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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.35 Ciudad de México ene./abr. 2011

 

Esquinas

 

"Cada casa es una fábrica": orientación productiva, mujeres que producen y proyectos del Estado. Respuestas desde el hogar

 

"Every house is a Factory": Productive Orientation, Women that Produce and State Projects. Answers from Home

 

Eduardo Santiago Nabor

 

Estudios Multiculturales, Universidad de la Ciénega del Estado de Michoacán de Ocampo, Sahuayo, Michoacán, México santiagonabor@gmail.com

 

Recepción: 8 de diciembre de 2006
Aceptación: 26 de enero de 2009

 

Resumen

Se analiza el caso de un pequeño ejido que desarrolló un proceso de orientación productiva, específicamente de leche–queso. El papel de las mujeres fue fundamental porque se posicionaron de manera importante dentro de un proceso productivo encadenado, que responde a los cambios de mercado y a las políticas agropecuarias del Estado. Los contenidos de dichas respuestas se fundaron en la dinámica interna de los hogares y de las relaciones comerciales y socioculturales en la localidad. Esta posición permite proponer la categoría analítica de "mujeres que producen". En su conjunto, el artículo plantea una estrategia de análisis sobre las relaciones productivas, el papel de las mujeres, las políticas para el campo y la historia productiva de pequeñas localidades.

Palabras clave: campesinado, ejido, orientación productiva, mujeres y producción agropecuaria, Campo Hermoso, Maravatío, Michoacán.

 

Abstract

We analyze the case of a small ejido that developed a productive orientation project, specifically directed to the milk–cheese production. In this process, the role of women was fundamental, in order to position significantly inside of a productive chained process that responds to the market changes and to the agricultural policies of the Mexican government. The contents of such responses were founded on the intern dynamics of the households and on the local commercial and sociocultural relationships. Such setting allows the proposition of the analytical category of women that produce. Overall, this paper raises an analysis strategy about the productive relationships, the role of women, the field policies and the productive history of small localities.

Keywords: peasantry, ejido, productive orientation, women and agricultural production, Campo Hermoso, Maravatío, Michoacán.

 

INTRODUCCIÓN

En trabajos anteriores se ha expuesto el concepto de "orientación productiva", con una categoría analítica de "mujeres que producen".1 Ambos son el resultado de reflexionar la formación de las relaciones socioeconómicas regionales entre comunidades, por una parte, y las relaciones y posición que algunas mujeres desarrollan al entrar en la dinámica de la producción, por la otra. Es una propuesta de análisis de un tipo de localidades con su historia productiva.

El concepto de "orientación productiva" debe entenderse como las características fundadas en la historia y la configuración social y cultural de muchas localidades que se distinguen en un contexto regional. A su vez, la categoría de "mujeres que producen" reflexiona en el fondo la manera en que se ha pensado el campo mexicano y sus sujetos: el campo sigue viéndose como masculino. En relación con esto último, la propuesta es pensar, con base en los hallazgos de la investigación, en el concepto "mujeres que producen" distinguiendo la importancia económica de las mujeres, enfoque iniciado por Boserup (1994 [1970]). El objetivo es reflexionar cómo los procesos nos permiten entender las relaciones entre la concepción del Estado sobre producir en el actual contexto económico neoliberal y la forma en que se perciben las respuestas a los proyectos productivos lanzados por el gobierno.

El caso del ejido que se expone tiene una historia interesante en tanto que representa el tipo de relaciones generadas por localidades que históricamente han desarrollado actividades productivas y comerciales que las distinguen.2 Esta condición también configura la relación con el Estado y las políticas dirigidas al ámbito rural. Originalmente, el trabajo planteó entender estas relaciones en el contexto de los cambios que han ocurrido desde hace al menos dos décadas en la estructura política, comercial y productiva de México, que se orienta al cambio del papel del Estado (neoliberal) y a una mayor apertura de mercados internacionales (globalización económica), situación que forma parte de la pugna en las relaciones entre el campo y el gobierno (Rodríguez y Chombo, 1998).

En el contexto actual, donde se construyen nuevas relaciones entre varios sectores, debemos distinguir la forma en que las pequeñas localidades experimentan los cambios estructurales y analizar los contenidos de sus respuestas. Esto significa que debemos entender las concepciones del campesinado sobre sus relaciones con el Estado, y hacer una distinción histórica, de género y generación. Así también, analizar el impacto que tiene la expansión de las ideas sobre lo que significa producir y comercializar en el contexto global y neoliberal que prevalece y el desplazamiento de los conocimientos y estrategias que desarrollaron los colectivos e individuos en el México rural, además de proponer una interpretación cultural y local de los estándares productivos de la globalización (Rodríguez, 1999).

La polarización socioeconómica muestra que el modelo económico seguido por países periféricos sufrió un desgaste (Bueno, 2000; Cornelius y Craig, 1988; Proud'homme, 1995). Además, los modelos económicos han presentado serias dificultades para adaptarse a realidades distintas a las planteadas en el papel (Kabeer, 1998 [1994]). No obstante las experiencias del pasado, se siguen reproduciendo los mismos errores y omisiones en los planes de los gobiernos actuales.

Así, en la búsqueda de poder entender cuáles son las implicaciones sociales y económicas que tienen las políticas actuales en países como México, coincido con Gledhill (1993) cuando expresa su idea de resaltar los efectos locales de las políticas de desarrollo, en vez del sentido negativo que guardan diferentes posiciones ideológicas. Con esto no se avala la legitimación del sentido que tienen las políticas en México, sino más bien una forma de abordar de manera diferenciada el estudio de la política de desarrollo en el nivel local. Una idea generalizada en la aplicación de programas de desarrollo es que quienes las elaboran y las aplican consideran que sus propuestas son lo que más conviene a la gente.

La mala concepción de la configuración de las relaciones campesinado–Estado me llevó a considerar al grupo familiar o doméstico como unidad de análisis, porque permite ubicar en otro nivel de observación las formas de relaciones entre individuos, entre grupos domésticos y con agentes externos a la localidad; además, deben ser planteadas como relaciones que revisten diversas formas y dimensiones (económica, social y política). La intención es resaltar que ese contexto de relaciones tiene que ver con la misma conformación de la región y el Estado nacional (De Teresa, 1992; Ellis, 1988; Parada, 1993).

El tema de las relaciones entre el Estado y la gente del campo ha sido muy ilustrado. También se ha mostrado cómo las políticas no siempre generan los cambios esperados (Appendini, 2000; Esteva, 1980; Hewitt de Alcántara, 1985). No obstante, algunos estudiosos como Carton de Grammont (2000) exponen la idea de que las políticas y cambios estructurales de los últimos años han generado una gran diferenciación en el campo mexicano. Las políticas públicas hacen esta diferenciación en los hechos: paliativos para los pobres, créditos para los ricos y mayor burocracia para los de enmedio. Así, el presente trabajo se sustenta en aquellos análisis que rechazan la búsqueda per se de cambios en el campo.

