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Desacatos

versión On-line ISSN 2448-5144versión impresa ISSN 1607-050X

Desacatos  no.15-16 Ciudad de México  2004

 

Testimonio

 

Trascendiendo

 

Amaranta Gómez

 

A mis ángeles y otros demonios

 

INTRODUCCIÓN

Dentro de las ciudades que arropa el Istmo de Tehuantepec está Juchitán —Xhavizende o Ixtaxochitlan (ciudad de las flores)— misma que forma parte de los valles bajos del estado oaxaqueño. Juchitán se encuentra ubicada al sur de México atravesada por la línea de asfalto panamericano y eje "natural" migratorio de ciudadanos centroamericanos. Este lugar se caracteriza por su vida festiva, sus pachangas, sus velas —fiestas patronales realizadas en los meses de mayo, agosto, septiembre y diciembre—, sus mayordomías, la sacra comparsa a la Santa Cruz de los pescadores o del lagarto, la veneración por el campo, la cosecha, el barro, la tierra, el ciruelo y el alimento; por las estrellas y los santos, por el paganismo y el mito. Se caracteriza también por su tolerancia, permisividad y respeto por la diferencia sexual y por la conservación de sus costumbres y su lengua natural, el zapoteco. Para darnos una idea, en Juchitán, a pesar del proceso modernizador capitalista que vive el país y el mundo, 80% de sus habitantes hablan este idioma, además del español, en sus nueve secciones y colonias que conforman el mapa de la ciudad. Considero que el zapoteco —idioma indígena con el que se nace y crece— es el elemento fundamental que permite la conservación de esta cultura, que permite construir y conservar códigos de identidad en una sociedad, como la nuestra, con una historia ancestral propia.

Por dichas características y costumbres la ciudad de Juchitán ha sido objeto de diversas investigaciones y reportajes en temas por demás interesantes como lo es el famoso mito del matriarcado, digo mito porque sin negar la fuerte presencia de las mujeres juchitecas en espacios tales como el hogar, el comercio, en la transmisión de la lengua y las costumbres, ellas poco se ven reflejadas en agendas como el ejercicio de su sexualidad, la política formal y los movimientos sociopolíticos como el de la COCEI (Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo).

Considero que las investigaciones sobre los temas mencionados pueden seguirse haciendo por parte de los profesionistas de las ciencias sociales —antropólogos o sociólogos— como observadores de procesos y cambios sociales, sin embargo, considero de vital importancia que las y los protagonistas de esta cultura necesitamos ser parte activa de la difusión y la defensa de ella.

Finalmente, quiero decir que lo que expresaré en este escrito tiene sustento en la vida cotidiana de muchos muxhe's con los que he convivido a lo largo de 20 años y la mía propia, ya que también soy parte de esa realidad sociocultural. Es importante mencionar que la idea central es resaltar las cosas más significativas, aquellas que marcan la vida de los muxhe's juchitecos.

 

EL TRIGO NACE EN PRIMAVERA

La palabra muxhe proviene de la palabra mujer de la lengua española del siglo XVI, mujer, muller, muxhe, esta definición trata de arropar el término de hombre-femenino y con el cual se nos nombra a todas las personas que nacemos varón y crecemos con identidades genéricas femeninas, es una identidad similar a la gay y lo transgénero, pero con características sui generis. A partir de aquí nos referiremos a las personas heterosexuales femeninas como guna (mujer), a los masculinos como nguiu (hombre) y ngüíu a las mujeres con identidad genérica masculina, que es una connotación de la palabra varón (nguiu ) en lengua zapoteca.

Para este texto el punto central será el muxhe o los muxhe's de Juchitán, trataremos de conocer el cómo nace y crece un muxhe en Juchitán, delimitándolo en tiempos y elementos, en tiempos marcados por la niñez, que se podría comprender de los cinco hasta los doce años, tiempos cruciales para la mayoría de los muxhe's, que les permite apropiarse de elementos que le ayudarán en su arraigo identitario cultural y de vida cotidiana.

Cuando nace un niño en Juchitán implica sacrificio doble para las madres porque implica mayores compromisos socioculturales futuros. Por el contrario, cuando la que nace es niña lleva implícito que ella verá por la futura vejez de los padres y familiares, aunque se case y tenga hijos. Desde ya se le asigna la responsabilidad histórica que cualquier mujer en el territorio mexicano ha tenido y tiene: estar al cuidado de los demás. La historia se repite en Juchitán.

