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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.24 Ciudad de México may./ago. 2007

 

Legados

 

Carmen Castañeda García, Maestra Emérita*

 

Angélica Peregrina

 

Instituto Nacional de Antropología e Historia, México. peregrina@coljal.edu.mx

 

Es un honor participar en esta ceremonia, en la que El Colegio de Jalisco brinda a la doctora Carmen Castañeda García el merecido reconocimiento de nombrarla Maestra Emérita de esta casa.

Apelo a su comprensión por recurrir reiteradamente a mis recuerdos personales, pero sirvan para apreciar en su justa dimensión la trayectoria de la doctora Castañeda. En mi formación como profesional de la historia tres personas han influido de manera decisiva, las tres han sido mis tutores y las tres me han honrado con su entrañable amistad a lo largo de muchos años: José María Muriá, Helen Ladrón de Guevara y Carmen Castañeda.

Con el doctor Muriá he colaborado durante varias décadas, huelga decirlo por ser suficientemente conocido. A Helen Ladrón de Guevara le debo el profundo conocimiento de archivos, libros y bibliotecas, ese mundo tan importante de la archivonomía —obra negra en la construcción del conocimiento sobre el pasado— que estriba en preparar las fuentes para los investigadores. Mas mi gusto por los papeles viejos, por ordenarlos y sacarles el mayor provecho se engendró a partir del trabajo que desarrollé en el Archivo Histórico de Jalisco, bajo la batuta de Carmen, a quien también le debo el interés por la historia de la educación, esa línea en la que ella ha sido pionera en Jalisco y a cuya investigación me dedico desde hace varios años.

Los primeros trabajos de Carmen Castañeda que conocí son los titulados "Seminarios y colegios de la Guadalajara colonial" y "Un colegio seminario del siglo XVIII", incluidos en la recopilación Lecturas históricas de Jalisco antes de la Independencia, preparada por el doctor Muriá y sus colaboradores del Centro INAH, a propósito de la reinauguración del Museo Regional de Guadalajara en 1976.

Conocí personalmente a Carmen en 1978, aun cuando ya tenía referencia de sus estudios sobre educación y me había acercado a sus primeros trabajos, que me resultaron de gran utilidad, pues en ese entonces yo catalogaba el ramo de Instrucción Pública del Archivo Histórico de Jalisco. Sabía asimismo que Carmen, una vez egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Guadalajara, se había marchado a estudiar en El Colegio de México y que continuaba en la capital de la República trabajando al lado de Pablo Latapí, en una institución dedicada a los estudios educativos.

Pero mi relación directa con la doctora Castañeda la propició el Archivo Histórico de Jalisco, en el que tuve la oportunidad de trabajar bajo sus órdenes. En el citado año de 1978 volvió a Guadalajara y se hizo cargo de esa institución. También le fue confiada la responsabilidad de organizar, clasificar y catalogar los fondos antiguos de la Biblioteca Pública del Estado, sobre todo los archivos de la Audiencia y de la Real y Literaria Universidad de Guadalajara. A ello sumó tareas docentes, pues impartiría clases en la carrera de historia de la Facultad de Filosofía y Letras de nuestra Universidad.

Su retorno a Guadalajara sin duda enriqueció la formación de profesionales de la historia y apoyó la nueva historiografía que sobre la entidad se empezaba a desarrollar, abriendo camino en los estudios sobre educación, en particular del periodo colonial, del que solamente se tenían noticias por los trabajos de Juan B. Iguíniz o del profesor José Cornejo Franco, quien había fallecido recientemente, en diciembre de 1977. Con Carmen de vuelta en Guadalajara y en unión con Helen Ladrón de Guevara —esta última al frente del Instituto de Bibliotecas de la Universidad— se dio una feliz mancuerna que, desde luego, se reflejó en la organización de los repositorios de la localidad. La doctora Castañeda los había "peinado" y conocía muy bien sus virtudes y deficiencias. Sus estudios la habían llevado a consultar los archivos de Guadalajara, tanto civiles como eclesiásticos, e incluso preparó una guía sobre ellos, los cuales, en sentido estricto, no iban más allá de ser almacenes de papeles viejos —eso sí— celosamente cuidados por sus respectivos responsables, a quienes debe agradecerse ese celo, gracias al cual escaparon de un destino incierto, como el de llegar a ser materiales de empaque, esto es, cajas de cartón para cualquier producto, pues a un paso estuvieron de irse al "kilo". Gracias, pues, al folleto preparado por la doctora Castañeda, los estudiantes de historia pudieron aproximarse a la naturaleza de los documentos que en ellos se albergaban, los periodos que cubrían y los temas de investigación que podrían apoyar. Cabe agregar que la doctora Castañeda es una excelente paleógrafa, por lo que la antigüedad de los documentos y, por ende, su grafía, no constituyeron impedimento para indagar sobre su contenido.

