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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.48 Ciudad de México may./ago. 2015

 

Esquinas

 

Kino en Europa y en la ciudad de México (1661-1681)

 

Kino in Europe and Mexico City (1661-1681)

 

Gabriel Gómez Padilla

 

Universidad de Guadalajara, Guadalajara, Jalisco, México. ateurval53@gmail.com

 

Recepción: 19 de noviembre de 2013.
Aceptación: 22 de noviembre de 2013.

 

Resumen

La investigación parte de dos cuestiones: la nacionalidad de Kino y cómo llegó a México si toda su vida deseó ir a las misiones de China. Se ofrece un bosquejo de la duquesa de Aveiro, su protectora durante su estancia en España y en California, se presentan los investigadores más involucrados en el periodo europeo de Kino, en especial Frumencio Ghetta O. F. M., y se sitúa en contexto la documentación de 1661 a 1681, desde la familia en el Tirol, la formación jesuita en Alemania, la navegación de Génova a Sevilla y la estancia forzada en España hasta su arribo a la ciudad de México. A modo de conclusión, el autor presenta el estado de la documentación en su archivo personal sobre este periodo, que, esperamos, será el primer volumen de las obras completas del famoso misionero.

Palabras clave: Kino, nacionalidad, misión, Tirol, Ghetta, Sevilla, Sigüenza.

 

Abstract

This research stemmed from two broad questions: Father Kino's nationality and how he arrived to Mexico, although he always wanted to be a missionary in China. There is a brief portrait of the Duchess of Aveiro, his great patroness during his sojourn in Spain and later California. We also mention the scholars who have conducted the most influential research into Kino's European period, especially Frumencio Ghetta O. F. M., and we provide a context for the documentation from 1661 to 1681 that encompasses Kino's family in the Tirol, his Jesuit training in Germany, sailing from Genoa to Seville, his enforced stay in Spain until he was able to travel to Mexico City. In conclusion, we present an overview of the documentation about this historical period contained in his personal files, which will be a planned first volume of the complete works of the celebrated missionary.

Keywords: Kino, nationality, mission, Tyrol, Ghetta, Seville, Siguenza.

 

En el presente artículo -segundo de cuatro, dedicados a preparar la edición de las obras completas de Eusebio Francisco Kino S. J.- nos acercaremos al personaje para responder dos preguntas fundamentales: ¿de qué nacionalidad era? y ¿cómo llegó a México? Porque era precisamente adonde no quería venir…

 

Nacionalidad y llegada a México

Durante mucho tiempo se ha discutido sobre la nacionalidad de Kino. ¿Era alemán o italiano? Emilio Böse, quien prologa Las misiones de Sonora y Arizona,1 aduce varias pruebas a favor de la nacionalidad alemana, incluso no duda de que el apellido de Eusebio Francisco era Kühn.2 Algunos llegaron a considerarlo austriaco, pues su tierra natal pertenecía al Imperio austro-húngaro hasta el armisticio de la Primera Guerra Mundial en 1918.3 La cosa no era clara ni para el mismo Kino, pues en su tercera carta a la duquesa de Aveiro, el 16 de noviembre de 1680, le dice:

Me complace contestar las preguntas de Vuestra Excelencia acerca de mi país y nacionalidad. Soy tirolés del distrito de Trento; pero no sé si considerarme italiano o alemán. La ciudad de Trento es en su mayor parte italiana en idioma, costumbres y leyes, aunque se halla situada dentro de la frontera sur del Tirol. El Tirol pertenece a Alemania; y es particularmente significativo el hecho de que nuestra escuela en Trento pertenezca a la Provincia de Alemania Superior, aunque los jesuitas dan las clases y normalmente, predican en italiano. Sin embargo, durante los últimos 13 años de mi vida, he estado viviendo casi en el centro de Alemania (Burrus, 1964: 113-114).

Así pues, quedémonos con que, hoy por hoy, Eusebio Francisco Chini es "tirolés de la diócesis de Trento", o sea italiano, puesto que en la actualidad el Tirol pertenece a la Provincia Autónoma de Trento.

