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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.40 Ciudad de México sep./dic. 2012

 

Reseñas

 

Jóvenes que viven en la calle

 

Young People Living in the Street

 

José Guadalupe Rivera González

 

Sara Makowski, 2010 Jóvenes que viven en la calle Siglo XXI, México, 208 pp.

 

Coordinación de Ciencias Sociales y Humanidades, Universidad Autónoma de San Luis Potosí, San Luis Potosí, México. joserivera@uaslp.mx

 

 

Este trabajo se coloca en la línea de un vasto número 1 de investigaciones que han visto la luz en las últimas décadas, en las que se pretende analizar el impacto del proceso de reestructuración de los modelos de generación y acumulación del capital en la ciudad y en sus habitantes. Resulta innegable el efecto negativo de la instrumentación de políticas neoliberales en los contextos urbanos. La ciudad se ha constituido como un espacio privilegiado para analizar los procesos de reconfiguración social, económica, política y cultural. La ciudad será el espacio en el que se hacen presentes y visibles diversas experiencias de exclusión. Jóvenes que viven en la calle presenta los resultados de una investigación volcada a conocer los problemas relacionados con la exclusión que vive un conjunto de jóvenes en diversos espacios de la ciudad de México. La experiencia de la exclusión puede ser vivida de múltiples maneras: la pérdida o la falta de empleo, no acceder a la educación en cualquiera de sus niveles, la carencia de una vivienda propia, la migración clandestina y la falta de acceso a las diversas tecnologías de comunicación. Resulta significativo que para quienes poseen estos recursos, la idea de la inclusión, que representa la manera en la que están incorporados a otras comunidades, se construirá a partir del uso cotidiano que hagan de ellos. Para la autora, la práctica de vivir en la calle simboliza, tal vez, el límite de la desintegración del mundo familiar de los y las jóvenes. Sin embargo, la experiencia de la vida callejera —difícil, llena de peligros y traumática— significa una oportunidad para que los mismos sujetos jóvenes construyan nuevos y fuertes vínculos, que de una u otra forma suplen la ausencia de afecto, de cariño, de solidaridad y de compañerismo de sus espacios familiares.

 

ELEMENTOS TEÓRICOS PARA ESTUDIAR LA EXCLUSIÓN

Ante un fenómeno que atraviesa límites geográficos y barreras socioeconómicas y culturales, se plantea el imperativo de afinar el análisis, proponer rutas de investigación y esbozar nuevas hipótesis de trabajo. La necesidad de buscar las causas de la exclusión se vuelve crítica, no sólo en argumentos o en determinantes de carácter estrictamente económico, también hay que considerar la pertinencia de colocar el énfasis en variables de orden social, político y simbólico-cultural. Este aspecto será clave en el entendimiento del concepto de "exclusión" que retomará Sara Makowski para analizar la situación de los y las jóvenes que viven en la calle. La autora explica respecto de la exclusión:

tiene múltiples facetas y alude a diversas formas de relación o no relación con las instituciones, con las estructuras políticas, familiares, profesionales, económicas: se puede hablar de exclusión profesional, exclusión racial y exclusión sindical. Siempre se está excluido de algo y de alguien (p. 35).

Ésta es una afirmación de gran valor, ya que la experiencia de la exclusión no es igual para todos los sujetos jóvenes. Incluso en un mismo contexto de deterioro y en un mismo sector de la población se generan diferentes manifestaciones de la misma: desempleado, gente sin casa, población migrante o itinerante, enfermedades mentales, marginación indígena, etc. Lo anterior demuestra lo trascendental que es contar con un concepto amplio, diverso e incluyente para analizar las variantes del fenómeno. En este trabajo se retoma la propuesta de otros investigadores que han señalado la necesidad y la importancia de estudiar la exclusión social por etapas o niveles, que han optado por emplear otras categorías analíticas para hacer referencia a los procesos de exclusión social. La experiencia que recupera la autora se desprende de las reflexiones del trabajo de tres autores, que ofrecen nuevas formas de estudiar el mundo de la exclusión.

