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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.20 Ciudad de México ene./abr. 2006

 

Reseñas

 

Los Altos reexaminados

 

Jorge Alonso

 

César Gilabert y Margarita Camarena, 2004. El alteño global. Universidad de Guadalajara, El Colegio de Jalisco, Guadalajara, 245 pp.

 

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Occidente. jalonso@ciesasoccidente.edu.mx

 

 

Los investigadores César Gilabert y Margarita Camarena publicaron el libro El alteño global que trata sobre la trayectoria evolutiva de Los Altos de Jalisco, su desarrollo político y socio-cultural en la era de la sociedad global.

Ésta es la cuarta gran incursión académica emprendida para tratar de entender a una región emblemática, con una identidad muy sólida. La primera se hizo en la década de 1970 por un grupo de antropólogos dirigidos por Andrés Fábregas (quien prologa este nuevo libro); la segunda se realizó en los años 1980, llevada a cabo por otros equipos de antropólogos. En la década de 1990 otros académicos se dedicaron a profundizar, hacer precisiones y comparaciones. A inicios del siglo XXI tenemos esta nueva visión que incorpora las transformaciones sufridas en la región debidas a la globalización.

Una gran ventaja de esta nueva obra es que, gracias al exhaustivo y profundo examen realizado de lo que se ha publicado sobre esta región, ofrece una visión sintética y crítica sobre el conjunto de las investigaciones previas. Los autores establecen un tratamiento diacrónico y sincrónico de las principales temáticas, y así logran explicar lo que acontece actualmente a partir de su trayectoria histórica. Estamos ante un acucioso, sistemático y sugerente tratamiento sobre la región, que es categorizada de manera penetrante y valorados sus cambios. Hay un meticuloso estudio del desarrollo espacial de Los Altos y un redescubrimiento de los espacios construidos históricamente. Todas las etapas del devenir mexicano en la zona son abordadas y se establece un relieve dialéctico entre los periodos de la Revolución y la Cristiada. Finalmente, los autores se esfuerzan exitosamente por destacar las nuevas interacciones regionales.

Se rastrea cómo las élites económicas han ido marcando el ritmo y la dirección del proceso productivo regional. Se establecen sugerentes periodizaciones que develan cómo se partió del rancho basado en una economía de subsistencia con base en el trabajo familiar y se pasó a otro proceso abierto al mercado regional y a relaciones de mediería, hasta llegar al rancho como empresa capitalista articulado con agroindustrias desarrolladas y con capital financiero. En todo este proceso se sitúan los avances tecnológicos y el empleo de avances genéticos para la producción encaminados hacia mercados externos. Tampoco se dejan de lado las transformaciones a cargo de los nuevos actores productivos. El lector se va dando cuenta de cómo la economía se ha ido complejizando en la ganadería vacuna y porcícola, en la avicultura y en la industria asociada a la producción de alimentos y a la elaboración de tequila. Los investigadores ubican y explican el auge y el declive de la industria textil. Se adentran en la problemática de municipios con economía dolarizada, y no eluden los problemas del lavado de dinero. Hilan fino para hacer ver la mediación de los actores locales en las negociaciones con las empresas trasnacionales desde la década de 1940 hasta llegar a la dinámica de la globalización actual.

En la disección de la organización espacial y su evolución, los autores ponen cuidado en establecer las relaciones entre infraestructura y dinámica regional. Rastrean desde las veredas de los arrieros, pasando por los difíciles e intrincados caminos vecinales que dejaban muchas rancherías aisladas, hasta la estrategia militar de comunicar a una región levantisca e insumisa. Las atiborradas carreteras locales se vieron enriquecidas por macropistas y por la lógica de la comunicación al interior y con las regiones vecinas por la dinámica del avance capitalista. No dejan de apreciarse las contradicciones en el trazado inacabado y abandonado de vías y de los grandes proyectos hidráulicos que inundarán poblados y que darán servicio no a la región sino a grandes ciudades externas. Existen precisiones muy valiosas, como las que contrastan parcelas irrigadas con modernos sistemas a predios secos, o granjas de alta tecnología frente a terrenos erosionados. También se hace un riguroso recorrido en el proceso de urbanización regional. Se mira el territorio no sólo por sus características físicas, sino por el conjunto de prácticas y de infraestructuras que permiten vivir en un espacio socialmente producido.

