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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.21 Ciudad de México may./ago. 2006

 

Saberes y razones

 

Los factores de retención de la maquila: lección de Yucatán (1995-2005)*

 

Nathalie Gravel

 

Universidad de Laval, Quebec, Canadá. nathalie.gravel@ggr.ulaval.ca

 

Recepción: 19 de mayo de 2005
Aceptación: 20 de julio de 2005

 

Resumen

Este artículo examina la inversión extranjera directa en el sector industrial mexicano (bajo la forma de maquiladoras) en términos de su búsqueda de "condiciones ideales" para la producción de bienes de consumo y su propensión a permanecer en México, a pesar de la creciente competencia china. El estado de Yucatán, en el sureste de México, es un ejemplo de una demarcación exitosa en la retención de la mayoría de plantas industriales extranjeras. La diferencia de poder de atracción entre los territorios depende del papel desempeñado por cada estado para proveer condiciones positivas para los inversionistas y facilitar su integración en el tejido productivo de las regiones, lo que hemos llamado el desarrollo de un "distrito industrial".

Palabras clave: inversión extranjera directa, distrito industrial, maquiladoras, México,Yucatán.

 

Abstract

Foreign direct investment in the Mexican industrial sector (as maquiladoras) is examined in this paper in terms of its quest for "ideal conditions" and its propensity to stay in Mexico despite the growing Chinese competition. In the Mexican south-east, the state of Yucatán provides an example of a state that had success in retaining the majority of its foreign-owned plants. After qualifying for best localizing factors to first attract foreign capital, while facing a potential outflow of foreign capital, local Mexican governments try to device new ways of retaining investors.

Keywords: direct foreign investment, industrial district, maquiladoras, Mexico,Yucatán.

 

INTRODUCCIÓN

El objetivo de este artículo es presentar los aparentemente nuevos factores para la retención de maquiladoras en Yucatán, en el sureste mexicano, en tiempos cuando China ejerce una fuerte competencia para atraer la inversión extranjera directa (IED). Se seleccionó Yucatán como estudio de caso por ser un destino relativamente nuevo para las maquiladoras, sector que desde 1995 ha seguido la tendencia de establecerse cada vez más al sur de la frontera Estados Unidos-México (Maclachlan y Aguilar, 1998). Gracias a su buena infraestructura de transporte y su proximidad a los puertos de Texas y Florida, algunos inversionistas consideran al estado de Yucatán "la nueva frontera" (García de Fuentes, 1995; Simón Domínguez, 2004). Conforme a partir de 1995, las maquiladoras (industrias orientadas a la exportación mayormente de capital extranjero) comenzaron a establecerse en las regiones del interior de Yucatán (en poblaciones medianas y pequeñas), algunos observadores vieron esta tendencia como una solución para el decaimiento de las comunidades rurales, ya que se tenía la esperanza de que promovería las tan necesarias oportunidades de empleo, así como una derrama económica local. Otros inversionistas han señalado la imposibilidad de que dichas industrias generasen un desarrollo económico sustentable.

El argumento de mayor peso, esgrimido por Zárate-Hoyos y Albornoz (1999), en contra de la capacidad de las maquiladoras para generar algún desarrollo económico para las comunidades, se basa en la inestabilidad de las plantas o, más bien, en su propensión a mudarse a otras regiones que ofrecen menores costos de producción (considerando que los salarios constituyen uno de los factores más importantes para determinar el costo de producción final). La creciente capacidad de China para atraer inversionistas, al ofrecer una fuerza laboral con salarios inclusive más bajos que los de México (Simón Domínguez, 2004), ha causado conmoción en el sector empresarial mexicano, dejando a muchos observadores intrigados sobre cuál será el desenlace. De hecho, esta situación provee una buena oportunidad para someter a prueba la "volatilidad" de las plantas maquiladoras y para indagar acerca de factores más profundos que puedan influir en sus decisiones de permanecer o emigrar.

Las estadísticas sobre Yucatán para el año 2004 muestran que el sector manufacturero maquilador empleaba a 29 601 trabajadores, lo que representa un aumento ligeramente superior a 1 000 nuevos empleos de los 28 511 que existían en 2002 (Gobierno de Yucatán, 2004). A pesar de ello, este sector no ha recuperado el nivel que tenía antes de la desaceleración de la economía estadounidense, cuando en el año 2000 alcanzó su punto más alto y empleaba a 32 846 trabajadores (INEGI, 2004). En este rubro, las estadísticas correspondientes al nivel nacional muestran que en 2002 el sector manufacturero registraba 1 087 746 empleos, lo que evidenciaba una caída del nivel máximo alcanzado en 2000, de 1 291 498 empleados (idem). Esta disminución en el número de empleos generado por las maquiladoras, en todo el país así como en Yucatán, refleja la inestabilidad de la economía estadounidense posterior al año 2000 (vinculada con la reducción de la demanda de los clientes de dicho país) y la emigración de algunas plantas hacia el este, principalmente a China.

A diferencia de la tendencia de mudarse hacia el este, que se ha observado en muchas plantas del norte de México (Kopinak, 2004), el caso de Yucatán nos proporciona un ejemplo de una combinación de factores que han coincidido para retener la actividad maquiladora en su territorio. Este conjunto de factores puede caracterizarse correctamente como una red social específica de producción que ha surgido entre los diferentes actores productivos que comparten una proximidad espacial, lo que comúnmente se ha denominado un "distrito industrial". La composición detallada de esta red social de producción puede representarse mediante cuatro elementos influyentes que funcionan como "factores para la retención" de plantas que ya se encuentran operando en Yucatán: 1) vínculos industriales territoriales; 2) apoyo institucional; 3) una fuente de mano de obra barata y geográficamente "cautiva"; y 4) la necesidad de diversificar, por parte de la industria, la ubicación de los sitios de producción a escala mundial. Este último factor evidencia el falso dilema de tener que escoger entre México o China. Conforme las empresas se expanden, tienden a crear filiales sin cerrar las ya existentes (como Berndt reconoce en su estudio de caso sobre Ciudad Juárez, 2003). De acuerdo con Maclachlan y Aguilar (1998), quienes estudiaron los "mitos" que rodean a las maquiladoras, el argumento de la volatilidad parece ser uno más de tales mitos. De hecho, el caso de Yucatán demuestra lo contrario, dada la capitalización in situ y la multiplicación de plantas filiales que pertenecen a una misma compañía en este territorio.