Vayamos a la segunda pregunta: ¿por qué y cómo llegó a México si quería, con toda su alma, ir a China? Todo empezó cuando Eusebio era un chiquillo y supo que tenía un "pariente" lejano, Martino Martini (1614-1661), jesuita legendario que vivió la Guerra de los Tártaros y llegó a ser mandarín de "Primera clase", por añadidura el gran cartógrafo del Imperio chino. Martini regresó a Europa para editar su famoso Novus Atlas Sinensis, pero no consta que haya conocido personalmente al pequeño Eusebio. No hay duda de que Eusebio Francisco Kino vivió fascinado por su "pariente" toda su vida, y siendo ya jesuita, decidió pedir al padre general Juan Pablo Oliva que le enviara a las misiones del Lejano Oriente.4

Para entender la llegada de Kino a México tenemos que introducir a otro tirolés, Antón Kerschpamer, quien también quería misionar en Filipinas. El problema era que había un lugar y dos candidatos. Por aquellos días los jesuitas eran acusados en Roma de promover actitudes heterodoxas respecto al culto laico a Confucio, problema que ha pasado a la historia como los "Ritos chinos" (Bangeret, 1981: 230-233). Como resultado de las presiones de la curia vaticana, el padre general Juan Pablo Oliva se vio obligado a destinar a cuentagotas estudiantes jesuitas a la misión de China. En este contexto, Eusebio Francisco llegó a México porque, afortunadamente para nosotros, en un juego de suertes con Kerschpamer perdió el único boleto para Filipinas, que era la puerta para la Gran China. Le dice Kino a la duquesa en la citada carta del 16 de noviembre:

Hace dos años que yo y el padre Antonio Kerschpamer, ambos tiroleses de la Provincia de Alemania Superior, fuimos destinados como misioneros. La carta de nuestro padre general al padre provincial relativa a nuestro destino contenía la siguiente orden: "Vuestra Reverencia enviará al padre Antonio Kerschpamer y al padre Eusebio Kino a Génova. Uno de ellos debe ser asignado a México y el otro a las Filipinas, lo cual dejo a vuestra decisión o al deseo de ellos". Por consiguiente el padre provincial nos dio la oportunidad al padre Antonio y a mí de que decidiéramos quién habría de ir a México y quién a Filipinas o a las Marianas. Debido a la esperanza que yo abrigaba (durante muchos años) de continuar el viaje desde Filipinas a China, deseaba que me destinaran a las Filipinas y que enviaran al padre Antonio a México. A pesar de todo, le dije al padre Antonio que eligiera la misión de su preferencia; él insistió en que yo eligiera primero. Después de estar empeñados durante algún tiempo en ese pío esfuerzo de dar al otro la preferencia, pensamos en dejar que la suerte decidiera nuestro destino. Por consiguiente escribimos "México" en un trozo de papel y "Filipinas" en otro. Al echarlo a suertes, el padre Antonio sacó Filipinas, y yo, México […]. Al principio me pareció un duro golpe porque de este modo se desvanecían todas las esperanzas que yo tenía de utilizar mis conocimientos matemáticos en China; pero pronto vino a mi alma la serenidad (Burrus, 1964: 111-112).

Sin embargo, no tan pronto ni tan fácil, pues tardó más de dos años en asimilar su "mala suerte", a tal grado que -apoyado en la experiencia de navegación con Kerschpamer de Génova a Sevilla y estando todavía en Cádiz- propuso a la duquesa un plan de sabor maquiavélico:

He confiado el resultado a la voluntad de Dios, para que en el caso que el Padre Antonio Kerschpamer cayera enfermo durante su viaje a México y yo continuara gozando de buena salud (a propósito de esto, he demostrado ser mejor marinero que mi compañero); en este caso rogaría con la debida obediencia, que mis superiores mexicanos me permitieran ocupar el lugar del Padre Antonio en el viaje a Oriente, mientras él se reponía en México y me reemplazaba en las misiones de la Provincia Mexicana. Cúmplase no obstante la voluntad del Señor (Burrus, 1964: 111-112).

 

La duquesa de Aveiro

María Guadalupe de Lencastre nació 15 años antes que Kino, el 11 de enero de 1630, en Azeitao, Portugal.5 Fue la hija mayor de Jorge de Lencastre y de su segunda esposa, Ana Henríquez de Cárdenas. Por nacimiento pertenecía a la más alta nobleza portuguesa, aunque también tenía entre sus ancestros al aventurero inglés John of Gaunt. Los intereses de la joven eran múltiples, así como sus conocimientos lingüísticos: hablaba español, francés e italiano; leía latín con facilidad y alemán con mayor trabajo; además era gran amante de las artes y tenía dotes fuera de lo común para la pintura.

A la muerte de su tío Pedro de Lencastre, V duque de Aveiro, en 1667, el porvenir del título quedó incierto, pues en 1683 Raimundo, hermano mayor de la duquesa, fue acusado de servir al rey de España y todos sus bienes fueron confiscados. No obstante, la Corona portuguesa decidió a favor de María Guadalupe, quien de esta manera se convirtió en la VI duquesa de Aveiro. Por esos días la joven era cortejada por un noble español, Manuel Ponce de León, IV duque de Arcos, y al casarse con él en 1665 pasó a vivir a Madrid. Tuvieron tres hijos: Joaquín, Gabriel e Isabel, a los que Kino dedicará cariñosos recuerdos en la correspondencia con su madre. Sin embargo, la duquesa, que era una mujer muy previsora, había dispuesto una cláusula prenupcial en la que se establecía que los títulos portugueses y españoles habían de permanecer separados, el hijo mayor heredaría los primeros y el siguiente, los españoles. Para tomar posesión del ducado de Aveiro, se le impuso a María Guadalupe como conditio sine qua non ir a Portugal y jurar obediencia al rey Pedro II. La duquesa aceptó, pero su esposo, español recalcitrante, se opuso rotundamente al grado de que el matrimonio tuvo que disolverse legalmente.

