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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.46 Ciudad de México sep./dic. 2014

 

Legados

 

Eric Wolf: las fuerzas que lo forjaron

 

Sydel Silverman

 

Es un honor y un placer estar hoy con ustedes. Eric hubiera estado muy contento de saber que muchos de sus libros están aquí, porque amaba a México, tenía alta estima por el CIESAS [Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social] y se sentía muy cercano a Ángel y a la familia Palerm. Consideraba a Ángel su hermano mayor. Es adecuado que hoy hable de las fuerzas que lo conformaron, porque Eric no creía en lo individual como algo autodeterminado o como una entidad aislable. Aprendió de Norbert Elias, a los 17 años, que cada persona es una intersección de múltiples roles sociales, un producto de procesos sociales, así que trataré de reconstruir cómo Eric llegó a ser una persona y el antropólogo que conocimos.

Al trazar su historia familiar, una se sorprende por la manera en que ésta se expandió a través de fronteras tanto físicas como culturales y por la certidumbre de Eric acerca de que ello formó su noción del mundo como interconectado. Del lado paterno, su familia vivió al menos desde el siglo XVII en Moravia, dentro del Imperio Austro-húngaro, y se mudó a Viena a mediados del XIX, cuando se otorgó a los judíos la libertad de residencia. Aunque en la familia hubo algunos hazzanes o cantores, ya en la generación del padre de Eric la familia era totalmente secular. Arthur Wolf, su padre, el menor de cuatro hermanos, quedó huérfano a edad temprana. A los 14 años Arthur ya era aprendiz en la fábrica textil donde trabajó su padre. Autodidacta en idiomas y literatura, fue ascendiendo dentro de la compañía y a los 20 años viajó dos veces a Sudamérica como agente de ventas de la empresa. Hizo el servicio militar obligatorio y al estallar la Primera Guerra Mundial fue llamado como oficial —aseguraba ser el judío con más alto rango en el ejército austriaco—. Fue herido de gravedad en su primera acción de batalla. El hospital al que lo llevaron fue tomado por los rusos por lo que se convirtió en prisionero de guerra. Estuvo cinco años en Siberia, pero como oficial disfrutó de ciertos privilegios y libertad de movimiento. Con su círculo de amigos oficiales leía y discutía libros, montaba obras de teatro y de vez en cuando se aventuraba a visitar pueblos de Siberia.

Su familia materna era de Ucrania. Sebastian Ossinovsky, padre de su madre, María —o Mura—, emprendió varios negocios, entre ellos una editorial que publicó un periódico en inglés. A causa de su participación en la fallida revolución de 1905, Sebastian y su familia fueron obligados a huir a Nimes, Francia. A los dos años se les permitió volver a Rusia, pero sólo al lejano este y bajo la tutela de Leonj Skidelsky, un pariente poderoso. Leonj había ganado la concesión para la construcción del último tramo de la vía del Ferrocarril Transiberiano y los derechos para explotar las minas de carbón y los bosques requeridos para abastecer al ferrocarril. Los Ossinovsky, incluidos Mura y sus cinco hermanos, se establecieron en Vladivostok, cerca de la frontera con Manchuria y Corea, donde Sebastian trabajó como representante de las minas de carbón Skidelsky. Mura estudió medicina ahí.

Arthur Wolf, siendo prisionero de guerra, ideó convertirse en profesor de idiomas y bajo esa careta conoció al hermano de Mura, oficial ruso que simpatizaba con los bolcheviques. En 1919, a causa del desorden provocado por el movimiento revolucionario, se relajó el control sobre los prisioneros y Arthur se encontró en Vladivostok sin saber a dónde ir. Tocó a la puerta de los Ossinovsky, fue invitado a pasar y allí conoció a Mura. La familia lo tomó como tutor de los hermanos menores y también como guardaespaldas, ya que el secuestro de infantes era común. Arthur cortejaba a Mura con cartas de amor. Cuando los prisioneros fueron repatriados, Mura se fue con él y se casaron en Estrasburgo. Se establecieron en Viena y un año después, el 1 de febrero de 1923, nació Eric. El idioma en común de Arthur y Mura era el francés, que fue la primera lengua de Eric.