Muchos investigadores subrayan la importancia de comprender el contexto sociohistórico de cada región productiva. Maffesoli (2000) nos familiariza con el término "comunidad de destino" para resaltar las condiciones en las que los grupos locales de actores participan en proyectos productivos, al tiempo que persiguen sus propios intereses. Quintero Ramírez (2000, 2004) dirige su atención a la historia regional de producción que contribuye a formar las distintas configuraciones sociales que existen alrededor de la industria maquiladora y permiten u obstaculizan el desarrollo de sindicatos de trabajadores. Por su parte, Arias y Wilson (1997), en su estudio de las regiones de producción textil de Irapuato y Aguascalientes, destacan el papel de las estructuras de producción preexistentes para entender el desarrollo de la cultura empresarial y la convergencia del capital sobre el territorio. A partir de estas aportaciones desarrollaremos el estudio del caso yucateco, dando cuenta de la historia económica regional para comprender cómo el desarrollo maquilador llegó a ser importante para las regiones rurales de Yucatán. Se hará hincapié en la creciente heterogeneidad del sector maquilador y se advertirá la necesidad de ser cautelosos cuando se evalúa el papel y la naturaleza de la producción maquiladora en los territorios locales.

Asimismo, es importante reconocer que existe una creciente heterogeneidad en la industria maquiladora en términos de tamaño, número de empleados, tipos de producto y origen del capital (García de Fuentes y Morales, 2000). El tipo de administración, el grado de tecnicidad adquirido en el proceso de producción, las medidas de adaptación de cada industria a la nueva economía mundial y la ubicación urbana o rural son factores útiles para diferenciar las plantas. La singular combinación de estos factores en cada planta genera condiciones laborales específicas para cada ubicación. En las plantas de mayor tamaño ha tenido lugar la tendencia general de modernizar la administración de recursos humanos y la organización laboral al interior de las instalaciones, mientras que en las plantas de menor tamaño, frecuentemente de capital nacional, se carece de recursos económicos para realizar ambos o alguno de estos ajustes. Las empresas de capital extranjero o con la participación de éste tienen mayor capacidad para invertir en la calidad de vida en el trabajo y ofrecer mejores condiciones y más seguras en lo que se refiere a la infraestructura de las plantas (según observó la autora en las instalaciones de cuatro plantas maquiladoras).

 

ESPECIFICIDAD DEL CONTEXTO DE LA PRODUCCIÓN MAQUILADORA EN YUCATÁN

En Yucatán, más que en ningún otro lugar de México, la ausencia de sindicatos poderosos en el sector textil lo convierten en una zona ideal para contratar una fuerza laboral barata, sin experiencia y desorganizada. En general, la media de los salarios de los trabajadores de la industria maquiladora en la frontera norte es del doble de la percibida en Yucatán. Sin embargo, se debe destacar que la capacitación, el nivel de exigencia, el apoyo familiar y los estándares de vida no son iguales en ambas regiones. Las plantas ensambladoras que se establecieron en Yucatán después de 1995 tienen en común las siguientes características: la mayoría son de gran tamaño (900 empleados o más), son propiedad de extranjeros, derivan de plantas más antiguas ubicadas en Latinoamérica (principalmente Honduras, Costa Rica y República Dominicana) y se sitúan en áreas rurales para beneficiarse de las grandes fuentes de trabajadores desempleados (producto de la debacle de la economía henequenera).1

Desde que en 1984 las primeras maquiladoras iniciaron sus operaciones en Yucatán, en el entorno urbano de su capital, Mérida, este sector se ha alejado gradualmente tanto de la ciudad como del control exclusivo del capital nacional. La segunda ola de maquiladoras, como la denomina la literatura local que versa sobre la estructura industrial de Yucatán (Ramírez Carillo, 1995; García de Fuentes, 1995), estuvo delimitada por la creación de un parque industrial en la periferia urbana. La tercera ola inició en 1995 y se dirigió a las áreas rurales, estableciéndose más o menos en las regiones que alguna vez estuvieron dedicadas al cultivo del henequén. Estas tres olas no representan el desplazamiento de una industria hacia otras ubicaciones, sino que más bien reflejan el proceso de una creciente especialización e intensificación de la producción, así como la correspondiente búsqueda de espacios más amplios y de acceso rápido para las nuevas plantas, como parte de la evolución del desarrollo industrial descrito por Scott (1980). Conforme se necesitaron instalaciones más grandes, en las que se concentraron cada vez más empleados, el fácil acceso a vías de tránsito libres de congestionamientos y la disponibilidad de importantes fuentes de mano de obra cercanas se convirtieron en necesidades logísticas de primer orden. Para las corporaciones extranjeras que buscaban estas ventajas, las zonas rurales de Yucatán representaban una elección de primera. Esta "nueva frontera", gracias a su ubicación en el Golfo de México, combina factores que posibilitan la reubicación de plantas filiales para alcanzar los estándares mundiales de producción, tales como el "justo a tiempo" (Canto Sáenz, 2001) y la flexibilidad productiva (Sainsaulieu, 1992).

Mientras tanto, las viejas maquiladoras urbanas que presentaban una gama de capital local, mixto y extranjero, continuaron sus actividades e incluso, a partir de 1995, se crearon nuevas plantas de capital foráneo en el parque industrial que rodea Mérida. En 2004, la distribución geográfica de las maquiladoras aún muestra un predominio urbano, ya que 40 de las 62 plantas se ubican en el área metropolitana de Mérida (Gobierno de Yucatán, 2004). La importancia de la red urbana de maquiladoras posibilitó la creación de las condiciones socioeconómicas favorables para el florecimiento del nuevo sector maquilador rural. La ya existente Asociación de las Maquiladoras de Exportación de Yucatán desempeñó un papel determinante en la consolidación de un programa para la atracción de maquiladoras orientado al ámbito rural y, posteriormente, construyó una estrecha red social de administradores y dueños de plantas que comparten experiencias y aprenden unos de otros.