A pesar de su fracaso matrimonial, la duquesa fue una mujer enormemente productiva que, con toda razón, mereció ser llamada "la madre de las misiones". En una época en la que España y Portugal tenían dificultades para financiar sus numerosas misiones, María Guadalupe puso todo su dinero, su tiempo y su capacidad como empresaria para implantar y consolidar la fe cristiana: envió misioneros a través de los océanos, edificó y mantuvo seminarios, patrocinó la publicación de obras eruditas sobre matemáticas, teología, literatura, ciencias naturales, etc. Solía decir que quería ayudar a fundar tantas iglesias católicas para la causa de Cristo como Isabel I las había destruido y confiscado en Inglaterra. Con gran acierto patrocinó política y económicamente a muchos misioneros de diversas órdenes religiosas, quienes escribieron a la duquesa numerosos informes y cartas personales que, con el tiempo, formaron un enorme banco de datos históricos, geográficos, etnográficos y científicos de lugares tan diversos como China, India, Filipinas, México, Perú y las Islas Marianas. Así, durante casi medio siglo, Madrid fue el punto donde se cruzaba la información más relevante de las misiones de ultramar, que la duquesa respondía puntualmente mediante un enjambre de escribanos que tenía en su residencia.

En síntesis, María Guadalupe dedicó toda su vida, a partir de la disolución de su matrimonio, a realizar la gran empresa que daba pleno sentido a su vida: ayudar a extender la fe en Cristo y a consolidar el dominio de la Iglesia católica en mundos nuevos. Fue la mecenas que Kino tuvo la suerte de contactar por carta en Cádiz, cuando perdió la flota de Indias. María Guadalupe de Lencastre, VI duquesa de Aveiro, sobrevivió a su marido y a Kino. Murió el 9 de febrero de 1715 y fue enterrada en el famoso monasterio de Guadalupe en las montañas de Extremadura, España. A continuación transcribo, como una muestra de los sentimientos de Kino hacia la duquesa y su familia, la carta que le escribió la víspera de abordar el navío que había de conducirle a México:

Después de expresarle mi agradecimiento por la amable y cordial disposición que tan generosamente me ha demostrado Vuestra Excelencia a pesar de mis escasos merecimientos, quiero también utilizar esta carta para despedirme desde Europa y, estando a punto de partir, ruego al Padre de todas las cosas que conserve en el amor de su Único Hijo, hecho hombre, y bendiga con toda clase de prosperidades a Vuestra Excelencia y a vuestra amada familia. E igualmente estrecho contra mi corazón a vuestros queridos hijos Joaquín, Gabriel e Isabel, en el profundo amor de Aquel que es fuente de todo amor, prometiendo recordar durante toda mi vida tanto a Vuestra Excelencia como a vuestros hijos, especialmente en el sacrificio de la misa. Cádiz, 26 de enero, 1681. Eusebio Francisco Kino S. J., misionero de las Indias (Burrus, 1964: 151-152).

Tal fue la extraordinaria mujer empresaria a la que Eusebio Francisco nunca conoció en persona, pero con la que cruzó al menos 23 cartas desde el principio de su estancia en Cádiz -el 18 de agosto de 1680- y su entrada en la Alta Pimería -el 15 de febrero de 1687-. No sabemos por qué esta relación epistolar se interrumpió durante los 24 años en que Kino trabajó en Sonora.

 

Fuentes documentales

La investigación sobre la familia, infancia y primera juventud de Kino hubiera quedado en pañales a no ser por el padre Frumencio Ghetta O. F. M., a quien tuve el honor de conocer en un viaje a Trento. Los trabajos de este bondadoso franciscano en los archivos del Trentino arrojan nuevas luces sobre la infancia y la primera juventud de Kino. En su carta del 25 de agosto de 1992, el padre Ghetta me decía: "Durante mi investigación de archivos fotocopié 50 páginas de documentos relativos a los Chini y a los Gilli; después llené siete cuadernos de notas y apuntes sacados de protocolos de notarios de Trento, Mezzolombardo, Denno y la Alta Val di Non". Debo agradecer también a don Frumencio la transcripción latina de las respuestas del padre general Juan Pablo Oliva a las siete indipetae6 de Kino y por la paleografía de la bitácora latina de la navegación de Génova a Sevilla. Mi correspondencia con don Frumencio terminó el 15 de junio de 1995. A Pietro Tacchi Venturi S. J. (1930) debemos la trascripción y edición de los textos de las indipetae de Kino entre 1670 y 1678.