Es más productivo poner atención en procesos tan íntimos como los llevados a cabo dentro de los grupos domésticos y la localidad. De hecho, los logros más exitosos de grupos de productores y productoras han desarrollado estrategias desde sus propias necesidades y posibilidades, incluso muchos casos han estado alejados de la injerencia del Estado, principalmente en cuanto a las propuestas. En la actualidad muchas agrupaciones han generado proyectos productivos desde abajo por esos que son considerados como suyos, lo que no había sucedido con los proyectos desde arriba. Pero, ¿cuáles son las respuestas que da la gente del campo a los proyectos de desarrollo del Estado? Vemos que hay resistencia y reacomodo en estas relaciones.

El trabajo de campo se realizó en el ejido Campo Hermoso, que se encuentra dentro del valle de Maravatío, al oriente de Michoacán. Este pequeño núcleo de población está ubicado al sureste del valle. Para llegar a él se debe ir por la carretera federal número 15, que va de Maravatío a Tlalpujahua de Rayón, y en el kilómetro ocho seguir por la desviación que conduce a una carretera que llega hasta la localidad. En la región se reconoce que esta población de apenas 800 habitantes se dedica desde hace décadas a la producción de leche y queso, lo que tiene que ver con un proceso histórico, sociocultural y material que configuró las relaciones al interior y hacia afuera de la localidad.

El análisis toma relevancia en el contexto de los cambios en la estructura comercial y productiva de México que el Estado ha fomentado como parte de las políticas orientadas a un contexto económico mundial y a una mayor apertura de mercados internacionales, situación que hoy tiene en pugna las relaciones entre el campo, el gobierno y los diferentes agentes surgidos en este proceso (Rodríguez y Chombo, 1998). La historia antropológica de pequeñas localidades muestra la forma en que se enlazan a procesos amplios, afectando su posición y trayectoria, desembocando en la forma en que asumen su papel regional. Desde esta perspectiva se ha partido para concebir el concepto de "orientación productiva". Este trabajo responde a preguntas como: ¿Cuál ha sido el papel de las políticas de desarrollo en un contexto de orientación productiva local? ¿Cómo configuran la posición de la mujer en los procesos de producción locales las respuestas a dichas políticas? El trabajo pretende aportar elementos que permitan entender procesos similares en el México rural dado el contexto de las políticas actuales que afectan la vida de la gente que vive en o del campo.

Aquí se plantea el análisis de la experiencia que un grupo de campesinos ha tenido en un contexto en el que las relaciones entre grupos sociales e instituciones se conformaron desde el capitalismo. Sin embargo, su propia historia encarna la contradicción entre los resultados que hoy buscan generar las políticas del Estado —organización para la producción, empresas de productores, ventajas comparativas, mayor competitividad en mercados nacionales e internacionales— y las formas en que históricamente se ha construido la posición del campesinado. En México existen infinidad de pueblos y localidades con orientaciones productivas específicas, en tanto que están entrando en dichos procesos. Cabe analizar cómo llegaron hasta ahí, inmersos en dinámicas similares o diferenciadas, y cómo se integró una singularidad que responde a los modelos económicos y a las políticas de desarrollo en México. Éste es el eje del trabajo.

Uno de los primeros retos metodológicos que se planteó la investigación fue superar la idea sobre la dificultad de ser hombre y querer acceder a la información sobre mujeres, sus espacios y actividades. La mayoría de los comentarios sugirieron encontrar vías alternas para conseguir estos datos. Sin embargo, al término de la primera temporada de campo, en 1998, había obtenido más información de las mujeres que de los hombres. Se abrió así la oportunidad de reflexionar dicha posición a la luz del carácter de la propia localidad, pues se consideró que en realidad quienes representan la cara externa son las mujeres, ya que por sus actividades son ellas quienes deben tratar con los extraños, con los fuereños. Esto permitió observar de cerca las actividades realizadas por los diferentes miembros de los hogares a los que se tuvo acceso, pero además revelaba la importancia que tienen las mujeres en los procesos de reproducción material.

El trabajo de campo fue parte del pilar metodológico para conocer de cerca y poder describir la dinámica dentro de la localidad y algunos grupos domésticos. Datos obtenidos a través de estadísticas, censos e información dura obtenida en campo complementaron el análisis. Se seleccionaron algunas familias para ilustrar los procesos analizados. Los criterios de selección se basaron en una primera tipología que mostraba los diferentes elementos de los grupos domésticos relacionados con las actividades agropecuarias. Básicamente, fueron cuatro tipos: a) grupos domésticos productores de leche y queso; b) grupos domésticos productores de queso; c) grupos domésticos productores de leche, y d) grupos domésticos que venden su mano de obra. Cabe señalar que cada tipo tiene su connotación en la forma en que los miembros de los hogares participan y en la etapa en que se encuentran, a lo que se suma que históricamente los grupos domésticos pueden transitar por los diferentes tipos, dependiendo de la disposición de recursos humanos y materiales.

En cuanto al trabajo de archivo, se basó en la exploración del contenido de un portafolio con la mayoría los documentos sobre el ejido. El portafolio ha pasado de mano en mano entre los diferentes comisariados ejidales. Es importante mencionar que cada vez que un comisariado sale del puesto, desaparecen documentos. Esto fue mucho más acentuado de 1970 a 1995, momento en que el ejido recibió apoyos para proyectos productivos. Se completó la información con archivos estatales y la reconstrucción histórica a través de la oralidad. Otra fuente documental fueron los papeles encontrados en el suelo de lo que era la cooperativa ejidal o la fábrica de queso, donde ahora sólo hay maquinaria en proceso de oxidación, ventanas y techos rotos, lugar que de cuando en cuando algún transeúnte llega a ocupar de sanitario.

En los siguientes apartados se da cuenta de los procesos que son el centro de mi análisis. El primero aborda los elementos que se combinaron para que se desarrollara el proceso de orientación productiva. En el siguiente, se describen las características que guardan los grupos domésticos cuyas actividades productivas están configuradas por la orientación productiva de la leche–queso, además de que destaco el papel de las mujeres como componentes clave en la forma en que son contestadas las acciones del gobierno en materia agropecuaria. Ligado a lo anterior, sigue el apartado donde se describe el caso de la fábrica de queso, una cooperativa ejidal que fomentó el gobierno del estado, que no tuvo un final afortunado. Concluyo este trabajo con las reflexiones de los hallazgos.

