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Desacatos

versão On-line ISSN 2448-5144versão impressa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.24 Ciudad de México Mai./Ago. 2007

 

Testimonios

 

Dinámica de la movilización. Movimiento poselectoral y por la democracia*

 

Sergio Tamayo

 

Universidad Autónoma Metropolitana-Azcapotzalco, México-Distrito Federal. sergiotamayo.1@prodigy.net.mx

 

La movilización contra el fraude electoral y por la democracia de 2006 en México fue un proceso dinámico e innovador. Como movimiento abrió un periodo de transición; surgió transgrediendo instituciones y creó un amplio espacio de agitación y cambio político y social. El movimiento naciente irrumpió en la cotidianidad institucional y suscitó una fuerza social capaz de conducirse por la renovación institucional (Alberoni, 1984,1993).

La transgresión institucional puede entenderse como el inicio de un episodio de confrontación (cfr.McAdam, Tarrow y Tilly, 2003 [2001]; y Tarrow, 1998) y el origen de un espacio de conflicto ciudadano (cfr. Tamayo, 2006). Pero ese espacio o episodio se constituye después por procesos y trayectorias de acción que delimitan al movimiento. Recordemos que Touraine (1994) define al movimiento social como esa acción colectiva, resultado inmediato de una situación objetiva, pero que cambia a una condición diferente en la medida en que se convierte en sujeto social. En este sentido, podría hacerse la analogía con el mismo concepto de transición al que se refiere Alberoni con su reflexión sobre el Estado naciente, al que diferencia explícitamente del concepto de institución. La institución significa permanencia, mantenimiento y conservación de roles y reglas. Movimiento significa transgredir esos roles y esas reglas .

Me importa en esta perspectiva exponer la dinámica del movimiento poselectoral contra el fraude y por la democracia sustantiva en México, que se formó y revaloró en el transcurso de la lucha social (Touraine, 1988; Thompson, 1963; Przeworski, 1985). No me interesa, por ahora, exponer una monografía de la contienda política poselectoral, ni priorizar el aspecto estructural o las determinaciones objetivas por las cuales el movimiento habría necesariamente que surgir o comportarse de acuerdo con modalidades preestablecidas (Smelser, 1995). Los movimientos no son hechos sociales aislados ahistóricamente, ni resultan de situaciones concretas inmediatas, ni producen solamente efectos concretos inmediatos. Un movimiento no es un actor, un protagonista en un escenario previamente diseñado, que cumple papeles prefijados socialmente. Un movimiento es un sujeto social de cambio.

Me interesa más bien resaltar una visión distinta que explica los movimientos en su desarrollo y en su dinámica, en la forma en que se convierten en sujetos sociales, conscientes de la realidad a la que pretenden transformar y estableciendo con cierta precisión su ámbito de influencia. En esta perspectiva parto de la premisa de Charles Tilly (1995; cfr. Tarrow, 1998, además de McAdam, Tarrowy Tilly, 2003 [2001]), cuyo enfoque combina el análisis micro y macro, a partir de la explicación de cómo la diferenciación estructural —por ejemplo, las rápidas urbanizaciones o la reestructuración industrial, sumadas a la dimensión política— modifica la naturaleza de la acción colectiva. No obstante, la cuestión estriba en precisar cómo las transformaciones en la naturaleza y dinámica de la acción colectiva pueden, asimismo, explicar la diferenciación estructural y los cambios tanto en la dimensión política como en la estructura de oportunidades políticas. Para llegar a esta elaboración es importante considerar a los movimientos no como grupos concretos, sino como procesos dinámicos, de tal forma que el estudio histórico de las acciones colectivas nos permita conocer mejor la manera en que la acumulación dialéctica de acontecimientos o mecanismos sociales y políticos —y no necesariamente uno sólo— es capaz de alterar parte de la estructura y las instituciones.

Justamente, McAdam, Tarrow y Tilly (2003 [2001]) han desarrollado recientemente una perspectiva que denominan "Política o dinámica de la confrontación"1. Este modelo busca identificar mecanismos y procesos concatenados que puedan explicar la dinámica de la movilización. Los autores han intentado una síntesis de diversos modelos explicativos clásicos de los movimientos sociales, de los que se podrían señalar el énfasis en los determinantes estructurales, la estructura de oportunidades políticas, la movilización de recursos, la elección racional, el análisis organizacional de los movimientos, los repertorios de la movilización, los ciclos de protesta, los marcos de interpretación y la construcción de identidades colectivas, entre otros. El objetivo del modelo de McAdam, Tarrow y Tilly es flexibilizar la perspectiva estática de los movimientos, reconstruyendo la dinámica de la movilización. Se trata de identificar con ello aquellos mecanismos que se relacionan entre sí y con actores sociales significativos. Según los autores, esta visión pondría en movimiento aquellas partes constitutivas, pero rígidas, de la agenda clásica, en el sentido de: a) pasar del análisis de la estructura de oportunidades políticas (EOP) al examen de la atribución que los actores imprimen a los retos y oportunidades que posibilitan la acción; b) dejar atrás el análisis de las estructuras de movilización organizacionales (es decir, el estudio de las organizaciones en sí mismas) y destacar lo que los autores denominan la apropiación social; c) transformar la visión del marco interpretativo estratégico (esquemas ideológicos) en el análisis de la construcción social y los esfuerzos colectivos de interpretación (cfr. Chihu, 2006) y, finalmente, d) pasar de los repertorios de la movilización a la acción colectiva innovadora.

Como puede inferirse, el papel de los actores políticos y sujetos sociales es fundamental en esta revisión. Un análisis dinámico ubicaría el énfasis en la correspondencia, aunque asimétrica, de estructuras y procesos, agencia y actores. De lo anterior se desprenden cuatro mecanismos causales:

a ) El análisis de las oportunidades y retos de la movilización no debe tratarse como si éstos fuesen categorías objetivas. Dependerá siempre de la forma en que los actores en confrontación atribuyen o no las posibilidades de la acción. Involucra necesariamente la participación de otros actores además de las organizaciones formales, y tanto a miembros del sistema político como integrantes del movimiento.

b ) Las estructuras organizativas pueden ser pre-existentes o crearse en el curso de la confrontación, pero, en cualquier caso, necesitan ser apropiadas socialmente por la base para convertirlas en efectivos vehículos de lucha.

c ) Los marcos interpretativos se construyen en la interacción social. Esto significa que tanto los episodios de confrontación, como sus actores y sus acciones, son interpretados por los mismos participantes, sus oponentes, los medios de comunicación y un importante número de observadores directa o indirectamente involucrados. Existe, pues, una construcción interactiva y desigual de la esfera pública.

d ) No únicamente se seleccionan formas de acción de repertorios ya establecidos. La acción es innovadora e impacta a su vez el propio episodio de confrontación. Introduce nuevas perturbaciones, oportunidades y retos, lo que genera siempre incertidumbre en la resolución del conflicto.

Esta dinámica de la movilización ocurre por medio de episodios de confrontación, que muestran la relación interactiva de los mecanismos causales descritos. La movilización, así, puede entenderse en parte como una función de esta interacción de mecanismos. Esta articulación explica los episodios como procesos, y éstos, a su vez, exponen la trayectoria de la acción.

En consecuencia, analizaré la secuencia del movimiento contra el fraude y por la democracia retomando libremente el modelo de la dinámica de la confrontación anotado por McAdam, Tarrow y Tilly. En el trayecto destacaré las formas en que los actores atribuyeron oportunidades y retos que determinaron el tipo de movilización y las posibilidades de éxito o control social. Definiremos las organizaciones pre-existentes y las nuevas formas de organización y organicidad de los participantes. Señalaremos los espacios discursivos en confrontación que reflejarán la interpretación y significación de situaciones, acciones y adversarios. Reseñaremos las formas de acción colectiva clásicas e innovadoras en tanto formas simbólicas de la confrontación.

Visto el movimiento por la democracia como un episodio de la confrontación o como un espacio de conflicto, el acercamiento empírico realizado incluyó una observación sistemática por medio de diversos métodos de la etnografía política y el análisis situacional (cfr. Tamayo y Cruz, 2006). De este modo se conformó un seminario de observación y seguimiento de las acciones colectivas. El objetivo fue llevar a cabo un rastreo sistemático del movimiento contra el fraude electoral y después en la constitución de la Convención Nacional Democrática (CND) desde el 2 de julio hasta el 1° de diciembre de 2006. El resultado del seminario fue la publicación de un dossier titulado "Procesos y etnografías de un movimiento" (Tamayo, 2007).

El procedimiento de recolección de la información se basó en cuatro estrategias: a) realizar el análisis situacional a partir de tres elementos teórico-metodológicos: la delimitación del espacio etnográfico, la definición e interacción de los actores políticos, y la descripción del contexto sociopolítico a partir de las atribuciones de oportunidades y retos políticos; b) conformar un banco de información del movimiento que incluyó varios aspectos: una cronología y periodización de las acciones (Granados, 2007); el análisis de la controversia del dictamen de validez de la elección presidencial (Claudio, 2007); así como un esbozo biográfico de Andrés Manuel López Obrador (García Bartolo, 2007). Los ensayos etnográficos destacan las mega marchas y el mega plantón en Reforma (Minor y Gómez, 2007); una crónica del fraude desde las oficinas de la Sedesol ubicadas en la Av. Paseo de la Reforma (Villagrana, 2007); y una referencia crítica sobre los trabajos de la Convención Nacional Democrática (Darán, 2007). Lo que sigue es el relato de la dinámica del movimiento.