Respecto a las cartas de la duquesa de Aveiro, gracias a los consejos de Herbert E. Bolton, la Biblioteca Huntington de San Marino, California, adquirió 36 cartas pertenecientes a los archivos de la familia de los Aveiro.7 Bolton nos refiere la historia de esta maravillosa compra:

Entre los famosos patrocinadores de las misiones jesuitas en el siglo XVIII figuraba la duquesa de Aveiro, de Madrid, que mantuvo correspondencia con numerosos misioneros en diversas partes del Hemisferio Occidental, entre ellos Kino. Hace pocos años sus cartas las compraron Maggs Brothers, de Londres. A petición mía las cartas de Kino -en total 80 páginas- las adquirió la Biblioteca Huntingnton, de los Ángeles, por 18 750 dólares, o sea 253 dólares por cada página. Algunos años más tarde, inesperadamente me encontré de frente al resto de la citada colección. Es decir, cierto día se presenta en mi despacho en la Universidad el hombre a quien yo había comprado una franja de terreno para agrandar la propiedad de nuestra casa, y me pregunta qué pensaba yo de unas cartas antiguas que él había comprado a los Maggs. Resultaron ser otra parte de la colección de la duquesa de Aveiro (Bolton, citado en Burrus, 1964: 74).

Debo decir que gracias a la exquisita amabilidad del doctor Refugio de la Torre Curiel tengo en mi archivo personal todas las fotocopias de la correspondencia de Kino con la duquesa de Aveiro preservadas en la Huntington Library.

Ernest J. Burrus S. J. merece un sitio muy especial entre los investigadores del periodo, pues editó 23 cartas de Kino a la duquesa, más otras seis de diversos personajes que dan noticias sobre Eusebio Francisco y dos largos informes enviados por el propio Kino a su protectora. Esperamos presentar la semblanza académica del padre Burrus en otro artículo sobre las obras completas en Sonora.

 

Contexto de la documentación

Creo de utilidad reseñar brevemente el contexto psicológico en el que deben enmarcarse los hechos de este periodo en los cinco grupos documentales de los escritos de Europa y ciudad de México, custodiados en mi archivo personal. Como dije, hasta hace poco, de la infancia y primera juventud de Kino sólo se conocían generalidades, algunas ciertas y otras equivocadas. Pero gracias a Frumencio Ghetta O. F. M. sabemos que la familia nuclear desapareció muy pronto de Segno, el pueblo natal de Kino, porque su padre -quien quería hacer del chiquillo un prestigioso notario, para lo cual era indispensable dominar el latín y el alemán- decidió ir a vivir a Mezzocorona, un pequeño pueblo de cultura totalmente germana. Kino aprendió allí el alemán jugando con sus amiguitos en la calle y recibió lecciones de latín del "tío" Virgilio Véscovi, párroco de Mezzocorona y gran amigo de la familia.

 

La familia en el Tirol

En ese contexto hay que ubicar los cuatro primeros documentos del arrendamiento y venta del terreno de Moncou. En efecto, a la muerte de su padre en 1660, Eusebio, de 15 años de edad, toma las riendas de su familia en asuntos financieros, decidido a resolver radicalmente un problema que había dejado su padre: terminar de pagar un terreno en Mezzocorona que era la parte más importante de la herencia. Los tutores tomaron el camino fácil de hipotecar los bienes, pero Eusebio sugirió a su madre y su tutor Giácomo Pasotti primero rentar y luego vender el terreno de Moncou a Cristóforo Ricardo, conde de Thun. Así, al obtener el máximo rendimiento del valioso terreno, el joven Kino financió inmediatamente sus estudios en Friburgo de Brisgovia, donde se matriculó en primer año de leyes. A mediano y largo plazo, resolvió la dote de sus hermanas casaderas y la vejez de su madre viuda. Ésta es la primera chispa de la audacia económica que manifestaría más tarde en Sonora el padre Kino.