 

HISTORIA DE UN EJIDO MICHOACANO CON ORIENTACIÓN PRODUCTIVA

Campo Hermoso es un pequeño ejido fundado en 1935, después de que se otorgaron tierras a un grupo de campesinos trabajadores de la hacienda de Guapamacataro, en el valle de Maravatío. Al principio la población no rebasaba los 250 habitantes, y hoy ronda las 800 personas.3 Los fundadores y fundadoras del ejido llegaron al valle en busca de trabajo durante el primer cuarto del siglo XX. Algunos fueron expulsados de otras áreas por diversas causas, entre las que destaca la crisis económica en sectores donde se encontraban insertados laboralmente. En este caso, algunos habían trabajado en la minería en el oriente de Michoacán: Angangueo, Tlalpujahua y El oro. También había gente que provenía del estado de Guanajuato, donde habían trabajado en el campo. El movimiento de personas hacia el valle de Maravatío fue constante. Existieron también indígenas de localidades cercanas a las haciendas, que por los constantes desplazamientos y pérdida de su territorio durante la Colonia se habían convertido en la base laboral del trabajo en las haciendas (Pérez, 1987; Pulido, 1984; Warren, 1977).

Una práctica común en algunas haciendas fue la mediería, principalmente para controlar las tierras que se encontraban alejadas en las zonas serranas. Los hacendados podían permitir que algunas familias trabajaran esas tierras a cambio de un pago que casi siempre era en especie. Aunque no son muy claras las condiciones en las cuales se otorgaron los terrenos, algunas familias que establecieron estos contratos habían sido expulsadas por las crisis de la minería (Herrejón, 1980). Estas familias vivieron un proceso similar al de grupos mestizos en la sierra de Jalisco y Michoacán, denominado ranchero (Barragán, 1997; Barragán et al., 1994; González y González, 1995). En las primeras décadas de vida del ejido, los conocimientos que acumularon dichas familias fueron clave, principalmente por la existencia de una relación entre el medio ambiente y las actividades desarrolladas, entre las que destacaban el manejo de ganado y el procesamiento de productos animales, como la leche. Con los cambios en el régimen de la tierra de principios del siglo XX, estas familias fueron acercándose cada vez más al valle de Maravatío, hasta que se incorporaron como fuerza laboral en las haciendas, pero su experiencia ya les había formado una tradición ganadera, similar a la que describen los estudiosos de la cultura ranchera (Barragán et al., 1994; González, 1995 [1968], y Cochet, 1991).4

Ése era el panorama sociocultural en el momento de la fundación del ejido Campo Hermoso. A los pocos años el conocimiento acumulado comenzó a ser utilizado. En el momento del reparto agrario, algunas familias no consideraron sólo sembrar la tierra, al principio también hubo comercialización de leche, que refieren como la venta de leche "cocida",5 que se enviaba por tren a la zona minera de Angangueo. Eran pocas familias las que cocían la leche. De hecho, la producción del líquido no era muy grande en el ejido recién formado. Además, su capacidad de producción estaba limitada por el poco y mal alimentado ganado que poseían. Esto los llevó a entablar relaciones comerciales con localidades cercanas para comprar más leche, porque la demanda se incrementó. Recordemos que muchas regiones mineras debían proveerse de productos que no se producían ahí, por lo que zonas de suministro fueron clave en la conformación de regiones (Wolf, 1972).

A decir de Eric Wolf (1972), las actividades productivas y extractivas desarrolladas en El bajío y sitios aledaños representaban la empresa capitalista que desarrolló a su alrededor una agricultura comercial y generó sistemas agrarios y comerciales específicos. Así, la región de Maravatío se articulaba a la empresa minera de Tlalpujahua, El oro y Angangueo, pero su producción agrícola en diferentes momentos se destinó a El bajío en Guanajuato. No obstante, lo que se supone característico en esta zona son los sistemas agrarios desplegados, que incluían gran dinámica y cambios constantes por las características de los grupos sociales interrelacionados en este contexto. Según este autor, El bajío tuvo procesos de conformación regional desde principios de la Colonia, dentro de los cuales se aprecia el desarrollo de diferencias socioculturales y económicas respecto de las registradas en el centro y sur de México.

Al paso de los años, las actividades de la leche dieron un vuelco, la demanda del líquido disminuía y la producción aumentaba, puesto que cada vez más familias comenzaron a dedicarse a la crianza y explotación de ganado vacuno, a la par que se dejó de enviar leche a la zona minera. Fue después de los años cuarenta que se intensificó el manejo de ganado, se invirtió en vacas de raza Holstein, hecho que se logró por un financiamiento del gobierno y por el producto de la migración a Estados Unidos durante los primeros programas bracero. La introducción de una raza lechera aumentó la producción y fue sustituyendo al ganado criollo. Esta sustitución fue de algún modo forzada, puesto que en 1947 el gobierno de Miguel Alemán ordenó la matanza de ganado de pesuña abierta por la amenaza de una epidemia de fiebre añosa. La gran mayoría de campesinos del valle perdió su ganado.

En esos años surgió entre las mujeres de una familia de Campo Hermoso el interés de transformar la leche en queso y comercializarlo. Tenían los conocimientos heredados por la tradición ranchera de antes del ejido. Esta actividad se generalizó en la localidad, el conocimiento llegó a otros hogares y cada vez más mujeres se convirtieron en queseras y las actividades de la casa se enfocaron en la crianza de ganado. La transformación en el mediano y largo plazos incluyó el cambio en el tipo de cultivos, de modo que gran parte de la tierra de riego se destinó a la siembra de pasturas verdes (trébol, pasto y alfalfa), que aumentaron la productividad de las vacas.

Algunos ejidatarios han reconocido que cuando se formó la localidad las familias tenían la práctica de comprar y revender la leche. Las primeras familias que tuvieron actividades relacionadas con la leche fueron la Torres Peña, la Nava Caracheo, la Campa Palomino y la Palomino Galán.6 Como señalan algunos miembros de estas familias, ellos llegaron a fundar la localidad y a trabajar el campo, pero tanto los hombres como las mujeres conocían prácticas pecuarias: crianza y manejo de ganado en el caso de los primeros, y elaboración de lácteos y cría de animales de corral en el caso de las segundas. Los informantes coinciden en que estas prácticas productivas habían sido aprendidas por sus abuelos y padres antes de bajar al valle, y fueron transmitidas y reproducidas después. Éste fue el inicio del proceso de orientación productiva, en el que las mujeres fueron una pieza clave. En los primeros años, cuando un par de familias comenzaron a elaborar y comercializar queso, las demás mujeres percibieron que era una buena forma de generar ingresos, y fueron acercándose para aprender. Algunas eran familiares, otras trabajadoras, pero los resultados fueron claros: la localidad había entrado en la orientación productiva de la leche–queso. Después de adquirir el conocimiento, iniciaban la actividad y las familias se incorporaban.