Mientras que las zonas rurales albergan exclusivamente plantas del sector textil (el cual representa 63% de las corporaciones ensambladoras del estado) (Gobierno de Yucatán, 2004), Mérida muestra cierta diversidad en términos de producción. En esta zona metropolitana funcionan plantas de diez sectores manufactureros (incluyendo joyería, sector aeroespacial, químicos, plásticos, agroindustria, equipo odontológico, equipamiento deportivo, muebles, electrónicos y textiles). Esta diferenciación sectorial se debe principalmente a que es más fácil encontrar trabajadores capacitados para las exigencias de la producción no textil en la zona urbana, donde existe un proletariado que se ha reproducido a lo largo de la historia. En contraste, la región rural ofrece una reserva de nuevos y, relativamente carentes de experiencia, trabajadores industriales que no han alcanzado (¿alguna vez lo harán?) la etapa de proletarización (Otero, 2004, se refiere a estos trabajadores rurales de México con el término de semiproletariado). En parte de esta zona rural se ubican algunas poblaciones medianas que funcionan como centros regionales. Entre éstas, las dos más importantes en términos de producción maquiladora son Motul (con 4 033 trabajadores en 2004) y Valladolid (con 3 399 trabajadores en el mismo año). Otros centros menores para la producción maquiladora son Tixcocob (1 476 trabajadores), Izamal (1 176 trabajadores) y Tizimin (1 040 trabajadores) (Gobierno de Yucatán, 2004).


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Con el transcurso de los años, las plantas maquiladoras adquirieron una función socioeconómica en cuanto a su capacidad de reestructurar la dinámica territorial al promover la aparición de nuevas redes de producción y de sociabilidad en Yucatán. Por ejemplo, como lo señalan Gaultier (2003), Baños Ramírez (2003) y Gravel (2003), los patrones de migración rural-rural emergentes en Yucatán son resultado de la nueva dinámica territorial surgida tras la llegada de dichas plantas como reacción a sus necesidades de mano de obra que rebasan los límites espaciales de los pueblos donde se ubican. Con la coexistencia de cuando menos tres sistemas productivos predominantes en la península de Yucatán (compuesta por los estados de Campeche, Yucatán y Quintana Roo) —la industria maquiladora, el turismo, la agroindustria y la pesca—, los trabajadores construyen redes de migraciones diarias dentro del territorio regional. La existencia de múltiples sistemas productivos, más allá de ofrecer simplemente la oportunidad de variar de tipos de trabajo y entornos laborales, como bien lo explicó Gaultier (2003), permite la existencia de una fuente continua de trabajadores industriales conforme alternan su paso por los diversos sistemas sin abandonar el territorio regional. De hecho, De Janvry et al. (1997) demostraron que, a diferencia de la mayoría de los estados de México, las redes de migración internacional aún no eran densas, situación que se mantiene en 2005. Por lo tanto, su recomendación para el estado era permitir la intervención política en la creación de empleos locales a fin de retener a los trabajadores en su territorio, impedir la proliferación de redes de migrantes para mantener la emigración a un ritmo bajo y supervisar las tendencias migratorias urbanas. Desde 1995, la política industrial de Yucatán sigue esta vía, privilegiando el desarrollo económico a través de la Inversión Extranjera Directa (IED) en el sector maquilador (Canto Sáenz, 2001).

 

MÉXICO-CHINA: UNA COMPARACIÓN

Un reciente estudio que intenta captar la lógica tras la inversión directa (mayormente estadounidense) en América Latina en términos de la elección de ubicaciones para establecer nuevas industrias, concluyó que: "El tamaño del mercado, el grado de apertura comercial y el nivel educativo afectan de manera importante a la IED, pero las compañías también ponen especial atención a la estabilidad política y a la seguridad de sus derechos de propiedad" (Tuman y Emmert, 2004: 22). Los autores añaden: "Observamos que la búsqueda de derechos de propiedad estables, en particular, posiblemente ha conducido a las compañías a buscar regímenes más autoritarios y a evitar países agobiados por la violencia revolucionaria y los disturbios." En tanto que México y China son países con apertura comercial (desde que realizaron cambios en sus respectivas políticas económicas, en 1978 en el caso de China y en 1982 en el de México; Rueda Peiro, 2004:15), y como ambos están políticamente estables y ofrecen una relativa seguridad en torno a los derechos de propiedad (salvo en el estado de Chiapas, en el caso de México), podemos indagar la influencia que ejercen otros criterios comparativos.

En términos de tamaño del mercado, la mayoría de las compañías de capital estadounidense que operan en México exportan su producción a su país de origen, sin considerar (todavía) al mercado mexicano como una opción deseable. China ofrece un mercado potencial mucho más interesante, aun cuando todavía se encuentra en desarrollo. A largo plazo, abrirse a este nuevo mercado de consumidores puede ser una meta de los inversionistas, aunque algunos productos se promoverán a escala regional de acuerdo con el crecimiento gradual del poder de compra. En cuanto a la educación, Tuman y Emmert (2004) reconocen una relación entre los flujos de capital foráneo y los niveles educativos promedios alcanzados por los países latinoamericanos, en la que aquellos que muestran los más altos reciben una mayor cantidad de IED. En esta área México aún mantiene una ventaja comparativa sobre China, con un promedio de 7.2 años de escolaridad contra 6.4, considerando a la población de más de 15 años de edad (Rueda Peiro, 2004: 33).

En términos de costos de transporte y proximidad al mercado estadounidense, México goza de otra ventaja comparativa sobre China. Sin embargo, este último país ha venido realizando enormes progresos en lo que respecta a educación superior y desarrollo tecnológico, lo que puede afectar el sentido de las decisiones en el futuro.

