La historia no sólo suele ser escrita por los vencedores,
también por los trovadores, y en mejores condiciones:
hasta con música.
Antonio Estrada Muñoz, narrativa típica.
Introducción
El corrido del estado de Colima ha pasado casi desapercibido para historiadores, etnomusicólogos y otros investigadores de la lírica popular del occidente del país.1 El género popular del corrido representa un gran potencial para la revisión del pasado colimense por la forma dramática y amena que asume. En este artículo analizamos cómo en este estado, durante la primera mitad del siglo XX, los corridos retratan sucesos con significados diversos e incluso opuestos. Con base en varias categorías de Guillermo Hernández (2002; 2005), estudiamos el discurso expresado en las letras de los corridos compuestos en tres periodos clave de la historia colimense: 1914-1917, 1926-1929 y la década de 1930. El primero corresponde al auge del bandolerismo social, el segundo a la guerra cristera y el último a la cuestión agraria.
Algunos elementos teóricos y metodológicos
Además de en Hernández (2002; 2005), nos apoyamos en la valiosa obra de Razo (1983), referente al corrido guanajuatense; en los aportes de otros especialistas en narrativa lírica -Reuter, Flores, Frenk, Sánchez y otros-, y en textos de historia y literatura. Partimos del contexto histórico-social y narrativo del corrido, como propuso el antropólogo Hernández. Constatamos que este género "es ante todo un poema musical que retrata artísticamente la memoria o episodio biográfico de algún personaje local -en zonas primordialmente rurales- involucrado en un hecho real, o supuestamente real, de carácter heroico y con un desenlace generalmente trágico" (Hernández, 2005: 235). Razo completa que el corrido es "un género literario-musical menor de carácter épico-narrativo que [...] trata temas históricos de alcances sólo regionales [y resalta su función de] testimonio evocador del acontecer local" (1983: 17).2
Para Reuter, gran estudioso de la música popular mexicana en las décadas de 1970 y 1980, el contenido de los corridos es siempre dramático y sus temas rebasan por mucho la del romancero tradicional (Reuter, 1983). Resulta interesante confirmar que para él -que coincide con Hernández- los elementos que aparecen con frecuencia en el corrido son la solicitud de permiso del cantante al público, el señalamiento de datos precisos que dan visos de realismo a la narración, una descripción de los protagonistas y sus acompañantes, invocaciones de figuras religiosas y la despedida (Reuter, 1983: 124-125). Entre otros atributos comunes del corrido, Hernández (2002: 11-12) señala que su estructura narrativa abarca siete episodios fundamentales: presagio, viaje, desafío, confrontación, derrota o victoria, juicio y despedida. Según el mismo autor, el corrido se construye con los siguientes elementos temáticos: personajes, cualidades y valores -positivos o negativos-, tiempo y espacio, y lenguaje. Por nuestra parte, consideramos que tanto la estructura como los elementos temáticos son parte fundamental de la construcción de un discurso narrativo popular, anclado en la historia local y regional de la sociedad.
Aunque el corrido se constituyó desde el siglo XIX como un género musical mexicano bien definido, su auge comienza en la Revolución mexicana (Sánchez, 2010). Confirmamos esta trayectoria en el caso del corrido colimense. De tres fuentes,3 hicimos una selección de seis corridos que presentan estructura y elementos propios del género, en los que los sucesos narrados corresponden al estado de Colima. El tema principal son los sucesos y personajes situados en contextos históricos y en luchas sociales relevantes para esa entidad.
Periodos históricos y narrativas populares de los corridos
En el Cuadro 1 presentamos un marco histórico para vincular los corridos que examinamos, y otros afines, con sucesos importantes del contexto estatal y nacional.