Cabe señalar que la localidad ya estaba encaminada en la producción de leche. La gente reconoce que la historia del pueblo es la historia de las familias, explícitamente la historia del queso, que es representada por los habitantes con base en tres categorías que implican tres momentos específicos. El primero es denominado el de los "iniciativos", que abarca a las primeras familias queseras y el proceso de aprendizaje, además de que su mercado comercial se limitaba a la ciudad de Maravatío. El segundo es referido como el de las "queseras de abolengo", que serían la segunda generación, aquellas que aprendieron de los iniciativos, consolidaron la actividad y llegaron a vender en ciudades como Tlalpujahua y El oro. Por último están las llamadas "nuevas queseras", que son las mujeres que se incorporaron a la actividad en los años ochenta y noventa, que no necesariamente son originarias de la localidad, pues algunas de ellas se incorporaron a través de sus esposos, aunque también están las nietas de las queseras de abolengo. Este grupo es más audaz, puesto que buscó ampliar sus posibilidades —al ver que el mercado estaba copado por grupos de queseras tradicionales y esto implicaba ciertos usos territoriales— y comenzó a vender el producto de casa en casa, principalmente en colonias de la ciudad de Maravatío. En algunos casos estas mujeres se aventuraron en ciudades como Toluca, México y Atlacomulco, y hacían llegar los quesos a Estados Unidos como encargos de sus migrantes.

El queso producido en Campo Hermoso es principalmente una variedad fresca, si bien hay algunos quesos oreados que se venden menos. Esto depende, según las mismas productoras, del gusto en el consumo de la gente. Destaca que son las mujeres las que salen a vender el producto lácteo, además de que también lo elaboran. Dentro del hogar, las tareas del proceso productivo del queso están divididas por sexo, edad y posición dentro del grupo doméstico. Como ya vimos, la forma de comercializar el queso es, como dicen ellas, "casearlo"7 en Maravatío, pero también hay mujeres que salen a otros pueblos y ciudades a venderlo. Aunque existe un reducido grupo de queseras que tradicionalmente vende en el mercado municipal, el mercado del queso se ha ampliado de acuerdo con la demanda y la oferta. Con todo, siempre ha existido un alto grado de iniciativa de las mujeres, que muestra también competencia entre ellas.

Hasta aquí, los diversos elementos de este proceso histórico permiten introducir el concepto de "orientación productiva", que se refiere a la forma en que una localidad en algún punto de su historia y por diversas fuerzas externas e internas comienza a realizar una actividad que se generaliza entre sus familias o individuos y que la distingue de otras localidades. La organización social y sus relaciones giran en torno a esta dinámica que se exhibe en la vida cotidiana. Aunque este proceso fue llamado indiscriminadamente "especialización productiva", el concepto de "orientación productiva" hace énfasis en las conexiones, la profundidad histórica y la importancia de los individuos para tomar decisiones, al igual que en su emergencia como sujetos sociales, en este caso las mujeres queseras, lo cual significa que los sujetos implicados son parte de las determinantes de cambio o continuidad y no sólo las fuerzas externas, como el mercado, los cambios políticos y la migración.

La dinámica actual de producción y comercialización en esta localidad es que 90% de los hogares se dedica a la crianza de vacas para la producción de leche. En este mismo sentido, 60% de los hogares tiene como actividad económica principal la elaboración de queso. Un porcentaje menor combina ambas actividades. Campo Hermoso se orientó productivamente desde los años treinta hacia la producción y procesamiento de leche. Destaca también que esta orientación es histórica y comprende procesos y prácticas productivas que se ubican más allá de la fundación de la localidad.

 

CADA CASA ES UNA FÁBRICA

Una afirmación que da cuenta del sentido que tiene el presente trabajo es la siguiente:

Se trata de reconocer que hasta el presente las relaciones domésticas y la familia han intervenido como relaciones necesarias al funcionamiento de todos los modos de producción históricos posteriores a la economía doméstica (Meillassoux, 1977: 10–11).

Por su parte, González de la Rocha (1995) considera que los enfoques sociológico, antropológico y económico que se abocan al estudio de la familia son los que delimitan los alcances de los fenómenos, puesto que existen interpretaciones incompletas o forzadas de los mismos modelos teóricos y metodológicos. La reflexión de la misma autora es importante: es más útil el análisis de la familia en contextos sociales dentro de los cuales ésta atraviesa procesos de cambio, la observación de lo privado y lo público mediados por procesos que estancan o dinamizan las relaciones internas y externas de la familia y sus miembros. Me interesa describir esas mediaciones de procesos que conectan a la familia y sus integrantes con procesos estructurales complejos, que además son considerados como cambiantes y dinámicos, a los que entran y salen actores y agentes sociales que se interrelacionan.

Posterior al trabajo de Alexander V. Chayanov (1985 [1923]), el estudio de la familia campesina ha pasado por cambios importantes en la medida en que la misma realidad del campesinado cambió. Su énfasis estuvo puesto en distinguir formas específicas de organización y manejo de recursos en contextos restrictivos que provocan que la vida material en sociedades campesinas esté ligada a procesos de subsistencia (Scott, 1976). Esto tuvo un impacto claro en la construcción del campesinado como sujeto analítico en estudios subsecuentes. Una de las características dentro del ciclo productivo del queso es la importancia de las mujeres en la reproducción de dicha institución social. La formación de nuevos grupos domésticos obedece no sólo a una cuestión de virilocalidad, sino también a la estructura familiar respecto de las actividades productivas. Aun cuando la familia recién formada llega a vivir a casa de los padres del marido, su permanencia está configurada por su ubicación dentro del ciclo del queso, que es llevado por las mujeres.

"Cada casa es una fábrica" es una frase dicha por un poblador de la localidad, al referirse a las actividades productivas y a la respuesta que se dio a los proyectos productivos que el gobierno lanzó desde finales de los años ochenta del siglo pasado. Expresa una situación concreta en las relaciones con el gobierno, ya que considera que si éste quisiera poner una fábrica de queso, no sabría que en cada hogar hay una. En este proceso ha sido fundamental la permanencia de las mujeres. Ellas ven la actividad como propia, no como parte de las tareas de su esposo. Es aquí donde nos sirve la categoría de "mujeres que producen", ya que la autonomía que mostraron las mujeres hace pensar que la toma de decisiones se lleva a cabo por la delimitación de ámbitos de responsabilidad.

El hecho de haber consolidado un mercado comercial regional hace que las familias, principalmente las mujeres, no lo pierdan de vista. Las mujeres son celosas de su clientela, la cual muchas veces ha sido herencia de su madre o suegra, similar a lo que se conoce como "cartera de clientes" en el mundo de los negocios. Como ellas mismas refieren: "los clientes son de la quesera". Cuando una mujer quesera migra temporalmente a Estados Unidos, a su retorno ha perdido a su clientela, misma que es captada por otras queseras. Aunque la estrategia ha sido encargarle sus clientes a otra quesera, se corre el riesgo de que éstos prefieran el nuevo producto. En otros casos se puede encargar la elaboración y la entrega de queso, pero es muy común que no tengan con quién "dejar encargada" la elaboración, o que no cuenten con personas de su confianza. Una informante dijo una frase clara: "nadie va a atender su negocio como una lo hace".