Queda clara pues la favorable coyuntura propiciada por el regreso de la doctora Castañeda a Guadalajara. Dado su don de gentes, siempre fue más allá de lo que sus obligaciones como directora del Archivo Histórico de Jalisco o responsable de los fondos antiguos de la Biblioteca Pública del Estado y catedrática de la licenciatura en historia le señalaban. A quienes, como yo, tuvieron la fortuna de colaborar con ella, les brindó de manera irrestricta su sapiencia, convencida de la necesidad de formar los equipos de trabajo que realizarían las labores archivísticas y de biblioteconomía que pondrían las fuentes al alcance de los investigadores. Esta es una labor que, como dije antes, resultó de gran importancia para el avance de la reconstrucción del pasado de nuestra región, y mucho apreciamos los investigadores que las fuentes estén organizadas, catalogadas, limpias, para facilitar su consulta y mejor aprovechar su contenido. Esto ahorra muchas horas de búsqueda y se agradece infinitamente. A todo ello debe agregarse, además, el gran conocimiento de la doctora Castañeda sobre el proceso editorial, tema en el que introdujo a sus alumnos y colaboradores. Empezando por el Folleto de información y difusión del Archivo Histórico de Jalisco (1979), siguió el Boletín del Archivo Histórico —editado durante varios años—, luego vino la actualización de la Guía de los archivos históricos de Guadalajara (1979), lo mismo que el volumen sobre la Organización municipal del Estado de Jalisco (1982) y la Guía de las memorias e informes de los gobernadores de Jalisco (1984), estos últimos muy útiles herramientas de trabajo en la catalogación del acervo del Archivo Histórico de Jalisco.

Carmen Castañeda conjugaba todas estas actividades con su oficio principal: la investigación histórica, oficio que al paso del tiempo se ha enriquecido y ha logrado una profundidad no igualada por investigador alguno en el tema de la educación en Nueva Galicia. Al respecto, varias etapas en particular se detectan en sus estudios sobre la Universidad de Guadalajara. Conforme el estado del arte ha evolucionado, los estudios de Castañeda marcan la pauta a otros investigadores de temas educativos del occidente de México.

 

Cabe agregar que la manufactura de trabajos que han contribuido al estado del conocimiento durante la última década está constituida en buena medida por tesis de grado dirigidas por investigadores experimentados, entre las cuales se cuentan muchas supervisadas por la doctora Castañeda. Este trabajo historiográfico se ha visto apoyado por un clima intelectual favorable, por la apertura de archivos institucionales y por la maduración del gremio.

Si bien el propósito inicial de la historiografía de la educación superior en México había sido reconstruir la trayectoria de las instituciones educativas y de las políticas estatales que la orientaron, esta delimitación atrajo más inconvenientes que beneficios, pues dejaba de lado actores, procesos y espacios vitales en la historia de la educación. Los trabajos de Carmen Castañeda se centraron en analizar en especial estos últimos aspectos en torno a la Universidad de Guadalajara, a la cual sitúa en su particular contexto como una de las universidades fundadas en Hispanoamérica gracias mayormente al impulso del ayuntamiento tapatío. De allí pasó al estudio de la población escolar, su reclutamiento, y a explicar por qué la existencia de tan pocos graduados, toda vez que la mayoría concluía los estudios. También abordó los mecanismos de reproducción y el estudio de las familias de los graduados, para pasar al análisis de la relación de la Universidad con el Cabildo eclesiástico de la Diócesis de Guadalajara. Después respondería la pregunta acerca de cómo se sostenía la Universidad, el origen de sus recursos económicos, las aportaciones y en qué se invertían sus capitales. Luego de abundar en estos tres aspectos generales sobre la Universidad —histórico, económico y social— últimamente ha emprendido su historia cultural.

En un intento de síntesis al máximo, por ser muy extensa su obra, me centraré tan sólo en los trabajos de Carmen Castañeda relacionados con la Real Universidad de Guadalajara, en el orden en que ha ido innovando en su estudio, que ella misma divide en cinco grandes rubros. Abre el elenco su trabajo doctoral La educación en Guadalajara durante la colonia, 1552-1821, una de las primeras obras que lleva el sello editorial de El Colegio de Jalisco, aparecida en 1984. Luego vino el capítulo del libro Universidades hispánicas titulado "La Real Universidad de Guadalajara y su influencia en la sociedad tapatía" (2005), que también es panorámico.