Cuadro1 | ||
Marco histórico nacional | Marco histórico estatal | Corridos históricos locales |
Lucha de facciones revolucionarias (noviembre de 1914-1920) •Convención Revolucionaria en Aguascalientes •Aislamiento de Carranza en Veracruz y promulgación de la Ley Agraria (1915) •División de convencionistas y entre villismo y zapatismo •Batalla de Celaya: victoria de Obregón sobre Villa •Convención constituyente en Querétaro •Aniquilamiento de ejércitos villista y zapatista •Asesinato de Zapata •Huida y fin de Carranza |
Torbellino revolucionario de origen norteño y bandolerismo (1914-1917) •Comienzo del gobierno del sonorense coronel Juan José Ríos (1 de enero de 1915) •Desde 1916, Ríos ordena la dotación de ejidos sobre antiguas haciendas y tierras comunales •Pedro Zamora, bandido "villista" se extiende a Colima, aliado con cabecillas locales •Entre 1914 y 1917 operan diversos grupos de gavilleros: el Indio Alonso, Pedro Zamora, el Chivo Encantado, José Bueno y Juan Michel •Muerte de Luis B. Gutiérrez alias el Chivo Encantado (26 de agosto de 1916) •Traición y muerte del Indio Alonso (31 de agosto de 1917) |
•Corrido de Vicente el Indio Alonso •Corrido de Pedro Zamora •Corrido de la perra valiente •Corrido de Orlachía •Corrido del Chivo Encantado |
Caudillismo, cristiada y maximato (1920-1934) •Gobiernos de De la Huerta y Obregón •División del grupo sonorense y rebelión delahuertista •Gobierno de Calles Amnistía y asesinato de Francisco Villa •Guerra Cristera, accidente, Bajío y centro del país) •Reelección y asesinato de Álvaro Obregón •Maximato, dominación caudillista de Calles |
Pugnas político-sociales y guerra cristera (1917-1929) •Entre 1920 y 1926, "los bandidos del Cerro Grande" operan ampliamente •Secuestro y muerte de Pedro Zamora en la ciudad de México (28 de febrero de 1921) •Manifestación católica multitudinaria reprimida por el gobierno (5 de abril de 1926) •Guerra cristera en Colima, occidente y Bajío (1927-1929) •Ofensivas del ejército federal contra los cristeros del volcán (febrero y abril de 1927, agosto y noviembre de 1928, mayo y junio de 1929) •Toma de Manzanillo por los cristeros y recuperación por el ejército federal (24 de mayo de 1928) |
•Corrido del Cerro de las Higuerilas •Corrido de Gorgonio Ávalos •Corrido de Andrés Salazar •Entrada de los cristeros a Manzanillo |
Cardenismo y auge de organizaciones y luchas obreras y campesinas •Periodo presidencial del general Lázaro Cárdenas (1934-1940) •Radicalización de luchas campesinas e intensificación del reparto agrario •Surgimiento y extensión de organizaciones campesinas, Ligas de Comunidades Agrarias |
La cuestión agraria se acelera (1931-1939) •Carestía, escasez, caída de la producción, abandono de tierras, saqueos y desastres naturales •Surgimiento de organizaciones obreras y campesinas •Agrarismo radical de María Brust, viuda de Ricardo Flores Magón (1931 y 1937) •Desborde de demandas de tierras: se reanuda y agiliza el reparto agrario (1934-1940) |
•Ixtlahuacán y Tepames (1930) •Corrido de Cerro de Ortega (1932) •Rosita Alvírez (1935) •Don Simón Velasco (1940) |
Fuente: Elaboración propia.
Los corridos de bandidos y la historia colimense y nacional: primeros episodios de la violencia revolucionaria en Colima
El bandolerismo fue "uno de los aspectos más interesantes del periodo revolucionario en Colima" (Gutiérrez, 1992: 16) y en áreas vecinas de Jalisco y Michoacán. El que padecieron estas zonas entre 1914 y 1926 ha sido calificado por Gutiérrez como un tipo de "bandolerismo social". La autora señala que no produjo planes o proclamas propias que justificaran sus acciones y convocaran el respaldo de la ciudadanía. Su carácter social proviene de que fue "un síntoma de la protesta campesina" y que mermó "de manera considerable el orden y la economía" de amplios territorios (Gutiérrez, 1992: 8).4
El caso del Indio es muy interesante por su origen violento, su estilo aguerrido y audaz, sus alianzas con poderosos y su fama de bromista y hechicero. Vicente, alias el Indio Alonso, procedía de la región del Cerro Grande de Colima. Su historia comienza en junio de 1909, cuando es acusado de un asalto a la empresa estadunidense Colima Lumber Company y sentenciado a muerte. En ésta y otras ocasiones logra escapar de la prisión, lo que lo convierte en el personaje "fuera de la ley" más buscado por el gobierno estatal. Entre 1914 y 1917, Alonso contó con la protección de los indígenas del Cerro Grande y con el apoyo encubierto de hacendados conservadores, que saboteaban así la acción de gobierno del grupo constitucionalista -sonorense- que gobernó la entidad durante ese periodo (Gutiérrez y Ochoa, 1995: 188). El Indio Alonso encabezó una fuerza armada de más de 70 hombres y representó una "seria amenaza para la tranquilidad pública" (Gutiérrez y Ochoa, 1995). Según el informe del comisario al gobernador de Zacualpan, lugar natal de los padres del bandolero, "sus hazañas e incursiones a los poblados corrían a los cuatro vientos, convirtiéndose en amo y señor de Juluapan y sus alrededores: lo mismo robaba, mataba y saqueaba comercios, que organizaba bailes y fiestas en las comunidades" (Gutiérrez y Ochoa, 1995: 197). Además, se le atribuían dones de hechicero o magiquero, como narra Ramona, su forzada amante, víctima y victimaria de su entrevistador.5 El Indio también gustaba de gastar bromas a las multitudes, como las que se reunían en las fiestas charro-taurinas de Villa de Álvarez (Urzúa, 1986: 34). Ante la poca efectividad de la persecución militar contra Alonso, el gobernador Ríos ofreció una recompensa, como lo había hecho antes, con éxito, el empresario de Colima Lumber, a quien entregara el cadáver del bandolero más buscado de la entidad. Esta táctica gubernamental fue efectiva, pues gente cercana al bandido lo traicionó, le dio muerte y llevó su cabeza a la capital del estado, como relatan el corrido anónimo, el ensayo de Ursúa y la novela histórica de Montaño (1995).