 

EL INICIO DE UN EPISODIO, DEL 2 AL 8 DE JULIO

Un movimiento tiene un inicio y un final (Stewart et al., 1989) y puede analizarse en una trayectoria lineal, desde el origen, su desarrollo y la conclusión. Asimismo, una perspectiva organizacional entendería la formación de grupos primarios cuando, por medio de estrategias de persuasión, el movimiento se desarrolla y llega a su auge, sólo para iniciar después el descenso hasta su desaparición. Los movimientos, sin embargo, no pueden equipararse con trayectorias lineales u organizacionales, al menos no exclusivamente. Un movimiento es un campo de conflicto, dice Touraine (1994). Es un desafío público ininterrumpido, afirma Tilly (1995). El movimiento poselectoral muestra evidencias de todo lo anterior. Tuvo un inicio a raíz de una coyuntura determinada por los vicios de la elección presidencial. Fueron grupos primarios, partidos, coaliciones electorales y organizaciones pre-existentes quienes lo impulsaron. Pero el tipo de respuesta muestra extensiones históricas que van más atrás en el tiempo, articulándose con luchas contra el fraude y contra el desafuero de años anteriores, en las que los mismos actores y organizaciones también participaron2. El movimiento contra el fraude abrió así un nuevo campo de conflicto, como dice Touraine, y fue en realidad un desafío público con antecedentes históricos, como afirma Tilly.

Veamos. En una entrevista, el presidente saliente, Vicente Fox, le dijo a José Woldenberg3, ex presidente del Instituto Federal Electoral (IFE), que cuando él fue candidato a la presidencia en 2000 siempre temió un posible fraude en las elecciones, en virtud de que había sido una jornada "muy inequitativa". Las instituciones y los mecanismos podrían haber estado muy bien diseñados y acotados, dijo, pero la "mapachería" y el robo de urnas podrían haber seguido en la orden del día. Paradójicamente, en las elecciones de 2006, la mayoría de esos promotores de la democratización electoral, muchos consejeros electorales de entonces, el propio presidente Fox y el Partido de Acción Nacional (PAN) completo reivindicaron a las instituciones electorales como infalibles, justificando así la designación del candidato panista Felipe Calderón, a pesar de los dudosos resultados obtenidos.

Muchos analistas (Palma, 2004; Becerra, Salazar y Woldenberg, 2000; Salazar, 2001, entre otros) habían situado a la alternancia del año 2000, a la existencia de gobiernos divididos, a la pluralidad de las Cámaras y a la autonomía del IFE como garantes de que México había entrado a un nuevo periodo democrático. La transición se habría consumado y el PAN representaba el hito de la democracia mexicana. No obstante, muy poco duró la fiesta. Durante el gobierno de Vicente Fox se confirmaron las desavenencias políticas y las imposiciones que definieron inevitablemente a las elecciones de 2006 como fraudulentas e inequitativas desde mucho antes de iniciarse las campañas electorales. "Desde el poder la derecha dio un golpe de Estado técnico" dijeron algunos críticos4. En efecto, la llamada derecha democrática impuso a Felipe Calderón en su intento de "cambiar de jinete, pero no de caballo", frase célebre de Vicente Fox con el propósito de asegurar la continuidad panista.

Los motivos de los directamente afectados, Andrés Manuel López Obrador (AMLO) y la Coalición por el Bien de Todos, para denunciar el fraude eran numerosos: el clima de temor que alentó el voto del miedo a través de spots televisivos y radiofónicos promovidos contra el Partido de la Revolución Democrática (PRD), el uso de recursos públicos por el PAN para construir una enorme relación neocorporativa con los sectores pobres, la compra de sufragios, las purgas al padrón electoral, el uso de información del Estado para beneficiar la campaña panista, la manipulación de las cifras preliminares para inducir una opinión pública favorable a Felipe Calderón, etc. Se sumaron las acciones para inhabilitar a López Obrador, el candidato incómodo, desde antes de iniciar las campañas electorales, como el proceso de desafuero en 2005, y la parcialidad con la que el IFE se manejó desde que se conformó el nuevo Consejo con miembros vinculados a intereses partidistas y de grupos.

La participación del Estado en la manipulación del voto se evidencia en los testimonios de José Reveles (2006), quien señala la compra del voto campesino y de sectores populares, que indudablemente le quitó votos al Partido Revolucionario Institucional (PRI), aunque también estaba dirigida a minar las simpatías hacia López Obrador. Fue una política diseñada expresamente desde la Secretaría de Desarrollo Social. La estrategia incluyó al menos tres objetivos: desviar recursos oficiales para zonas y grupos vulnerables perfectamente identificables y cooptables a los intereses partidarios; realizar una agresiva campaña de cooptación de cuadros partidistas medios; y aplicar una política de clientelismo y corporativismo, con la formación de organizaciones blancas.

Todo empezó con una autoevaluación realizada por los panistas con la conclusión de que al partido le faltaba una mejor infraestructura electoral debido a su propia tradición histórica como organización política de cuadros, sin influencia en los sectores sociales. Estaban —así decían— en contra del corporativismo. Decidieron "sumar liderazgos locales al PAN" y apoyarse en los "beneficiarios de los logros de los programas del presidente Fox" para enfrentar así los efectos negativos que generaban "las divisiones locales y la desconfianza de miembros de otros partidos [que] hacen que este esfuerzo sea lento" (Reveles, 2006:80-81). Para la construcción de organizaciones campesinas que les permitiera, a los panistas, capitalizar políticamente la alternancia, contrataron, al menos, a un ex militante priísta sonorense de nombre Montes Cué. La historia de este líder con el panismo es reveladora. De su propia narración se destaca:

Ni la más remota idea tenían los panistas, cuando llegaron al poder, de cómo operaban las organizaciones campesinas y de cómo ellas lograban tener acceso a recursos del gobierno [...]. Fue cuando los diputados federales de Acción Nacional tuvieron conciencia plena de que no contaban con vasos comunicantes ni con estructuras receptáculo para esas millonarias entregas de dinero que este gobierno, tan crítico del populismo [sic], ha derrochado con singular entusiasmo para suplir con dádivas populistas la falta de soluciones de fondo a problemas ancestrales5.

Los inciertos resultados de la elección mostraron un país dividido y confrontado ideológica y políticamente. Véanse en el cuadro 1 los resultados electorales sancionados por el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) de 2006, comparados con los de 2000. A pesar de la victoria panista, destaca en estos datos la caída del voto conservador, representado por el PAN, y el aumento sustantivo del voto por la izquierda moderada, representada por el PRD, así como la declinación insalvable del voto priísta.

No debe extrañar entonces que de la percepción de estas elecciones resurgiera la pugna entre la izquierda y la derecha, entre los ricos y los pobres, entre los progresistas y los conservadores, entre el norte y el sur6. Tal división contrasta empíricamente con la posición intelectual de la tercera vía que afirma categórica la desaparición de bloques ideologizados identificados con la izquierda y la derecha (Giddens, 2001; cfr. Mouffe, 2000).

En México, la derecha había preparado con tiempo su golpe. Su intrusión en el poder con métodos similares a los utilizados por el PRI, que había criticado antes, evidenciaron la farsa del discurso democrático. La derecha política estaba representada por el PAN, mientras que la derecha neoliberal estaba encarnada por la mediana y gran burguesía. El surgimiento del movimiento empresarial que se dio en las décadas de 1970 y 1980 es el parteaguas de su consolidación, primero con la formación del Consejo Coordinador Empresarial (CCE) en 1975, luego con el fortalecimiento de la Confederación Patronal de la República Mexicana (Coparmex) y otras organizaciones de banqueros y capitalistas financieros (Tamayo, 1999). Desde entonces, la convergencia programática e ideológica con el PAN se ha estrechado. Durante el sexenio de Vicente Fox la derecha y la ultraderecha ampliaron sus horizontes. Como ejemplo tenemos la impresionante movilización denominada "la Marcha de blanco" del 27 de junio de 2004. Quienes impulsaron esta manifestación contra la inseguridad fueron prominentes empresarios. A su llamado, difundido ampliamente por los medios de comunicación —principalmente las grandes cadenas de radio y televisión—, asistieron cientos de miles de personas7. De los organizadores de la marcha destacan representantes vinculados con la organización ultraderechista El Yunque. Muchos de ellos fueron después aliados electorales de la campaña de Felipe Calderón, como la propia Coparmex y la Cámara de Comercio de la ciudad de México. Esta derecha mantiene vínculos estrechos con la Internacional Demócrata Cristiana, principalmente con el Partido Popular del ex presidente Aznar en España.

La contienda develó un país confrontado entre signos ideológicos, la derecha (con los neoliberales del PRI y la ultraderecha del PAN) se enfrentó a la izquierda8. Pero la propia izquierda —política y social— se dividió en torno a la participación en el movimiento contra el fraude. Por un lado, aunque con roces, se mantuvo la alianza entre el PRD, el Partido del Trabajo (PT) y Convergencia, al grado que se constituyó en los albores de la Convención Nacional Democrática (CND) el Frente Amplio Progresista (FAP). La izquierda, en sentido amplio, se mostró dividida. La corriente socialdemócrata se reforzó en esta contienda, lo que se confirmó por las enormes movilizaciones que precedieron la jornada electoral. Este bloque pudo aglutinar a importantes intelectuales, numerosos obreros y cuadros de sindicatos, comunidades, maestros, campesinos, indígenas y organizaciones populares que vieron en López Obrador el representante simbólico del genuino cambio democrático9.

Por otro lado, se manifestaron las fuerzas de la izquierda social y sindical como las organizaciones del Diálogo Nacional, la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación y de la Promotora Nacional de Unidad contra el Neoliberalismo, que plantearon la lucha contra el fraude electoral, el respeto a la voluntad popular y por una movilización coordinada de todos los sectores del movimiento democrático. Algunas organizaciones políticas socialistas integrantes de "La Otra Campaña", impulsada por el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN), se enfrentaron a las posiciones hegemónicas abstencionistas. Ya desde la campaña electoral, 21 organizaciones políticas que constituyeron el Frente Socialista10 para apoyar "La Otra Campaña" del EZLN resolvieron también darse la libertad para apoyar o no la candidatura de López Obrador, con la condición única de prohibir la participación en las redes ciudadanas que coordinaba desde entonces el ex priísta Manuel Camacho Solís. Estas fuerzas consideraban fundamental luchar para defender las conquistas democráticas adquiridas durante décadas, aunque tomaban distancia de cualquier alianza incondicional con el PRD y López Obrador11. Plantear hoy la construcción de una alternativa anticapitalista no debería ocultar la necesidad sentida de la ciudadanía de construir una democracia sustantiva, una democracia que pusiera en primer lugar la inclusión de trabajadores, pueblos y comunidades12.