Es un tanto evidente el proceso productivo en el que están envueltas las mujeres de esta localidad. Dentro de la dinámica espacial en donde se desarrollan sus actividades prevalece el tipo de ganadería de traspatio, al tiempo que la casa es el espacio en el cual también se lleva a cabo la elaboración de queso. La distribución de la casa está relacionada con las actividades productivas y con la forma en que el espacio es utilizado por las mujeres. Este aspecto aportó pistas sobre cuál es su papel dentro de todo el ciclo productivo y de reproducción, no sólo de sus familias, sino de la comunidad entera. Además, ellas tienen una versión de la historia de sus actividades: afirman que la historia del queso es la historia de la comunidad.

La dinámica que se advierte en términos de la orientación productiva muestra todo un ciclo de actividades realizadas en horarios más o menos constantes que se relacionan con dos tareas: la producción de leche y la elaboración del queso y su comercialización. Las vacas son ordeñadas dos veces al día, durante la mañana y durante la tarde, dejando un mínimo de 12 horas entre cada ordeña. Desde las cinco de la mañana se observa movimiento en las casas y establos. Una vez recolectada la leche, es entregada a la quesera, quien la pone a enfriar hasta que llega a temperatura ambiente, cuando se aplica el cuajo o la pastilla que corta la leche. La cuajada se deja reposar para ponerla en mantas que se cuelgan a la mitad del cuarto del queso para que escurra durante toda la noche. Hecho esto, se muele y se amasa para colocar el producto en moldes de plástico o madera, luego de lo cual se deja orear unas horas y se acomoda en canastas para salir a venderlo.

En la disposición que las mujeres hacen del espacio de sus hogares podemos reconocer cuál es la distinción por el uso y las implicaciones de las actividades productivas en las relaciones intrafamiliares. Los espacios destinados a la producción han representado relaciones distintas de las que se dan en la cocina, la sala, etcétera. A continuación se ilustra lo anterior con cuatro casos, a partir de los cuales se pueden hacer extensivas las afirmaciones sobre espacio y relaciones de género en el marco de las actividades productivas femeninas.

La familia Campa Tapia habita una casa pequeña, pero han procurado que la disposición del espacio esté bien distribuida. Tienen dos cuartos, un baño, una pequeña sala y la cocina. Junto a la cocina han construido un cuarto destinado a la elaboración de queso. En él se encuentran todos los utensilios: tinas, mantas, recipientes, cucharas, una mesa larga donde está montado un molino de mano y los ganchos para colgar las mantas con el queso. El hecho de disponer de un espacio específico para "el queso" dentro de la casa nos habla de la importancia que tiene la elaboración y comercialización de lácteos, pues los esfuerzos se realizan buscando mayores recursos para la reproducción de las actividades. La señora Natalia Campa es considerada como una quesera nueva. Se incorporó a la actividad a finales de los años ochenta por su suegra, una de las queseras de abolengo, y por la abuela de su esposo, una de las "iniciativas", ambas retiradas de esta actividad.

La familia Campa Hernández se formó hace más de 30 años, pero el jefe del hogar murió hace ya tiempo. Es una familia extensa que tiene cinco hijos, de los cuales tres residen en la casa y dos varones viven en Estados Unidos. Uno de los hombres emigrados está casado, pero su familia permanece en la localidad, incluso tiene su casa dentro del mismo predio de la casa paterna, aunque, como la misma jefa de familia señala: "ésa es otra casa". Este hogar ha experimentado cambios por la salida o fallecimiento de sus integrantes, la organización y el ingreso se reajustaron, principalmente en las tareas asignadas a dichos miembros familiares dentro del ciclo productivo del queso. Por ejemplo, si la molienda del queso está asignada a un varón, en momentos de salida de mano de obra familiar puede realizarla una mujer.

En la casa permanecían tres mujeres: la madre, una hija casada que tiene una niña y la hija más chica, soltera. El esposo de la hija asiste a la casa eventualmente, pues trabaja en la ciudad de México, pero se distingue que su ingreso es para su esposa y su hija. La madre y la hija casada elaboran y comercializan queso, por lo que el ingreso proveniente de este rubro es utilizado para la manutención de la casa en general, que incluye comida, vestido, educación, gastos de enfermedad y otros, incluyendo los de la nieta y su madre. Aparte de la actividad del queso, tanto la hija como la madre venden comida por las noches (le llaman "vender cena"). La comida que venden es adicionada con queso (enchiladas, quesadillas y tostadas), lo que otorga valor agregado a su producto principal.

En la casa existe una habitación destinada al queso. En ésta se realizan la molienda, la cuajada, prensada y oreada del queso. Es un lugar que se mantiene limpio, al que entra casi sólo la gente implicada en el proceso de elaboración de queso. El patio es un espacio común, así como los lavaderos, pero durante la noche el patio se convierte en una especie de restaurante con dos mesas con sillas y en la orilla una mesa donde están todos los ingredientes para la cena y un quemador con comal en el que se prepara la comida. Cabe destacar que las condiciones en que vive esta familia son distintas a las de la primera: por ejemplo, no hay puertas en las recámaras, sólo las divide una cortina. Sin embargo, el espacio del queso, como en la casa anterior, sí tiene puerta, característica que responde a la necesidad de evitar que animales e insectos (gatos, perros, ratas o moscas) entren y dañen el queso. Esto da cuenta de que en las casas de las queseras la prioridad es su producción láctea, de modo que pueden llegar a invertir incluso en infraestructura. De hecho, la jefa de familia considera que una de las fortalezas en la economía de su hogar es la actividad del queso:

Mire maestro, yo con mis quesos, y con lo que sacamos de una poquita de tierra que mi esposo nos dejó, he ido mejorando mi casa, ya ve cómo está ahorita el cuarto del queso, que es lo principal que me interesa que esté bien.

Aunque a decir de ella misma la migración le ha permitido desahogar algunos gastos, la mayor parte de estos recursos se destinan a la manutención del hogar o para reparaciones. Además, como muchas otras mujeres refieren, los migrantes no mandan remesas tan seguido, o mucha de la inversión del norte llega en especie (ropa, aparatos electrodomésticos, vehículos, herramientas y enseres domésticos). La relación entre la actividad productiva realizada por las mujeres y el papel de la migración debe analizarse en función de las prácticas materiales y económicas dentro de los hogares y de la importancia de la mujer en este proceso.