En el caso del Indio Alonso, el análisis del corrido sobre su final trágico nos permite acercarnos a la ambigüedad con la que se percibían estos personajes en las sociedades del occidente mexicano durante la etapa posrevolucionaria. ¿El corrido La muerte del Indio Alonso es acaso una forma de elegía6 del más famoso bandolero colimense de principios del siglo XX? En él se transita del espacio privado e íntimo al espacio público e histórico. Incluye un registro detallado de las circunstancias en las que murió el bandolero y señala que sus restos fueron presentados ante la sociedad colimense para el escarnio de todos los que tomaran las mismas "andanzas". Cabe señalar que su estilo es mixto -subjetivo-objetivo-, porque recoge con fidelidad los motivos de los victimarios del Indio y la manera en que urdieron y ejecutaron la traición, para luego recibir la recompensa del gobierno. El corrido comienza con estrofas en las que se usa el tiempo histórico y el narrador se presenta. Desde las primeras dos estrofas se enuncia que el protagonista quedará envuelto en una trama de tragedia, fatalidad y traición. En las estrofas siguientes -presagio y desafío- los protagonistas dialogan en lenguaje informal y coloquial, van del espacio privado donde el personaje principal resguarda su fragilidad, hasta el espacio público donde ejerce su dominio de hombre de armas. En el corrido no vemos confrontación -acoso, combate, etc.-, sólo una breve secuencia -derrota y ejecución- con los rasgos propios de una traición: premeditación, alevosía y ventaja. Las últimas estrofas -juicio y despedida- ubican la acción en espacios geográficos reales, públicos e históricos. Por último, el corrido nos presenta dos grupos de personajes: 1) el círculo íntimo, en el que están el protagonista trágico y sus victimarios traidores, y 2) el grupo público, que contempla al personaje rico y extranjero, y el pueblo de Comala. En el segundo grupo ocurre algo sorprendente: mientras el personaje poderoso lamenta la muerte del Indio, los vecinos celebran felices en venganza por los ataques sufridos. Este corrido anónimo logra una excelente comunicación trágico-compasiva de la muerte del Indio Alonso.
Con menos fama en Colima que el Indio Alonso, Pedro Zamora fue otro bandido destacado por sus incursiones armadas en la entidad. Se conocen varios corridos y relatos históricos de él (Morett, 1990; Lepe, 1982; Rulfo, 1984, entre otros). Aunque Zamora tuvo su base de operaciones por el rumbo de Autlán, Jalisco, pudo realizar varios ataques exitosos en territorio colimense durante 1919. Un blanco fácil para sus asaltos fue el tren que corría entre Colima y Manzanillo.7 A continuación, examinamos el corrido que registra un asalto de la gavilla de Zamora a la estación ferroviaria de Jala, Coquimatlán, Colima, en el que sometió a la milicia y despojó de dinero y armas a los viajeros (Borrón y Cuenta Nueva, 2005: 157). El corrido consta de seis cuartetas que narran de modo repetitivo las acciones: exigir y amenazar, resistencia de los viajeros, sacar dinero y armas, neutralizar a la fuerza militar. Los personajes son Pedro Zamora, el oficial -capitán de los guachos-, Carlos Brizuela -miembro de la elite estatal- y un extranjero -gachupín-. La estructura es presagio-viaje-desafío-confrontación-desafío-derrota. El corrido logra relatar de modo coloquial la resistencia inútil de los viajeros y señalar la fama de violador de Pedro Zamora (Morett, 1990).8 Por su estructura, personajes y acciones, se transmite la sensación de indefensión de los asaltados y la impunidad y cinismo del bandido.