 

Formación en Alemania

Eusebio decidió hacerse jesuita y agregarse el nombre de Francisco en gratitud a san Francisco Xavier, quien le sanó de una grave enfermedad. Al terminar su noviciado en Landsberg, tuvo que renunciar jurídicamente a su herencia paterna, lo que motivó un amistoso acuerdo entre su familia y los jesuitas del Colegio de Trento. Así comienza el Acta donationis, redactada de su puño y letra en elegante latín: "Libremente, para salud de mi alma y de mis queridos parientes, dono irrevocablemente para las causas piadosas de la Compañía todos mis bienes temporales heredados (o por heredar) de mis mayores, sea dinero en efectivo o bienes muebles e inmuebles con todos sus derechos y títulos".8 La firmó ante notario en Ingolstadt el 10 de diciembre de 1667. Tres semanas después, el 31 de enero de 1668, el provincial Serviliano Veihelin -según el espíritu mercantilista que tan mala fama acarreó a los jesuitas, podría decir algún malpensado- entregó los bienes de Eusebio Francisco al Colegio de Trento. Los jesuitas, justo es decirlo, fueron decentes y hasta generosos: retuvieron el dominio directo y entregaron a los parientes lejanos de Eusebio Francisco el dominio útil para que lo administraran a su antojo mediante el pago anual de un pequeño censo. Los Chini rara vez pagaban a tiempo, pero los padres del Colegio se hacían de la vista gorda, hasta que en 1773, cuando Clemente XIV suprimió la Compañía de Jesús, los bienes que Eusebio Francisco heredara de su padre un siglo antes pasaron al condado tirolés de Sporo y un tal Jerónimo Chini de Segno los adjudicó de nuevo a su familia (Chini, 1938: 59-60).

Durante sus 13 años de formación Eusebio Francisco siguió cultivando su sueño del Lejano Oriente, en especial con el estudio de las matemáticas, que era la llave maestra para entrar a China. Sus calificaciones muestran su inteligencia y gran aprovechamiento: "Eusebius Chinus, tirolés de la diócesis de Trento. Ingenio: supera la mediocridad; juicio: bueno para su edad; prudencia: suficiente; experiencia de las cosas: alguna; aprovechamiento en letras: se espera bueno; complexión natural: melancólica; talento: para enseñar y para muchas otras cosas con el tiempo".9

Desde Ingolstadt, donde estudió filosofía y teología, Eusebio Francisco escribió siete cartas al padre general Juan Pablo Oliva para pedirle ser destinado a las misiones de Indias. En esas indipetae, los estudiantes jesuitas solicitaban ser enviados a misiones fuera de Europa: las Indias orientales, China e India, y las occidentales, posesiones españolas y portuguesas en América. En su primera indipetae, Eusebio Francisco recuerda al padre general el voto de la enfermería:

Han pasado ya siete años cuando, siendo estudiante de retórica en Hall, estuve a punto de morir de una grave enfermedad. Uno de los padres del colegio -a quien antes yo había comunicado mis deseos de hacerme jesuita y misionero- se acercó a mi lecho para sugerirme que si recuperaba la salud hiciera voto de entrar a la Compañía y pedir las misiones de Indias. Hace cinco años, por especial beneficio divino, entré al noviciado de la Provincia de Alemania Superior y puesto que mis ardientes deseos de ir a misiones, en lugar de apagarse aumentan cada día, ahora que estoy por terminar el tercero de filosofía, pienso que ha llegado el momento de exponer mis deseos a Vuestra Paternidad. Y puesto que, por gracia de Dios, me siento animado a pasar mi vida en cualquier lugar u oficio -por más bajo que éste sea- al que me destinen mis superiores, he decidido pedir a Vuestra Paternidad mi destino ya sea a las Indias o a la China o a cualquier otra misión especialmente difícil -si es que hay algo difícil para la gracia de Dios-. Sabe muy bien el que me dio estos ardientes deseos que mucho quiero padecer hasta el derramamiento de mi sangre para su gloria y la salvación de los hombres; pero si fuera indigno del martirio, estoy dispuesto a trabajar en cualquier ministerio de la Compañía por más despreciable que sea. Y como siento que este género de vida es propio de las misiones de Indias, de nuevo pido y suplico a Vuestra Paternidad no deje de escuchar con paterna benevolencia mis ruegos y me destine lo más pronto posible a las misiones. Y cuando haya recibido este singular beneficio, no podré olvidarme de usted ni en el tiempo ni en la eternidad. Mucho me encomiendo -yo y mi vocación- en las misas de Vuestra Paternidad. Esto escribo de rodillas ante las imágenes de la Santísima Trinidad y nuestro padre San Ignacio. Ingolstadt en la fiesta de la Trinidad de 1670 (Tacchi, 1930: 9-10).

Ya vimos por qué el padre Oliva no podía acceder fácilmente a las numerosas peticiones que llegaban de toda la Compañía para la misión de China, sobre todo de la Provincia de Alemania Superior a la que Kino pertenecía.