En primer lugar, se destaca el trabajo de Serge Paugam (1991), que propone que la desintegración social es una condición que se presenta y se experimenta a partir de ciertas determinantes materiales. Una de ellas, que coloca a los individuos en una situación de vulnerabilidad, es la fragilidad del ámbito laboral que conlleva a su vez la propia del entorno relacional. La dificultad para acceder a un trabajo de tiempo completo coloca a las personas en una situación que obstaculizará su integración y la construcción de una identidad como individuos proveedores de recursos materiales. También se observará una limitación en el proceso de ser los forjadores de la estabilidad familiar. Estos individuos construyen la percepción de ser dependientes de la asistencia del Estado y de otras organizaciones. Quienes carecen de una base laboral se ven en la necesidad de instrumentar una serie de estrategias, de renegociaciones de su identidad y de construcción de nuevas racionalizaciones en torno a su nueva y cambiante situación. El mismo Paugam propone la condición de asistido para referirse a la situación de dependencia del individuo hacia los programas de asistencia. La tercera y última categoría que plantea este autor es la de las y los marginados, quienes se encuentran en una condición límite de la exclusión social. Aquellos sujetos que se enfrentan a una situación de marginación son parte de la degradación económica y moral, sufren un profundo deterioro de su identidad, que los descalifica y los margina como personas.

Robert Castel (1995) desarrolla una segunda alternativa para el análisis de la exclusión estudiada por Makowski. Este autor reconoce que el proceso de desafiliación de las personas se presenta principalmente a partir de la falta de vinculación con el mundo laboral, lo cual se traduce en una condición de desdibujamiento o debilitamiento de las redes relacionales para quienes carecen de un empleo formal. Es decir, la falta de empleo se traduce, la mayoría de las veces, en una situación de aislamiento social. Finalmente, la autora retoma la propuesta de la desinserción social, a partir de los análisis de Vincent de Gaulejac e Isabel Taboada Léonetti (1997). Ellos destacan las dimensiones subjetivas y simbólicas que construyen los individuos en la esfera de la exclusión. La no integración, es decir la exclusión, se promueve por la falta de empleo, por la pobreza, por el aislamiento, por la ruptura de los lazos o vínculos de pertenencia, por el estigma y, por último, por la desvalorización. Para estos autores, las situaciones de ausencia de integración configuran un proceso que segenera ante la ruptura de tres ejes fundamentales: económico, social y simbólico.

En sí mismo, ninguno de estos factores será suficiente para hablar de una exclusión total. Lo relevante del análisis consiste en la articulación de los tres y en la posibilidad de observar cómo se forjan las estrategias individuales o familiares para enfrentar la situación. Bajo esta perspectiva, resulta fundamental entender que no hay una sola variable o un factor único y determinante para que una persona experimente la situación de exclusión. Alguien que vea canceladas sus perspectivas laborales y deje de percibir un sueldo y las prestaciones a las que tiene derecho por ley podrá verse en la necesidad de echar mano de su red de amigos y parientes para poner en marcha una estrategia de trabajo por cuenta propia. Es decir, se encuentran casos en que los sujetos ponen en operación de forma casi inmediata una serie de acciones o estrategias encaminadas a evitar una exclusión o desintegración social total. Mientras se cancela una opción de trabajo, pueden intentar otras alternativas que les permitan mantener la participación en el conjunto más amplio de redes sociales y en actividades de consumo —primordiales en el proceso de construcción y reconstrucción de las identidades—. Por tanto, la exclusión se visualiza como una experiencia que resulta relativa en un primer lugar, polisémica en segundo término y siempre dinámica. Desde este punto de vista, la experiencia de la inclusión o integración se articulará siempre con la de la exclusión. Ambas deberán entenderse como parte de un mismo proceso y no como experiencias definitivas o parte de procesos. En este sentido, las historias de vida o trayectorias vitales se presentan como importantes estrategias metodológicas que permiten entender la particularidad de cada individuo y cómo puede estar entrando y saliendo de ambas experiencias. Como resultado de este rápido recuento de propuestas, la autora considera que esta última es la que más y mejor se ajusta a los intereses que más adelante habrá de analizar para el caso de los y las jóvenes que han optado por la experiencia de la vida en la calle.