Los dos corridos de bandidos que analizamos ofrecen tipos muy contrastantes de personajes criminales. El corrido del Indio retrata de manera artística a un guerrero legendario hecho víctima por la traición de un cobarde, mientras que el de Pedro Zamora perfila a un bandido sagaz, asesino y violador. La primera imagen lírico-narrativa se acopla con la leyenda construida sobre el personaje del Indio9 y el apoyo campesino que recibió en la zona del macizo montañoso del estado,10 mientras Zamora tuvo una presencia ocasional en el territorio colimense, aunque destacada durante los asaltos al tren Guadalajara-Manzanillo.11 De ambos podemos decir que pertenecen al ciclo de conflictos agrarios y violencia social desatada en Colima entre 1914 y 1926.12 En este lapso, las numerosas cuadrillas de gavilleros se limitaron al robo y saqueo de haciendas y poblaciones, sin cuestionar el régimen político. Sin embargo, las comunidades rurales "llegaron a brindarles protección [ en particular al Indio Alonso] pues los bandidos eran gente perteneciente a la comunidad y no rompieron con ella" (Gutiérrez, 1990: 150). El ambiente favorable para esa complicidad en el ámbito rural residía en el campesinado más pobre de la entidad, que recibió muchas vejaciones del gobierno -leva forzada y expropiación de ganado- y padeció el hostigamiento de hacendados y gobernantes colimenses oligárquicos, en particular entre 1917-1925.
La guerra cristera o cristiada (1927-1929) y la polarización de la sociedad colimense
En el escenario de la segunda mitad de la década de 1929, a pesar de que sólo se extendió sobre las regiones del occidente y el Bajío del país, la cristiada significó un verdadero cataclismo político, económico y social para la sociedad colimense. En seguimiento de las políticas del gobierno federal de Calles, el gobierno de Colima llevó muy lejos el control y sometimiento de la Iglesia católica.13 Pero estas circunstancias específicas no fueron suficientes para desencadenar la guerra: en la sociedad rural colimense existían las condiciones estructurales, como el rezago en el reparto agrario, para un enfrentamiento civil de profundas y extendidas dimensiones (Núñez, 2006: 316). El detonante fue la balacera de abril de 1926 que dirigiera el gobierno colimense a la protesta masiva contra la ley de cultos y por la renuncia del gobernador. El resto de ese año transcurrió en una oposición pacífica pero activa a las medidas gubernamentales. A principios de 1927, con las condiciones nacionales propicias, sobre todo en lo que respecta al tejido organizativo, comenzó la rebelión armada junto con otros contingentes rurales de los estados de Jalisco, Michoacán y Guanajuato.14
JUAN CARLOS CRUZ/CONTRALUZ. Un músico espera clientes en la capilla de Malverde, Culiacán. Sinaloa, México 2009.
La "revolución" cristera, o cristiada, fue una guerra de guerrillas -con gran apoyo popular, sobre todo de los pobres del campo y la ciudad, y muy escaso de los ricos- que anuló la gobernabilidad de la entidad y mantuvo en jaque a las fuerzas policiacas y militares de los gobiernos estatal y federal desde 1927 hasta mediados de 1929. Conforme al testimonio de los dirigentes, el ejército cristero constaba de...
grupos pequeños de entre 25 y 70 elementos, dispersos en toda la zona [...] los hombres se agrupaban cuando se les convocaba para dar un golpe y entonces se formaba una columna de 200 o 300 que no duraba más de algunas horas [...], guerra de emboscadas -de "pique y huye"- en la cual sobresalían los cristeros (Meyer, 1993: 50-51).
De acuerdo con el informe del general Charis, jefe de Operaciones Militares en Colima:
El extenso campo de operaciones de los levantados [...] era el Valle de Colima, en la región del Cerro Grande, con posiciones ventajosas que constituyen las principales cimas de esta cordillera y en toda esta jurisdicción hasta el sur de Jalisco, tenían una gran red de pequeños y grandes campamentos; asimismo, las estribaciones de los Volcanes de este Estado, fue otro refugio (citado en Meyer, 1993: 105-106).