 

Viaje a Génova y Sevilla

Cuando Eusebio Francisco terminó su tercera probación en Oëttingen, empezó a desatarse en su alma una fuerte tormenta por haber sido in Mexicum destinatus, depresión que no aparece en las cartas de despedida a un tío materno, párroco de Caldaro, ni al padre Segismundo Schnurnberg. La bitácora de la travesía de Génova a Sevilla -llena de zafarranchos de combate con piratas, desesperantes calmas chicha y una escala en Alicante- culmina en una fuerte decepción cuando, por error del piloto que se desvió hacia Ceuta, perdieron la flota de Indias. El grupo de jesuitas tuvo que esperar en Sevilla casi dos años por otra flota que los llevara a América. Publiqué la bitácora de navegación en el segundo volumen de la colección Textos en torno a Kino (Gómez, 2008).

 

Estancia en España

De este periodo, a más de la correspondencia con la duquesa de Aveiro, sólo tenemos una carta de Kino a su maestro Wolfango Leinberer. El resto de la información de Sevilla la conocemos por extractos de 26 cartas de Adán Gerstel a su padre y otras de sus compañeros Ratkay y Mancker, publicadas en el Neue Welt Bott y que esperamos editar en Textos en torno a Kino.10 Kino y sus compañeros embarcaron en Cádiz a finales de enero de 1681 y en tres meses y medio, tras una escala en Puerto Rico, llegaron a Veracruz el 3 de mayo. Al pasar por las Canarias, Eusebio Francisco escribió a la duquesa y le prometió un relato del viaje transatlántico. No sabemos si lo hizo. Tenemos en cambio el relato del pobre Kerschpamer, quien se mareó prácticamente todos los días. Kino sólo observaba…11

 

Controversia en la ciudad de México

La correspondencia de Kino con la duquesa de Aveiro nos muestra cómo Kino, ya en la ciudad de México, todavía lucha a brazo partido por no perder su sueño del Lejano Oriente. Los mareos de Kerschpamer fueron estratégicos: pensó que a su pobre amigo le quedaban aún 190 días de navegación. ¿No sería mejor sugerir a los superiores que se quedara en México y que él tomara su lugar a Filipinas? En consecuencia, no bien llegó a la ciudad de México, empezó a mover los hilos con el padre Baltasar de Mansilla, procurador de las misiones de Oriente. Ésto escribió a la duquesa el 4 de julio de 1681:

El padre Baltasar trata también de que se me destine a China. En consecuencia, habló hace unos días del asunto con el padre provincial, con objeto de conseguir mi ayuda en las misiones orientales. El padre provincial -que piensa enviarme a California en compañía del padre Matías Goñi, un veterano misionero, cuando parta un considerable contingente de barcos y soldados dentro de unos meses (si Dios así lo quiere) para hacer una exploración más detenida de la extensa isla o península- todavía no ha comunicado su decisión final al padre Baltasar. Probablemente lo hará cuando el padre Antonio [Kerschpamer] venga aquí desde Puebla dentro de dos o tres semanas […]. Aun siendo él designado para las Filipinas, seguramente se quedará en la Provincia mexicana debido a los grandes apuros que pasó durante el viaje, y tal vez de ese modo pueda lograr que me asignen a Oriente en su lugar. Mientras tanto no me atrevo a preferir, pedir o desear una misión más que la otra, no sea que se me diga "no sabes lo que pides". Pero hasta que tal momento llegue, todos los días encomiendo fervorosamente esta intención a Nuestra Señora de Guadalupe para que los superiores decidan lo más grato a Dios misericordioso. Con este propósito, voy semanalmente a decir misa al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe […]. A menos que la flota parta de Veracruz antes de lo previsto, trataré de informaros por carta, lo antes posible, de la misión que mis superiores vayan a asignarme. Tanto si me mandan a Oriente como si me dejan aquí para las misiones de Nueva España o California, estaré siempre enormemente agradecido y recordaré siempre a Vuestra Excelencia en mis oraciones y sacrificio de la misa (Mattevi, 1994: 159-162).

Durante los cinco meses de su estancia en la ciudad de México, Kino visitó con frecuencia a sor Juana Inés de la Cruz, quien le dedicó un soneto12 a propósito de la famosa controversia con Sigüenza y Góngora -profesor de matemáticas en la Real y Pontificia Universidad- por el cometa de 1681, que tenía aterrorizada a la ciudad de México. Para tranquilizar los ánimos, don Carlos acababa de publicar su Manifiesto filosófico contra los cometas en el que refutaba la tesis de que éstos traían desgracias a la humanidad. En cuanto don Carlos supo que Kino, a quien precedía una gran fama de matemático, llegaba de Europa, decidió buscarlo:

Estimulado del deseo que tengo de comunicar con semejantes hombres […], me entré por las puertas de su aposento; me hice su amigo; lo llevé a mi casa; lo regalé en ella; lo introduje con mis amigos […]; le comuniqué mis observaciones astronómicas; le mostré mis cartas geográficas de estas provincias y, por saber que había de pasar a California, le presté para que las copiara, las demarcaciones originales de todas aquellas costas (Sigüenza, 1984: núm. 5).