 

CUANDO LA CALLE SE CONVIRTIÓ EN LA CASA. EXPERIENCIA COTIDIANA DE JÓVENES EN CALLES Y PLAZAS EN LA CIUDAD DE MÉXICO

Los niños, niñas y jóvenes que habitan en las calles y en las plazas de la ciudad de México no son algo nuevo. Lo que sí resulta novedoso es la cantidad, su incremento en términos demográficos, a lo que debemos añadir la diversidad de manifestaciones de este fenómeno.1 Por principio, se ha elevado la presencia de mujeres y de jóvenes indígenas —principalmente en los alrededores de la Central de Abasto, el Mercado de la Merced y de las centrales de autobuses—. El libro destaca que se llega a la calle porque se ha abandonado de manera temporal o definitiva la residencia en la casa por haber sido víctima de violencia familiar o por alguna otra circunstancia. Para quienes se encuentran en condición de calle o viven de forma definitiva en ella, la calle se ha convertido en el espacio donde se vive y se trabaja, pero también es el escenario donde se enfrentan a la violencia de los policías, de los vecinos, de los transeúntes y de los diversos usuarios de las plazas. Sin embargo, en la calle los y las jóvenes se ríen y se divierten, pelean y en ocasiones mueren. En la calle los sujetos jóvenes roban, se drogan y hacen sus necesidades fisiológicas, pero también en la calle despliegan su talento creativo. Los espacios de la calle o las bancas de algún parque son tomados y transformados por jóvenes que hacen de estos espacios sus nuevas moradas con materiales que recuperan de la basura, así que implementan toda una estrategia de reutilización. Sus carpas o casas se hacen presentes a la vez que son invisibles para las autoridades, los vecinos y otras instituciones. Los jóvenes entrevistados por la investigadora se han dado cuenta de que son un botín para los políticos, quienes se acercan a ellos para sacar provecho de su situación. Es importante destacar que los y las jóvenes han sabido beneficiarse de esta circunstancia: han aprendido a manejar un doble discurso que los coloca como víctimas de las arbitrariedades y de la violencia ejercida desde el poder, pero también hacen referencia a la defensa de sus derechos humanos y han recurrido a este discurso para hacer frente o impedir los abusos de los que son objeto desde el poder o por parte de los ciudadanos que los excluyen y los marginan porque viven en la calle.

Para la mayoría de la gente, el hecho de que los jóvenes hagan suya la calle contradice muchas de sus normas, valores y reglas. Por lo general, la casa se vincula con la idea de un espacio limpio, ordenado y seguro, mientras que la calle transformada en su hogar es percibida como lo contrario: se hace presente lo sucio, el desorden, lo inseguro y lo violento. De este modo, los espacios y las plazas que los y las jóvenes han adaptado para construir sus casas son territorios que están constantemente en disputa entre los propios sujetos jóvenes, las autoridades locales y los vecinos. La calle y la ciudad se transforman en espacios que marginan y que buscan hacer invisibles a los jóvenes. La calle se presenta como un espacio peligroso, si bien la experiencia de esta peligrosidad es distinta para hombres y para mujeres. Así lo demuestran los relatos y vivencias de las jóvenes entrevistadas, quienes no sólo están expuestas a la violencia física, sino también a violaciones sexuales.

 

VENTAJAS QUE ENCUENTRAN LOS Y LAS JÓVENES DE LA EXPERIENCIA DE VIVIR EN LA CALLE

Una vez que la autora ha expuesto las particularidades de la experiencia de la vida callejera, surge la pregunta obligada: ¿tiene alguna ventaja para los y las jóvenes la vida familiar en la calle, no obstante que se vive en un contexto de violencia creciente e invisibilidad? Los testimonios de los sujetos entrevistados permiten afirmar que, pese a las difíciles situaciones que viven y enfrentan de manera cotidiana en la calle, es posible rescatar algunos aspectos positivos. En primera instancia se aprende a vivir desarrollando nuevos códigos y estrategias de adaptación y de defensa. Por ejemplo, los y las jóvenes realizan sus actividades de manera grupal, es decir, aprenden a socializar a partir de la puesta en marcha de nuevos roles y nuevas reglas, similares a las propias de una familia "normal". Los jóvenes han aprendido a vivir en familia. Aunque en ocasiones no se tengan familiares consanguíneos, se establecen vínculos importantes y relaciones que adquieren gran peso en la vida cotidiana. Hay varias generaciones de niños y niñas que se volvieron adolescentes y padres o madres de familia teniendo la calle como su casa, como su hogar. Los sujetos con quienes trabajó la investigadora ven en la calle un espacio de libertades, de oportunidades y de autonomía. Si en sus hogares de origen estuvieron bajo el yugo y la vigilancia paterna o materna, en la calle han aprendido a establecer sus propias reglas y a otorgarle un sentido a sus vidas. Se construyen verdaderos vínculos afectivos y emocionales con los compañeros y compañeras de coladera o de plaza, quienes suplen el vacío de afecto que estos jóvenes vivieron en su casa. También hay que destacar el carácter volátil de muchas de estas relaciones, puesto que la vida en la calle representa igualmente una situación de entrada a espacios donde los sujetos jóvenes intentan ser readaptados o reintroducidos a sus espacios familiares de origen, o pueden ingresar a otros donde se busca que paguen sus deudas con la ley. Esta situación provoca el rompimiento momentáneo o definitivo los vínculos o las relaciones construidas con anterioridad.