Luego entonces la pregunta surge: ¿cómo es recibido un muxhe cuando nace en Juchitán? La respuesta es que en realidad es recibido como todo varón que nace en Juchitán o en cualquier otra parte del planeta, con muchas expectativas de la madre y del padre, pero sobre todo de este último, esperando que como todo niño practique o juegue al fútbol con los demás hombres, que juegue a las pistolitas, que acompañe al papá al rancho o al mar a pescar, que asista a las fiestas y en ellas baile con las jovenzuelas, que tenga novia y por supuesto que se case y que tenga hijos e hijas.

Entonces surge otra pregunta: cuando lo que se espera de la bendita criatura que nació varón no resulta, ¿qué pasa? Esto empieza a ser un tema familiar y posteriormente comunitario, después de los primeros cinco años que es cuando el muxhe se percibe diferente y es cuando el destino del muxhe comienza a marcarse.

Señalo la edad de cinco a doce años como el comienzo de la toma de conciencia temprana del muxhe ya que yo y la mayoría de ellos —con los que he conversado y convivido— reportamos que éste es el rango de edad en donde identificamos nuestros primeros rasgos de identidad diferente, una edad en donde comienza de manera muy fina un largo camino para aquellos que nacemos y crecemos como muxhe's. Es una etapa de sensaciones internas y externas que pasa desapercibida ante los ojos de los demás, es esa sensación que a veces no sabemos qué es y cómo llamarle, pero que en términos de la sexología humana es ese espacio al que se pertenece y que desde el principio se tiene la sensación o la percepción de haber nacido en un huevecillo equivocado, y que el psicoanálisis llamaría de identidad sexo-género.

En el transcurso de esta edad el muxhe va presentando una serie de comportamientos, amaneramientos y formas que lo van caracterizando y de manera natural lo van ubicando en el terreno de lo público. Un muxhe, cuando se da cuenta que lo es inmediatamente busca establecer redes de apoyo familiar y vecinal, busca un espacio para poder contribuir tempranamente a la economía familiar poniendo algún puesto para la venta de fritura, ayudar a vender la tortilla o el pescado a su mamá y/o a algún familiar cercano. Por otro lado, un muxhe busca acercarse a otros muxhe's mayores para ir conociendo sus terrenos y formas de actuar, un muxhe también busca establecer estrategias de vinculación erótico-afectivas de manera "inocente" con otros niños. Narraré una historia común entre nosotros que tiene que ver con dichas estrategias y que al mismo tiempo es una muestra simbólica del respeto por la diferencia, de la tolerancia que se tiene hacia las personas con orientación sexual diferente a la heterosexual en Juchitán, y que llama la atención de propios y extraños. En una ocasión algunos amigos muxhe's nos reunimos para tomar unas cervezas en la casa de otro amigo muxhe. El motivo era recibir a un amigo, también muxhe, que había estado por cinco años en la ciudad de Ottawa, Canadá. Comenzamos a platicar sobre cómo y cuándo habíamos tenido nuestros primeros acercamientos sexuales "inocentes" con otro niño y todos coincidimos de que nos había pasado con el juego de las escondidas durante nuestra infancia.

En este punto coincidíamos en que nos tocaba escondernos en grupos de dos o tres, dependiendo, pero si alguien ya había acordado estar con algún otro niño así sucedía. Claro está que el acuerdo del lugar a esconderse es previo al juego, ya que alguno de los dos conoce el escondite muy bien y sabe que estarían solos el mayor tiempo posible. Lo importante de esto es que la mayoría de los que estaban jugando ya se habían localizado, pero dos de los integrantes no aparecían. Efectivamente, eran un muxhe con un niño varón, por lo general mayor que el muxhe. Al fin de varios gritos y bajo amenazas de sacarlos fuera del juego si no aparecían, los escondidos hacían su aparición burlándose —como muestra de habilidad— porque no los habían encontrado, la verdad es que esto se utilizaba como una defensa verbal que justificaba el fin. El resto del grupo los acosaba con preguntas que mostraban interés por saber lo que estaban haciendo el niño y el muxhe solitos, por lo general las niñas (gunas) o algún amigo muxhe le preguntaban más insistentemente al muxhe lo que había pasado y las respuestas, en algunos casos, se compartían y se confirmaba que durante el tiempo que se estuvo escondido con el niño (nguiu) hubo juegos de tocamiento y en algunos casos hasta de penetración. Por su parte, el niño (nguiu ) era acosado por los otros niños, que por lo general comentaban entre sí las cosas pero sin mayores detalles o en su caso eran otras las respuestas.