La familia Nava Caracheo, el tercer caso, es un matrimonio que se formó en 1998 y que en la actualidad reside en la casa de la familia del hombre. Tanto la familia de él como la de ella se han dedicado durante décadas a la producción de leche y queso. Esta joven pareja comenzó a vivir en unos cuartos que el esposo mandó a construir dentro del predio de la casa de su mamá. Como en el caso anterior, existen espacios comunes que comparten, aunque se considera una casa aparte. En la casa de la mamá de la esposa, ella tenía la responsabilidad de comercializar el queso, mismo que elaboraba con dos de sus hermanas y su madre. A partir de su casamiento, esta actividad fue delegada a una de sus hermanas más chicas, porque en general la mujer que sale del hogar deja de realizar las tareas productivas de antes de su salida del grupo doméstico. No obstante, en la casa de su esposo llegó a ayudar a sus cuñadas a hacer queso, si bien las ganancias son de la casa de su suegra. El ingreso que el matrimonio obtiene es de las actividades que él desempeña en la crianza de ganado.

Él se dedica a las vacas, como dice la gente, y tiene en el establo de su madre unas cinco que atiende y ordeña, además de las que pertenecen a su familia. Vende la leche a sus hermanas, quienes le pagan semanalmente. Como es el hombre mayor que está en la casa, se encarga de las tierras de la familia, siembra fresa, pasto y maíz. De esta producción obtiene ingresos para su casa y la de su mamá. Es una especie de mediería, aunque no llega a ser tan limitada la relación y la toma de decisiones sobre la agricultura. Tiene 15 hermanos, la mayoría ya están casados y "regados" en el Distrito Federal, Toluca y Estados Unidos. En la casa sólo están dos hermanas solteras que se encargan de la producción de queso, porque la mamá es de edad avanzada y ya no puede trabajar todo el ciclo de producción de dicho lácteo.

Esta pareja expresó que en algún momento van a comenzar a producir y comercializar su propio queso, sólo que él está muy involucrado con la reproducción de la casa paterna. Creen que enfrentarán el problema de la clientela, puesto que la que atienden las hermanas de él no puede ser considerada, porque los clientes son de las queseras mujeres y no de los hombres. Ella piensa que cuando comience a hacer su propio queso es probable que considere parte de la clientela que atendía cuando estaba en la casa de su mamá. Es algo así como decir que por derecho la clientela le corresponde a las mujeres y las vacas a los hombres.

Aunque la migración no entra dentro de las expectativas del hombre, el fenómeno ha incidido en las actividades del queso y la leche, puesto que han recibido apoyos tanto en dinero como en especie (camionetas, utensilios, herramientas y un motor que se adaptó al molino del queso). Éste es un ejemplo de la forma en que se van reconfigurando tanto el espacio como las relaciones en momentos de cambio al interior de los grupos domésticos.

Las hermanas de la familia Campa Hernández son famosas en la localidad por su abolengo en el queso, mismo que heredaron de su madre, una de las "iniciativas". Este caso ilustra la actividad productiva y la migración de mujeres. En primer lugar, fueron las hijas del matrimonio las que migraron, aunque el padre de familia ya había ido a Estados Unidos y en la última ocasión que lo hizo se sumó su esposa, hecho que cada vez es más común en la localidad.

La esposa comentó que había ido a Estados Unidos con la intención de reunir dinero para mejorar las condiciones de la producción de queso. Cuando los entrevisté, tenían dos meses de haber regresado. Trajeron electrodomésticos y una camioneta, pero lo más importante fue el dinero que invirtieron en la remodelación de su casa y el acondicionamiento de un lugar específico para el queso. Otra inversión significativa es la compra de ganado, pues a su partida no contaban con este recurso. Podemos observar que están en vías de independizarse de los lecheros locales y que obtendrán mayores rendimientos al producir su propia leche.

En este caso, la clientela que dejaron durante más de un año fue atendida por una de las hermanas, que además recibió la leche que esta familia dejó. Como veremos en el siguiente apartado, las relaciones entre lecheros y queseras fueron clave en la forma en que respondió la localidad a los proyectos productivos del gobierno. Consideremos que un trato con un lechero es una especie de contrato no escrito, que trae consecuencias sociales y materiales en caso de romperse, de una u otra parte: por ejemplo, si la quesera deja de recibir la leche de un día para otro, el lechero podrá comentar que esa señora es incumplida, y cuando solicite leche al mismo o a otro productor, sabrá de este antecedente y sucederá que la relación no sea aceptada o no tenga todos los privilegios, como la exclusividad de la venta. Pero también afectará si es el lechero quien deja de enviar su leche a su clienta, dado que las queseras lo sabrán y serán desconfiadas al recibirle el producto, y ella no querrá dejar su mercado sin producto, ya que esto implicaría perder clientes.

Esta pareja proyectó capitalizar sus actividades, lo cual forma parte de la búsqueda de mayores ingresos a través de la producción. No obstante, en este proyecto familiar no entran sus hijos, ya que ellos se quedaron en Estados Unidos. Declararon que sus hijos e hijas tienen sus propios planes, pero que ellos prefirieron no pedirles para el proyecto que tienen en mente. Poco a poco esta familia ha ido recuperando su clientela, aunque saben que mucha de ella se quedará con la hermana, si bien confían en que al paso del tiempo volverán a encontrar mercado para su producción. Finalmente son los costos que se tienen que pagar por la migración.

La jefa de familia se refirió a las veces que su esposo emigró a Estados Unidos, pero "no había hecho nada". La gente que habló sobre esta pareja aseguró que la esposa hizo en ocho meses lo que su marido no había hecho en cinco años que migró anualmente. Así, el proyecto prioritario durante la migración en la que se incorporó la mujer tuvo como objetivo la reproducción de las actividades productivas femeninas, proyecto que cambió respecto del que tienen los hombres al migrar (comprar ganado, tierra, vehículos y construcción). Se aprecia un margen de toma de decisiones mayor por parte de la mujer. Estos casos ilustran la forma en que las mujeres y los hombres de esta localidad entran y salen de un contexto económico en el cual han participado durante décadas, confirmando su orientación productiva y consolidándose como "mujeres que producen".

 

PROYECTOS PRODUCTIVOS DEL ESTADO Y LAS RESPUESTAS DESDE EL HOGAR

Los cambios que se han dado en la región desde la década de los ochenta, ligados a las modificaciones estructurales en México, han puesto cada vez más en desventaja a este tipo de localidades y, aun con los apoyos estatales, su lucha frente a mercados más competitivos se hace difícil sin políticas claras que consideren que estos grupos quieren participar en dichos procesos, pero no como lo plantea el Estado ni la estandarización global de los procesos productivos y comerciales.