La polarización que padeció la sociedad colimense15 se reflejó necesariamente y con precisión en los corridos que surgieron al calor de la guerra. Analizaremos dos (Oseguera, 1987). El primero, relacionado con Andrés Salazar -segundo en la jerarquía militar cristera colimense-, es una muestra lírica tanto de los reiterados intentos frustrados del ejército federal por exterminar los núcleos rurales de los "fanáticos alzados", como de la superioridad moral y de combate con que percibió su misión la guerrilla cristera.16 El segundo, referente a los combates en Manzanillo, revela las insuficiencias de la estrategia cristera y la superioridad del ejército federal en batallas que exigían una coordinación precisa de las acciones tácticas y una conducción sagaz de las fuerzas en combate. Es decir, ambos corridos son las dos caras de la misma moneda: los claroscuros y la polarización de la guerra cristera.
En el corrido de Andrés Salazar predomina el tono épico o heroico con el que se retrata al bando cristero. A esa tesitura general se añade el humor burlón de las coplas dirigidas al gobierno. La composición es larga, por ello analizaremos sólo dos párrafos. En las estrofas iniciales, con los saludos y dedicatoria, se señala un escenario real: La Arena. Un rancho de los volcanes de Colima, conocido como campamento permanente de los cristeros. A continuación, en el viaje y desafío, fuera del tiempo histórico y real -pues nunca se precisa fecha alguna-, el narrador especifica a los protagonistas del choque militar que tendrá lugar: el general Ferreira, militar federal procedente del vecino estado de Jalisco, y Andrés Salazar,17 famoso jefe cristero que disputó por largo tiempo el liderazgo militar de Colima a Miguel Anguiano, joven seminarista sucesor de Dionisio Ochoa. En este sentido, el gobernador de Colima es citado para advertirle a Ferreira del desafío que tiene ante sí, además de informar sobre la curiosa costumbre de vestir como indígenas de los combatientes cristeros: "¿De veras tienes valor? Allá todos traen calzones y se fajan con ceñidor". La estrofa siguiente refuerza la misma idea -desafío- e informa la salida de tres batallones18 de infantería e invocaciones religiosas, cosa lógica en un corrido con simpatías por el bando cristero.19 Es sintomático que ahí mismo el autor del corrido lance un funesto presagio: "Se me hace que a Salazar ahoy se lo traen en la lista". La estrofa posterior remata el desafío con un grito de combate cristero, que recuerda un poco los de la Revolución de 1910: "Muera el supremo gobierno y vivan los de La Arena". En el mismo espacio se menciona la orden del jefe cristero, quien convoca la reunión de los combatientes dispersos: "Toquen reunión con el cuerno" -así se llamaba al combate a los "alzados" contra el gobierno, porque se hallaban dispersos en ranchos y rancherías de la zona de los volcanes-.20
En la estrofa siguiente -cuartetas de aquí en adelante- se presenta el acoso a cargo de un cuerpo militar de la columna federal: "El 90 Batallón, que siempre fue muy mentado".21 En las dos cuartetas sucesivas se presenta crudamente la confrontación entre bandos y se ve más claro el propósito del compositor del corrido, que se burla del poco valor de los soldados federales ante la inferioridad de las armas de los cristeros: "-'No corran, guachos malditos, que son puras retrocargas'. Decía un sargento segundo, miándose en los pantalones: -'Qué miedo les he tenido a los rifles orejones'". Este corrido no presenta un desenlace claro, aunque lo deja ver de manera implícita. En el juicio -penúltima cuarteta- se hace referencia a una cadena que, según la expresión del general Ferreira, serviría para apresar al jefe rebelde Salazar, hecho que nunca ocurrió. En la realidad, después de la guerra, Salazar sería asesinado por venganza política (Meyer, 1993: 47). Para concluir el corrido, se presentan dos cuartetas con la despedida. En la primera se piden disculpas, suponemos que por relatar hechos controvertidos, como es hasta hoy la guerra cristera en la sociedad colimense. En la segunda cuarteta se indica otro lugar real, pero distinto al que se mencionó al comienzo, El Borbollón en lugar de La Arena. Es claro que se trata de la misma zona, las faldas de los volcanes, pero vale advertir el cambio de nombre al lugar de la batalla referida. En un balance de la secuencia narrativa del corrido de Andrés Salazar, distinguimos dos etapas: primero, cuando el bando federal aparece como un enemigo de gran peligro para los "cristeros del volcán de Colima"; y después, cuando "los de La Arena" -o El Borbollón- demuestran su valor y superioridad en el combate, a pesar de sus armas inferiores. Recordemos la supremacía con que se veían los cristeros respecto a los soldados del presidente Calles.