Entre tanto los bolcheviques tomaron Vladivostok. Los padres y dos hermanos de Mura se trasladaron a Harbin, en China. Sebastian trabajaba en la mina de los Skildelsky que daba servicio a la extensión del Ferrocarril Transiberiano en Manchuria. En Harbin prosperó en otros negocios dentro de la vibrante comunidad judía. Vivió hasta 1940 y, aunque Eric no lo conoció, Sebastian tuvo una fuerte presencia en su vida. Los hermanos de Mura se mudaron a Estados Unidos, Austria y Shanghai, pero el menor, uno de los tíos de Eric, se quedó en Harbin mucho después de la Revolución china hasta que en 1964 fue obligado a salir y se estableció en Suiza.

En todos sentidos, Eric, como hijo único, era un terror y tenía la tendencia a inventar bromas de todo tipo. También tuvo una conciencia política temprana. A los 10 años, en 1933, escribió una postal a su padre, que viajaba por negocios. Eric describió a los nazis que vio en un desfile del 1 de mayo en Viena y los ridiculizó, incluyendo a Hitler. Luego agregó en una posdata: "Perdona que tenga un poco de actitud política, pero estos tiempos lo requieren". Eric pasó su adolescencia temprana en los Sudentenlad [Sudetes] —Checoslovaquia—, en la ciudad industrial de Tannwald, donde su padre era el director de una fábrica textil. Eric era muy consciente de las pugnas étnicas entre alemanes y checos. También observaba que las prácticas de la era capitalista de la fábrica de su padre para abatir la Depresión impactaban a la clase obrera, con cuyos hijos jugaba en las calles. Asistía a un bachillerato alemán. Dos compañeros de clase quedaron arraigados en su memoria: uno era un rufián entusiasta de las juventudes nazis —que robó la bicicleta de Eric y su colección de sellos cuando fue obligado a emigrar— y el otro era su mejor amigo Kurt Loeffler, cuyos padres católicos socialistas se ofrecieron a ocultar a la familia Wolf cuando llegaron los nazis a Tannwald. Kurt, un artista en ciernes, fue reclutado y murió en el frente ruso, en la misma guerra en la que Eric luchó del lado opuesto.

En 1938, cuando los nazis ocuparon Austria, el padre de Eric logró enviarlo a Inglaterra. Allí se inscribió en la Escuela Forestal. No hablaba una sola palabra de inglés, pero al terminar el año ganó el premio al mejor ensayo en inglés. Estaba igualmente orgulloso de su premio como el mejor recluta paramilitar. Los que conocieron a Eric como un hombre amable y un caballero se sorprenderán al enterarse de su etapa militarista, pero como testigo de la violencia en su mundo él estaba decidido a enfrentarla y no a huir de nuevo. En la Escuela Forestal se encontró por primera vez con las ciencias naturales, ya que éstas no se enseñaban en el bachillerato alemán. Fuera de la escuela empezó a leer libros del English Left Book Club —Club Inglés de Libros de Izquierda— y de la Open University —Universidad Abierta—, que fueron su introducción al marxismo.

Mientras los británicos se preparaban en 1940 para una invasión esperada, reunieron a todos los varones de cierta edad identificados como extranjeros enemigos por sus pasaportes. Eric compareció ante un tribunal cuya tarea era separar a los refugiados inocentes de aquellos que ponían en riesgo la seguridad. Había tres categorías: los que con certidumbre eran antinazis, los reconocidos simpatizantes de los nazis y una categoría intermedia de "sospechosos". Le preguntaron: "¿Opina que todos los nazis son malos?". Eric respondió: "Es más complicado que eso". Por este motivo fue asignado a la categoría de sospechoso y enviado a un campo de internamiento. Los internos, en su mayoría judíos y socialistas, trataron de conservar la cordura organizando conferencias y debates. Ahí conoció a Norbert Elias y tuvo su despertar a las ciencias sociales. Su breve estancia en el campo marcó un cambio de vida para él.