Esta anécdota permite ver que las y los niños que eran parte del juego veían de manera natural al muxhe, como alguien con quien puede estar un niño a solas sin que ello implicara el rechazo ni el aislamiento, al contrario, recrea los códigos, los valores entendidos y las implicaciones que permiten la coexistencia de los sujetos desde la tolerancia "natural". Por ello, quiero decir, a manera de hipótesis, que la diferencia de la tolerancia que existe en Juchitán hacia las personas muxhe's, en comparación de otras partes de la República Mexicana, es que aquí el sentido de complicidad, solidaridad y respeto se transmite desde la niñez haciendo de ello un asunto de vida cotidiana que permanece hasta la muerte.

Sin embargo, no todo es experiencia sexual en la vida del muxhe —sin dejar de decir que es algo intrínseco para él—, ser muxhe va más allá de ello. Pasado el tiempo y llegado a la edad de diez u once años, al muxhe le toca sortear aspectos fundamentales como el sentir el apoyo familiar y el luchar por un reconocimiento de visibilidad, aunque sea mínimo, porque es cuando su orientación sexual es más notoria y se vuelve un tema familiar y de su entorno. Por ello, tiene que estar alerta para lo que sucede a su alrededor porque en algunos casos para las familias —de clase media y alta— esto se convierte en motivo de preocupación, sobre todo para el padre, ya que como todo buen mexicano y juchiteco su masculinidad social y cultural se ponen en riesgo. Por el contrario, una familia tradicional —clase media y baja— no lo enfrenta completamente de manera negativa, no se niega en automático la posibilidad de tener un hijo muxhe. Se cuestiona, sí, pero no en el terreno de la desesperanza ni de la negación de la realidad, ya que para ello siempre existe un referente familiar, de amistades o vecinal muxhe que permite medir las dimensiones propias del ser muxhe. Desde esta perspectiva, para la familia juchiteca tradicional tener tal referente para la toma de decisiones mitiga toda incertidumbre y angustia posible, guía de alguna manera la comprensión, el entendimiento y crea las bases vitales de la tolerancia y la aceptación. Es decir, en la mayoría de los casos, este proceso es vivido y asumido de manera colectiva/comunitaria; tal parece que el tema es 202 4 asunto si no de todos sí de los familiares más cercanos, de los vecinos más allegados, de los compadres y de otras familias que han tenido o tienen un hijo muxhe, del entorno, pues. Creo que esto demuestra que nuestra cultura juchiteca y las culturas indígenas, en general, contamos con mecanismos de discusión colectiva sobre temas "delicados", de procesos solidarios que ayudan a la resolución de posibles conflictos internos y externos.

Es importante señalar que la familia tradicional que tiene un hijo muxhe en Juchitán inicia un proceso que llamo de "identificación inicial-negación-aceptación-resolución", sin dejar de mencionar que existen familias, que aunque son las menos, se quedan en el proceso "identificación inicial-negación". Una familia que pasa el proceso "identificación inicial-negación-aceptación-resolución de la tolerancia y respeto de la realidad" le inculca a su familiar muxhe el que sea productivo, que respete la casa, las costumbres y las tradiciones milenarias zapotecas. Busca también que estudie, sea creativo, sea un muxhe "nexhe na" (hábil, listo) para enfrentar los problemas. Procura también inculcarle un oficio que le permita su subsistencia y sobrevivencia a lo largo de su vida, que tenga visión de lo que es y puede ser en un futuro, siempre y cuando ello lo lleve a la superación, por lo que para la familia juchiteca un muxhe flojo no es bien visto y no es digno de reconocimiento social.

En realidad, esta perspectiva familiar hacia el muxhe es una perspectiva del "cuidado", para que crezca y se desarrolle "bien". Se ha dicho en varios reportajes y publicaciones —escritas fundamentalmente por antropólogos y antropólogas— que para estas familias tener un muxhe es una "bendición de Dios". Hasta cierto punto esto pudiera ser afirmativo en tanto que lo afectivo entre un hijo-madre/hijo-padre o hermanos exista, sin embargo, quiero decir que en sentido estricto esto es un mito y un argumento de separatismo familiar ya que a muchas de las madres que se les pregunta sobre el tema responden, comúnmente, de tres maneras diferentes:

-¡Cumu ma birebe sacala!, ¿xhinga gune puè?

Que en español significa:

-Como ya salió así, ¿qué voy hacerle?

