se dirigía precisamente hacia la gente de “color”. Ahora bien, dado que la migración de los beliceños era menos visible, porque no llegaban en barco ni en grandes grupos sino poco a poco vía terrestre, casi ningún investigador antes de Cunin se había preocupado por reconstruir su contexto migratorio.

Quintana Roo es un estado nuevo de México, cuya creación data de 1902. Es un territorio al que Cunin considera una frontera nacional y étnica. En su imaginario, existen dos elementos fundadores de su identidad: Gonzalo Guerrero, considerado el padre del mestizaje, por haber sido el primero en casarse con una mujer maya, y la Guerra de Castas -cabe recordar que la Cruz Parlante se encontraba en el pueblo Carrillo Puerto y que hizo oficial un movimiento que nació justamente contra el poder establecido-. A principios del siglo XX, la población proveniente de Belice era mayoritaria. En 1904, de un total de 680 habitantes, 190 eran de México y 454 de la vecina Honduras Británica. Lo que hoy conocemos como Belice se formó con el impulso de la explotación forestal en un territorio en el que las fronteras entre México y Guatemala eran inexistentes. Así se constituyó una región que los Estados nacionales se encargarían de desarticular poco a poco. La producción de chicle requería de mano de obra temporal, lo que fue el detonante del desarrollo económico. El chiclero, cuya imagen ha sido construida como maya y mestizo, también ha pasado a la historia oficial como símbolo de una forma de vida y un modelo de sociedad. Los cientos de chicleros beliceños, de color oscuro, simplemente fueron borrados de la historia.

Cunin realizó una verdadera inmersión en los archivos locales, regionales y nacionales. También utilizó material visual -fotos y películas- y música. Algunas fuentes, como el Registro Nacional de Extranjeros (RNE), que hubiera podido ser de gran utilidad porque clasifica a los individuos por raza, a pesar de ser muy rica, no resulta práctica en el caso de los beliceños porque están inscritos en la categoría de “ingleses”. En medio de esos datos empíricos, llenos de trampas y paradojas, Cunin descubre las imágenes del “negro”, que cambian según el actor social que las aprehende. No es igual la visión del intelectual que la del agente migratorio de México, ni la que se tiene en la frontera norte o en Chetumal. Existen diversos discursos en torno al migrante negro y una enorme distancia heurística entre ellos. Incluso en el discurso de los intelectuales encargados de construir la identidad mexicana en las primeras décadas del siglo XX, la premisa fue relegar al afrodescendiente a un pasado colonial, cuando existía la esclavitud, y partir de la idea de que la construcción nacional se fundaba en la homogeneidad racial y étnica de la población. Para saber sobre la política que se elaboraba desde el centro para cimentar el territorio de Quintana Roo, Cunin analiza los reportes de las comisiones científicas, las expediciones y las visitas de funcionarios y académicos.

En lo que toca a la política migratoria, analiza debates, leyes y decretos, desde la ley de 1908, con la que se inauguran las fichas migratorias y que es un primer paso para de finir y controlar la migración cuando todavía no se hacía alusión alguna a colores de piel. Se encuentra la primera limitación para la entrada de afrodescendientes al territorio nacional hasta 1923. En los siguientes diez años se definirá la política final, que coincide con la creación del Consejo Consultivo de Migración en 1930, y después, con una circular de 1933 en la que se especifican las razas e individuos, y se prohíbe en primer lugar a negros y amarillos la entrada a México. Es la apertura de un nuevo capítulo migratorio, en medio de una discusión administrativa y académica y de una representación racializada de la sociedad, en la que nación y raza se tornan intercambiables: el pueblo mexicano sólo podía recibir “razas” asimilables, acordes con una “idiosincrasia mestiza”.

Resulta de particular interés la atención que Cunin pone en la figura de Robert Sydney Turton, uno de los concesionarios autorizados para explotar los recursos forestales. Turton era beliceño de nacimiento y personaje de cierta relevancia en la historia de ese país. En Quintana Roo se le encuentra ya desde principios del siglo XX, con trabajadores que tenían la costumbre de ir de un lado a otro de la frontera. Él vivió en carne propia los embates de la política migratoria. Al parecer, también fue clasificado como negro. Para Cunin, “Turton supo perfectamente sacar provecho de su situación intermedia, entre Inglaterra y los Estados Unidos, entre México y Belice, entre colonialismo e independencia, entre capitalismo y nacionalismo” (p. 201). A finales de 1925, Turton no pudo volver a entrar al territorio, debido a que el departamento de migración apuntó que “la superabundancia de negros en el territorio de Quintana Roo lo ha constituido en una especie de Estado Colonial” (p. 203). Turton siguió con sus negocios de manera clandestina y se convirtió en un dolor de cabeza para las autoridades. Cunin constata que el contrabando de chicle y la migración ilegal de trabajadores aumentaron. Asimismo, el chiclero negro fue adquiriendo una categoría de individuo amenazador y no integrable. Aun así, en el periodo de 1924 a 1935, la legislación racista producida en el centro de México fue utilizada de manera ambigua en Quintana Roo y sólo era aplicada en algunos casos.