Pero Kino no estuvo a la altura de las atenciones de don Carlos, pues escribía con impresionante rapidez su Exposición astronómica… Casi la víspera de su partida a California, el jesuita le regaló a don Carlos un ejemplar, que por supuesto leyó con recelo, sobre todo al décimo y último capítulo, en el que parecía que Kino impugnaba los cinco argumentos del Manifiesto filosófico… Dice don Carlos: "Este capítulo ha de ser el principalísimo campo en que batallemos pues es fuerza el que así sea; y porque a ello me obliga, ¡manos a la obra y ayude la razón a quien la tuviere!" (Sigüenza, 1984: núm. 30). Y la razón la tuvo Sigüenza. El tratado astronómico de Kino fue un fracaso porque estaba profundamente influido por las creencias populares del Tirol y su mente no estaba en los cálculos matemáticos sino en las últimas negociaciones con el padre Mansilla para ir a China y dejar en México a Kerschpamer. Éste es el contexto humano y científico amanecer y atardecer del sueño del Lejano Oriente en el que debe enmarcarse la controversia astronómica con Sigüenza y Góngora.

 

A modo de conclusión

Sobre la documentación reseñada hay buenas noticias: de los 37 documentos preselecionados para el periodo europeo de 1661 a 1681 -descontamos la carta perdida de Kino a Noyelle del 24 de febrero- tengo fotocopiados 36. Por supuesto, quedan trabajos pendientes: 13 inéditos necesitan traducción -cuatro del italiano antiguo, muy mezclado con latín y tirolés- y nueve autógrafos latinos. Puesto que intentamos publicar una edición facsimilar, aún tengo que traer de los repositorios originales siete manuscritos de Kino de los que sólo tengo la trascripción. De todo lo dicho, se deduce que tenemos 23 documentos, incluyendo el impreso raro de Exposición astronómica…, listos para la edición de las obras completas.

Una pista a seguir son las cartas que la duquesa de Aveiro escribió a Kino durante la estancia de éste en Cádiz. Hace tiempo me encontré en el aeropuerto de Madrid con un académico español, miembro del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, quien dijo ser descendiente de la duquesa y que "algún día" tendría mucho gusto en hurgar en los archivos de su ilustre "tatarabuela". También a mí me gustaría, pues sería maravilloso que tuviéramos la correspondencia completa entre Kino y "la madre de las misiones".

Finalicemos con la pregunta inicial: ¿cómo llegó Kino a la Nueva España? En profunda crisis por haber sacado en la rifa la papeleta "México" y no "Filipinas", que era el camino para llegar a la Gran China, donde había trabajado su "pariente" Martino Martini y para lo que el propio Kino se había preparado intensamente en matemáticas y cartografía. Aunque con toda sinceridad dijo a la duquesa: "Al principio me pareció un duro golpe […] pero pronto vino a mi alma la serenidad", lo cierto es que su destino en México le pesó en el alma durante cuatro años, desde el 30 de junio de 1678, en que salió de Oëttingen con Kerschpamer, hasta el 3 de junio de 1682, en que escribió a la duquesa desde Rosario, Sinaloa, camino a California:

Al padre Baltasar de Mansilla le debo muchas gracias por las diligencias que hizo para poderme enviar a la Gran China, misión que yo, tantos años ha, la deseé tanto. Pero tengo por cierto que es disposición divina que vaya a las Californias y así hágase la santísima voluntad del que siempre sabe lo que más conviene. Confieso que voy con grandísimo consuelo (Burrus, 1964: 178-179).

Cristina Pacheco tiene un programa lleno de sabiduría popular: Aquí nos tocó vivir. Los entrevistados, gente del pueblo, dicen esta frase no con resignación sino con gratitud a Dios, que les ha dado esas oportunidades en la vida, que aunque siempre difícil es bella. En el caso de Kino, el "aquí nos tocó vivir" -Sonora, a finales del siglo XVII y principios del XVIII- revela una gran satisfacción existencial en medio de grandes dificultades, que resultará muy inspiradora para nosotros que tenemos que vivir en México -siglo XXI-, todavía con dolores de parto desde hace 500 años y hoy con profunda indignación, después de los hechos de Ayotzinapa.