De allí pasa a dos aspectos fundamentales para la historia de la educación: las fuentes y el enfoque teórico metodológico. Al primero corresponde el trabajo titulado "El archivo de la Real Universidad de Guadalajara, sus graduados y el estudio de la sociedad tapatía 1792-1826", en Los occidentes de México. Siglos XVIy XIX (1997). Al segundo, "Metodología para el estudio social y cultural de las universidades del antiguo régimen", en Colegios y universidades I: del antiguo régimen al liberalismo (CESU, 2001).

El tercer grupo se aboca a la "Universidad, vida académica y vida cotidiana: carreras, filosofía, ilustración y censura", abordando además el estudio de varios personajes, entre ellos, Juan Antonio Montenegro, José Ignacio Brizuela y Valentín Gómez Farías. Baste citar algunos de los artículos, ensayos o ponencias: "Valentín Gómez Farías, su formación intelectual" (1987), "El impacto de la Ilustración y la Revolución francesa en la vida de México. Finales del siglo XVIII, 1793 en Guadalajara" (1989), "La vida material de los estudiantes de Guadalajara, siglo XVIII" (1992), "El estudio de la filosofía en las carreras de los graduados en la Real Universidad de Guadalajara" (1997), "Las carreras universitarias de los graduados en la Real Universidad de Guadalajara" (2001) y" Censuray Universidad en la Nueva España" (2003).

Al cuarto grupo lo denomina "Universidad ysociedad", mismo que comprende familias, cabildo eclesiástico, élite y crédito. Cabe abundar que el trabajo de Carmen Castañeda, formulado en unión con Luz Ayala, titulado "El crédito en la administración e inversión de los fondos de la Real Universidad de Guadalajara, 1792-1825" (1995), es hasta ahora el único que aborda la relación de la Universidad y su ámbito financiero, en el cual se indaga sobre las propiedades que poseía la Universidad colonial, los capitales y bienes muebles e inmuebles de los miembros de su claustro, o sobre el mercado de dinero que se utilizaba como crédito, garantía y rédito por parte de la sociedad tapatía y, por lo tanto, de la Universidad como corporación.

He aquí algunos de los títulos de sus abundantes trabajos en este rubro: "Familias, redes familiares y unidades domésticas de letrados en Guadalajara, 1791-1821" (2002), "La real Universidad de Guadalajara y el Cabildo eclesiástico de Guadalajara, 1792-1821" (1995),"Graduados de la Real Universidad de Guadalajara y el Cabildo eclesiástico de Guadalajara" (1996), "Una élite de Guadalajara y su participación en la Independencia" (1985), "La formación de una élite en Guadalajara, 1792-1821", en el libro colectivo que ella coordinó: Élite, clases sociales y rebelión en Guadalajara, siglos XVIII y XIX (1988), "Universidad y comercio: los dominios de la élite en Guadalajara, 1792-1821" (1991), "Élite e independencia en Guadalajara" (1994).

El quinto gran apartado es el relativo a "Universidad, modernidad e independencia", en el cual contempla precisamente este movimiento, lo mismo que la práctica de lectura y escritura, así como la opinión pública. Los trabajos en torno a estas temáticas han aparecido de 2001 a la fecha. Conviene advertir que corresponden al concepto cultura escrita acuñado por Roger Chartier, que lleva a entender la cultura como "un conjunto de prácticas y representaciones por las cuales el individuo construye el sentido de su existencia a partir de necesidades sociales". Se trata así de construir la "historia cultural de lo social", y responder a la pregunta "¿cómo se lee?" Incluso se va más allá, al proponer avanzar en tres historias diferentes con objeto de analizar los testimonios escritos. Estas tres historias, según Armando Petrucci, son "la historia del libro y, más en general, de los objetos manuscritos o impresos; la historia de las normas, de las capacidades y de los usos de la escritura; y la historia de las maneras de leer" (cit. por Galván, "Avances de la historiografía de la educación mexicana", América a Debate, núm. 3, enero- junio de 2003, pp. 18-19).

En México, una de las investigadoras pioneras en los estudios que han utilizado la categoría de cultura escrita es Carmen Castañeda, cuyas investigaciones se han centrado en Guadalajara durante la época colonial. Como ejemplo sólo citaré los siguientes: "Libros: modernidad e independencia" (2001), "Prácticas de escritura de los primeros catedráticos de la Real Universidad de Guadalajara" (2003), "Público, opinión pública, publicidad y Universidad en Guadalajara, 1810-1821" (2004), "La Real Universidad de Guadalajara y la formación de la opinión pública, 1808-1821" (2005).