En la primera parte de la exclamación la madre expresa un sentido de conformidad con la madre naturaleza ante la cual nada puede hacer. Sin embargo, la segunda parte de su frase es pronunciada a manera de impotencia y pregunta. Esto puede ser complementado con otra expresión como:

-¡Pa ñacabe hombre lá, nuchela, labe, ne nudibe na xhiaga!

Cuya traducción nos dice:

-¡Si mi hijo fuera hombre!, lo casaría y me daría nietos.

Es evidente que existe una añoranza expresada en estas palabras sobre las expectativas que en un momento dado se proyectaron hacia lo deseable con un hijo varón.

La tercera expresión dice:

-¡Cumu ma bisenda diuxhi làbe sacala!

Lo que quiere decir:

-¡Como Dios ya lo mandó así!

Lo que denota una idea de lo irreversible e innegable del asunto y de que alguien tutela la existencia del muxhe y ese alguien es Dios. Por supuesto, como en este mundo quien no chistea es Dios, es a él a quien hay que cargarle la factura de sus productos hechos con marca celestial. Nuevamente, repito que estas reflexiones no se hacen desde un terreno de la desesperanza ni de la negación de la realidad, hay que decir que si se aceptara el argumento "bendición de Dios" sería aceptar la existencia de privilegios familiares para el muxhe y estaríamos hablando de que Juchitán es una sociedad sectaria, cosa que no es cierto o que los hijos muxhe's reciben más herencia que las hijas mujeres o los hijos varones, lo cual tampoco es cierto. Lo que vivo y digo es que los padres aman y quieren a los hijos por igual y que reconociendo sus particularidades se preocupan por ellos y ven la manera de apoyarlos, pero de ahí a que se considere una bendición divina tener un muxhe en casa es bastante discutible.

Lo que no es un mito es que para los muxhe's transitar de la niñez a la juventud implica el plantearse preguntas clave como: ¿qué es lo que soy?, ¿qué siento que soy?, ¿cómo vivo? y ¿cómo quiero vivir?, preguntas que en la adolescencia y juventud serán de alguna manera resueltas por ellos mismos.

 

CAMBIAR DE PIEL BAJO EL LÁTIGO DEL SOL, LA AÑORANZA Y LA TERNURA DE LA LUNA

Ser muxhe es ser ante todo un ser humano que cuenta con el aval de su sociedad y coexiste con y en ella en un tiempo y espacio específicos. El ser muxhe arropa lo biológico de lo masculino y un género y sensibilidad femenina, juntos, como un símbolo de la ubicuidad.

Inicialmente, abordé el tema de la aceptación familiar como un eje transversal y prioritario para el muxhe ya que ello constituye el primer paso decisivo para enfrentar al mundo, debido a que cualquier rasgo de comportamiento y actitud familiar es significativo en tanto que de ello dependen la autoestima, la seguridad y la confianza con la que se mueva el muxhe en la vida.

 

¿Muxhe guna la? o ¿muxhe nguiu?

En las calles de las secciones, en el centro, el crucero, los bares, cantinas o en el mercado de Juchitán pueden verse e identificar a los muxhe's que pasean, que van a trabajar, que vienen de regreso de algún mandado o lo que es más común, yendo a una fiesta o regresando de ella. Se les puede ver vestidas de mujer o no, depende de la sección de la que estemos hablando, pues no es lo mismo ver a los muxhe's de la segunda que de la séptima. Ver a los de la segunda sección implica ver a una mayoría de muxhe's que no visten de mujer; por el contrario, en la sección séptima —la más popular— pululan los vestidos de mujer. Pero sea de la sección que sea, no se deja de ser muxhe:el muxhe es muxhe y punto.

¿Cuándo el travestismo es incorporado por los muxhe's como parte de su identidad sexo-genérica? Platicando con amigos muxhe's yoxho (adultos mayores de 50 años) que no visten de mujer, éstos comentaban que para ellos el travestismo es un asunto relativamente nuevo ya que en sus tiempos eso hubiera sido un atrevimiento. Agregan que los primeros signos del travestismo temprano —entre los años 1950,1960 y 1970— que se mostraron en Juchitán fueron cuando los muxhe's empezaron a ponerse blusas muy coloridas, floreadas y holgadas, pantalones con cierre por la parte trasera —como tradicionalmente se usa en las faldas de las mujeres—, y ponerse flores, arriba de los oídos, a la hora de salir a la calle a vender o durante el trabajo de meseros en la cantina. Esta caracterización implicó un nuevo proceso de doble aceptación, por un lado, de la orientación sexual y por el otro, el de incorporar elementos llamativos no convencionales para la vestimenta de un varón en Juchitán.