En torno al combate del puerto de Manzanillo se escribieron varios corridos que expresan la polarización de perspectivas que hemos mencionado.22 Analizaremos un corrido23 opuesto al bando cristero, cuyo personaje central aparente es Lucas Cuevas, jefe cristero que sufrió numerosas bajas cuando sus huestes quedaron atrapadas por su temeridad y la muy deficiente estrategia del general Degollado, comandante máximo en esta decisiva batalla.24 Con un lenguaje directo, a ratos coloquial, y tiempo y espacio históricos y reales, el narrador resalta las enormes expectativas y los amargos desengaños que tuvieron las fuerzas cristeras. Se mencionan pocos lugares donde se realizaron combates, la hora en que los cristeros comenzaron su ataque y el momento posterior del arribo de la columna del general Charis, desde Colima y en ferrocarril, para retomar la plaza. De diez estrofas, cuatro hablan de presagios de lo que ocurrirá, lo que coincide con las ilusiones que levantó la planeación y ejecución de esta batalla entre los mandos y tropas del bando cristero. Cabe destacar que otras cuatro estrofas están dedicadas a las circunstancias de la confrontación entre las fuerzas del gobierno y los cristeros. En la tercera, que además de presagio encierra un desafío, el jefe cristero Cuevas aparece arengando a sus soldados y les promete la celebración desbordada: "andamos todos borrachos" [sic].´
JUAN CARLOS CRUZ/CONTRALUZ. Un músico callejero espera clientes a la entrada del Mercado Garmendia, Culiacán, Sinaloa, México, 2015.
La confrontación arranca con las hostilidades por parte de los cristeros. Este comienzo tiene hora exacta y se precisa la circunstancia de que hubo violenta metralla: "fuego cerrado se oyó". A continuación se introducen dos presagios funestos en boca del general Lucas Cuevas. Uno fue su decisión de afortinarse en la fábrica de hielo y otro su elección de la muerte en cualquier opción. Debemos hacer algunas precisiones. Es probable que el primer presagio haga alusión a un hecho real, referido por el general Charis en su parte de guerra. Un grupo cristero se afortinó en una casa del cerro La Chancla, donde quedó aislado y fue muerto por las fuerzas federales, que asaltaron la vivienda con mucho costo de vidas (Meyer, 1993: 22). De lo segundo, cabe especular que en efecto pudo haber dicho "de que me maten ustedes, mejor me mato yo", ya que se encontró alejado de sus compañeros de combate y rodeado por sus enemigos. En esta batalla hubo varios casos de cristeros y marinos que decidieron quitarse la vida antes que entregar su arma al enemigo (Meyer, 1993: 23, 25; Hernández Corona, 2009: 69-71). Cabe mencionar que otro par de versos -"la escolta no obedeció lo que Lucas ordenó"- puede estar inspirado en el hecho contrario, que Lucas Cuevas no obedeció la orden de inmediata retirada del general Jesús Degollado Guízar, lo que causó mayor encono en el combate entre cristeros y federales: "cuando a poquito momento, fuego cerrado se oyó".
La parte final del corrido relata el hecho sobre-saliente de la batalla de Manzanillo: la entrada del tren con las fuerzas del general Charis a una hora muy cercana a la real. A continuación, el narrador hace una arenga compasiva a los gendarmes masacrados por la mañana junto con los guardas aduanales y algunos marinos. En la última estrofa -juicio y despedida- se da una singular despedida al bando cristero, el auténtico personaje principal del corrido. El adiós es burlón y se acompaña de una mora-leja o sentencia: "adiós, gobierno del clero, creían que atacar al puerto era paño de dinero". Esta frase encierra una dura crítica a la mediocre estrategia cristera. Como resume el historiador Meyer, "todo falló" del lado cristero en esta batalla, a pesar de estar planeada y dirigida por el mismo jefe de la División del Sur de Jalisco, general Jesús Degollado Guízar, aprobada por el Estado Mayor, y enterados y confirmados los jefes -Andrés Salazar, Alberto B. Gutiérrez y Marcos Torres- que fracasaron en sus tareas clave (Meyer, 1993: 18-19; Hernández Corona, 2009: 22-25).