Debo mencionar uno de sus trabajos más recientes, la obra colectiva Lecturas y lectores en la historia de México (2004), que coordinó junto con Luz Elena Galván y Lucía Martínez Moctezuma, para la cual preparó "Libros para la enseñanza de la lectura en la Nueva España, siglos XVIII y XIX: cartillas, silabarios, catones y catecismos". Así, la categoría de cultura escrita permitió a la doctora Castañeda no sólo responder la pregunta "¿cómo se lee?", sino que encontró los materiales en los que se leía.

La abundante y muy importante obra historiográfica de la doctora Castañeda sería más que suficiente para apoyar el nombramiento de Maestra Emérita que hoy le otorga esta casa de estudios. Sin embargo, es mucho más profundo el vínculo que une a Carmen Castañeda con El Colegio de Jalisco. Precisamente hace un cuarto de siglo, por estas fechas, la doctora Castañeda, junto con Patricia Arias y Carlos Alba Vega, integraba el equipo que realizó los trabajos que hicieron posible que naciera esta Institución. Fue la comisión que hace 25 años laboró arduamente para tener todo a punto y que el 9 de noviembre de 1982 se firmara el acta constitutiva y se presentara en sociedad.

De tal suerte, la doctora Castañeda estuvo entre los investigadores fundadores del Colegio, empezó a formar la biblioteca y, además, se hizo cargo de sus publicaciones, entre ellas, desde luego, la revista Encuentro, título que provino justamente del cónclave que a ella tocó organizar, en agosto de 1981, desde la trinchera del Archivo Histórico de Jalisco, precisamente el "Primer encuentro de investigación jalisciense: economía y sociedad", que reunió a más de 80 investigadores nacionales y extranjeros, cuyo interés común confluía en conocer, profundizar y explicar las singularidades del occidente de México. De allí surgió el empeño más tangible del que nacería El Colegio de Jalisco, el quinto establecido hasta entonces en el país, bajo el modelo de El Colegio de México y con la fraternal ayuda de El Colegio de Michoacán, éste apenas nacido en 1979.

Los inicios de El Colegio fueron muy difíciles, con carencias presupuestales constantes; sin embargo, logró avanzar en el trabajo académico gracias al buen equipo que conjuntó con el apoyo del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS), institución que adscribió a varios de sus investigadores al Colegio en tanto se establecía su delegación de Occidente y, cuando ésta se fundó, acabó por llevarse a la doctora Castañeda, invitada en ese entonces a formar parte de su sede en Guadalajara, donde hasta la fecha se dedica a la investigación de tiempo completo y continúa, como siempre, muy activa.

Finalmente, sólo me resta agradecer al maestro José Luis Leal Sanabria, presidente de esta institución, el honor de participar en esta ceremonia en la que se le confiere a la doctora Carmen Castañeda García el grado de Maestra Emérita de El Colegio de Jalisco.

Querida doctora Castañeda, reciba usted el agradecimiento y felicitación de El Colegio de Jalisco.

Zapopan, Jalisco, 14 de mazo de 2007

 

Nota

* Semblanza presentada en el acto en que se le dio el nombramiento de Maestra Emérita de El Colegio de Jalisco, Jalisco, México, el 14 de marzo de 2007.

 

Información sobre la autora:

Angélica Peregrina Vázquez. Doctora en ciencias sociales. Miembro del Sistema Nacional de Investigadores, nivel I. De 1976 a 1979 trabajó en el Archivo Histórico de Jalisco como catalogadora de documentos y después como jefa de procesos técnicos. De 1979 a 1982 colaboró en el equipo que realizó la obra Historia de Jalisco, bajo la dirección del doctor José María Muriá. De septiembre de 1991 a marzo de 2005 fue secretaria general de El Colegio de Jalisco y actualmente es investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia comisionada en El Colegio de Jalisco. Se dedica principalmente al estudio de la historia de la educación. Cuenta, entre otras publicaciones, con los siguientes libros: La Escuela Normal de Jalisco en su centenario (1892-1992), La educación superior en el occidente de México. T. I, Siglo XIX (1993), El DIF Jalisco: aproximación a su historia (1994), Panorama histórico de la educación en el siglo XX (1999), Ni Universidad ni Instituto: educación superior y política en Guadalajara, 1867-1925 (2006). En colaboración con el doctor José María Muriá ha publicado conjuntamente: Jalisco, una historia compartida (1987), Jalisco en la conciencia nacional (1987, 2 vols.), Viajeros anglosajones por Jalisco siglo XIX (1992), y Cartas de viaje por el occidente de México (1994). También realizó la compilación Chapala visto por viajeros (1994; 2ª ed., 2006).

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