Una tercera posición de izquierda fue la asumida por Marcos, el EZLN y la mayoría de integrantes de "La Otra Campaña". Expresaron su desconfianza en la dirección del movimiento13. "Se van a arreglar arriba", decían. "Querer mantener la propaganda y las instituciones como el IFE es inútil"14. Su postura fue consecuente con la actitud asumida ante la jornada electoral. En efecto, "La Otra Campaña" se organizó en paralelo a las campañas institucionales, y el discurso de Marcos fue beligerante contra la clase política, principalmente hacia López Obrador15.

Los intelectuales se dividieron. Unos descartaron evidencias de fraude electoral y se aprestaron a defender al IFE y lo que ellos consideraban el símbolo de la democracia mexicana16. Otros se colocaron junto al movimiento de López Obrador y contra el fraude electoral17. No cabe duda, sin embargo, de que la crítica fundamental al movimiento se centró en la caracterización del líder, y de ahí al conjunto del movimiento. Para este grupo, el candidato era un líder populista, erigido como candidato de una izquierda igualmente populista, un populismo calificado de conservador, asentado sobre una pirámide cuya cúspide era el cacique mayor, el cual era incapaz de reconocer la existencia de una derecha democrática y moderna, precisamente por la desmodernización de su izquierdismo "trasnochado". La irracionalidad del líder y de esa izquierda populista volcaron un "inmenso alud de lodo sobre las elecciones presidenciales más transparentes y auténticas (sic) que ha habido en México" (Bartra, 2006).

A partir del 2 de julio y hasta el día 8 de ese mes, la sociedad se revolcaba incómoda ante la respuesta institucional —del IFE y del presidente— acerca de una contienda a todas luces incierta y con enormes dudas de validez. La sociedad estaba ya confrontada y la votación lo atestiguó. Ante tal escenario, las fuerzas políticas y sociales se posicionaron y decidieron iniciar un gran movimiento contra el fraude electoral.

 

EL CRECIMIENTO DE UN MOVIMIENTO, DEL 8 AL 30 DE JULIO

En una atmósfera cargada de confrontación se abrió una etapa inicial del movimiento contra el fraude. Esta etapa considera las atribuciones que los actores políticos dieron a la estructura de oportunidades y restricciones políticas. Destaco tres estrategias en este periodo de acumulación de fuerzas y preparación de evidencias que justificaron el propósito de la movilización: a) acciones directas que sirvieran para presionar a b) las acciones legales, y c) acciones mediáticas para difundir y persuadir sobre el mérito del movimiento. Tales estrategias fueron diseñadas en el marco de estas atribuciones sobre la oportunidad para movilizarse, avanzar en las demandas y, en consecuencia, la apertura de nuevos espacios de oportunidad. De la misma manera, los adversarios valoraron las posibilidades estratégicas e intentaron restringirlas al máximo.

Reparemos en la estrategia legal. Ante el cierre del cómputo de la elección para presidente de la República y la afirmación por parte del IFE del triunfo de Calderón, López Obrador anunció que impugnaría los resultados18. Exigió revisar la elección voto por voto y casilla por casilla pues consideraba que la elección había sido manipulada. La Coalición por el Bien de Todos (integrada por los partidos PRD, PT y Convergencia) formó un comité político responsable de aportar pruebas de las irregularidades. Presentó la impugnación al proceso electoral en 50 mil casillas que implicaron los 300 distritos electorales. Aseguró que, después de la jornada electoral, alrededor de 40% de los paquetes electorales se habrían abierto de manera ilegal. Así, la Coalición presentó al tribunal un juicio de inconformidad contra el resultado de la elección. Demandó que no se hiciera aún la declaración de validez de la elección y se revisase, voto por voto, los resultados en las 130 mil casillas, y no sólo en las 50 mil impugnadas. La Coalición insistía en que el TEPJF podía determinar la apertura de las boletas, a partir de experiencias similares y tesis de jurisprudencia, de tal forma que presionaba al tribunal para dictaminar a su favor.

La impugnación generó una ríspida discusión entre las fuerzas políticas sobre la validez e improcedencia de la medida. Tensó aún más la división de la sociedad. Se dieron esporádicos, aunque violentos incidentes, contra el candidato del PAN, Felipe Calderón, que fue enfrentado e insultado en todo acto al que asistía. El espacio de confrontación se extendió a los medios y otros actores nacionales e internacionales. La presión de que las acciones de López Obrador eran violentas debido a los incidentes no se dejó esperar. Obrador, sin embargo, justificó los sucesos y advirtió que era la imposición del panista lo que estaba desatando la inestabilidad política. En contraparte, dijo comprometerse a detener las protestas si Calderón aceptaba el recuento. El panista, obviamente, rechazó el conteo voto por voto. Apoyado por los medios de comunicación electrónicos, intentó proclamarse candidato ganador y voltear la opinión pública en contra de López Obrador, pero fracasó en su intento, al menos en el inicio. El problema era que Felipe Calderón no obtenía aún la constancia de mayoría y se creaba en los hechos un impasse político que le restaba legitimidad. Sin otra posibilidad, Calderón y el PAN tuvieron que comprometerse a respetar la resolución del Tribunal sin importar el veredicto. En el fondo, estaba la incertidumbre de quién realmente había ganado la elección. Por su parte, el IFE se movilizó. Negó que hubiese manipulado los resultados preliminares y recibió el respaldo de la Organización de las Naciones Unidas (ONU). Entonces los gobiernos de Estados Unidos, Canadá y España se apresuraron a felicitar a Calderón, aunque poco después dieron marcha atrás, aseverando que aguardarían los resultados del Tribunal19. Otros actores abrieron espacios para el esclarecimiento de los comicios, como el rector de la Universidad Nacional y 14 de los 17 gobernadores priístas, quienes dijeron que avalarían los resultados emanados del Tribunal.

Las acciones directas se dieron en paralelo con esta estrategia jurídica. Mientras se movilizaban los recursos legales, el sábado 8 de julio López Obrador convocó a la primera asamblea informativa. Asistió más de medio millón de simpatizantes. Ahí López Obrador llamó a construir una movilización nacional pacífica. Se organizaría una megamarcha que partiría de los 300 distritos electorales instalados en todo el país y culminaría en el Zócalo de la ciudad de México, para realizar la segunda Asamblea Informativa.

De manera simultánea iniciaron las marchas y se instaló un plantón en la Plaza Mayor. Diversas organizaciones sociales y sindicales anunciaron también movilizaciones en todo el país. Los vínculos entre organizaciones creó una inmensa red sobre la cual se sustentaría el movimiento contra el fraude. En la Segunda Asamblea Informativa asistieron un millón de ciudadanos, y ahí, López Obrador emplazó a realizar acciones de resistencia. El movimiento se transformaba y se autodefinió como "Movimiento de resistencia civil pacífica", y su demanda "Voto por voto, casilla por casilla" se sustentaba en lo que hasta ese día se consideró la movilización más numerosa en la historia política de México, pues aún no ocurría la impresionante manifestación de los dos millones. Los escritores Sergio Pitol y Carlos Monsiváis leyeron un escrito que cuestionaba la campaña de desprestigio desatada por el PAN y la presidencia. "La violencia —dijeron— ha partido de la derecha, una violencia ideológica, de calumnias y mentiras, de difamación y fraude hormiga"20.

López Obrador planteó que "la mancha de una elección fraudulenta no se borra ni con toda el agua de los océanos", y convocó a la tercera asamblea informativa en quince días más, que debería, sin embargo, duplicarse, para mostrar a los adversarios que no había desánimo ni desgaste en el movimiento. Había que demostrar principios y convicciones en un movimiento de millones. La dimensión de la participación tenía que ser la fuerza visible más poderosa21.

La magna manifestación del 30 de julio se fue preparando y se multiplicaron las acciones de resistencia. López Obrador seguía presionando a Calderón para aceptar el conteo: "El que nada debe, nada teme", insistía. Los diputados y senadores de la Coalición que resultaron ganadores en la elección organizaron simbólicamente un simulacro de huelga de hambre frente al TEPJF. Otros grupos irrumpieron sorpresivamente en la sesión del IFE cuando el Consejo por mayoría concluía que la elección había sido limpia. Los intrusos repartieron claveles a los consejeros ciudadanos y, al mismo tiempo, exigieron su renuncia.

 

LA APROPIACIÓN SIMBÓLICA DEL ESPACIO COMO ESTRATEGIA DE MOVILIZACIÓN, DEL 30 DE JULIO AL 13 DE AGOSTO

Este periodo muestra el clímax del movimiento. Destacan las formas simbólicas de la apropiación del espacio público por la acción movilizadora. Es parte del repertorio de movilizaciones y, al mismo tiempo, expresa la innovación de la acción colectiva. Se deja ver la amplia convocatoria de López Obrador y la Coalición, así como la articulación y la construcción de redes organizativas y ciudadanas, la construcción de una identidad política en torno al líder carismático, una mayor movilización de recursos y el vínculo entre partido y movimiento.

La movilización central es la manifestación del 30 de julio y la instalación del plantón que se mantuvo durante mes y medio, pero el repertorio incluyó la planeación de diversas acciones y protestas paralelas. El objetivo de la movilización era presionar la decisión del Tribunal sobre el recuento, pero la máxima autoridad electoral rechazó la demanda de conteo total y decidió únicamente un conteo parcial de 9% del total de casillas. El plantón se mantuvo en protesta por el fallo.

El 30 de julio se llevó a cabo la tercera Asamblea Informativa con la asistencia de cerca de 2 millones de ciudadanos, ésta sí, la manifestación más grande en la historia política y social del país (Granados, 2007). López Obrador estaba eufórico y llamó a instalar un mega campamento hasta que el Tribunal diese su última palabra. Poco a poco se instalaron los 46 campamentos de simpatizantes a lo largo de la calle Madero, la avenida Juárez y el Paseo de la Reforma, hasta el cruce con Periférico poniente. Los jefes delegacionales electos serían los responsables de organizar la instalación. Mientras, en el Zócalo se levantaron carpas para cobijar allí a los contingentes de los 31 estados.