Para entender a Los Altos hay que abordar sus procesos migratorios. Gilbert y Camarena le entran al tema desde diferentes ángulos, procedimiento que les permite calar hondo. La migración alteña hacia Estados Unidos es parte medular de la tradición regional. Además de recapitular lo que ha implicado y significado para Los Altos la migración, los autores destacan los cambios en los patrones migratorios. Señalan la incorporación de la mujer a la migración y hacen una valorización de los impactos de la norteñización en la vida alteña.

El lector va recopilando un conjunto de informaciones que le permite apreciar cómo las formas de poder regional han ido variando. Los autores ofrecen sólidos y convincentes argumentos de los procesos por los cuales la prolongada estabilidad de las oligarquías alteñas influyó en la construcción de una sociedad más ganadera que campesina; procesos en los que un reducido número de familias consiguió llevar a término las negociaciones que le posibilitaron una larga continuidad en el poder regional. Las oligarquías alteñas pudieron sobrevivir porque fueron hábiles en la adaptación. Sin embargo, el desarrollo económico fue propiciando el surgimiento de nuevos grupos que empezaron a competir por el poder local, aunque los grupos emergentes han sido influidos por las oligarquías. Con las aperturas políticas y dentro de la dinámica nacional de democratización ha surgido una pluralidad política electoral y fenómenos de alternancias. Han habido cambios políticos y cuestionamientos al autoritarismo y enfrentamientos grupales transvestidos por siglas partidistas.

Los autores realizan un recorrido por los principales conflictos y arreglos políticos en la región. Ofrecen análisis puntuales de las estructuras de poder local, de los cambios, de las polarizaciones y de los avances de modelos democratizadores. Pero no dejan de llamar la atención sobre el hecho de que los logros de la democratización se dan sin que desaparezca el riesgo de que se instale de nuevo la política oligárquica. Los avances democratizadores no son irreversibles.

La cultura alteña es analizada con mucho tino. Se abordan históricamente los cambios culturales. Se indagan las razones por las cuales el alteño ha mostrado reservas hacia el poder central y ha favorecido las expresiones individualistas de corte puritano que, al desconfiar en el otro, privilegian lo propio. Los autores insisten en que el alteño condicionado por situaciones ambientales precarias posee un talante individualista fincado en el tesón personal para enfrentar los retos de una vida. Habría que preguntarse si, más allá de la paradoja de que el individualismo es una construcción social, los alteños no están más cercanos a grupos pequeños y a redes afines.

La ideología de los grupos de poder alteños exalta la pervivencia de un modelo regional de organización que ha sobrevivido a los mayores conflictos nacionales. La religión católica ha sido un componente básico de la ideología alteña, por lo que prevalece una moralidad conservadora. No obstante, ha experimentado cambios. A inicios del siglo XXI existe alteridad religiosa, aunque la canonización de un grupo numeroso de alteños de tiempos de la guerra cristera ha propiciado un refortalecimiento en la identidad religiosa alteña. El culto a santo Toribio Romo, que se ha erigido como patrono de los migrantes, ha añadido un nuevo turismo religioso al tradicional y asentado del santuario mariano de San Juan de los Lagos.

La migración ha ido transformando la ideología tradicional. El cambio en el mercado de trabajo del papel de la mujer ha mellado las concepciones rancheras machistas. Una sociedad muy cerrada ha tenido que irse abriendo. Los autores no eluden las contradicciones y tratan de encontrar explicaciones plausibles. Existe una colisión entre las costumbres locales y las múltiples innovaciones determinadas por la sociedad mayor, por lo que se han ido presentando nuevas formas de relaciones sociales. Gilabert y Camarena indagan causas, procesos e implicaciones de estos fenómenos.