Al establecer la importancia de la familia en la reproducción social y material de la localidad, se incluye también el desarrollo de la orientación productiva en el estudio de la organización interna de los hogares, para describir las formas de organización material y social propias de las actividades generadas en la localidad. Existen elementos descriptivos que ilustran las respuestas que se dieron a los proyectos productivos iniciados por el gobierno. Para este artículo se destaca sólo uno de los proyectos de desarrollo que se llevaron a cabo en Campo Hermoso. En la tesis se detalla ampliamente el tema con más ejemplos. El proyecto productivo que se describe se ubica dentro de los cambios que se perfilaron desde los años ochenta y que afectaron la economía, la política y las relaciones entre el Estado y la sociedad en México, los cuales buscaron fomentar la producción y la organización para este fin.

El gobierno estatal michoacano llevó a cabo algunos proyectos productivos desde mediados de los ochenta. Interesa destacar a este respecto aquellos dirigidos a la producción de leche. La idea fundamental era que se podía aumentar el potencial lechero de algunas localidades. La región de Maravatío resultó beneficiada con estas propuestas. Se crearon establos colectivos, se mejoró el ganado, las cooperativas de productores de leche —las llamadas cuencas lecheras— y el financiamiento para la compra de insumos para la producción. En el caso de Campo Hermoso, se instaló una fábrica de queso.

El esquema de desarrollo que el gobierno del estado de Michoacán había comenzado a implantar desde 1982 consideraba al valle de Maravatío como una zona potencialmente productiva, además de su ubicación estratégica para el problema fundamental del campo: la comercialización. La cercanía con ciudades grandes como Toluca, México y Morelia, y algunas medianas tanto en Michoacán como en las entidades vecinas de Guanajuato y el Estado de México, habían determinado parte de las acciones que se desarrollaron durante la década de los ochenta: cuencas lecheras, establos familiares, cultivos forrajeros de alto rendimiento y empresas ejidales (Léonard, 1988).

El proyecto de la fábrica de queso comenzó hacia finales de los ochenta. Se fundó como una cooperativa cuya razón social fue: Cooperativa Ejidal de Productos Lácteos "Campo Hermoso". Una de sus funciones primordiales era ser un centro de acopio de leche, donde también se elaborarían diferentes productos lácteos, queso principalmente. La idea de los agentes del estado era reestructurar el mercado local tan saturado al que supuestamente se enfrentaban los productores. En poco tiempo tuvieron que enfrentarse a su peor competencia: las queseras de la misma localidad. Gran olvido fue no pensar en que las actividades productivas y comerciales se habían configurado a través de estructuras de relaciones familiares y amistad que con el tiempo fueron ampliando su mercado más allá de la región. Ya se ha mencionado que las queseras buscaron mercados extrarregionales.

En la localidad se construyó un edificio especial, se consiguió financiamiento en el banco Rural y con los programas de descentralización de insumos que se habían aplicado tras las reformas en diversos organismos federales8 se pudo conseguir maquinaria en desuso para la "fábrica de queso", conocida así en la localidad. En Campo Hermoso nadie le llamó cooperativa. La empresa quedó establecida bajo la vigilancia de un comité de ejidatarios, quienes se encargaban de la administración. El esquema de trabajo consistía en que todos los socios de la cooperativa debían entregar 80% de la producción de leche, y ellos decidirían el destino del resto —autoconsumo, venta por litro o la tradicional entrega a las queseras—. Sin embargo, no se percibió que antes de la existencia de la cooperativa 100% de la producción de leche era entregada a las queseras, pero más importante era que estos "entregos" eran contratos no escritos pero con una gran carga social: si se rompían se podía causar daño a las relaciones, incluso de parentesco.

La empresa cerró hacia 1991 porque las queseras condicionaron la entrega de leche al centro de acopio y amenazaron a los lecheros con no volver a recibir su leche. En la práctica, sólo 10% de la producción total del líquido entraba a las tinas de la cooperativa. El temor que se generó permite ver que los lecheros no creían en el proyecto en su origen y sentían inseguridad por la posibilidad de perder a sus compradoras de décadas. Las queseras, sin estar organizadas, lograron mantener su posición en el mercado del queso, mismo que había sido muy competitivo. Esto evitó que se rompiera la orientación productiva de las mujeres que producen.

Las estrategias que las mujeres habían generado en torno a la elaboración y comercialización de queso tuvieron un toque muy personal que se refleja en las relaciones cliente–quesera, ya que cuando salen a vender su producto van de casa en casa, o cuando se instalan en el mercado municipal los clientes reconocen las diferencias. La experiencia, el reconocimiento y elementos como el sabor y consistencia del producto se volvieron parte del valor agregado. Pero esto fue parte de la respuesta a la cooperativa ejidal, la cual tenía un carácter masculino. Incluso el proyecto incluía un comité ejidal cuyos miembros fueron hombres y hubo poca participación de mujeres, a pesar de que todo el proceso gira en torno a un producto que ellas elaboran y comercializan.

Resulta evidente que predominó la debilidad del proyecto. Los hombres que lo administraban excluyeron a las protagonistas finales del proceso productivo de la leche–queso. Esta condición aceleró el desgaste del proyecto, cuyo comité decidió rentar las instalaciones en 1991–1992 y a finales de 1992 la cooperativa cerró definitivamente. Una quesera de abolengo, que no miró con buenos ojos a esta empresa, comentaba:

El queso no se les vendía, porque como la gente ya conoce cuál es el queso de Campo Hermoso no sentían el mismo sabor [... ] había veces que todo el queso lo tiraban allá en la barranca, ahí se pudría, porque no lo querían ni regalado (entrevista a Mercedes Ríos, 73 años, Campo Hermoso, 1999).

Las que fueron las instalaciones de la cooperativa hoy son ruinas sin ningún uso. Las queseras vieron nacer y morir un proyecto que amenazó aquello que les da de comer y permitió que ejercieran una forma de empoderamiento (Martínez, 2000) que les había dado su propia historia. Al posicionarse como mujeres con actividades productivas distintivas dentro de un complejo proceso productivo se erigieron como sujetos de su propia historia.

 

REFLEXIONES FINALES

Se ha querido rescatar la propuesta analítica desarrollada en el trabajo de investigación en esta región de Michoacán porque aporta elementos para el análisis de las formas en que se configuran las relaciones entre la gente del campo y las políticas del Estado en el marco de la globalización económica. El presente trabajo puso sobre la mesa elementos que permiten hacer una propuesta para analizar la relación entre la historia productiva, la configuración del papel de los miembros del hogar (en este caso de las mujeres) dentro de un proceso productivo encadenado con los proyectos de desarrollo para el campo, así como sus resultados y las respuestas locales.

