SciELO - Scientific Electronic Library Online

 
 número19"Como el santo Job": Un caso de literatura de prodigios y calamidades en los territorios hispánicos del siglo XVIIEl respeto al duelo en la recuperación de un desastre índice de autoresíndice de materiabúsqueda de artículos
Home Pagelista alfabética de revistas  

Servicios Personalizados

Revista

Articulo

Indicadores

Links relacionados

  • No hay artículos similaresSimilares en SciELO

Compartir


Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.19 Ciudad de México sep./dic. 2005

 

Reseñas

 

Sobre los recuerdos de las desgracias colectivas en catástrofes y desastres

 

Jesús Manuel Macías

 

Peter Gray y Kendrick Oliver (eds.), 2004. The Memory of Catastrophe. Manchester University Press, Manchester.

 

Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social-Distrito Federal, México. jmmacias@ciesas.edu.mx

 

 

Los desastres o, de otro modo, las catástrofes y sus significados, tienen un particular atractivo cuando se revisan a la luz de la interrogación histórica que permite atisbar otras dimensiones de su existencia. The Memory of Catastrophe es un libro que fue concebido por los editores Peter Gray y Kendrick Oliver en una reunión académica internacional en la Universidad de Southampton, Inglaterra, en el año 2000. Vio la luz pública en 2004, por lo que los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001 a las Torres Gemelas de Nueva York aparecen como un símbolo que los editores aprovechan para enmarcar el significado de su obra en el contexto actual de sucesos señalados por eventos trágicos recurrentes. Los editores tomaron este hecho como un ejemplo que, a su decir, otorga una identidad a la sociedad contemporánea muy ligada a la aflicción y afectación por eventos "cataclísmicos".

La identidad catastrófica de la sociedad contemporánea es advertida por el reciente historial de desastres muy sonados como la muerte masiva de habitantes de Bhopal, India, por la fuga de gas venenoso, llamado metilisocianato, en la planta Union Carbide; o el accidente nuclear de Chernobyl que, tal como lo dicen los autores mencionados, se trata de desastres tecnológicos recientes que tienen una causalidad humana discernible y conforman una característica social y psicológica de nuestro tiempo.

Los editores Gray y Oliver han realizado una extensa introducción a catorce ensayos de primer nivel y de gran importancia. A manera de cierta justificación a los contenidos de la obra, introducen la discusión del significado de conocer, retener, mantener, acudir, etc., al pasado para mejorar el presente como una verdad de Perogrullo, que en realidad sostiene un mensaje algo críptico, pero de ninguna manera pretencioso: escudriñemos desastres pasados para prevenirlos.

Gray y Oliver sugieren que en la actualidad existe un inocultable apego al recurso de la "memoria" como una necesidad de combatir un déficit de identidad producido por el estilo moderno de vida: "se busca con ansia la reelaboración de una memoria de nosotros mismos" (p. 3). La creación de memoria, dicen, es actualmente una empresa plural y descentralizada, que exige una postura antagónica hacia las interpretaciones del pasado apoyadas por el Estado y también contra la reflexión de las autoridades académicas que desconfían de cualquier afirmación no probada en el dato histórico. La creación de memoria, por tanto, se plantea como una alternativa a la indagación histórica controlada por la autoridad.

El estudio introductorio de Gray y Oliver contiene, no obstante, un elemento perturbador en el planteamiento que éstos hacen de los conceptos de "memoria" y "catástrofe" como portadores de una condición que refleja una "promiscuidad intelectual". Esta misma condición, según advierten, supone que ambos conceptos son identificados con frecuencia pues comparten el mismo espacio cultural. Las afirmaciones al respecto sugieren una aspiración a un cierto purismo conceptual o a una elaboración que no dé cabida a otras aportaciones o asunciones de disciplinas diversas, o por lo menos que éstas no distorsionen una aproximación más o menos unificada en tal sentido. Esto no constituiría una práctica inusual a no ser porque la obra incorpora precisamente ensayos que difieren en casos, tiempos, escalas, disciplinas, fuentes, etcétera.