Es patente la desigualdad social. Se han ido incrementando zonas de pobreza, marginalidad, pandillerismo y delincuencia. Corre la droga y se propaga el sida. Todo esto ha ido mellando los viejos modelos identitarios. Ciertamente, a lo largo de su historia los alteños han construido una identidad muy fuerte que, sin embargo, está experimentando un proceso de transformación. Si la noción alteña del orden social se basaba en la fortaleza de la familia y de la Iglesia, concepción instrumentalizada por las oligarquías locales, este esquema político, social y cultural ha ido experimentado duros embates. Hay pluralismo y expresiones contraculturales. El libro penetra en lo que en el pasado fue ser alteño y en lo que es ser alteño a inicios del siglo XXI.

La obra privilegia la investigación de las repercusiones de la globalización en el entorno alteño. Los autores indagan los efectos de la globalización interrelacionando los niveles nacional, regional y municipal. Destacan cómo los actores locales interpretan los signos de la globalización de maneras particulares. Desde la década de 1940 los alteños aprendieron a interrelacionarse con las grandes trasnacionales, pero a finales del siglo XX y principios del XXI las relaciones económicas han variado sustancialmente a causa de los fenómenos del capitalismo globalizado. Esta situación ha introducido cambios en la región, no sólo económicos sino también culturales. Todo esto es investigado con mucho detalle, tomando en cuenta el flujo de capitales, mercancías e información en el circuito global.

Hay un tratamiento lúcido del territorio como factor de cohesión interregional y de vinculación extrarregional hasta llegar a lo mundial. Son detectados los impactos que sufren las empresas regionales ante la competencia global. Se escudriña la lógica del crecimiento mercantil marcado por fuerzas modernizadoras, misma que conduce a la restricción de espacios de decisión autónomos que antes eran propios de la región. Los actores locales se ven obligados a desempeñarse en entramados impactados por las dinámicas globales. Esto también modifica profundamente las redes sociales, que se incorporan al entramado global. El libro hurga en los comportamientos para detectar las respuestas locales a la globalización. También se confirma que para algunos alteños el proceso globalizador ha erosionado las raíces que hacían volver a la región. Gilabert y Camarena nos comentan que en varias entrevistas salió el tema de que familiares que trabajaban en Estados Unidos habían perdido el deseo de regresar, cosa que antes no sucedía, aunque también los migrantes contribuyen a fincar en su tierra de origen dinámicas de la globalización.

Los autores están obsesionados por descubrir lo que permanece y lo que ha variado. El ánimo conservador es correoso, pero irrumpen otras manifestaciones. Se comprueban las contradicciones de la evolución alteña, las inercias, las resistencias. Gilabert y Camarena van dando cuenta de numerosas transformaciones económicas, políticas y sociales. Sin perder de vista las contradicciones confirman cómo la identidad regional alteña ha ido combinando el sentido de lo rural y de lo urbano a lo largo del tiempo. Se examinan los corrimientos en la relación centro/periferia. Si bien la identidad ha sido un elemento cohesionador en lo espacial y en lo social, no ha sido inmutable. Existen elementos muy consistentes que permiten a Los Altos proseguir como una región consolidada internamente, con una poderosa influencia que irradia a las zonas más cercanas del altiplano y que alcanza a Estados Unidos. Lo identitario, más allá de sus variaciones, sigue teniendo un peso determinante en el ser y quehacer de los alteños, quienes siguen defendiendo su región y ufanándose de su pertenencia.

Los autores introducen un elemento que había estado ausente en otras investigaciones. La modernización económica llevada a cabo en Los Altos ha implicado prácticas predatorias del medio ambiente. Si bien anteriormente las costumbres y prácticas rancheras trataban de enfrentar problemas ecológicos adversos, la modernización y la globalización conllevaron afectaciones ecológicas importantes. Las oligarquías locales, en sus negociaciones con instancias nacionales y globales, afectaron impunemente el medio ambiente. La región sufre importantes problemas de contaminación y escasez de agua. Los autores plantean con énfasis que las exigencias de la sostenibilidad del crecimiento introduce variables ecológicas que antes no habían sido contempladas. Los alteños se encuentran ante el gran reto de la defensa del medio ambiente. El libro apunta que se requiere de un profundo proceso democrático para que, además de que haya una distribución socialmente equitativa, se emprenda un reordenamiento ecológico.