A continuación se presenta una revisión detallada de los factores específicos que entre 2000 y 2005 han contribuido a retener el capital extranjero en Yucatán. La información se recopiló a partir de observaciones de campo, hechas en ese periodo, y más de 50 entrevistas con trabajadores de cuatro plantas maquiladoras de Yucatán, realizadas en 2001. Dichas entrevistas formaron parte de una investigación para una tesis de doctorado y fueron aplicadas a miembros de las élites locales, trabajadores de la industria maquiladora de todos los niveles del proceso productivo (incluyendo a gerentes) y a algunos de sus familiares. Las observaciones más recientes son de mayo de 2005 y se sustentan en nuevas entrevistas, lo que permitió dar seguimiento al desarrollo maquilador entre 20012005. Los entrevistados provienen de cuatro plantas maquiladoras de ropa localizadas en dos ciudades medianas, Motul e Izamal, situadas en la región ex henequenera de Yucatán, al noroeste de la península. Dos de estas plantas producían exclusivamente pantalones de mezclilla, mientras que el resto fabricaba ropa interior y para niños. Siguiendo la clasificación de García de Fuentes y Morales (2000), tres de las cuatro plantas eran consideradas grandes, ya que empleaban a 900 trabajadores o más, y la otra era mediana (de 100 a 900 empleados).

 

¿UN DISTRITO INDUSTRIAL QUE RETIENE PLANTAS?

En su definición de distrito industrial, Benko y Lipietz (1992) describen el entorno social y el panorama laboral regional que sustenta la actividad industrial de un territorio. Es posible que el mejor ejemplo de este tipo de distrito sea la tercera Italia (Weiss, 1988), donde existe un conjunto localizado e inmóvil de trabajadores que se contratan con un grupo de compañías dedicadas al mismo ramo de actividades económicas. Estos trabajadores no están vinculados en forma permanente a ninguna compañía en particular sino, más bien, al territorio, por lo que cambian de empleadores de acuerdo con las opciones que consideran mejores para resolver sus necesidades económicas.

La tendencia de los trabajadores de Yucatán de ir de "planta en planta" y de cambiar de empleadores dentro del territorio (práctica que la Asociación de las Maquiladoras de Exportación de Yucatán desea que cese) muestra la similitud con un distrito industrial y la relativa inmovilidad de la fuerza laboral de la región. Este intercambio de personal entre plantas maquiladoras es resultado del continuo proceso de evaluación que los trabajadores hacen acerca de cuáles son sus posibilidades de obtener mejores ingresos (Fernández-Kelly, 1989). De hecho, Fernández-Kelly (1989) sostiene que los trabajadores que periódicamente cambian de empleos son considerados una especie de "expertos" en la evaluación de los entornos laborales y en sus comunidades funcionan como "agentes informativos" que diseminan su conocimiento sobre los empleos que ofrecen las mejores condiciones laborales (confirmado por las entrevistas con trabajadores, Izamal y Motul, 2001). De esta forma, las industrias locales del territorio adquieren su reputación entre los trabajadores. Entrevistas con trabajadores y gerentes de las plantas de Izamal muestran que las familias se cuidan de no perder buenos empleos con las compañías que gozan de buena reputación y que, si llega a darse el caso de que alguien deba salir, se le busca un reemplazo dentro de la misma familia. Este nuevo distrito industrial que se ha extendido a lo largo de la región ex henequenera se caracteriza por un número de factores que se detallará a continuación.

 

LA RED SOCIAL DE PRODUCCIÓN

Vínculos industriales territoriales

Las compañías que se denominaban maquiladoras cuando en 1994 inició el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN), hoy son llamadas "compañías orientadas a la exportación" debido a la gradual incorporación vertical de partes de un proceso de producción en una misma ubicación. De ser plantas filiales que únicamente ensamblaban componentes importados, se han desarrollado hasta tal punto que ellas mismas producen esos componentes o realizan otras tareas más allá del ensamblaje, al tiempo que mantienen su dimensión exclusivamente exportadora. En el caso de las compañías de la industria textil, y más específicamente de la producción de pantalones de mezclilla, estas otras tareas pueden consistir en la impresión de patrones o diseños, el corte de materiales y el lavado de los productos terminados (o el uso de piedras para alterar el color azul). Algunas de esas tareas se realizan en un solo lugar, bajo el mismo techo que la mayoría de los procesos de ensamblaje (a pesar de que para cierto tipo de tejido fino se contrata a trabajadores que laboran en sus hogares) (Peña Saint-Martin, 1996; entrevistas con gerentes, Motul, 2001), mientras que otras labores se realizan en instalaciones industriales del mismo territorio (propiedad de la misma compañía). Esta estrategia la emplean en Yucatán compañías de capital provenientes de Estados Unidos y de Hong Kong.

En estos casos, la organización productiva generada por la inversión extranjera directa implica el trazado de una nueva geografía regional de la producción creada por la actividad interindustrial dentro del mismo territorio (Gravel, 2003; Azais, 2003). Un ejemplo de esta nueva geografía nos lo proporcionan los vínculos generados entre tres filiales de una compañía estadounidense que se ubican en tres municipios de Yucatán. Éstas participan en el ensamblaje de pantalones de mezclilla: dos se especializan en la costura, mientras que la tercera es principalmente una lavandería para el producto terminado (entrevista, gerente general, Izamal, 2001). Toda la producción se envía a esta lavandería, en donde se da el color final al producto de mezclilla. De ahí, éste se manda directamente al puerto de Progreso para venderse a los clientes con sede en Estados Unidos. El cuadro 1 es una síntesis de cada una de las cuatro plantas en las que se realizó investigación de campo para este estudio.

Debido a la concentración de industrias del vestido en Yucatán, su proximidad espacial las ha comenzado a vincular. El hecho de que comparten una misma fuente laboral regional y que son miembros de la Asociación de las Maquiladoras de Exportación de Yucatán permite que generen lazos de cooperación. El provenir de filiales más viejas en otros puntos de Latinoamérica les confiere una visión común que les permite analizar la realidad local y sus problemas. Así sucedió cuando los gerentes se reunieron en una mesa redonda para discutir las dificultades que enfrentan sus compañías con la fuerza laboral en Yucatán (diciembre de 2000) (entrevista con el economista Canto Saénz, 2001).2 Ahí llegaron a la conclusión de que, entre otras cosas, el principal obstáculo para la producción es la cultura laboral local que se traduce en una alta tasa de rotación de trabajadores y en la falta de puntualidad (idem). Este tipo de interacciones entre compañías en relación con el préstamo de capital y trabajadores especializados (Gaultier, 2003; entrevistas con gerentes de plantas, 2001) ha creado una especial red social de producción en el territorio que resulta favorable para las empresas y que les ha permitido prosperar. A pesar de la crisis productiva que experimentaron en 2000, resultado de la desaceleración económica de Estados Unidos, la mayoría de las empresas extranjeras que iniciaron sus operaciones después de 1995 se mantiene funcionando y éstas continúan como una de las principales fuentes de trabajo de la región.