Los años treinta en Colima: auge de organizaciones y luchas sindicales y agraristas
El fin de la guerra cristera en 1929 dio paso a un ciclo intenso de cambios sociales en el estado de Colima durante la década siguiente. Con una economía en quiebra y una sociedad confrontada por rencores y expectativas opuestas, la región vio surgir nuevos sujetos históricos. Como mostró la cristiada en años recientes, el campesinado colimense seguía siendo la clase social con más precariedades materiales, pero había cobrado mayor resolución para emprender la lucha por el reparto de tierras. Con el desencanto por "los arreglos" entre la cúpula de la Iglesia católica y el régimen revolucionario, los campesinos católicos también perdieron el miedo y las reticencias a la lucha agrarista (Gutiérrez y Ochoa, 1995: 322). Aunque al principio la iniciativa pareció provenir del gobierno estatal de Saucedo, en realidad hubo un proceso nacional profundo de organización y movilización campesina, al cual se incorporó con mucha determinación la población rural colimense.25
Debido al surgimiento de un movimiento agrarista autónomo y radical -liderado por María Brust, viuda de Ricardo Flores Magón-, resultó inútil el intento de control sobre la Liga de Comunidades Agrarias por parte del gobernador Saucedo. Por ello, se registró un auge de demandas de tierras y movilizaciones de núcleos agrarios, atizadas por la "política".26 Ante el incremento de los conflictos agrarios y la cerrazón de los latifundistas, se desató la represión desde el gobierno y las guardias blancas de hacendados. No obstante, también se debió agilizar el reparto agrario desde 1934 hasta 1940, sobre todo con el coronel Miguel Santana, nuevo gobernador de Colima, identificado más con el impulso a las reformas sociales del régimen cardenista.
Dos corridos gestados en la década de 1930, en Colima, representan en parte el nuevo "espíritu de la época": conflictos por el desarme de poblaciones indígenas -Ixtlahuacán y Los Tepames (Borrón y Cuenta Nueva, 2005)- y la novedad de conflictos productivos -Don Simón Velasco (Borrón y Cuenta Nueva, 2005)-. En ellos se aprecia el fin de un ciclo revolucionario -población armada y de reparto agrario- y el comienzo de otro en el cual los civiles deberán ir desarmados y encarar nuevos conflictos -dramas- productivos y financieros. Varios presagios se repiten en el corrido de Ixtlahuacán y Los Tepames: "No sabían los inocentes". Los desafíos son: "Aquí me entregan las armas los indios27 de Ixtlahuacán". La respuesta es similar: "Pa' vida que me la quiten, se forma una carambola". En el caso del corrido de Don Simón Velasco, los desafíos no son de vida o muerte, aunque sí hay quebranto y engaños. Pregunta el personaje afamado: "-'Ah, qué tierras tan bonitas, ¿por qué no las han sembrado?' -'A nosotros valor nos sobra, lo que nos falta es dinero'. -'De eso no tengan pendiente, dinero tengo en el banco, para usted y para otros veinte'". En el segundo corrido no hay propiamente confrontación, pero sí jactancia y acoso de supuestos prestamistas y algo peor para la cultura ranchera: incumplimiento de la palabra empeñada: "Trescientos pesos le dio para empezar el trabajo, pero al siguiente domingo vamos que fue puro fajo". Por ello, la moraleja de este corrido es muy lógica y sugiere que no se hagan tratos sin la formalidad debida: "Compañeros campesinos, no se crean de vaciladas. Ya con esta me despido, yo me detengo un momento, compañero campesino, no trates sin documento".
El lenguaje en los corridos
Otra dimensión de interés en el estudio del corrido es el uso de ciertos tipos de lenguaje, lo que implica recursos de léxico y sintaxis. Intentamos identificar de manera breve el uso de tales recursos en las coplas de los corridos estudiados en este artículo. Margit Frenk (2007: 151) dice que en las coplas folclóricas mexicanas hay tres tipos básicos de lenguaje: 1) pretendidamente literario, orientado a la elegancia; 2) llano, habitual y tendente a lo cotidiano, y 3) coloquial o deliberadamente rústico, incluso altisonante. El examen de los seis corridos arroja que casi la mitad de las coplas del corpus tiene un lenguaje llano. Esto nos parece congruente debido a la preeminencia de la función narrativa que tienen, pero también debe advertirse que en una tercera parte de las coplas se traslapa el lenguaje llano con el coloquial y rústico. Dos ejemplos a continuación:
Don Pedro y don Daniel Márquez
por tantito no se ahogaron
pero pasmados los burros
con los malditos arados.
Asimismo, una minoría de las coplas usa un lenguaje coloquial por completo. Que sea así no quiere decir que su tono es necesariamente rústico o grosero, al contrario, llegan a ser expresiones con ironía o sentido figurado, como las coplas siguientes:
Cuando los balazos fueron
todos querían ser mujeres,
corrieron para sus casas
derrumbando las paredes.