El discurso de López Obrador hizo referencia a la apropiación simbólica y social del espacio público. "La emblemática Reforma —dijo— muestra nuestro derecho a disentir. Lo que estamos haciendo es lo correcto y es lo necesario. Es mejor cerrar Reforma, pues sería más costoso si se cierra la vía democrática". Así, bloquearon aquellas calles que en su nombre llevaban la memoria histórica renovada de este movimiento. Asumieron que el espacio representaba la historia de justicia y libertad. La calle de Madero, apóstol de la democracia a quien los aristócratas veían como un subversivo y rebelde. La avenida Juárez, del prócer que construyó la República, resistiendo a los conservadores y a la intervención francesa. Y Reforma, paseo originario de la emperatriz Carlota, que después llenó de orgullo al presidente Porfirio Díaz y se convirtió en el paseo de los liberales decimonónicos. En ese espacio metafórico se construyó parte de los valores del movimiento, a partir de los propios atributos que los actores reinventaron para vincular su lucha con la historia.

Varias lonas y tiendas se extendían por todo el trayecto22. Se observó una precisión de límites y fronteras que las organizaciones construían para diferenciarse entre sí (véase mapa 1). Destacaba la del Frente Popular Francisco Villa (FPFV) con una tienda blanca y un letrero que decía "Cuartel General". Más allá, en un círculo grande, estaba la organización Patria Nueva. Hacia este lado se encontraban más tiendas de candidatos perredistas. Bajo los enormes toldos se colocaban tiendas chicas de acampar y otras un poco más grandes de color blanco y amarillo, donde se acondicionaban el comedor, mesas de ajedrez y lugares para reuniones. El Zócalo estaba repleto. Grandes lonas y tiendas delimitaban perfectamente la superficie de la plancha del Zócalo. Se dividían por estados, se colocaban camastros, se ponían altares contra Fox, jalaban luz de los postes y del palacio de gobierno local y ponían televisores. Junto al templete grande estaba una gran tienda denominada "La Urna Gigante", en la que la gente sacaba una copia de su credencial de elector, escribía algo para López Obrador y la depositaba, tirándola hacia el centro de la gran urna. Atrás del templete había varias tiendas blancas. Una de ellas era de López Obrador, delimitada por un cerco de postes de fierro yláminas. Lo encerraban también los tráilers que llevaban las grandes grúas que sostenían las megapantallas. Los accesos a esta zona estaban controlados por agentes de vigilancia, grandes, fornidos, impecables, que no cedían a la menor provocación: "No puede entrar. Quizá mañana".

Conforme pasaban los días, los asistentes se organizaban mejor. Se programaban en turnos. Ríos de gente caminando, pasando, viendo, deteniéndose ante los espectáculos artísticos, ante los debates. Miles de tiendas de campaña, foros de discusión cada cien metros, salas cinematográficas hechizas con sillas de plástico dentro de un espacio delimitado por cinta adhesiva en el piso, docenas de personas frente a televisores que transmitían documentales sobre López Obrador, películas históricas revolucionarias como La batalla de Argel o La granja de los animales. Foros culturales, bailables regionales. Grupos de jóvenes rockeros. La gente se arremolinaba alrededor de los foros, fuesen culturales, de información, de cine o documentales. Juego de ajedrez, pintores retocando un gran mural de papel, otros más de carácter informativo repletos de caricaturas contra Televisa y TV Azteca y los nombres de los responsables de los noticieros considerados manipuladores y vendidos al poder. Cientos de recortes de periódicos, dibujos y cartulinas hechizas: "AMLO, no estás solo".

Fue un espacio donde todos los simpatizantes concurrían. La gente se encontraba con conocidos y amistades de tiempo. La atmósfera era de camaradería, de identificación, de solidaridad. Todos estaban ahí. Fue una verbena, como dijo el diario Reforma. Pero a diferencia de la intención de este medio, la verbena fue de júbilo y energía colectiva. Las personas caminaban, observaban, se detenían en cada carpa para mirar los innumerables murales informativos, culturales y artísticos. Se aprovechó para difundir los materiales de redes civiles, organizaciones sociales, cívicas y políticas. Se vendieron periódicos de organizaciones marxistas: Estrategia Obrera, El Militante, Convergencia Socialista. Libros de Lenin, Marx, Engels, Trotski. Películas y documentales de Mandoki sobre ¿Quién es López?, y la gente se arremolinaba para comprarlos.

Hubo también carpas con mariachis. Una más con karaoke. Un tipo interpretando baladas cursis de los ochenta. Señoras de la tercera edad estaban pendientes y acompañaban al músico. Más adelante, cantantes de trova interpretaban canciones de protesta latinoamericana. Jóvenes y adultos. Los más grandes se emocionaron con canciones de Víctor Jara, Gabino Palomares, Inti-Illimani. La protesta musical de los setenta se reciclaba.

Hubo grupos de niños haciendo manualidades dentro de una tienda. Otros jugando futbolito en canchitas especialmente construidas para eso. Iztapalapa en Reforma se redensificó, desde el hemiciclo hasta Bucareli. Se organizaron asambleas informativas de la delegación. La gente estaba entusiasta, hasta los más clasemedieros. Los líderes también.

El plantón fue la mejor manera de evidenciar la organicidad de un movimiento, la articulación de organizaciones, asociaciones y ciudadanos. Se hizo patente también la movilización de recursos financieros y materiales del gobierno local que impulsaba a López Obrador y al movimiento. La creatividad e innovación de las acciones fueron directamente proporcionales a la magnitud del movimiento y la participación de organizaciones sociales (véase esta diversidad en el cuadro 2, pp. 262-265).

Pero las reacciones no se hicieron esperar. Representantes de la Coparmex-D.F., junto con legisladores panistas, así como la Conferencia del Episcopado Mexicano, exigieron al entonces jefe de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, desalojar el plantón o renunciar. Los medios de comunicación se sumaron a estas denuncias. Señalaron insistentemente que el plantón violaba la Ley de Cultura Cívica del Distrito Federal y el Bando 13 emitido por el propio López Obrador en 2001, que prohibía las manifestaciones que obstruyeran la libre circulación de las vías. La ciudad había sido secuestrada por el lopezobradorismo y convertida en su "cuartel general". La apropiación de ese espacio urbano se había traducido en "decisiones autoritarias, favoritismo hacia los grupos afines en perjuicio de los ajenos y opacidad en el ejercicio de gobierno"23. Más adelante, Soledad Loaeza afirmó: "La expropiación del Zócalo y del Paseo de la Reforma, avenida Juárez y la calle Madero, que fue decretada por el líder real del perredismo hace más de un mes, para efectos prácticos ha sido la privatización del espacio público por parte de una corriente de opinión que se nos ha impuesto y que no logra convencernos de que lo ha hecho por razones de interés público".

Al mismo tiempo, se trasmitieron dos spots en televisión contra el jefe de Gobierno y el megaplantón. Encinas respondía y reiteraba que no solicitaría a la Policía Federal Preventiva (PFP) el desalojo de Reforma. Dijo asumir el costo político por el bloqueo. Acusó a empresarios de Nuevo León y Chihuahua por esta campaña de linchamiento. Mientras tanto, Felipe Calderón condenaba asimismo el secuestro de la capital e instaba a preservar la paz. Los empresarios se decían muy afectados por los bloqueos y exigieron en consecuencia la condonación del pago de impuestos (cfr. Granados, 2007).

Diversos grupos salieron a la luz pública polarizando sus posiciones. El PRD retaba al presidente saliente Fox a desalojar el plantón con la PFP. La policía preventiva del Distrito Federal se movilizó por órdenes del gobierno local para actuar como escudo de los manifestantes en caso de que la PFP decidiera un desalojo, que finalmente no sucedió. En paralelo a las actividades del plantón, varios grupos del movimiento efectuaron clausuras simbólicas de la Bolsa Mexicana de Valores e intentaron bloquear el Aeropuerto Internacional, como hiciera el propio Fox cuando encabezó el movimiento contra el fraude en su natal Guanajuato. Varios cientos protestaron al interior de la Catedral Metropolitana y en las inmediaciones de la Basílica de Guadalupe, generando roces con la Iglesia. Y mientras eso pasaba en la ciudad capital, en la sierra cuatro grupos guerrilleros publicaban un comunicado en el que decían oponerse al fraude electoral y se sumaban a la demanda de recuento de votos (cfr. Granados, 2007).

El plantón duró exactamente 48 días; finalmente se levantaría el 14 de septiembre. La Canaco estimó un impacto negativo de 8 mil millones de pesos; 3 mil 900 personas habrían perdido su empleo y el PRD adeudaría 14 millones por gastos de mantenimiento. De acuerdo con un cálculo de Reforma —con base en diversas cotizaciones—, el gasto de los campamentos ascendió a unos 24 millones 500 mil pesos por concepto de 176 sanitarios móviles, 195 carpas, 350 lonas y dos grúas de cinco toneladas cada una24.

 

LA CONFRONTACIÓN DIRECTA, DEL 14 DE AGOSTO AL 1 DE SEPTIEMBRE

Esta etapa sintetiza fuertes roces entre los adversarios políticos ante el propósito del movimiento de evitar a toda costa la lectura de lúltimo informe presidencial de Vicente Fox. El movimiento se confrontó en el nivel más alto del sistema político. Sus acciones transgredieron el espacio institucional y eso molestó a la clase política y a los medios de comunicación. López Obrador, en su diatriba, mandó "al diablo con las instituciones". Se planificaron acciones que atravesaban literalmente el calendario cívico: 1° de septiembre, día del informe presidencial; 15 de septiembre, conmemoración del aniversario de la Independencia de México; 16 de septiembre, día en que el Ejército Mexicano y las Fuerzas Armadas realizan el tradicional desfile militar .