Los que vivieron los años 1970 dan cuenta que al final de esta década se empezaron a notar los primeros muxhe's que vivían con ropa de mujer en sus casas y que uno que otro salía así a la calle —tal es el caso de "Tonó muxhe, la taquera de la segunda" o de "Sidral, la bordadora de la séptima". Esto significó para ellos y "otros" un reto: asumir su travestismo en esa época, lo que de manera indirecta preparaba el terreno a las nuevas generaciones venideras.

Al comienzo de los ochenta y noventa el travestismo se manifestó abiertamente en Juchitán. Llegó para instaurarse e imponer modelos y estereotipos del ser "gay travesti", del ser "muxhe guna". Esto, por supuesto, por medio de la mercadotecnia de la televisión, las revistas y los show travestis itinerantes —que en esos años estaban en apogeo y tenían gran demanda en las comunidades pequeñas y medianas— que venían del Galería, del New York, de Las Parrillas, el Hipopótamos, de los puestos de Acapulco y Veracruz, lugares que dieron origen al travestismo profesional. Con ellos llegaron modelos de ropa, nuevas formas de caminar y comportarse, top model, cantantes y actrices del momento que servían como referentes para tratar de preparar el modelito o el peinado del muxhe guna para la próxima fiesta. Parece que el muxhe se pierde, en estos momentos, en el mundo occidental, pero no fue así, pues los(as) juchitecos(as) tenemos la vocación de zapotequizar las cosas que vienen de afuera, de vivir el momento moderno sin perder nuestras costumbres y raíces. Tal es el caso que en los últimos diez años comenzamos un proceso de rescate cultural por la identidad de la palabra muxhe, por su valor social y cultural; hemos retomado la vestimenta de la enagua y el huipil como parte de nuestra vestimenta cotidiana y festiva.

 

EL EROTISMO

Para la mayoría de la comunidad juchiteca son conocidas las relaciones erótico-afectivas que establecen los muxhe's con los varones (los nguiu), en algunos casos de manera formal, otras esporádicas y otras tantas ocasionales; relaciones sexuales que son vividas entre muxhe's jóvenes con varones jóvenes, adultos y/o adultos mayores. Cuando un muxhe es privilegiado por la adolescencia y la juventud es seguido por varones con cuerpos que irradian sexualidad y erotismo, eyaculaciones rápidas o duraderas (según sea el caso), cuerpos de 17,de 21,de 25, de 30 o 50 años. Para los varones jóvenes el encuentro significa descubrir otras formas, sensaciones, sabores y haberes del sexo y del amor; para los maduros la posibilidad de volver a sentir un cuerpo posible de penetrar, recordar la sensación que en algún momento de la adolescencia y juventud sintieron; y para los adultos mayores es tratar de reafirmar su masculinidad y tener la oportunidad de cumplir caprichos y deseos que la madurez y la experiencia les brindan.

Uno se pregunta: ¿por qué tanta permisividad sexual entre varones y muxhe's? Esto se debe a tres razones importantes. La primera tiene que ver con un aspecto fundamental de la cultura que está ligado a la virginidad de las mujeres. Me explico, para los varones adolescentes y jóvenes, el muxhe representa una posibilidad de poder practicar el sexo y disfrutar de la sexualidad sin ponerse en riesgo de casarse, ya que si llegara a tener relaciones sexuales con una joven ello implicaría culturalmente que la familia de ella le pediría a la familia de él que se casaran. Es importante aclarar que con el tiempo esto ha ido cambiando, el régimen cultural que exige la virginidad femenina ya no es tan exigente, aunque sí importante.

El segundo motivo lo atribuyo al gusto, al placer. En el caso de los varones adultos, que ya habiendo experimentado el ejercicio de la sexualidad con algún muxhe, les significa una alternativa sexual a lo que cotidianamente viven con su pareja femenina; y para quienes se inician es una experiencia sexual novedosa. Finalmente, en el caso de los adultos mayores que gustan relacionarse con los muxhe's esto está asociado a la fantasía sexual y de reafirmación de la masculinidad. Cualquiera que sea el caso, es difícil que un muxhe viva formalmente con un varón, no importa la edad. En la historia contemporánea de Juchitán sólo se conoce un caso que es el de "Chente muxhe" e Irán, su pareja.