Los primeros años de Eric estuvieron enmarcados por los acontecimientos trascendentales de la primera mitad del siglo XX: la Primera Guerra Mundial, la Revolución rusa, la disolución del imperio de los Habsburgo, los conflictos étnicos y de clase en Europa central, el surgimiento del nazismo, la aparición de la izquierda ilustrada en Inglaterra y la Segunda Guerra Mundial. Éstos fueron más que contexto en su vida, fueron componentes de su experiencia. Los padres de Eric lograron seguirlo a Inglaterra y en junio de 1940 los tres abordaron uno de los últimos barcos de pasajeros con permiso para cruzar el Atlántico, de nuevo patrocinados por un Skidelsky. Se establecieron en Queens, Nueva York, y Eric tuvo su primer trabajo: como él lo describió, en la casa de la muerte de la granja de pollos de sus parientes. Entró al Queens College en otoño. Intentó estudiar química, como deseaba su padre, pero —como él decía— sus experimentos estallaban o se tornaban del color equivocado. Por accidente, se encontró con un curso de antropología —sobre culturas de Asia— y descubrió que todo lo que siempre le había interesado era, de hecho, un tema académico.

En 1943, Eric dejó la universidad para unirse al ejército de Estados Unidos y en el proceso adquirió la ciudadanía estadounidense. Rechazó el entrenamiento de oficial y en su lugar solicitó ingresar a la Décima División de Montaña, tropas en esquís, integrada básicamente por europeos con estudios, bien educados y expertos en montañismo. Le gustaba ser soldado y se enorgullecía de saber que él, un muchacho judío de Viena que alguna vez tocó el violín, podía disparar como los mejores de ellos. Los altos mandos del ejército eran hostiles hacia la División y la confinaron a un campamento en Texas hasta finales de 1944, cuando las tropas aliadas estaban paralizadas en su marcha hacia el norte vía Italia porque las tropas alemanas se habían atrincherado en las altas montañas. La unidad de Eric fue llamada a acción e hizo una heroica escalada nocturna por un acantilado impenetrable con el fin de tomar una ubicación estratégica. Pero en el asalto recibió un disparo en la cabeza, y por una fracción de pulgada no se convirtió en un vegetal. Se recuperó, aunque con daños de audición de por vida. Para entonces la guerra en Europa había terminado y Eric fue enviado al Véneto para interrogar a prisioneros de guerra alemanes e identificar a los que fueron miembros de las SS [Schutzstaffel, escuadrón de protección de Hitler y del Partido Nacionalista], lo que hizo revisando si tenían el tatuaje correspondiente en sus axilas.

La mención de la Estrella de Plata de Eric dice que mató a ocho alemanes. Cuando años más tarde mi hija le preguntó si no se sentía mal por ello, él respondió que lamentaba no haber matado a más. A pesar de su profunda participación en el movimiento contra la Guerra de Vietnam, Eric no era pacifista. Se opuso a guerras estúpidas, innecesarias e injustas, incluidas las guerras campesinas sobre las que escribió. Su experiencia en la Segunda Guerra Mundial tuvo un efecto profundo en su visión del mundo. Decía que era imposible imaginar, sin verlo, la faceta de poder absoluto que la armada estadounidense podía presentar. Para él, desde entonces, el poder nunca fue una abstracción.