La primera de estas estrategias de movilización fue el diseño de acciones y formas simbólicas de descalificación y deslegitimación de la figura presidencial. Bajo la consideración de Vicente Fox como un traidor a la democracia, varios grupos se dedicaron a obstruir las actividades presidenciales en la fase final de su gestión. En el mismo sentido, López Obrador y la Coalición ratificaron intensificar la resistencia civil para evitar la presencia del presidente en el recinto legislativo el 1° de septiembre.

Durante estos días las tensiones en las postrimerías del Palacio Legislativo se profundizaron entre militantes de los partidos pertenecientes a la Coalición, diputados y senadores electos y activistas de organizaciones sociales ligadas a estos partidos. La PFP fue movilizada para resguardar el recinto desde 15 días antes de la conmemoración del informe, produciéndose enfrentamientos y golpes con legisladores (Granados, 2007). Vallas y policías rodearon y protegieron fuertemente el perímetro del edificio ante la amenaza de los manifestantes. Una crónica cuenta lo siguiente:

En la ciudad de México, epicentro de las movilizaciones populares de protesta contra el fraude electoral y la imposición, la Policía Federal Preventiva (PFP) ha tomado las calles y construido pequeñas fortalezas disuasivas alrededor del Palacio Legislativo y Bucareli (Secretaría de Gobernación) . La mala impresión que causó la imagen de tanquetas en la vía pública fue tal que el presidente Fox debió modificar levemente su guión a favor del orden y las instituciones para comenzar a hablar de diálogo y negociación25.

Así las cosas, el 1° de septiembre se generó un episodio inédito en la vida política de México. El presidente Fox no pudo rendir su informe de gobierno, a pesar de que las formas institucionales se cuidaron al máximo para garantizar los cauces legales. Fox llegó al Palacio Legislativo, pero le fue imposible ingresar al salón de sesiones. Ahí sólo entregó el informe a una comisión y regresó en helicóptero a la residencia oficial de los Pinos para dar después un mal editado mensaje a la nación.

Poco antes, una multitud se había reunido en el Zócalo a la espera de las órdenes de López Obrador para avanzar hacia el Palacio Legislativo, pero la disposición nunca llegó. El líder decidió no exponer a la confrontación las decenas de miles de manifestantes contra las fuerzas del orden. "Aquí nos vamos a quedar —dijo—, que se queden con sus tanquetas, que se queden con sus soldados". La táctica, sin embargo, ya había sido definida con los legisladores de la Coalición. La confrontación fue asumida por los partidos representados en el Congreso. La usanza de la ceremonia establecía que antes de la rendición del informe presidencial los partidos representados en la Cámara debían abrir una sesión de posicionamiento político ante el informe respectivo. El orden de los discursos se definió por el número de escaños de los partidos, de menor a mayor. En esta ocasión, la tónica de los discursos —unos más radicales que otros— se dirigió casi unánimemente contra la gestión y actuación del presidente, quien habría traicionado los ideales de la democracia al intervenir en las elecciones y, sobre todo, haber impuesto con vallas de policías un virtual estado de sitio al Congreso de la Unión.

Con esta justificación, el senador por el PRD, Carlos Navarrete, y con base en la idea de que fue una violación constitucional al movilizar "un impresionante e indignante operativo de las fuerzas que tienen cercado al Congreso", tomó la tribuna. En ese mismo momento, las bancadas del PRD y el PT se levantaron de inmediato de sus curules y se ubicaron alrededor de la tribuna y sobre los accesos, ante el azoro de panistas y la sonrisa nerviosa de priístas. El presidente de la sesión pidió calma para normalizar los trabajos. Los panistas gritaban "¡Liberen Reforma!" Los perredistas mostraban carteles con la leyenda "Fox traidor" y gritaban la consigna "¡Voto por voto, casilla por casilla!" Unos: "¡fuera, fuera!", otros: "¡sufragio efectivo, no imposición!" Mientras tanto, el senador perredista seguía apostado en la tribuna, erguido, sin decir palabra. En las galerías, invitados especiales al informe, la esposa del presidente y todo el gabinete, hablaban en sus celulares con sus contactos en el exterior.

Desde las siete de la noche el presidente había salido de la residencia oficial en medio de un fuerte dispositivo. Dos helicópteros gigantes habían aterrizado en las inmediaciones. Vicente Fox llegó al Palacio Legislativo con la cara desencajada. Parado en la entrada del recinto, rodeado de miembros del EMP, guardaespaldas y, según los legisladores, con varios francotiradores al interior, reía forzado mientras esperaba en el lobby. Le dieron un micrófono y con un mensaje editado dijo: "He asistido y hago entrega del informe [...] debido a un grupo de diputados que hacen imposible [...] me retiro de este recinto". De regreso abordó uno de los helicópteros. De inmediato el diputado presidente del Congreso levantó la sesión en virtud de no existir condiciones para continuarla. Una hora después de retirarse el presidente, el PRD y la Coalición seguían tomando la tribuna "hasta que se retire el sitio policiaco".

El episodio, dramático, indignante para unos, emocionante para otros, fue grabado por las televisoras privadas y enteramente pasado al aire por el canal del Congreso. Para algunos analistas, lo ocurrido en la tribuna fue un reto a la investidura presidencial y la única respuesta fue el autismo de un presidente ineficiente y sin criterio. "Antes de la alternancia —reflexionó el periodista Granados Chapa26— el sistema político había prescindido totalmente de la ciudadanía. Hoy, con este acto, se lastima la investidura presidencial; sin embargo, peor hubiera sido el silencio subordinado. Es preferible, en todo caso, la reacción escandalosa". El movimiento, en efecto, había evitado que el presidente rindiera el informe, y en eso habría que recordar que la revolución no la hacen los pobres, como se refirió Javier García Diego, la hacen los inconformes27.

La respuesta de los medios internacionales no se hizo esperar. Los Angeles Times: "Se incrementa la crisis presidencial"; Washington Post: "Se profundiza la crisis política de México"; Granma: "Hecho inédito en la política mexicana"; El País: "Fox tuvo que limitarse a leer el informe en un mensaje televisivo"28.

No había pasado la sorpresa del 1° de septiembre y se entrelazaban ya las movilizaciones del 5, 15 y 16 como respuesta a la convocatoria para constituir la Convención Nacional Democrática.

 

LA CONVENCIÓN NACIONAL DEMOCRÁTICA, DEL 2 AL 16 DE SEPTIEMBRE

Dos fechas simbólicas en esta etapa determinaron la orientación de las acciones del movimiento. El 5 de septiembre el Tribunal declaró presidente legalmente electo a Felipe Calderón ante el malestar de los simpatizantes del movimiento. Y el 16 de septiembre se constituyó finalmente la Convención Nacional Democrática, que declaró a López Obrador presidente legítimo. La legalidad y la legitimidad se colocaron en contrapunto29. Las formas simbólicas reflejaban el grado de disputa política. Estas formas se sumaron a la lucha por el control y apropiación simbólica del espacio público. El conflicto sobre el espacio se reflejó claramente en la decisión de levantar definitivamente el plantón, ante la tensión generada con las fuerzas armadas que no cedieron un milímetro el lugar habitual de su desfile militar. También la confrontación se reflejó en el desplazamiento del tradicional Grito de Independencia que hace el presidente en el Zócalo, que fue sustituido por una ceremonia encabezada por el jefe de Gobierno perredista.

Veamos. Previo a la decisión inapelable del TEPJF sobre la constancia de mayoría en la elección presidencial, cientos de simpatizantes de la Coalición instalaron campamentos en la sede del Tribunal. Pero la presión no fue suficiente para modificar el veredicto institucional. El día 5 el tribunal declaraba presidente a Calderón. Con ello se concluía también la fase legal de la lucha contra el fraude y su justificación en términos electorales. La Coalición por el Bien de Todos, formada por la alianza de tipo electoral con el PRD, el PT y Convergencia, se disolvió. En su lugar surgió una nueva organicidad en torno a la Convención Nacional Democrática.

Al día siguiente de la decisión unánime de los magistrados, el Tribunal acreditó al nuevo presidente electo. Sin embargo, el acto, en vez de mostrar la fortaleza de las instituciones autónomas, como el Poder Judicial, y la vigencia de un estado de derecho, exhibió, al contrario, su descomposición. Diversos medios consideraron esta decisión como la negación a esclarecer las dudas del proceso electoral, lo cual colocaba al país en la incertidumbre, la confrontación y la fractura nacional30. El Tribunal habría resuelto "torpemente", siguiendo una consigna política más que la razón y el entendimiento, pero con su actuación, dijo Rodríguez Araujo, "lo único que ha demostrado es que no sólo el Poder Ejecutivo Federal, sino también el Judicial, fueron cómplices de un golpe de Estado anticipado para evitar que López Obrador, precisamente por la vía electoral e institucional, pudiera llegar al poder"31. En efecto, el propio Tribunal se metió en un embrollo sin aparente solución, pues había establecido que el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) había violado la ley al haber tenido injerencia en el proceso electoral, que el presidente de la República había violado los principios rectores del proceso electoral y que "puso en riesgo la validez de la elección", además de que hubo irregularidades en los comicios y que el IFE no había actuado con la claridad que debía haberlo hecho. No obstante —y ante la imposibilidad de medir el efecto de tales anomalías—, el Tribunal decidió desecharlas, ya que no habrían sido determinantes para la definición de la elección. Ante tales ambigüedades en el dictamen, la molestia, pero también la decepción de la gente, no se hizo esperar. Un Comité Conciudadano de Seguimiento del Proceso Electoral se manifestó a través de un comunicado poniendo en entredicho el dictamen de validez de la elección (Claudio, 2007)32.

Frente a la irrevocabilidad del dictamen, López Obrador dejó el tema electoral y se centró en la estrategia que daría legitimidad, organicidad y perspectiva al movimiento: la Convención. Desde un mes antes, López Obrador había emitido la convocatoria para la CND, con base en el artículo 39 constitucional, y manifestado a la opinión pública la decisión de dar el "grito" en la Plaza Mayor el día 15. Dado que en este día se celebra, con un desfile militar, la independencia nacional, la decisión habría ocasionado una fuerte tensión con el ejército.