 

Apoyo institucional

El papel desarrollado por el gobierno estatal para atraer capital extranjero es fundamental, como señala el Plan estatal de desarrollo de Yucatán 1995-2001 (Gobierno de Yucatán, 1998-1999). Para atenuar la crisis económica de Yucatán, en la que el fracaso de la agroindustria henequenera creó la urgente necesidad de suplir la pérdida de empleos en el campo, el gobernador Víctor Cervera Pacheco (1995-2001) diseñó cuidadosamente un nuevo sistema de producción basado en la industria maquiladora (Canto Sáenz, 2001) a fin de ayudar a las familias rurales a sobrevivir y, al mismo tiempo, mantener el orden social en el campo y en las ciudades. En este rubro, su logro más notable fue un efectivo control de los flujos migratorios campo-ciudad e incluso, en algunos casos, su sustitución por patrones de migración de una zona rural a otra (Baños Ramírez, 2003).

El gobierno de Cervera Pacheco contribuyó en mucho a la creación del distrito industrial regional, al cual adoptó como modelo de desarrollo. En la literatura sobre la regulación, que estudia el papel de las instituciones en el desarrollo regional, el Estado llena algunos de los "vacíos" que son desatendidos por las fuerzas del mercado y sienta las condiciones que favorecen el desarrollo económico (Courlet y Pecqueur, 1992: 88-89). Siguiendo esta línea, el gobierno de Yucatán propuso un "pacto", con el cual los inversionistas extranjeros se unieron al capital nacional subsidiados por el gobierno estatal, a fin de generar los empleos que tan urgentemente se necesitaban en determinadas zonas rurales (Gobierno de Yucatán, 1998-1999; Zárate-Hoyos y Albornoz, 1999). Respecto a los trabajadores desempleados, uno de los puntos del "pacto" promovido para atraer a las empresas fue la posibilidad de tener acceso a una "fuerza laboral barata" y ofrecer salarios que simplemente alcanzan para asegurar la reproducción social de los trabajadores y su ingreso al sistema de seguridad social mexicano (que representa hasta un tercio del salario de los trabajadores; Quintero Ramírez, 2000, 2004). Estos salarios, aunque bajos para los estándares occidentales, se suman a los ingresos obtenidos por los demás familiares, contribuyendo así a asegurar la reproducción social de las familias (incluyendo la seguridad nutricional, la vivienda y lo necesario para garantizar el crecimiento de la próxima generación). Esos ingresos y la mano de obra de los migrantes que retornan permiten que algunas familias continúen participando en trabajos agrícolas y otras actividades preexistentes (Gaultier, 2003).

Siguiendo el acuerdo antes mencionado, el gobierno estatal realizó una contribución directa al proporcionar a las nuevas plantas las mejoras necesarias de la infraestructura carretera, subsidiar los costos de la energía eléctrica y el agua y, en algunos casos, eximir el pago de rentas de los terrenos en que se construyeron las maquiladoras (entrevistas con los gerentes de las plantas, enero 2001; Canto Sáenz, 2001). Al paquete de aportaciones también se incorporaron las deducciones de impuestos, la asistencia bancaria y la asesoría (entrevista con el presidente de la Asociación de Maquiladoras de Exportación de Yucatán, enero 2001 ;3 Kopinak, 2004), así como un programa de adiestramiento de cuatro meses para los operadores de maquinaria semiautomática, cuyo costo absorbió el gobierno (Canto Sáenz, 2001). En fechas más recientes, México ha ofrecido mayores deducciones de impuestos para los inversionistas, a fin de competir con las atractivas condiciones ofrecidas por China (Kopinak, 2004).

Desde 1995, como resultado de este tipo de acuerdos, el número de maquiladoras y empleados ha crecido considerablemente en el ámbito rural de Yucatán. En forma gradual también se ha incrementado el tamaño promedio de las áreas de producción como resultado de su capitalización (crecimiento de las plantas). En 2000 se estimó que 39% del empleo rural se concentraba en plantas de gran tamaño con más de 500 trabajadores en cada una (García de Fuentes y Morales, 2000: 224). En ese mismo año existían tres fábricas ubicadas en áreas rurales que sobrepasaban los mil empleados y la mayor de éstas (de capital proveniente de Hong Kong) contaba con más de 4 000 empleados en 2001 (información de campo). El capital de estas compañías es predominantemente estadounidense, con excepción de la planta de Hong Kong (investigación de campo, 2001).

Siguiendo las aportaciones sobre el desarrollo de Evans et al. (1985), quienes mostraron la necesidad de "reincorporar al Estado en el proceso" (bringing the state back in), el caso de Yucatán nos muestra que, a pesar de la supuesta liberalización económica adoptada por México desde 1982, algunos estados no han perdido del todo la capacidad de intervenir e influir en la dirección de su desarrollo económico y social (Gaultier, 2003). Según North (2003: 20), "las políticas del Estado central crean las condiciones generales bajo las que el desarrollo local se vuelve posible".