Después de la guerra, Eric regresó al Queens College y rápidamente terminó sus estudios. Ya calificaba para el G. I. Bill, que pagó sus estudios por ser veterano. Decidido a estudiar antropología y por consejo de Hortense Powdermaker, solicitó su ingreso a la Universidad de Columbia. Sus compañeros de generación eran una nueva especie de estudiantes: veteranos con cicatrices de batalla, políticamente de izquierda, impacientes por encontrar respuestas a preguntas de la vida real. Columbia, entonces dominada por el culturalismo, tenía poco para satisfacerlos, por lo que formaron su propio grupo de estudio que llamaron la Sociedad de Agitación Mundial, el famoso MUS por sus siglas en inglés (Mundial Upheaval Society). Entonces Julian Steward llegó a Columbia. Su ecología cultural materialista atrajo a estudiantes del MUS y cuando recibió financiamiento para llevar a cabo un estudio de la isla de Puerto Rico ya contaba con su equipo para campo: Eric, Sidney Mintz, Robert Manners, Elena Padilla y Stanley Diamond, entre otros.

El estudio de Puerto Rico fue uno de los primeros intentos por abarcar la totalidad de una entidad nacional o lo que entonces se llamaba una "sociedad compleja". El marco propuesto por Steward daba un lugar central a la base productiva. Los miembros del equipo trabajaron en diferentes entornos ecológicos característicos de la diversidad agrícola de Puerto Rico. A Eric le asignaron los cultivos de café de pequeños campesinos en las tierras altas centrales. Steward los dejó solos. De hecho, parece que los visitó sólo una vez, cuando les expresó su consternación porque habían distorsionado lo que habían aprendido de él y no estaban siguiendo su teoría. Mientras trataban de entender lo que observaban, Eric y Sid en particular iban más allá de la ecología local y vinculaban los contextos políticos y económicos de sus comunidades. En ese momento, ellos fueron incluso más lejos del culturalismo de sus otros maestros. En una carta que Eric escribió a Morton Fried, cuando ambos estaban en el campo, menciona el deceso de Ruth Benedict y añade: "Que ella y sus ideas descansen en paz".

Steward esencialmente abandonó el trabajo y dejó que Eric y Sid integraran el volumen que abarcaba los resultados de todo el proyecto. Cuando se pusieron a trabajar, se dieron cuenta de que debían considerar la historia colonial de Puerto Rico para darle sentido al proyecto. Eric añadió una sección introductoria sobre la historia de la isla. Sin ser del todo conscientes de ello, estaban conformando una economía política históricamente situada, lo que se convertiría en el sello distintivo del futuro trabajo de ambos. El proyecto de Puerto Rico no fue para Eric la introducción a la idea de una antropología del mundo moderno. Más bien, era consistente con la visión de la antropología que siempre había tenido y que nunca asimiló con el estudio de sociedades primitivas. Incluso como estudiante, pensaba en cuestiones más amplias sobre las civilizaciones y sus conexiones a través de las fronteras. Mientras escribía su tesis, por ejemplo, escribió el artículo "La organización social de la Meca y los orígenes del Islam", al que describió como una especie de descanso de su tesis.

Después de que Eric obtuvo el doctorado en 1951, permaneció cuatro años sin un trabajo regular. Técnicamente era un investigador asociado de Steward. Siempre se sintió atraído por México y ya hablaba español, por lo que solicitó una beca para hacer el trabajo de campo ahí. Su plan era estudiar la industria de la minería de plata en Guanajuato, pero un entorno violento en la mina y un cura hostil hicieron imposible su trabajo de campo. En su lugar, miró hacia la historia: su estudio sobre la historia del Bajío le dio la oportunidad de explorar otro conjunto de intereses sobre los procesos de formación de la nación. Así fue como conoció a Ángel Palerm. Con su trabajo conjunto sobre la importancia del sistema de irrigación prehispánico en el desarrollo cultural iniciaron una colaboración que duró muchos años.

Termino esta historia donde empecé: con Eric en México.

 

Nota

Traducción: Patricia Torres Mejía

 

Información sobre la autora

Sydel Silverman es presidenta emérita de la Fundación Wenner-Gren para la Investigación en Antropología y profesora emérita de antropología en la City University of New York. Se ha involucrado profundamente con la preservación de archivos y registros antropológicos.

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