La propuesta de realizar la CND se enmarcó en un plan de acción que incluyó movilizaciones en fechas simbólicas: el día del informe presidencial, el día de la entrega de constancia de mayoría al presidente entrante, el "grito" alternativo por la independencia nacional y el desfile militar. Pero, al mismo tiempo, en esos días comenzó a bajar la participación y a minar las acciones de resistencia. El plantón en algunas zonas se veía desolado; las condiciones climáticas, el frío y las fuertes lluvias menguaban la asistencia a las guardias, el embate de los medios no cejó contra el líder sin permitir espacios de interlocución, y algunos grupos y personalidades aliados del movimiento comenzaron a manifestar su crítica a continuar el plantón indefinidamente (Darán, 2007). La CND se justificó con base en la memoria histórica y en normas emanadas de la Constitución. El artículo 39 de la Constitución dice a la letra:

La soberanía nacional reside esencial y originariamente en el pueblo. Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste. El pueblo tiene, en todo tiempo, el inalienable derecho de alterar o modificar la forma de su gobierno.

Los antecedentes históricos a los que se hizo referencia fueron principalmente la Convención de 1914 y la de 199433. Por un lado, la principal alusión fue la Convención Militar de Aguascalientes de 1914 en el contexto de la Revolución mexicana. En aquel entonces, la reunión fue pensada por las fuerzas federales de Carranza, quien, junto con Obregón, se dispuso a suprimir los ejércitos en rebeldía de Villa y Zapata. Sin embargo, la participación de éstos en la Convención modificó los planes. La Convención se declaró soberana, por encima de cualquier autoridad, e integró las principales demandas del Plan de Ayala zapatista. En vez de ser un instrumento de manipulación de ejércitos rebeldes, se convirtió en un medio de articulación de fuerzas políticas y viró a la izquierda por la aceptación de las reivindicaciones zapatistas (Gilly, 1998; Darán, 2007).

Para los grupos más radicales del movimiento de 2006 la referencia más cercana fue la Convención Democrática Nacional convocada por el EZLN en 1994. Se consideró a la convención soberana y revolucionaria que buscó la convergencia del movimiento zapatista con la sociedad civil mexicana. Esta vinculación debía generar propuestas para constituir un gobierno en transición y una nueva Constitución. El objetivo fundamental era organizar "la expresión civil y la defensa de la voluntad popular" (en Darán, 2007).

Ahora, la propuesta de la CND por parte de López Obrador generó una amplia discusión en el movimiento y tensó las fuerzas en su interior. Para unos significaba, sobre todo, consolidar una alianza política partidaria, que se había iniciado como coalición electoral pero que ya no tenía mayor expectativa de desarrollo. Esta alianza se transformó en el Frente Amplio Progresista (entre PRD, PT y Convergencia), que orientaría la acción conjunta en el Congreso y en el calendario electoral futuro. Con el FAP se propusieron impulsar el Proyecto Alternativo de Nación, programa electoral de López Obrador, que representaría la posibilidad de justicia y democracia para el pueblo de México. Para algunos analistas, éste fue el primer intento de unidad de una gran corriente que venía desde los liberales (sociales) hasta la izquierda radical no violenta34. El Frente daría la firmeza necesaria a la oposición al régimen, capacidad e iniciativa política. Buscaría disminuir el fuerte control de los medios y presionaría para obtener reformas legislativas satisfactorias. El pacto se concretó en la "Propuesta para la transformación política de México", en la cual definieron su posición conjunta:

Estamos decididos a impulsar las reformas que permitan reducir la pobreza, promover la democracia y ganar espacios de libertad frente a la restauración autoritaria. Conocemos de la fuerza de los intereses conservadores. Pero también sabemos que, sin estabilidad, todos, incluyendo esos intereses, perderemos. Conforme a la más estricta racionalidad política, proponemos un plan de transformación profundo del país. Los partidos políticos, movimientos sociales y ciudadanos reunidos en el Frente Amplio Progresista, convocamos a todas las fuerzas representadas en el Congreso para avanzar en [estos objetivos]35.

Para los grupos radicales del movimiento, la Convención significaba un salto cualitativo en la lucha contra la imposición. Debía servir como un aliciente parala organización independiente de la ciudadanía y una posibilidad de impulsar la organización de los trabajadores. La CND podría llegar a ser la representación nacional y soberana frente a una situación de excepción, que era la instalación de un gobierno usurpador. Para ello habría que evitar que la Convención se convirtiera en un foro de aclamación de López Obrador como presidente legítimo y se tornara en un frente de organización y lucha social. Lo que estaba en juego entonces era la ruptura política frente al intento de la derecha de imponer un gobierno conservador. A pesar de que hicieron un llamado a "La Otra Campaña" para que decidiera a favor de su participación en la CND, estos grupos radicales asumieron la lucha ideológica al interior del movimiento poselectoral y la necesidad, al mismo tiempo, de combatir a las fuerzas hegemónicas del movimiento que provenían de corrientes ex priístas corporativizadas36. Los convencionistas debían definir y aprobar un plan de acción que avanzara hacia el Paro Cívico Nacional y la organización de un nuevo constituyente, con la idea de constituir en la práctica un auténtico doble poder37.

La organización y el debate con base en distintas interpretaciones de lo que debía ser la CND llevaron finalmente a los actos del 15 y 16 de septiembre. La lucha por el espacio simbólico fue angustiante, pues estaba de por medio nuevamente la investidura presidencial y el poder del ejército. Mantener el plantón en esos días significaría un enfrentamiento frontal con las fuerzas armadas. La reclamación de la gente para que el presidente diera el grito en otro lugar que no fuese la ciudad de México no fue aceptada con beneplácito por la élite. El ejército se mantuvo firme sobre el recorrido del desfile en aquella mañana del 16. Ello implicaría un desalojo inminente del plantón desde el Zócalo hasta Reforma. Las presiones venían de todas direcciones. Los simpatizantes que aún sostenían el plantón estaban decididos a mantenerse y enfrentar las consecuencias. Los legisladores de oposición presionaban desde la Cámara para que Vicente Fox desistiera de dar el grito en el Zócalo. Finalmente, distintos mecanismos convergieron para desatar el embrollo político. Los legisladores panistas aceptaron hacer un llamado respetuoso a Vicente Fox para ceder la plaza. López Obrador aceptó levantar el plantón el 14 de septiembre por la noche para permitir llevar a cabo la ceremonia institucional del grito. Y declinó dar el "grito" si el jefe de Gobierno perredista lo daba. Con esto se resolvía el problema de la representación simbólica en la ceremonia del "grito", de la ocupación del ejército del espacio en el tiempo del desfile militar y de la apropiación de los convencionistas del mismo espacio la tarde del 16 de septiembre para realizar la asamblea fundacional de la CND. Fueron tres días aciagos que se caracterizaron por una intensidad de uso del espacio público sin precedente. En la noche del "grito":

[...] lo primero que hizo AMLO cuando terminó la ceremonia del Grito fue bajar del templete y meterse entre la multitud que atiborra el Zócalo coreando insistentemente su nombre [...]. En el balcón del antiguo Palacio del Ayuntamiento, donde el jefe del Gobierno del DF pronunció la letanía solemne del ritual septembrino y añadió un "¡Viva la soberanía popular!", los rostros felices de doña Rosario Ibarra de Piedra, de Alejandro Encinas y de sus respectivos acompañantes contrastaban con la cara tiesa, incómoda, cargada de angustia y de enojo del titular de la Secretaría de Gobernación [panista]38.

El Zócalo se llenó de simpatizantes de López Obrador, las consignas generaron una atmósfera cargada de emoción. "¡Sí se pudo!" era el sentimiento generalizado y el lema "Sufragio efectivo, no imposición" llenó el ambiente. La CND tomó el Zócalo de nuevo.

Llegó el día de la Convención. Miles de personas iniciaron su trayecto desde muy temprano. Una densa red de color amarillo y gafetes de la CND emergió de todos los puntos de la gran metrópoli: en el transporte público, en taxis, en vehículos de organizaciones, en las líneas del metro. Todos se dirigían al Zócalo. Trabajadores, campesinos, sectores populares, clases medias. Muchos llegaron buscando los puntos de reunión para juntarse con sus delegados y discutir los puntos centrales de la consulta. Otros, organizados en sindicatos, asociaciones populares y organismos políticos, habían iniciado la discusión semanas atrás. Según la relatoría de la CND, más de 10 mil asambleas populares y 150 foros de debate se realizaron en toda la República. Se recibieron miles de ponencias individuales y colectivas. Un millón 25 mil 724 delegados se registraron ante la Comisión Organizadora. De todas las propuestas, tres fueron reiteradas: desconocer la declaración de validez de la elección presidencial emitida por el TEPJF; apoyar la convocatoria de la CND; y convocar a un Congreso Constituyente para refundar la República (Darán, 2007).

Diez resolutivos de la CND fueron votados, casi por ovación unánime: 1) se rechaza la usurpación y se desconoce a Felipe Calderón como presidente de México; 2) se declara la abolición del régimen de corrupción y privilegios; 3) se reconoce el triunfo de López Obrador; 4) se le declara presidente legítimo; 5) se autoriza a López Obrador a integrar un gabinete y elegir la sede de su gobierno en la capital del país con carácter itinerante; 6) la toma de posesión se realizará el día en que se celebra el aniversario de la Revolución mexicana; 7) definir un programa básico de lucha39; 8) impulsar un proceso constituyente; 9) mantener a la CND como asamblea soberana e integrar tres comisiones40;10) definir un plan de resistencia civil pacífica.