 

Una fuerza laboral geográficamente "cautiva" y barata

La enorme pérdida de empleos que acompañó el fin de la producción y transformación de la fibra del henequén y la reorganización de la tenencia de la tierra (que dio inicio en 1992), con las nuevas reformas agrarias (consistentes en la certificación de los derechos sobre tierras ejidales para permitir su privatización), esencialmente significó el fin de la producción agrícola en el norte de Yucatán (Baños Ramírez, 1996). Habiendo sido expulsados en masa del sector primario de la economía (se perdieron 130 000 empleos), los antiguos ejidatarios y sus familias comenzaron a emigrar a Mérida para trabajar como jardineros, ayudantes, albañiles y empleados domésticos o se dirigieron a Cancún para obtener empleos en el sector turístico y en la construcción (Baños Ramírez, 1995).4

Los hijos e hijas de estos ejidatarios tienen la posibilidad de trabajar en una planta maquiladora y contribuir al ingreso de sus hogares al aportar sus salarios al conjunto de recursos familiares (Baños Ramírez, 1995; Gravel, 2003). Aun cuando los salarios que pagan las industrias orientadas a la exportación son motivo de controversia, principalmente en términos de lo que representan en comparación con las ganancias que obtienen las compañías, debe reconocerse, como lo hacen Albornoz Mendoza y Ortiz Pech (2000) en el caso de Yucatán, que esos salarios benefician la economía de muchas familias rurales y, en algunas poblaciones, representan la principal fuente de ingresos de los hogares. Jelin (1990) señala que los nuevos ingresos que las generaciones más jóvenes aportan a la economía familiar, por ser estables y previsibles, con frecuencia se destinan a cubrir los gastos recurrentes del hogar, como la renta y las cuotas de electricidad y agua. En consecuencia, en vez de que el sustento familiar provenga del padre o las generaciones más viejas, son los jóvenes (de 16 a 35 años de edad) quienes obtienen salarios en la plantas maquiladoras más cercanas. Como consignan Nadal (1995) y Labrecque (1998), esta nueva oferta laboral, aunada a la crisis agrícola, ha reconfigurado la organización del trabajo al interior de las familias rurales en forma impresionante.

Aunque trabajar en una planta maquiladora no es la única opción si se consideran las alternativas existentes —un mercado laboral regional que frecuentemente obliga a la emigración para obtener empleo (ya sea a la ciudad o a otro país) (Baños Ramírez, 2001; Re Cruz, 1996; Dufresne, 1999) o percibir un ingreso bajo en un trabajo menos estable en algún negocio local— resulta que la maquiladora puede ser una de las mejores opciones para los jóvenes del campo con niveles educativos mínimos y sin experiencia. Una empleada de maquiladora de 19 años, a quien en este estudio apodamos Juanita, declaró que después de abandonar un empleo mal remunerado en la biblioteca municipal de diez horas de trabajo a la semana, la mejor opción laboral en su pueblo fue una planta filial de una empresa estadounidense. La regularidad del horario de tiempo completo que tenía en la planta maquiladora, aunque fatigante, dado que trabajaba bajo la modalidad 4 x 4 (es decir, cuatro jornadas de trabajo de 11 horas por día, seguidas de cuatro días de descanso),5 le proporcionaba un ingreso mucho más regular y una mayor satisfacción. Mostraba un gran orgullo por ser la única persona de su turno que sabía operar una máquina semiautomática que forra bolsillos en pares de pantalones de mezclilla y, aunque dijo que la gerencia debería entrenar a alguien más en caso de enfermedad, le gustaba sentirse necesitada.

Cuando entrevisté a María, una joven de 23 años, había sido empleada de la misma maquiladora desde su inauguración, siete años atrás. Sus principales motivos para trabajar en la planta eran proporcionar atención médica a su madre enferma y enviar a su hermano a la universidad. Declaró que la aportación económica de su trabajo ayudaba a su familia a mantener un cierto estándar de vida. Su intención era trabajar hasta casarse, momento en que dejaría a su familia para vivir con sus suegros. Julia, de 19 años, a la pregunta "¿por qué trabajas en la maquiladora?", respondió que deseaba "retribuir a sus padres lo que le habían dado". Sus planes eran trabajar algún día en la industria turística de la costa del Caribe ("en dos años", nos dijo). Mientras tanto, contribuía al presupuesto familiar y se ahorraba la renta viviendo en casa de sus padres. Durante la entrevista realizada en su hogar nos mostró con orgullo las pequeñas mejoras a la casa que había podido financiar con su nuevo salario, gracias al cual disfrutaba por primera vez de una recámara propia que decoró y pintó ella misma.

Tal como lo ilustran los ejemplos de Juanita, María y Julia, la recepción de las compañías maquiladoras por parte de las comunidades rurales y de los trabajadores jóvenes es generalmente positiva (como también señala Simón Domínguez, 2004): los propietarios de comercios, los trabajadores y sus familias, así como los políticos locales, concuerdan en que estas plantas han traído un nuevo dinamismo económico a comunidades que experimentaban una caída de la calidad de vida, debido al desempleo y la emigración de los trabajadores a la ciudad (entrevistas, 2001; Canto Saénz, 2001: 78).

Las largas listas de espera en los departamentos de recursos humanos de dos maquiladoras de gran tamaño incluidas en este estudio (una que emplea 900 personas y la otra 4 000) confirman su popularidad. A ella acuden trabajadores de pueblos y ciudades ubicadas en un radio de treinta kilómetros (entrevista con el gerente de recursos humanos de una de las plantas, 2001).

En vista de la pobreza extrema que predomina en muchos de los hogares yucatecos (la región ex henequenera forma parte de la lista de asistencia social prioritaria del gobierno federal) (Conapo, 2001), la oferta de trabajo en una planta maquiladora no puede ignorarse fácilmente, a pesar de lo que los participantes del movimiento antiglobalización puedan desear.

El "cautiverio" espacial que caracteriza a la fuerza laboral y la falta de suficientes alternativas de trabajo atractivo no obligan a los trabajadores a tener que aceptar cualquier tipo de condiciones laborales. El ejemplo de una planta que produce artículos deportivos en Huhi, al sur de Mérida, muestra que los trabajadores, a pesar de encontrarse en una relativa posición de debilidad para negociar debido a la falta de alternativas de empleo, le dieron la espalda a las pobres condiciones laborales y a la falta de respuesta de la administración ante sus exigencias. Lo mismo ocurrió en una maquiladora mediana en Izamal (que forma parte de la muestra estudiada): un año después de inaugurarse se vio obligada a detener sus operaciones como consecuencia de la ausencia de trabajadores dispuestos a prestar sus servicios. Entrevistas con uno de los antiguos dueños muestran que, antes de declararse en quiebra, funcionaba con una combinación de capital mexicano y argentino, y empleaba técnicas administrativas tradicionales. Según la definición de Mintzberg (2003), este tipo de técnica administrativa prioriza el contacto personal directo entre gerencia-dueños y los trabajadores, creando lazos paternalistas que se pueden explotar para convencer a la fuerza laboral de trabajar horas extras para satisfacer el cumplimiento de algunos pedidos urgentes. De la muestra usada para la presente investigación, ésta es la única planta que utilizaba esos criterios de administración de los recursos humanos y también es la única que contaba con la participación de capital nacional. El rechazo colectivo a trabajar en este caso y en el de Huhi nos demuestran que los grupos de trabajadores no se encuentran totalmente indefensos y conservan la capacidad de escoger y cambiar de empleos de acuerdo con sus estándares.