Sin embargo, Gray y Oliver ofrecen una muy interesante idea acerca de la necesaria distinción entre historia y memoria. Acuden a la frase del historiador francés Pierre Nora que dice: "Entre la memoria y la historia, la memoria introduce el recuerdo dentro de lo sagrado. La historia, siempre prosaica, lo vuelve a liberar" (p. 4). Como Luckhurst (2004) afirma, esto representa una suerte de teorización diferencial, es decir, la memoria y la historia han merecido consideraciones diferentes en ese nivel: "La historia es el discurso oficial fatalmente ligado al nacionalismo, a las élites gobernantes [...] mientras que la memoria es el recurso fugitivo y frágil de los oprimidos" (p. 3).

Las catástrofes, afirman Gray y Oliver para señalar la veta lingüística de la relación, son finalmente definidas por lo que se dice de ellas: "la operación del lenguaje determina, de alguna manera arbitraria, si un evento en particular está de acuerdo con el estatus de catástrofe [...] Hay una relación no esencial entre la definición de un evento particular como catastrófico, la sustentación de esa definición dentro de la memoria y la cantidad de sufrimiento humano que produce " (p. 6).

El libro en cuestión tiene como eje medular un conjunto de ensayos que representan un provocador cruce entre memoria y catástrofe, con disputas entre memoria-historia y catástrofe, así como sus significados, entre los cuales resalta aquel que alude al trauma social.

Otro elemento crítico que no sólo se encuentra en esta obra, sino que se expresa en la existencia del propio libro, es la asimilación de que la noción de catástrofe engloba a la guerra y a los conflictos civiles. Hay una inevitable discrepancia conceptual con aquellas opciones que descartan que tales sucesos sean susceptibles de entenderse como catástrofes. Esta discrepancia, desde luego, no se observa de manera explícita.

El libro se centra en sucesos vinculados a la guerra (principalmente de la Segunda Guerra Mundial, la guerra de Vietnam, la de la ex Yugoslavia) a los que se dedican diez capítulos. Así, se atiende un caso de "disturbio civil", como la insurrección de esclavos en el estado de Carolina del Sur, en Estados Unidos, en el siglo XIX; o la explosión e incendio de un pozo petrolero cercano a la pequeña comunidad de San Diego del Mar, en el estado mexicano de Veracruz en 1809. También contiene un ensayo sobre el hundimiento del Titanic; otro sobre las consecuencias sociales y económicas del retiro inglés de la India, que se plasmaron en grandes y sangrientos disturbios civiles, pérdidas económicas y el cambio contundente del mapa político de Asia.

Conceptualmente, el libro supone diversos problemas entre los cuales hay que destacar, precisamente, aquellos en los que se define, interpreta o refiere a la catástrofe como un gran desastre. Los editores omiten toda reflexión al respecto, exceptuando lo que he señalado antes. Asumen la noción de catástrofe como un evento o una serie de sucesos de infortunio, donde cabe en igual dimensión la masacre de judíos en la Europa dominada por los nazis, la masacre de una comunidad vietnamita a manos del ejército estadounidense y la decimonónica insurrección de esclavos en un conservador ambiente sureño de Estados Unidos, entre otros. Dejan descansar en los diversos autores contribuyentes la justificación específica del caso que tratan, de manera que la explosión e incendio del pozo Dos Bocas en Veracruz al iniciar el siglo XX, que significó una tragedia local memorable en esa escala, apenas se diferencia de la dimensión continental, por así decirlo, que implica la Segunda Guerra Mundial vista como catástrofe según la lógica de la obra comentada. El Holocausto es percibido como una catástrofe que subsume la misma dimensión global de la Segunda Guerra Mundial, lo que incide en la reproducción de un sesgo en el que este suceso bélico supone más tragedia por ese exterminio selectivo que por las muertes globales, entre las cuales, sin duda, hay que destacar el peso de las pérdidas soviéticas, que fue la parte que más muertos aportó en el conflicto bélico global y a cuyo recaudo debe sustentarse en buena parte la liberación de los judíos sobrevivientes, les guste o no a los actuales dueños de las versiones históricas de la Segunda Guerra Mundial.