 

LABORES, ROLES COMUNITARIOS, REDES DE APOYO, ECONOMÍA Y LA POLÍTICA

Los muxhe's están integrados en casi todos los aspectos de la vida cotidiana y pública, una de sus características valorativas es ser "miembro social integral", lo cual implica que deben ser productivos, participativos en la vida comercial, social y festiva. Asimismo, deben cumplir con sus compromisos sociales, aportar su trabajo para el bien común, valorar su dignidad y defender su cultura, para ello tendrán que asumir una serie de responsabilidades y obligaciones, pero a la vez tienen el derecho de asumirse y comportarse como mejor les parezca.

Parte de esta característica valorativa es la de los oficios o actividades económicas a las que el muxhe se dedica y, en este sentido, quiero decir que en Juchitán existen diferentes tipos de actividades según el nivel social y económico del muxhe, pues, claro, no es lo mismo cuna de palmas que de plumas.

Así, en Juchitán veremos a los muxhe's de clase media-baja dedicarse al bordado de trajes regionales que son utilizados en las fiestas tradicionales del Istmo —las técnicas que son utilizadas para la elaboración de los trajes es la cadenia y el bordado a mano—, si bien es cierto que éste no es un trabajo exclusivamente del muxhe, también es necesario decir que la gran mayoría se dedica a ello gozando de un gran reconocimiento y prestigio social. Otra de las actividades a las que este sector social se dedica es la de arreglista y decorador de elementos tradicionales, como el adorno del stand, el torno y el friso en eventos como cumpleaños, bodas, quince años, bautismos, velas, mayordomías, bendiciones de casa, celebración de los santos patronos, regadas de frutas, etcétera.

Una actividad más de los muxhe's de extracto social bajo, pertenecientes a familias de pescadores, es justamente la venta de pescado y camarones de la región en el mercado de Juchitán y en otros municipios de la región como son Matías Romero, Ciudad Ixtepec y Tehuantepec, como lo hace mi amiga "La Rubia" de la séptima sección. Asimismo, hoy varios muxhe's pescadores han ampliado su mercado para llevar sus productos a la ciudad capital de nuestro estado y a la capital del país, permitiendo esto un incremento de su ingreso económico y familiar.

Podemos decir que ser bordador, arreglista tradicional o pescador constituyen las tres primeras actividades principales y tradicionales que los muxhe's de Juchitán realizan, seguidas de otros oficios menos generalizados dentro de la propia comunidad muxhe como son los de espiritistas, cantineros, rezadores, agiotistas, actividades que, por un lado, ayudan al sustento del muxhe y de su familia y, por el otro, contribuyen a mantener la cultura y la economía local como fin último.

Entre las diferentes actividades a las que los muxhe's nos dedicamos, podemos contar, a manera de percepción de la realidad cotidiana, que algunas actividades son mejor vistas que otras en términos del valor que le da nuestra sociedad a una actividad o a la otra, como lo que sucede con el espiritista muxhe, al cual la comunidad ve con buenos ojos y le genera confianza el poder ir con él a hacer alguna consulta o a realizarse una limpia de los malos espíritus. Asimismo, las mujeres (guna) que se dedican a esta actividad también gozan del mismo reconocimiento y confianza y no así los ngui (varones) espiritistas. Yo creo que esta situación se da porque en mayor medida son las mujeres (guna), los muxhe's, la parte femenina, pues, de la comunidad, la que acude y consume este tipo de actividades.

Por otro lado, tenemos la actividad del cantinero, que, por su contexto es vista como una actividad que resta respeto hacia las personas muxhe's que se dedican a ello. De igual forma, creo que restan aún más respeto a las mujeres que se dedican a vender en las cantinas de Juchitán. Sin embargo, creo que esta situación se da por el grado de hipocresía y de la cultura del doble discurso de los hombres de Juchitán (que son en su mayoría los que 206 4 se encuentran en las cantinas), al ser parte intrínseca de la actividad de la o el cantinero, en lo que implica en cuanto a su servicio a los clientes, el juego y coqueteo, el acuerdo sexual, el demostrarse a sí mismos y a sus amigos que las pueden todas, con todas y todos, ya que como diría nuestro gran amigo Guillermo Núñez, cuando se refiere al comportamiento de la masculinidad de los varones y su sexualidad en México: "que en tiempos de guerra cualquier hoyo es trinchera", podemos decir que estas actividades están de muchas maneras insertas en la vida social, cultural y sexual de nuestra comunidad.