 

REVITALIZACIÓN DE LAS COMUNIDADES Y REDES SOCIALES GENERADAS POR LAS MAQUILADORAS

La llegada de las corporaciones extranjeras a las comunidades de la región ex henequenera ha atraído a los trabajadores de poblaciones cercanas por la nueva oferta de trabajo y la posibilidad de evitar migraciones más largas y costosas. Así, como lo hemos señalado anteriormente, se cambió la dirección de las migraciones rurales-urbanas y se creó un nuevo patrón rural-rural (Baños Ramírez, 2001). Del mismo modo, los migrantes se vieron atraídos a volver y reincorporarse a sus familias, revitalizando la vida social de las comunidades. Un ejemplo de ello es la comunidad de Motul, donde se abrieron nuevos mercados de carne y productos agrícolas que benefician a los productores locales. Motul recupera lentamente su condición histórica de centro regional para las poblaciones periféricas. Gracias al consumo de los trabajadores locales de las maquiladoras, se han abierto nuevos comercios como farmacias y restaurantes. Otra consecuencia de la reconcentración de la actividad económica en poblaciones de tamaño intermedio, como Motul, es el desarrollo económico generado por las maquiladoras al tratar con los comercios y prestadores de servicios locales (por ejemplo, para el mantenimiento de la maquinaria y el transporte de bienes y trabajadores) (Simón Domínguez, 2004).

Entrevistas con operadores de Motul e Izamal también indican el surgimiento de redes informales de trabajadores de la industria maquiladora, quienes valoran el intercambio de información acerca de las mejores formas de obtener empleo y a partir de que comenzaron a visitarse unos a otros en sus respectivas comunidades durante los fines de semana. De esta forma, se construyen nuevos lazos de convivencia en la sociedad rural, cambiando la sociabilidad que existía antes de la llegada de las plantas maquiladoras, orientada exclusivamente hacia las ciudades. El ambiente rural de la región ex henequenera ha adquirido una nueva autonomía relativa de la ciudad capital conforme se incrementa el número de acontecimientos sociales y los trabajadores industriales se transforman en un grupo social con identidad propia y tienen un nuevo papel en la organización social de sus comunidades. Sobre esto, North (2003: 20) reconoce que el "progreso rural" está fuertemente vinculado a la permanencia de los habitantes en el territorio: "Resulta difícil avisorar la consolidación y continuidad de organizaciones cívicas fuertes cuando sus líderes potenciales deben ausentarse de sus comunidades regularmente durante meses."

 

NADA ES PERFECTO: LA ADAPTACIÓN DE LAS COMPAÑÍAS A LAS ALTAS TASAS DE ROTACIÓN DE TRABAJADORES

Las compañías que han logrado alcanzar cierto grado de madurez6 han encontrado formas de adaptarse a tres problemas importantes que alteran la producción: la relativamente alta tasa de rotación de trabajadores, el ausentismo (principalmente los lunes posteriores a los fines de semana festivos) y el abandono repentino de los trabajadores (entrevistas, 2001; Simón Domínguez, 2004). A fin de cumplir las metas de producción y continuar atrayendo la mano de obra local, se ha permitido una mayor flexibilidad en la administración de los recursos humanos. Por ejemplo, en algunos casos las compañías han tenido que crear departamentos de capacitación de tiempo completo para afrontar las altas tasas de rotación de trabajadores, así como modificar las reglas de contratación de las empresas para poder reemplear personas que anteriormente habían renunciado (Castilla Ramos y Torres Góngora, 1998, 1999). El alto grado de rotación de trabajadores se explica por diversos factores, como la costumbre local del trabajo por temporada, la búsqueda de oportunidades de obtener ingresos a corto plazo por parte de los jóvenes, quienes con frecuencia ven el trabajo en una maquiladora como un escalón intermedio en sus planes laborales o como un medio para financiar un gasto específico (la compra de algún aparato eléctrico o la construcción de su casa), las condiciones laborales poco satisfactorias o la franca incapacidad de cumplir con las exigencias de la compañía (entrevistas a trabajadores, 2001). En general, existe una alta tasa de abandono laboral después de la temporada navideña, una vez que se han cubierto todos los gastos de las festividades. Algunos trabajadores no buscan trabajo antes de julio (Azais, 2003).

Como nos muestran las entrevistas con los trabajadores de todas las categorías, existe un proceso de adaptación de los trabajadores y de la empresa. Las fábricas se han tenido que adaptar, hasta cierto punto, a las altas tasas de rotación de los trabajadores y a la cultura laboral local para mantenerse abiertas. Los costos de este proceso de adaptación de las empresas al entorno productivo local deben ser rentables y es posible que una vez que han superado esta etapa de aprendizaje las compañías no deseen volver a empezar desde cero todo el proceso en un nuevo sitio. Asimismo, el grado de inserción social de las compañías puede llegar a ser determinante en la toma de futuras decisiones.

 

CONCLUSIÓN

Dado que estas industrias iniciaron sus operaciones en una época de "decaimiento rural" (citando la expresión usada por North y Cameron, 2003) en Yucatán, las que aceptaron la invitación del entonces gobernador estatal Víctor Cervera Pacheco claramente colaboraron con la revitalización de las áreas rurales al crear nuevas fuentes de empleo. Al ofrecer alternativas a la migración laboral rural-urbana que inició durante la década de 1980 en las pequeñas comunidades que rodean a Mérida, estas empresas de capital extranjero y mixto colaboraron en la reconstrucción de las comunidades rurales en torno a una identidad que, poco a poco, adquiere independencia de la vieja atracción mimética de la identidad metropolitana.