La investigación que dio origen al libro fue muy ambiciosa y la publicación es muy completa. No obstante, habría que señalar que, como a las anteriores incursiones para entender la región, más allá de referencias muy generales le falta un tratamiento profundo de lo que implica para Los Altos la devoción a la Virgen de San Juan de los Lagos.

Los aportes y novedades de esta investigación son resaltados muy bien en el prólogo de Andrés Fábregas. Vale la pena subrayar algunos de ellos. Al articular los ejes de identidad, poder y espacio se establece un tratamiento multidisciplinar con capacidad de precisar continuidades y rupturas. Gilbert y Camarena presentan muy bien las fisuras que ha ido experimentando la estructuración alteña. Valoran con profundidad las posibilidades de la región, así como sus riesgos. Es un destacable acierto el señalamiento de que los nuevos problemas no son susceptibles de ser resueltos sólo apelando a la tradicional ética del trabajo. Hacen ver cómo el individualismo ya no es suficiente para afrontar los problemas del sida, del narcotráfico y del desequilibrio ecológico. Con fundados argumentos concluyen que hace falta una postura social diferente en asociaciones y organizaciones.

Tras el estudio de las diversas actitudes de los alteños ante el medio ambiente, el libro tiene razón cuando plantea que, como condición de posibilidad de un desarrollo sustentable, los alteños tienen que reconocer primero e inmediatamente después darse a la tarea ineludible de reparar consecuentemente los desequilibrios sociales y ambientales. No es desdeñable el énfasis que se pone en que rasgos alteños han trascendido hasta hacerse representativos de lo nacional. Otro aporte tiene que ver con el sugerente abordaje que se realiza sobre los cambios más recientes de las últimas décadas. Mérito importante es su penetrante percepción de que, a diferencia del territorio, el espacio no se acaba, se reinventa. Finalmente, también son destacables las maneras en que los autores interconectan la globalización, el ambiente y la democracia. La lectura de este libro ayudará a avanzar en el conocimiento crítico de esta apasionante región.

 

Información sobre el autor

Jorge Alonso Sánchez. Profesor-investigador del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS)-Occidente. Doctor en antropología social por el CIESAS. Profesor de posgrado en ciencias sociales en la Universidad Iberoamericana, la Escuela Nacional de Antropología e Historia, la Universidad Autónoma Metropolitana, la Universidad Nacional Autónoma de México, la Universidad de Guadalajara, El Colegio de Michoacán y el CIESAS. De 1991 a 1997 fue secretario académico del doctorado en ciencias sociales que conjuntamente impartieron el CIESAS y la Universidad de Guadalajara. De 1999 a la fecha ocupa el mismo cargo en la Universidad de Guadalajara. Es miembro de la Academia Mexicana de Ciencias y del Sistema Nacional de Investigadores. En el año 2000 le fue otorgado el premio Aguascalientes al Desarrollo de las Humanidades. Ha publicado 20 libros y coordinado 22. Ha participado con capítulos y prólogos en muchos otros, y publicado un gran número de artículos y reseñas en diversas revistas. Entre sus libros se encuentran: La dialéctica clases-élites en México (1976); Lucha urbana y acumulación de capital (1980); El rito electoral. Las elecciones en Jalisco, 1940-1992 (1993); El cambio en Jalisco (1995); Tras la emergencia de la ciudadanía (dos tomos) (1998-1999); Democracia precaria (2000); Democracia amenazada (2002); Miradas sobre la personalidad política de Efraín González Luna (2003). Desde 2004 dirige Desacatos y es miembro del consejo editorial de las revistas Nueva Antropología (México), Comunicación y Sociedad (Guadalajara), Espiral (Guadalajara) e Historia Revista (Brasil).

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