El acto de fundación pareció un acto simbólico de ovación a LópezObrador como presidente legítimo. Fue una jornada de síntesis de un trabajo previo, pero desestructurado, que generó confusión en muchos grupos. Decepcionó a los más entusiastas promotores que querían convertir a la Convención en un instrumento de debate y acción:

Este evento careció de debate, se engañó a la gente con la idea de los "delegados" y, sobre todo, se impusieron propuestas que la multitud sólo tenía que aceptar, o no, sin poder hacerles alguna modificación. Todas estas acciones llevaron a la Convención a convertirse en un mitin gregario de autoconsumo, donde la cúpula del movimiento ya había decidido el rumbo a seguir para los próximos meses, sólo había que legitimarlo (Darán, 2007).

 

COROLARIO

Elmovimiento poselectoral contra el fraude y por la democracia no ha concluido. Está presente en cientos de actividades, declaraciones y trabajo político de las comisiones. Sin embargo, sea por la falta de una articulación mayor entre movimiento, organizaciones y dirigencia, o sea por situaciones externas en la estructura de oportunidades y retos políticos, lo cierto es que la formación de la CND ese 16 de septiembre significó, almismo tiempo, la culminación de un ciclo en la historia del movimiento. Después de eso, la participación decayó notablemente. El 20 de noviembre se realizó la ceremonia de toma de posesión de López Obrador como presidente legítimo con una participación no mayor a 350 mil personas. La imponente movilización de dos millones de ciudadanos quedó atrás. El 1° de diciembre, los legisladores del FAP intervinieron para evitar la toma de posesión del presidente electo Felipe Calderón en la Cámara de Diputados, esta vez sin éxito. La mayoría de los ciudadanos vio la consumación del acto a través de una televisión controlada totalmente por el Ejecutivo Federal, en medio de la impotencia y la frustración. Las acciones organizadas de resistencia y boicot generalizado a productos de grandes empresas que violaron la ley al apoyar financieramente la campaña de Calderón han sido simbólicamente espectaculares, pero han encontrado poca difusión en los medios de comunicación, totalmente supeditados al nuevo grupo en el poder.

Losmovimientos sociales que surgieron en paralelo al movimiento contra el fraude y por la democracia, como la lucha de San Salvador Atenco y la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca, fueron reprimidos violentamente y se encuentran en una etapa de franco reflujo. La Convención perdió la oportunidad de articularse con estos movimientos, fortalecerlos, y fortalecerse a sí misma con esta alianza.

Lo que sigue en la contienda es una reunión de la CND que se celebrará el 21 demarzo, otra fecha simbólica que festeja el aniversario del natalicio de Benito Juárez, el precursor e ideólogo del movimiento, por su identificación con López Obrador. Habría, pues, que esperar para intentar algunas conclusiones acerca del impacto político delmovimiento sobre las instituciones existentes. Entonces se vislumbrará la movilización de diversos recursos: legales y electorales (a través del FAP), políticos (a través de la existencia de la presidencia legítima y los avances en la organización del nuevo constituyente), organizativos (generados a través de las redes y alianzas con sindicatos y organizaciones populares), y de resistencia (a través de acciones colectivas de distinto tipo).

No obstante, podemos advertir desde ahora las huellas sobre los procesos democráticos que ya se han dejado sentir. Es posible apreciarlos a través de la interconexión de variosmecanismos causales de lamovilización. Estos factores se entretejieron en cada una de las facetas que describimos. Pudimos valorar: a) la atribución que los actores le imprimieron tanto a los retos como a las oportunidades que posibilitaron el tipo de acción; b) la apropiación de la organización social por los simpatizantes y activistas delmovimiento; c) la construcción social de discursos que interpretaban tanto a los adversarios como al propio episodio del conflicto, evaluándolo sistemáticamente, y d) nuevas formas de acción innovadoras que se emparejaron con viejas estrategias de acción.

Finalmente, rescato de este relato dos aspectos. El primero es el efecto cualitativo que tuvo el tamaño delmovimiento, en este caso extraordinario, sobre la percepción y reacción del episodio de confrontación, tanto de los simpatizantes como de los adversarios políticos. Ello impactó decisivamente en la estructura de oportunidad de lamovilización. El segundo aspecto es la importancia del espacio simbólico como estrategia política. La apropiación, reapropiación, interpretación y reinterpretación del espacio público, tanto por actores como adversarios, constituyó uno de los mecanismos más importantes que permiten explicar distintivas formas simbólicas de la política y la dinámica de la confrontación.

Este episodiomostró nítidamente la construcción social de un espacio de ciudadanía.

 

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Notas

1 Este enfoque se acerca en mucho a lo que he denominado "Espacios de ciudadanía como espacios de conflicto", tanto en términos de episodios de confrontación como en el carácter procesual y dinámico del conflicto (Tamayo, 2006). La intención de explicar el movimiento contra el fraude parte de articular ambas visiones.

2 Y es que a pesar de que el inicio del movimiento contra el fraude electoral lo podríamos ubicar el 5 de julio, cuatro días después de las elecciones en México, estas movilizaciones se concatenan con experiencias históricas locales, nacionales e internacionales. En el debate y en la construcción del movimiento se hicieron constantes referencias, por ejemplo, a la resistencia civil en Chihuahua (1986, con el PAN), al movimiento cívico contra el fraude en San Luis Potosí (1991), al llamado a la desobediencia civil del propio Vicente Fox ante el fraude en Guanajuato (1991), a las movilizaciones contra el fraude en Michoacán (1992), a la resistencia civil pacífica en Tabasco (1996, con López Obrador y el PRD) y, a nivel nacional, contra la imposición de Carlos Salinas (1988, con Cuauhtémoc Cárdenas, Maquío y Rosario Ibarra) y el juicio de desafuero de López Obrador en 2005 (Tamayo, 2005).

3 Cfr. José Woldenberg, México en su democracia, documental, Televisa, 2003.

4 Luis Hernández Navarro, "La sombra del 88", La Jornada, 4 de julio de 2006.

5 Entrevista a Montes Cué, citado en el prólogo de Lorenzo Meyer al libro de Reveles (2006:14).

6 Diego Cevallos, "México: el mito de un país dividido entre izquierda y derecha", La Jornada, 8 de septiembre de 2006.

7 Empresarios como el presidente del club de futbol Chivas del Guadalajara; el presidente del Consejo Industrial de Tlanepantla; Pilar Servitje, presidenta de la Cruz Roja del Distrito Federal; Lorenzo Servitje, presidente del Grupo Bimbo; el Grupo Editorial Expansión, con todas sus líneas editoriales; la compañía Hidrogas; José Luis Barraza, presidente del Consejo Coordinador Empresarial, quien a nombre de los empresarios pidió la renuncia de Andrés Manuel López Obrador, jefe de Gobierno del Distrito Federal; Alberto Núñez, presidente de la Confederación Patronal de la República Mexicana, quien fue más moderado en su crítica al gobierno local; Jaime Chico Pardo, en representación de la compañía de Teléfonos de México; José Luis Uriegas de la Asociación Nacional de la Industria Química; el Grupo Sport City y Deportes Martí; el banco BBV Bancomer, entre otras instituciones bancarias, que deslizó por su red de correos una invitación especial a todos sus empleados para asistir a la marcha. Asimismo, participaron grupos de estudiantes de universidades privadas como la Iberoamericana, La Salle y el Tecnológico deMonterrey. También fueron patrocinadores de un espectáculo musical vinculado con la marcha y organizado por TV Azteca y Televisa, corporativos como Cinemex, Bacardi y Cía., el Consejo de la Comunicación, A.C., Comercial Mexicana, Cablevisión, etcétera.

8 Guillermo Almeyra, "Y ahora, la dictablanda", La Jornada, 9 de julio de 2006.

9 Pablo González Casanova,"Esta no es democracia", La Jornada, 11 de julio de 2005; además véase <noalca-l@listas.laneta.apc.org>.

10 Algunas de estas organizaciones son: Colectivo Socialista, Convergencia Socialista, Liga de Unidad Socialista, Partido Revolucionario de las y los Trabajadores, Convergencia Democrática "Valentín Campa", Partido Comunista Mexicano, Red de Izquierda Revolucionaria del PRD, entre otras. En Rogelio Hernández López, "Socialistas con AMLO o con Marcos", Milenio Semanal, 30 de octubre de 2005.

11 La siguiente cita es reveladora de esta posición: "[Como muchos] el PRT (Partido Revolucionario de las y los Trabajadores) no participó en esta ocasión en el proceso electoral, ni apoyamos la campaña electoral de Andrés Manuel López Obrador y del PRD. Estamos, como saben, en "La Otra Campaña" junto con muchas otras organizaciones de la izquierda anticapitalista que hemos apoyado esta iniciativa del EZLN. Sin embargo, estamos convencidos que hay que hacer unidad en la acción con todos aquellos dispuestos a pelear contra el fraude electoral. No es un apoyo político al PRD o a AMLO y su programa; no estamos con una nueva campaña electoral o de proselitismo electoral. Lo que defendemos ahora, entre todos, es el respeto a la voluntad popular". En PRT, "Unidad de acción contra la derecha", discurso pronunciado por Edgard Sánchez el 5 de julio en el mitin celebrado en el Zócalo de la ciudad de México contra el fraude en las elecciones presidenciales.

12 Pablo González Casanova, Gilberto López y Rivas y Luis Hernández Navarro, "La gran mentira y las alternativas de un México democrático", La Jornada, 16 de septiembre de 2006.

13 Véase Adolfo Gilly, "La CND, los agravios, los caminos", La Jornada, 15 de septiembre de 2006.

14 En entrevista, Marcos respondió a la pregunta de "¿Cuál es ahora el camino de la Otra Campaña?": "No tenemos el problema de la gente que prendió sus velas al proceso electoral. Hubo quien dijo estar en La Otra pero pensaban que la electoral era también una posibilidad. Siempre defendimos ese punto de vista aunque no lo compartíamos. Arriba no hay nada qué hacer, pero algunos dicen que sí, son de abajo y los respetamos". En Hermann Bellinghausen,"Entrevista al subcomandante Marcos", La Jornada, 7 de julio de 2006.