La llegada al campo yucateco de empresas de capital extranjero de gran tamaño brinda nuevas oportunidades laborales a los trabajadores rurales, quienes han demostrado la capacidad de buscar su propio beneficio en esta amplia estructura productiva regional. A diferencia de la gama de actividades informales que constituían el único refugio de la población rural antes de 1995, los empleos en las maquiladoras, además de los muy necesarios ingresos, proporcionan la posibilidad de tener acceso al sistema de seguridad social. Aunados a las ventajas materiales que se obtienen al trabajar en una maquiladora, existen otros beneficios como la posibilidad de permanecer con sus familias en vez de emigrar y las ventajas asociadas con la nueva sociabilidad rural dentro y fuera de la fábrica entre trabajadores que comparten orígenes y trayectorias similares, así como una reciente independencia económica (Azais, 2000; 2003). Al contemplar la buena acogida general que las maquiladoras han suscitado en las comunidades, resulta fácil entender la importancia de que permanezcan en el territorio. El gobierno estatal tiene un claro interés en preservar la pujanza de la economía rural como medio de controlar la migración hacia las ciudades y, en algún momento, generar flujos migratorios en sentido inverso.

En general, el hecho de que las compañías extranjeras fuesen capaces de recuperarse de la desaceleración económica estadounidense posterior a 2000 y que actualmente estén contratando personas para gradualmente alcanzar los niveles de producción previos (Gobierno de Yucatán, 2004), demuestra que están dispuestas a permanecer durante los tiempos difíciles sin trasladar sus operaciones a otros países donde la mano de obra es más barata. Diversos factores se combinan en Yucatán para la creación de un nodo de producción o lo que a nivel regional se ha llamado un "distrito industrial": en primer lugar, los vínculos creados por la red industrial que les permiten a los dueños intercambiar servicios (créditos, personal administrativo y gerencial, consejos y estrategias), situación impulsada por la Asociación de Maquiladoras de Exportación de Yucatán; en segundo lugar, la fuerte inversión gubernamental para atraer y ofrecer condiciones privilegiadas para la producción; en tercer lugar, la presencia de una fuerza laboral rural, geográficamente "cautiva" y barata; y cuarto, la necesidad de los inversionistas de diversificar los sitios de producción en la economía mundial. Otros factores que han contribuido a la transformación de Yucatán, en un punto de convergencia para la producción maquiladora de textiles de capital extranjero, son la inversión que han hecho las compañías para entender la cultura laboral local; la existencia de redes económicas familiares que garantizan la reproducción social de los trabajadores (Reygadas, 1992); la cercanía física a los puertos de Estados Unidos y una desarrollada infraestructura de transportación; y por último, pero no menos importante, la ausencia de sindicatos obreros agresivos en el estado. Todos estos factores se combinan para hacer de Yucatán un territorio en el que las maquiladoras prosperan y muestran pocas intenciones de mudarse. En otras palabras, es posible que en la región ex henequenera exista la relación ideal entre gobierno, capital extranjero y empresas locales.

 

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Notas

Traducción: Tonatiuh Soley

* Agradezco a Gilbert Joseph, director del Council on Latin American and Caribbean Studies de la Universidad de Yale, Connecticut, y a James C. Scott, director del Agrarian Studies Program, también de Yale, quienes me recibieron cuando realicé una estancia posdoctoral (2003-2005). Esta investigación recibió financiamiento del Fond Québécois de la Recherche en Sciences et Culture (FQRSC) del gobierno de Quebec, Canadá, durante los periodos 2001-2002 y 2003-2005. También deseo agradecer a mis anfitriones en Yucatán, los profesores Othón Baños Ramírez y Luis Ramírez Carrillo, ambos de la Universidad Autónoma de Yucatán, quienes me brindaron un apoyo invaluable.

1 Cuando hablo de la región ex henequenera, ubicada en el noroeste de la península de Yucatán, me refiero al territorio que ocupan las comunidades rurales que cultivaban el henequén (una especie de agave), cuya fibra se empleaba para fabricar cuerdas y telas.

2 Entrevista con el economista Rodolfo Canto Sáenz, de la Universidad Autónoma de Yucatán, en enero de 2001.

3 Entrevista con Román Zabaleta Laviada, presidente de la Asociación de las Maquiladoras de Exportación de Yucatán, enero de 2001. Otra entrevista fue realizada en mayo de 2005.

4 La agricultura es extremadamente limitada en la región ex henequenera debido a las pobres condiciones de la tierra y al clima semiárido. Desde mediados de la década de 1990 sólo la producción ganadera y avícola sostienen el sector agrario (Canto Saénz, 2001).

5 Este horario permite a los trabajadores cobrar 48 horas cuando sólo trabajan 44 y realizar otra actividad económica durante sus días de descanso (con frecuencia alguna actividad informal o la participación en el negocio familiar); además, la planta puede trabajar los siete días de la semana (entrevistas, 2001; Simón Domínguez, 2004; Castilla Ramos y Torres Góngora, 1998).

6 Por madurez de una organización se entiende el periodo en el que el proceso de producción ha sido puesto a prueba y es menos vulnerable ante las variaciones internas y externas.

 

Información sobre la autora:

Nathalie Gravel. Investigadora-docente del Departamento de Geografía de la Universidad Laval, Quebec, Canadá, desde enero de 2005. Se interesa en los estudios mexicanistas desde hace ocho años. Obtuvo su diploma de doctorado por la Universidad Laval e hizo una estancia posdoctoral en la Universidad de Yale, Estados Unidos. Se especializa en estudios rurales, migraciones en las fronteras norte y sur de México, globalización de los flujos de capital, nueva división internacional del trabajo y desarrollo rural integrado. De manera más específica, por una parte, sus intereses de investigación en el México rural son el combate a la pobreza y las estrategias económicas de sobrevivencia dentro de regiones de atención prioritaria (Yucatán, Chiapas y la Sierra Gorda de Querétaro) y, por otra, las respuestas de las comunidades mexicanas a las inversiones extranjeras directas (Yucatán). También es presidenta de la Sociedad de Geografía de la ciudad de Quebec y socia del Institut Québécois des Hautes Études Internationales (IQHEI).

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