Se ha introducido el concepto de "orientación productiva" porque permite ubicar histórica y socioculturalmente a aquellas localidades que tienen alguna distinción respecto de sus actividades y la forma en que se configuran las relaciones entre individuos y familias dentro de la localidad, lo cual denota el carácter de la localidad hacia afuera. El caso de Campo Hermoso es sólo un botón de muestra para argumentar la existencia de infinidad de pueblos con estas características, independientemente de su actividad económica.

También se estableció que la categoría analítica de "mujeres que producen" posibilitó la construcción de una metodología distinta de aquellas que consideran a las mujeres en similares contextos de producción pero como complemento del hombre y sus actividades. Este trabajo analítico tiene como trasfondo un enfoque que reformula el concepto de "grupo doméstico", por lo que se partió de la idea de que la descripción de la "dinámica intradoméstica" (Wolf, 1992) permitiría entender de manera más abierta las relaciones familiares y posiciones dentro del hogar que se establecen en torno a una actividad, que es considerada como parte del carácter de las mujeres. Este enfoque construido a partir de la discusión teórica y los datos encontrados en campo no descarta sin embargo su uso con un caso distinto, en el que quienes jueguen el papel más importante sean los hombres.

Por otra parte, las políticas de desarrollo para el campo han cambiado de manera determinante en al menos 20 años. La prioridad está puesta en un esquema que exige organización para la producción. El caso de las mujeres productoras de queso muestra que en el esquema de la reproducción material y social de las actividades económicas existen elementos históricos y culturales que no permiten una organización para la producción en los términos que el Estado plantea. No obstante, se demuestra también que localidades con características como las que se analizaron aquí ya están en una dinámica comercial y productiva que posiblemente tenga una lógica conectada con procesos más amplios. Si pensáramos que tal vez los productores mexicanos quieren participar en los procesos de globalización económica, pero no como lo plantea el Estado, podríamos entonces comprender la importancia de un cambio en la visión que tenemos del campo mexicano.

Este trabajo coincide con Naila Kabeer (1998 [1994]) cuando afirma que la tendencia en las políticas de desarrollo en América Latina muestra que los programas de desarrollo han sido mayormente elaborados pensando que las familias están representadas por un solo jefe, casi siempre hombre. Por esto, aquellos que diseñan las políticas no tienen en cuenta que están frente a la organización básica de los grupos domésticos, que se ven afectados o beneficiados con las acciones de los gobiernos en cuestión de desarrollo. Más claro aún es que las políticas que se dirigen a grupos empobrecidos consideran que todos son pobres en función de los ingresos del varón o jefe de familia. Entonces la mujer es pobre porque el hombre lo es (Kabeer, 1998 [1994]). Este planteamiento oculta todas las estrategias que las mujeres y los demás integrantes de las familias despliegan, tanto individual como grupalmente, para su reproducción.

En el análisis de las políticas dirigidas al campo han existido muchas omisiones que también contribuyen al fracaso de los programas específicos. Dichas omisiones son principalmente de carácter social y cultural. Los elementos físicos, económicos y de mercado han estado salvados por la mayoría de burócratas, con licenciaturas e ingenierías, que comandan los proyectos y se encargan de llevarlos a cabo. El presente trabajo pone en la mesa un elemento más preciso que ha hecho que los proyectos tengan finales desafortunados. La omisión más grande es suponer que las relaciones dentro de las localidades, dentro de las familias y entre familias son homogéneas. En este caso no sólo son las relaciones de género, sino toda una dinámica que se ha generado dentro de la organización social y material que históricamente ha marcado a la localidad.

En síntesis, en el contexto productivo y comercial que enfrentó la "fábrica de queso" se demostró que el éxito de la quesería en la localidad siempre estuvo relacionado con: a) el proceso de orientación productiva ligada a la conformación histórica de una región, cuyas necesidades de suministro impulsaron procesos como el que ocurrió en la localidad; b) la participación de las mujeres en la producción y sus estrategias de comercialización de queso en los mercados local y extrarregional que habían abarcado históricamente; c) las relaciones económicas locales (lecheros–queseras) detrás de las cuales la organización social tiene un papel fundamental. En el caso de la fábrica de queso, las mujeres no se sentían parte de ese proyecto.

 

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Notas

1 Los antecedentes de este trabajo son dos análisis realizados entre 1998 y 2004. El primero fue un proyecto de tesis de maestría que desarrollé en El Colegio de Michoacán (Nabor, 2003). El segundo fue un trabajo de investigación realizado en 2004 con financiamiento de GIMTRAP y la Fundación Ford en el que profundicé sobre la posición de las mujeres en el proceso productivo leche–queso, entonces comencé a trabajar la categoría analítica de "mujeres que producen" (Santiago, 2004).

2 Hay numerosos y variados ejemplos de estudios que hacen énfasis en la organización de localidades y que describen procesos con características que engloban el concepto de "orientación productiva específica". Uno de ellos es el libro editado por Mummert y Ramírez (1998), donde presentan casos sobre mujeres que combinan la producción y comercialización con una dinámica interesante en cuanto a los roles de género y generación. El estudio que realizó Díaz (2001) expone de manera más clara el sentido de la orientación productiva en las actividades artesanales de Ario de Rayón en Michoacán.

3 Se consultaron los censos a partir de 1930 (V Censo de población) hasta 2000 (XII Censo de Población y Vivienda). El análisis detallado de la información estadística se encuentra en el trabajo de tesis.

4 Se reflexionó sobre las características descritas por estos autores en cuanto a la relación de las personas con su entorno, lo que condiciona algunas prácticas. En el caso de la leche, la dificultad del terreno impide bajar de la sierra durante largas temporadas, entonces los excedentes de leche son transformados en queso durante la época de lluvias.

5 El proceso de cocimiento fue en realidad una especie de pasteurización rústica que consistía en hervir la leche en grandes tambos de lámina y colgarlos en el paso de agua de un canal de riego para que el contenido se enfriara.

6 Esta información fue rescatada de pláticas con fundadores del ejido, mismas que registré en cinta magnetofónica y en el diario de campo entre 1998 y 1999.

7 Venta de puerta en puerta.

8 Como la Compañía Nacional de Subsistencias Populares (Conasupo) (Appendini, 1992), dentro de la cual estaba Leche industrializada Conasupo (Liconsa).

 

Información sobre el autor

Eduardo Santiago Nabor es profesor–investigador de tiempo completo en la Universidad de la Ciénega del estado de Michoacán de Ocampo. Trabaja en el área de Estudios multiculturales. Es maestro en antropología social por El Colegio de Michoacán y doctor en ciencias sociales por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social unidad occidente. Sus temas de interés son migración internacional, neoliberalismo y cambio cultural. En su tesis doctoral analiza los cambios en las prácticas culturales producidos en el marco de la industria maquiladora del vestido en el sur del estado de Puebla. Desarrolló un proyecto sobre neoliberalismo, producción y cambios culturales en la región de la ciénega de Chapala.

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