Tal vez un común denominador que excusó de alguna manera una discusión conceptual inicial se refiere a la noción de trauma, y más propiamente a la de trauma social o colectivo, a la que se recurre en la obra. Las características individuales y/o colectivas del trauma se colocan como centrales. Las causalidades de los eventos desencadenantes del trauma se desvanecen o no existen, de manera que la operación memorable de la catástrofe —en mucho se trata del propio trauma— sólo recoge expresiones que son consecuencia de "algo" que simplemente no existe en la perspectiva teórica del libro. En otro sentido, eso se aprecia en la expresión de advertencia de Kansteiner a la que acude Luckhurst (2004): "El peligro de la teoría del trauma es que nos implica a todos en un mundo indiferenciado de dolor" (p.10).

La noción de trauma, desde luego, ha requerido una vinculación con la dimensión psicológica y psiquiátrica y sin embargo encuentro que existen insuficiencias en la búsqueda de relaciones más profundas con las corrientes sociológicas que han realizado mayores esfuerzos en la investigación de los desastres.

Las propuestas asociadas con el campo de estudio conocido como de "comportamiento colectivo" pudieron partir de la observación de patrones de comportamiento colectivo aparentemente espontáneos como el pánico, histeria de masas, etc., que se dan en fenómenos tales como desastres, disturbios civiles, rumores, guerras y otras luchas armadas.

Las formas de organización social en las que se generaban esos patrones de comportamiento, es decir, desastres o conflictos armados, no eran como tales necesariamente el centro de la atención. Los estudios del comportamiento colectivo estaban interesados en la reacción a esas situaciones sociales y no en las situaciones sociales en sí.

Evidentemente, el campo de estudio del "comportamiento colectivo" tuvo que tener derivaciones como la conocida "sociología de los desastres", ya que la producción de conocimiento no permitía explicar cabalmente dichos patrones de comportamiento sin referencia clara a las causalidades del fenómeno social. Un desastre no es lo mismo que una guerra, aunque existan resultados similares como la destrucción, la muerte, los heridos. El nivel de desorganización social es diferente. El comportamiento social es deseable que no sea el mismo en tanto que la naturaleza causal es diferente. Cuenta mucho la variable de la voluntad colectiva en la conformación de esos fenómenos donde se generan respuestas sociales a situaciones críticas o extremas. La voluntad de un grupo o gobierno de relacionarse en términos de destrucción supone un referente distinto a la condición crítica en un desastre donde las pérdidas no son esperadas en la magnitud que se presentan (Macías, 1999; Dynes, 2003).

La obra tiene una importancia significativa en conjunto y en el propio desglose de sus catorce ensayos organizados, tal como dice Luckhurst, en ejemplos de ruptura cultural con una secuencia cronológica que va desde la guerra civil inglesa, la esclavitud en territorio americano, la crisis de las patatas y la consecuente hambruna en Irlanda, hasta la manipulación de la memoria nacional en las guerras de Servia y Croacia, posteriores a la desintegración de los países del llamado socialismo real. Hay un innegable éxito en el resultado del esfuerzo de Gray, Oliver y sus colaboradores: los ensayos tienen el común denominador que demuestra que cada caso de catástrofe, desastre o crisis social documentado es portador de un conjunto de significados cambiantes, resultantes de cambios y al mismo tiempo impulsores de cambios.

 

Bibliografía

Dynes, Russell R., 2003, "Finding Order in Disorder: Continuitis in the 9-11 Response", IJME, vol. 21, núm. 3, noviembre, pp. 9-23.         [ Links ]

Kansteiner, Wulf, 2004, "Genealogy of a Category Mistake: A Critical Intellectual History of the Cultural Trauma Metaphor", Rethinking History, vol. 8, núm. 2, pp. 193-221.         [ Links ]

Luckhurst, Roger, 2004, "On Memory of Catastrophe", en <http://www.history.ac.uk/reviews/paper>         [ Links ].

Macías, Jesús M., 1999, Desastres y protección civil, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social, México.         [ Links ]

 

Información sobre el autor

Jesús Manuel Macías. Investigador titular del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (CIESAS-Distrito Federal). Autor de varios libros y artículos sobre diversos temas de desastres y de estudios de casos en México y el extranjero. Coordina el Seminario de Vulnerabilidad Social a Desastres en el CIESAS y dirige diversos proyectos de investigación interinstitucionales. Es miembro del Sistema Nacional de Investigadores y del Comité Internacional de Investigación de Desastres de la Asociación Internacional de Sociología (AIS).

Creative Commons License Todo el contenido de esta revista, excepto dónde está identificado, está bajo una Licencia Creative Commons