Un aspecto relevante de la investigación se refiere a los bienes materiales con los que las personas jóvenes adecuan y transforman los espacios públicos para darles un uso privado. En estos lugares la investigadora encontró televisores, radios, salas, colchones, cobijas, sillas, mesas, obtenidos de diversas maneras. Los y las jóvenes hallaron la mayoría de estos objetos en tiraderos y los trasladaron a sus viviendas para seguir dándoles uso. Al interior de los espacios que han sido acondicionados por ellos y ellas se establecen normas o reglas mínimas acerca del empleo del mobiliario y horarios para el desarrollo de algunas actividades que se realizan en común. Por ejemplo, se logran acuerdos sobre la utilización del televisor y de la radio, se fijan horarios para labores de limpieza del espacio. Algunos jóvenes ejercen cierta autoridad dentro de los espacios que se han acondicionado para uso doméstico, lugares donde se descansa, se duerme, se consumen alimentos y donde se llevan a cabo las tareas de limpieza. A la par de estos espacios, es posible encontrar otros, a los que recurren de manera frecuente los y las jóvenes, entre los que destacan algunos hoteles de paso y un gran número de instituciones que brindan apoyo a esta población itinerante. En estos sitios los y las jóvenes se resguardan del frío, de la policía, de los violadores, de los asaltantes y de los propios ciudadanos. También acuden ahí para recibir tratamiento médico o ayuda jurídica. Por lo general, la presencia de los sujetos jóvenes en estos lugares es esporádica y de poca duración. Es importante hacer notar que el paso y estancia de estos sujetos en las instituciones creadas para su atención son oportunidades que permiten la construcción de nuevos vínculos y de nuevas redes sociales que serán de gran valor para ellos.

Vale la pena reparar en algunos aspectos relacionados con la metodología aplicada en la investigación, como los medios audiovisuales, en particular el video y la fotografía. La autora proporcionó a cierto número de jóvenes igual número de cámaras fotográficas para que tomaran sus propias fotografías de aquellas situaciones y circunstancias que fueran significativas para ellos. Se constituyó un archivo fotográfico de gran valor, creado a partir de las perspectivas y los intereses de los jóvenes de la calle. Esto significó una alternativa para generar datos que le permitieron a la investigadora establecer un diálogo y una interacción novedosa con su comunidad de estudio. También surgió la posibilidad de que los jóvenes asumieran una actitud de observados participantes y no sólo observados pasivos. En conclusión, todos estos elementos sirven para aglutinar, rearticular y generar nuevos roles sociales y nuevas interacciones. Las experiencias que se presentan en la investigación destacan la relación pluridimensional de los jóvenes con diversas instituciones. La investigación, rica en detalles etnográficos, ofrece la posibilidad de repensar el fenómeno de la exclusión, aspecto central cuando en los medios académico y periodístico las afirmaciones rápidas y ligeras se vuelven algo común. El trabajo de Makowski es una muestra del rigor metodológico y etnográfico que debe tener todo acercamiento que se haga por y desde la antropología respecto de este tipo de experiencias y problemas de los actores juveniles urbanos.

 

REFERENCIAS

Castel, Robert, 1995, Métamorphoses de la question sociale. Une question du salariat, Fayard, París.         [ Links ]

De Gaulejac, Vincent e Isabel, Taboada Léonetti, 1997, La lutte des places, insertion et désinsertion, Desclée de Brouwer, París.         [ Links ]

Paugam, Serge, 1991, La disqualification sociale. Essai sur la nouvelle pauvreté, Presses Universitaires de France, París.         [ Links ]

 

Notas

1 Existe gran polémica acerca de estas cifras. Parece que cada institución involucrada en el tema maneja las cantidades según su interés y su conveniencia.

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