Finalmente, en el ámbito laboral se han ido creando oficios relativamente nuevos (o que no se habían acrecentado y reconocido) en Juchitán y en los cuales los muxhe's nos estamos desarrollando y que hoy en día alcanzan relevancia porque contribuyen a la visibilidad de las capacidades y la creatividad de la comunidad muxhe. Hoy podemos ver a un gran número de estilistas, modistas, trabajadores sexuales, activistas, agiotistas, políticos, profesionistas, académicos, intelectuales y empresarios. Las últimas cuatro actividades son los muxhe's de estatus económico alto los que las realizan.

 

LA VELA DE LA SANTA CRUZ DEL CIELO O LA VELA DE LAS AUTÉNTICAS INTRÉPIDAS: ¿GUETOS O LEGITIMIDAD SOCIAL Y CULTURAL?

Ser muxhe huini (chiquito), muxhe gupa (adolescente), muxhe róbaa (adulto), muxhe yoxho (viejo), ser muxhe guna (vestida de mujer) o muxhe inguiu (no vestida), no importa cuando se trata de las velas de la "Santa Cruz del Cielo" o la de "Las auténticas intrépidas buscadoras del peligro", pues son actos festivos tradicionales que legitiman su existencia social. Hablar de las velas de los muxhe's es hablar de la institucionalización de los géneros, la reafirmación de lo permisivo, de la tolerancia social y cultural que se tiene en la comunidad; es, además, hablar de la sensualidad y el sincretismo que existe entre la cultura y los procesos modernizadores.

Las velas, como ya lo dijimos, son las fiestas patronales que están dedicadas a los santos de las secciones de Juchitán, tales como San Isidro labrador, la vela cantarito en honor al barro y a la artesanía, la vela güxe benda (de los pescadores), la vela biaadxi (del ciruelo), etc. Estas velas están conformadas por grupos de 16 a 20 socios cada una, se realizan en espacios abiertos, grandes y son amenizadas por dos orquestas locales o visitantes; ahí se cena, se toma y se reparte cerveza hasta la madrugada.

Pues bien, este rasgo cultural de nuestra cultura zapoteca es retomado por la comunidad muxhe. Hace 29 años se llevó a cabo la primera "vela de las intrépidas buscadoras del peligro" —cuyos iniciadores fueron Armando López Ortiz, Ángel Santiago Valdivieso (Felina) y Óscar Cazorla López, denominados como muxhe'syoxho's (adultos mayores)—, festividad que cuenta con los elementos comunes de una vela cualquiera, pero la diferencia consiste en que los socios son puros muxhe's de la ciudad o de la región. Esta vela se lleva a cabo en el mes de noviembre, teniendo como marco el día 20 —aniversario de la Revolución Mexicana— y se ha convertido en un acto legitimado e institucionalizado por la comunidad y la política, legitimado porque es una fiesta de los muxhe's pero no es única y exclusivamente para ellos y para las ngüiu, es para las guna, para los nguiu ; es decir, es una fiesta donde familiares, vecinos, amigos, compadres o comadres de la localidad, el estado y el país acuden a acompañar al muxhe en su espacio. Así, lejos de que esta vela pueda ser un espacio cerrado —gueto—, representa un acto para todas y todos, un espacio en donde empresarios, académicos, artistas, intelectuales, líderes sociales y políticos asisten y fungen como padrinos de coronación de la reina anual de los muxhe's y que, además, es el único por donde han desfilado presidentes municipales de los dos partidos más fuertes en Juchitán, el Partido de la Revolución Institucional (PRI) y el Partido de la Revolución Democrática (PRD), así como sus regidores.

La otra vela de los muxhe's es la de la "Santa Cruz del Cielo" o "Baila conmigo", la cual nació hace diez años en la séptima sección por iniciativa de Angélica, Mística, Queta, Jesusa, Abigail (la profesora), todos muxhe's huini o muxhe'sgupa (jóvenes y adolescentes). Esta vela tiene casi las mismas características que la de las "intrépidas", sólo que ha retomado, desde sus inicios, otros elementos tradicionales como la "regada de frutas" que simboliza el paseo de los carros alegóricos y del estandarte por las calles del pueblo en honor del santo en cuestión, en este caso la Santa Cruz del Cielo.