Incluso existen algunas coplas en las que predomina el lenguaje literario:
Vuela en rueda, zopilote
y detente bajo el cielo
pues para la muerte de Alonso
todo el cielo está de duelo.
El uso de determinados lenguajes en cada corrido indica que los compositores anónimos tenían capacidades y gustos diferentes. Por ejemplo, los corridos sobre el Indio Alonso y Andrés Salazar -bandido y cristero, respectivamente- hacen pensar necesariamente en versificadores que, además de admiración por el personaje, tenían un lenguaje variado. Un ejemplo de corrido con lenguaje casi todo llano o habitual es el de la Entrada de los cristeros a Manzanillo, el cual, por cierto, encierra una filosa crítica a sus méritos de combate.
Conclusiones
Los corridos han servido de medio para revisar la historia del estado de Colima. Partimos de los sucesos específicos "filtrados" de manera artística por los corridos, delineamos el contexto estatal y nacional en el que se ubican tales "episodios biográficos", y analizamos la estructura y los elementos narrativos de los corridos de carácter histórico. En el camino encontramos una interacción entre los componentes. Si bien los corridos con sucesos y personajes de la historia estatal y local ofrecen pistas interesantes para comprender la historia estatal, también la historiografía y la literatura pueden esclarecer los significados de los corridos.
RODRIGO GONZÁLEZ. Con años de experiencia en la marimba, este señor toca en el centro del Puerto de Veracruz para la alegría de los visitantes. Veracruz, México, julio de 2013.
Entre 1914 y 1917, surge un bandolerismo social vinculado al descontento campesino en Colima, harto de un conjunto de agravios sociales, en el marco de pugnas entre hacendados y gobierno revolucionario. El análisis de las coplas de bandidos arroja dos tipos contrastantes de personajes crimina-les. Por un lado, un guerrero legendario traicionado; por el otro, un personaje astuto y violador. Ambas imágenes lírico-narrativas encajan en la huella que dejaron sus acciones sobre la población colimense. Así, el corrido del Indio Alonso mezcla tragedia, fatalidad, traición y un mensaje compasivo. El de Zamora resume la indefensión de los asaltados, la impunidad y el cinismo del criminal.
Entre 1926 y 1929, la guerra cristera tuvo en Colima el efecto de un verdadero cataclismo político, económico y social. En los abundantes corridos producidos se refleja siempre y con precisión la polarización sufrida por la sociedad colimense y los claroscuros bélicos de este conflicto regional y nacional entre el Estado mexicano y la Iglesia católica. El primer corrido, Andrés Salazar, es una muestra lírica tanto de la impotencia del ejército federal para exterminar los núcleos rurales en sus refugios serranos, como del sentido de superioridad moral y de combate de las fuerzas cristeras, mientras no desbordaran su habitual modus operandi guerrillero. El segundo corrido, Entrada de los cristeros a Manzanillo, exhibe las insuficiencias y errores tácticos de los cristeros, y la mayor coordinación y sagacidad del ejército federal en la recuperación del puerto, por lo cual el autor anónimo se mofa de los cristeros y anima a las vapuleadas fuerzas gobiernistas.
La década del reparto agrario y de un conjunto de reformas sociales es 1930, pese a las resistencias que presentan los hacendados y la elite política local. El nuevo "espíritu de época" es expuesto en los corridos de estos años, que muestran tensiones de clase en el medio rural, desarme de núcleos indígenas y conflictos agrarios inéditos. La diversidad de temas es un rasgo de esta década, así como la disminución de la polarización ideológica de la etapa previa.
Por último, cabe reconocer otra perspectiva de interés en el estudio del corrido, que consiste en los tipos de lenguaje empleados en la construcción de las coplas. Ello implica contar con una variedad de recursos poéticos de léxico y sintaxis. Pese al reducido corpus de corridos analizado, encontramos una diversidad de tipos de lenguaje tanto en el conjunto de coplas -más de 60-, como en el interior de varios corridos. Esto podría relacionarse con los recursos culturales y actitudes de los compositores de estos corridos de tema histórico o colectivo.
A partir de la década de 1940, el corrido colimense persistió gracias a la creatividad y esfuerzo de compositores en los municipios de la entidad.28 Los temas cambiaron, como la misma sociedad regional. La vitalidad del género se mantuvo, al igual que las necesidades de expresión y registro de sucesos que sacuden la vida cotidiana en los pequeños poblados y ciudades del estado de Colima.