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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.21 Ciudad de México may./ago. 2006

 

Legados

 

Brigitte Boehm Schondübe. In memoriam

 

Andrés Fábregas Puig

 

Universidad Intercultural de Chiapas, Tuxtla Gutiérrez, Chiapas. aa_fabregaspuig@hotmail.com

 

En la madrugada del 25 de diciembre del año 2005 murió en la ciudad de Zamora, Michoacán, Brigitte Boehm Schondübe. La conocí en la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH) en 1965, fecha en la que dicho recinto académico cambió su domicilio de la calle de Moneda al Museo Nacional de Antropología. A Brixi me la presentó su esposo, Pepe Lameiras, en la propia ENAH. Era notorio su embarazo: esperaba el nacimiento de quien es su primogénita, Luisa. No transcurrió mucho tiempo para que la casa de Brixi y Pepe, allá por el Olivar de los Padres en el D. F., se convirtiera en el gran centro de reunión de quienes formábamos la generación 1965-1969 de la ENAH. Fui además el feliz invitado infinidad de domingos a comer en la casa de Pepe y Brixi, en compañía de la familia de esta última: sus padres, así como la familia de su hermano Gunther. Durante varios domingos, aquellas comidas se celebraron en el domicilio coyoacanense de los padres de Brixi. No guardo dudas acerca del aprecio de Brixi por su familia. Cuando se graduó en la ENAH, la comida familiar —incluyéndome— se llevó a cabo en el Club Alemán, del que su padre, don Federico Boehm, era el presidente. Celebramos con alegría aquella culminación. Brixi estuvo radiante.

Después de la ENAH, Brixi siguió a Pepe Lameiras en su estancia en Alemania. La familia Lameiras-Boehm había aumentado con Lorenza. Marina, la menor de las Lameiras-Boehm, nació en Alemania. De vuelta en México, Brixi se entregó de lleno al trabajo de investigación, demostrando una férrea disciplina, un agudo sentido crítico, además del gusto por crear conocimiento. Trabajó en los marcos de la etnohistoria y la etnografía, combinando el análisis documental y arqueológico con el trabajo de campo. Dos son las grandes influencias que la forjaron en sus percepciones teóricas: Ángel Palerm y Lawrence Krader. A ambos los honró con la publicación de su gran libro Formación del Estado en el México prehispánico (El Colegio de Michoacán, Zamora, 1986). Con este texto Brigitte surgió como una antropóloga con visión propia. De ahí en adelante sus trabajos llevarán el sello del método de la ecología cultural con improntas teóricas muy propias —las más de las veces provocativas— de nuevos hallazgos y reflexiones. Aplicó creativamente la discusión acerca de las llamadas "sociedades hidráulicas" y del modo asiático de producción, para ofrecernos una explicación del complejo proceso de formación del Estado en los tiempos precoloniales de México. Las formas de subsistencia de los pueblos y culturas del centro de México constituyeron el eje de referencia de sus pesquisas.

En tardes prolongadas discutimos con Brixi las propuestas de Krader y Palerm, ahora en su casa de la calle Triunfo de la Libertad, en Tlalpan. Brixi tenía un sentido del orden muy peculiar, de tal forma que las discusiones con ella eran agotadoras. Normalmente tomaba profusas notas además de llevar un fichero con registros rigurosos y citas bibliográficas. Lo que afirmaba, lo probaba. Su conocimiento de los cronistas en particular y de las fuentes de información sobre el México prehispánico y colonial en general la capacitaron para construir grandes visiones de conjunto que supo articular con las propuestas antropológicas al trabajo etnográfico y a la elaboración de teoría.

Recuerdo el empeño que Brixi invirtió en escribir —junto con Armando Pereyra— el libro La terminología agrohidráulica prehispánica nahua (INAH, México, 1974). En cierto sentido, este libro —uno de sus primeros— continuaba la discusión sostenida en el seminario que dirigía Ángel Palerm en el CIS-INAH, mismo en el que participaban Teresa Rojas, Rafael Strauss y Pepe Lameiras. En 1980 publicó un texto espléndido titulado "La estrategia geopolítica de los estados del altiplano mesoamericano: Teotihuacán, Tula, chichimecas y los mexicas" en la Revista de la Universidad Complutense (vol. XXVIII, núm. 117, Madrid, pp. 45-71). Antes de estos textos, Brixi alimentó la legendaria colección Sepsetentas (fundada por Gonzalo Aguirre Beltrán), con un libro de bella factura: Indios de México y viajeros extranjeros (1974).

Brigitte Boehm formó parte del grupo de académicos que fundaron el Colegio de Michoacán, uno de los más importantes del país en su género. Brixi agregó una nueva faceta a su quehacer: forjadora de investigadores. Con el tesón que la caracterizaba emprendió el estudio de la cuenca del lago de Chapala y desde allí abarcó la compleja madeja del problema del agua en el planeta. Brixi fue presidenta de El Colegio de Michoacán, institución que le debe un homenaje digno, de reconocimiento a sus aportes y lealtad. Luengos y fructíferos fueron los años en los que Brixi laboró en el Colmich escribiendo, enseñando, forjando alumnos e investigadores. Al momento de morir, Brigitte Boehm era una de las figuras señeras de la antropología en México. Sus trabajos y los de sus alumnos resultan imprescindibles para la comprensión del uso político de la ecología cultural. El Colmich, así como el gremio antropológico, ha perdido a una investigadora que sostuvo con mano firme un enfoque, una manera de hacer antropología, que la institución, esperamos, no dé por concluida.

Brixi fue un personaje con defectos y virtudes, pero siempre alguien relevante. Su último evento académico ocurrió en París, en el invierno de 2005. Nadie esperaba su muerte. El 9 de diciembre pasado fue galardonada con el Premio Estatal de Ciencia y Tecnología que otorga el Gobierno de Michoacán, la tierra de sus afanes. Seria como investigadora, fue por la vida con alegría, con optimismo, segura de lo que hacía. El sábado 24 de diciembre del año pasado hablé con ella por teléfono. La Brixi de siempre, cálida y alegre. Bromeamos y prometimos vernos lo más pronto posible. El despertar del día 25 fue terrible: El celular insistía, "Brixi ha muerto".

En un lapso corto los antropólogos mexicanos hemos perdido la voz de Arturo Warman (2003), Pepe Lameiras (2003), Roberto Varela (2005) y Brigitte Boehm (2005). Es un tramo histórico. Es una generación forjadora de instituciones y de reflexiones. Brixi cerró sus ojos el día de la Navidad. Fue velada en el mismo sitio que su compañero de toda la vida, Pepe Lameiras. Sus cenizas alimentan un árbol, muy cerca de donde crece otro, con Pepe como raíz. Ambos árboles se levantan en la huerta de la casa que los Lameiras-Boehm construyeron en Zamora. Un capítulo ha concluido. A ambos les sobreviven sus hijas, tan entrañables: Luisa, Lorenza y Marina, junto con sus esposos y sus hijos. Mientras escuchaba misa en Zamora acompañando a Brixi, tendida en el féretro, me pareció escuchar la campana de la ENAH, el bullicio estudiantil, Brixi, Pepe, Gastón...

Tuxtla Gutiérrez, Chiapas.
12 de enero de 2006.

 

Información sobre el autor:

Andrés A. Fábregas Puig. Doctor en antropología por el Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social. Actualmente se desempeña como rector de la Universidad Intercultural de Chiapas. Su libro más reciente es Los años estudiantiles. La formación de un antropólogo en México (1965-1973) (2005).

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