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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.22 Ciudad de México sep./dic. 2006

 

Reseñas

 

El Mapa Quinantzin reproducido y analizado

 

Frederic Hicks

 

Luz María Mohar Betancourt, 2004. Códice Mapa Quinantzin. Justicia y derechos humanos en el México antiguo. Comisión Nacional de los Derechos Humanos, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, Miguel Ángel Porrúa, México, 340 pp.

 

Universidad de Louisville, Louisville, Estados Unidos. f.hicks@clouisville.edu

 

 

El Mapa Quinatzin es una de las fuentes pictográficas más importantes de la región acolhua. Su fama se debe principalmente a que reproduce el plano del palacio de Nezahualcóyotl, el rey más famoso de Acolhuacan, pero contiene también algo de la historia más temprana de la región, la estructura política del Estado encabezado por Texcoco, y los delitos y castigos que en éste se practicaban. Junto con otros documentos pictográficos, fue utilizado por varios cronistas como Alva Ixtlilxóchitl, Pomar y Torquemada.

El códice, actualmente en la Biblioteca Nacional de Francia (BNF), consiste de tres hojas de papel amate. Las dos primeras son del mismo tamaño y están pegadas para hacer una hoja grande. La primera hoja (o lámina) trata de la historia de Acolhuacan hasta la época de Nezahualcóyotl. La segunda representa el palacio de los reyes texcocanos —Nezahualcóyotl y su hijo y sucesor Nezahualpilli— y el reino que dominaban. Estas dos láminas están catalogadas como Ms. Mex. 11-12 en la BNF. La tercera lámina fue reconocida como parte del códice sólo hasta 1950. Está también en la BNF, pero con su propio número de catálogo: Ms. Mex. 396. Trata sobre delitos y castigos. Hay razón para creer que había otras hojas, una de las cuales habría sido una continuación hacia abajo del plano del palacio. Luz María Mohar también examina la relación entre el Mapa Quinatzin y otros documentos pictográficos de la región, como el Códice Xólotl, el Mapa Tlotzin y el Códice en Cruz.

El códice que aquí nos atañe ha sido conocido principalmente por la copia dibujada por el padre José Pichardo, probablemente a inicios del siglo XIX, y publicada por Aubin en 1885. El original está muy deteriorado y Mohar se aprovecha muchas veces de la copia, hecha cuando el códice estaba en mejores condiciones. Hay porciones del códice, incluso muchas de las glosas en caracteres latinos, que eran legibles en la época de Pichardo y Aubin, pero que ya no lo son. El libro contiene, en unas hojas aparte, una reproducción del original en tamaño reducido (por lo tanto más manejable), una reproducción del dibujo en papel calca del mismo tamaño, que se puede sobreponer a la primera, y la codificación usada por la autora, también en papel calca. Viene acompañado de un disco compacto (de difícil uso), en el que cada elemento está documento por sí mismo y sin índice, por lo que resulta más fácil consultarlos en el libro. El disco contiene además una serie de comparaciones entre los elementos de la copia y los del original, lo que puede ser de gran utilidad.

Para presentar el códice, Mohar utiliza el conocido método de Joaquín Galarza. Presenta una buena exposición del método, pero también podemos ver sus limitaciones. El método consiste, primero, en identificar cada elemento del códice, aislarlo y clasificarlo temáticamente (flora, fauna, cosmos, artefactos, personajes, numerales, glifos, etc.), cada uno fuera de su contexto. Esta sección es muy laboriosa porque con el método galarziano se estudia un códice no como fuente cultural o histórica, sino como ejemplo de un sistema de escritura. Cada elemento queda aislado; por ejemplo: un glifo de nombre se separa del personaje al que nombra, y las glosas de lo que glosan. Afortunadamente, Mohar va más allá de esto. Aprendemos más cuando llegamos al catálogo pictográfico, donde tenemos acceso a mejores explicaciones de lo pintado, y aún más cuando consultamos el análisis del contenido de las láminas, aunque éste sólo comienza hasta la página 209. En esta sección conocemos finalmente el significado del códice como fuente histórica, y salimos un poco de la rigidez de las primeras etapas del método de Galarza. Mohar aumenta su análisis con referencias al trabajo de otros investigadores y al contenido de otros códices.

El motivo para publicar una fuente primaria como este códice, es hacerla accesible a los investigadores en una forma en que puedan hacer uso de ella, y esto es lo que hizo la autora. Comienza el trabajo con una introducción a la historia acolhua, basada en fuentes conocidas. Como ninguna de esas fuentes es completa de acuerdo con los criterios de hoy, siempre habrá pequeños desacuerdos en las interpretaciones, pero el propósito de esta introducción es simplemente situar al lector en el contexto histórico del códice. Los chichimecas de la primera lámina, como en otros códices, llevan vestimentas de piel, usan arco y flechas, cazan en un ambiente de mezquites, nopales y magueyes, viven en cuevas, y nos hacen pensar en cazadores-recolectores. Pero tenían una organización sociopolítica algo complicada, y su ropa, aunque de pieles, parece consistir en manta y maxtlatl para los hombres, y nagua y huipil para las mujeres, las mismas que más tarde se elaboraron en tela. Además, la extensa investigación arqueológica no ha producido ninguna evidencia de cazadores-recolectores en la cuenca de México desde hace varios milenios. Mohar plantea que estos chichimecas eran ex agricultores del norte, donde floreció una cultura agrícola en el periodo Clásico, que se vio reducida a una vida bárbara cuando cambios climatalógicos los impulsaron a su larga migración hacia el sur.

El análisis del palacio y su contenido, así como de otros elementos de la lámina 2, es detallado, informativo y está acorde con lo que sabemos de otras fuentes y estudios modernos. Lo mismo con el análisis de la lámina 3. Mohar ha producido un estudio valioso que debe ser consultado por todos los estudiosos del antiguo Acolhuacan.

 

Información sobre el autor:

Frederic Hicks. Profesor emérito de antropología en la Universidad de Louisville, con doctorado en antropología por la Universidad de California, Los Ángeles (1963). Desde hace cerca de treinta años su especialidad de investigación ha sido la etnohistoria de México. Ha hecho investigaciones en varios archivos de México, España y Estados Unidos, y ha publicado artículos sobre la organización sociopolítica y económica de Acolhuacan y otras partes del centro de México en el siglo XVI en libros y revistas académicas como American Ethnologist y Journal of Anthropological Research.

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