 

Bibliografía

Impresos raros

Stöcklein, Joseph, 1726, Der Neue Welt-Bott [NWB] mitt Allerhand Nachrichten dern Missionarium Soc. Jesu. Allerhand so lehr als geistreiche Brief Schriften und Reis-Beschreibungen welche von denen Missionariis der Gesellschafft Jesu aus Beyden Indien und andern über Meer gelegenen Ländern Seit An. 1642 bisz auf das jahr 1726 in Europa angelangt seynd. Jetzt zum Erstenmal theils aus Handschrifftlichen Urkunden, theils aus denen Französischen Lettres Edifiantes verteutscht und zusammen getragen von Joseph Stöcklein gedachter Societät Jesu Priester. Erster Bund oder die 8 erste Theil. Cum Pivilegio Caesareo et Superiorum Facultate ac Indice locupletissimo, Augsburg und Grätz.         [ Links ]

 

Fuentes de Kino publicadas

Bolton, Herbert Eugene, 1948, Kino's Historical Memoir of Pimería Alta, a Contemporary Account of the Beginnings of California, Sonora and Arizona, by Father Eusebio Francisco Kino S. J., Pionner Missionary, Explorer, Cartographer, and Ranchman (1683- 1711), 2 vols., University of California Press, Berkeley.         [ Links ]13

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Principales archivos citados

Archivo Diocesano de Trento, Trento, Italia (ADT)

Archivo Parroquial de Torra, Trento, Italia (APT)

Archivo Romano de la Compañía de Jesús, Roma, Italia (ARSJ)

Archivo de Estado de Trento, Trento, Italia (AST)

Bayerische HauptStaatsArchiv, Múnich, Alemania (BayHStA)

Bayerische Staatsbibliothek, Múnich, Alemania (BaySB)

Biblioteca Nacional de México, Universidad Nacional Autónoma de México, Distrito Federal, México (BNM)

Fondo Gesuitico al Gesú di Roma, ahora integrado al ARSJ (FG)

Huntington Library, San Marino, California, Estados Unidos (HM)

 

Notas

1 Primera edición de Favores celestiales en español. Véase nota 13.

2 La argumentación de Böse a favor de la nacionalidad alemana de Kino está en Kino (1989: XIII-XV).

3 Véase "Imperio austro-húngaro", en Enciclopedia hispánica (1992-1993: t. 2, 223-226).

4 Una buena biografía de Martini es la de Bologniani (1978).

5 Los datos biográficos de la duquesa están en Burrus (1964: 21-27). Para entrar más a fondo en su familia, véase el texto de Antonio Caetano de Sousa, "La casa de Aveiro", en Historia Genealógica da Casa Real Portugueza, que Burrus (1964) reproduce en el apéndice VIII, pp. 374-386.

6 Cartas latinas en que los jesuitas pedían el destino a misiones extranjeras. Del verbo latino petere: pedir las Indias.

7 Catálogo núm. 432, Bibliotheca Americana, parte II, "Padre Kino, El Apóstol de California: Sus descubrimientos y exploraciones en California en una serie de cartas autógrafas (1680-1687)".

8 El texto de la donación está publicado en Chini (1938: 56-57).

9 Catalogus Secundus, col. Ingolstadiensis, año 1669, ARSJ, Germ. Sup. 25, ff. 132v-133.

10 Las cartas están en Stöcklein (1726), Gerstel núm. 26; Ratkay núm. 28 y Mancker núm. 30. Carta 28, de Joannis Ratkay al provincial de Austria Nicolás Avancinum (México, 16 de noviembre de 1680) sobre el naufragio en Cádiz y travesía de Cádiz a Veracruz, etc. Carta 30, de Andrés Mancker -cambió su nombre por Alfonso de Castro- al procurador en Viena Constantino Schiell (México, 25 de febrero de 1681) sobre el naufragio del Nazareno, generosidad de los españoles, descripciones de Puerto Rico, Veracruz y ciudad de México. Veintiséis cartas, núm. 31, de Adán Gerstel a su padre (Puebla de los Ángeles, 14 de julio de 1681) sobre la estancia en Sevilla. Carta 32, de Neumann a Stowasser (Sisoguichi, Chihuahua, 29 de julio de 1686) con noticias de Kino desde California sobre ataques de piratas.

11 La narración de Kerschpamer en alemán e italiano está en Mattevi (1994: 31-102).

12 Publicado también en Kino (1971: 220, nota 11, AK 4-5).

13 Francisco Fernández del Castillo paleografió los más de 400 folios de FC y comenzó a publicarlos en entregas, entre 1913 y 1922, en el boletín del Archivo General de la Nación. Finalmente, aparecieron Las misiones de Sonora y Arizona (Kino, 1989).

 

Información sobre el autor

Gabriel Gómez Padilla es profesor-investigador en la Universidad de Guadalajara. Desde 1986 trabaja sobre la vida y obra de Eusebio Francisco Kino sj. Todo comenzó cuando tuvo a su cargo la investigación documental para la traducción al castellano del Rin of Chrispendom -la mejor biografía de Kino, escrita por Bolton en 1936-. Su admiración por el personaje creció cuando, en varias cabalgatas por el desierto de Sonora, sintió fuertemente que dentro de sus compañeros estaba vivo este jesuita del siglo XVII, que es un santo, y que tenía mucho que decir al convulso México de hoy.

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