15 A la pregunta de Bellinghausen: "A la gente que cree en este modo de democracia, ¿qué democracia le queda?", la respuesta de Marcos fue: "Se dice que AMLO recibió fuego amigo, refiriéndose a nosotros. No somos amigos de AMLO, somos enemigos de toda la clase política. No estamos del mismo lado y esta ruptura se marcó en 2001 cuando apoyaron la contrarreforma indígena. Ahora el PRD en Chiapas propone a Juan Sabines, que era del PRI, pasó al PRD y lo primero que hizo fue firmar un pacto con Roberto Albores Guillén [ex gobernador priísta antagonista del zapatismo] [...]" (anotación entre corchetes mía). En Hermann Bellinghausen, "Entrevista al subcomandante Marcos", La Jornada, 7 de julio de 2006.

16 En parte, su visión se justifica en la magnitud de los comicios y la enorme empresa que eso significó para movilizar una cantidad inconmensurable de recursos. Como muestra, el día de la elección, los medios repitieron constantemente el objetivo de la jornada: elegir a un presidente, 128 senadores, 500 diputados federales, 1 431 cargos de elección popular, tres gobernadores, un jefe de Gobierno, 423 presidentes municipales, 16 jefes delegacionales. Todo ello en 130 488 casillas, para un padrón electoral de 71 millones 350 976 ciudadanos. Hubo 27 171 capacitadores y 913 mil funcionarios de casillas. Cada voto costó 8 281 pesos. En este sentido, entre los intelectuales, historiadores y ex funcionarios del IFE que hicieron público el 2 de agosto su apoyo al proceso, y que la prensa se encargó de difundir ampliamente, destacan, entre otros: Enrique Krauze, José Woldenberg, Federico Reyes Heroles, Jorge Castañeda, Héctor Aguilar Camín, Roger Bartra, Germán Dehesa y Soledad Loaeza.

17 Mientras que López Obrador arremetía contra intelectuales que ponían en duda la veracidad del fraude por medio de un desplegado, el movimiento es respaldado por escritores que integraron el Comité Ciudadano de Resistencia Pacífica, con la participación, entre otros, de Eugenia León, Demián Bichir, Guadalupe Loaeza, Jesusa Rodríguez y Héctor Vasconcelos.

18 La reflexión sobre las acciones legales para observar su impacto en la estructura de oportunidades políticas es retomada aquí del artículo de Luis Hernández Navarro, "¿Dónde está el balón?", La Jornada, 18 de julio de 2006.

19 Adrián Reyes, "México: sin constancia de triunfo, Calderón inicia transición", Rumbos, Lista de Información y Red de Investigadores sobre y de América Latina, Maison de la Recherche, Université de Toulouse-le-Mirail, 14 de julio de 2006.

20 Destacó también en este mitin la participación de la luchadora por los derechos humanos, Rosario Ibarra de Piedra, ex candidata a la presidencia en la década de 1980 por la izquierda radical y activa dirigente del movimiento por la democracia y contra el fraude electoral durante el periodo de los gobiernos priístas.

21 Crónica de Andrea Becerril y Enrique Rodríguez, La Jornada, 17 de julio de 2006.

22 Abro aquí un espacio de etnografía que identifica mejor las múltiples y diversas expresiones de cultura ciudadana y política, a través de las miles de acciones que innovaron el repertorio de la movilización tradicional.

23 Soledad Loaeza, "Expropiaciones", La Jornada, 7 de septiembre de 2006.

24 Staff Reforma, "Levantan plantón; quedan pérdidas", Reforma, 16 de septiembre de 2006.

25 Luis Hernández Navarro, "Vallas y policías", La Jornada, 23 de agosto de 2006. El artículo concluye: "Vicente Fox terminará los 99 días que le restan a su mandato escondido de las multitudes, protegido por el Estado Mayor Presidencial (EMP). De consumarse la imposición de Felipe Calderón, el nuevo mandatario tendrá que gobernar de la misma manera: protegido por vallas, militares, tanquetas y policías".

26 Participación en un programa de análisis del informe presidencial, Televisa, 1° de septiembre de 2006.

27 Javier García Diego, director de El Colegio de México, participación en un programa de análisis del informe presidencial, Televisa, 1° de septiembre de 2006.

28 Reporte noticioso en el programa "Primero Noticias", canal 2 de Televisa, 4 de septiembre de 2006.

29 Así se refiere Carlos Montemayor sobre esta cuestión: "No olvidemos que antes de la creación del IFE y del TEPJF se afirmaba siempre que las elecciones eran legales. Y en efecto, eran legales, pero no legítimas; eran legales, pero no justas; eran legales, pero no equitativas. Regresar ahora al concepto de lo legal [como hacen los mismos panistas que antes lo criticaban] que haga a un lado el propósito original de las nuevas instituciones electorales empobrece la visión de la legalidad y oscurece la noción de legitimidad" (comentarios entre corchetesmíos), en Carlos Montemayor, "La calificación y el tribunal", La Jornada, 30 de agosto de 2006.

30 Editorial de La Jornada, "Simulación y realidad", La Jornada, 7 de septiembre de 2006.

31 Octavio Rodríguez Araujo, "¿Consummatum est?", La Jornada, 7 de septiembre de 2006.

32 El Comité se integró por distintas personalidades con amplia experiencia en la organización y observación de procesos electorales. Destacaron: Sergio Aguayo, Jorge Alonso, Alberto Aziz Nassif, Miguel Basáñez, Roy Campos, Orfe Castillo, José Antonio Crespo, Denise Dresser, Clara Jusidman, Rodolfo Tuirán, entre otros. El cuestionamiento del Comité planteaba: "¿Cuánto tiempo más de declaraciones del presidente Fox hubiese sido determinante (ya que el dictamen dice que el presidente se detuvo a tiempo)? ¿Qué intervenciones adicionales del CCE hubiesen sido necesarias para transformarlas en determinantes? ¿Cuánto más cerrada debió haber sido la elección para que cada acto fuera determinante?" (cfr. Claudio, 2007). Eso probaba que la elección y su proceso habían sido ilegales, pero con el Tribunal, "sólo un poquito, les faltó añadir", cfr. Octavio Rodríguez Araujo, op. cit.

33 Algunos miembros del movimiento reseñaron varios antecedentes de este tipo. Martí Batres recordó: "Ya en el siglo XIX, mientras los conservadores por medio de un golpe imponían un presidente ilegítimo en Palacio Nacional, Benito Juárez recorría el país como presidente legítimo constitucional de México. El episodio se repitió cuando los conservadores trajeron a Maximiliano de Habsburgo como emperador y Juárez volvió a recorrer el país. Las Leyes de Reforma fueron decretadas por Juárez en su primer recorrido por el país como presidente legítimo, mientras en Palacio Nacional estaban los conservadores. También ya la soberana Convención de Aguascalientes nombró presidentes de la República para resolver el vacío de poder derivado de la lucha contra la usurpación de Victoriano Huerta. En épocas más recientes, Manuel J. Clouthier formó un gabinete paralelo luego del fraude electoral de 1988. Después, en 1994, el movimiento democrático declaró a Amado Avendaño gobernador en rebeldía en el estado de Chiapas, ante el fraude electoral que el PRI realizó. Ya en este sexenio los zapatistas formaron las Juntas de Buen Gobierno en Chiapas y apenas este año se formó la Asamblea Popular de los Pueblos de Oaxaca. Todos estos son ejemplos de la dualidad de poderes que se ha dado en momentos extraordinarios y con diferentes resultados en la historia nacional o regional de México". Cfr. Martí Batres, "Presidente de la República en resistencia", La Jornada, 7 de septiembre de 2006. Véase también el editorial de Antonio Gershenson,"Sentido y alcances de la Convención", La Jornada, 17 de septiembre de 2006.

34 José Agustín Ortiz Pinchetti, "Diario de guerra (electoral)", La Jornada, 17 de septiembre de 2006.

35 Frente Amplio Progresista, "Propuesta para la transformación de México", <www.cnd.org.mx>.

36 Ubicaban la hegemonía en el antiguo grupo salinista representado en el movimiento por Manuel Camacho Solís, Marcelo Ebrard, Socorro Díaz, e incluso los apoyos de Manuel Bartlett y otros grupos de la izquierda priísta. Cfr. Edgard Sánchez, "La Convención Nacional Democrática, un salto cualitativo en la lucha", Bandera Socialista, núm. especial, agosto de 2006.

37 Octavio Rodríguez Araujo, "Doble poder", La Jornada, 18 de septiembre de 2006, más adelante señala: "[Con la CND] La situación no es inédita en la historia de México, pero las analogías no explican nada, sólo ilustran. Estamos en presencia de un doble poder potencial, gracias a la torpeza y a la necedad de quienes encabezan las instituciones de la República".

38 Jaime Avilés, "El grito en el Zócalo devino en festejo del movimiento de resistencia pacífica", La Jornada, 16 de septiembre de 2006.

39 El programa de lucha contiene cinco puntos: 1) impulsar un Estado de bienestar; 2) defender el patrimonio de la nación; 3) hacer valer el derecho público a la información; 4) desaparecer el Estado patrimonialista; 5) renovación de las instituciones nacionales.

40 Las comisiones que darían seguimiento a las actividades de la CND son la Comisión Política Nacional, la Comisión de Resistencia Civil, la Comisión del Proceso Constituyente.

 

Información sobre el autor:

Sergio Tamayo. Arquitecto egresado de la Universidad Autónoma de México (UAM)-Azcapotzalco, maestro en urbanismo por la Universidad Nacional Autónoma de México y doctor en sociología por la Universidad de Texas, Austin. Actualmente es profesor-investigador de la UAM-Azcapotzalco. Sus tres líneas de trabajo son las identidades colectivas, los movimientos sociales y las identidades urbanas; la cultura política, prácticas de ciudadanía y apropiación política del espacio público; y metodologías cualitativas. Algunos libros de su autoría son: Espacios ciudadanos. La cultura política de la ciudad de México (2002) y como coordinador, con Lidia Tamayo, El arpa de la modernidad en México, sus historias (2000).

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