La situación cambió justamente a partir de 1935, con el presidente Lázaro Cárdenas. Se siguió prohibiendo la entrada de población negra con medidas migratorias más sofisticadas, pero ya no se aludió a la raza sino a la compatibilidad con el mestizo de la nación mexicana. De particular relevancia fue la expedición científica de 1937, a cargo de Luis Rosado Vega, poeta y escritor yucateco, de la cual se cuenta con un extenso reporte, varios ensayos y obra literaria. Como hace notar la autora, a diferencia de reportes anteriores, en éste hay evocaciones a la población negra; de hecho, se hacen varios paralelismos entre la selva de Quintana Roo y la de África. Con Rosado Vega, la frontera se mexicaniza y se niega toda cultura compartida con Belice. En palabras de Cunin:

El desafío en estos años de cardenismo y poscardenismo es inventar una cultura popular mestiza, distinta de la cultura maya, símbolo de rebelión y arcaísmo, y al mismo tiempo de la cultura afrocaribeña beliceña, doble símbolo de una invasión extranjera y de un acercamiento con las poblaciones negras (p. 227).

Al mismo tiempo que el gobierno desaparece a los intermediarios, como Turton, y reasume su papel, también empieza a estabilizar a las poblaciones flotantes y les ofrece tierras. Ahí la política ya no resulta tan clara y Cunin encuentra evidencias de que varios beliceños accedieron a la tierra y se mexicanizaron, es decir, devinieron en mestizos aun siendo de color bastante oscuro. Los álbumes de fotos no mienten. La historia de la mexicanización de los beliceños en las décadas posteriores a 1940 queda pendiente.

Me parece importante subrayar que Elisabeth Cunin procuró que la investigación fuera publicada al mismo tiempo en español y en francés. Sin duda, la versión en español es de gran calidad y con una traducción muy bien realizada. El contenido es prácticamente el mismo, pero en el capítulo 6 del libro en español, por ejemplo, se incluye una parte sobre la “mexicanización” de la música, los ritmos beliceños que se nacionalizaron y de los cuales se olvidó su origen, que no está incluida en la versión francesa.

Cabe mencionar que la versión en francés pertenece a una colección llamada Esclavage, que publica investigaciones sobre la esclavitud o representaciones “racializadas”, ya sean construidas, heredadas, reactualizadas o reivindicadas. Con su análisis, Cunin reivindica a toda la población negra que se movió entre las fronteras de México y Belice durante décadas y que se quedó en Quintana Roo. La invitación es leer este excelente libro que ofrece mucho material para pensar en los momentos actuales de flujos migratorios intensos en todo el mundo.

Bibliografía

Cunin, Elisabeth, 2014, Administrer les étrangers au Mexique. Migrations afrobéliziennes dans le Quintana Roo (1902-1940), Institut de recherche pour le développement/Karthala, París. [ Links ]

Fernández Repetto, Francisco y Genny Negroe Sierra, 1995, Una población perdida en la memoria: los negros de Yucatán, Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida. [ Links ]

Victoria Ojeda, Jorge, 2006, San Fernando Aké. Microhistoria de una comunidad afroamericana en Yucatán, Universidad Autónoma de Yucatán, Mérida. [ Links ]

Victoria Ojeda, Jorge y José Juan Cervera, 2015, Yucatecos de otros rumbos, Secretaría de Cultura y las Artes de Yucatán, México. [ Links ]

1Para tener una idea de las migraciones en Yucatán, véase Victoria y Cervera (2015). Entre los pocos autores que han trabajado sobre la población negra en Yucatán, se pueden citar a Victoria (2006) y Fernández y Negroe (1995).

Laura Machuca Gallegos es profesora-investigadora titular B, en el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), unidad Peninsular, desde 2004. Estudió la licenciatura y la maestría en historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional Autónoma de México, y un diplomado profundo y el doctorado en historia en la Universidad de Toulouse le Mirail, Francia. Sus áreas de interés han sido la historia colonial y siglo XIX de las regiones de Oaxaca y Yucatán. Ha escrito una veintena de artículos y capítulos de libros. Es autora, entre otros libros, de Comercio de sal y redes de poder en Tehuantepec durante la época colonial (México, CIESAS, 2007), y Los hacendados de Yucatán, 1785-1847 (México, CIESAS, 2011). Acaba de terminar un estudio sobre el ayuntamiento de Mérida, titulado Poder y gestión en el Ayuntamiento de Mérida, Yucatán, (1785-1835) (CIESAS, México, en prensa). Coordinó los libros Grupos privilegiados de la península de Yucatán, siglos XVIII y XIX (CIESAS, México, 2014), Ayuntamientos y sociedad en el tránsito de la época colonial al siglo XIX. Reinos de Nueva España y Guatemala (CIESAS, México, 2014), y con Judith Zeitlin, Representando el pasado y el presente del istmo oaxaqueño: perspectivas arqueológicas, históricas y antropológicas (CIESAS, México, 2013). Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I.

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