Desde mi punto de vista estas dos festividades constituyen un ejemplo de la tolerancia hacia la diversidad y del respeto a las expresiones propias de nuestra cultura. Son un espacio de convivencia anual, un espacio para la sensualidad y la sexualidad, de las libertades y de lo pagano, pero al mismo tiempo del cumplimiento de los compromisos sociales con el otro como acto de solidaridad y de reciprocidad, un acto en donde las lentejuelas, el glamour, las enaguas de holán tradicionales, los modelos de Mitzi y Gilberto Granillo se vuelven requisito para crear el contexto de una realidad o de algo efímero, para muchas y muchos inusual, extraordinario. Acto "irreverente" que año con año se lleva a cabo, años que se llenan de nostalgia y de recuerdos por los muxhe's que ya partieron a crear otras velas y otras transgresiones en el espacio celestial.

 

LOS NUEVOS ROLES Y ESPACIOS DE PARTICIPACIÓN SOCIOPOLÍTICA

La historia sociopolítica contemporánea de Juchitán está marcada por la lucha de grandes y pequeñas causas sociales que se derivaron de la inconformidad de una sociedad ante un gobierno priísta asfixiante e incapaz de reconocer que los tiempos cambian y que las gentes se inconforman cuando su dignidad es pisoteada y ninguneada. Las y los juchitecos se organizaron en la COCEI (Coalición Obrera Campesina Estudiantil del Istmo), movimiento de izquierda que se inconformó ante la represión militar hacia liderazgos legítimos que impulsaron el desarrollo social, el respeto a las tierras ejidatarias, la representación municipal, el derecho a la salud, el respeto por los derechos humanos, como temas de una nueva agenda política que tiene como referente organizacional los usos y la costumbre.

Al pasar casi 28 años del levantamiento de la COCEI y de sus administraciones en el gobierno municipal, en los primeros años de la década de 1990 surge una nueva generación de liderazgos sociales que más allá de lo político sugirieron agendas más puntuales sobre problemas como los derechos de las mujeres, la defensa del medio ambiente, el rescate de la música, la literatura, la lengua, la danza, la escritura, los grupos de autoapoyo para las personas con diabetes, los doble AA, los derechos sexuales, la sexualidad y el VIH/SIDA.

De alguna manera, la epidemia del VIH/SIDA vino a romper, en Juchitán, la armonía y permisividad sexual que se tenía pues el virus inicialmente empezó a impactar a las comunidades de hombres que tienen sexo con otros hombres (HSH), en este caso a los muxhe's y los nguiu (varones). Así que desde 1995 un grupo de mujeres y muxhe's se han organizado para crear la primera organización civil denominada Gunaxhii Guendanabani (ama la vida) y para 1997 la propia comunidad muxhe crea otros frentes civiles para la promoción de los derechos sexuales y la prevención del VIH/SIDA, como el Colectivo Binni Laanu (gente nuestra) y el grupo de las Intrépidas contra el SIDA. Este involucramiento es otro claro ejemplo de cómo los muxhe's no sólo han estado participando en su comunidad en asuntos culturales y de conservación de las tradiciones, sino que en situaciones emergentes —como lo ha sido el tema del SIDA— se reafirma su papel como miembros sociales integrales que se corresponsabilizan de las situaciones sociales.

Para la comunidad muxhe los espacios de participación social se amplían, tal como se ha visto en la organización civil, pero también existen otros espacios de poder en donde apenas se vislumbran signos de acceso y participación, como en el espacio político. Sólo hace pocos años que en una administración municipal del PRD se incorporó como regidor a un muxhe académico e intelectual de Juchitán, y en el 2003 el ex partido político México Posible me postuló como candidata a la diputación federal; en ambos casos, estas postulaciones se han hecho, por un lado, con el reconocimiento social comunitario y, por otro, con el de los propios muxhe's, que las pocas veces que hemos tenido la oportunidad de participar en la política lo hemos hecho desde nuestra propia identidad.

 

NANASHI GUENDANABANI (QUÉ DULCE ES LA VIDA)

Es difícil poder explicar todo lo que implica ser muxhe de Juchitán en un pequeño artículo, sin embargo, espero sirva de algo este breve acercamiento a la visión de nuestro mundo, el cual no está exento de resentir los cambios culturales, políticos, económicos y sociales que está viviendo México y que tiene el gran reto de poder seguir conservando la armonía social y cultural que ha mantenido a lo largo de los años, misma que nos ha permitido manifestar nuestras diversas identidades —como la del muxhe—, pero el reto se vuelve más grande cuando desde fuera se mira a Juchitán como una sociedad con una realidad propia que se resiste a desaparecer.

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